Entrevista | Enrique Berrizbeitia: “Venezuela es dolor, pero también esperanza” - Runrun
Entrevista | Enrique Berrizbeitia: “Venezuela es dolor, pero también esperanza”

@cjaimesb

Culto, refinado, diligente. Curioso y esmerado. Elegante y discreto. Enrique Berrizbeitia se formó en un hogar donde el arte y la música estaban presentes a diario y pudo así, desde niño, darle rienda suelta a su exquisita sensibilidad, que continuó a través de sus estudios de Arquitectura y luego con un postgrado en Milán, Italia, donde se volcó a su pasión por la ópera. Hubiera deseado ser cantante, pero en vez de frustrarse por no tener voz, canalizó su entusiasmo convirtiéndose en productor musical y escenógrafo, el mejor que hemos tenido en Venezuela. Con un grupo de amigos fundó los “Amigos del Teresa Carreño”, que funcionó hasta que el teatro se destinó a otros “usos”.

Recuerda, no sin cierta nostalgia, la época dorada del Teresa Carreño, donde pasaron casi todas las luminarias de la época. La crisis del sector cultural en Venezuela la ha asumido con creatividad. Y desde hace dos décadas, y gracias a la aparición del DVD de alta definición, presenta en el Trasnocho Cultural las mejores producciones mundiales de ópera, danza y zarzuelas, que adereza con sus comentarios llenos de erudición para un público que lo sigue desde que comenzó en esas lides.

En su amigo de toda la vida, el ingeniero Pololo Márquez, prematuramente fallecido, tuvo una feliz alianza tanto en la remodelación del Teatro Municipal, como en la Compañía Nacional de Ópera Alfredo Sadel y las producciones de zarzuelas y clases de apreciación musical.

Cree fervientemente que el país sería mejor si se hubiera trabajado en mejorar el nivel cultural de los ciudadanos. Pero tiene esperanza en que lograremos tener el país que soñamos.

– ¿Cómo se originó tu sensibilidad para el arte y la música?

– Siempre doy gracias a Dios por haber nacido en una familia que me dio las herramientas necesarias y las posibilidades de tener buenos ejemplos y una sólida educación, tanto en casa como en los institutos educativos que tuve la oportunidad de frecuentar en toda mi época de formación.

Mis padres y familia más cercana, sin ser músicos, tuvieron siempre presente la afición por la música y en mi casa, desde que tengo memoria, era costumbre oír sonar un instrumento musical. Mi padre tenía por afición tocar el violín, de hecho, yo conservo su violín, que se lo regalaron mis abuelos cuando él era joven.

En casa, mi padre levantó una biblioteca donde tenía su tocadiscos de alta fidelidad que atesoraba y en él, siempre que podía y descansaba, ponía sus discos “extraños”, como a mí me parecían. Tendría yo alrededor de siete años cuando, atraído por lo que de ese aparato salía, me sentaba a su lado lleno de curiosidad y de miedo, pero al mismo tiempo fascinado. Digo fascinado con las historias que mi papá me contaba, quizás aumentando la atracción de lo que significaban. Te puedes imaginar, eran historias hasta cierto punto incomprensibles que recuerdo; se trataba del Rigoletto con su bufón deforme, la loca Lucia di Lammermoor y la tísica Violetta de La traviata, sin hablar  de la audaz gitana Carmen.

Pero apartando esas historias que a esa edad no comprendía bien, mi papá me guiaba por los maravillosos pasajes musicales, por supuesto haciendo hincapié en los momentos más fáciles y “tarareables” de las obras. Me hablaba de los grandes intérpretes que eran muy famosos en esa época y a mí todo eso, sin entenderlo, me gustaba. Recuerdo que, de siete hermanos que éramos, yo, si no estaba invitado, me colaba en sus audiciones de música. Mi madre igualmente contribuyó con mi sensibilidad hacía el arte y la música, pues en casa siempre sonaba algo en el aparato, desde música popular de la época hasta zarzuelas y música clásica. Los cuatro hermanos mayores tuvimos sensibilidad hacia este maravilloso género, aupados por unas tías, pero nunca con la devoción que yo le profesaría.

