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Vivir con el temor a una oscuridad perenne
Este 7 de marzo se cumple un año del mega apagón nacional y habitantes de Táchira y Zulia, dos de los estados más afectados por el corte eléctrico, coinciden en que temen un episodio similar al de 2019
El presidente de la Asociación Venezolana de Ingeniería Eléctrica, Winston Cabas, dijo que de los 34 mil megavatios disponibles en Venezuela solo están en funcionamiento 8 mil.
De acuerdo al Comité de Afectados por los Apagones, 87.610 fallas eléctricas se produjeron en el territorio nacional durante 2019. En lo que va de este año se han contabilizado 10.210 interrupciones
En Caracas se han producido interrupciones y bajas en el servicio en las últimas horas. También en los estados Portuguesa, Barinas, Mérida, Táchira y Aragua 

 @franzambranor

Para Rosalinda Hernández la cotidianidad en el estado Táchira se divide en antes y después del 7 de marzo de 2019. Luego de esa fecha en la que se produjo un apagón nacional de al menos 96 horas, la vida dio un vuelco para los habitantes de esa región.

Cada vez que hay un bajón de luz, Rosalinda sufre un deja vu. Se traslada automáticamente a marzo del año pasado, cuando la ciudad era un caos por el prolongado corte de servicio eléctrico y la incertidumbre era la principal constante en las calles.

Aunque el gobierno esgrime la tesis de que el mega apagón fue producto de un sabotaje orquestado desde los Estados Unidos, el presidente de la Asociación Venezolana de Ingeniería Eléctrica, Winston Cabas, sostuvo que la falla se originó debido a un incendio en la subestación Malena, cercana a la represa del Guri, luego del sobrecalentamiento de dos de las tres líneas de 765 kilovoltios. 

La falla activó el sistema de protección de la central de Guri e igualmente una salida de sincronización de la represa de Caruachi. También provocó la caída del sistema del bajo Caroní y dejó operando únicamente la central hidroeléctrica de Macagua.

Venezuela en ese momento pasó a depender del sistema termoeléctrico, que representa apenas 2.500 megavatios, los cuales no alcanzaron para que Rosalinda y el resto de los tachirenses tuvieran electricidad en sus casas.

De acuerdo a Rosalinda los apagones no han cesado en San Cristóbal. “El 15 de febrero de este año hubo uno de 18 horas. Que se vaya la luz ahora forma parte de la cotidianidad del tachirense. Está latente el temor de volver a vivir algo como lo del 7 de marzo”.

Según el Comité de Afectados por los Apagones, 87.610 fallas eléctricas se produjeron en el territorio nacional en 2019, un promedio de 240 cortes por día. El estado Zulia se llevó la peor parte con 5.000 horas sin servicio de electricidad. 

De acuerdo al Comité de Afectados por los Apagones, las pérdidas por electrodomésticos dañados a nivel nacional superaron los 20 millones de dólares. 

En lo que va de 2020 han contabilizado 10.210 interrupciones. 

A horas de cumplirse un año de la fatídica fecha, Caracas ha padecido de interrupciones eléctricas en varios sectores. Este jueves 5 de marzo, La Florida, La Campiña, El Bosque, Las Palmas y Bello Monte se quedaron sin servicio por un lapso de 10 horas. La corriente se restableció en la noche, pero en algunas urbanizaciones se volvió a ir en la mañana del 6 de marzo. También en estados como Portuguesa, Barinas, Mérida, Táchira y Aragua se reportaron fallas. 

Tierra del sol no muy amada 

En el mismo eje fronterizo con Colombia, a 438 kilómetros de distancia, en Maracaibo Orlando Aguirre igualmente considera que el 7 de marzo de 2019 marcó un punto de quiebre en el país.  

“Desde ese momento todo cambió de la noche a la mañana. Fue un episodio crítico en Maracaibo. Fue sumamente difícil tener que replantearse el estilo de vida”, dijo Orlando.

A diferencia del Táchira, después del apagón nacional, el estado Zulia quedó con un régimen de racionamiento de 12 horas diarias, divididos en bloques de 6 horas.

“No sé qué será peor”, salió al paso Rosalinda desde Táchira. “Porque al menos ellos tienen noción de cuando se les va a ir la luz, nosotros no”, agregó.

Con un hijo de 9 y una niña de 5 años, a Orlando le tocó hacer malabares para mantener la cordura en esos aciagos días de oscuridad prolongada. “Tuvimos que mudarnos del apartamento por una temporada. La carestía de los servicios hizo más hostil la convivencia en todos los sentidos. El sálvese quien pueda se sentía en la ciudad. Toda la familia tuvo que adaptarse a las circunstancias, incluso los niños”. dijo Orlando.

