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Carlos Andrés Pérez

Orlando Viera-Blanco Feb 08, 2022 | Actualizado hace 2 semanas
Lecciones no aprendidas del 4F
Ojalá que nos sirva la lección de esta crisis. Que se inicie una rectificación nacional de las conductas que nos precipitan a impredecibles situaciones para la economía del país y para la propia vigencia de la democracia

 

@ovierablanco

El 4F debe ser recordado como la fecha más oscura de la historia republicana de Venezuela. En leva de armas un grupo de militares intentan un golpe de Estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez (CAP), que no resultó ser un complot contra un hombre sino contra la democracia y la libertad. Y perdimos la república. No por unos pelotones que asaltaron la constitución violando el juramento de defenderla, sino por una conjura de “notables”, ansiolíticos y soberbios que hicieron de ese evento su plataforma de poder.

CAP II. Amaneció de golpe…

“El segundo gobierno de CAP será recordado como el gobierno más honesto y eficiente de la historia de Venezuela”. Así nos lo comentó el exministro jefe de gabinete económico de CAP, Dr. Miguel Rodríguez.  En el periodo 1989-1993 Venezuela pasó de 75 % de índice de miseria a 30 %, registró el más alto crecimiento del PIB del mundo (más que China), el índice promedio de inflación más bajo del continente; niveló su balance de pagos (CAP recibió el país en 1988, con 300 MM$ en reservas para enfrentar 25 billones$ en endeudamiento, o unos 100 billone$ al valor de hoy)]; acabó con RECADI (versión rocambolesca anterior de CADIVI); desmontó las tasas arancelarias y el proteccionismo CEPALISTA de las notas de importación; liberó los tipos de interés y el congelamiento de precios; renegoció la deuda externa y apuntaló la producción petrolera. Venezuela iba camino a convertirse en el “tigre latinoamericano” al ritmo expansivo de Singapur, Taiwán o Corea del Sur…

CAP fue la estrella de la conferencia de Davos en 1992, por exhibir el más potente “come back” (recuperación), que haya tenido economía alguna. El exsecretario de Estado Henry Kissinger comentó a su presidente y compañeros de gabinete: “Este país llamado Venezuela es donde debemos estar e invertir. ¡No lo para nadie!”. Y amaneció de golpe…

Comenzaba la muerte anunciada de un proyecto histórico de desarrollo sostenible, prosperidad, remozamiento democrático (descentralización del Estado) e integración sólida de Venezuela en el mundo. ¿Por qué muerte anunciada? Porque el 4F no fue el inicio sino el final, la cúspide visible de una soterrada conjura de muchos más…

La salida de CAP

El “por ahora” del comandante Chávez Frías era la punta del iceberg. El juramento del Samán de Güere, más mito que realidad. La verdad histórica del MBR-200 es que además de ese movimiento, existía un ardid más complejo. Y no porque los complotados estuvieran unidos, disciplinados y organizados. Como predijo el escritor de Peonía, Manuel Vicente Romero García, «Venezuela es el país de las nulidades engreídas y las reputaciones consagradas» (1896 / El Cojo Ilustrado).

Ese moje, que ha sido nuestro continuo histórico, no toleraba jefaturas. El 4F no fue un evento sincronizado. Fue un fracaso en un país portátil −diría Adriano González León− donde la teoría del caos funciona. Vino la sesión extraordinaria del Congreso del 4F de 1992. Caldera con su discurso de mar de fondo, sentenció: “no creo que los sublevados querían matar al PDR (…) No encuentro en el sentimiento popular la misma reacción entusiasta, decidida y fervorosa por la defensa de la democracia que caracterizó la conducta del pueblo en todos los dolorosos incidentes que hubo que atravesar después del 23 de enero de 1958 (…) Cuando ocurrieron los hechos del 27 y 28 de febrero del año de 1989, desde esta tribuna yo observé que lo que iba a ocurrir podría ser muy grave. No pretendí hacer afirmaciones proféticas, pero estaba visto que las consecuencias de aquel paquete de medidas que produjo el primer estallido de aquellos terribles acontecimientos, no se iban a quedar allí, sino que iban a seguir horadando profundamente en la conciencia y en el porvenir de nuestro pueblo”.

Este discurso fue el prefacio de la salida de Pérez el 23/5/93, sin derecho a la defensa, en un antejuicio de mérito express, y el epílogo de la democracia, que el propio Caldera profetizó con el sobreseimiento a Hugo Chávez Frías.

Hoy nos preguntamos, ¿Quién defiende el 4F? ¿Qué es lo que ha “horadado” la conciencia, el porvenir y el sentimiento popular? ¿Qué no aprendimos del 4F?

No nos arañemos más

Aristóteles definió la demagogia como la corrupción de la democracia. La responsabilidad de la clase política es mantener la altura para anteponer la promoción de la convivencia pacífica, la educación, la justicia social, la cultura de la paz. Nada de lo que antecedió al 4F podía evitarlo. Sí tuvo razón Caldera cuando proclamó: “la situación hace más de treinta años no es la misma de hoy (…) la inteligencia de la dirigencia política ha olvidado esa preocupación fundamental de servir antes que todo al fortalecimiento de las instituciones”. 30 años después de ese discurso de alegorías y reproches a otros, perdimos todas las instituciones. Al decir de CAP, hubiésemos preferido otra muerte…

“Ojalá que nos sirva la lección de esta crisis. Que se inicie una rectificación nacional de las conductas que nos precipitan a impredecibles situaciones de consecuencias dramáticas para la economía del país y para la propia vigencia de la democracia que tanto sacrificio ha costado a nuestro pueblo” (CAP).

Pero huelgan las lecciones no aprendidas… Eduardo Fernández fue defenestrado de COPEI por apoyar a CAP, que era apoyar la institución democrática. A los demócratas los convirtieron en apóstatas. La unidad para rescatar la democracia sigue siendo ilusoria. Y la rectificación, una deuda contumaz. El entusiasmo popular es irse de la polis…

El 4F no ha cicatrizado. La herida sigue abierta y la deuda histórica sin pagar. No por el golpe, sino por nuestra renuencia. Decía García Lorca «El que quiere arañar la luna, se arañará el corazón». No nos arañemos más…

* Embajador de Venezuela en Canadá

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

José Luis Farias Feb 08, 2022 | Actualizado hace 2 semanas
Simplemente Pérez
Pérez es Pérez. Para bien o para mal su nombre no cesa de sonar. Por ahora

 

@fariasjoseluis

Carlos Andrés Pérez sigue impregnado de presente. Se mueve entre nosotros. Aparece de vez en vez para interpelarnos o replicarnos por y sobre lo que acontece.

El tiempo transcurrido desde su salida del poder −veintiocho años− o desde el onceavo aniversario de su fallecimiento no ha sido suficiente para borrar el nombre del expresidente.

Su rostro no necesita identificación, se le reconoce al pelo. Se le menciona de manera asaz en las redes sociales: ora su nombre, ora su imagen se manifiestan en memes y stickers, exaltando sus pretendidos aciertos o atacando sus presuntos errores.

Su sola mención apasiona. Sirve por igual a la hilaridad o al llanto. Mueve con fuerza al aplauso a su favor o a la ira en su contra, pues ocupa siempre un espacio −grande o pequeño, pero espacio al fin− en la mente de un número importante de venezolanos.

Su nombre emerge en cualquier conversación política sobre la situación actual, desde los ámbitos más elitescos hasta en los ambientes rupestres.

Esa inmensa carga de contemporaneidad que lo reviste por todos sus costados le da una enorme singularidad a su polémica figura. ¿Fue así desde que se terció la banda presidencial por primera vez el 12 de marzo de 1974? Parece.

Entre los «padres fundadores»

Tanto su actuación pública como su vida privada siempre han deslumbrado y captado la atención de los venezolanos. La actualidad de su nombre no es accidente: es consecuencia del papel histórico determinante que cumplió en la Venezuela de los últimos sesenta años.

El interés general por su vida y su obra es considerablemente mayor al de cualquier otro exmandatario nacional. Aunque, por razones obvias, apenas menor al que despierta Hugo Chávez o Rómulo Betancourt, a quien cierta corte laudatoria −muy en contra suya− ha dado en llamar el «padre de la democracia», para homologarlo en su dimensión histórica con el llamado «padre de la patria».

Puesto que recordaba que los seguidores de «El Benemérito» llamaban a Juan Vicente Gómez el «padre de la paz», no sorprende que el guatireño rechazara un calificativo que solo el tiempo y la historia terminarán por darle. Si es el caso. Para muchos de nosotros, es aún temprano para decirlo.

Pero, volviendo al tachirense, cualquier detalle del tránsito de Pérez por el mundo terrenal es un guiño a la curiosidad por descubrir qué hay detrás.

José Antonio Páez y Antonio Guzmán Blanco dominaron la historia de la Venezuela independiente del siglo XIX.

Sin temor a equívocos, junto con Gómez y Betancourt, Pérez es la gran figura del siglo XX venezolano.

Pérez es Pérez. Para bien o para mal su nombre no cesa de sonar. Por ahora.

Luces y claroscuros

Esa vigencia también está asociada a la responsabilidad de la crisis actual que, continuamente, lo roza.

En la búsqueda de respuestas sobre el complejo presente, tratando de leer en su vida y su tiempo las causas de la tragedia que sobrevino después, el nativo de Rubio es motivo de artículos, investigaciones, libros y documentales que abordan su trayectoria política.

Es un enigma cuánto hay de verdad o falsedad, de novedad o repetición, de objetividad o distorsión en todo lo dicho y por decir.

¿Hay un aporte real, constituyen un examen útil respecto a Carlos Andrés Pérez, su tiempo y su impacto en la historia contemporánea de Venezuela?

Sin importar cuál sea la respuesta a esa pregunta, lo cierto es que las fuentes para el estudio y la comprensión de este personaje son inagotables. Dispersas en páginas y páginas de documentos oficiales, en la colección de sus discursos, notas de prensa, reportajes, semblanzas, entrevistas, infinidad de fotografías, películas y en interminables testimonios dados o por darse sobre él.

También es protagonista de no pocos libros. Tan solo Alfredo Tarre Murzi, el gran y temible «Sanín», le dedicó cuatro; absolutamente demoledores, NADA MÁS que sobre su primer gobierno.

La cuenta sigue. Hallamos publicaciones de Teodoro Petkoff, Juan Pablo Pérez Alfonzo, Gumersindo Rodríguez, Héctor Malavé Mata, Américo Martín, Domingo Alberto Rangel, Pedro Duno, Carlos Blanco y tantos otros sobre el mismo periodo.

Su segundo gobierno sigue inspirando la escritura. Fluyen los trabajos de viejos y nuevos autores. Américo Martín y «Sanín» reaparecen con sendos libros. Surgen trabajos de más rigor. Ahí están los de Moisés Naím, Carlos Raúl Hernández y Luis Emilio Rondón, Pedro Castro.

Sin que los periodísticos y testimoniales con esfuerzo analítico pierdan fuerza, entre muchos más, están los de Francisco Camacho Barrios, Gustavo Tarre Briceño, Fernando Ochoa Antich.

El trabajo gráfico no está ausente de las editoriales. El trabajo de Francisco Solórzano, Frasso, y Grillo sobre el Caracazo es llevado a libro.