– Eres el mejor escenógrafo que tenemos en Venezuela. Tu bagaje de arquitecto más una buena dosis de buen gusto han sido pilares importantes en ese trabajo, pero hay algo más, quizás intangible. ¿Qué es?

– Todo ese mundo maravilloso que se me fue abriendo lo traté siempre de compartir con las personas que me rodeaban, de alguna manera que no conocía. Tenía que llevarlo a la práctica para el disfrute de todos.

Mi sensibilidad por lo hermoso me llevo a estudiar Arquitectura sin desligarme nunca de mi pasión, que es la ópera. Mientras estudiaba -y cuando tenía un dinerito extra- me compraba un disco de acetato de ópera y así incrementaba mi discoteca, mi formación y, en cierta manera, tapaba la frustración de no poder ser un cantante de ópera. Pocos años después de graduado de arquitecto mi papá me preguntó si quería irme fuera a estudiar y adónde. Inmediatamente me decidí por Milano, Italia por su Escuela de Diseño y por el Teatro alla Scala di Milano, el gran templo mundial de la ópera. Así logré tres propósitos en uno: estudiar en una afamada escuela de diseño, tener un abono en la Scala y poder visitar diferentes teatros y nutrirme con la estadía de tres maravillosos años de toda la sensibilidad que representa estar en el país más rico en arte y en ópera.

Al regresar a Caracas y trabajar en Arquitectura, el destino y Salvador Itriago me llevaron al teatro próximo a inaugurarse, el Teresa Carreño. Con un grupo de buenos amigos y melómanos decidimos formar los Amigos del Teatro (Teresa Carreño) y así, por 25 años, tuve la oportunidad de desarrollar de cierta manera mi formación para hacer disfrutar al público de todo ese fascinante mundo que es el teatro, a través de la música, el ballet y la ópera.

Creo firmemente que sin público con quien compartir, todo esto se pierde y la razón del hacer cultural desaparece y qué más podemos pedir cuando por años, noche tras noche, el público con sus aplausos y euforia premiaba las presentaciones que allí se celebraban.

– Tus conocimientos de ópera te han llevado a hacer felices a muchos amantes del género –no de los más populares en Venezuela, por cierto- con las magníficas producciones que proyectas y comentas desde hace tantos años y de los viajes que has organizado. Háblame de tu recorrido por la ópera

– Eso que has dicho es justamente lo que siempre he buscado hacer en lo posible, felices a muchos, pues para eso estamos los que de algo sabemos de este género y es parte de lo que nos apasiona de él.

Aparte del conocimiento que fui adquiriendo por tantos años escuchando, disfrutando y estando cerca del mundo de la ópera, pude profundizar mucho, primero trabajando ad honorem, en los años setenta, en las temporadas de óperas en el Teatro Municipal de Caracas (como parte del Comité Juvenil de la Ópera), para luego pasar al Teresa Carreño, donde logré hacerme durante esos veinticinco años de la experiencia suficiente como administrador cultural, productor de espectáculos de óperas, conciertos, presentación de grandes figuras de la lírica mundial como Luciano Pavarotti, Renata Scotto, Dmitri Hvorostovsky, Dolora Zajick , Samuel Ramey, entre otros.  Paralelamente fui director general de la Compañía Nacional de Ópera Alfredo Sadel, tratando de ayudar al desarrollo del cantante lírico venezolano. Y por último, y no menos importante, mi trabajo como escenógrafo en las disciplinas de la ópera, la zarzuela, el teatro y espectáculos musicales como la Navidad entre amigos.

Entrevista | Enrique Berrizbeitia: “Venezuela es dolor, pero también esperanza”, por Carolina Jaimes Branger
Enrique Berrizbeitia con Pavarotti (izq.) y Piotr Bezcala (der.)

Por supuesto en el mundo de  escenografía para óperas pude poner en práctica todos los conocimientos adquiridos y experiencias clave para lograr un resultado satisfactorio.

A medida que la situación en el país fue cambiando y las ayudas para el sector cultura -tanto de la parte gubernamental como privada- fue mermando, con la aparición del DVD, pude llevar a un público, aunque más reducido, pero igual de apasionado. Videos de espectáculos líricos, todo lo que en los mejores teatros de mundo se presenta en el campo de la ópera, la zarzuela, la música y el ballet. Y aún hoy día, no obstante las restricciones, en el Trasnocho Cultural continuamos con nuestras tardes de ciclos de óperas.

