Francisco Martinez: Yo no pierdo la conexión con la esperanza
Francisco Martinez: yo no pierdo la conexión con la esperanza

FranciscoMartinez

Foto: Víctor Maldonado

 

Víctor Maldonado C.

@vjmc

Enviado especial de www.runrun.es

 

Francisco Martinez es el flamante nuevo presidente de Fedecámaras. No es el primero que viene del Zulia. La historia de esa institución está marcada por otros representantes de “la tierra del sol amada”. Francisco Morillo, fundador del BOD, Ciro Añez Fonseca y Edgar Romero Nava son recordados por nuestro entrevistado a la hora de intentar hacer el inventario. Sin embargo él asume que va a ser el primer maracucho que sin mudarse –oficialmente- va a dirigir el organismo cúpula de los empresarios. No es un líder desconocido, pero vale la pena escudriñar cómo fue que llegó hasta aquí y qué es lo que piensa hacer en los próximos dos años.

 

—¿Quién es Francisco Martinez?

—Soy un venezolano nacido en Maracaibo. Mi primaria la hice en el Liceo Los Robles. Estudié Ciencias Políticas y Administrativas. Me gradué en la Universidad Rafael Urdaneta. Y luego hice un posgrado en la UCAB sobre Administración de Empresas. Mi primer empleo formal lo tuve en Industrias Cargill, en aquella época se llamaba Agroindustrial Mi Mesa, que producía Pastas Mi Mesa, y que luego fue comprada por esa trasnacional para llegar a ser lo que es hoy. Fue una etapa de entrenamiento gerencial y de conocimiento de la realidad industrial que abarcó dos años. En ese momento mi papá me llamó a participar en el negocio familiar, dedicado a la venta de maquinarias de construcción.

La pasión por la actividad gremial la heredé de mi padre. Él fue presidente de la Cámara de Comercio de Maracaibo.  Por eso fue normal para mí compartir mi trabajo en la empresa con la participación en los organismos empresariales. Me inicié en una plataforma muy interesante donde confluían el sector público, el sector privado y la sociedad civil. Promozulia –así se llamaba- es una de esas instituciones que habría que rescatar porque expresaba esa Venezuela de diálogo y prospectiva que necesitamos ahora más que nunca. Nuestro objetivo se centraba en soñar y pensar qué debía llegar a ser nuestra región en términos de inversiones y prosperidad. De allí salieron iniciativas  muy importantes como “Zulia Competitividad para el desarrollo” y el documento “Zulia Tercer Milenio”, tal vez muy avanzado para la época en que se produjo. Lastimosamente todas esas iniciativas han naufragado en los mares borrascosos de la diatriba política, donde no es fácil articular consensos.

Nuestros gremios siempre han estado atentos a la formación e integración de sus relevos dirigenciales. Yo soy el producto de esa predisposición a la reposición de los líderes. En 1995, en ocasión del centenario de la Cámara de Comercio de Maracaibo, al presidente de la época, José Urdaneta, se le ocurrió invitar a participar en la Junta Directiva a nueve hijos de expresidentes. Así fue como me incorporé a la lucha gremial, en ocasión de darle un refrescamiento a la institución y con el fin de modernizarla desde la visión diferente de los más jóvenes. Yo fui uno de los que de esa camada terminó siendo presidente de esa institución.

Un tiempo después asumí la presidencia de Fedecámaras Zulia, y estando allí tanto Jorge Botti como Noel Alvarez, que compitieron por la presidencia de Fedecámaras,  me invitaron a conformar su equipo como su segundo vicepresidente. Puedo decir con mucha satisfacción que fui el candidato de consenso, la bisagra entre las dos propuestas que trataban de ganarse la voluntad mayoritaria de la base empresarial. En la etapa que le correspondió presidir a Jorge Roig fui su primer vicepresidente, y ahora estoy a punto de ser el nuevo presidente. Vale la pena rescatar el proceso de maduración de un liderazgo que comienza en las bases y que poco a poco se va calibrando hasta llegar a la dirección nacional.

Tengo tres hijos varones. Francisco Andrés, administrador y políglota. Juan Diego, está estudiando Diseño Gráfico en la Universidad. Y Jorge Luis, todavía en bachillerato. De todos me siento muy orgulloso.

 

—¿Qué ven los demás en Francisco Martinez como dirigente empresarial?

