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Jair Bolsonaro

Brasil abre investigación para deportar a diplomáticos de Maduro
Estos procesos de deportación son el resultado de meses de disputa entre el gobierno de Jair Bolsonaro y los diplomáticos de Maduro.

Foto: Pedro Ladeira/Folha Press

La Policía Federal de Brasil abrió investigaciones de deportación contra diplomáticos al servicio de Nicolás Maduro en el país.

De acuerdo con el portal Folha de S. Paulo, el 13 de mayo, la Superintendencia de FP del Distrito Federal notificó a cinco venezolanos la apertura de las averiguaciones y les otorgó diez días para presentar una defensa técnica escrita.

La referida lista incluye a los diplomáticos que encabezaron la representación en Brasilia y al general Manuel Antonio Barroso, agregado militar.

Según el expediente de la PF, además de militares, María del Pilar García, Ángel Gustavo Rodríguez, Freddy Efraín Meregote e Irene Auxiliadora Rondón fueron informados de la investigación.

En cuanto a Irene Rondón ,encabeza actualmente la misión chavista y se reunió con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva durante su visita a Brasilia a principios de mayo.

Estos procesos de deportación son el resultado de meses de disputa entre el gobierno de Jair Bolsonaro y los diplomáticos de Maduro.

La disputa inició con la decisión del líder brasileño, en enero de 2019, de no reconocer al régimen de Maduro y de considerar al opositor Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela.

 

Desde que inició el gobierno de Bolsonaro, el Itamaraty, entonces encabezado por Ernesto Araújo, ha trabajado para que representantes de Maduro salgan del país.

Las investigaciones de deportación actuales tienen lugar tras una nueva embestida del Itamaraty, que se llevó a cabo en septiembre del año pasado.

El juez Luís Roberto Barroso, de la Corte Suprema de Brasil, suspendió el 1° de mayo la orden del gobierno de Bolsonaro que obligaba a los delegados chavistas a salir del país.

Con información de Folha de S. Paulo

Alejandro Armas Abr 09, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Otra pésima disyuntiva en Brasil

Jair Bolsonaro y Lula Da Silva , la inminente disyuntiva en Brasil. Foto en Ciudadccas

@AAAD25

Para esta columna ha llegado un momento de pausa en la discusión de la tormentosa política venezolana. No obstante, los temas que vienen a continuación no son ajenos a nuestro país ni están libres de gravedad. Al otro lado de la serranía de la Neblina, en Brasil, el panorama se enrarece y se hace muy difícil saber qué hay más adelante, como si la bruma que da nombre al hito fronterizo se extendiera, impenetrable, a través de la Amazonía, el Mato Grosso y hasta las pampas meridionales. Una democracia saludable no debería estar en esas condiciones cuando se acercan unos comicios, momento tenso por lo general.

Nuestro vecino del sur va a elecciones presidenciales a finales del próximo año. Jair Bolsonaro, al igual que casi todos sus predecesores desde la aprobación de la Constitución de 1988, quiere repetir. Hasta hace poco, parecía estar bien encaminado hacia su objetivo, en parte debido a la ausencia de un retador que entusiasme a los votantes. Como todo populista, Bolsonaro genera una polarización enorme. Sus detractores bien pueden constituir una mayoría y estar muy comprometidos con sacarlo del Palácio de Planalto, pero no están cohesionados en torno a un movimiento, ni hablar de un dirigente común. Además, aunque Bolsonaro tenga las debilidades del típico populista, también goza de los beneficios, incluyendo a una base de leales seguidores.

Pero la cosa cambió. El expresidente Luiz Inácio «Lula» da Silva fue exonerado de las condenas judiciales en su contra por un magistrado del Supremo Tribunal Federal brasileño. No es que Lula ahora esté libre de señalamientos de corrupción, sino que el susodicho juez alegó que la corte que lo había sentenciado no tenía competencias para el caso. En fin, sea como sea, el punto es que Lula ahora está técnicamente habilitado para disputarle la presidencia a Bolsonaro. Y por los vientos que soplan, lo hará, a menos que su suerte judicial vuelva a oscurecer.

