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7 historias en torno a la misma angustia: la gasolina

EN SU EMPEÑO POR hacer visible los matices de la crisis venezolana, a la que se agrega un posible plan de racionamiento de gasolina que está en ciernes, Transparencia Venezuela constató la realidad a la que se someten los ciudadanos en siete estado del país,  a la hora de tratar de surtir de combustible sus vehículos.

Los confusos anuncios presidenciales sobre el incremento en el precio de la gasolina y la aplicación de un nuevo sistema de pago, con la imposición del Carnet de la Patria, que se afianza así como mecanismo de control,  inyecta más ansiedad en día a día del venezolano.

Es el registro de las largas y extenuantes filas de vehículos, que en Maracaibo se han extendido hasta un par de kilómetros en algunos casos, o de las horas de calor inclemente que han sufrido los conductores en Lara. También de las madrugadas de riesgo que muchos han vivido en Mérida,  la confusión generalizada que experimentan todos los venezolanos, y que nuestra organización registró  en especial en Valencia, pasando por el desdén de los encargados de la prueba del llamado “Biopago” en Bolívar: todo forma parte de la angustia y el malestar que recorren todo el país, en medio de una gran opacidad e improvisación.

Guayana: Sistema Biométrico deja grandes incógnitas en su primera semana de aplicación

Al sur del país, en el estado Bolívar, el nuevo sistema de pago de la gasolina deja una estela de dudas y confusión en su período de prueba, no solo en los ciudadanos sino en los mismos funcionarios del Estado desplegados para manipular los dispositivos.

La coordinadora de nuestra organización en esa entidad retrata esta situación que suma angustias a los venezolanos, mientras se impone la desinformación y los “bomberos” que dispensan la gasolina cobran lo que se les antoja por el combustibleA continuación su relato:

***

Es lunes 27 de septiembre en Ciudad Guayana, hace calor, tanto como siempre. Observo el medidor de gasolina, es hora de ir a poner combustible y enfrentarme a la que supongo será la transición de pagar con billetes a pasar la tarjeta bancaria. Mi carro es un sedán y solo tiene capacidad para 45 litros. Igual voy hacia la cola haciendo cálculos mentales de cuánto tendré que pagar con el nuevo precio y sin carnet.

Quiero hacer un recorrido por las bombas de Puerto Ordaz para ver el tan cacareado inicio del cobro del nuevo precio de la gasolina que tiene a todo mundo temblando. Fui a siete estaciones de servicio, tres de ellas cerradas, sólo tres contaban con equipo biométrico. Una de ellas, la séptima, ubicada en la avenida de Castillito, tiene presencia militar que no permite que se hagan muchas preguntas sobre cómo va el proceso. Las colas en las que están abiertas son sorprendentemente cortas.

Luego de media hora de transitar, llego hasta la bomba de la redoma La Piña, una de las más concurridas de la ciudad por estar cercana a la zona industrial, junto a una amiga que me acompaña.

Allí tardamos menos de 7 minutos en una cola. Acerco el carro al pie del surtidor y miro para todos lados, buscando el fulano equipo biométrico. El bombero nos atiende con amabilidad, y cuando le preguntamos por el aparatico, nos señala a un joven como de 18 años, con una camisa roja que relumbra en el calor guayanés y con una leyenda alusiva a su labor de controlador del equipo. Es parte del programa gubernamental de Chamba Juvenil.

Con toda la paciencia del mundo explica que el sistema de Biopago es como un punto de venta, que escanea el Carnet de la Patria y tu huella digital, y si la persona no porta el documento, con colocar el número de cédula será ubicado dentro de la data del sistema Patria.Indicó que cada isla tendrá su propio equipo biométrico, que es fabricado en China.

El chico no sabe cuántos litros por persona podrá colocar el carnetizado al mes, tampoco maneja precios de cuánto cuesta el litro subsidiado, ni el normal, tampoco conoce la fecha para cuando realmente empezará a funcionar el sistema.

Como ya cargamos el tanque, al preguntar el precio el bombero nos dice: Deme lo que tenga por allí. Rescato un billete de 100 mil Bs.F del fondo de mi cartera y se lo entrego. Marcos Valverde, el novio de mi amiga, que cargaba en otra estación de servicio, el bombero le cobró 22 bolívares soberanos, uno por cada litro, es decir 21 más que a mí por un tanque entero. Aura Cequea, manifestó que canceló con 2 billetes de 1000 Bs.F y un pan que cargaba con ella. Es decir, en Guayana los bomberos ponen el precio, según les caiga bien o mal la persona que pone el combustible.

Seis días más tarde

Es viernes 31 de septiembre. Aunque me falte solo un cuarto del tanque de la gasolina, decido vivir otra vez la búsqueda de gasolina. Hago el recorrido del principio de semana y cuatro de las bombas están cerradas pero no son las mismas que el lunes. El cierre es como aleatorio. Ruedo unos 10 minutos hasta llegar a la Avenida Las Américas, frente al parque La Navidad y escojo la bomba porque es la más cercana a casa. Para mi sorpresa, la cola es mínimaSon alrededor de 25 carros que avanzan con calma. Esperaba un ciempiés de vehículos que cubre más de cinco cuadras, como se han visto en algunas ocasiones anteriores.

Un joven que va de copiloto en el carro que hace la fila a la izquierda de mí, baja el vidrio y me pregunta: “¿Señora, tendrá una moneda de 1 soberano que me regale?”. Le sonrió y niego, porque solo estoy acabando con los pocos billetes de 100 mil de viejo cono monetario que me quedan. Luego ya no sé cómo haré para pagar.

