Politiquería progresista pura paja, por Armando Martini Pietri
Politiquería progresista pura paja, por Armando Martini Pietri

política

 

Después de sufrir esta pesadilla y termine el mal sueño, hay tareas que cumplir, reconstruir el país, rescatarlo del bandolerismo que nos rodea y corroe. En Venezuela hay que execrar las auténticas mafias no sólo del latrocinio, sino de la superficialidad e hipocresía de algunos politiqueros, beneficiarios y afiliados, que sólo consideran el pensamiento único, reprimen la disidencia y reprueban la política aun practicándola.

Es inconcebible tolerar una sociedad en la que la cultura y educación no tengan un lugar relevante, hay que reconquistar la ética, principios y buenas costumbres. Imposible, de hecho delictivo, continuar siendo una sociedad de cómplices. El delincuente de cuello blanco, los que asaltan a placer e impunidad el erario público, es decir, el dinero de todos, se fotografían en templetes y bacanales que difunden sin sanción moral. Se burlan, desprecian al ciudadano humilde y decente que con esfuerzo de su trabajo se gana la vida. Eso es complicidad y canallada, no tiene otro término. Como muchos que se lucran de la explotación deshonesta e indebida de los cargos públicos, lo que se conoce como sinvergüencería delincuencial. Y cuidarse de quienes, olfateando el final, se convierten en saltarines. ¡El coraje está en el proceder! 

Aplicaron a troche y moche un socialismo falso y cleptómano a la venezolana, -que algunos irresponsablemente en búsqueda de votos, pretenden refundar con diferente modalidad y característica-, en el cual todo luce igual, sin distingos ni diferencias. El estudiante holgazán tiene el mismo valor que el profesor, por lo que, calificarlo en base al rendimiento académico es traumatizarlo. Pura paja, mojigaterías, no es el mundo real, simpleza para ordinarios y fracasados, ilusiones fraudulentas para incautos. Y en Venezuela lo tragamos con aquello de la exclusión y “nivelarnos todos”, pero hacia abajo, sin méritos, esfuerzo ni preparación, sólo con la demostración de lealtad y sumisión al régimen. Iguales en la mediocridad de la obediencia sin preguntas, quien se destaca es culpable y está bajo estado de sospecha. Una de las causas del éxodo de los mejores.

Infelices trastornados aniquilan el establecimiento de la excelencia y civismo, están desgarrando la Venezuela digna, despellejándola, ni saben ni quieren ni soportan vivir dentro de los límites de la moral democrática y dignidad ciudadana. Escrúpulos y comportamiento son contaminados y pervertidos sin contemplación. Hipócritas que permiten, participan y se hacen la vista gorda ante el robo descarado, la estafa atrevida, el derroche insolente de cantidades repugnantes, beneficiando y premiando el triunfo del depredador sobre el esfuerzo del emprendedor; recompensándolo con ovaciones y reconocimiento social. ¡Maldita colaboración. Es hora de la rebelión moral!

Progresistas populistas propagandistas de que el estado debe proporcionar al más vulnerable, necesitado y desposeído sin obligación de contraparte. ¡Mentira! El régimen exige grosera e impúdico respaldo denigrante y subordinado. Ejemplo más dramático, bochornoso, soez, las listas del apartheid Maisanta y Tascón.

¡Ya no podemos aceptar ni bajar más!

Simulados progresistas devastadores y destructores del progreso verdadero, que están en política, medios de comunicación y economía, que le tomaron gusto al poder y harán lo inconfesable para mantenerlo, ubicándolo en nivel y conveniencia de su propia supervivencia. Los ciudadanos están en la obligación de oponerse, resistir y combatir. Ellos y sus complacientes cómplices similares al cáncer, no serán fáciles de extirpar. Recordemos cada día que el poder está en el Gobierno, el tesoro y las armas, pero no sólo allí, la oposición también es poder.

Pretenden hacernos creer que la víctima cuenta igual y a veces menos que el delincuente. El torturado, sacrificado y mártir de un secuestro o un crimen no tiene tantos derechos humanos como el criminal que lo ejecuta. El violador, violó por incitación del violado. Que la autoridad sucumbió, está muerta, las buenas maneras, conducta y modales han finalizado, no existen. Ya nada es sacrosanto, ésa es una de las tantas razones de la inseguridad desatada e incivilmente abusiva.  

Forzoso patrocinio de la empresa pública como modelo de gerencia popular con dirección colectiva de trabajadores, la gran mayoría quebradas y dependientes del subsidio oficial. Reverencian la escuela pública, pero no para sus hijos, ellos se instruyen en colegios privados, les sobra dinero para sufragar matrículas que luego señalan de abusivas. Pasean en carros lujosos, blindados y escoltados e insisten en la querencia del transporte popular que nunca usan, excepto los ignorantes que mantienen engañados y esclavizados. Mienten a diario con descaro, sin remordimiento, hacen demagogia ruin a favor de las zonas populares, pero no se atreven a habitar y coexistir en ellos, no obstante, compran moradas que descomponen el sentido del equilibrio y ultrajan la miseria.  

Royeron con sus colmillos de bestias feroces el poder, la eficiencia y el orgullo profesional de las fuerzas del orden, profundizando cada vez mayores precipicios entre la ciudadanía y los defensores de la ley, haciéndonos creer que vándalos desalmados son buenos y la policía mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente inocente.  Extinguieron la moral y honorabilidad de la Fuerza Armada, socavaron sus bases, manipularon, tergiversaron sus funciones, constriñeron su principio y juramento, la convirtieron en brazo pretoriano de un grupo que la controla a goce y regodeo. 

Esa es la patria que proclaman tenemos. Politiquería populista de ocasión que derrotar. Dañina y cancerígena, enfermedad contaminante, invasora, que afecta lo más profundo de nuestra venezolanidad. Es de vida o muerte retornar a los valores de siempre, al respeto ciudadano, reglas elementales y básicas del Manual de Carreño, educación integral y de calidad, la cultura en sus diferentes formas como expresión sublime, la democracia del conocimiento y la voluntad de emprender. Saber al dedillo nuestras obligaciones tanto como los derechos que hay que ganarse y practicar, haciéndolos esenciales y éticamente intransigentes y, por sobre todo, respetarlos como parte sustancial de nuestra condición ciudadana.

¡Es la hora de la rebelión de la conciencia!

 

@ArmandoMartini