¿Y por qué no lo haría? Algunos sondeos de opinión lo ponen por encima de Bolsonaro en intención de voto. Además, regresar al poder le brindaría un blindaje adicional contra cualquier cuenta pendiente con la justicia. De eso sabe mucho su buena amiga Cristina Fernández de Kirchner.

Tal vez recuerdan los comicios presidenciales de 2018, en los que Bolsonaro, otrora considerado un actor secundario de la política brasileña y más risible que peligroso, dejó al mundo atónito con su ascenso meteórico hasta la cima. Fue catapultado hasta allí por coletazos de la última crisis económica latinoamericana, el descontento con una elite política casi universalmente corrupta y las debilidades de su contrincante en segunda vuelta, Fernando Haddad, el nada inspirador candidato de la izquierda.

Esa elección me pareció una de las más terribles que he visto en el tiempo que llevo como observador de la política mundial.

Los dos contendientes eran impresentables. El uno, por populista ultraconservador y admirador de dictaduras. El otro, por fantoche de un partido bajo cuya égida la corrupción en Brasil llegó a niveles exorbitantes y se hizo la vista gorda con regímenes autoritarios de izquierda en América Latina.

De consolidarse la disyuntiva entre Bolsonaro y Lula, el panorama no sería menos desolador. Muy a pesar de lo que uno lee a veces en la prensa o escucha en boca de activistas de izquierda, ni Bolsonaro es un dictador ni Brasil se ha convertido en una dictadura. Pero eso no significa que la situación no sea peligrosa. Hay que saber distinguir entre un líder con rasgos autoritarios y un régimen autoritario. Bolsonaro es lo primero, pero no encabeza lo segundo, sino una democracia frágil. Y todo indica que en la medida en que se acerca una elección que pudiera ser más reñida que lo esperado, los instintos antidemocráticos del Presidente se refuerzan. Bolsonaro ha repetido las denuncias disparatadas de la extrema derecha norteamericana sobre fraude electoral en Estados Unidos como si fueran ciertas e insinuado que algo similar pudiera ocurrir en Brasil. Su hijo, el influyente congresista Eduardo Bolsonaro, criticó el asalto al Congreso estadounidense por una turba de seguidores de Donald Trump… ¡Pero porque no se organizó bien ni cumplió su objetivo de desconocer la derrota del líder!

Todo esto ocurre en un ambiente bastante turbio, con rumores de que al menos una parte del alto mando militar brasileño está bastante descontenta con la exoneración de Lula y dispuesta a intervenir para evitar que vuelva a la presidencia. Tengamos en cuenta que aunque las Forças Armadas no se han vuelto un brazo castrense del bolsonarismo, sí tienen un papel atípicamente influyente en la política nacional, con casi una decena de ministerios y otras posiciones clave, como la dirección de la estatal de hidrocarburos Petrobras. La información sobre posible politización de uniformados se volvió más inquietante con la renuncia del ministro de Defensa de Bolsonaro la semana pasada, acompañada por un comunicado en el cual el funcionario reafirmó el papel institucional de las Fuerzas Armadas como deber ser, y seguida por las dimisiones de los jefes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.

A Bolsonaro lo llaman el «Trump del trópico». Fonéticamente, esa es una bonita aliteración. Conceptualmente, una advertencia alarmante. No es de ninguna manera descabellado pensar que Bolsonaro intente repetir las tropelías del expresidente norteamearicano en caso de un resultado electoral desfavorable. En Washington la arremetida llegó más lejos que lo que muchos imaginamos. No sé qué quedará para Brasil, cuyas instituciones son mucho más endebles.

Volvamos ahora la mirada a Lula. El problema con él es distinto. Aunque sus raíces están en la izquierda populista y filocastrista, una vez en el poder Lula no manifestó conductas autoritarias dignas de notar. Excepto quizá por el Frente Amplio uruguayo, el suyo fue el más democrático de los gobiernos de la «marea rosa» latinoamericana. Muy distinto a Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa. Incluso evitó la agresividad y polarización que han caracterizado a Cristina Fernández de Kirchner. Pero el crecimiento económico durante su mandato fue un espejismo de prosperidad, seguido por una crisis fuerte que, para su fortuna, no le estalló a él, sino a Dilma Rousseff, su delfín.