Hablo con el bombero y le pregunto por los chamos del plan Chamba Juvenil. Se muere de la risa y me los señala con la boca: “¡Mire donde están!”. Volteo y observo a un muchacho y una muchacha uniformados de rojo, que están aprovechando la sombra de una matica para protegerse del sol inclemente, sudorosos, con cara de hambre, ya agotados de la jornada. “¿Quiere practicar? Para eso es que sirve ese aparatico, solo para practicar”, y se voltea entre risas.

La primera semana de la aplicación del sistema biométrico deja más preguntas que respuestas en Ciudad Guayana. No se sabe si esos equipos chinos soportaran el trasiego de una ciudad tan grande, tampoco se conocen las posibilidades de conectividad ni de fallas de los mismos. Una de las grandes incógnitas es el precio del litro de gasolina, y aun cuando no se conoce, ya se han experimentado incrementos notorios en precios de la comida que viene por tierra desde Los Andes y en el pasaje urbano. Habrá que ejercitar la paciencia, para conocer la respuesta a tantas dudas pendientes, porque el panorama no es absolutamente claro.

Con el “Biopago” la incertidumbre marca la huella

La implementación, a modo de prueba, del sistema “Biopago en las estaciones de servicio de Carabobo, aún deja muchas preguntas por responder para los miles de ciudadanos que acuden a diario a abastecerse de combustible.

Desde hace varios meses, el suministro de gasolina y gasoil ha sido muy irregular en esta región del centro del país, donde paradójicamente se encuentran la Refinería El Palito y el Centro de Distribución para Centro Occidente, en Yagua, pero es común que solo haya disponiblecombustible de 91 octanos, porque de 95 se agota o que sencillamente las bombas se quedasecas sin que la estatal Pdvsa explique los motivos.

Lo que se promocionó como una fase experimental del sistema de pago de combustible, no ha sido más que el simple reconocimiento del artefactoque es utilizado para chequear que los datos de los conductores estén correctos en la plataforma digital dispuesta por el Gobierno para ese fin.

Más de 180 funcionarios de Pdvsa y del llamado Plan Chamba Juvenil llevaron a cabo el simulacro del Sistema “Biopago en las 91 estaciones de servicio de Carabobo, según una fuente de la industria petrolera a la que tuvo acceso la periodista de El Pitazo, Ruth Lara Castillo.

Tras el anuncio del presidente Nicolás Maduro sobre el período de prueba, solo los primeros días era común ver al personal, uniformado con chemise” roja de Pdvsa, con el dispositivo en la mano, colgando en un bolsito negro diseñado a la medida. Después ese “aparatico”permanecía guardado, lejos del escrutinio de la gente, a la espera de que entre en vigencia el nuevo precio de la gasolina.

“Mire, ¿no le han traído la maquinita?, interrogó un usuario al bombero de una estación de servicio ubicada al norte de Valencia, quien no tardó en responder con desgano: “Sí, por ahí anda. Está guardada ya”.

Al preguntarle al trabajador por qué no estaba utilizando el sistema, comentó que la gente mostraba poca empatía con el uso del lector de datos, sobre todo, al momento de mostrar el Carnet de la Patria. “Cuando le pides el carnet te miran feo, te dicen cosas, preferimos guardarlos. Para qué ganarnos un mal rato por nada. Ya cuando entre en funcionamiento de verdad, será otra cosa. Ahorita no vale la pena”, enfatizó.

Una situación similar ocurrió en una estación de servicio ubicada en la avenida Don Julio Centeno del municipio San Diego. Allí tampoco estaban haciendo pruebas y al consultarle al “bombero” por el “Biopago, éste no pronunció una palabra. Solo miró a su interlocutor, se viróhacia la oficina y señaló hacia ella con el dedo índice. A veces, el silencio lo dice todo.

En Guacara, vía Vigirima, se observaba al entrar a la estación de servicio a un hombre con el terminal de pago en sus manos. Está pidiéndole a un cliente la huella dactilar, previamente le habían surtido combustible, solo de 91 octanos porque se agotó la gasolina de 95. Al culminar la captura de la huella, se escuchó en voz alta y en tono jocoso:Y ahora, ¿qué hay que hacer?”, pregunta el usuario. “¡Listo!”, le responden. “¿ Y tanta broma pa’ qué?”, increpó el usuario. Para que ya sepas cómo va a ser la movida, viejo”, le contestaron.

En Valencia, el sistema funcionó bien. Solo se reportaron problemas de conectividad y eventualmente el aparato se quedaba sin comunicación, por lo cual, según un empleado, tenían que conectarse a la red propia de la estación de servicio. “Funciona bien y es fácil, el problema es que a veces se queda sin señal. Nosotros lo teníamos pegado a la red de la oficina, que es rápida, pero anteayer, tumbaron unos cables de Cantv por aquí cerca y en toda la zona estamos incomunicados”, explicó el trabajador.

Carlos Martínez regularmente reabastece combustible en esa gasolinera. Él no tiene el Carnet de la Patria, pero su esposa sí. Ella registró dos vehículos en la plataforma, el de su propiedad y el de su marido, quien se pregunta cuántos litros podrá comprar para su carro cada vez que lo requiera. “Hasta ahora nadie me ha explicado que si mi esposa registró los dos carros de la casa, a ella le venderán un tanque full para cada uno o si tendrá que compartir los 40 litros entre los dos”, acotó.