Y el esfuerzo de las imágenes en movimiento tampoco se rezaga. El documental de Carlos Oteyza marca un comienzo que de seguro tendrá continuidad.

En «La Ahumada»

El periodo de cautiverio, tras ser echado del poder por una «conspiración», es prolijo en las entrevistas. Para muchos ya está en su ocaso y tratar de contar, o más exactamente, hacer que el mismo la cuente es el objetivo de las nuevas publicaciones.

La entrevista de Rafael del Naranco lo retrata en «La Ahumada», la casa de El Hatillo que se convirtió en su prisión «de por vida».

El poeta Caupolicán Ovalles le arranca unas largas y sabrosas conversaciones, prolijas en detalles que descubren su agudeza y extraordinario sentido del humor.

Roberto Giusti y Ramón Hernández, dos versados periodistas que lo conocieron de cerca, recogen su azarosa vida en una larga conversación, escrita en primera persona en clave de «memorias», truncada por el insatisfecho protagonista.

También recurriendo a este género, el historiador Agustín Blanco Muñoz lo sentó a disgusto en el banquillo de la historia. Todas estas entrevistas fueron llevadas a libros de gran éxito editorial.

Allende las fronteras también se interesan por la vida del expresidente y surge tal vez el primer estudio de vocación histórica, el de Michael Tarver, The rise and fall of venezuelan president Carlos Andrés Pérez: an historical examination, de dos tomos (2001-2004).

Post mortem el interés periodístico no se pierde. José Agustín Catalá edita los documentos de su enjuiciamiento; Martha Rivero echa a la calle su polémico y sustancioso trabajo La rebelión de los náufragos; Earle Herrera examina el «Caracazo»

Sin embargo, la comprensión del papel que Carlos Andrés Pérez ha jugado en los eventos contemporáneos y actuales del país apenas comienza a entreverse, por lo que resultan ilusos quienes hoy escriben sobre el hijo de Rubio pretendiendo sentar una visión última y definitiva en torno a él.

De la tumba al Twitter

Por supuesto, no hay que desatender el acierto del joven historiador Tomás Straka, quien subraya en un ensayo reciente, publicado en el portal Prodanvici, que la capacidad del ex primer mandatario de ser «el hombre que se inventó a sí mismo» constituye un rasgo clave para comprenderlo.

Acertó Straka y su disertación estimuló una polémica en las redes sociales que actualizó la figura de Pérez para las nuevas generaciones.

¿Muerto? Sin duda. Olvidado y borrado de la historia: ni de broma.

Su imagen todavía seduce. Mucho de esto se debe a su carismática personalidad: este rasgo arrollador que caracterizó de modo singular sus mandatos presidenciales.

Nadie objetará que Pérez es uno de los prototipos más acabados de la tesis del «líder carismático» desarrollada por el genial Max Weber.

Sí, el tachirense es una nueva muestra de que el carisma es inmortal y trasciende a quien lo porta: el de Pérez todavía palpita y ayuda poderosamente a la actualidad de su figura.

Y esto muy a pesar de sus detractores. Se le ha estigmatizado en sus dichos y gestos, haciendo las delicias de humoristas y opinadores.

No le es indiferente a nadie, menos a ningún dirigente o estudioso de la historia y la política.

Por generaciones ha fascinado a estudiosos su magnetismo personal y el excesivo personalismo; así como la hiperkinesia que lo cambiaba de locaciones geográficas como si se tratara de mudas de ropa.

Impregna todavía el recuerdo la energía de «ese hombre sí camina», emblematizada en la famosa fotografía de su campaña electoral en 1973. Se le retrataba entonces saltando un amplio charco, pese a encontrarse ya en sus cincuenta años.

Hombre de puentes

De nuevo, solo Chávez puede comparare en nuestra historia política en lo que respecta a su liderazgo internacional tercermundista: el provincianismo fue marca de nuestras figuras políticas principales, de Páez en adelante.

También con él compartía una locuacidad que alborotaba los sentidos de la gente y lo hacían simpático de buenas a primera. Han pasado al anecdotario popular sus singulares modos expresivos y gestuales, inmortalizados en la magistral imitación que de él hiciera el fabuloso comediante Cayito Aponte, para gozo de toda la nación.

Se admiraba su heterodoxia respecto a los modelos al pasar de ser el líder populista, estatista y nacionalizador de su primer gobierno al presidente neoliberal y privatizador de su segunda gestión.

También sorprendía en él la habilidad para rodearse de gente más joven, inteligente y bien formada para construir sus equipos de gobierno. Destacaba el hecho de que, pese a la reputación de represor que se le atribuía, la mayoría de estos jóvenes colaboradores venía de militar en la izquierda durante sus años mozos.

Extendía la estrechez de sus lazos hasta representantes de la gran burguesía nacional con quienes se entendía con suma facilidad.

Pérez fue, en gran medida, el prototipo del dirigente hecho por los mass media; sin que ello desmerite sus habilidades naturales para moverse cual pez en el agua de la política.

¿Por sus frutos?

Más allá de consideraciones personales y locales, el impacto internacional de su desempeño público, así como la importancia histórica y el fuerte arraigo popular de su partido Acción Democrática, junto con los sucesos históricos que conmocionaron al país durante sus actuaciones como primer mandatario, forman parte importante de la aproximación necesaria para explicar su persistencia en la memoria.

Sin embargo, este resultado también puede ser atribuido al ruido que ha caracterizado las casi tres décadas que han seguido a su salida del poder.

Por un lado, está el deseo nada silencioso de sus enemigos de borrarlo de la historia; pretendiendo estigmatizarlo como el símbolo de la corrupción y del fracaso del modelo democrático representativo.

Por el otro, la defensa apasionada de quienes sienten que en los juicios críticos contra Pérez ellos también llevan una parte importante que no están dispuestos a pagar.

Todo ello mantiene fresca su vida como lo ha demostrado el reciente debate en torno a su importancia y legado: temas que aún son abordados con excesiva pasión, sin la toma de distancia prudente del historiador profesional para examinarlo con más objetividad y pertinencia. Aún hasta las grandes entrevistas que diera tienen el doble filo del enjuiciamiento, de la aprobación o la condena más que un genuino interés por examinar y darle contestación a interrogantes históricas que corrijan y expliquen sus actuaciones y decisiones, conforme a sus particulares circunstancias.

Se le otorga preponderancia a lo anecdótico surgido de vivencias personales a su lado con mucha carga de subjetividad.

Destacan sus advertencias sobre las sombras que sobrevendrían al país si Hugo Chávez conquistara el poder en Venezuela, como en efecto lo hizo en 1998.

Vídeo: Entrevista de Carlos Andrés Perez | Jose Antonio Pantoja Aristigueta

Pareciera que hay un esfuerzo de sus más fieles seguidores por lograr un sentimiento de culpa inducido en los venezolanos por haber truncado su «gran viraje», el cual comenzó a instrumentarse durante su segundo mandato entre 1989 y 1993.

Queda para la historia exaltar su grandeza al aceptar la decisión de la Corte Suprema Justicia que lo echó del poder en mayo de 1992.

Tal hecho puso a prueba su vocación democrática, dejando en claro que la misma era profundamente republicana, a pesar de su fama de personalista.

Carlos Andrés Pérez continúa políticamente vivo a través de esa evocación de muchos personajes que estuvieron envueltos en su vida pública como dirigente político y como gobernante.

No obstante, aspiramos a comprender por qué se mantiene en la palestra más allá de los intereses en mantenerlo vivo.

Es aquí donde se pone de relieve no haber sido un hombre gobernado por los acontecimientos, difuminado por las fuerzas ocultas de los procesos históricos, convertido en una figura que pudo haber sido relevada por cualquier otra. Eso que algunos llaman su especificidad.

Que se trata más bien del actor de primer plano, cuya determinación y sed de grandeza histórica hizo posible, con sus aciertos y errores, esos hechos trascendentales que llevan su sello personal para bien o para mal. Y que han marcado la historia contemporánea de Venezuela.

La contemporaneidad de Pérez que me propongo examinar en próximas entregas emana de su actuación singular, del sello personalísimo que imprimió en los hechos históricos vinculados a sus mandatos, produciendo una elevada conmoción nacional y, en buena medida, internacional.

Hablo de la nacionalización del petróleo en el marco del proyecto de la «Gran Venezuela»; la revuelta popular del Caracazo el 27 de febrero de 1989; la intentona golpista del 4 de febrero de 1992; así como el llamado «paquete económico neoliberal» de su proyecto del «Gran Viraje» anunciado el 16 de febrero de 1989.

Y, por supuesto, abordaremos también su dramática salida del poder el 21 de mayo de 1993. No intentamos analizar en si esos turbulentos acontecimientos sino extraer de ellos la marca puesta por Pérez en cada uno.

La idea es revisar cómo están presentes en esos sucesos sus complejos, sus miedos, sus ambiciones. Cómo sus sentimientos se reflejan y descubren en cada una de sus actuaciones, moldeando algunos o sobreponiéndose históricamente a otros, quedando para la investigación histórica la labor de enmendar la explicación de sus comportamientos.

Queremos comprender cómo los mismos revisten de contemporaneidad la sin par figura del expresidente Carlos Andrés Pérez, así como todo aquello que los mismos tienen de inconclusos y su carga de frustración y de conmoción produjeron en su momento.

No son los únicos sucesos que le dan fuerza de actualidad.

Pudieron ser escogidos otros acontecimientos relevantes y de trascendencia y con seguridad se encontrará la preponderancia de su marca personal.

Pero en todo ensayo de interpretación en la selección de los hechos siempre hay una dosis de subjetividad de la cual es difícil desprendernos.

Para nosotros es claro que la trascendencia e importancia de la actuación de Pérez en todos estos eventos y la fuerza impuesta en los mismos, cada uno en su momento, constituyen la mejor explicación de por qué seguimos tan pendientes del Sr. Pérez.

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El por ahora del 4 de febrero visto treinta años después
El cuadro general alentaba la salida violenta, el garrotazo militar, el camino del atajo

 

@fariasjoseluis

A eso de las diez de la noche, el FAV-001 tocó pista en el aeropuerto internacional Simón Bolívar de Maiquetía con el presidente Carlos Andrés Pérez y su comitiva a bordo.

El cansancio agobiaba a Pérez, doce horas o más del vuelo Davos-Nueva York-Maiquetía, muelen a cualquiera. Pero el agotamiento ha valido la pena: es alentador el éxito obtenido en el Foro Económico Mundial.

La mirada del presidente estaba puesta en el ámbito internacional, ahí veía su gloria, «el país le quedaba chiquito, no miraba para los lados». Eran evidentes sus ansias de pasar a la historia como un líder mundial.

«Cuando salí para Davos, Suiza, a una reunión de los más calificados representantes del mundo internacional financiero, me fui sin temor de ninguna especie, aunque los sucesos de noviembre y diciembre me habían preocupado. Yo iba a ser, prácticamente, el centro de la reunión. Venezuela venía en un proceso ascendente y triunfante en el desarrollo de su economía. En ese momento registraba las cifras más altas de crecimiento en el mundo y una situación expansiva». (1)

Aunque su vedetismo tuvo que compartirlo con el presidente Nelson Mandela, quien se convirtió en la gran figura de ese encuentro, los resultados del programa de ajustes económicos del gobierno de Pérez alcanzaron reconocimiento y fueron aplaudidos en esa catedral del liberalismo económico.