Ni hablar de la corrupción, que anduvo a sus anchas. Petrobras y, sobre todo, Odebrecht, se volvieron sinónimos de negocios pingües pero sucios. La diplomacia de Lula ayudó a exportar dichos tratos a lo largo y ancho de América, incluyendo, desde luego, a Venezuela. Acá la lista de obras de infraestructura encargadas a Odebrecht y nunca concluidas, pese a los millones asignados, es bien conocida. Desde la represa hidroeléctrica de Tocoma en el Caroní, pasando por una nueva línea del Metro de Caracas hasta el segundo puente sobre el Lago de Maracaibo.

Por último, tenemos las simpatías de Lula hacia el castrismo y su indiferencia ante la pérdida de la democracia en Venezuela. Si usted cree que ello se debe a que, cuando Lula dejó el gobierno en 2011, lo peor que deparaba la política venezolana estaba aún por venir, piénselo dos veces. La semana pasada, en una entrevista televisiva, Lula aseveró que «no se puede decir que en Venezuela no haya democracia». Pensaba que, devuelto al poder, Lula tendría una posición ante el chavismo como la de Andrés Manuel López Obrador o Alberto Fernández, lo cual hubiera sido malo. Tras esas declaraciones recientes suyas, creo que sería peor.

Me considero un admirador empedernido de la cultura brasileña. Muero por degustar una feijoada. Adoro las novelas de Machado de Assis y Clarice Lispector. Cuando me quiero relajar, acudo a la bossa nova de Tom Jobim y João Gilberto. Disfruto las películas de Glauber Rocha y Nelson Pereira dos Santos. Por eso, cada vez que paso cerca del Instituto Cultural Brasil-Venezuela, y veo el abandono en que yace tras sus muros de empedrado portugués, mi dolor es inmenso. Pero si el precio para su rehabilitación es un gobierno en Brasilia indolente hacia la calamidad venezolana, prefiero esperar por tiempos mejores, en una Venezuela libre, para volver a ese recinto.

Creo que no tengo que decirle a usted, amigo lector, cuál desenlace de la elección presidencial brasileña sería más favorable para la causa democrática venezolana.

Tampoco que la dirigencia opositora tiene que mantener buenos lazos con el gobierno brasileño mientras sea posible. Pero eso no quiere decir que los ciudadanos venezolanos tengamos que hacer activismo a favor de candidatos terribles por allá. Me causa mucha gracia que nuestros derechistas más exaltados estallen en cólera ante cualquier crítica a Bolsonaro, muy a pesar de su talante despótico. O que la izquierda postchavista reproche a la oposición estar «llena de odio» cuando repudia a Lula, muy a pesar del comportamiento del expresidente hacia Venezuela. Como si de todas formas los venezolanos fuésemos quienes vamos a decidir esa elección. Yo, al menos, no le hago propaganda a impresentables. Prefiero limitarme a estudiar desapasionadamente la situación y a esperar lo mejor. Para Brasil y para Venezuela.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

EFE Ene 16, 2021 | Actualizado hace 3 años
Gobierno venezolano donó oxígeno a Brasil
Mientras, ONG en Venezuela denuncian escasez de material y medicinas en los hospitales públicos 

Varios camiones cargados con cilindros de oxígeno donados por Venezuela salieron con rumbo a Manaos, la mayor ciudad de la amazonía brasileña, con el objetivo de brindar ayuda ante el colapso hospitalario por la COVID-19 que vive la zona en los últimos días, informó el canciller venezolano, Jorge Arreaza.

Arreaza no precisó el número de cilindros de oxígeno donados.

El apoyo de Venezuela a Brasil se brinda mientras diversas ONG y la oposición venezolana denuncian la escasez de material médico y medicinas en los hospitales públicos de Venezuela, que atraviesan una grave crisis desde hace más de un lustro.