¡Por ahí anda la chama!”, exclamó un trabajador de la estación de servicio Bohío, en la Autopista Regional del Centro, entre Guacara y Valencia, refiriéndose a la encargada del “Biopago”Para ese momento habían dejado de hacer pruebas constantemente. Una joven, que al parecer pertenecía a la Misión Chamba Juvenil, tenía la responsabilidad de manipular el dispositivo y atender a los usuarios de las cuatro islas abiertas en ese turno.

Un integrante del equipo de guardia relató que no saben cuándo entrará en rigor el cobro las nuevas tarifas, tampoco han recibido directrices de cómo atenderán a quienes no tengan Carnet de la Patria, ni cómo resolver algunas contingencias, por ejemplo, una caída del sistema.

“No sabemos nada. Supuestamente ahorita en octubre debimos empezar a trabajar solo con el ‘Biopago, pero hasta ahora no hay información, ni sabemos detalles de la gente que no tenga carnet. Lo único nuevo que hemos visto es que están instalando esas antenas para mejorar la conexión. Ojalá garanticen eso, porque imagínate las colas aquí si llega a fallar el sistema”.

¿Cuál será el precio de la gasolina? ¿Cuántos litros por persona se podrán comprar? ¿Con qué frecuencia? ¿Qué pasará con los no bancarizados? Son algunas de las preguntas esenciales que se hacen los ciudadanos y que las autoridades aún no responden.

Todo por un tanque de gasolina

Lllamada Revolución nos arrincona en las colasYa no sólo se trata de padecerlas, sino de observarlas a diario como parte del decorado. Es la escena ya común en la capital del estado Barinas, al sur del país. A las largas filas de personas para comprar comida y bienes de primera necesidad, o a las registradas en las entidades bancarias, se suman las de vehículos desde tempranas horas del día para surtirse de gasolina.

Cualquier transeúnte a diario constata cómo va mutando la ciudad y el modo de hacer vida en esta jungla del siglo XXI. Mientras en otros países la modernidad establece nuevos cánones para la mejor convivencia, en Venezuela los espacios públicos se han reducido.

Las largas colas para surtir de combustible han terminado por entorpecer la libre circulación por el incremento del tráfico vehicular. Enningún momento se tomaron previsiones y los ciudadanos se encuentran con un solo canal de la vía disponible. Así es en la mayoría de las calles o avenidas, solo para abastecerse de gasolina. La ciudad ya no es la misma.

Muchos han tenido que sortear los obstáculos para lograr llenar el tanque de sus vehículos. Trancas, disparos, desorden: la desesperación por abastecerse de gasolina, se maximiza en las regiones, Barinas no es la excepción.

Son comunes las protestas escenificadas en el estado. ESocopó, municipio Sucre, ubicado a tres horas de la frontera colombiana, los lugareños molestos por los retrasos y las colas se atrevieron a impedir el paso de la gandola con combustible que se dirigía al municipio Zamora. Disparos al aire terminaron con el incidente de ese día.

En los municipios del Eje Andino – Pedraza, Sucre, Zamora, Andrés Eloy Blanco- las filas en las estaciones de servicio pueden registrarse hasta por seis días, bajo un sol inclemente y soportando los infortunios de la crisis por el combustibleEn las ubicadas en la carretera nacional Troncal 05, ese lapso se reduce a tres, como mínimo. Esto se pudo constatar en la estación de gasolina ubicada en la avenida 23 de Enero,donde las filas de vehículos en ocasiones se extienden casi de forma interminable.

El martes 25 de septiembre, el nuevo sistema de pago fue puesto a prueba de forma puntual. Algunos conductores alegaban que desconocían el nuevo mecanismo y otros mostraban su descontentosegún un representante de la estatal Pdvsaencargado de supervisar la marcha del llamado “Biopago.

Alfonzo González, ha vivido el colapso de trabajar como taxista, especialmente cuando realiza viajes largos para la entrega de encomiendas,que lo mantienen pendiente y estresado a la hora de abastecerse de gasolinaEl 19 de septiembre permaneció desde el día anterior en una larga fila en la estación de servicio Armando, ubicada en la troncal 05Cinco horas durante la noche y cuatro horas el día siguiente, hasta que,faltando apenas dos vehículos para tomar su turno, se acabó el despacho de combustible.

Sólo la providencia lo salvó de aquel momento, cuando logró obtener un poco de combustible con un allegado y así no perdió la clientela acordada para ese día.

“Cuando voy en carretera, bomba´ que consigo, ´bomba´ que aprovecho de echarle gasolina al carro. No puedo quedarme sin combustibleen el camino”, agregó.

Vivimos en una carrera contra el tiempo. Problemas domésticos son el centro de nuestra vida.

Situaciones fútiles en otras latitudes, en Venezuela se han convertido en factores que ocupan gran parte de nuestrexistencia.

Anzoátegui vivió el “ensayo” y la angustia por la gasolina

Con el avance de los días tras los anuncios en agosto sobre el incremento de la gasolina y el subsidio del combustiblecon la imposición de un instrumento de control como lo es el llamado Carnet de la Patriala angustia e incomodidad se fue apoderando de los habitantes de la ciudad de Barcelona, capital del estado Anzoátegui, al noreste de Venezuela.

El nuevo sistema de pago, las filas y las interrogantes de los ciudadanos. Todo confluía en las estaciones de servicio.

El sábado 22 de septiembre, Transparencia Venezuela acompañó a una ciudadana que tenía resolver una situación tan cotidiana como abastecerse de gasolina, y así conocer de primera mano lo que eso significa en un país como Venezuela, productor de petróleo, pero con problemas con la distribución del combustible.