Pero apenas pisa suelo patrio surge la primera contrariedad. Pérez se asombra de encontrar al pie del avión al ministro de la Defensa, general Fernando Ochoa Antich, junto con el ministro Ávila Vivas. Presiente malas noticias, un aguafiestas de su contento.

Ochoa advierte «cierta preocupación» en el rostro del presidente, que sin ocultar su estupor y antes de saludar, le pregunta:

−General, qué hace usted aquí (2).

La presencia del alto funcionario no estaba prevista en el recibimiento, de modo que alarma a Pérez. Solo deberían estar Casa Militar, representada por el coronel Hung Díaz y el ministro de Interior y Justicia, Virgilio Ávila Vivas, quien había llegado media hora antes.

El ministro Ochoa se zafa de la explicación inmediata pedida por el jefe del Estado. Es hábil, su endurecido rostro castrense no trasluce nada.

−No, presidente. Llegué esta noche de Maracaibo. Supe que usted venía y decidí esperarlo −me respondió muy tranquilo, asienta Pérez. (3)

Se agiliza la salida de la rampa 4 del aeropuerto para tomar el automóvil lo antes posible en medio del nada común despliegue de seguridad.

«Les dije −anota Pérez− que se vinieran conmigo y me acompañaron hasta La Casona. En el trayecto, luego de contarles los pormenores de la reunión, les confesé que venía molido del largo viaje y de las largas jornadas de trabajo». (4)

El pulso entre Ochoa y Pérez comienza

Los ministros aceptan la invitación y abordan el vehículo. La tensión está en el ambiente. El ministro Ochoa va incómodo, quizá algo nervioso, ha meditado, cree tener la clave para explicar su aparición en el aeropuerto: «un rumor».

Pero un rumor es un «ruido confuso de voces», algo que no está claro, de lo que no se tiene certeza alguna.

Un chisme de los tantos que corrían por aquellos días no parecía ser justificación suficiente. El presidente estaba hastiado de «rumores», «informes de conspiración» y «atentados» sin solución concreta de los problemas.

«Había tantos ‘cortocircuitos’ entre los altos oficiales» (5) recuerda Pérez. Las Fuerzas Armadas eran un hervidero de conflictos con acusaciones de corrupción: el «Caso Turpial» de la modernización de los sistemas integrales de comunicaciones navales de la Armada; la denuncia de los tanques AMX30 fueron de los más sonados.

Ambos salpicaron al excomandante del Ejército, general Carlos Peñaloza, y al jefe de Casa Militar, vicealmirante Iván Carratú Molina.

“Se acusaban unos con otros, hacían circular las pruebas de corruptelas de sus adversarios para sacarlos del medio».

El propio jefe de seguridad del presidente, Orlando García, quien según Pérez no le había vendido “ni una navajita» al gobierno, resultó señalado como «perro de la guerra» involucrado en el caso Margold de la venta de batallones de unidades blindadas con la señora Gardenia Martínez, que puso los pies en polvorosa al estallar las denuncias, las cuales involucraron hasta la propia señora Cecilia Matos.

Las grabaciones a militares y altos funcionarios para chantajes que alimentaban los conflictos apuntaban a la responsabilidad del general Herminio Fuenmayor, director de la DIM, que terminó destituido por Pérez.

Los rumores de conspiraciones señalaban a algunos altos militares del grupo «Los notables».

En las FAN también había unos «notables» incluidos el ministro Ochoa y el general Carlos Santiago Ramírez, quien le había disputado la designación del Ministerio de la Defensa con el aval de la señora Matos.

Con las peleas subalternas entre militares ganaba prestigio José Vicente Rangel, con su siniestro «Cicerón», personaje ficticio creado para darle salida a cuanta denuncia le llegaban como eco de esas disputas. También Alfredo Peña, director de El Nacional, que las amplificaba con su proverbial estridencia. Ni hablar de uno que otro periodista recién iniciado en esas lides, tratando de ganar audiencia y prestigio.

Todo el mundo hablaba del golpe en los medios de comunicación. Uslar Pietri usaba su enorme prestigio intelectual para pontificar sobre la crisis del rentismo petrolero y alertar del riesgo de un golpe Estado. Que «no pocos veían como un aliento sibilino para un cuartelazo».

«Los notables», una invención suya, que agrupaba a varias voces oídas en el país: José Vicente Rangel, Miguel Ángel Burelli Rivas, Leopoldo Díaz Bruzual, J. A. Cova, Ignacio Rodríguez Iturbe, Ernesto Mayz Vallenilla, entre otros, soltaban severos documentos contra el gobierno y las instituciones republicanas, que los medios de comunicación replicaban con furor para arrinconar a Pérez.

¿Cuánto de lo que circuló en rumores y noticias entonces era cierto? Quizás nunca lo sabremos. Pero no era poco el daño que tanto se decía afectaba al gobierno y que estaba en que muchos tenían la indiscutible certeza de los actos denunciados eran ciertos, aun sin pruebas.

Eso acentuaba el desequilibrio oficial. Debilitaba al presidente y su gobierno frente a la opinión pública. Opacaba sus indiscutibles logros en política económica, de la que tanto se ufanaban el presidente y sus ministros de la economía en los privilegiados escenarios internacionales.

Mientras tanto, seguía avanzando la felonía militar. «No se tuvo un conocimiento integral de la conspiración preparada por Francisco Arias Cárdenas y Hugo Chávez. El exceso de oficiales generales había provocado rivalidades tremendas y competencias para ocupar los cargos y para tener influencia sobre esto o aquello» (6), con organizaciones políticas de ultraizquierda como Bandera Roja y Tercer Camino. ¡Junto con parte de algunos partidos del estatus!: la Causa R y el MEP, sin que las informaciones procesadas por la DIM y la DISIP fueran conocidas por la opinión pública.

El gobierno se quedaba en la acusación de «desestabilizadores» contra los encapuchados de las continuas protestas en las inmediaciones de la UCV, el Instituto Pedagógico de Caracas en El Paraíso y el Instituto Politécnico Luis Caballero Mejías en La Yaguara, principales focos de las revueltas callejeras.

Estas eran impulsadas por las instancias estudiantiles de la ultraizquierda. Y formaban parte del plan de «calentar la calle» para el golpe de Estado varías veces pospuesto en 1991. El cuadro general alentaba la salida violenta, el garrotazo militar, el camino del atajo.

¡Golpe ya! escrito en marcador negro se leía en baños de botiquines, tascas, areperas y restaurantes, en los asientos de los autobuses. En postes y paredes. Las rencillas alimentaban los rumores. Los voceros de la felonía respondían que la conspiración venía del propio gobierno que «mataba de hambre al pueblo».

Ese sórdido mundo impedía coherencia en el cuerpo castrense. La hostilidad interna era una carcoma que se comía la institución.

El forcejeo tenía historia

Ese es el contexto en el que se produce el extraño encuentro de Ochoa y Pérez la noche del 3 de febrero de 1992

Una vez avanza el automóvil, Ochoa espera pasar el segundo túnel de la autopista, que cruzan hacia Caracas, por la vía de bajada evadiendo la tranca por el automóvil incendiado que le había despertado sospechas un par de horas antes. Respira hondo y suelta:

−Presidente, ¿sabe que hoy se corrió el rumor de que a usted no lo iban a dejar aterrizar en el aeropuerto?

Las escuetas palabras del ministro debieron traer a la mente de Pérez el informe que pocos días atrás, exactamente el 22 de enero, le entregó el general Manuel Heinz Azpúrua, director de la DISIP, presentado nada a más y nada menos que en reunión con el alto mando militar.

El documento relacionaba los indicios que apuntaban hacia los comandantes Hugo Chávez, Francisco Arias Cárdenas, Jesús Ortiz Contreras, Jesús Urdaneta Hernández, Joel Acosta Chirinos y el resto de oficiales que en cosa de una hora o menos atacarían a plomo limpio y saña criminal La Casona, Miraflores y La Carlota.

Sobre la denuncia de Heinz Azpúrua, Pérez «insistió en que deseaba tener una mayor información a su regreso de Davos» (7), exigencia que cayó al vacío, no produjo investigación ni medidas de emergencia. Toda la gestión se redujo a ciertas entrevistas del ministro con algunos de los involucrados que, como era de esperarse, negaron la veracidad de las informaciones.

Ochoa recuerda su conversación con Chávez, «su actitud fue más que respetuosa», como si su buena conducta de ese día lo exoneraba de culpa.

Y añade una inexplicable aclaratoria: «En ningún momento me amenazó con llamar a la prensa si ordenaba su destitución. Me insistió en que eran las mismas calumnias de siempre». ¿Por qué tendría que amenazarlo con una denuncia pública? Curiosa aclaratoria.

Esos alegatos no garantizaban la seguridad del gobierno. La agenda militarista del golpe de Estado para destruir al sistema democrático venezolano continuaría viento en popa.

La respuesta de Pérez fue dura, no era para menos. Cuántos rumores no habría escuchado en sus tres años de gobierno sin precisiones ni medidas que acabaran con ellos, para que ahora su buen humor fuera arruinado con uno más proveniente de boca de su propio ministro de la Defensa.

Recuerda Ochoa que el «presidente Pérez se molestó», que le respondió «alterado».

En el recuerdo de Pérez también se advierte molestia, hastío que se vuelve emplazamiento, severidad:

«Yo me volteo y le digo»:

−Ministro, ¿rumor?, ¿rumor?

−Sí, un rumor.

−¿No hay nada?

−No, presidente.

−Vamos a ponerle coto a eso −le respondí. Vamos a ver qué ocurre en las Fuerzas Armadas. Vaya mañana a las 8 de la mañana a Miraflores. Como no tengo agenda, voy a dedicarle todo el día a reuniones militares para desentrañar lo que está pasando (8).

«Un poco sorprendido por su actitud, Ochoa le respondió:

-Allí estaré, presidente.

El desagrado de Pérez fue evidente, tenía sobradas razones. Ochoa la percibió con claridad, no insistió. “Guardé silencio durante el viaje» (9). La caravana llegó a La Casona. El presidente entró a la residencia, Ochoa y Ávila Vivas se retiraron en sus respectivos automóviles.

Ninguno percibió peligro inmediato en ese momento y si lo sintieron prefirieron guardarlo en sus adentros.

Los rumores que dañaban al gobierno estaban a punto de convertirse en balas que ponían en riesgo su permanencia. Se aproximaban doce horas de balaceras y conmoción nacional que culminarían en el insólito “por ahora” de Chávez.

Notas

1. Carlos Andrés Pérez, memorias proscritas, p. 367 | 2. Ídem | 3. Ibidem | 4. Ídem | 5. Ibidem p. 364 | 6. Ibidem pp. 364-365 | 7. Fernando Ochoa Antich, Así se rindió Chávez, p. 110 | 8. Carlos Andrés Pérez, Ob Cit. p. 367 | 9. Fernando Ochoa Antich Ob. Cit. p. 110.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Feb 04, 2022 | Actualizado hace 2 semanas
Aquel 4F con CAP (memorias de un insólito suceso*)
Siendo que en este 2022 se cumplen 30 años de la intentona golpista del 4F, valga la ocasión para reconocer el talante de gran demócrata de CAP

 

@CiprianoHeredia

Transcurría la noche del 3-F de 1992 con absoluta normalidad en casa de mis padres. Pasó la hora de la cena, la del noticiero y la de la novela de la época y, entre las 10 p. m. y 11:00 p. m., cada uno fue retirándose a su habitación. Al día siguiente seguía la cotidianidad, que en mi caso consistía en ir a trabajar como asistente del magistrado José Rafael Mendoza, en el entonces Consejo de la Judicatura, mientras esperaba mi acto de grado como abogado en la UCV, el cual tendría lugar el 30 de abril de aquel año.