En tanto, Manaos vive desde el pasado jueves un toque de queda de once horas diarias -entre las 19:00 y las 06:00 del día siguiente- ante el caos sanitario que obligó a las autoridades a enviar sus enfermos críticos a otras ciudades.

La medida fue anunciada por el gobernador del estado de Amazonas, quien admitió que además de hospitales sin capacidad y cementerios desbordados, Manaos enfrenta una grave falta de cilindros de oxígeno para los enfermos hospitalizados por COVID-19 que están conectados a respiradores mecánicos.

El segundo país con más muertes por covid-19 en el mundo

Líderes y partidos de la oposición brasileña, así como organizaciones civiles, responsabilizaron al presidente Jair Bolsonaro del colapso en la ciudad. Esta se quedó sin camas y sin medios para afrontar al emergencia. Una situación que propició la convocatoria a protestas y numerosas críticas.

Las manifestaciones de condena al jefe de Estado se multiplicaron luego de que el presidente calificara como “terrible” la situación de Manaos, pero alegara que el gobierno ya había hecho su parte.

Brasil, con sus 210 millones de habitantes, es uno de los epicentros mundiales de la pandemia y el segundo país con más muertes en el mundo por COVID-19 después de Estados Unidos, con casi 206 000 fallecidos. Por lo demás, es el tercero con más contagios tras la nación norteamericana e India, con unos 8,26 millones de casos.

Informe Otálvora | Bolsonaro cobra a Guaidó deuda de Chávez y Maduro

Jair Bolsonaro y Juan Guaidó el 28FEB19 en Brasilia. Foto: Palacio de Planalto.

@ecotalvora

El ministro de economía de Jair Bolsonaro solicitó a Juan Guaidó el pago de la milmillonaria deuda que el régimen chavista mantiene con el gobierno de Brasil.

Según fuentes consultadas en Brasilia y Caracas, a finales del pasado mes de agosto el Ministerio de Economía dirigido por Paulo Guedes hizo llegar al Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño una comunicación dirigida al gobierno de Venezuela. El 03SEP20 la cancillería brasileña Itamaraty envió esa carta, mediante una nota verbal, a la representante diplomática de Guaidó en Brasilia, la embajadora María Teresa Belandria. Itamaraty, de esta manera, ratificaba que a los efectos del gobierno brasileño es Juan Guaidó el jefe del Ejecutivo venezolano y en consecuencia el destinatario de la nota de cobranza emitida por Guedes.

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Desde el año 2018 el gobierno de Nicolás Maduro se mantiene insolvente en el pago de cuotas de la deuda adquirida con el estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social BNDES y con bancos privados brasileños. Oficialmente esta deuda corresponde con adelantos realizados para el pago a los proveedores brasileños de exportación a Venezuela de servicios, aviones y alimentos.

Constructoras y productoras de cárnicos involucradas en el esquema de corrupción de Lava Jato, como la Odebrecht, Andrade Gutierrez y JBS figuran entre los beneficiarios del esquema de “promoción de las exportaciones” direccionado por los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff para respaldar a socios políticos extranjeros. Fue notoria la visita del cogobernante chavista Diosdado Cabello en junio del 2015 a varias ciudades de Brasil, en la cual tras encuentros con Lula da Silva y la para entonces presidenta Dilma Rousseff, concretó acuerdos de suministro de productos cárnicos con la empresa JBS, cuyos dueños atendieron personalmente al jerarca venezolano.

Cuba y Venezuela recibieron financiamiento del BNDES por órdenes de Lula y Rousseff y ahora se encuentra en estado de insolvencia. De acuerdo a la legislación brasileña, el BNDES cobrará al estatal Fondo de Garantía de las Exportaciones las cuotas vencidas y que no sean pagadas por los deudores, por lo cual las insolvencias de Maduro y Raúl Castro están siendo financiadas por el tesoro brasileño.

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Finalizando el mes de agosto de 2020, el Estado venezolano adeudaba poco menos de un mil trescientos millones de dólares al gobierno brasileño. Probablemente el monto de pagos ya vencidos superaba los setecientos millones de dólares para esa fecha.