La mujer, como tantos venezolanos, era presa de la incertidumbre por las pruebas que el Gobierno había anunciado que se realizarían con el llamado sistema de “Biopago.

En una estación de servicio, ubicada en capital del estado, se podía observar que no estaban funcionando todas las “islas” -donde están los dispensadores de combustible- sino únicamente tres de ellas. En el sitio, de un lado, sentado en una mesa de plástico, estaba un hombre que vestía una franela roja, el color habitual del oficialismo, sin ningún tipo de identificación, realizando anotaciones con cada uno de losvehículos que llegaba. Posiblemente se trataba de algún funcionario de Pdvsa.

La persona que tenía el equipo de “Biopago atendía las tres islaslo cual causaba demora. La joven que manipulaba el dispositivo decía que era un ensayo que se realizaría sábado y domingo. Comentó a otro usuario que no había aún claridad sobre lo que ocurriría el día lunes, y que tanto el sábado como el domingo la gasolina tendría “precio viejo” para todos.

La chica lucía acelerada, tratando de atender lo más rápido posible a los choferes debido a que había muchos vehículos. A todos los usuarios le pedía la cédula de identidad, el “Carnet de la Patria” y que colocaran la huella dactilar. A las personas que no tenían la identificación que el Gobierno pretende imponer les exigía en algunos casos alguna tarjeta” para hacer la prueba.

Sin carnet no hay gasolina

“Yo no tengo el carnet ni lo pienso sacar, pero acá está mi Cédula de identidad que me acredita como venezolana”, dijo la mujer con quien asistimos al lugar, tras una hora de espera en fila. La joven encargada del dispositivo de pago subió el tono de voz para responder al planteamiento que se le hacía.

“Hoy por ser una prueba se le vende, pero a partir del día lunes sno tiene carnet no puede echar gasolina, dijo.

La afirmación fue oída por otro conductorquien optó por bajar del vehículo que conducía mostrando su molestia“Yo no tengo tampoco el carnet, pero tengo entendido que si podré comprar gasolina solo que a otro precio“, a lo que la joven ya notablemente fastidiada de la conversación contestó de manera que todos escucharan:

“A partir del lunes es obligatorio tener el Carnet de la Patria para poder llenar el tanque al precio que sea. Sin carnet no hay gasolinaLuego de ese incómodo momento muchos se miraban con cara de asombro o murmuraban.

El lunes siguiente Transparencia Venezuela se trasladó a diversas estaciones de servicio para  verificar si las personas sin el Carnet de la Patriapodrían o no acceder al combustible. Pero en pocas había personal de Pdvsa y en algunas no había el sistema “Biopago”.

Según la información recabada debido a las fallas de internet y de carga del equipo de “Biopago”, el combustible se estaba cobrando de manera regular y con el mismo precio de siempre.

Se verificó que había el desconocimiento absoluto por parte de los empleados de las estaciones de servicio sobre la nueva forma de cancelar el suministro de gasolina. Nadie sabía si realmente funcionaría, en qué fecha, cuál sería el precio nuevo del combustible, cuántos litros de gasolina se podrían comprar, qué ocurriría los días en que no se contara con el internet o cuando se descargara el sistema, entre otros puntos.

Varias personas manifestaron incomodidad al sentir que la aplicación de este sistema invadiría una parte de su vida, ya que teniendo el carnet el empleado tendría acceso a algún tipo de información privada. También en los usuarios estaba presente el malestar de sentirse discriminados por motivos políticos porque no tenían la identificación impulsada por el Gobierno, pues argumentaban que se sentían tan venezolanos como todos. Más de una persona señaló que pareciera que los que portaban el llamado Carnet de la Patria son venezolanos de primera con derecho a todo y los que novenezolanos de segunda sin derecho ni siquiera a quejarse.

La incertidumbre siguió en el ambiente. En pocos lugares funcionó el sistema “Biopago y solo a manera de “ensayo”. Imperó eldesconocimiento y la falta de información.

Los ciclos de la incertidumbre para obtener gasolina en Mérida

A eso de las 9 de la noche del día jueves 20 de septiembreal frente de un local de comida rápida en la capital del estado Mérida, al suroeste del país, se estaba formando rápidamente una fila de vehículos particulares que buscaban abastecerse de gasolina en una estación de servicio. Una escena que no es extraña, salvo porque la “bomba” –como coloquialmente se conoce a estos establecimientos- estaba cerrada.

A esa hora ya había aproximadamente unos 20 vehículos asegurando su puesto para el día siguiente. Tendría que tratarse de una emergencia para pasar una noche de frío y temor por la inseguridad, en velasolo para llenar un tanque de gasolina”, es lo que algunos pudieran pensar. Pero en un país como Venezuela en tamaña incertidumbre, es difícil ser racional.

Los problemas de suministro de combustible en la ciudad no son permanentes. Más bien, son cíclicos. Desde finales de 2017, no se veían las aglomeraciones en las estaciones como las que se empezaron a registrar en la segunda quincena de septiembre de 2018.

La mayoría de las veces, el nerviosismo es iniciado por el rumor o, incluso, por la noticia cierta de problemas en la planta de llenado de la ciudad de El Vigía, en la que sí suele haber largas filas para cargar combustibleO por los anuncios de un posible aumento de precio o de nuevos “requisitos” para disfrutar del servicio, como es el caso del sistema biométrico y la imposición de presentar el Carnet de la Patria parabeneficiarse del subsidio del Gobierno. O todos esos factores a la vez. Ese fue el caso de este nuevo ciclo que inició a mediados de septiembre, se agudizó con el pasar de los días y que se “suavizó” a finales del mes.

