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Roberto Patiño Oct 29, 2020 | Actualizado hace 1 mes
El impacto de la migración

@RobertoPatino

A comienzos de este año, y antes de que se produjera la situación inédita de la pandemia de COVID-19, ACNUR calculaba que en el 2020 más de siete millones de venezolanos saldrían de nuestras fronteras.

Impulsados por la crisis sistémica generada por el régimen, casi un cuarto de la población del país estaría, en muchos casos, en una situación similar a la de los refugiados de una guerra.

De hecho, estos números ya superarían los de los refugiados del conflicto sirio, por ejemplo; y convertiría a la migración venezolana en uno de los movimientos humanos más multitudinarios del planeta.

Con el advenimiento de la COVID-19, se produce un retorno forzado de muchos connacionales. La crisis desatada por la pandemia recrudece la ya precaria situación de muchos venezolanos en Colombia, Perú o Ecuador, que, por la imposibilidad de mantenerse en estos países, deben iniciar el camino de retorno a Venezuela. Un retorno que se encuentra de nuevo con el Estado victimario de Nicolás Maduro, en el que los migrantes son criminalizados o estigmatizados como “armas biológicas”, y sometidos a protocolos de cuarentenas en situaciones que vulneran gravemente libertades individuales y los derechos humanos.

Pero las condiciones de crisis económica, social y política en nuestro país continúan ahondándose en un contexto implacable de dictadura, hiperinflación, desempleo, violencia y colapso, forzando de nuevo a los venezolanos a escapar del país en busca de oportunidades de supervivencia. Y lo hacen en su mayoría a pie, desde distintos estados del país. Miles de personas cruzan la frontera a Colombia, expuestos al peligro de grupos paramilitares y criminales, por trochas ilegales y caminos verdes, arriesgándose a situaciones de exclusión y xenofobia en los países de llegada.

Que a pesar de esto las personas asuman los riesgos de la migración en vez de mantenerse en el país, expresa la profunda de la gravedad de la situación que estamos viviendo.

En las comunidades en las que el Movimiento Caracas Mi Convive realiza sus actividades, la realidad de migración se expresa en madres y padres, hermanos mayores y jóvenes que migran con la esperanza de enviar remesas y traer a sus familiares a sus nuevos destinos.

Muchos de nuestros líderes testimonian cómo saludan a vecinos de su misma calle que una semana después ya están enviando noticias desde otro país. En estados como Sucre, se relatan los cruces en botes de pesca desbordados que llegan hasta Trinidad y Tobago, o en Paraguaná hacia Aruba y Curazao. Ya se han producido accidentes que no son registrados ni reconocidos por las autoridades.

De igual forma, se registra la migración de líderes y activistas sociales, que deben abandonar sus comunidades debido al acoso y la amenaza de sus vidas por parte de cuerpos policiales y los llamados “colectivos”. Otro aspecto demoledor es cómo las comunidades van quedando vacías y el efecto que esto tiene en la construcción de esperanza y superación de las personas.

Gracias a nuestras redes de apoyo e información podemos recoger las experiencias de muchos migrantes y las realidades a las que están sometidos sus familiares en el país; una información que es manipulada y muchas veces sencillamente desconocida por los organismos oficiales.

Los migrantes expresan de manera palmaria el abandono y la orfandad institucional que viven los venezolanos, así como la realidad de un Estado que no los reconoce o que los utiliza para fortalecer un discurso oficial de conflicto, exclusión y violencia.

Es evidente que sin un cambio político la tragedia de nuestra migración forzada, que cada vez semeja más a la situación de los refugiados de una guerra, solo podrá crecer y profundizarse. Esta situación debe ser visibilizada y la sociedad civil en su conjunto debe denunciar las violaciones de derechos humanos desde el Estado sobre estos venezolanos. En cada una de las miles de odiseas que se están produciendo en nuestras fronteras se evidencia las consecuencias terribles que, sobre Venezuela y los venezolanos, está causando el modelo dictatorial que hoy se encuentra en el poder.

* Coordinador del Movimiento Caracas Mi Convive y Alimenta  la Solidaridad / Miembro de Primero Justicia.

robertopatino.com

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Almagro urge al Grupo de Lima a sancionar la dictadura criminal de Maduro

EL SECRETARIO GENERAL DE LA OEA, Luis Almagro, urgió este miércoles a los países del Grupo de Lima a sancionar la «dictadura criminal» del presidente venezolano, Nicolás Maduro, para impedir su financiación con «fondos robados».

«Todos los países latinoamericanos, todos los del Grupo de Lima (…) deben implementar sanciones», afirmó Almagro durante un debate en una universidad en Washington.

Al respecto, Almagro recordó que, en mayo de 2018, el Grupo de Lima se comprometió a incrementar la cooperación entre países para saber qué individuos y empresas venezolanas podrían estar implicados en actos de corrupción con el objetivo de iniciar procedimientos judiciales y «la aplicación de restricciones financieras».

Hasta ahora, Panamá es la única nación latinoamericana que ha impuesto sanciones contra el círculo de Maduro, al igual que han hecho Canadá, la Unión Europea (UE) y EE.UU.

Washington ha impuesto restricciones al comercio del oro y ha sancionado a la empresa Petróleos de Venezuela (Pdvsa), acciones que han servido para menguar los ingresos a las arcas del Estado.

«Necesitamos más sanciones, no menos -dijo Almagro.- Parece que hay confusión o sesgos ideológicos cuando hablamos de la necesidad de sancionar a los dictadores venezolanos. Algunas personas creen que sanciones dirigidas contra la dictadura corrupta y criminal llevarán a los niños a pasar hambre».

Y añadió que «los niños ya estaban pasando hambre antes de las sanciones. La falta de comida es el resultado de las acciones del régimen de Maduro, desde mucho antes».

El secretario general de la OEA, una de las voces internacionales más críticas con Maduro, señaló al Gobierno cubano de Miguel Díaz-Canel como responsable de lo que ocurre en Venezuela y consideró que el «régimen» cubano ha probado ser más cruel que las dictaduras del Cono Sur de América de los años 70 y 80.

A su juicio, La Habana siempre ha dependido de otros poderes para su supervivencia: primero se aprovechó de la Unión Soviética y ahora hace lo mismo con Venezuela.

«Han estado chupándole la sangre a Venezuela. Hoy Venezuela es un cadáver y todavía están chupándole la sangre. Es un caso supremo de parasitismo», aseveró.

La Secretaría General de la OEA, liderada por Almagro, ha celebrado varias conferencias temáticas sobre Cuba en la que han participado, entre otros, la disidente cubana Rosa María Payá, hija del fallecido Oswaldo Payá.

Cuba, miembro de la OEA desde su creación en 1948, fue suspendida en 1962 tras el triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro debido a su adhesión al marxismo-leninismo en el marco de la Guerra Fría entre el bloque capitalista encabezado por EE.UU. y el comunista dirigido por la Unión Soviética.

Después de décadas de confrontación, en 2009, la OEA levantó la suspensión a Cuba, pero la isla se negó a volver al organismo.