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Tarea para los países y los venezolanos

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Los países dejaron de ser islas. Una guerra civil, una dictadura, la violación de derechos humanos, el terrorismo, las drogas, la corrupción, la pobreza, el calentamiento global, un terremoto, una sequía, las migraciones y el tráfico ilegal de armas tienen hoy una repercusión más allá de las fronteras de determinado país. Ya nada escapa del escrutinio de un público que está consciente de que el «aleteo de una mariposa en cualquier remoto lugar afecta a todos». Por ello, el viejo concepto nacionalista de la soberanía ha tenido que evolucionar.

 

El mundo no tiene duda de que Maduro es un dictador.  Los asesinatos de ciudadanos que protestan, las torturas, los presos y exiliados políticos y las violaciones a la Constitución lo pusieron en evidencia. La pregunta obligada es qué deben hacer los países democráticos para contribuir a que deje el poder y cuál es la tarea que nos corresponde a los venezolanos.

 

Los países amigos ya han aplicado algunas sanciones como la suspensión de Venezuela de Mercosur, el no reconocimiento de la constituyente espuria y declaraciones en contra del régimen. Los siguientes pasos deberían ser el bloqueo de las cuentas bancaria de los corruptos rojiarcas y algunas medidas económicas que afecten lo menos posible a la población, como ha hecho Estados Unidos; no reconocer atenciones diplomáticas a los jerarcas del régimen, tal como hizo Costa Rica; suspender los tratados de cooperación  y  ruptura de relaciones diplomáticas. La  intervención militar, con fuerzas de uno o varios países, tiene efectos colaterales no deseables. Sin embargo, el régimen está jugando con fuego por sus relaciones con  el narcotráfico y por su apoyo al terrorismo internacional.  

 

En cuanto a los venezolanos, debemos cerrar filas y seleccionar ya una persona, preferiblemente  independiente, para ser nuestro vocero, presidir una posible transición o para ser candidato presidencial. Este punto es polémico, difícil y tiene sus riesgos, pero es necesario. En la elección de gobernadores tenemos que votar por los candidatos de la MUD. Por la feroz represión, la calle tenía que enfriarse, pero el sacrificio de los asesinados, torturados, encarcelados y exiliados no ha sido en vano.  Por otra parte, es necesario dejar de lado la descalificación a las acciones no electorales, pero también las injustas  acusaciones a la MUD.  

 

Las dictaduras imponen sus arbitrariedades con la fuerza de las armas,  la falta de escrúpulos de quienes las detentan y  la complicidad de  jueces venales  Ante esta situación, los demócratas no tienen cómo imponer exigencias de respeto  a la Constitución y a las leyes. Solo podemos organizarnos mejor,  protestar pacíficamente en las calles y votar.  Políticamente el referendo fue exitoso al  lograr la simpatía internacional y obligar al régimen a realizar una trampa descarada el 30 de julio. Hoy, ningún  demócrata reconoce la constituyente cubana, ni respeta a los sinvergüenzas del TSJ y mucho menos  considera que el alto mando de la Fuerza Armada está integrado por ciudadanos honorables. La MUD cumplió en esta oportunidad y sus integrantes han dado la cara y expuesto la vida y su libertad

 

 Tenemos la fortaleza de que somos abrumadora mayoría,  de que la opinión internacional  está a nuestro favor  y la sociedad no se ha doblegado, pero también la debilidad de que en nuestras filas no hay la cohesión deseable, no contamos con la Fuerza Armada o al menos con el alto mando  y el TSJ es incondicional de la dictadura. Todo indica que ni los totalitarios,  ni los demócratas tenemos la fortaleza para doblegar al otro.

 

Si la presión interna e internacional obliga al régimen a negociar, lo procedente es llegar a un acuerdo práctico con garantías tangibles  El mismo implica que algo hay que ceder, pero en aras de lograr la salida del presidente de facto. Los rojos deben entender que para tener vida política tienen que deshacerse de Maduro y  de sus narcocompañeros. Aunque algunos  no lo visualicen, la persistencia de los demócratas está venciendo  la obstinación de los totalitarios.

 

Como (había) en botica: Padrino y los oficiales del  Ejercicio Soberanía 2017 se burlaron cruelmente de gente humilde exponiéndolos al sarcasmo ¡Qué execrables!   A cinco años de la tragedia de Amuay el régimen se niega a presentar el Informe definitivo. Coener, la Academia de la Ingeniería y el Hábitat, la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleo, la AC Gente del Petróleo, el sindicato Unapetrol y el Grupo Orinoco de Energía y Ambiente divulgaron un comunicado en el que, entre otros puntos, afirman que «…  el recurrente aumento de la accidentalidad en todas las instalaciones industriales de PDVSA, son sin ninguna duda consecuencia directa de la decisión de haber despedido en el año 2003 más de 20 mil trabajadores, que desprofesionalizó sus cuadros gerenciales y técnicos..». Los estudiantes presos en El Dorado deben recibir atención médica y ser transferidos a tribunales civiles. Rechazamos el cierre de  99.1 y 92.9 FM. Lamentamos el fallecimiento del distinguido geólogo Víctor Petzel y del ingeniero Winston Peraza. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