– La pandemia ha cambiado todo y tendremos todos que adaptarnos a vivir de otra manera. ¿Cómo visualizas el futuro de la cultura que básicamente es una actividad de masas?

– La pandemia ha cambiado nuestra vida un tanto desaforada que hasta el 2019 vivíamos y pienso que tenemos aun mucho que reflexionar. El problema es que al ser humano le cuesta cambiar y es cada vez más independiente, mientras más joven es.

También cuenta el país donde nos encontramos, en el nuestro es bastante difícil y nos sentimos más frágiles. Pero existen países donde el ciudadano está mejor atendido y se siente más seguro, pues todo funciona mejor y se puede tener confianza en un futuro más cercano. En España, por ejemplo, muchos teatros han vuelto a abrir sus puertas y el público asiste bajo estrictas normas de seguridad.

Aunque las tecnologías están marcando las nuevas pautas, hay algo que no podemos negar, el factor presencial, que es el que siempre marcará la relación entre el artista y el público.

No podemos permitir que esta relación física artista-espectador se pierda, ya que contribuiría a una frialdad y apatía de los nuevos espectadores, significando un cambio total en la actividad cultural.

– La zarzuela es un género de gran aceptación en Venezuela. Montaste con gran éxito varias producciones. Cuéntame de esas experiencias, donde compartiste con ese gran señor que fue Pololo Márquez.

– La zarzuela es un género por el cual tengo gran estima, un inmenso respeto, y siempre lo defiendo de tantos detractores que lo catalogan como un género menor.

La zarzuela es música, canto, color y alegría. Recuerdo entrañablemente las grandes temporadas de zarzuela del Teatro Nacional de Caracas, que en principio me llevaban mis padres y luego iba solo o con amigos casi a diario al menos dos temporadas al año, que duraban de dos a tres meses, donde se presentaron innumerables títulos muy conocidos y otros nuevos para nosotros. De allí saqué en conclusión que en Venezuela -y especialmente en Caracas- siempre ha existido una afición y gusto especial por la zarzuela.

Otra experiencia importante fue haberme encontrado hace muchos años con mi cómplice lírico, Pololo Márquez, con quien tuve muchos años de amistad y colaboración. Cuando me tocó estar al frente de Fundapatrimonio y encargarme de la restauración de Teatro Municipal para abrir nuevamente sus puertas, no vacilé en llamar a Pololo para emprender juntos este hermoso proyecto y servirme de su capacidad como ingeniero y planificador. Paralelamente compartíamos esa afición por la ópera y por la zarzuela en los años que estuvimos frente a la Compañía Nacional de Ópera. Logramos hacer para la compañía varios montajes de zarzuela, siempre con el respaldo de un entusiasta público. Luisa Fernanda, La corte del faraón, La verbena de la paloma, Las Leandras, Alma llanera… fueron títulos que quedaron grabados en las mentes de quienes tuvieron la oportunidad de verlas.

– ¿Qué es lo más difícil de trabajar en el sector cultural en Venezuela?

– La cultura siempre ha sido y -en especial en Venezuela- muy mal atendida por el sector gubernamental y poco apoyada por el sector privado. Han sido muy pocos los que aquí han logrado mantener una tranquilidad en su hacer cultural, y así procurar un desarrollo de las actividades en cada una de las disciplinas. Un país como el nuestro estoy seguro de que sería un tanto mejor si hubiésemos aumentado el nivel cultural para lograr elevar el nivel de vida de cada ciudadano.

– ¿Qué significa Venezuela para Enrique Berrizbeitia?

– Para mí Venezuela es todo, son mis raíces, es el espacio que me permitió crecer, donde siempre estarán los míos, donde he tenido mis alegrías, mis logros y donde se me ha permitido ser alguien. Pero también hoy día Venezuela es frustración, tristeza y dolor, por todo aquello que se perdió y que no supimos o no quisimos mantener. Por la pérdida de valores y la equivocada ruta que hemos tomado.

Por último, debo decir que Venezuela igualmente es esperanza, pues nuevamente tendrá que retomar ese rumbo. Con la alegría, capacidad y mejor visión de la gente podremos construir ser el sitio al que siempre deseamos  volver.