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¿Navidades felices? por Brian Fincheltub

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Como en todo cuento, la ficción siempre supera a la realidad, aunque hay algunos que a veces pasan la raya de lo absurdo y aterrizan en lo ridículo. Ese es el caso de la fabula repetida desde el poder en medio de un coro de aplaudidores que hasta se ríen buscando que la mentira sea más creíble, hablamos de las “navidades felices”, un nombre que inmediatamente nos trae a la mente el bloque de programas infantiles de Venevisión, como si la realidad venezolana fuera comiquita.

El gobierno en su conjunto representa una verdadera exaltación al cinismo. A veces uno se pregunta si se trata de un proceso natural en ellos o es que se burlan de nosotros, mejor no respondan. Al menos que la felicidad tenga un sentido orwelliano, no le veo otra explicación a ponerle semejante apellido a unas fechas donde el panorama no está para carcajadas. Orwell fue un escritor británico que en su famoso clásico “1984” reflejó el uso de la “neolengua” por un sistema totalitario, con la finalidad de renombrar todo con fines propagandísticos: La mentira es la verdad, la guerra es la paz y hoy la desgracia de un pueblo es felicidad de unos pocos.

Por más que busco no veo la felicidad en interminables colas para comprar un par de zapatos, en la caza de materiales para las hallacas, en los altos precios de la ropa, donde nada más comprando los llamados “estrenos” del 24 se irían todos los aguinaldos. No encuentro la felicidad en un dólar paralelo con un alza histórica y en un precio del petróleo con tendencia a la baja. Ni con cosquillas uno puede reírse.

Solo que nos avisen si es obligatorio, no sería descabellado. En la China de Mao Tse Tung quien dejaba de aplaudir primero en actos públicos era ejecutado, lo propio pasó en Corea del Norte con quien no lloraba lo suficiente tras la muerte del líder comunista Kim Jong Il. Habrá que esperar el decreto de “felicidad obligatoria”, seguramente el viceministerio encargado del área estará trabajando al respecto. Mientras tanto podemos quejarnos de lo miserable que ha hecho la vida de los venezolanos el socialismo.

Pero en honor al equilibrio, tengo que reconocer que aunque como cuenta cuentos son muy malos, como titiriteros son excelentes, es que se mueven y uno creen lo hacen por voluntad propia. Mientras los hilos del poder son otros quienes los dirigen. Lo mejor para ellos es que sigan siendo títeres y se dejen de cuentos. Por aquí yo seguiré buscando la felicidad, avísenme si la ven en una cola.

 

@Brianfincheltub

Brian@juventudsucre.com

Un estudio británico reciente halla que los adultos mayores que reportan sentirse felices y contentos viven más que los demás.

Pero la investigación no prueba que la felicidad lleve a una vida más larga, y los autores del estudio también hallaron que los niveles altos de emociones negativas, como la ansiedad, no robaban años a las vidas de las personas.

Pero «el estudio apunta a una relación fascinante entre qué tan feliz nos sentimos de un momento a otro y la supervivencia», apuntó el autor del estudio Andrew Steptoe, director de la División de Salud de la Población del Colegio Universitario de Londres.

«Ahora, el desafío es establecer cuáles son los procesos subyacentes, y si podemos aprovecharlos para mejorar la salud de la gente», planteó Steptoe.

Los investigadores creen que la felicidad tiene una conexión con la salud, pero el desafío es averiguar cuáles mecanismos particulares tienen algo que ver. «¿Hace la enfermedad que uno se sienta menos feliz, o protege la felicidad de la enfermedad? Esta investigación se trata de esa segunda posibilidad», dijo Steptoe.

El estudio aparece en la edición en línea del 31 de octubre de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Los autores del estudio pidieron a unas 3,850 personas de 52 a 79 años de edad que describieran cómo se sentían (felices, emocionadas, contentas, preocupadas, ansiosas o temerosas) cuatro veces en un periodo de 24 horas. Los voluntarios participaban en un estudio sobre el envejecimiento. La meta de los investigadores era monitorizar lo que se conoce como el «afecto positivo» y el «afecto negativo». Afecto positivo es un término general que se refiere a estados como la felicidad, la paz y la emoción. El afecto negativo es lo contrario, por ejemplo, la ansiedad.

Luego, los investigadores controlaron a los participantes para ver cuántos morían en los próximos cinco años. Más del siete por ciento de los que estaban en el tercio más bajo, o sea los que reportaban la menor cantidad de felicidad, fallecieron. En comparación, apenas 3.6 por ciento de los del tercio superior de felicidad autorreportada murieron.

Incluso después de que los investigadores ajustaron las cifras para que no se vieran afectadas por factores como los ingresos, el sexo, la depresión y la salud, los que dijeron que eran los más felices tenían 35 por ciento menos probabilidades de morir que los que se describieron como los menos felices.

Los ajustes por influencias como la enfermedad y las finanzas significan que el hallazgo del estudio «no se debió a que las personas con un afecto positivo alto fueran más jóvenes, más ricas, tuvieran más educación o una mejor salud en la línea base», explicó Steptoe.

Los investigadores cuestionaron el motivo de que un afecto negativo se relacione con una menor esperanza de vida.

«Un motivo parece ser que sentirse deprimido se relacionaba con tener una enfermedad preexistente», apuntó Steptoe. «Así que cuando tomamos en cuenta la enfermedad en la línea base, las relaciones entre depresión y supervivencia ya no eran significativas».

Los autores del estudio reconocieron que éste tenía varias limitaciones. Por un lado, observó las muertes en general, pero no las causas específicas, como el cáncer. Además, los investigadores solo evaluaron el bienestar en un periodo de 24 horas, y no evaluaron los factores de riesgo individuales, como la obesidad.

Pero aunque el estudio no prueba que la felicidad lleve a una vida más larga, una experta piensa que la moraleja está bastante clara. «La sugerencia abrumadora es que debemos trabajar mucho para potenciar las emociones positivas en nuestras vidas diarias», aseguró Sonja Lyubomirsky, profesora de psicología de la Universidad de California en Riverside, y autora del libro «La ciencia de la felicidad».