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Un café con la oscuridad  Por Gonzalo Himiob Santomé

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Al “Conejo” lo conocí hace un tiempo. Tuve que visitar en el penal de San Antonio a un cliente y apenas pude entrar en la prisión uno de sus “luceros”, armado hasta los dientes, se me acercó y me indicó que al terminar mi visita, había alguien que “quería hablar conmigo”. Lo miré con suspicacia. Era la primera vez que iba a ese penal y no estaba seguro de cómo sería la dinámica ni creía que las autoridades me dejarían deambular libremente por ahí. Así se lo hice saber al sujeto.

 

“No se preocupe –me dijo el individuo- acá nos ocupamos de todo”.

 

Hizo una seña casi imperceptible y en un instante me habían instalado una cómoda mesa en el patio del penal, rodeado de instalaciones a los lados, que con sus hamacas colgando, sus perros echados y hasta con las mujeres y niños que por ahí andaban, pudieran pasar perfectamente por un caserío humilde. Al poco rato me habían servido un café y hasta almuerzo me ofrecieron mientras hablaba con mi cliente. A nadie se le ocurrió molestarnos. Solo un joven que por allí pasó con una bandeja hizo un aventurado intento de venderme unas empanadas (sí, además de todo lo que se ha visto en las redes, en el penal de San Antonio hay hasta vendedores ambulantes) pero bastó una gélida mirada de mi “custodio” para frenarlo en seco.

 

“Estas van por la casa doctor” –me dijo, mientras me ofrecía la bandeja que, sin mucha ceremonia, le había quitado al incauto vendedor. El joven forzó una sonrisa y se fue sin decir nada más. Estuvo a punto de “comerse la luz” y lo sabía. Más le valía simular amabilidad y aceptar la pérdida.

 

Al despedirme de mi cliente me advirtió que anduviera con cuidado. Era el “Pran” del penal el que quería verme.

 

Tras entrar a un pasillo que en una de sus paredes tenía pintada la conocida imagen del “conejito” de Playboy (ese era el símbolo de “El Conejo”), me anunciaron en un cuarto que más parecía una oficina grande que una celda. Tenía aire acondicionado, nevera, televisión con cable y una cama grande a un lado, pegada a la pared. A poca distancia había un escritorio mediano con una computadora. No vi armas, pero sí me sorprendió ver allí no menos de seis teléfonos celulares.

 

“Buenas tardes doctor –me saludaron- siéntese por favor”.

 

Volteé y vi detrás de mí a un sujeto gordo, de estatura regular y con un aire a lo “Tony Soprano”, entre afable y muy peligroso, que me extendía su mano. “Teófilo, mucho gusto”. Estreché su mano y me senté.

 

“¿En qué puedo ayudarle?” –le pregunté, al cabo de unos segundos en los que su mirada me recorrió como un scanner.

 

“Tú no sabes quién soy yo pero yo sí sé quién eres tú –me dijo, y de inmediato gritó, llamando a uno de sus “luceros”. “¿Ya le ofrecieron café al doctor?” –preguntó apenas entró el hombre, que sin dar respuesta salió y de inmediato volvió con otra taza de café. Durante ese breve silencio, no era para menos, algún atisbo de inquietud debí mostrar. “El Conejo” lo captó de inmediato.

 

“No te preocupes, ni acá ni en la isla te va a pasar nada –soltó- yo sé a quién viniste a visitar y también sé que te ocupas de los derechos humanos. Te he visto en la televisión. Solo quiero mostrarte cómo acá se mantiene la paz y ponerme a tu orden si necesitas cualquier dato de esta cárcel. Aquí no tenemos problemas”.

 

Hablamos cerca de media hora de las “mejoras” que él había hecho en la prisión. Me explicó cómo lo controlaba todo y también, sin entrar en detalles que tampoco le pedí, me contó que era él el que mantenía “derechito” a todo el mundo. Era evidente que la autoridad en el penal no la tenía el gobierno. “El Conejo” era el que mandaba.

 

“Acá nada pasa sin que yo lo sepa –me dijo, y luego, ya insinuando su despedida, culminó- y así es mejor”.

