Separando el trigo de la paja - Runrun
Julio Castillo Sagarzazu Feb 07, 2020 | Actualizado hace 3 semanas

@juliocasagar

 

En las últimas horas se han producido tres importantes declaraciones que nos permitiremos resaltar. Las han emitido tres importantes personalidades que han mantenido, desde hace un tiempo, una actitud de distancia critica frente a Juan Guaidó y su desempeño en esta dura e inédita aventura de la presidencia interina.

Se trata de Carlos Blanco, Antonio Ledezma y Diego Arria. La sola mención de sus nombres nos evoca la de tres personajes de una amplia experiencia política y un background de responsabilidades públicas de primera línea en el país.

Sus tres tomas de posición han tenido un sustrato común de correcta apreciación sobre el éxito de la gira de Guaidó, que aún no culmina y además (algo digno de resaltar) dejan entrever un razonable sentimiento, sobrio y comedido, pero importante de emoción venezolana al expresarlas.

Esto no es un hecho menor. Se trata de una situación que nos abre la puerta para recomponer el frente interno de las Fuerzas Democráticas del país. En una nota anterior aludíamos (estábamos en el comienzo dela gira de Guaidó) que esta iniciativa nos estaba dando la oportunidad de volver a congregar a los elementos no colaboracionistas con el régimen en una plataforma de lucha común contra la dictadura.

Pues bien, bienvenidos sean estos hechos que confirman esa posibilidad y ese desafío del cual hablamos.

Veamos, regresemos a un intento de analizar el tema. Las tres declaraciones tienen un elemento común importantísimo: Se trata del reconocimiento del liderazgo de Guaidó y su capacidad para haber concitado a su alrededor el apoyo internacional que nuestra causa tiene en estos momentos. Este es un hecho de primera importancia porque la oposición venezolana está llena de liderazgos buenos que con toda legitimidad y derecho pueden postularse para asumir cualquier responsabilidad. De manera que el reconocimiento del papel que Juan Guaidó juega en este momento es clave para sentar las bases de este relanzamiento de la opción unitaria. Se trata en efecto, del reconocimiento de que estamos en el momento de Guaidó y que es ahora el porta estandarte de esta gesta.

El otro elemento común de las tres declaraciones es el de volver a poner la esperanza como elemento central de nuestra lucha, echando un balde de agua fría a los aguafiestas que solo ven el vaso medio vacío y por ello se niegan a participar y el tercero, pero no menos importante, es el reconocimiento de que efectivamente estamos en otra etapa, una más elevada, de la lucha por nuestra libertad y por recuperar la democracia.

Estas tres declaraciones, tienen además otro mérito, han separado la paja del trigo y han dejado en la cuneta de la ridiculez a quienes aún se alinean con los argumentos palurdos de la descalificación de Guaidó, de la grosería ramplona y de la desesperanza cómplice de la dictadura.

Igualmente refuerzan el sector que ha denunciado a los tránsfugas de la oposición, a las fracciones CLAP, a los mordidos por la Operación Alacrán, a los gorreros de los financistas del gobierno y a los aspirantes a Mariscal Pétain que aún sobreviven en este lado del charco.

¿Qué quedan otros agazapados? ¿Qué aún hay problemas y diferencias?

Seguramente habría que responder con un sí. Pero no es lo mismo avanzar recomponiendo nuestro frente que arrastrarnos padeciendo la hemiplejía de antes de la gira de Guaidó.

Estamos frente a un gran momento. Maduro mas solo y errático que nunca, mareado después de este knock down y sin saber dónde está la esquina y nosotros con un segundo aliento.
¡No lo desaprovechemos!