El Mesías esta en nosotros, por Armando Martini Pietri
El Mesías esta en nosotros, por Armando Martini Pietri

líderes

 

A lo largo de la historia los venezolanos siempre hemos estado buscando un mesías, líderes iluminados que se encarguen de nosotros y nos resuelvan los problemas. Por eso nuestra historia es una sucesión plagada de demagogos ofrecedores de ilusiones, palabreros y lenguaraces de maravillas, nombres rimbombantes de revoluciones como una inquebrantable constante. La tuvimos “Independentista” proceso jurídico-político entre 1810-1823; “Libertadora” guerra civil 1901-1903; “Liberal Restauradora” en 1899 se inició desde Colombia una incursión a Venezuela, conocida como la “invasión de los 60”; “Federal” enfrentamiento militar entre conservadores y liberales siglo XIX conocida como Larga o de los 5 años; “Azul” insurrección armada en el contexto de la guerras civiles 1867-1868. Entre unas y otras se pierde la cuenta de los caudillos civiles y principalmente militares que han prometido paz, prosperidad y libertad, para que el siguiente las vuelva a cacarear porque el anterior no cumplió.

La más reciente, la “Bolivariana”, que se auto revolucionó cuando Chávez se dejó enamorar, conquistar y seducir por Fidel y, como Carlos Andrés Pérez años antes, se creyó sucesor directo de Simón Bolívar y su legado –palabreja que al chavismo le fascina-, líder de América Latina y de cualquier otro país que fuera más o menos anti imperialista, anti gringo y no alineado –aunque los «no alineados» terminaban habitualmente alineándose con aquella Unión Soviética que tras hambrear, esclavizar y asesinar a sus propios pueblos, terminó desmoronándose. 

Lo cierto es que alardeamos y presumimos de ser astutos y avispados pero sucumbimos castos una y otra vez, caudillo a caudillo. ¿Cómo se puede razonar y entender que una mayoría haya votado por alguien como Nicolás Maduro para Presidente, heredero del comandante y, a través de él según su propia pedantería, del propio Libertador? ¿Quién pudo creer semejante falsedad? Siete millones y pico de venezolanos, eso es lo triste.

Otra realidad, que siempre negamos, es que no existe el mesías –excepto el Hijo de Dios, que nunca ofreció beneficios terrenales, sino que planteó una vida de sacrificio, honestidad, decencia, trabajo y esfuerzo para después ser merecedor del cielo. Los mesías chucutos de nuestra política ofrecen el paraíso aquí mismo y este año, nada de sacrificarse; el mesías, sus hombres y mujeres de confianza se encargarán de todo. Allí es donde caemos por inocentes y ponemos la torta, porque no nos parece extraño ni anormal, no analizamos ni reflexionamos, le damos apoyo y nos sentamos a esperar que nos dé. Y aún peor, mientras él y sus compinches agarran para ellos, los bolsas -“pendejos”-, nos llamó Uslar Pietri- seguimos esperando promesas y el piar de pajaritos. 

Cuando trascurre el tiempo, las fantasías e ilusiones se van desgastando hasta no ser ya sueños sino pesadillas, entonces finalmente y poco a poco, empezamos a salir a la calle a protestar pero siempre con las orejas dispuestas a los cantos de algún nuevo mesías. Definitivamente no aprendemos la lección.

Hay líderes mejores y peores, seamos conscientes, reconozcamos que habitualmente seguimos, escuchamos y votamos por los peores. Los que tengan edad hagan un ejercicio de memoria y recuerden por quiénes hemos sufragado desde 1968 para acá, un análisis que con descarnada sinceridad todos deberíamos hacer.

Tras décadas de malos gobiernos, de derroches, de errores, de corrupción, de complicidades, de pérdidas de oportunidades para el progreso e ingresar al mundo desarrollado y de primera, ya va siendo hora de que entendamos que no hay un mesías sino algo más de 30 millones, porque los mesías debemos ser, somos, nosotros mismos.

