Peripecias de un viaje futbolero - Runrun
La Pizarra del DT Jun 18, 2021 | Actualizado hace 3 años
Peripecias de un viaje futbolero
Llegar a la sede de la Copa América no fue fácil 

Luciano Castañares 

Cuando la pasión es más grande que la adversidad, cualquier obstáculo será difícil de sobrepasar, pero lejos de ser imposible.

La edición de la Copa América 2021 de alguna manera tuvo deambulaciones. Que se juega, que no juega. Que 2020, que 2021. Que viene Qatar y Japón, que no viene ninguno. De Argentina y Colombia como sedes, al país más sureño del continente sudamericano como única albergue. Pero a pocos días de su inicio, el gobierno argentino también dio la negativa para la organización en su territorio. 

¿Y ahora quién me salva? Habrá pensado el trofeo, listo para lucirse en las manos de vaya a saber quién. Jair Bolsonaro y Brasil aparecen como la “salvación” de la competencia para acobijarla en tierras cariocas, donde la insfraestructura y los recintos tienen condiciones adecuadas de para que se lleve adelante sin inconvenientes. O eso nos hicieron creer.

¿El Covid-19? Por momentos pareció quedar a un lado por ciertas decisiones que se fueron tomando, pero el contexto, tarde o temprano empieza a decir presente.

Mi travesía inicia

Lunes 14 de junio era el día que indicaba el boleto de mi vuelo, para viajar desde Buenos Aires a Brasilia. Un día antes, ese papel de poco servía, porque el viaje había sido cancelado por decisiones gubernamentales. ¿Adiós Copa América? ¡Nunca!

Alternativas había muy pocas, pero ganas de decir presente, en exceso. Vuelos directos imposibles de conseguir en una fecha cercana, y en países limítrofes la cuestión era complicada. ¿Uruguay?, no. ¿Chile?, menos. ¿Paraguay? Siempre estuvo cerca, y finalmente fue el lazo que me permitió unir mi viaje desde Argentina a Brasil. 

Más de dos horas viajando por encima de las nubes, me depositaron en Asunción, la capital guaraní. Ocho horas de espera y un viaje más en micro de seis horas para llegar. ¿A dónde? A Foz de Iguazú, en la triple frontera entre Brasil, Paraguay y Argentina. 

¿El reloj? Otro enemigo. Sus horas me seguían de cerca, esta vez, ya sin margen de error. En territorio brasileño el destino ya parecía cerca, pero unos cuantos kilómetros aún me separaban de Brasilia y el Estadio Mane Garrincha. ¡Último vuelo! Pero claro, una escala más, San Pablo. Por cierto ¿Qué le hace una mancha más al tigre? O acaso tú, que en este momento estás leyendo cada línea de este texto, no estás recordando alguna locura que hiciste para estar en el lugar que tanto anhelabas.

La Copa América me espera. Claramente arribando con algunos días de atraso, pero el recorrido es largo y no sólo el mío, sino el de todas las selecciones, que, al igual que yo, quieren estar en el partido más importante: el 10 de julio en el emblemático estadio Maracaná, en la ansiada final.