DDHH olvidados | “La pérdida de nuestros hijos no la repone nadie” - Runrun
DDHH olvidados | “La pérdida de nuestros hijos no la repone nadie”

Hay muchas cosas que Elvira Gómez no recuerda de la madrugada del 16 de junio de 2018. Casi todo se esfumó. Ella misma llama “reflejos” a las escenas de ese día que aparecen en su memoria como relámpagos, que vienen y van. Recuerda mucho humo, una cara conocida entre la multitud, gritos y poco más. El antes y el después lo tiene claro, pero el durante es un espacio en blanco en su relato. 

No recuerda qué pasó en la fiesta The Legacy en el Club Social El Paraíso, conocido como el club Los Cotorros. Cómo el gas lacrimógeno invadió el lugar, cómo intentó huir junto a su hermana, cómo el gentío corrió en busca de una salida y cómo quedaron atrapadas porque alguien les cerró la puerta. 

Esa noche murieron 19 personas. Su hermana menor Giannina, quien falleció a los 14 años producto de una asfixia mecánica, es una de las víctimas. Elvira casi no lo cuenta. 

 

*** 

 

Giannina Gómez vio la publicación de la fiesta de prograduación en su Facebook. Una excompañera de colegio de Elvira era una de las organizadoras, así que presionó el botón de “Sí, asistiré” y le escribió para que les apartara cinco entradas. Sus padres no estaban muy convencidos, pero la condición era que podían asistir con tal de que no se separara de su hermana mayor. 

Fueron a buscar y a pagar los brazaletes ese mismo viernes en horas de la tarde, cuando Elvira salió del trabajo. Volvieron a casa para prepararse y esperar que cayera la noche. Un taxista amigo de su padre quedó en irlas a buscar a ellas dos, a su novio, una amiga y un compañero del trabajo.

Alrededor de las 8 de la noche se acercaron al sitio y estaba desolado, no había nadie. “Ellos empezaron a llegar como a las 9:30 pm. Nosotros nos quedamos afuera mientras que llegaban los organizadores, metían las cornetas, los equipos, los cables y la gente”. Entraron al local pasadas las 10 de la noche, cuando el ambiente ya era de fiesta. Nadie los revisó, ni siquiera ojearon el bolso en el que llevaban unas botellas. 

Bailaron y bailaron. Y la gente no paraba de llegar. Había tantas personas que Elvira recuerda que se tropezaban unos con otros y que caminar hasta el baño era casi tarea imposible. Cree que había más de 500 personas, en un sitio con capacidad para no más de 300. “No era agradable para mí, pero yo fui por acompañar a mi hermana”. 

Alguien prendió las luces. Dos personas discutían, se escucharon insultos y ruido de botellas rotas, pero al poco tiempo volvió la oscuridad y la fiesta siguió su ritmo. Hasta que hubo una explosión. Era alrededor de la 1:30 de la madrugada. Nadie entendía lo que pasaba hasta que un humo blanco lo empezó a cubrir todo. 

Elvira perdió la conciencia. 

Despertó a los días. Estaba en una cama conectada a unos cables. Se vio los brazos y las piernas llenas de moretones. No podía hablar. No sabía qué había pasado, en dónde estaba ni por qué estaba ahí. 

Se desesperó y tuvo miedo. Quería pararse y salir corriendo. Comenzó a lanzar golpes a los doctores y enfermeros que la rodeaban para intentar calmarla. “Cuando yo daba los golpes, me sentía agotada. Y cuando me tropezaba con las barandas de la cama, me preguntaba por qué me dolía tanto”. No se dio cuenta del traqueostomo que tenía pegado a su garganta que le permitía respirar. Sus padres entraron a tranquilizarla y los médicos la sedaron. 

Elvira cuenta que vio a Giannina varias veces en la sala de terapia intensiva de la Clínica Loira. Mientras ella estaba frustrada y agobiada, su hermana la acompañó. “Cuando yo estaba grave, yo sí sentía que ella estaba ahí. Estaba chiquita, como de ocho o nueve años, y lo que hacía era mirarme y decirme que me quedara tranquila”. Cuando a los días la subieron a una habitación, tampoco la abandonó. “Toda mi familia estaba ahí y recuerdo que la vi una sola vez. Yo estaba tranquila porque ella estaba bien, así me lo hacía ver ella”. 

