DDHH olvidados | El día en que Luis González despertó sin una pierna - Runrun
DDHH olvidados | El día en que Luis González despertó sin una pierna
A Luis González le amputaron la pierna izquierda tras recibir un impacto de bala por parte de la policía del estado Vargas en las protestas de 2017
El joven está recaudando dinero a través de GoFundme‌ para poder adquirir una nueva prótesis

@ValeriaPedicini

Luis González participó en las protestas de 2017 desde los primeros días. Es de Barquisimeto, pero se trasladó al estado Vargas para estudiar ‌Comercio‌ ‌Exterior‌ ‌en‌ ‌la‌ ‌Universidad‌ ‌Simón‌ ‌Bolívar, así que todos los días subía a Caracas para las manifestaciones. Siendo parte de los escuderos de “La resistencia”, lo hirieron varias veces. 

Una de esas ocasiones, después de tres meses en las calles, fue en la autopista Francisco Fajardo, cuando un contingente en motos de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana emboscó a la multitud y comenzaron a disparar perdigones. 

El joven hizo el intento de aguantar con su escudo, pero eran tantos disparos y el caos del momento, que soltó su escudo y corrió. Por el miedo y la adrenalina del momento no se había dado cuenta de que estaba sangrando hasta que un amigo le dijo. Recibió 12 impactos de perdigones en todo el cuerpo, 6 de ellos alojados en su pierna izquierda. 

Los cascos verdes de la Universidad Central de Venezuela lo atendieron, pero por el estado de las heridas, que eran grandes y profundos orificios, lo llevaron a la Clínica Ávila. Le extrajeron los perdigones superficiales, le limpiaron la herida, se la vendaron y le dieron de alta. No hubo mayor daño, solo necesitaba reposo y se recuperaría. 

Aunque al principio le costaba caminar, a las casi dos semanas salió de nuevo a las calles para continuar con las protestas. Junto a sus compañeros decidieron participar en las manifestaciones por el plebiscito nacional y en la noche trancaron la entrada de Naiguatá, en el estado Vargas. 

Primero llegó la GNB a dispersar la protesta, pero después llegó la Policía Municipal de Vargas para reprimir. Comenzaron a disparar y Luis pensaba que eran balas de goma porque apuntaban directamente a sus cuerpos. Hasta que le dieron un tiro en la pierna izquierda, la misma que tenía herida, y el dolor que sintió le hizo entender que eran balas. 

Del shock, Luis estuvo consciente alrededor de 15 segundos en el que pudo avisar a sus amigos que lo habían herido, pero después perdió el conocimiento, se le nublaron los sentidos. Despertó en la emergencia del ambulatorio

El diagnóstico era que la bala había roto la arteria poplítea, pero que no había mayor complicación porque había causado orificio de entrada y salida en la pierna. Se equivocaron. 

A los cinco días, su madre se alarmó cuando se percató que la pierna izquierda de Luis tenía mal olor. “Ahí nos dimos cuenta que las cosas iban muy mal”, cuenta el muchacho. 

Le informaron a los médicos, quienes chequearon el estado de la pierna. Tras varias horas, le dijeron que tenían que trasladarlo hasta el Hospital Pérez Carreño en Caracas porque había que operarlo y en el lugar no tenían al especialista necesario. Luis quedó desconcertado. ¿No le habían dicho que no era nada de gravedad?

Cuenta que en el Pérez Carreño, al saber que tenía un tiro en una de las extremidades, lo trataron como si hubieran recibido a un criminal. Estuvo toda la madrugada esperando a que lo atendieran. Un cirujano cardiovascular fue a verlo y le clavó un yelco en la pierna. 

-¿Lo sientes?

-No

-Ya no hay nada que hacer, hay que amputarte. 

Una operación con escaso pronóstico para Luis González

No hubo más explicaciones y Luis González sintió que el mundo se le iba encima. Además, tenían que regresar al recinto en Naiguatá para la operación porque había ocurrido negligencia médica y ellos no se iban a hacer responsables. 

Con un contacto de un amigo, lo pudieron trasladar al Hospital Universitario de la UCV en busca de otro diagnóstico. Una cirujana cardiovascular lo evaluó y le dijo: “Tengo que ser clara, el estado de tu pierna es crítico. 95% de tu pierna está muerta y tiene 5% de probabilidad de que se pueda salvar, pero igual yo me voy a arriesgar a hacerte la operación”. 