Pero de repente el teléfono de la casa repica casi a medianoche y ocasiona el alboroto y la expectativa que una llamada a esa hora suele provocar. Era mi tía Velma Soltero de Ruán, quien para entonces vivía en un edificio de Chuao sobre la Av. Río de Janeiro y desde su ventana presenciaba atónita cómo se libraba un duro enfrentamiento militar en la base aérea de La Carlota.

Inmediatamente hacemos llamadas, pero casi nadie sabe qué pasa a esa hora. La mayoría de quienes contactamos se están enterando por nosotros. Hasta que logro comunicarme con la casa del Dr. Pedro París Montesinos −para entonces presidente del Congreso Nacional− y hablo con una de sus hijas, quien me informa que hay un alzamiento en marcha y que el presidente ha tenido que salir de Miraflores. También hay fuego cruzado en La Casona y se reportan levantamientos en varios sitios del país. Le pregunto por su papá y me dice que está en casa recibiendo y haciendo llamadas. Para esa hora reina la incertidumbre. Nadie sabe a ciencia cierta dónde está el presidente, ni se maneja con exactitud la magnitud de la conjura.

Cuelgo el teléfono y, sin pensarlo mucho, a escondidas de mis padres y mis hermanas, tomo las llaves del carro en silencio, salgo de la casa y me dirijo a la de París Montesinos. Al llegar me pongo a la orden para lo que tenga que hacerse y acompañarle. Ya casi a la 1:00 a. m. el Dr. París decide salir y nos vamos en un solo carro con un conductor y un escolta. Las placas oficiales se cambian por unas normales y nos dirigimos a la casa del senador Lewis Pérez, a la cual concurren otros líderes de AD. 

A los pocos minutos de estar en su casa, Lewis recibe la noticia de que el presidente está en Venevisión, e inmediatamente partimos todos a la estación de La Colina. En plena subida nos interceptan varios soldados. Afortunadamente son tropas leales que están custodiando el canal. Al entrar, ya CAP ha transmitido su primer mensaje. Hacen presencia también los dirigentes copeyanos Eduardo Fernández, Gustavo Tarre y Luis Alberto Machado, así como muchos líderes de AD. Una señora que está presente –seguramente esposa de algún dirigente-, le pregunta a CAP angustiada: “Presidente, cuénteme, ¿cómo se escapó de Miraflores?”. Y CAP le responde con su particular tono y estilo: “Pues, cómo uno se escapa de esas cosas”. Luego de lo cual nos ofrece a todos una brevísima y tranquilizadora sonrisa.

Al rato CAP transmite otro mensaje aun más tajante pero sereno. Atrás una cortina negra y la bandera nacional.

El presidente luce sobrio y aplomado mientras ordena en tono grave a los insurrectos, apelando a su carácter de comandante en jefe de las FF. AA., rendirse de inmediato y deponer las armas. Ya cerca de las 4:00 a. m. uno de los oficiales que está presente recibe una llamada e inmediatamente le pasa el enorme celular –tipo ladrillo- al presidente, anunciándole que se trata del general Oviedo. CAP toma el teléfono, saluda y escucha al general como por 20 segundos, luego le hace un par de preguntas, e inmediatamente cuelga y nos informa a los presentes que Miraflores ha sido retomado por fuerzas institucionales y que parte inmediatamente hacia el Palacio.

El carro de la presidencia del Congreso lleva esta vez al Dr. París acompañado de un par de dirigentes de AD. Me toca irme ahora con Luis Emilio Rondón y Liliana Hernández, quienes habían llegado también a Venevisión. La insólita caravana de más o menos 12 vehículos, en la que no va ni un solo carro con placas oficiales ni de tipo militar, se desplaza con precaución por la Cota Mil hasta alcanzar la Av. Baralt, la cual baja parcialmente, se mete a la derecha en una esquina y cruza a la izquierda hacia abajo en otra, para desembocar finalmente cerca del “Palacio Blanco”, y luego entrar a Miraflores por la llamada “Prevención 1”: entrada principal sobre la Av. Urdaneta.

Al llegar a Miraflores el espectáculo no podía ser más lamentable. Se escuchan tiros aún a lo lejos, pasan frente a nosotros varios soldados insurgentes detenidos; todos llevan los brazos arriba y las manos sobre la cabeza, mientras caminan en fila custodiados por efectivos de la Casa Militar. Hay un charco de sangre considerable frente al pasillo que conduce al interior del Palacio, y dos soldados fieles a la Constitución ponen en orden sobre la acera el armamento incautado a los rebeldes. Es considerable la cantidad de huecos que hay en las paredes externas causados por los impactos de bala.

Dentro de Miraflores las cosas no son diferentes. Al caminar por los pasillos es inevitable pisar pedacitos de escombros de las paredes, techos y columnas que han quedado regados por todos lados. Se observan más charcos de sangre y huellas de disparos por doquier, incluyendo uno en la puerta del despacho presidencial. Me asomo a la Sala de Edecanes y está el ministro Ochoa en traje de campaña dando instrucciones por teléfono, mientras que el ministro Ávila Vivas es quien ya ha entrado y recibe al presidente.

A partir de ese momento Miraflores empieza a llenarse de gente. Todo el mundo político se da cita en Palacio, y los medios toman por asalto el escenario con el amanecer. A las 08:00 a. m. el Dr. París sale de una reunión con el presidente, nos vemos en los pasillos y me dice que se retira. Debe prepararse para dirigir la sesión del Congreso que se realizará pocas horas después, para considerar y aprobar la suspensión de garantías que el presidente está decretando en ese momento.

Acto seguido, me invita a irme con él de regreso. Y aunque el deseo de quedarme allí me invade, atiendo a su gesto y pienso que es un gran momento para escuchar de sus labios lo que en realidad pasó. Así es que me subo tras él en el mismo vehículo en el que comenzó nuestro periplo de esa insólita madrugada, no sin antes recoger del suelo un par de pequeñas piezas de las muchas que había por todos lados, las cuales guardo como excepcional recuerdo de la fatídica experiencia que Venezuela vivió aquella nefasta madrugada, cuyos destructivos efectos se han extendido hasta el sol de hoy para desgracia de todos los hijos de esta arruinada nación.

Para finalizar, siendo que en este 2022 se cumplen 30 años de aquel hecho y también es el centenario del natalicio del presidente Carlos Andrés Pérez, valga la ocasión para reconocer en él no solo al decidido y valiente líder que enfrentó aquella vil insurrección con gallardía y éxito, sino también para poner de relieve su talante de gran demócrata, civilista, visionario, institucionalista y jefe de Estado, cuyo perfil, trayectoria y méritos contrastan de manera profunda con los de quienes intentaron derrocarlo esa noche. Así como con los de otros que luego se arrimaron a esa sombra y han devastado a Venezuela.  

cipriano.heredia@gmail.com

*Nueva versión del artículo original “Al lado de CAP aquel 4-F” publicado en 2012.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

CAP: responsabilidad y consecuencia de su destitución

Carlos Andrés Pérez, CAP, tras el fallo de la CSJ, que lo separa de la Presidencia y lo sentencia a prisión, 1993.

La defenestración de CAP, en un día como hoy de 1993, fue factor importante en la pérdida de la democracia 

 

Tal día como hoy, en 1993, Carlos Andrés Pérez (CAP) fue separado definitivamente de la presidencia. Fue un proceso que se inició en mayo de ese año cuando la Corte Suprema de Justicia (CSJ) consideró que la imputación hecha por el fiscal general, Ramón Escobar Salom, tenía elementos suficientes para iniciar un antejuicio de mérito. Para ello, debía contar con la aprobación del Senado, el cual dio el visto bueno en un día y sin tener el expediente.

CAP fue separado de la presidencia y recluido en el retén de El Junquito. Cuando cumplió 70 años, en acatamiento de la ley, le fue dada casa por cárcel, de la cual salió en septiembre de 1996. ¿Fue un juicio acorde a la ley o uno político? ¿Su defenestración fue factor importante en la pérdida de la democracia?

¿Quiénes lo defenestraron?

Héctor Alonso López mencionó en un artículo que la CSJ decidió en su contra por nueve votos, mientras que seis magistrados consideraron que no había mérito para enjuiciarlo. En el Senado, 39 legisladores votaron por el enjuiciamiento, de ellos 28 pertenecían al partido de CAP, o sea Acción Democrática (AD), de los cuales solo cuatro respaldaron a CAP. Previamente, en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de AD, 21 miembros votaron por apoyar el enjuiciamiento y solo siete se opusieron. 

Lo anterior evidencia que achacarle la defenestración al llamado grupo de Los Notables, encabezado por el distinguido intelectual Arturo Uslar Pietri, así como a los medios de comunicación, no es sino la tradicional costumbre de culpar a otros. La responsabilidad del enjuiciamiento a CAP fue del sector político. Desde luego que las declaraciones y artículos de los formadores de opinión, así como la política de los medios de destacar lo negativo, influyó en que  los ciudadanos tuviesen una valoración negativa de CAP, después de haber sido muy popular.

Por otra parte, en el país había un ambiente de subversión militar y civil. Algunos pensaban, entre ellos quien esto escribe, que de no haber destituido al presidente hubiese habido violencia y quizá un golpe de Estado. Al respecto, en las entrevistas realizadas por Ramón Hernández y Roberto Giusti, consignadas en el libro Carlos Andrés Pérez: memorias proscritas, CAP mencionó que la magistrada Hildegar Rondón de Sansó, aparentemente arrepentida, le dijo que a los magistrados les advirtieron que si no procedían, el país ardería.

¿Inocente o culpable?

Todo indica que fue un juicio político, quizá para evitar males mayores, pero sí había elementos para el mismo. Algunos, en defensa de CAP, solo mencionan que este no tenía que dar cuentas del manejo de la llamada partida secreta, la cual se utilizó en parte para apoyar a la seguridad y, aparentemente también a la campaña electoral de la nicaragüense Violeta Chamorro.

Sin embargo, olvidan el manejo de los dos cheques, uno por 7.250.000,00 bolívares, equivalentes a 500.000,00 dólares, y otro por 242.720.000.00 bolívares, o sea unos 16.741.379,00 dólares. Este último se cambió el 21 de marzo, a dólar preferencial Recadi de 14,5 bolívares por dólar, a pesar de que ese organismo lo habían eliminado el 13 de marzo y la tasa vigente era de 32,60 bolívares por dólar. El primer cheque lo retiró el Ministerio de Relaciones Interiores, como era lo correcto, pero el de mayor monto fue retirado del Banco Central por el Ministerio de la Secretaría de la Presidencia. Fue sentenciado a 28 meses por malversación genérica. Cuando cesen las pasiones los expertos determinarán su inocencia o culpabilidad para efectos de la historia.

¿Qué hubiese cambiado si no lo destituyen?