Los ricos y adinerados de verdad no son los ladrones de divisas del Estado ni los que ganan contratos para robarse el dinero del anticipo y no hacer nada. Los millonarios probados los tenemos, y muchos, en Venezuela. Desde mega empresarios hasta el kiosquero que 7 días a la semana madruga para abrir su kiosco a las 6 de la mañana y trabaja sin parar hasta que cae la noche; el conductor de “por puestos” aunque algo mal educado y peor encarado, trabaja doce horas diarias para pagar su autobuseta, cauchos de mala calidad que no duran, repuestos que no consigue, baterías que se las roban. Pero que nos permite movernos por toda la ciudad. 

Recorran Bello Monte y Colinas, parte de Las Mercedes, la Candelaria, algo de Catia y tantas otras urbanizaciones, ciudades, pueblos y caseríos, que fueron construidas por inmigrantes españoles, portugueses, italianos y de tantas nacionalidades que llegaron al país con lo que tenían puesto, con una mano adelante y otra atrás, que empezaron a trabajar con pico y pala, fueron ahorrando, aprendiendo, creciendo hasta convertirse en constructores. ¿Ustedes creen que Central Madeirense la fundó un portugués multimillonario que trajo dólares a Venezuela? Pues no, fue un lusitano joven que llegó sin nada y fue prosperando hasta lograr con familiares un pequeño abasto en Catia, y así empezó. Hoy sus herederos manejan ese gigante comercial. Y como ese ejemplo muchísimos que deben colmarnos de orgullo. 

Grandes empresarios como Eugenio Mendoza, Salvador Salvatierra que cambió el concepto de banca elegante por el de un banco para la gente de trabajo, los Mendoza de Polar, el maestro Alejandro Hernández, para sólo citar unos pocos, todos ellos hombres y mujeres emprendedores que comenzaron desde muy abajo, se fajaron, fueron mesías para sí mismos, sus familias y miles de venezolanos a quien sus herederos siguen dando empleo digno sin exigirles compromisos ni lealtades políticas. No fueron los ricos ni los políticos los que levantaron este país, fueron esos empresarios con coraje y talento que se dedicaron a trabajar día tras día, sin descanso y con fe. Ése es el mesías que debemos buscar, seguir de modelo, de ejemplo y además imitar. Ellos sí han abierto caminos, cumplieron y siguen cumpliendo sus compromisos, son los únicos que con su valor, empeño y el respaldo de sus trabajadores, siguen sosteniendo este país a pesar de los desastres, las mentiras y la ineptitud de los revolucionarios que solo saben prometer y delirar.

Y en lo político, no sigamos creyendo en falsos mesías fantoches de pura palabrería, revisemos la historia y encontraremos auténticos héroes que nunca pensaron en ser millonarios sino en fortalecer las leyes, echar a patadas a los tiranos violadores de todos los derechos y transformar al país en una democracia ejemplar, integra, digna y próspera. No a los mesías fanfarrones y faranduleros que prometen revoluciones, sino los que se comprometen al bienestar y no convocan a marchas ni protestas sino a trabajar con empeño, ahínco y perseverancia, los que en vez de comprar armas de guerra y uniformes tomando modelos ajenos, proponen la construcción de buenos centros de enseñanza con el respaldo amplio a los docentes.

Y no olvidemos jamás que, si no hay mesías aquí dentro, mucho menos los conseguiremos en otras latitudes. No van a ser los bien pagados (en dólares) señores de la OEA, la ONU ni siquiera los de MERCOSUR –que solo piensan en negocios e intereses propios- y mucho menos los de UNASUR y ALBA que dependen del dinero oficialista gobiernero, quienes nos van a sacar del chiquero, ni ex presidentes que se lo pasan buenísimo en hoteles de lujo que por cierto, también paga la revolución que ha echado a la basura centenares de miles de millones de dólares pero es incapaz de alimentar a su pueblo ni garantizar medicina ni equipos mínimos para tratamientos médicos, ni hablar de la seguridad.

No hay mesías, ni salvador milagroso que haga y nos defienda más de lo que nosotros hagamos y nos defendamos. Somos los ciudadanos el mesías, y si no lo asumimos con responsabilidad, desapareceremos como nación, nos quedaremos sin país y perderemos la patria.

@ArmandoMartini