La deuda que el gobierno Bolsonaro ahora cobra a Guaidó fue adquirida por Hugo Chávez y por Nicolás Maduro.

Los beneficiarios fueron empresas involucradas en esquemas de corrupción que han desatado decenas de procesos judiciales en Brasil incluso sobre el propio Lula da Silva quien ya ha sido encontrado culpable por tribunales de segunda instancia en dos de los juicios que le siguen. Según diversos documentos publicados en el portal del BNDES, el tema de la deuda venezolana ha sido reiteradamente tratado en las instancias directivas y en el comité de auditoría.

Tras la cobranza del ministro Guedes a Guaidó por intermedio de Itamaraty, se han celebrado varias reuniones entre la embajadora Belandria y directivos del BNDES y del Ministerio de Economía. La más reciente, según el portal del BNDES, se habría realizado el 26OCT20, vía teleconferencia, entre Belandria y la directora del área financiera del banco Bianca Nasser. La enviada de Guaidó habría solicitado una relación de los distintos contratos de financiamiento así como los cronogramas de pago.

El gobierno de Jair Bolsonaro es un claro aliado de Guaidó y las gestiones de Guedes parecieran, según una fuente oficial brasileña que sigue el proceso, un trámite formal para cubrir procedimientos legales internos y no una acción deliberada contra el gobierno provisional venezolano. Hasta la fecha el tema ha sido manejado con discreción tanto por la cancillería brasileña como por el “gobierno Guaidó”.

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Fortalecer a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños CELAC, como una forma de debilitar a la OEA, es uno de los propósitos que la alianza castrochavista continental se ha propuesto como objetivo.

La CELAC fue creada en 2010 impulsada en ese momento por una ola izquierdista que dominaba la escena política continental.

Conceptualmente ha sido presentada como una organización rival de la OEA, en la cual participa Cuba y el gobierno Maduro, y en su constitución fueron expresamente excluidos EE. UU. y Canadá. Al igual que ocurriera con Unasur, la CELAC fue colonizada por los gobiernos de la alianza castrochavista. La organización fue rápidamente perdiendo relevancia y la última cubre presidencial tuvo lugar en República Dominicana el 24ENE17.

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En enero del 2020 México asumió la presidencia pro tempore como un esfuerzo del gobierno de Andrés López Obrador para revivir la instancia que es vista por la izquierda como la contrapartida ante la OEA. El 08ENE20 coincidieron en Ciudad de México los cancilleres de Argentina, Cuba, Nicaragua, del saliente gobierno izquierdista de Uruguay y el alto jerarca chavista Jorge Rodríguez, junto con representantes de otros gobiernos de la región.

Buena parte de las cancillerías del continente ven con desgano a la CELAC. Incluso Brasil y el gobierno transitorio de Bolivia en aquel entonces anunciaron su separación.

Pero el regreso del castrochavismo a la presidencia boliviana y la nueva ofensiva izquierdista en el continente está dando alta prioridad a la reactivación de CELAC. De hecho, la cancillería boliviana emitió el 20NOV20 un comunicado según el cual el nuevo gobierno “retoma” la participación en la “Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA – TCP), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR)”.

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El argentino Alberto Fernández está muy activo procurando ganar simpatías hacia CELAC argumentando que la OEA se encuentra paralizada en razón de conflictos ideológicos y políticos. El 19NOV20, Fernández viajó a Uruguay, sin aviso previo a los medios, para un almuerzo con Luis Lacalle Pou, con quien no se había reunido desde que el uruguayo tomara posesión del cargo el 01MAR20. El anfitrión recibió a Fernández en la estancia presidencial de Anchorena donde personalmente preparó el asado con el cual brindó al visitante, quien llegó sin su canciller Felipe Solá. La reunión en espíritu de camaradería había sido convenida entre Fernández y su amigo el canciller uruguayo Francisco Bustillo cuando ambos coincidieron en la toma de posesión de Lucho Arce en La Paz el 08NOV20. No hubo documentos oficiales sobre lo tratado por los mandatarios salvo una genérica declaración de la Casa Rosada. Diversas fuentes aseguran que entre los temas tratados, en la “reunión de amigos”, estaban la reactivación de Celac, así como acordar pasos en común dentro del Mercosur.

