EN TIEMPOS ARBITRARIOS, la verdad se rodea de confusión. En el totalitarismo es absoluta y la determina el poder dominante, que la distribuye como panfleto politiquero. Las dudas sobran, es peligrosa para el pensamiento que se pretende imponer. Nadie critica ni debe hacerlo. Es pecado mortal.
Son pocas las veces que piensan en la nación. Sin embargo, con criterio de estado en emergencia, unidos por las amenazas socialistas, castristas y comunistas; conscientes de lo riesgoso que es el fondo del pozo en el cual ya no hay salida sino hacia arriba. Los diputados a la Asamblea Nacional, decidieron continuar trabajando en sus responsabilidades parlamentarias. Hicieron lo correcto y juicioso, porque el oficialismo los está rebanado como embutido. No obstante, actitudes estultas e irresponsables, ególatras y egoístas, perjudican el proceso para deponer la dictadura. El ciudadano debe estar pendiente de los que se ausenten, para reclamarles y no elegirlos jamás, por majaderos y sinvergüenzas.
Produce satisfacción ciudadana comprobar que representantes, atendiendo la solicitud de la Fracción 16J, demostraron conciencia del enorme reto que les plantea un régimen destructor, un país arruinado, devastado, manteniéndose al pie del cañón. Es necesario insistirles, la nación también se protege sin asuetos. La angustia, incertidumbre, el hambre, la economía que, en vez de llenar vacía bolsillos, no da cuartel ni descanso, no tiene paz con la miseria, no hay vacaciones para un pueblo humillado, engañado, defraudado.
Financistas bolichicos ambidiestros, cohabitantes cómplices, socios, afiliados electoreros, testaferros y lobistas, andan cual gallina clueca, corriendo desesperadas de lado y lado, chifladas, despistadas, llorosas; la fiesta se les aguó, perdieron los reales de boletos aéreos, resorts caribeños, hoteles, bebidas y demás placeres planificados.
Así como enorgullece observar a un parlamento laborando sin descanso, ofendería gravemente la ausencia voluntaria. Hay suplentes, es cierto, pero votos y confianza de los electores es de cada diputado, especialmente en tiempo cuando el régimen, busca debilitarlos forzando ilegítimamente la falta de quórum inhabilitando, persiguiendo y obligando la huida.
Siguen siendo representantes, aunque hayan tenido que asilarse o buscar refugio, son para sus curules los suplentes que actuarán como ellos. Pero los diputados que calladamente decidan tomarse recreos, no merecen ni suplentes ni confianza. Habrá que someterlos al escarnio público no para que sean agredidos física o verbal, sino para recordarles son repudiados, y no serán elegidos en la próxima ni siguientes contiendas electorales.
Parlamentarios dando la cara, ocupando curules, exponiendo ideas y observaciones, haciendo sentir a los ciudadanos que el país libre por el cual luchamos, el rescate político, ético, económico y social que exigimos, el país que se ponga de pie para reconstruir su dignidad y futuro, está allí, en la Asamblea Nacional, legitima, reconocida por el mundo libre y democrático, activa, confiable. Digna y decorosa al oponerse a unas elecciones en Venezuela mientras el usurpador usurpe.
El régimen aulló para disimular su derrota, no acepta un diálogo inútil para el país, pero útil y oportuno para el castrismo, que no sabe qué hacer. Ha perdido la nación que engañó, destruyó, no tiene a dónde ir. Pesadilla aterradora. El malandraje político, la politiquería ladrona, cómplices cooperantes, enchufados, bolichicos; es decir, socios, se preparan para continuar robándose el tesoro público, dinero del pueblo, anunciando diálogo acordado en negociaciones indignas, oscuras, turbias.
Venezuela, sus ciudadanos, no aceptarán al castrismo-madurismo y están dispuestos a dar batalla. La fuerza institucional, internacional, ciudadana, la ruta del coraje debe librarse, no existe alternativa. La unión nacional, la verdadera, no la del chantaje, o imposición obligada; desafiará al régimen, nos liberemos de la ignominia abusiva, opresora, que si no al inicio, casi de inmediato, derivo en un proyecto dictatorial. El fracaso del llamado socialismo del siglo XXI, era previsible y ocurrió.
La verdad, el coraje, la honestidad son valores liberadores de una sociedad seria y responsable. La decencia y decoro no premia prácticas fraudulentas, negocios mal habidos, corrupción, narcotráfico, lavado de dinero. Falso que la oportunidad debe aprovecharse a costa de cualquier sacrificio. El ingenio y agilidad, no consiste en robar. Agudeza e inspiración no es delinquir. Hay que combatir la corrupción del Estado. Hagamos de los principios éticos y morales, buenas costumbres ciudadanas una práctica, un hábito, una razón de vida.
@ArmandoMartini