El castro/madurismo y su oposición cooperante, dispuesta y obediente, señalan haber hecho de Venezuela un país estable. Sin fundamento y poca inteligencia, lo dicen y peor, como buenos engreídos están convencidos de semejante ingenuidad. Pero, como igualmente son crueles y se mantienen asustados, no es insensato predecir la represión contra quienes con el coraje que castro-maduristas y castro-opositores no tienen, se oponen con firmeza al panorama idílico de una luna de miel electoral. El contubernio incivil está en marcha.
Se conversa más de cohabitación, transición de la fiereza represora, abusiva, auténtica creación de Chávez y ampliación ineficaz, uniformada por el madurismo, a una democracia moderna, plena en libertades, de amplio espectro para un período inevitable de metamorfosis, pero con participación de ambos. Suena a Walt Disney, bonito, romántico, telenovelero, pero, ¿tiene sentido?
¡Cohabitación es colaboracionismo! Y se demuestra cada vez con más desparpajo, sin pudor o rubor, ni siquiera por decencia son capaces de guardar las formas. Han evidenciado su confabulación vociferando, la negociación electoral no se trata de la mejor alternativa, es la única; sumergiéndose en una relación tóxica, peligrosa, sin sentido ni futuro. La armonía entre sectores concubinos de orgasmos múltiples avanza esperando el éxtasis, por ahora sólo en prácticas y delirios. Están gestado un proceso electivo mórbido, infectado, defectuoso. Es vicioso, y como todo lo depravado, es retorcido, contrastante de sonrisas falsas, expresiones amargadas y retenidas.
¿Elecciones sin cese de la usurpación? No tendrá apoyo tampoco lo acompañará el ciudadano ni la comunidad internacional. Porque si lo que tiene que ir primero no va primero, el resto no funciona. El país no quiere tratados ni coexistencias, exige un cambio a fondo, la ilegitimidad se originó antes, el actual régimen es usurpador e ilegítimo. Son años de errores convertidos en fracasos, llevando a demasiada frustración, hambre, miseria, desesperanza y un creciente éxodo que los países van asimilando poco a poco, pero, así como alivia el desvaído presupuesto nacional con la acumulación de remesas, nos deja sin familia.
Eso no se arregla con un gobierno acomodaticio y de acomodamientos. Al país no le basta con la salida del usurpador y algunos más que, aunque tengan pocos sitios donde ir, tienen sólidas y robadas reservas atesoradas en Rusia, Turquía, India, Dubai, paraísos fiscales y bóvedas bancarias que todavía pasan desapercibidas de las sanciones.
Ciudadanos hartos, agotados, empobrecidos, no admiten una transición pactada ni cohabitación que son indignantes contradicciones. El país quiere que todo sea cambiado, no basta la escapatoria de unos pocos; la demanda, que se vayan todos.
Cuando piensan en arbitraje humanitario, aplicación del TIAR, 187.11, Doctrina Roldós, R2P, es eso lo que esperan, les quiten de encima la ignominia responsable de la ruina y desastre, culpables del hambre, infortunio, deficiencias en los servicios públicos, inseguridad, desatención e incompetencia generalizada. Cohabitar es pactar y la gente ya no acepta acomodamientos.
Cohabitar es condicionar y los compromisos cupulares ya no son digeribles para una ciudadanía que ha visto su país, y condición personal, devastarse día tras día de pacto en pacto. Los venezolanos dentro y fuera del país persiguen soluciones concretas, de un solo camino. Por eso siente, resiente y rechaza a opositores que hablen de acuerdos que no son más sino pretextos para satisfacer deseos reales de los mismos bandidos que se han enriquecido aferrados a un poder sin ninguna disposición de abandonar. Quieren pactar, para no tener que irse, no tienen a dónde independiente de cuánto dinero tengan reprimido.
Se ha dialogado con el régimen dictatorial para una solución gatopardiana. Los representantes del PSUV y MUD/FA, admitieron el compromiso adquirido en la negociación de Oslo/Barbados. El cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, en ese orden, quedaron de lado, fueron olvidados, violaron la Ley que rige la transición y se burlaron inmisericordes del ciudadano.
Se inicia un equivocado, desafortunado y minado camino a las elecciones para un nuevo Parlamento, sin el cese y peor, con la participación del usurpador, lo que de antemano muestra raquitismo desde su propia concepción. La ciudadanía está hecha trizas, agotada, saturada de artimañas políticas sombrías y embaucadoras.