—Yo creo que todos ven la capacidad que he demostrado para cumplir apropiadamente cada uno de los compromisos que he asumido, y cómo cada uno de estos encargos se ha transformado en experiencia y nuevas capacidades. En el mundo gremial uno de los acervos más valiosos es el conocimiento de la gente y de las instituciones de base que están diseminadas por todo el país. Creo que también aprecian el sentido de pertenencia. El demostrar que la suerte del sector empresarial se asume como propia, y que en los mejores y peores momentos hemos estado allí para manifestar nuestro apoyo y respaldo. Y finalmente el compromiso con Venezuela transformado en acciones. Los que me conocen saben que siempre está disponible todo lo que yo pueda hacer con mis dos manos y con los talentos que Dios me dio para lograr realizar el país que soñamos todos. Todos los ciudadanos deberíamos ser los sembradores cotidianos del país que queremos lograr. Tal vez en mí reconozcan esa disposición para acompañar ese esfuerzo en el que deberíamos estar colectivamente involucrados. Lo que he sido hasta ahora es la esencia del compromiso que asumo hoy para los próximos dos años. No voy a cambiar ni mis énfasis ni mi forma de convocar a los demás.

 

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También puede leer AQUÍ la entrevista exclusiva de Jorge Roig. «Este gobierno no ha podido con Fedecámaras»

 

—Te vas a encontrar con un país en declive que empeora muy aceleradamente. ¿Cuáles son los desafíos que vas a tener que administrar en relación con el país?

—Todos sabemos que vivimos la peor recesión y la peor crisis que  jamás hayamos visto en nuestro país. El salir airosos de esta prueba es la esencia del reto que vamos a tener que enfrentar. Por eso mismo asumimos la presidencia con mucho compromiso y entendiendo que somos los conductores temporales de organizaciones que han pasado por todo y que lo han visto todo. Fedecámaras tiene más de 71 años de vigencia y muchas de sus cámaras de base son centenarias. Nos enfocaremos en el momento que nos toca vivir para ser factores de cambio creativo. Nos preguntaremos constantemente sobre las cosas que hemos hecho mal para comenzarlas a hacer bien y nos interrogaremos sistemáticamente sobre las cosas que hemos hecho bien para perfeccionarlas cada día más. Y por supuesto tratar de estar a la vanguardia, tratando de encontrar esos ciclos virtuosos que permitan mantenernos en el sentido correcto del progreso y el desarrollo. Para todos nosotros es crucial sacar cuanto antes a Venezuela del circuito perverso de fracasos en el que hemos estado metidos en los últimos 35 años, que ha sido el  producto de cometer los mismos errores una y otra vez. Tal vez llegó el momento en el que todos estamos dispuestos al cambio.

 

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El Comité Gerencial de Fedecámaras, de izquierda a derecha: Aquiles Martini Pietri, Tesorero (Sector Inmobiliario); Ricardo Cusanno, Segundo Vicepresidente (Sector Turismo); Francisco Martinez, En La Presidencia (Sector Comercio) y Carlos Larrazabal, Primer Vicepresidente (Sector Industria) (Foto: Víctor Maldonado)

 

—Todos los presidentes de Fedecámaras han comenzado su gestión proponiendo el diálogo social, sobre todo con el gobierno. Todos han estado disponibles para resolver el atasco en una mesa de diálogo, porque piensan que nadie puede resolver esta situación prescindiendo de lo demás. Entramos en una nueva etapa, y de nuevo el diálogo se siente como algo urgente de acometer. ¿Cuáles serían las condiciones, el propósito y los interlocutores del diálogo que se necesita?

—Lo primero que me gustaría acotar es que el gobierno ha perdido el mejor momento de Venezuela para establecer un gran diálogo nacional. La principal responsabilidad de los que presiden un gobierno es asumirse como catalizadores de los grandes acuerdos que se necesitan para enrumbar al país. Un presidente debe ser el convocante de estos diálogos y debe hacerlo con convicción y pasión.  Lamentablemente el gobierno venezolano se metió en una trampa ideológica desde la cual ellos mismos se han negado la posibilidad de construir consensos, respuestas y soluciones que el país requiere para vivir cada día mejor. El origen del deterioro que todos experimentamos es la ausencia de diálogo y la falta de confianza que necesariamente se produce cuando los consensos son sustituidos por esta forma de interlocución agresiva, irrespetuosa, que criminaliza a los que piensan distinto y que ha provocado ese abismo entre el sector público y el sector privado. Y si tú me pides que te defina en una palabra cuál es la solución del país, esa palabra es confianza. Solamente a través de la generación de confianza se podrá generar la ruta para sacar a Venezuela adelante. Solo el diálogo permitirá la elaboración de los primeros acuerdos y consensos que te permitan que todas las partes asuman su cuota de responsabilidad sobre las decisiones que se asuman como equipo. Y esto se puede lograr independientemente de las ideologías, creencias y valores de cada uno. Apostar al diálogo es practicar la tolerancia y vivir el pluralismo. Tenemos que lograr esa convivencia entre los diversos que somos cada uno de los sectores del país, y eso no nos puede impedir una visión conjunta del país que todos queremos.