La reactivación de Unasur, con la eventual apertura de una oficina en Buenos Aires que reemplace a la antigua sede en Quito, es una idea que está siendo acariciada por la izquierda continental, en un intento de reconstruir el andamiaje que el castrochavismo había  logrado controlar.

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En medios diplomáticos sureños se aprecia la falta de un intento de liderazgo regional por parte del gobierno de Jair Bolsonaro, demasiado comprometido en pugnas intestinas. Ese espacio estaría abierto para el mandatario argentino, una de las cabezas visibles del izquierdista Grupo de Puebla, quien, además, próximamente asumirá la presidencia rotativa del Mercosur. Alberto Fernández y Jair Bolsonaro han pasado un año sin comunicarse directamente. Nunca se han encontrado personalmente y, por el contrario, los medios y las redes sociales han sido escenario para choques de posiciones entre ambos.

Incluso el clan Bolsonaro llegó a plantearse la opción de romper relaciones diplomáticas con Argentina tras conocerse los resultados de las elecciones que dieron el triunfo a Fernández y a Cristina Kirchner.

La primera conversación oficial entre los mandatarios de Argentina y Brasil desde que el argentino tomara posesión del cargo el 10DIC19 fue discretamente negociada por los cancilleres Felipe Sola y Ernesto Araújo y se acordó que fuera una teleconferencia el 30NOV20.

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Tal como lo adelantara el Informe Otálvora del 14NOV20, Joe Biden señaló el 23NOV20 al diplomático Antony Tony Blinken como su futuro secretario de Estado. Blinken, ha hecho carrera en el Departamento de Estado y en la Casa Blanca y luego de las elecciones del 03NOV20 ha estado atendiendo los enlaces de Biden con mandatarios extranjeros.

El 24NOV20, aún sin haberse iniciado oficialmente la transición, Biden presentó colectivamente a quienes se propone designar como secretarios de Departamento de Estado y de Seguridad Nacional, así como al asesor de Seguridad Nacional, a la directora de Inteligencia Nacional y a la representante permanente ante la ONU.

En su intervención inicial, Biden proclamó que “es un equipo que refleja el hecho de que EE. UU. está de vuelta, listo para liderar el mundo, no para retirarse de él”.

Cada uno de los designados realizó una breve exposición. Antony Blinken afirmó que EE. UU. debe “proceder con iguales medidas de humildad y confianza. Humildad porque, como dijo el presidente electo, no podemos resolver todos los problemas del mundo solos. Necesitamos trabajar con otros países. Necesitamos su cooperación. Necesitamos su asociación. Pero también confianza porque EE. UU. en su mejor momento todavía tiene una mayor capacidad que cualquier otro país del mundo para unir a otros para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo”.

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Son pocas las señales expresas sobre cuál sería la política Biden hacia Latinoamérica. La designación del cubano-estadounidense Alejandro Mayorkas al frente de la Secretaría de Seguridad Nacional pareciera ser una señal de relevancia para el tema migratorio. En su intervención en la presentación del 24NOV20, Mayorkas dijo que “el Departamento de Seguridad Nacional tiene una noble misión, ayudarnos a mantenernos a salvo y hacer avanzar nuestra orgullosa historia como un país de bienvenida”.

Tanto Blinken así como Jake Sullivan, quien fue indicado como próximo asesor de Seguridad Nacional, se han manifestado en entrevistas de prensa en los últimos años y en foros académicos favorables a la política de sanciones contra el régimen chavista, pero el componente “diplomacia” pareciera que estará fuertemente presente en la política exterior del gobierno Biden.

Artículo publicado inicialmente en Diario Las Américas

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Bolsonaro felicita a Trump por empeño en devolver democracia a Venezuela
Dijo que Brasil y Estados Unidos están alineados en pos de devolver la calidad de vida a los venezolanos 

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, felicitó este domingo a su homólogo estadounidense, Donald Trump, por la presión que encabeza su gobierno contra el régimen de Nicolás Maduro, luego de la visita del secretario de Estado norteamericano a la frontera entre Venezuela y el gigante sudamericano.

