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Carlos Blanco

Carlos Blanco Nov 16, 2016 | Actualizado hace 7 años
Funerales del diálogo, por Carlos Blanco

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La orden que recibió la Asamblea Nacional el 6-D fue el reemplazo de Maduro y su régimen en 2016. Esa orden no fue cumplida ni parece que lo será este año (aunque hay amnésicos que lo quieren en 2017). Se adoptó el referéndum revocatorio 2016 y el país lo acogió entusiasta a pesar de que, metido en el aparato digestivo de las instituciones podridas del régimen, podía salir lo que al final salió: un gaseoso y pestífero timo.

Así, los de la MUD ofrecieron el juicio político para destituir a Maduro y una marcha a Miraflores el 3 de noviembre. La AN sería el instrumento institucional para cumplir el primer objetivo en plazo perentorio. Y la marcha a Miraflores sería la palanca para lograrlo. Esta marcha fue idea poco estudiada y organizada; en Venezuela y desde el 11 de abril de 2002, ir a Miraflores quiere decir hacer renunciar al presidente. En las pulsiones venezolanas, tanto del régimen como de la oposición, esa marcha o es una farsa si no pasa la primera barrera de los militares o es una gesta definitiva, cívico-militar.

Ante el bloqueo del referéndum revocatorio 2016, el compromiso de la dirección opositora era el juicio político y tal vez no ir a Miraflores pero sí incrementar la protesta en todo el país, para obligar una transición pactada o una situación que obligase a Maduro a renunciar.

En la cúspide de la crisis, con las masas en la calle, tres partidos de la MUD congelan la protesta, desechan en la práctica el objetivo del cambio de régimen y adoptan la narrativa chavista con las mamarrachadas del “boicot” a la economía, “el desacato de la Asamblea Nacional” y la patética e infeliz referencia a las “personas detenidas”: presos políticos que el régimen ha usado y usará como arma de chantaje y cambio. Como consecuencia, se produjo una nueva catástrofe política y comunicacional para los dialogantes, imposible de remendar con su tour televisivo y tampoco con la movilización de sus más incondicionales fans en los medios de comunicación, mientras se muestran desaforadamente intolerantes con la crítica de aquéllos a quienes dicen representar.

Una de las razones del desastre es que los dialogantes actuaron como si ostentasen un poder notariado e ilimitado del país democrático para representarlo, y podían hacer y deshacer según les pareciera; sin advertir que los ciudadanos dieron un mandato claro al conjunto de partidos: la salida de Maduro.

Hoy el diálogo es un cadáver colocado en una silla, apoyado en su escritorio y con pluma en mano como si fuera a dar la orden para otra farsa: el RR en 2017; mientras que, desde lejos, parece vivo y happy.

 

@carlosblancog

El Nacional

¿Cuál cree que es más probable? por Carlos Blanco

Decision

 

El movimiento de los astros, los pánicos, la gira hacia ninguna parte de Nicolás Maduro y el sonido inconfundible de la multitud enfurecida plantean escenarios.

Bajada sin frenos. Se sigue como ahora. Parálisis y deterioro. El país se desmadra. La furia se amplía pero no revienta. Las colas y la escasez consumen la energía social. Se imprime más dinero. Se acusa al imperio. Se inventa un nuevo magnicidio. Protestas cada vez más violentas.

Variante catastrófica. Se unen varias “candelitas” y se enciende una bronca generalizada, inmanejable. No sería El Caracazo, pero puede ser caos total.

Variante homicida. El gobierno apela a la represión aún más brutal y logra contener por un tiempo más, hasta que el deterioro vuelva a retomar velocidad.

Iluminación inesperada. Maduro decide romper con la izquierda. Acuerda un viraje con medidas para tratar de controlar la crisis terminal que ahoga el país y a su régimen.

Variante sonreída. Se entiende con los empresarios. Llama a Fedecámaras y no sólo a los boliburgueses. Habla con la oposición. Llama a todos, especialmente a los líderes más destacados y radicales. Busca consenso. Cambia a un gabinete “modernizador”. Por fin recibe una llamada de Obama.