Pocas personas optaron por dejar que el frenetismo pasaraen espera de la normalización de la situación, para poder obtener el combustible sin necesidad de perder horas del tiempo en una fila. Casi siempre funciona esta estrategia. Sin embargo, el tema amerita monitoreo, tomarnota de las experiencias que van contando quienes sí han debido, por diversas razones, sufrir muchas horas de espera.

Cuando el asunto es serio, las largas filas comienzan muy temprano, en la madrugada. Si la estación está ubicada en una avenida, ésta pasa a ser una calle de una sola vía, lo cual es, en Mérida, es motivo suficiente para congestionar fuertemente el tráficoSin embargo, no se observa demasiado desorden, la mayoría de las personas esperan su turno pacientemente en sus vehículos. En la mayor parte de los establecimientos hay efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), cuya aparente función principal es la de velar por el orden ciudadano.

La vida en una fila

El promedio de horas empleadas para surtir los vehículos ha variado conforme se van desarrollando los acontecimientos. En los días críticos, una persona podía permanecer hasta 8 horas, especialmente si pernocta o debido a la espera por la gandola de gasolina que surte a la estación.

Así ocurrió con la profesora Clari y varios miembros de su familia, quienes decidieron hacer la cola el sábado 22 de septiembre desde las 9 ampara prepararse para el inicio de actividades escolares y universitarias. Pero la estación cerró a las 7 pm y ellos no lograron cargar los tanques de sus vehículos.

Cuando estaba finalizando la última semana de septiembrelos tiempos de espera oscilaban entre 60 y los 10 minutos, según comentan algunos usuarios que obtuvieron el combustible en diversas estaciones del norte, centro y sur de la ciudad. Depende de la estación, pues unas tienen más demanda que otras según su ubicación.

En la tarde, es común observar alguna estación cerrada, generalmente por quedarse sin combustibleque generalmente es repuesto en tan solo horas. En estos casos, los usuarios se esperan hasta la madrugada siguiente para hacer su fila.

Un incremento tácito y el Carnet de la Patria

Aunque para la fecha no está definido el monto del aumento del combustible, en ninguna estación reciben menos de 1.000 Bs.F. (0, 01 Bs.S., según la reconversión del 20 de agosto de 2018). El usuario paga con el efectivo que tenga, siempre y cuando sea mayor a la cifra mencionada. Y si el billete es mayor no hay intención de dar cambio.

Dos personas consultadas manifestaron que les pidieron el Carnet de la Patria para surtir gasolina. Cuando expresaron que no lo tenían, en un caso solicitaron la cédula de identidad y en el otro alertaron que debían sacarlo. No recibieron muchas explicaciones, solo que estaban “haciendo pruebas”.

Ciertamente, los equipos para poner en marcha el sistema biométrico han sido distribuidos en las diferentes estaciones, pero no se están utilizando aún como mecanismo de racionamiento. El varias estaciones hacen pruebas o demostraciones a los usuarios, “para que se vayan familiarizando”.

Un dueño de un establecimiento, cuyo nombre prefirió mantener en reserva, comentó que al entregarles los equipos no les dieron ninguna instrucción sobre su uso, ni detalles de su aplicación. En otra estación, en cambio, se presentaron trabajadores de Pdvsa, custodiados por miembros de las Fuerzas Armadas Nacional Bolivariana (FANB), y luego de entregar los dispositivosexplicaron al personal administrativo cómo utilizarlos y solicitaron enviar diariamente a la “sala situacional” de la estatal petrolera, un reporte sobre las pruebas de lectura del y del captahuellas.

En una de las estaciones consultadas informaron que son bastante frecuentes los errores de lectura del código QR deCarnet de la Patria, de la huella digital y la falta de coincidencia entre los datos de ese instrumento de identificación impuesto por el Gobierno y el registro dactilarde su titular.

El personal de distribución de los dispositivos no informó sobre nuevos precios del combustible, ni las formas de racionamiento o cómo se hará efectivo el subsidio según se tenga o no el Carnet de la Patria.

A pesar de que el martes 2 de octubre, en teoría, vencía esta primera fase de prueba, la opacidad ha sido la política gubernamental en un tema tan sensible para los venezolanos, por lo que es común en las conversaciones escuchar diversos escenarios.

Ante la posibilidad de próximos anuncios sobre el nuevo precio del combustible, es lógico pensar que la ciudad se volverá a vestir de largas filas en las estaciones de gasolina en los días por venir. Hay gran expectación entre los ciudadanos que se resisten a sacar el Carnet de la Patria, mientras que quienes lo tienen se muestran confiados de seguir disfrutando del bien más barato de la Venezuela hiperinflacionaria: la gasolina.

Cabe preguntarse: ¿Lestrategia de esperar a que el frenetismo pase para evitar las enormes colas funcionará esta vez¿Los nuevos precios del combustible forzarán a quienes se resisten a incorporarse al sistema del Carnet de la PatriaEl nuevo ciclo de incertidumbre nos lo responderá.

Las filas de la indignación

En una estación de servicio del norte de Maracaibo, el “bombero” pide a un conductor que desplace el carro un poco adelante, de modo que el aparato que debe captar y registrar los datos de la etiqueta o “chip” pegado en el parabrisas del vehículo logre activar la máquina que surte gasolina.