 

—¿Cuáles serían las primeras medidas para ir generando confianza a partir del diálogo eficaz?

—Yo creo que entre todos debemos lograr el ambiente adecuado para integrar mesas técnicas con los mejores 100 mejores profesionales de este país. Y proponer que ellos, con toda libertad, se dediquen a pensar el modelo económico y a hacer la propuesta de diseño de política económica y de las medidas que son necesarias apuntalar desde los consensos que nos permitan vivir en libertad y con derechos. Yo creo que iniciativas como estas enviarían el mensaje de confianza que necesitamos, porque indicaría que al fin se está conciliando al país. El gran objetivo sería construir el gran acuerdo nacional que nos eviten estos períodos perversos que nos hunden en la desesperanza y en la evasión. El verdadero reto que debemos afrontar es retener el talento y el capital social que requerimos para volver a arrancar. Tenemos que transformar el drama de la desesperanza en nuevas oportunidades de futuro para que nuestros jóvenes quieran quedarse aquí con nosotros recuperando las posibilidades de prosperidad. No podemos seguir siendo indiferentes ante el peor de los peligros que es la descapitalización del capital humano. No podemos seguir perdiendo a nuestros jóvenes, porque con ellos perdemos el futuro.

La naturaleza de nuestra institución es el diálogo constante. Un empresario que no dialoga no puede prosperar. Nosotros somos acuerdo, negociación y búsqueda de equilibrios y logro de relaciones en la que todos ganen. Por eso mismo no repudiamos el diálogo y siempre estaremos presentes en las plataformas de diálogos. El único límite que tiene nuestra predisposición natural al diálogo es que en ningún caso vamos a dejar de plantear nuestros objetivos, nuestras reivindicaciones y nuestras posiciones. El diálogo no puede ser visto como sumisión sino como integración de los que pensamos diferentes en un objetivo superior.

 

—El Papa, por cierto, acaba de decir que el peligro de las ideologías es que decantan en autoritarismos. Con ello llamaba la atención sobre la necesidad de practicar la tolerancia y la buena fe.  Todo el mundo habla de los excesos del estado estatista. Todo el mundo habla en términos de los cercos que se le han impuesto a la empresa privada. ¿Tú crees que los consensos deberían ir en el camino de liberalizar la economía?

—Eso es parte de la agenda que debe disolver los cuellos de botella que ahora entraban la actividad económica. Y ese objetivo debe plantearse desde las mesas técnicas integradas por los 100 mejores profesionales y transformarse luego en decisiones de políticas públicas que todos estemos dispuestos a respaldar. Se trata de hacer el inventario de las preguntas pertinentes, por ejemplo, ¿cuál es el sistema cambiario más apropiado? Porque el actual está asfixiando a la producción nacional. Lo mismo tenemos que decir de los derechos de propiedad, porque su constante violación está generando esta desconfianza creciente que aleja las inversiones. Necesitamos sustituir este entramado legal que hoy es una camisa de fuerza para el ánimo emprendedor y coloca a la actividad empresarial como una de las más riesgosas. No podemos olvidar que vivimos una época en la que se ha criminalizado la condición de empresarios porque las leyes como la ley de precios justos asesinan el emprendimiento y aniquilan los derechos del consumidor. Todo esto hay que replantearlo con serenidad y disposición al cambio.

En la agenda de transformaciones institucionales tiene que incluirse la revisión de la ley del trabajo, que como hemos dicho siempre, es la segunda ley más importante del país luego de la Constitución, porque rige las relaciones entre trabajadores y empleadores. Alrededor de ella tenemos que diseñar las mejores condiciones para lograr el clima de trabajo que favorezca la productividad y aliente condiciones decentes de empleo, con salarios dignos y condiciones de dignidad suficientes como para sacar adelante una familia.