Muy probablemente, nada. Apenas le faltaban siete meses para terminar su gestión. Era evidente el deterioro de los partidos políticos debido al clientelismo y a las malas gestiones. Una prueba evidente fue el triunfo de Rafael Caldera apoyado por unos micropartidos que el pueblo bautizó como el chiripero, especie de cucaracha de poco tamaño. Es decir, Caldera fue, en la práctica, un candidato extra partido. Para ello le asestó una puñalada trapera a Copei, el partido que fundó. Este filicidio contribuyó, aun más, al desprestigio de los partidos. Al salir de la cárcel, expulsado de AD, CAP creó otro partido de vida efímera. Chávez estaba a la vuelta de la esquina.

Convergencia, el partido creado por Caldera, prácticamente desapareció. En 1999 Manuel Rosales se separó de AD y creó Un Nuevo Tiempo. Antonio Ledezma también se separó de AD y creó Alianza Bravo Pueblo en el 2000. Ese mismo año nace el partido Primero Justicia y en el 2009 Voluntad Popular. Entre estos partidos y los tradicionales de AD y Copei se detectan muy pocas diferencias.

Los partidos se descuidaron y permitieron el ingreso de militantes que utilizan la política como negocio. Por ello surgieron los llamados “alacranes” y partidos de maletín que son caballos de Troya del régimen.

Los traidores

Los traidores

Esta situación y la inconsistencia de muchas decisiones los han hecho perder credibilidad, lo cual se refleja en la baja aceptación en las encuestas. Confiamos en que se depuren, ya que son imprescindibles para recuperar la democracia y enrumbar al país hacia un desarrollo sustentable.

Breve opinión sobre CAP

En su primer gobierno (1974–1979) aplicó una política típica de capitalismo de Estado, aprovechando los elevados precios del petróleo. Tuvo el acierto de crear el Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho y el Sistema de Orquestas Juveniles. Nacionalizó el petróleo y las empresas básicas, destruidos posteriormente por Chávez–Maduro. Su gobierno se indigestó con el enorme ingreso de dólares, aumentó la inflación, la corrupción y la deuda pública.

En su segundo período (1989–mayo 1993) tuvo el coraje de rectificar y el país estaba encontrando el rumbo adecuado. Su comportamiento ante las decisiones de su partido y de la Corte Suprema de Justicia fue ejemplar, al no oponerse y acatarlas. Fue un gran luchador por la democracia en Venezuela y en América Latina. Un venezolano con muchas fortalezas y algunas debilidades. Después de salir de la cárcel fue acusado de corrupción conjuntamente con su pareja Cecilia Matos.

Como (había) en botica

Por falta de atención médica el régimen dejó morir al preso político Gabriel Medina Díaz.

Falleció el apreciado médico Luis Guillermo Ferrer, jubilado de Pdvsa. Nuestro pésame a su esposa Lía, hijos y familiares.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

24/8/21

De Cipriano Castro a Maduro

De Cipriano Castro a Maduro

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Pastor Heydra, jodedor de oficio, por Víctor Suárez*

Imagen: captura de pantalla del programa Vladimir a la 1, por Globovisión (intervenida por N. Silva / Runrunes).

@VV_Suarez

-¿Cuánto has gastado en reponer los anteojos desde que estabas en el liceo?

Esa cuenta no la lleva Pastor Heydra. En las lides estudiantiles y parlamentarias se distinguió siempre como personaje fornido, arrojado y vehemente, cuyas discusiones terminaban a veces a puño limpio.

A los 13 años de edad ya estaba incorporado a la lucha política. Fue dirigente de centros de estudiantes liceístas, donde fue compañero de pupitre de un muchacho apendejeado que posteriormente resultó ser Carlos Ramírez “El Chacal”, el terrorista internacional más buscado que ahora paga triple cadena perpetua en París. A la hora de entrar en la UCV, a mediados de los años 60, “la Juventud Comunista necesitaba un dirigente fogueado en la facultad de Ingeniería, porque allí los copeyanos dominaban”. A partir de entonces hasta su muerte el martes 2 de febrero en Porlamar, se le conoció como El Perro Pastor.

El Perro estaba en todos los tumultos universitarios. Contra los adecos, contra los copeyanos, contra los “anarco-aventureros” del MIR, contra los fraccionalistas de Douglas Bravo. “Por la edad de los participantes, esas confrontaciones derivaban en esgrimas físicas que casi nunca pasaron a mayores”, suaviza.

En la madrugada del 21 de agosto de 1968 hizo su debut en la arena internacional. Había estado en Sofía, capital de Bulgaria, en un Festival de Juventudes; luego pasó a Moscú y Volgogrado, en la URSS; cuando llegó a Praga (capital de Checoslovaquia), en la noche salió a pasear junto con un grupo de venezolanos y culminó en una cervecería centenaria (U-Flekus). A la hora de marcharse el grupo, que entonaba himnos y canciones revolucionarias en español, fue atacado por jóvenes radicales checos que les imprecaban al grito de Kommunists Kaputt (¡Muerte a los comunistas!). Se formó la sampablera, que debió ser reducida por la policía. “La tángana –me dice Pastor cinco décadas después, como si yo no hubiera estado con él en esa trifulca- fue para mí muy significativa, pues le había dado un golpe a uno de los checos y supongo que le partí la nariz o la boca. El individuo me veía muy calmado aunque sangrando, haciéndome señas de que iría por mí, hasta que, en un descuido, cuando apuraba a mis compañeros para abordar el último autobús, me bajó de la portezuela. De pronto me vi de frente con los adoquines. Fui rescatado por un uniformado de la milicia, que le había propinado un porrazo al hooligan”. Al despertar ese 21 de agosto, los ejércitos del Pacto de Varsovia habían tomado el país y la Primavera de Praga de súbito había comenzado a morir.

La UCV es allanada y cerrada por el gobierno de Rafael Caldera. Viaja al sur. Al volver de Chile, tras el golpe militar que derrocó a Salvador Allende en septiembre de 1973, fue electo presidente del centro de estudiantes de la escuela de Periodismo de la UCV, y más tarde, en 1975, electo presidente de la Federación de Centros Universitarios UCV. Siguió discutiendo, peleando y perdiendo espejuelos en cada escaramuza.

En enero de 1971 había surgido el MAS. A decir del periodista, analista e investigador estadounidense Norman Gall en un ensayo-entrevista a Teodoro Petkoff, publicado en 1972, “El elemento más sorprendente del grupo de jóvenes comunistas que dejaron el PCV en diciembre de 1970 y formaron el Movimiento al Socialismo, es que son un cuerpo coherente de revolucionarios profesionales, en el sentido leninista clásico del término, fenómeno acaso único en América Latina”. Un revolucionario profesional es alguien totalmente dedicado a las tareas de una organización subversiva específica, como era el caso de Pastor.

Entonces comenzó a pelear, en tono más civilizado, con lo que consideraba la cúpula neoestalinista que ostentaba el poder en la nueva formación política. A El Perro, y a un grupo de dirigentes, le rondaba en la cabeza la necesidad de reafirmar el concepto de “socialdemocracia avanzada”, que el MAS, una vez despercudido del comunismo tradicional tutelado por los soviéticos, debía seguir, como también lo hicieron otras formaciones comunistas en España, Italia, Francia, Finlandia, Japón y hasta en Nueva Zelanda. Observaba que Carlos Andrés Pérez, ya investido presidente en 1974, se había apoderado de algunas banderas que el MAS había enarbolado en sus inicios.

En un libro titulado La esperanza de una gran aurora y su arrebol, escrito en Panamá en 2018, inédito aún, salda cuentas con Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff, Freddy Muñoz, a quienes recrimina por haber aplastado y disuelto la Juventud del MAS, que había sido fuerza fundamental para su implantación como partido político en todo el país. Se salvan en su análisis apenas dos dirigentes: Antonio José Urbina (exsecretario general de la Juventud Comunista, fundador del MAS, exembajador en Suecia y directivo del entonces Consejo Supremo Electoral), a quien considera su mentor político, y Joaquín Marta Sosa, exmilitante de Copei que había dado el salto hacia los linderos indefinibles del socialismo con rostro humano que había emprendido el MAS, pero que no practicaba.

En el antiguo Congreso Nacional guerreó y entabló debates casi sangrientos. Me dice: “Las contiendas en el Congreso fueron varias. La denuncia que hice del llamado caso “Dáger-Jattar-Lamaletto” no pasó de un debate encendido, que culminó con la destitución de Douglas Dáger como presidente de la Comisión de Contraloría y el auto de detención a su asistente Braulio Jattar Alonso. Jattar Alonso fue perdonado por Caldera, coqueteó con el PSUV y a la final resultó víctima de la persecución de Nicolás Maduro”.

En la Asamblea Nacional, a partir del triunfo de Chávez en 1998, los contrincantes estaban mejor definidos.

-Allí tuve varios encuentros, si se les puede llamar así. El primero fue con el teniente ® Eliecer Otaiza, quien manejaba el aparato de seguridad del gobierno. Quería hablar desde el palco de prensa de la Asamblea, donde dijo que estábamos en “estado general de sospecha”. Subí al palco y le conminé a abandonar el hemiciclo. Otaiza no pudo continuar su perorata. A la final, dos cobardones de la bancada chavista de Nueva Esparta me atacaron por la espalda.

-Hubo un encuentro frontal, el único, con el diputado Pedro Carreño, quien vino a agredirme luego de una intervención que hice donde denunciaba hechos irregulares de funcionarios del gobierno.

-Con el presidente de la Asamblea William Lara hubo una confrontación verbal, pues este al darme la palabra para plantear el affaire del Aeropuerto de Margarita, entregado írritamente a un consorcio suizo-chileno, de mala gana señaló: “Tiene la palabra “El Perro Pastor”. Ante lo cual le riposté: “Presidente, mis amigos me llaman “El Perro”, porque es el mejor amigo del hombre, pero yo a usted jamás le he dicho el sobrenombre que le ponen en los pasillos, donde no lo mientan William Lara, sino “William Rara”. Y allí terminó ese round.

En 2014, le vi todavía en forma, listo para “la esgrima”. En una emisión del programa Vladimir a la 1, por Globovisión, las flechas comenzaron a silbar desde el principio.

El periodista Vladimir Villegas, cuya historia política está colmada de saltos y sobresaltos, al presentarlo dice entre risitas:

– Eres todo una leyenda, estuviste en el MAS, luego en Acción Democrática, no sé qué estás haciendo ahorita…

– Tú también has dado tus brincos…

– Todos hemos dado brincos en esta vida…

Pero Sofía Imber y Carlos Rangel, los reyes matinales de la televisión en los 80, en su programa Buenos días (Venevisión) lo veían con otro cristal: “Antes que nada quiero decir que Pastor y yo somos muy amigos, que Carlos y yo lo tuvimos cuando él era un muchachito, él sigue siendo un muchachito pero ahora ya es ministro, anda con guardaespaldas, anda con unas mujeres bellas, etc. etc. Yo lo conocí, Carlos y yo, aquí en Venevisión hizo su primer programa y quedamos encantados de él, venía sin corbata, venías como presidente de la Federación de Centros, estabas militando en el MAS, y nos diste una gran impresión, me acuerdo yo, realmente”. Eran las 7 a. m. del viernes 24 de noviembre de 1989.

