El régimen que se implantó hace veinte años pulverizó Venezuela. Predicaron que era necesario destruir algunas cosas para crear otras. Se intoxicaron con algunas de las obsoletas ideas de Marx y quizá alguien les contó sobre el libro de Schumpeter Capitalismo, socialismo y democracia, que postula la tesis de la destrucción creativa. Destruyeron lo mucho o poco que habÃa y no construyeron nada. Además, sembraron odio y desconfianza, debilitando aún más nuestro escaso capital social.
Ante el cambio que se avecina, nuestra sociedad debe presionar para crear algo diferente al pasado. El ingreso petrolero ha sido administrado por el Estado, el cual poco antes de la estatización logró disponer del 86% del pastel , y de un cien por ciento a partir del 1976. Como consecuencia, nuestro Leviatán ha sido dueño de vidas y haciendas y muy pocas veces lo ha hecho bien, por lo que sufrimos sus consecuencias.
Cambiar la mentalidad es el reto que tiene la nueva generación de polÃticos y de dirigentes del resto de la sociedad civil. La situación actual de Venezuela no es la de la mÃtica Juaja andaluza, ni de la histórica Jauja peruana. ¿Tendremos la voluntad y el coraje de cambiar las instituciones y entender que el Estado está en la carraplana y por ello debe limitarse a invertir en educación, salud e infraestructura y dar incentivos, no subsidios, para que el sector privado desarrolle empresas competitivas, asà como corregir desigualdades ?
Instituciones como el sistema judicial y el Consejo Nacional Electoral no deben estar en manos de activistas polÃticos, ni de timoratos que acepten instrucciones de quien esté en MIraflores. Es una inmoralidad seguir pensando en una repartición de cargos, donde gobierno y oposición tienen una cuota y nuestros embajadores y cónsules deben ser profesionales de carrera que promuevan oportunidades de negocio.
El Estado no puede ser mudo, ni indiferente ante las injusticias sociales, pero tampoco dueño de compañÃas, tener poder de decisión sobre las empresas que deben existir, ni sobre el control de precios. Aquello que predicaba Ludwig Erhard de tanto mercado como sea posible y tanto estado como sea necesario, puede ser una guÃa.
Recientemente, el ingeniero Enrique Vásquez escribió sobre Privatización: la vÃa obligatoria para la reconstrucción de Venezuela, en donde señala que todos nuestros gobiernos, desde 1958 hasta 1998, han sido de izquierda. Recalca la diferencia entre el primer perÃodo de Carlos Andrés Pérez, cuyas polÃticas abonaron el terreno para la crisis actual, entre ellas la nacionalización del hierro y el petróleo, complementadas por un enorme crecimiento del gasto público, emisión de deuda y aumento desproporcionado del tamaño del Estado. Por el contrario, en su segundo perÃodo, decidió revertir sus polÃticas socialistas y populistas mediante la liberalización de la economÃa, pero ciertos egoÃsmos polÃticos frustraron los planes basados en la competitividad y el libre mercado. Vásquez destaca los logros de la Cantv, Sidor y Electricidad en manos del sector privado y recomienda la privatización de Pdvsa.
Leer La ilusión de la siembra del petróleo,publicado por el Cendes, al que nos referimos en artÃculo pasado, nos motivó a releer Por qué fracasan las naciones, de Acemoglu y Robinson, quienes sostienen que las causas de las desigualdades entre paÃses no se deben a la geografÃa, a la cultura o a la ignorancia, sino a problemas básicos relacionados con las instituciones polÃticas y económicas. Estas deben asegurar la propiedad privada, contar con un sistema no sesgado de la ley y proveer servicios públicos que permitan intercambiar y contratar, asà como permitir la entrada de nuevos negocios.
La recuperación económica será difÃcil. La producción de petróleo es de apenas un millón de barriles por dÃa. Se requerirán grandes inversiones y recursos humanos calificados. Estos últimos tuvieron que emigrar porque aquÃ, tanto Pdvsa, como las empresas de servicios les negaron empleo. Antonio Cardona, uno de los gerentes meritocráticos de la Mesa de Guanipa nos recuerda que la empresa Schlumberger rechazó contratar a personal despedido de Pdvsa a raÃz del paro cÃvico del 2002. Lo mismo sucedió con las petroleras Total, Statoil y Chevron, asà como con otros profesionales en diferentes organismos. Para que regresen parte de estos profesionales, se revierta la fuga de capitales y se logre el desarrollo deseado serán necesarios cambios institucionales que garanticen estabilidad y confianza, entre otras cosas.
Como (habÃa) en botica: Luis Urrutia fue un destacado profesional petrolero en la Costa Oriental del Lago. Para defender principios y valores de la democracia y no ser cómplice de la dictadura se sumó al paro cÃvico del 2002, por lo cual fue despedido pero, hasta hace unos dÃas, continuó la lucha por una mejor Venezuela. Gente del Petróleo, Unapetrol y los demócratas lloramos su partida prematura. También lamentamos el fallecimiento de Alfredo Weill, quien luchó por la transparencia electoral.Respetamos y apreciamos la fracción 16J, liderada por MarÃa Corina y Ledezma, pero serÃa deseable que no hagan público sus diferencias con el resto de la oposición y que no presionen a Guaidó ¡ No más prisioneros polÃticos, ni exiliados!
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