“Felicito al presidente Donald Trump por la determinación de seguir trabajando, junto con Brasil y otros países, para restaurar la democracia en Venezuela”, escribió en su cuenta deTwitter, junto a una foto de archivo ambos mandatarios, poco antes de las seis de la mañana.

El líder brasileño también indicó que la visita de Pompeo en el marco de la Operación Acogida, junto al canciller local Ernesto Araújo, “representa cuán estrechamente alineados están” los países “en búsqueda del bien común”.

La gira de tres días del jefe de la diplomacia estadounidense terminó este sábado luego de un recorrido por Surinam, Guyana, Brasil y Colombia, donde consolidó la alianza sudamericana contra el régimen chavista. Además, anunció 348 millones de dólares adicionales como “asistencia humanitaria” para atender la crisis del país. Con estos fondos, EEUU suma ya 1.200 millones de dólares destinados desde 2017 a asistencia humanitaria y desarrollo en el marco de la crisis política, económica y social, sin contar los fondos aportados en el marco de la pandemia de coronavirus.

 

Brasil declara personas no gratas a diplomáticos venezolanos en el país
La decisión, según una nota de la cancillería, ha sido comunicada a los representantes diplomáticos del gobierno de Maduro

El gobierno brasileño declaró este 4 de septiembre como «personas no gratas» a los diplomáticos venezolanos que representan en el país al «régimen ilegítimo» del presidente Nicolás Maduro, aunque aclaró que eso no constituye una «expulsión».

La decisión, según una nota de la cancillería, ha sido comunicada a los representantes diplomáticos del Gobierno de Maduro, que no es reconocido como tal por Brasil, que desde marzo del año pasado solo considerada como «presidente legítimo e interino» de Venezuela al opositor Juan Guaidó.

La cancillería aclaró que la declaración de «persona no grata» no equivale a una «expulsión u otra medida de retirada obligatoria del territorio nacional», por lo que los funcionarios venezolanos podrán permanecer en el país, aunque «sin estatus diplomático ni inmunidad ni privilegios».

En abril pasado, el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro llegó a ordenar el regreso de los diplomáticos venezolanos a su país y alegó que eso era fruto de conversaciones sostenidas con Caracas para una retirada mutua.

El gobierno de Maduro negó que hubiera algún tipo de acuerdo en ese sentido y la orden de Bolsonaro fue suspendida por el fiscal general de Brasil, Augusto Aras, respaldado por la Corte Suprema, en virtud del cierre de fronteras que existe debido a la pandemia de coronavirus.

Aras justificó su posición en «razones humanitarias», las cuales explicó con «la situación de los servicios de salud» en Venezuela, y a otros aspectos «previstos en convenciones internacionales».

La medida afectaba a un total de 34 diplomáticos que ocupan diversos cargos en la embajada venezolana en Brasilia y en los seis consulados que el país caribeño tiene en Brasil.

Desde inicios de este año, el Gobierno de Bolsonaro ha retirado gradualmente de Venezuela a sus diplomáticos de ese país, donde ha permanecido en funciones el personal local, que no ha dejado de atender a la comunidad brasileña en esa nación caribeña.

El gobierno brasileño también ha reconocido a la venezolana María Teresa Belandria, designada por Guaidó, como legítima embajadora de ese país en Brasil, pero a pesar de las tensiones no ha llegado al extremo de suspender las relaciones diplomáticas bilaterales.

Brasil es desde hace unos dos años el destino de decenas de miles de venezolanos que escapan de la crisis económica, política y social de su país.

Bolsonaro dice que salió negativo en prueba de coronavirus
En Brasil, para este viernes, había 85.238 muertes confirmadas por COVID-19

 

El presidente brasileño Jair Bolsonaro dijo este sábado, 25 de julio, que dio negativo para el nuevo coronavirus, según una cuarta prueba que se realizó desde que el 7 de julio afirmó que tenía el virus. El mandatario de 65 años no dijo cuándo se hizo la nueva prueba. Apenas el miércoles había dado positivo por tercera ocasión.