-Gracias, Sofía, mi amor…

 EL MÉTODO Y LA CREATIVIDAD

Pero el arco y la flecha, el grito y el puño, no pueden ser las únicas herramientas del político vocacional. En la Juventud Comunista y luego en el MAS, Pastor se cultivó muchísimo. Había escrito una laureada tesis de grado en Periodismo cuyo tutor había sido el exigente profesor Jesús Sanoja Hernández (“La izquierda, una autocrítica perpetua. 50 años de encuentros y desencuentros del marxismo en Venezuela”, 1981). El borrador de ese libro se lo entregó a Teodoro Petkoff para que le hiciera correcciones “y él tuvo la delicadeza de hacerlas, sin tocar los párrafos en los que disentía”.

Así se reveló su interés por las metodologías de investigación documental que luego utilizaría en su capacitación como analista político, que ejerció en El Diario de Caracas, El Nacional y El Universal. En procura de ese desarrollo personal (“Soy un libre pensador”, se definía al estilo de los doctos rosacruces) publicó seis títulos y creo que al menos tres se quedaron en sus gavetas, listos para impresión. Aunque, ciertamente, en estilo no sobresalió.

-Tuve la dicha de estar con ustedes (Víctor Suárez, “El Cojo” Lira, “El Mono” Rosales, “El Checo” Gregory Colomine…) en el trabajo político y propagandístico de la Juventud Comunista en la UCV en los años 60. Aprendí mucho. Somos buenos en propaganda, que es diferente a publicidad y marketing. Esas experiencias me tocó aplicarlas en las campañas de Lusinchi y CAP, al lado de Simón Alberto Consalvi, Armando Durán y creativos como el argentino Juan Fresán, el cubano-venezolano Bernardo Viera, Mario Ábate, Pablo Antillano, y demostramos que esos figurones, como J. J. Rendón o esos gringos que traían, eran y son un gran bluf. Otra cosa fue Joe Napolitan, pero este era asesor: un sistematizador de lo obvio, que sabía resumir y analizar lo elemental, lo que está a nuestro lado y nadie ve, pero que tiene una fuerza aplastante. El jingle “Ese hombre sí camina” es un ejemplo de una expresión popular que cogió el cojo Viera y Chelique Sarabia le puso música, y fue el centro de una campaña exitosa,

 EL DESLUMBRAMIENTO

Los objetivos que el MAS se había dibujado (“Diez años para construir una fuerza, diez años para llegar al poder”, que Teodoro Petkoff había prefigurado como estrategia), para Pastor, se habían convertido en humareda ideológica y política. La llamada Socialdemocracia Avanzada (“en la que sigo creyendo”, me dijo el año pasado) ya no la encarnaba el MAS sino Carlos Andrés Pérez.

– La política de CAP en sus dos períodos fue la de modernizar, renovar el Estado, fortalecer la descentralización y la democratización de la democracia en todos los niveles.

Tan pronto a CAP le colocan la banda presidencial por segunda vez, Pastor es llamado a Miraflores.

-Yo no me identificaba con la dirección de AD, y con esta menos. Conocí dirigentes de peso e importancia, con mucha capacidad de razonamiento, pero no eran los más. CAP me llamó la tarde anterior a su juramentación, el 1 de febrero de 1989. Había montado todo el andamiaje periodístico con una gran rueda de prensa donde la primera pregunta la iba a hacer Gabriel García Márquez y el elenco periodístico era de lujo. CAP simplemente me dijo: “Véngase bien vestido que mañana lo juramento en Miraflores”.

“Yo venía acercándome a CAP gracias a Héctor Alonso López, amigo de Mérida y secretario juvenil de AD, y a mi gestión en la FCU de la UCV que le garantizó la paz estudiantil en su primer gobierno. Trabajaba en el Diario de Caracas y le acompañé en sus giras a República Dominicana, Panamá, Costa Rica, Colombia, donde el personaje me impresionó por su audacia, claridad de propósitos renovadores, cordura y tino”.

“En el MAS habían comenzado a cortarnos el oxígeno desde la nacionalización petrolera de 1976, a cuyo acto fui como presidente de la FCU, acompañado de Eleazar Díaz Rangel, de la AVP, Germán Lairet, del Congreso, Jesús Urbieta, de la CTV, y “Caraquita” Urbina, del CNE. La dirección del MAS inicialmente se opuso, pero luego debió ceder. Me querían imponer que sacara manifestaciones contra el gobierno y yo alegaba que no había razones. Al final se impuso la Dirección Nacional del MAS, y yo acuerdo en los siguientes términos: “Si la ultra las sabotea, yo los denunció”. Dicho y hecho. Públicamente dije que los saboteadores eran de la Liga Socialista-MEUP y no los estudiantes, que habían mantenido un comportamiento cívico. Eso trajo cola larga”. “Comienza el hostigamiento para eliminar a la J-MAS hasta que “Los Halcones” (corriente interna liderada por Petkoff) obtienen mayoría y cumplen su propósito”.

“CAP me nombró jefe de la Oficina Central de Información de la Presidencia de la República, OCI (Ministro de Información). Eso causó resquemores en AD y comienzan a ponerme zancadillas. El objetivo final era erosionar el equipo de CAP en el gobierno. Hago un plan de asistencia a los medios según el cual el consumo de teléfonos, seguro social, Ince, agua, etc., les era canjeado por publicidad. El Estado se ahorraba mucho dinero y los medios estaban felices. Pero no así los agentes del partido. El jefe de sus periodistas, publicista, que deseaba el cargo que yo ostentaba, comienza la campaña en contra. Con los diputados Luis Emilio Rondón y Liliana Hernández, con la venia de Alfaro Ucero y otros, me montan interpelaciones todas las semanas, en las cuales llevan, por instrucciones de Alfaro y del jefe de la fracción, a Rafael Poleo, que deseaba acuchillar a CAP”.

“El presidente me llama un día para preguntarme si yo soy militante de AD. Yo le digo: “Usted sabe que nunca he sido adeco, solo su amigo y admirador”. Me dice que tiene una gran presión para que nombre a un militante y me pide que vaya a ver con el célebre Encarnación Rivas, portero de la casa nacional de AD, en La urbanización La Florida, quien me inscribiría en el partido. Voy donde el Negro Encarnación. Me dice con una gran sonrisa: firma aquí y dame copia de tu cédula, y dile al jefe que el mandado está hecho, formas parte del Comité del Negro Encarnación Rivas”.

“Sin embargo, las cosas no terminaron allí. Sigue la guerra de que no soy adeco, y le pido, con el visto bueno de CAP, a Gonzalo Barrios que me reciba en una reunión del CEN. Allí comencé a dispararles a mis francotiradores: Dije: Yo tengo el pecado venial de no haber nacido adeco, pero veo aquí muchos rostros que me dicen lo mismo. Allí está Paulina Gamus. ¿No te acuerdas de los tiempos de la Juventud Comunista con tu hermana Raquel? Y los rostros cambiaban de color. Veo a Arístides Hospédales: ¿Tú no fuiste dirigente de Copei en Monagas? Y hasta allí llego con esta parte del cuento”.

 EL PROYECTO MÁS AMBICIOSO

Muchas han sido las condolencias virtuales que he visto ante el fallecimiento de Pastor Heydra, entre las que abundan los recuerdos de gente de medios en torno al proyecto denominado Venpres Internacional, que impulsó Heydra desde la OCI. Venpres fue una agencia de noticias del Estado que funcionó durante décadas (desde 1977) como procesadora y proveedora de información oficial a todos los medios venezolanos y a las corresponsalías extranjeras. En 2000 cambió de denominación (Agencia Bolivariana de Noticias). En 2008 Hugo Chávez emitió un decreto que la llamaba Agencia Venezolana de Noticias, pero tuvo que esperar dos años más para comenzar a utilizar la marquilla AVN.

¿Ha contado alguna vez el Estado venezolano con una política comunicacional de acción exterior? No. Hasta entonces los medios en manos del Estado habían sido VTV Canal 8, Canal 5, Radio Nacional de Venezuela y la agencia Venpres. No puede hablarse de un proyecto comunicacional específico de los gobiernos del período democrático. El chavismo sí lo ha hecho, con Telesur, el canal multiestatal, cuya idea original, dice Pastor Heydra, la tenía en cartera pero que su director de entonces el uruguayo Rubén Aharonian se la “vendió” a Chávez tiempo después.

-Quien intentó desarrollar una política comunicacional del Estado pero sin intención de capitalizarla en provecho propio–analiza Heydra-, fue Carlos Andrés Pérez durante su primer gobierno, cuando le dio especial impulso a la prensa impresa regional (con estímulos especiales a través de Corpoindustria para la adquisición de maquinaria, papel e insumos), y a los medios radioeléctricos de la provincia y un reparto equitativo de la pauta publicitaria del Estado.

Ese impulso a la prensa regional dio sus frutos. Podría resumirse en que fue descentralizada la producción de información en Venezuela. Aplicaba el exitoso eslogan de Empresas Polar “Cada región tiene su nombre, pero en todas su periódico se llama tal…”. Según estudio realizado por el sociólogo Rafael Quiñones, “la década de los 70 y 90 han sido los períodos de mayor auge de la prensa escrita en el interior del país, cuyo desarrollo se ha dado con bastante autonomía respecto a las políticas públicas incentivadas desde el Estado para estimular la actividad periodística fuera de la región capital. La mayor parte de los medios impresos tienen en su cartera de clientes a sectores vinculados al sector privado de la economía, más que al gobierno central o local donde desarrollan su actividad”. Y en otro aparte: “Los departamentos de medios de las grandes empresas del país han comenzado a recomendar a sus clientes la segmentación del mercado de acuerdo a las regiones geográficas del territorio, ya que la técnica de promocionar a través de diarios de circulación nacional estratégicamente se está volviendo menos efectiva” (Revista Comunicación, #144, 2008).

En 1989, con Heydra en la OCI y Pérez autoproclamado “hombre de mundo”, se inicia el proyecto Venpres Internacional. El soporte económico sería suministrado por las empresas que el país tenía funcionando en el exterior: Pdvsa, Viasa, CVG Internacional…

-Hicimos una selección por concurso –recuenta- de los corresponsales que inicialmente fueron a Londres, París, Madrid, Roma, New York, Miami, Berlín, Moscú, La Habana, México, Perú, Surinam… Similar al que tienen los españoles, mexicanos, argentinos o cubanos, como instrumento de proyección de sus países en el exterior. Hubo algunas resistencias. Uno de los dueños de un medio impreso se quejó de que le estaban sacando a sus mejores periodistas para debilitarlo. En ello coincidía con Luis Piñerúa Ordaz, quien consideraba que los gastos en materia comunicacional eran innecesarios. La experiencia se inició exitosamente, pero posteriormente fue boicoteada por algunos dirigentes de AD, quienes equívocamente veían en ello una plataforma de lanzamiento internacional de CAP, quien realmente era noticia por su naturaleza, funciones y razón de ser.

Los medios que hicieron a Chávez

El Nacional, El Diario de Caracas, El Nuevo País, entre otros medios venezolanos, fueron expresiones puntuales de la entente que virtualmente se armó en contra del gobierno “liberal y tecnócrata” de CAP II. Esos mismos medios fueron víctimas del gobierno de Chávez, al que le habían tendido alfombra para su triunfo electoral en 1988. Veinte, treinta años después, ¿cuál es su interpretación acerca de esos comportamientos de los dirigentes de los medios privados venezolanos?, rebusco en esa lengua pertinaz.