Se mueve hacia atrás, pero el sistema electrónico no empieza a funcionar. El automóvil se rueda varias veces más y luego de 3 ó 4 minutos de infructuosos intentos, empiezan a llenarle el tanque.

Los conductores que esperan su turno en la parte inicial de una fila de vehículos de casi dos kilómetros, observan desesperados y molestos. Se preguntan cuánto más irá a demorar la carga de gasolina cuando comience a operar el sistema de “biopago”, como llama el Gobierno nacional al control del expendio de combustibles mediante el denominado Carnet de la Patria.

A la mayoría de las personas en la fila les toma hasta tres horas llegar a las “islas” de los surtidores. El temor que causa la implementación del mecanismo anunciado por el presidente Nicolás Maduro en agosto, se expresa en la medida del tiempo que va a quitarle a cada quien llenar el tanque de su carro. También en el costo y en la discriminación que el uso del carnet va a significar, porque solo tres de cada 10 personas que estaban en la fila ese domingo 16 de septiembre de 2018 decían tener el documento con el que el Gobierno pretende que los venezolanos tengan acceso a combustibles con precios subsidiados.

En la capital zuliana todavía no hay venta de gasolina mediante ese sistema. Y aunque muchos marabinos temían que a partir del lunes 17 de septiembre se impusieran la incertidumbre por los nuevos precios y el caos general por la eventual paralización del parque automotor, las máquinas lectoras del Carnet de la Patria no aparecieron. Cualquiera que preguntara al personal que expende la gasolina o a los guardias nacionales asignados a cada estación de servicio, obtenía la misma respuesta: “No sé nada. Esperamos las órdenes de Pdvsa”.

Lo que sí continuó invariable fue la longitud de las filas de vehículos y la pérdida de varias horas para abastecerse de combustible.

A toda hora del día y durante la semana entera, Maracaibo es un lugar en el que no parece que la mayoría de la gente trabaje. Las inmensas filas de los que esperan retirar dinero en efectivo de los bancos se cruzan con las “colas” de las panaderías y mercados, y todas se superponen a las de los carros que ocupan la mitad de cada calle y avanzan con una lentitud desesperante. Si todos pasan tantas horas enesos trámites, ¿cuánta dedicación a su labor productiva le queda diariamente a un habitante de esta ciudad?

En la cola de ese domingo 16 de septiembre, los ciudadanos invirtieron parte de su larga espera preguntando a los otros conductores cómo les iba en su cotidianidad. Si aparte de los quehaceres personales y familiares le restan a cada jornada unas tres horas sin electricidad, cuando menos una para cargar gasolina y alrededor de dos más en las compras de comida, cualquiera apenas dispone, en promedio, de unas cuatro horas para trabajar y otras cinco para descansar de la agitación diaria. Agregar una cola bancaria acaba con ese precario equilibrio: obtener billetes del nuevo cono monetario le toma a todos un día entero, si se tiene muy buena suerte.

Los 12 conductores con quienes habló Transparencia Venezuela durante cuatro horas y media, y poco menos de dos kilómetros antes de llegar a la estación de servicio Texaco, en la avenida Paúl Moreno de la ciudad de Maracaibo, sabían que a mitad de la semana siguiente deberían abandonar sus puestos de trabajo para volver a llenar el tanque. Y todos rogaban porque una noticia que llegaba desde Táchira se repitiera en Zulia: el biopago no se habría podido usar por falta de conexión de datos. Quién sabe.

Solo cuatro de los que hacían la cola tenían el Carnet de la Patria, pero ninguno estaba de acuerdo con usarlo para comprar gasolina. Todos parecían estar convencidos de que otro control social significaría más tiempo perdido, más confusión entre la gente y más discriminación por razones políticas.

“¿Qué quieren de nosotros? ¿Más trabas? ¡Si ya nos clavaron el chip! ¿Por qué no obligan a los militares a hacer su trabajo y raspar el contrabando de gasolina en la frontera? Ah, claro… Por las sinvergüenzuras de ellos, ¿no? ¡Siempre la paga el pueblo, chico!”. Perturbado porque eran casi las 6 de la tarde y estaba en la fila desde las 2 pm, un jubilado del Ministerio de Educación respondía así y golpeaba la puerta abierta de su vieja camionetamientras le pedíamos un comentario sobre el plástico tricolor impuesto por el Gobierno como medio de pago.

“¡Yo no tengo ese carné, ni lo voy a sacar! ¿Entonces no me van a vender más gasolina? Vamos a ver si van a poder”, protestaba el señor de 62 años. Otro que esperaba fuera de su carro le replicaba, con forzada resignación: “Sí van a poder. Siempre pueden”.

La cola de esa tarde se extendió por una hora y media más. ¿Cuánto durará cuando haya que comprar gasolina con el carnet? ¿Cuánta humillación habrá que sufrir por otro control del Gobierno sobre la vida maltrecha de los zulianos?

La cola nuestra de cada día

A la que ya veníamos haciendo para conseguir alimentos o intentar conseguir un transporte cada vez más riesgoso y precario luego de interminables caminatas. A la que llegamos para conseguir efectivo en establecimientos bancarios que siempre tienen poco o –a veces- nada; a la que nos espera desde el día anterior o de madrugada para conseguir medicinas que sabemos que no hay, o una pensión cuyo monto es un misterio que solo develaremos al llegar a la taquilla, si es que llegamos. A la que hacemos a diario por pan o harina con una esperanza que casi siempre es derrotada por el fatal cartel de “No Hay”. Es a esa cola perenne que nos persigue, sinuosa serpiente que deforma el espacio público – llenándolo de madres, padres de familia y personas mayores que salen cada día como quien va a trabajar o a una cita ineludible- se suma la más reciente creación del régimen venezolanola cola por la gasolina.