 

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A Elvira le dieron de alta a los días. Poco a poco se empezó a sentir mejor. No veía a su hermana en la casa, pero cuando le preguntaba a su madre, ésta le contestaba que Giannina estaba en casa de una amiga en la Colonia Tovar. Todos los familiares le daban la misma versión. 

En consulta con el doctor se enteró de lo que le había pasado ese 16 de junio. “Yo le pregunté a él y me dijo que había ocurrido una tragedia. Que habían lanzado una bomba lacrimógena y que habían fallecido varias personas”. No le dijo nada de su hermana, pero de vuelta a su hogar comenzó a preocuparse. 

Insistió en escuchar la verdad. Y un día antes de su cumpleaños, su madre le dijo que Giannina había muerto en la fiesta de “Los Cotorros”. Elvira entró en shock, no podía creer lo que escuchaba y dudó de lo que le decían. “Por un momento dudé. Si yo la había visto en la habitación, ¿cómo iba a estar muerta? Pero después recordando algunas cosas y viendo la cara de todos mis familiares supe que era cierto”. 

Su novio Santiago, quien también había ido a la fiesta, le ayudó a llenar los vacíos en su memoria de lo que pasó esa noche. La bomba lacrimógena explotó y cuando el humo se esparció en el sitio, todos empezaron a correr y se formó una estampida. Elvira había puesto a Giannina delante de ella para que saliera primero, pero fue en vano porque cerraron la diminuta puerta del local que conducía a unas escaleras. Todos quedaron atrapados y cayeron unos encima de otros. 

Le contó que él también se desmayó por el gas, pero alguien abrió una pequeña puerta por la que pudo salir. Entre mareado y consciente, volvió por las hermanas. Elvira era la que tenía más gente encima, así que la sacó primero con las pocas fuerzas que tenía. La dejó en la acera de la avenida Páez de El Paraíso y ella convulsionaba; sabía que estaba viva. Después fue por Giannina y se dio cuenta que parecía no tener signos vitales. Tenía 14 años en diciembre de ese año cumpliría los 15.

Llamó a los familiares y en cuanto pudieron fueron al Club Los Cotorros. Las montaron en el carro y fueron al menos a dos centros de salud, pero no las quisieron atender. “No nos dieron nada, ni un respirador. Pidieron ayuda y se negaron. Recorrimos la ciudad, me imagino que si Giannina no tenía chance, después de eso menos”, cuenta Elvira. 

 

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Han pasado más de dos años y los familiares de los fallecidos siguen buscando justicia. Seis personas fueron identificadas (entre esos cuatro menores de edad) como los responsables de la desgracia del club Los Cotorros, según las autoridades. A Gilberto Petit, detenido cuando tenía 19 años, lo señalan por la muerte de 19 personas, uso de menores para delinquir y uso de armas de guerra. María de los Ángeles fue señalada como responsable de la organización del evento por haber firmado los contratos y cobrado entradas de la fiesta. En ambos casos, el juicio no se ha iniciado; constantemente suspenden la audiencia porque no hay traslado.

Solo dos de los menores de edad -al momento del hecho- se declararon culpables. El resto aún no ha reconocido la responsabilidad. 

La última vez que tuvieron juicio fue la semana que anunciaron los primeros casos de coronavirus en el país. Desde entonces, un proceso que se desarrollaba con lentitud, se dilató más por la cuarentena y la suspensión del trabajo en tribunales. “Por los días de la pandemia, el juicio de los menores se interrumpió y vuelve a comenzar”, comenta Austria Suárez, madre de Elvira y Giannina. Tienen pautado que el juicio se retome el 30 de noviembre. “Estamos esperando a lo que nos diga la secretaria del tribunal”.

Cuenta que la vida les cambió a toda su familia desde ese día. Todos los días llora por la muerte de su hija menor. Tribunales y fiscalía, en busca de justicia, se volvieron su segunda y tercera casa. Pero “la pandemia nos tiene de manos cerradas”. 

Todas las mamás de los fallecidos están en un grupo de Whatsapp, donde se comunican los avances del caso. Siguen teniendo más preguntas que respuestas. “Nosotros no queremos que esto sea un caso más porque la pérdida de nuestros hijos no la repone nadie”.

“La culpa la tiene el Estado. Cómo unos menores de edad van a ingresar a una fiesta con bombas lacrimógenas. Ellos fueron quienes activaron la bomba y tienen la culpa de todo el desastre que ocasionaron”, dice Elvira.