-Rafael Poleo tenía una obsesión enfermiza contra CAP. Dicen, no lo sé, que le molestó que no lo nombró ministro de Información en 1974 y en ese lugar puso a Diego Arria. De él no tengo buen concepto, es un personaje sórdido y laberíntico, me cuesta hablar de él y de sus inauditas conexiones. Sé que con Lusinchi hizo el negocio de su vida con el monopolio que logró con la venta de papel chileno a los medios de provincia (a través de una corporación creada en el primer gobierno de CAP). Es habilidoso y se supo mover en el oscuro universo de los capos de AD. No es necesario dar nombres, que muchos conocen. Los utilizó y lo utilizaron. Si lees lo que decía de Miguel Henrique Otero y de Marcel Granier, palidecerías. Hurga en la revista Zeta, allí está retratado en su pantera rosa chismográfica (columna escrita bajo el seudónimo Porfirio Pomarosa).

(Diálogo entre Sofía Imber y Rafael Poleo en Venevisión el 21 de julio de 1989:

RP: Yo no soy enemigo de Pérez.

SI: ¡Cónchale!

RP: Yo lo que soy es enemigo de la gentuza con la cual Pérez suele rodearse cada vez que llega al poder.

SI: Eso decían cuando andaba contigo, que andaba con gentuza.

RP: No, él no anda conmigo desde el año 1973 en que él se distanció de Acción Democrática y de sus amigos)

-Marcel Granier es un personaje aparentemente inmutable, de trato educado; se montó la idea que podía ser presidente de Venezuela, fundó el grupo “Roraima”, editó un libro que alguien le escribió, se guareció en El Diario de Caracas y lo quebró, en RCTV hizo lo indecible para cumplir su propósito, cuando él debía ser el personaje central de la telenovela Por estas calles. Un Doctor Valerio de bigotico y hablar más rebuscado. Qué de cosas no se pueden decir de la miseria humana. Una moneda sin cara, ni sello.

-De Miguel Henrique Otero, ¿qué te cuento? Lo conocí cuando regresó de Europa a través de un buen amigo uruguayo ya fallecido, el periodista Ernesto González Bermejo, con quien había estado en el Chile de Allende y fuimos a la llegada de Perón al aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires. Este curioso personaje venía de trabajar en la agencia Prensa Latina y tenía excelentes contactos con los tupamaros uruguayos y con los montoneros argentinos, muchos de ellos asesinados y a quienes conocí gracias a él.

-Miguel fue encumbrándose. Me dio acceso a El Nacional en la campaña de CAP, donde escribía con el seudónimo “Arquímedes” que respondía a otra columna de Rubén Carpio que atacaba al precandidato, firmada como “Pitágoras”, pero luego de yo salir del gobierno me hizo una mala pasada con Alfredo Peña, director, e Ibéyise Pacheco, jefa de redacción. Publicaron un domingo en el Cuerpo D, desplegado en primera página, fragmentos entrecortados de la transcripción de una conversación mía con el general Herminio Fuenmayor, que les había entregado José Vicente Rangel, donde le hablaba de un mensaje que este le había enviado a CAP a través de mi persona, sobre la preparación de dos golpes de Estado que estarían montando, por un lado los Comacates de Chávez y Arias Cárdenas (primera vez que oía esas siglas) y por otra los generales encabezados por el jefe del Ejército Juan Pablo Peñaloza, quien, por añadidura, era su informante en asuntos de la FAN y le había hecho llegar esa y otras cintas trucadas a JVR.

-Sin tener la delicadeza de llamarme, dado el grado de amistad que supuestamente teníamos, dispararon a mansalva sin medir consecuencias. Esto hizo que reaccionara con fuerza. Tuve con él encuentros fuertes en los pasillos del hemiciclo del Congreso. Cuando me presenté en El Nacional con un juez para que entregaran la cinta que era inexistente pues era una transcripción de Peñaloza y JVR, Peñita corría y se escondía. Un día en el restaurante Shorthorn Grill, estando yo con “Caraquita” Urbina y el abogado Mario Valdez, saqué una Sig Sauer 45 con mira laser y le pasé varias veces la luz por la frente.

-Luego hice las paces. Los disgustos no pueden ser eternos. El Nacional, coordinado por Sergio Dahbar, me publicó un libro, Las promesas de Hugo Chávez, pero hasta allí.

El Nacional y él mismo han pagado muy cara la entente con Chávez y los ministerios que le dieron a Peñita y a Carmen Ramia en ese gobierno. Sé que vive en España, que tiene una nueva esposa, a quien conozco, y espero haya aprendido la lección de lo negativo que son los caprichos en la política, que le ha costado demasiado a Venezuela y a los venezolanos.

-Ello, y muchas cosas más, condujo a Chávez, quien fue estimulado por los mismos que se conjuraron contra CAP y donde jugaron un papel relevante algunos medios de comunicación nacional. Uno impreso y tres televisivos que cogobernaron con Chávez en 1999-2000, pensando que este modificaría su rumbo anunciado en su toma de posesión. Cuando esto no ocurrió, se percataron del monstruo que habían creado, comenzaron los deslindes negociados como fue el caso de los Cisneros con Venevisión y Armas Camero con Televen, al igual que las rupturas más abruptas como las de RCTV y El Nacional.

 EL NÁUFRAGO REVELADO

Podías estar hablando con Pastor Heydra día y noche, con tragos o sin ellos, a solas o en grupo, en sus tascas favoritas o bajo el crepúsculo de Juan Griego. En cada ocasión jamás dejaba de referir, aun con nuevos detalles, lo que ocurrió la noche entre el 3 y 4 de febrero de 1992 en el triángulo Maracaibo-Maiquetía-Caracas. “Eso fue una suma de casualidades que permitieron que el presidente Carlos Andrés Pérez no fuese atrapado, vivo o muerto, en La Casona. No me considero El Salvador de CAP”. Me lo decía, y se reía, a sabiendas que ni él se lo creía.

La mayoría de los tópicos que destacaban los medios sobre su trayectoria se refiere a esa experiencia ocurrida hace 29 años. “Chávez no parece vencido y, de parte del gobierno, un solo héroe sale de su anónima condición: Pastor Heydra, el salvador de Carlos Andrés Pérez”, decía la revista Exceso en su edición #40 de abril de 1992.

“Usted fabula mucho, Pastorcito”, calculaba que le habría dicho CAP si le hubiera escuchado narrar una y otra vez las correrías de esa noche fatal.

Admiraba tanto a CAP que cuando el duende que camina estuvo preso en El Junquito, ya despojado del poder en mayo de 1993, Pastor se la jugó completa para introducir a escondidas una cámara fotográfica Minox en el retén.

Pastor Heydra, un jodedor de oficio, por Víctor Suárez.

Portada del libro La rebelion de los náufragos, cuya foto fue tomada clandestinamente por Pastor Heydra cuando CAP estaba recluido en la cárcel de El Junquito.

Según el fotógrafo Carlos Hernández, residenciado hoy en Madrid, CAP había accedido a dejarse tomar una sola foto, posiblemente la única suya que existe en esa situación: “Cuando iba a tomarle la segunda, el hombre se levantó de la silla”. Fue la elegida para ilustrar la portada del magnífico libro La rebelión de los náufragos, de la periodista Mirtha Rivero, publicado en 2010.

A la postre, Pastor fue un náufrago, sin puerto. De la izquierda insurreccional, del comunismo dependiente y supletorio, de la inconclusa socialdemocracia masista, de la socialdemocracia que AD había olvidado y que jamás lo aceptó como uno de los suyos.

Fue concesionario de una emisora de radio en Margarita (La Guaiquerí 96.7 FM) que le dio CAP y se la quitó Diosdado Cabello cuando fue director general de Conatel. Dirigió en Margarita una página web informativa. Editaba un compendio noticioso llamado NotiNegro, porque también le conocían como El Negro Pastor. Quiso repetir por Nueva Esparta en la Asamblea Nacional en 2015 pero no encontró apoyo en la oposición. Entonces se lanzó como candidato por iniciativa propia, el único en el país en tratar de llegar por esa vía, y apenas obtuvo 1175 votos (0.49%) en su circunscripción.

 DONDE HABLA DE SUS ANCESTROS

-Háblame de tus padres…

-Ciertamente de eso he hablado poco. Nadie me lo había preguntado antes. Mi padre se llamaba Rafael Heydra Orozco. Fue un buen hombre, cariñoso y bondadoso. Guardo sus hermosas cartas. Era hijo de Alberto Heydra, ebanista muy fino que había llegado de la isla de Bonaire (de allí sus facciones, su tez y su pelo liso y suave). La abuela paterna se llamaba Cruz Orozco Malpica, una mezcla de catiense y valenciana. Su casa, ubicada de Ceiba a Delicias, en Altagracia, sirvió de escenario a muchas películas de época.

-Mi madre se llamaba Iris Eloisa Rojas Rojas, margariteña. Éramos cuatro hermanos. Mi padre murió en Caracas, cuando yo tenía once años y estudiaba primero de bachillerato en el liceo militar Jáuregui, en La Grita. Estuve en su sepelio. Mi nombre Pastor viene de mi abuelo Pastor Antonio Rojas Villarroel, de Los Hatos, quien fue un pionero del comercio con el delta del Amacuro y Sucre, fundó haciendas de cacao en Macareo y Macareíto, traía telas, cigarrillos y licores de contrabando en medianas cargas cuando esa actividad no se consideraba delito, llegó a ser un próspero comerciante insular. Mi abuela Eloísa Rojas de Rojas, nativa de Juangriego (calle de la Iglesia), era de origen humilde, hacía dulces con su madre Isabel y su hermana Carmen, que vendían en el mercado de La Asunción. A la muerte prematura del abuelo Pastor, la abuela Eloísa se fue a Caracas a educar a sus seis hijos. El abuelo Pastor llegó a poseer 46 casas, entre otros muchos bienes que al morir desaparecieron, incluyendo tres lanchas que se las comió el mar y cajitas de morocotas que sabe Dios adónde fueron a parar. La mitad de esas casas estaban en Caracas y la otra mitad en Margarita. De la venta de esos bienes vivieron. Los Rojas Rojas se residenciaron de Aurora a Doctor González 11-7 en la parroquia Altagracia, ubicada a dos cuadras de la Iglesia de La Pastora, hacia el norte, y del Palacio de Miraflores, al sur. La casa se convirtió en una suerte de embajada de Juangriego en Caracas.

Su vida escolar fue bastante accidentada. Cursó en tres escuelas primarias, la secundaria la hizo en cinco liceos distintos y la educación superior transcurrió en dos universidades chilenas y tres venezolanas. Todo un prolongado carrerón para graduarse finalmente de periodista en la UCV en 1981. Su inscripción en Ingeniería 15 años atrás había resultado mera obligación militante.

 LAS RUMBAS UCEVISTAS

Se tomaba muy en serio su carácter siempre jovial. “Soy un jodedor de oficio”, decía como identificación personal. Efectivamente, contra todo pronóstico y apartados los rubores políticos o ideológicos, armó dos fiestones espectaculares el día de la toma de posesión de la presidencia de la FCU de la UCV. El 19 de noviembre de 1975, el Aula Magna y la Plaza del Rectorado se desbordaron. Soledad Bravo y Gualberto Ibarreto bajo techo. El Grupo Mango y La Dimensión Latina (con Oscar D´León y Vladimir Lozano), a campo abierto.