No es la primera vez que vemos un vehículo tras otro en las estaciones de servicio de nuestro país. En Lara, en los dos últimos años, de manera intermitente, la escasez de combustible genera “corridas” hacia las llamadas “bombas, organizadas y dirigidas sobre todo a partir de la información que ofrecen los chats de WhatsApp, convertidos en los nuevos supermercados, farmacias, diarios y espacios de información en tiempo real de los venezolanos.

“En Valle Hondo la cola está corta, pero el camión no ha llegado”. “En la BP de Cabudare está larga pero camina”. “En Barzoque están esperando el camión; hay que ponerse”. “Es mejor irse a la carretera hacia Yaracuy”. “ECasetejas hay ocho surtidores y, aunque haya cola, se desocupa rápido”. Los mensajes por los grupos de la red social abundan.

Ya en octubre y noviembre de 2016, el diario “El Impulso” reportaba en su versión digital el nerviosismo de la colectividad y la incertidumbre que provocaba la escasez de gasolina en la entidad, a la vez que reseñaba las declaraciones del general de brigada Hernán Hómez Machado, jefe del Comando de Zona de la Guardia Nacional Bolivariana, número 12, del estado LaraEmilitar atribuía la situación al paso del huracánMatthew por las costas venezolanas, que había afectado las actividades de embarque y despacho de combustibles en los muelles, paralizado el tránsito marítimo en el Mar Caribe el suministro de combustible en la parte central del paísPrometió que en pocas horas se regularizaría el servicio. Ya han pasado dos años.

Marzo de 2017 trajo una nueva ronda de escasez y diciembre de ese mismo año fue un mes particularmente difícil. Diarios como El Impulso y La Prensa de Lara, así como algunos portales de noticias, reseñaban en sus sitios web la falta de gasolina y gasoil en 40% y 90,respectivamente, de las 119 estaciones que existían para entonces en el estado. Las explicaciones fueron muy variadas: desde fenómenos naturales, hasta deudas del Gobierno con empresas como Conoco, problemas para importar combustiblecontrabando hacia Colombia,hasta el deterioro de la capacidad productiva de Pdvsa. En todo caso, una situación caracterizada por la opacidad. Nunca se sabe por qué no hay gasolina.

En julio de 2018los medios volvieron a publicar titulares que provocaron angustia en los larenses ante una nueva amenaza: el Gobierno anunció la próxima política energética que habría surgido de las discusiones en el IV Congreso del PSUV, partido oficial, y cuyos términos nadie entendió mucho. La primera medida fue realizar un censo automotor articulado al llamado Carnet de la Patria, instrumento con matices políticos impulsado por Nicolás Maduro, que iniciaría –según el propio Presidente– “una política de manejo responsable de los hidrocarburos.

“¿Cuánta gasolina se nos va al Caribe? ¿Cuánta a Colombia, producto de que en Venezuela la gasolina decir que se regala es poco? Pagamos por echarla. El censo es la respuesta y del 20 de agosto en adelante se regularizará todo el sistema económico venezolano, dijo el mandatario.

Aunque no hubo precisiones, sí quedó claro que se incrementaría sustancialmente el precio del combustible, que probablemente se internacionalizaría, y que el sistema estaría vinculado al Carnet de la Patria. Eran tres zarpazos a la tranquilidad de los venezolanos y el temor a nuevas formas de exclusión más severas y masivas que las conocidas hasta entonces y ejercidas a través de los CLAP (sistema de venta de productos regulados) o el 0800SALUD, distribución estatal de medicinas a bajo costo.

Una vez muchos pensaron que las autoridades gubernamentales “no llegarían a tanto, que “con la gasolina no se van a meter”, que todavía está fresco en la memoria el Caracazo y el papel que jugó allí el incremento del pasaje”, que “la gasolina afecta todo: la comida, el transporte, el trabajo, los colegios y crearía demasiado caos”. Pero se atrevieron y se nos pasó.

Durante los primeros días luego de los vagos anuncios, surgieron más preguntas¿Cómo iba a ser la vinculación con el Carnet de la Patria¿Cuán distinto sería el precio para los que lo portan y los que no? ¿Habría puntos en las estaciones? ¿Sería con un sistema aparte? ¿Si el combustible quedaba a precios internacionales, qué significaba eso como impacto en el presupuesto familiar? Un bombero de la zona de La Piedad declaraba:

“Yo estoy muy preocupado, porque si ese sistema no funciona bien. La gente se va a molestar y la va a pagar con el que menos tiene que ver ¿Y ese quién es? Yo, el bombero. Si eso no lo hacen bien yo me voy a hacer otra cosa. Es mucho riesgo”.

Una profesora universitaria comentaba con desazón, en una conversación con sus colegas en cafetín de la universidad pública más importante de la región centroccidental: “Con los salarios que tenemos se me hará casi imposible venir a trabajar. Si decides parar el carro, no vas a conseguir transporte, y además, ¿cómo hacemos para llevar a los hijos al colegio? Si pagas los nuevos precios, no podremos afrontar los demás gastos”. Su interlocutor se preguntaba si luego de tanto resistir, tendría que sacar el Carnet de la Patria para poder sobrevivir. Un tercero respondía que él no se inscribiría en ese registro impulsado por el Gobierno, por ningún motivo. Otro de los docentes comentó: “A mí ya no me afecta, hace rato que no pude reparar el carro”.