Variante estreñida. Toma algunas medidas para atenuar la catástrofe. Devalúa, sin unificar el tipo de cambio. Aumenta un poquito el precio de la gasolina. Trata de cortar la hemorragia fiscal con torniquetes disfuncionales. Gana tiempo.

El PSUV dice: “Adiós Nicolás”. La corriente ahora mayoritaria en el PSUV, según la cual Maduro debe ser reemplazado dentro de las filas rojas, se decide a actuar. Lo dejan sin apoyo, suspendido en el vacío, renuncia y ocurre un reacomodo dentro de las facciones civiles y militares.

Consenso de las cúpulas. Un sector del régimen se entiende con un sector de la oposición, tratan de aislar a la izquierda roja y a “los radicales” opositores, para un régimen con algún suplente al frente, “viable” hasta las elecciones parlamentarias y, si el cuero da, hasta el revocatorio.

Atención firr… Se produce una presión militar hacia el cambio. El “pronunciamiento” lleva al reemplazo inmediato del régimen.

Variante Augusto Pinochet. Se asienta un gobierno autoritario, de extrema derecha, que aniquila partidos rojos y azules e instala represión.

Variante Wolfgang Larrazábal. Los militares conjuntamente con un movimiento civil, abren el camino hacia elecciones presidenciales en un plazo relativamente breve.

Lector, ¿cuál le parece más probable? ¿Cuál le gustaría?

 

@carlosblancog

El Nacional 

 

La historia del general Padrino y su jefe por Carlos Blanco

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El general Vladimir Padrino López ha dicho que las sanciones de Estados Unidos en contra de funcionarios venezolanos que han violado los derechos humanos forman parte de una trama siniestra. El propósito es hacerle ver al mundo “que el Estado venezolano es un Estado fallido, un Estado forajido, irrespetuoso de los derechos humanos, ingobernable… (esto) es parte de la conjura mediática, guerra psicológica… es parte del esfuerzo del gobierno de Estados Unidos y todo su entramado imperial para arremeter contra Venezuela y preparar condiciones para nuevos escenarios en el futuro inmediato. Yo diría, yo diría, que esta medida pudiese estar conectada con algún intento nuevamente de violentar la paz en Venezuela y de irse a las calles de manera violenta. Repetir, pues, el escenario de las guarimbas de 2014. Entonces, esta es la doctrina de la guerra no convencional muy usada por Estados Unidos para evitarse el esfuerzo de intervenir directamente y crear una fuerza paramilitar dentro del mismo Estado, el mismo territorio, para tumbar los gobiernos”.

El general Padrino, cuya locuacidad ha aumentado con sus ascensos, ha presentado una teoría que no por falaz esconde la lógica peculiar del desfalleciente régimen al cual sirve.

Estados Unidos se propone sancionar funcionarios venezolanos que han atentado contra los derechos humanos; es decir, los que han ordenado reprimir, torturar, asesinar, perseguir y encarcelar a quienes han protestado. Esta acción de Estados Unidos ha sido similar a la que han realizado países e instancias internacionales en variados casos.

Sin embargo, el general Padrino hilvana la tesis de que las sanciones a los violadores de derechos humanos son para propiciar la caída de su régimen mediante las guarimbas. Nadie toma en serio esta gris lógica; lo que sí evidencia es que los jefes rojos, atados al carro catastrófico de Maduro, se proponen echarle –¡de nuevo!– la culpa a Estados Unidos de las protestas que el derrumbe provoca.

No está de más recordar al general que los únicos paramilitares que se conocen en Venezuela son los colectivos armados auspiciados y mantenidos por su régimen. Tampoco debe olvidar que a algunos gobiernos débiles los tumban o los intentan tumbar, como trató de hacerlo Chávez el 4-F, pero la mayoría de las veces se caen por aquello de la gravedad: el crimen, la incompetencia, la miseria y la corrupción.

El principio de la solución está a la mano general: es la renuncia de Maduro. Como ve, está en sus manos, pues.