 

Mientras salía me di cuenta de que no habíamos hablado sobre cómo se comunicaría conmigo. Así se lo hice saber al “lucero” que me acompañaba hasta la puerta.

 

“Tranquilo –me dijo- nosotros sabemos cómo ubicarte”.

 

Nunca me llamaron. Menos mal.

 

@HimiobSantome

Un patio trasero con uranio por Marianella Salazar

cuba...

 

Las razones por las cuales el presidente Barack Obama firmó el pasado 9 de marzo un decreto de emergencia nacional, donde advierte que Venezuela es una amenaza y un peligro para la seguridad de su país, son muy graves. Según nuestras fuentes de inteligencia, las causas están fundamentadas en pruebas presentadas a un grupo de legisladores republicanos por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, después de finalizar su discurso en el Congreso norteamericano, el pasado 3 de marzo, donde criticó el acuerdo nuclear emergente entre Estados Unidos e Irán y aseguró que esas negociaciones son una garantía de que Teherán obtendrá armas nucleares y pondrá en peligro al mundo. Según las fuentes, Netanyahu, en un esfuerzo para que los republicanos bloqueen el acuerdo, llevó pruebas con coordenadas de los lugares en Venezuela donde los iraníes sacan el uranio para su programa nuclear.

Cuando Netanyahu se marchó de Estados Unidos, varios legisladores se reunieron con Obama para llevarle esas pruebas, y sus asesores de inteligencia comprobaron que eran reales, así que a Obama no le quedó otra que hacer esa declaración con el objetivo de frenar el suministro de uranio. La agencia de inteligencia israelí, el Mossad, viene trabajando durante muchos años en nuestro país y tiene todas las pruebas de los envíos de uranio.

El apoyo de Venezuela al programa nuclear iraní nos insertó en el conflicto mundial, como suministrador de uranio. Los jerarcas chavistas se encargaron de decirle al mundo que Venezuela era el primer aliado de Irán. No es nada nuevo. Por ejemplo, en una reunión de la OPEP (31 enero, 2006) en Viena, el entonces ministro de Minas, Rafael Ramírez, anunció el apoyo al programa nuclear iraní y amenazó con el alza del precio del petróleo si Irán era denunciado ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

La declaración de la Casa Blanca señalando a Venezuela como un peligro para su seguridad y su política exterior, sin explicar los verdaderas razones, han sido un respiro para el desfalleciente gobierno de Nicolás Maduro, que ha sabido cobrarse un costo político y sumarse a la disidencia chavista que hace causa común contra el imperialismo.

La situación política es de una gran ambigüedad, por una parte Maduro permite la entrada de las perforadoras de la Exxon Mobil en nuestras aguas territoriales con Guyana, y por otra se desgarra en inflamas patrioteras y antimperialistas para mantenerse en el poder, atrayendo a militares chavistas que no lo apoyan. Veremos si es capaz de sacarle provecho a la VII Cumbre de las Américas, a realizarse el próximo mes de abril en Panamá, y logra éxito en la “guarimba” que le prepararán a Obama, buscando consenso entre los presidentes aliados. Aunque hasta ahora no cuentan sino con el apoyo de Evo Morales.

 

Tic tac

1-. Cuba se comprometió con Guyana a impedir que la Fuerza Armada Bolivariana actúe contra la Exxon Mobil, que inició operaciones en aguas de Guyana cuya soberanía está en discusión. A cambio, manejará el negocio a futuro y tendrá garantizado el petróleo cuando Maduro esté fuera del poder. Guyana teme que la Armada proceda contra la plataforma y hunda algún barco, por el antecedente de octubre 2013, cuando capturaron un buque que trabajaba en las aguas en disputa y lo llevaron a la isla de Margarita.

2-. El dinero proveniente de Pdvsa en cuentas de la filial española del Banco Madrid en Andorra pone al descubierto cómo las guerrillas de las FARC disponían de ese dinero para sus compras de armas y pagar al gobierno cubano por las negociaciones de paz realizadas en su territorio. La estadía de los negociadores de las FARC en hoteles cinco estrellas, whisky 18 años y jineteras cubanas no es gratis.

 

@AliasMalula

El Nacional