En la semana del 23 al 30 de septiembre de 2018, los habitantes de la capital del estado Lara invirtieron un promedio de 6 a 7 horas semanales buscando combustible, según varias entrevistas hechas a personas que hacían fila en distintas estaciones de la ciudad de Barquisimeto.

El suministro de combustible pareciera tomar turnos, pues cuando hay gasolina en algunas de las estaciones de servicio del este de la ciudad, las del centro están cerradas y abren una o dos en el oeste. Al este, en el cruce de las Av. Venezuela y Bracamonte, que concentra tres estaciones de servicio, las filas de carros muchas veces llenan las vías principales y calles adyacentes y se mezclan extrañamente para cualquier ojo no acostumbrado a lo que pasa en Venezuela.

En ocasiones se observan jubilados que en las aceras reposan acostados en la grama o en hamacas que cuelgan de los árboles para llegar temprano al cobro de su pensión. El sábado 30 de septiembre de 2018, pudimos constatar que estaban cerradas al menos dos estacionesque sirven al oeste de la ciudad, la Bomba El Tamunangue (Pueblo Nuevo) y la ubicada en las cercanías del Centro Comercial Metrópolis, ambas en la Avenida Florencia Jiménez. Hacia el centro, la estación de la carrera 18 con calle 31, mostraba más de dos cuadras de vehículos en espera.

Para todos ellos, estos días no son para el esparcimiento, el descanso o compartir con la familia, sino anticipación de la semana que casi comienza y para la que hay que prepararse. Se ubican, escuchan música, hablan por teléfono o se bajan de los carros y conversan unos con otros, resignados.

Todos ajenos a las denuncias de corrupción por sobreprecio de vehículos en la Corporación Venezolana de Petróleo, la compra de monoboyas no instaladas en el complejo José Antonio Anzoátegui, los 14 contratos en 6 años de la Constructora Cuferca con Pdvsa, y tanto daño a la nación por incumplimientos de contratos, pago de sobornos, ausencia de mantenimiento, daño patrimonial en casos de corrupción levantados por Transparencia Venezuela e incluidos en el Informe de Corrupción 2017. La revolución no descansa, es voraz, y exige cada día su cuota de sacrificio.

La lluvia no es obstáculo para salir a buscar combustible, como se verificó el viernes 28 de septiembre de 2018 en la estación del Centro Comercial ChurúnMerú o en la ubicada en la Av. Santa Bárbara de Cabudare. A la incomodidad y molestia del momento se suma una preocupación adicional, pues en algunas filas están asaltando los vehículos y despojando a sus ocupantes de cuanto lleven encima:celulares y relojes han desplazado al dinero en las preferencias de los delincuentes. Así ocurrió en surtidores ubicados en la carrera 19 con calle 9, muy cerca de la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado” (UCLA) y la que está contigua al elevado de Valle Hondo, municipio PalavecinoOtro hecho gravísimo sucedió en la estación de servicio ubicada en el Centro Comercial Churun-Merú de la ciudad: los choferes de vehículos que cargaron gasolina el día 19 de septiembre de 2018 reportaron que a pocos metros de la estación sintieron fuertes fallas en el sistema interno de distribución de combustible, lo cual resultó en pérdida de las bombas de gasolina de sus carros y el consiguiente impacto económico.

El personal responsable de la estación argumentó que así recibieron el combustible del último camión que allí descargó. No hay responsables y los principales perjudicados fueron los usuarios del servicio.

El problema impacta todo tipo de vehículos, tales como motocicletas y grúas. La llamada “moto se ha convertido en un socorrido recurso para quienes tienen problemas con sus vehículos particulares o para quienes trabajan como mototaxistas y han hecho de éste su oficio principal.

Jorge Torres nos contaba que se sacó el Carnet de la Patria porque le dio temor no poder acceder al combustible, pero que se sintió muy mal por haber tenido que hacerlo. “Yo no quería, pero nosotros la estamos pasando muy mal, y hablamos en la casa. Imagínese, no puedo dejar de rodar, porque ¿entonces? ¿Qué llevo para mi casa? ¿Con qué trabajo? Pero da rabia, ¿sabe? Que tenga que ser así”.

“Chico” –como todo el mundo lo conoce- tiene dos grúas adquiridas a lo largo de los años con su esfuerzo y el de su esposa, Una enciendeempujada por falta de un repuesto que no se consigue, pero en términos de sistema, es la que está mejor. Sin embargo, es imposible para él hacer una fila por gasolina porque no la podría apagar al momento de recibir el combustible. “Lo que yo tengo que hacer es cargar gasolina en la que casi siempre está guardada en mi casa, luego se la saco y la paso para la otra grúa que es con la que trabajo”.

El sistema biométrico no ha sido instalado en Lara, ni tampoco ha variado el precio del combustible, con arreglo a la nueva política energética anunciada por Nicolás Maduro. Sin embargo, esta amenaza agrega un elemento adicional a la desesperación de los larenses por surtir sus vehículos. Basta que el tanque llegue a ¾ de su capacidad para incorporarse a la primera fila que se consiga, aunque muchas veces las estaciones estén cerradas y vacías. ”Uno nunca sabe; es mejor cargar porque… ¿y si por mala suerte la aumentan hoy y uno está vacío? Así vive uno ahora”.