-Una situación similar –recuerda Pastor- se había presentado en 1967 en la campaña de Juvencio Pulgar (JC) a la FCU, quien derrotó a Julio Escalona (MIR), que representaba a los sectores ultraizquierdistas que seguían propugnando la lucha armada. La JC, que estaba en vísperas de participar con el PCV en las elecciones generales de 1968 bajo la fachada legal de Unión Para Avanzar (UPA), lanzó una consigna que descalabró, con un argumento simple y demoledor, la estrategia foquista: “Entre bonche y revolución, no hay contradicción”, interpretando el sentimiento mayoritario del estudiantado”.

Lo que más sonó entonces fue el éxito mundial “Pata Pata”, con la cantante sudafricana Miriam Makeba (Sat wuguga sat ju benga sat si pata pat, narra el coro: Nos dimos la vuelta y dijimos aquí está, toca, toca). Makeba había visitado Venezuela a inicios del 67, y la fuerza de su interpretación aún se mantenía en el gusto de jóvenes y adultos.

Algo parecido también, pero con menos estruendo, a lo sucedido en las carnestolendas de febrero de 1928, en época gomecista, que aun formaba parte del romanticismo juvenil.

Más o menos así creo que fue mi amigo Pastor Heydra, un jodedor de oficio hasta el fin de sus días. Ni tan santo, ni tan malvado…

Su última producción me la entregó en abril del año pasado, como epílogo a La esperanza de una gran aurora y su arrebol, referido al ocaso del Socialismo del siglo XXI y al renacer de una nueva esperanza democrática que aún no se ha concretado. Sus últimos dos años los pasó en Valencia, España. Desde allí me enviaba saludos mañaneros por mensajería, hasta el día 21 de diciembre de 2020, en que supongo regresó a Margarita.

*Víctor Suárez, periodista venezolano. Reside en Madrid, España.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Fallece político Pastor Heydra por COVID-19
Heydra Rojas fue ministro durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez

El político venezolano Pastor Heydra Rojas falleció este 2 de febrero en el estado Nueva Esparta. Estuvo varios días hospitalizado tras sufrir un accidente cerebro vascular a causa del coronavirus.

El dirigente falleció pasadas las 5:00 am de este martes. 

Heydra Rojas fue también periodista, ministro de Información durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, diputado al Congreso y la Asamblea Nacional AN, columnista de Costa de Sol FM 93.1 y fue director del diario digital Qué pasa Margarita.
En las redes sociales, diferentes dirigentes y figuras políticas publicaron mensajes de condolencias. «Pastor Heydra fue un hombre valiente en todos los terrenos en los que luchaba por las ideas que defendía. Fue un líder estudiantil que dejó buena huella en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Como servidor público lo dio todo cuanto podía aportar, especialmente su apego a los valores democráticos», escribió Antonio Ledezma en su cuenta.

Con información de El Pitazo

Runrunes de Bocaranda: BAJO – NI ODIOS NI RENCORES

Carlos Andrés Pérez (izq) y Leopoldo López (der) dos generaciones que demuestran que la verdadera política no tiene ni odios ni rencores. Foto de CAP: presidenciave.com / Foto de López: Carlos Aranguren, El Nacional. Comp. Runrun.es.

 NI ODIOS NI RENCORES

Dos trasmisiones digitales de carácter histórico el martes pasado coparon el interés de los profesionales de la prensa. La primera, la organizada por las hermanas Pérez Rodríguez, las hijas del expresidente Carlos Andrés Pérez con motivo de conmemorar la fecha de nacimiento del líder adeco, quien el pasado martes 27 hubiera cumplido 98 años. Una organización y trasmisión vía internet con la celebración de una misa y un reconocimiento en el lugar de su morada final.

Percibí algo impecable, digno, emocional y, a la vez, con el necesario sentido político. Me impactaron las breves pero contundentes palabras del jurista Alberto Arteaga Sánchez, quien se enfocó en el hecho de que por motivo o razón alguna nunca había conocido o tratado al Carlos Andrés Pérez propio de los días gloriosos, rodeado de lo que significa el poder, líder de un partido, del hombre de Miraflores, encumbrado en la fama. Que lo conoce y trata por primera vez al día siguiente en que se dicta la sentencia judicial que lo lleva a tener que dejar la Presidencia de la República. Es decir, lo conoce cuando, según propias palabras de Arteaga, los amigos se alejan, está solo, sin poder, y –afirma el eminente jurista- lo que encuentra es a un hombre sin odios y ni rencores.

En mi criterio, este reconocimiento de tan eminente jurista venezolano eleva en la distancia la condición humana que tenía el expresidente Pérez, dado el hecho que, como lo han señalado destacados profesionales del Derecho, en el fondo detrás de aquella sentencia no hubo delito alguno, tampoco violación de la Constitución, sino una burda conspiración política que, por los demás, fue el abrebocas para que Venezuela cayera en el actual situación, pasando de ser una de las naciones más prosperas del continente, a ocupar el último lugar en cuanto a índices de pobreza, miseria, violación de los derechos humanos y corrupción.

La crisis del chavismo

La crisis del chavismo

Al doctor Arteaga le siguió en el derecho de la palabra el doctor Carlos Canache Mata, quien hizo una detallada semblanza de la carrera de CAP desde sus inicios juveniles como dirigente del partido blanco y colaborador inmediato de Valmore Rodríguez con motivo de la caída del gobierno de don Rómulo Gallegos.

Mis respetos a toda la familia Pérez Rodríguez y mi consecuente reconocimiento a los esfuerzos que “El Gocho” llevo a cabo por llevarnos a la modernidad, al progreso. Planes truncos por los intereses de aquellos “notables” quienes -por cierto- no aparecieron nunca más para contestarnos si ¿estamos mejor hoy que el 21 de noviembre de 1993?

 LEOPOLDO VS NICOLÁS

La segunda trasmisión a la que me refiero es la que nos ofreció Leopoldo López, el líder fundador de Voluntad Popular, luego de nuevamente sorprender al país entero al lograr evadir los esquemas de inteligencia y represión del régimen de Nicolás Maduro, desapareciendo de la sede de la Embajada de España en Caracas y aterrizando horas después en el Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez de Madrid, España.

La de Leopoldo López se condujo en horas de la tarde. Fue una rueda de prensa internacional para Venezuela y el mundo entero, en la cual debió atender cerca de 25 preguntas de alto calibre.

Video en el canal del diario madrileño El Mundo, en Youtube.

Ninguna duda que la prisión, la casa por cárcel y la reclusión en la sede de la embajada española, todo ello por algo más de siete años, han curtido al líder del Voluntad Popular. Como periodista he seguido profesionalmente a López desde hace 21 años.

He sido su crítico, he cuestionado decisiones y actuaciones suyas. Pero la postura y el mensaje que en esta oportunidad me trasmite es la de un político madurado, crecido, conceptual.

Menos táctico y más estratégico, mostrando en muchas de sus respuestas cifras y datos que retratan con asertividad el calamitoso estado de la actual Venezuela. Pocas veces he escuchado tanta contundencia, firmeza y convicción para definir al régimen de Nicolás Maduro como lo ha hecho en esta oportunidad Leopoldo López. “Dictador“ y “asesino” fueron las dos expresiones reiteradamente utilizadas para identificar al usurpador de Miraflores.

Dos veces respondió sobre lo que pudo ser la pregunta capital del encuentro: ¿A qué se va a dedicar ahora? Respondió que a tres cosas: a lograr unas elecciones presidenciales, a que los responsables de las violaciones de los derechos humanos en nuestro país terminen ante la justicia internacional y a aliviar el sufrimiento que actualmente vive la población buscando ayuda humanitaria y financiera.

De diversas maneras se le preguntó por la forma cómo salió de Caracas y apareciendo en Madrid retratado junto a su esposa y tres hijos. Al respecto fue preciso: debo proteger a quienes me ayudaron, por ahora no puedo explicar cómo lo hice, pero que lo dirá más adelante. “Solo cinco personas estuvieron al tanto, ni siquiera mi esposa sabía”, señaló.

López también aclaró el reciente y novedoso debate que existe entre los venezolanos en cuanto a las conveniencias de que en las elecciones americanas de este martes 3/N gane el republicano Trump o el demócrata Biden. López fue preciso en cuanto a recordar que el apoyo de los Estados Unidos de América al presidente interino Juan Guaidó y a la democracia venezolana es un acuerdo bipartidista de los dos grandes grupos políticos del país del norte.

No sé si sea un razonamiento un tanto especulativo de mi parte, pero esta fuga de López de las garras del régimen me parece puede traer nuevos alientos para la oposición democrática unida.

Y que quede claro los dos comentarios anteriores que sean interpretados sin ambages. De mi parte, ningún vínculo con Acción Democrática, ni con el perecismo político y mucho menos con Voluntad Popular. Mi apuesta ha sido y es por la libertad de Venezuela. ¡Que el cielo nos oiga!…

 PROCESIÓN EN LA FANB

Es alarmante que muchos de los oficiales fallecidos recientemente no hayan sido atendidos en los hospitales militares. El domingo anterior amanecieron con 3 casos. El GB Oscar Córdova Guedez no fue atendido en el Hospital Militar de Maracay, ni en una clínica de la zona porque el seguro no cubre ni para un examen. Finalmente lo ingresaron al IVSS, donde falleció; el Cnel. Angulo Dávila falleció en el Hospital Universitario de Mérida; y el Cnel. Escola Morales falleció en el Hospital de Coro. Quien me informa desconoce los pormenores de estos dos últimos casos, pero es altamente preocupante la recurrencia del personal militar y sus familiares que tienen que pasar días en las instalaciones militares mendigando la asistencia médica para “los asegurados”.

 ¿SERA PACÍFICO ESTE 4N EN EE. UU.?

El escritor Javier Cercas en su columna en el diario El País hace dos días alerta a los estadounidenses sobre la votación del martes 3N haciendo un análisis de lo que ha sido Trump para su país. Coloco solo un segmento de ella para darnos cuenta de lo que se juega en el Norte:

“¿Acabará de matarse la nación más poderosa de la tierra? ¿Elegirán de nuevo los norteamericanos, pasado mañana, a un presidente que ha partido por la mitad Estados Unidos, erosionado profundamente sus instituciones democráticas, degradado la vida pública hasta el límite y regado el veneno de la discordia por doquier, además de haber encerrado en sí mismo a su país y haberlo reducido a la progresiva irrelevancia internacional? Si Trump gana las elecciones, la calamidad está asegurada; pero, si las pierde, puede ser aún peor, porque las impugnará. “Sólo puedo perder estas elecciones si están amañadas”, ha dicho. Quien sepa rezar, que rece”.

Trump es La Vendée

Trump es La Vendée

Precisamente, atendiendo esa preocupación, las tiendas Walmart -con 4756 sucursales en los 50 estados- retiraron desde el sábado todas las armas que vendían en sus sucursales. Esto en prevision de disturbios y desórdenes públicos en algunas ciudades ante el peligro de la demora del conteo o recuento de votos que podría llevarse varios días. También por el temor a la impugnación de resultados por uno de los candidatos.