 

eddiearamirez@hotmail.com

La difícil tarea de revocar a Maduro por Carlos Alberto Montaner

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Es bastante obvio que los chavistas, con Nicolás Maduro a la cabeza, no están dispuestos a cumplir las leyes y perder el poder. Las elecciones y la legalidad burguesa les eran útiles cuando tenían o podían simular que poseían la mayoría de los electores. Ahora, y desde hace unos años, solo les queda invocar la sacrosanta revolución y gobernar apelando a la razón testicular.

La estrategia es muy simple y transparente: cuando pierden el control de alguna institución (las gobernaciones, las alcaldías, la Asamblea Nacional) la vacían de funciones reales, que pasan a ser ejercidas directamente por el Ejecutivo o núcleo duro de la dictadura.

A los representantes de la mayoría opositora los dejan figurar en el organigrama de la República, ocupando cargos nominales y cobrando todos los meses algún estipendio, pero sin poder real. Cuando protestan en las calles por esta burla a la voluntad popular, los represores asesinan a unas cuantas personas como forma de escarmiento y acusan a las víctimas de haber causado las muertes. Esa es la increíble historia de Leopoldo López, de Antonio Ledezma y de las docenas de presos políticos que hay en el país. Estamos ante una dictadura mal disfrazada de Estado de Derecho.

Por eso Maduro no se va a someter al revocatorio. Sabe, además, que puede gobernar a su antojo mediante el control del Poder Judicial, anulando todas las decisiones y acciones del Legislativo, pero ese fraudulento modelo no puede operar si la oposición ocupara el Palacio de Miraflores. El sistema quedaría descabezado.

A partir de ese punto –temen–, se iniciaría el desmantelamiento del disparate chavista. Se pondría punto final a los cuantiosos subsidios al gobierno castrista, miles de agentes de inteligencia cubanos serían devueltos a la isla, comenzaría la cacería judicial de corruptos y narcotraficantes –un grupo tan enorme como purulento– y peligrarían –piensan– quienes han sido los pilares del peor gobierno de la historia de ese país.

Naturalmente, Maduro y el chavismo jamás asumirían que luchan por sus vidas, sus privilegios y los botines obtenidos tras el saqueo del país. Para justificar la razón testicular existen palabras o frases altisonantes como “antiimperialismo”, “revolución”, “agresión yanqui”, “neoliberalismo”, “cuarta república”, “Comandante eterno” y otras coartadas parecidas extraídas del salivero ideológico. Las excusas no faltarán jamás.

¿Qué pueden hacer los venezolanos ante esta violenta situación? El dilema es muy doloroso. Desde el punto de vista legal está justificada la resistencia activa a la tiranía. Lo dice y condena el artículo 350 de la Constitución bolivariana: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”.

Pero “desconocer” es una palabra vaga. ¿Cómo pueden los venezolanos desconocer a la pandilla de malhechores que controla el país si estos no se someten a la regla de la mayoría? Ya se sabe que el camino de golpear las ollas no conduce a la libertad. Tampoco el de marchar por las calles de unas ciudades que hoy están en poder de grupos armados de malandros, como allí les llaman a los delincuentes.

Tampoco ignoran los demócratas venezolanos que están prácticamente solos en su lucha. A los “hermanos” latinoamericanos les importa un rábano lo que acontezca en ese país, y los estadounidenses han decidido que Venezuela no es un peligro, sino una molestia que en algún momento implosionará debido a la infinita incompetencia de sus administradores, sin necesidad de que Washington intervenga directamente en el conflicto.

Mi vaticinio, muy impreciso e inseguro, es que un día algún oficial de las fuerzas armadas, horrorizado por el enorme desastre provocado por Maduro y los cubanos, tratará de sublevar a sus compañeros para rescatar al país, a mitad de camino entre el patriotismo y la ambición de poder, como hizo Wolfgang Larrazábal en 1958.

O acaso, que un grupo de jóvenes civiles armados, convencidos de que el chavismo le ha cerrado totalmente las puertas a la democracia, se echarán a los montes o iniciarán una revuelta dentro de la estrategia guerrillera urbana, sacrificio que pudiera desencadenar el fin de la dictadura mediante sucesos hoy imponderables.

Mientras tanto, continuará el éxodo de los venezolanos más emprendedores y educados hacia cualquier punto del planeta en el que puedan rehacer sus vidas, aumentando progresivamente la pérdida de capital humano que sufre el país. Venezuela, simplemente, se desangra sin remedio. Es tristísimo.

 

@CarlosAMontaner

El Nacional