“Buenos días, todos”, escribió Bolsonaro en Facebook después de reportar que la prueba salió “negativa”. Bolsonaro también publicó una foto de él con una caja del medicamento antimalárico hidroxicloroquina, aunque no se ha demostrado su efectividad contra el virus.

Ahora que Bolsonaro está libre del virus, se espera que regrese a socializar en grupos como lo hacía antes de su diagnóstico. Ha pasado muchos fines de semana desde que inició la pandemia en contacto cercano con sus seguidores, a veces sin usar mascarilla.

El jueves, fue fotografiado sin cubrebocas mientras hablaba con algunos barrenderos en el jardín de la residencia presidencial.

Brasil, el país más grande de Latinoamérica, es uno de los focos rojos de la pandemia. Según el gobierno brasileño, para el viernes había 85.238 muertes confirmadas por el nuevo coronavirus. El país tiene 2.343.366 casos confirmados. Se cree que los números reales son más elevados.

El lunes, dos ministros más del gabinete del presidente brasileño dijeron que habían dado positivo para el nuevo coronavirus: Onyx Lorenzoni, el ministro de Ciudadanía y de 65 años y Milton Ribeiro, el ministro de Educación, de 62 años.

El gobierno de Bolsonaro cumplió la semana pasada dos meses sin un ministro de Salud. El ministro interino, el general Eduardo Pazuello, quien no tenía experiencia en el área antes de abril, enfrenta presión para dejar el puesto. Se hizo cargo después de que su predecesor, un médico y asesor de atención médica, renunció como protesta por el apoyo de Bolsonaro al uso de hidroxicloroquina y cloroquina, un medicamento relacionado, como tratamiento para el COVID-19.

Demandarán a Jair Bolsonaro por poner en riesgo a periodistas al anunciar su positivo en Covid-19
Al anunciar que era positivo, no respetó la cuarentena, la distancia de seguridad y se quitó la mascarilla al terminar la rueda de prensa

 

La Asociación Brasileña de Prensa (ABI) anunció ayer que presentará una demanda ante la Corte Suprema contra el presidente Jair Bolsonaro, a quien acusan de «poner en peligro» la vida de los periodistas que acompañaron el anuncio de su positivo al nuevo coronavirus.

“A pesar de saber que estaba infectado con la Covid-19 , el presidente Jair Bolsonaro continúa actuando de forma criminal y poniendo en peligro la vida de otras personas”, dijo el presidente de la ABI, Paulo Jerónimo de Sousa, a través de un comunicado.

De Sousa denunció que el mandatario “rompió el aislamiento recomendado por los médicos” y “recibió a periodistas de medios de comunicación que considera afines” a sus políticas para “informarles personalmente” que está infectado con el virus.

Bolsonaro compareció ante la prensa con una mascarilla blanca simple y sin respetar la distancia de seguridad con los informadores, quienes durante la comparecencia sostuvieron sus micrófonos cerca de la boca tapada del gobernante. Al final de su intervención, Bolsonaro dio unos pasos atrás para alejarse unos pocos metros de los periodistas y se quitó la mascarilla a fin de pronunciar unas últimas palabras.

Para la ABI, la actitud del presidente infringió el artículo 131 del Código Penal brasileño que castiga por «transmitir a otros una enfermedad grave de la que se está infectado» o «un acto capaz de producir el contagio», bajo pena de uno a cuatro años de cárcel y multa.

En días anteriores, Bolsonaro calificó al coronavirus como una simple «gripecita», por eso acudió a manifestaciones y se paseó varia veces por Brasilia provocando aglomeraciones. Brasil es el epicentro latinoamericano de la pandemia y el segundo país más golpeado por el coronavirus, después de Estados Unidos, al registrar 1,66 millones de contagios y cerca de 67.000 muertes, con 1.254 fallecidos en el último día.

*Con información de EFE