Esa misma tarde lo operaron para intentar salvarle la pierna. “Me la abrieron en ambos lados, al punto de que cuando la levantaba, podía ver a través de ella y veía el hueso”. Así estuvo dos meses, con limpiezas diarias a carne viva y evaluando el estado de la extremidad. “Fue una montaña rusa, una semana podía mejorar mucho y en la otra empeoraba. Fueron dos meses de altibajos”. 

La doctora que estaba a cargo de su cuidado le dijo que había que empezar a considerar la amputación. A pesar de que la cirugía había sido un éxito, la pierna no estaba mejorando, no estaba dando los resultados que ellos esperaban. Eso fue un golpe duro para Luis.

Una madrugada, el muchacho se levantó sobresaltado, casi sin poder respirar. El corazón le palpitaba muy rápido, sentía mucho frío y no controlaba su cuerpo. “Eran los indicios de una infección que había avanzado muy rápido”. Lograron estabilizarlo, pero horas después le volvió a ocurrir lo mismo. 

Los doctores decidieron enviarlo a cuidados intensivos para estar pendiente de él. Le pusieron una vía y eso fue lo último que recuerda. “Cuando despierto cinco días después me encuentro con la noticia y la sorpresa que me habían amputado la pierna”. 

Luis González no encontraba lógica a la situación. Para él había pasado solo una noche, estaba intubado, no se podía mover porque sentía el cuerpo adolorido y tenía una mano amarrada al borde de la camilla. Se dio cuenta de lo que estaba pasando cuando le pidió a un enfermera que le subiera la espalda de la camilla y la sábana que tenía encima de las extremidades se movió y se dio cuenta que había un vacío en donde se suponía que debía estar su pierna izquierda. 

“Fue demasiado duro y traumático. Incluso dentro de mi shock, mi mente jugó en mi contra buscando otra explicación cuando en el fondo sabía lo que había pasado. Como estaba dormido pensé que la pierna se me había doblado o partido”, cuenta. 

Aprender a caminar

Los primeros meses fueron muy complicados para Luis. El volver a caminar, usar muletas, entender que la persona que iba a ver en el espejo diariamente era alguien diferente. “Eran muchas cosas nuevas. Saber que las cosas iban a cambiar en las actividades que yo hacía y que al principio iba a depender de mi mamá mientras me adaptaba para ir al baño, ducharme, levantarme de la cama”. 

Al principio andaba con muletas para mantenerse activo entre el trabajo y la universidad. Era una odisea pero mantenerse ocupado le permitía seguir en sus actividades. A los dos meses de que lo amputaron, estrenó una prótesis que le permitió tener mayor facilidad para caminar. Terminó el primer trimestre de su carrera, pero ‌cada‌ ‌vez‌ ‌se‌ ‌le‌ ‌hacía‌ ‌más‌ ‌difícil‌ ‌tener‌ ‌calidad‌ ‌de‌ ‌vida‌ ‌en‌ ‌Venezuela. Por‌ ‌eso ‌decidió‌ ‌emigrar‌ ‌a‌ ‌Chile‌ ‌el‌ ‌18‌ ‌de‌ ‌octubre‌ ‌del‌ ‌año‌ ‌2018.‌ ‌ ‌

‌Pero su‌ prótesis‌ ‌empezó a fallar. Le cuesta caminar con ella y a veces ha tenido que ir al trabajo sin ella porque le causa dolores de espalda. Luis ‌no‌ ‌cuenta‌ ‌con‌ ‌el‌ ‌dinero‌ ‌para‌ ‌comprar‌ ‌una‌ ‌nueva‌ ‌debido‌ ‌a‌ ‌los‌ ‌elevados‌ ‌costos,‌ ‌alrededor‌ ‌de‌ ‌15.000‌ ‌dólares. Por esos sus‌ ‌amigos‌ ‌abrieron‌ ‌una‌ ‌cuenta‌ ‌GoFundme‌ ‌‌para‌ ‌lograr‌ ‌la‌ ‌meta‌ ‌de‌ ‌una‌ nueva‌ ‌prótesis‌ para el muchacho. 

Como migrante, Luis González cuenta que no se puede dar el lujo de dejar de trabajar, Incluso‌ ‌entrena‌ ‌fútbol‌ y powerlifting,‌ ‌un‌ ‌deporte‌ ‌de‌ ‌levantamiento‌ ‌de‌ ‌pesas‌ ‌para‌ ‌personas‌ ‌con‌ ‌algún‌ ‌tipo‌ ‌de‌ ‌discapacidad.‌ ‌No le gusta ver su amputación como una limitación para hacer lo que quiera hacer. Al contrario, se ha dado cuenta de todo lo que es capaz de hacer si se lo propone.