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Si no hay pan que coman torta…! por Orlando Viera Blanco

Desabastecimiento

 

La «política del hambre» obedece a una crasa y supina ignorancia deliberada, nutrida de soberbia … que en una visión feudal y autosuficiente, no les importa la agonía del pueblo, mientras festejan bacanales con caviar, champagne y pâté

 

En proceso de desatarse la Revolución Francesa, se difundió una frase que supuestamente, había pronunciado María Antonieta de Austria, Reina consorte de Francia y Navarra. Se contó que cuando la gente del pueblo a falta de harina y trigo para preparar pan, fue a Versalles a encararse con ella, ésta habría respondido altaneramente con la frase: “Que coman pasteles” («Qu’ils mangent de la brioche«). Este supuesto hecho causó un gran enojo en el pueblo y contribuyó a que aumentara el odio que éste sentía hacia la Reina.

Sin embargo, el filósofo contemporáneo Jean-Jacques Rousseau confirma que la frase no fue proferida por ella, sino por otra reina anterior, María Teresa de Austria (esposa de Luis XIV). La frase original era “S’il ait aucun pain, donnez-leur la croûte au lieu du pâté” (“Si no tienen pan, que les den el hojaldre en lugar del paté”). En todo caso, la patanería y el cinismo en la política, es capaz de desatar los demonios. Sea por ignorancia, por desvergüenza, desenfado o impudor, pretender regodearse de la miseria del pueblo, demostrando-además- indiferencia e ineptitud, lo que dispara es la movilización desbordada de las masas.

El fanatismo y holgazanería ideológica en la RP de China entre, 1958 y 1961, condujo del Gran Salto Adelante a La Gran Hambruna. La agricultura fue organizada en comunas y se prohibió el cultivo privado. Jang Jisheng,  un ex reportero de Xinhua News Agency, pasó más de diez años reuniendo información, estimando que el balance fue de 36 millones de vidas perdidas. Las autoridades chinas usan las frases «Tres Años de Dificultad Económica» y «Tres Años Amargos» para describir este período. Desde los años 1980 ha habido mayor reconocimiento oficial en las causas del desastre, afirmando que 30% fue por causas naturales y 70% por mala gestión. Esta colectivización forzada, redujo los incentivos para que los campesinos trabajasen eficientemente. Una inconmensurable cantidad de cosechas se pudrieron por falta de mano de obra. La «política del hambre«, de la colectivización, de la confiscación de la tierra o la imposición de faenas, no responde a un plan de mecanización social. Tal poder de anticipación se lo dejamos a Orwell, escritor lúcido y creativo, que así lo concibió en su novela, 1984. La «política del hambre» obedece a una crasa y supina ignorancia deliberada (willful blindness), nutrida de soberbia -sea de reyes, dictadores, tiranos o comunistas- quienes en una visión feudal y autosuficiente, no le importa la agonía del pueblo, mientras ellos festejan bacanales con caviar, champagne y pâté. Es la borrachera de dominio y potestad que lleva a los cabecillas a subestimar el poder de las multitudes (dixit Le Bon), a rebelarse al coctel de insulsa gloriosidad y pretendida divinidad, que los tiempos no esperan en reprender.

La reciente designación del Gral. Padrino López no merece mayor análisis. Confirma  la decisión del gobierno de atrincherarse mientras le espetan a la gente, «que coman torta«. Es consagrar un súper-ministro que les garantice el salvo-conducto ante la rebelión de las masas. ¿Lo hará? Lo dudo … Tampoco es Padrino un hombre de transición. Ella [la transición], demanda una generosa amplitud política y estricto orden civilista. Otra clase política. Otra visión que no es ni de la IV ni de la V. Un verdadero movimiento liberal amante de la ley, el conocimiento y la justicia, no de refritos socialistas. El gobierno ignora deliberada y desenfadadamente, que la voluntad popular es superior a cualquier voluntad personal sobre la tierra. Olvida que el hambre comporta el dolor más profundo-material  y espiritual-por agresivo y desesperante, que no hay pretor, Robespierre, Padrino; ideólogo o legionario, capaz de contener y controlar.

La ideología del desprecio y el ostracismo nos condujo a la Quinta. Es verdad. Pero la ideología de la prepotencia revolucionaria (de humilde apariencia); de la embriaguez comunal prendada de privilegios imperiales (de pocos), llevará inevitablemente a la refundación de una nueva República, en una Venezuela que no aguanta más estragos. La indignación y rabia, preñadas de arrebato de madres y padres desesperados por comida para sus hijos, no lo contiene una bota. Desengaños que el propio Chávez -en medio de su prolijo rentismo- alivió pero irresponsable. Un complejo saneamiento histórico-republicano está por nacer. Y no puede ser edificado desde el talante de un mayor general nacido de Chávez.

Maria Antonieta no sobrevivió La Revolución Francesa. A ella, a su marido Luis XVI, y a su séquito, los arrastró el hambre y la ira de un pueblo, que no toleró un día más de banquetes y promiscuidad. Nihilismo que no se dosifica con tanques, sino con libertad. Y los mismos revolucionarios quedaron atrapados en sus odios y revanchas; una vasija de insidias humanas que Víctor Hugo bien lo plasmó en los miserables…

La historia de pan, hojaldre, impíos y los soberbios está escrita. Quien quiera evitarla, que recorte la garrocha y deponga altanerías. Hasta los comunistas en medio de la hambruna del Gran Salto Adelante, cambiaron la perdiga y abrieron la economía … Y quienes no leen la historia la repiten.