 

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La abuela de Orlando falleció el 5 de marzo, dos días antes del apagón. Junto a su hermano Carlos le tocó gestionar el sepelio y el entierro de su familiar en medio de una hecatombe.

Cerca de la casa de la madre de Orlando en la urbanización marabina de Sabaneta, comercios fueron saqueados, la estaciones de gasolina estaban clausuradas, no había agua potable y el transporte colectivo era inexistente. Era como una ciudad del lejano oeste a punto de ebullición.

De acuerdo a estimaciones de Fedecámaras, 20% de los establecimientos comerciales, alrededor de 600, fueron saqueados en el estado Zulia durante el apagón de 2019, generando pérdidas de hasta 1.000 millones de dólares.

En San Cristóbal, la historia tenía grandes similitudes. Uno de los aspectos que más recuerda Rosalinda era la imposibilidad de establecer contacto a distancia. “Cada vez que se va la luz quedamos incomunicados, porque las operadoras de telefonía celular colapsan”, sentenció Rosalinda. 

Sombras nada más

Para Winston Cabas, la posibilidad de experimentar una situación parecida o peor a la de marzo de 2019 es cada día mayor.

“Si no hay inversión, no se hace mantenimiento a los equipos, no hay personal calificado en la empresa eléctrica y se han ido alrededor de 22 mil profesionales de Corpoelec, es obvio que las cosas seguirán en picada”, dijo el presidente de la Asociación Venezolana de Ingeniería Eléctrica. 

A juicio de Cabas, la inversión de 30 mil millones de dólares que se hizo hasta 2016 atendiendo el decreto de emergencia eléctrica de Hugo Chávez en 2010 para supuestamente recuperar el sistema, se perdió.

“Beneficiaron a algunos grupos allegados al gobierno para comprar plantas termoeléctricas a países aliados del chavismo. Muchas de ellas ya estaban usadas y las vendieron como nuevas”, dijo Cabas. 

 

La oscuridad puede prolongarse en Venezuela 

 

De acuerdo al ingeniero eléctrico, de los 34 mil megavatios que posee Venezuela, apenas se disponen de 8 mil para satisfacer la demanda nacional.

Cabas hizo especial énfasis en la central de Tocoma en el río Caroní, cuyo costo se elevó a 9 mil millones de dólares y hasta ahora no ha generado ni un megavatio y también al Parque Eólico de Paraguaná, que sigue sin producir energia electrica.

¿Hay luz al final del túnel?

Con una inversión mil millonaria financiada por organismos internacionales y el cambio de la política administrativa, Winston Cabas considera que se puede recuperar el sistema eléctrico en Venezuela en un lapso de 5 a 6 años.

“Mientras no haya una alteración en la estructura política del país, la vulnerabilidad del sistema lamentablemente va a continuar”, dijo el experto en materia eléctrica.

Cabas debió irse de Venezuela luego que el constituyentista Diosdado Cabello lo acusara de conspirar contra la República a raíz de unas declaraciones que dio sobre la situación eléctrica.

Orlando Aguirre aseguró que el marabino ha buscado formas de sortear el drama de la electricidad en la región. “Aquí es muy común que la gente tenga una planta eléctrica, no tienes que ser una persona de clase alta para contar con una”, dijo. 

Rosalinda Hernández sostuvo que el tachirense se refugia en la cercanía con Colombia para paliar la crisis de los servicios públicos.

“Lo único que nos salva es que Cúcuta queda a 40 minutos. A veces me ha tocado ir a trabajar para allá, porque hay luz y el internet vuela”, indicó la tachirense. 

Por ahora, tanto Rosalinda como Orlando aseguran que seguirán en sus respectivas ciudades, pese a la fragilidad del servicio eléctrico.

“Yo estoy enamorada de este país y tengo fe en que las cosas van a cambiar y vamos a salir fortalecidos de todo esto”, aseveró Rosalinda.

“Me ha pasado por la cabeza irme de Maracaibo, pero las ganas de quedarme y de afrontar esta situación son mucho más fuertes. La clave de todo esto es que para permanecer aquí tienes que tener un plan, de lo contrario el colapso casi que te puede hacer enloquecer. Nos ha hecho crecer mucho el hecho de saber manejar las adversidades y no desesperarse”, sentenció Orlando.