Nos gustaría igualmente una política monetaria que sustente la estabilidad y un Banco Central que vuelva a ser esa institución autónoma y garante de estrategias macroeconómicas sanas. Hay que apagar esa máquina perversa que hace dinero improductivo al ritmo frenético de los políticos que están en campaña, sin importarles la distorsión que se paga con inflación y pérdida del poder adquisitivo de los venezolanos.

Tampoco podemos seguir conviviendo con esa gerencia ineficaz que permite y alienta que flujos de caja nacionales sean utilizados indebidamente provocando vicios, corrupción y despilfarro. No podemos seguir de borrachera en borrachera. No podemos pasar de vivir frenéticamente los excesos de ingresos petroleros sin pensar en que el futuro requiere de un presente más previsivo. Los despertares del populismo siempre son decepcionantes porque las crisis impactan en términos de pobreza y desesperanza.

 

—Vivimos una economía complicada que impide hacer cualquier tipo de cálculo económico. Esa va a ser la condición que vas a vivir en el primer año de tu gestión, con un deterioro creciente y una prima de riesgo país incrementándose. En este contexto tú vas a ser el principal líder empresarial. ¿Cuál sería tu mensaje a tus pares y colegas de la industria, el comercio y los servicios?

—Todos debemos asumir estas épocas difíciles con la convicción de que vale la pena seguir apostándole al país. Los países no se acaban y nosotros los empresarios tenemos la responsabilidad de intentar seguir generando riqueza y de asumir la responsabilidad de mantener abiertas todas las opciones productivas posibles. Nuestro compromiso es seguir aquí, seguir abiertos y pensando en el largo plazo sin perder el foco en las dificultades del presente. Mi invitación sería que nos mantengamos en la línea de ser agentes del cambio creativo con constancia y dedicación. Que no perdamos el compromiso con el país porque somos los más importantes generadores de empleo productivo. Yo no pierdo la conexión con la esperanza. Podemos sortear esta crisis y podemos aprender de todas estas experiencias. Podemos ser más exigentes con nosotros mismos y con nuestros gobernantes para que sean el mejor talento y la mejor ética pública los ejes de la administración de los recursos del país.

 

—El diálogo va a ser muy difícil. Entre otras cosas porque al gobierno le cuesta concederse esa oportunidad de verse cara a cara con la realidad. Pero si por alguna circunstancia te consigues en un ascensor con el presidente Maduro. ¿Qué le dirías?

—A mí a veces se me dificulta pensar que un presidente no pueda tener las mismas ganas que tú y que yo de tener cada día un mejor país. Yo prefiero pensar en positivo y sobre la base de la buena fe, y por lo tanto creer que todos aspiramos a lo mismo. El problema es que mantenemos sustanciales diferencias sobre lo que estamos haciendo y lo que deberíamos hacer para lograrlo. Allí, en las estrategias se encuentran las diferencias que debemos allanar, porque hay algunos que son mucho más irresponsables y otros que queremos seguir trabajando, esforzándonos y comprometiéndonos todos los días para lograr una mejor Venezuela desde el ejercicio de nuestra ciudadanía. De lo que se trata es que todos metamos el hombro, que todos empujemos en la misma dirección, y que ninguno tenga razones para desertar de este esfuerzo.

El mensaje que yo le daría al presidente es que dialogue. Y que si no quiere dialogar que por lo menos diga que es lo que quiere que los venezolanos hagan por Venezuela. Yo no puedo entender que nos neguemos al diálogo porque incluso si no es fructífero al menos deja el aprendizaje de conocer y reconocer a los otros. ¿Por qué imponer la ideología y tu manera de pensar si de la variedad de pensamientos siempre pueden salir los entendimientos?

 

El optimismo de Francisco Martinez es contagioso. Lo conozco desde hace muchos años y siempre es el mismo saludo, la misma sonrisa y el mismo enfoque: Hay que seguir adelante, paso a paso, sin desmayar, todos los días intentando ganar terreno, tal vez porque todos los días son propicios para ganar voluntades y corazones a favor de la paz y el progreso. Van a ser días muy duros, él lo sabe, pero estoy seguir que hará siempre lo que crea que es debido, y que no va a ser fácil que se le agrie el alma en el intento.