 

@ovierablanco

vierablanco@gmail.com

Diálogo en Sodoma y Gomorra, por Orlando Viera Blanco

Diálogo

 

«Creo en el diálogo de los justos. Con el hombre normal, culto y de buenos modales. Con quien tolera tanto al forastero, al lugareño o al que piensa diferente…»

 

La historia de Sodoma y Gomorra tradicionalmente ha estado vinculada a la perversión sexual. Como herencia de la cultura judeo-cristiana, en varios idiomas occidentales se utiliza el gentilicio «sodomita», para designar parafilias como sadomasoquismo, necrofilia, vampirismo, etc. Asimismo se ha utilizado el término para la homosexualidad. Pero Sodoma y Gomorra comportan otros antivalores de la pentápolis bíblica situada a orillas del Mar Muerto,  por lo que Dios decidió que sobre ellas lloviera azufre y fuego. Esa perversidad que rebosa todos los límites tolerables es la soberbia.

En la antigüedad las prácticas de aberraciones tenían otra connotación; con la falta de amor al prójimo. Un pasaje del profeta Ezequiel deja entrever l’etat de la question: «He aquí que ésta fue la maldad de Sodoma, ciudad hermana de Gomorra: La soberbia, la saciedad de pan [comer hasta vomitar], y la abundancia de ociosidad. Jactancia desde la cual no se tendió la mano al afligido y al mendigo. Y se llenaron de soberbia y abominaron mi Ley.» Prácticas alejadas de valores convencionales, que no se reducen a una desviación carnal o mundana, sino a un profundo desmembramiento ético, espiritual y humano, inoculado de arrogancia e insolencia y desprecio al cautiverio. No por casualidad sadama (origen hebreo del término) significa tristeza, angustia, arrepentimiento, agotamiento. Al estudiar los versículos de la Biblia, se deduce que los habitantes de Sodoma y Gomorra, violentaron la cultura israelita en materia de relaciones humanas. Y por ello Yahvé mantenía a Lot-sobrino de Abraham-en ese lugar, con la misión de revertir esas conductas con exhortaciones, dado que Lot no pertenecía a esa legión. Su prédica no tuvo éxito…

Según el Génesis 19:1-38, dos ángeles entraron en Sodoma a rescatar a Lot. Los ángeles eran de hermosa apariencia y llamaron la atención de los habitantes. Al verlos, Lot les insistió que pasaran la noche en su casa. Pero antes de que se acostasen, los sodomitas cercaron la casa y exigieron que les entregase a sus invitados para abusar de ellos. Lot salió de la casa y se dirigió a los intrusos cerrando la puerta detrás de sí, y les dijo: «Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. Miren, tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las voy a traer… pero dejen tranquilos a estos hombres que han confiado en mí hospitalidad.” Aquellos le respondieron: “¡Quítate de en medio! ¡Eres un forastero y ya quieres actuar como juez! Ahora te trataremos a ti peor que a ellos.” Lo empujaron violentamente y fueron por los «huéspedes». De nada sirvió la persuasión de Lot. La predisposición de penca y azote atrapaba el alma de los impíos. La vanidad en sus corazones, engañaba lo que decían albergaban en él. Y la altanería era de tal elevancia, que dudaban alguien fuese capaz de derribarles a tierra, por remontar como águilas su nido entre las estrellas. Y Jehová les dijo: «yo les derribaré».

Cuando los pueblos son conducidos abominando leyes sagradas y terrenales de convivencia, por estar sus pretores embriagados de poder y altivez, los valores superiores de justicia, perdón, diálogo, bondad o nobleza, no son correspondidos. Cuando las pestes, el hambre y el desasosiego no cesan por «la rapacidad del águila anidada», las penurias llevan al colapso, del cual ni las aves de rapiña se salvan. Con la misma inmisericordia, los pueblos confinados por sus verdugos rescatan a sus humildes y desplazan a sus celestinos.

Dialogar es práctica típica de los padres que hablan con sus hijos. Dialoga aquél que como Lot, comprende «la hospitalidad hacia el hombre bueno y de confianza.» Yo creo en el diálogo de los justos. Con el hombre normal, culto y de buenos modales. Con quien tolera tanto al forastero, como al lugareño y al que piensa diferente. Creo en el diálogo con quien se deja exhortar, no con quien se hace rogar. La lógica del diálogo demanda un sentido amistoso y fraternal. Pero un diálogo con soberbios-como en Sodoma y Gomorra-es un diálogo anodino y violento, por trivial e insubstancial. Ante la lógica del ser supremo dueño de la verdad, Bertrand Russel, matemático, positivista lógico, predijo en su octogésimo cumpleaños: «He vivido en busca de una visión, tanto personal como social. Personal: cuidar lo que es noble, lo que es bello, lo que es amable; permitir momentos de intuición para entregar sabiduría en los tiempos más mundanos. Social: un imaginario de una sociedad donde los individuos crezcan libremente y donde el odio, la codicia y la envidia mueren porque no hay nada que los sustente…»

Pues nada, ante la soberbia, intuición y sabiduría. Ellos no buscan diálogo, sino tiempo y acomodo. Y ni los tiempos ni el diálogo redimirán el hambre (dixit Maria Corina). La intuición sugiere no mendigar derechos. El diálogo no es un fin en sí mismo. Lo sabio, cómo el Sermón de la Montaña, es ser como la sal de la tierra, forzando el cambio desde la llanura y la prudencia. Así los hambrientos y sedientos de justicia fueron saciados, las águilas como los imperios cayeron, y como Sodoma y Gomorra, que creían serlo [águila e imperio], terminaron bajo lluvia de azufre y fuego …

 

@ovierablanco

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