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Vuelos en picada: aerolíneas cierran otro trimestre en rojo

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Recientemente el director de la Asociación Venezolana de Mayoristas y Empresas de Representación del Turismo, Julio Arnaldes, confirmó que en Venezuela desde el 2014, se ha registrado una caída en la venta de boletos aéreos que alcanza el 75%. Enfatizó que para el cierre del tercer trimestre de este año, en comparación con el 2015, se reporta una caída del 40% en la venta de boletería.

Incluso, algunas agencias internacionales, aseguran que este escenario es consecuencia de la deuda que mantiene el Estado venezolano con las compañías aéreas internacionales y locales.

Refirió que a lo interno, un vuelo doméstico de 30 ó 40 minutos ronda los 16 dólares, mientras que en cualquier parte de la región no baja de 150 dólares, costos que han sido calificados de “ridículos” por parte del propio Arnaldes.

Igualmente aseguró que las empresas que continúan operando han generado estrategias para no perder su plaza en «un mercado sumamente interesante», entre ellas, la reducción de sus frecuencias y la sustitución de su flota por unidades más pequeñas. Especificó que aerolíneas como Laser y Aserca han abierto rutas hacia islas del Caribe como Curazao y Aruba y a otros países como República Dominicana, Panamá y Ecuador, cuyo precio es calculado en bolívares.

Subrayó que en definitiva, esas opciones representan prácticamente la única materia prima del negocio de las agencias de viajes y turismo que, por ser empresas nacionales, no pueden facturar en una moneda diferente al bolívar.

El culillo colorado por Alberto Barrera Tyzka

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Se abre el telón y aparece el candidato, vestido de rojo y rodeado de cámaras de televisión, vociferando y manoteando, prometiendo que pulverizará a sus contrincantes. Se cierra el telón. Vuelve abrirse y, en medio de una leve penumbra, el candidato cuchichea y presiona a algunos funcionarios. El telón se desliza suavemente. Y por supuesto que se abre de nuevo para dejar ver a los mismos funcionarios anunciando que los contrincantes del candidato han sido suspendidos, cancelados, prohibidos. Se cierra el telón. Dos segundos después se abre otra vez el telón: aparece el candidato, vestido de rojo y rodeado de cámaras, vociferando y manoteando, prometiendo que pulverizará a sus contrincantes. El telón se derrumba definitivamente. ¿Cómo se llama la obra?

Estamos asistiendo a un espectáculo grotesco y peligroso. El poder parece estar entrando en estado de pánico. Pero su fragilidad no se transforma en conciencia, en sensatez, sino en desesperada e histérica agresividad. Tal vez se confiaron, pensaron que la herencia carismática de Chávez les duraría mucho más. Tal vez creyeron que contaban con su popularidad eternamente, envasada al vacío y sin fecha de caducidad. Vivieron tanto bajo su sombra, que ahora descubren que no saben hacer política sin su rating. Y están aterrados. Al paso que vamos van a querer inhabilitar también a la mayoría de los votantes.

Yo no me siento políticamente cerca de María Corina Machado. Jamás he votado por ella. Tampoco estuve de acuerdo con La Salida. Pienso que fue un error que todavía estamos pagando. Muy caro, además. Pero pensar distinto no nos transforma en delincuentes. María Corina Machado es una mujer que lucha, con valor e inteligencia, por lo que cree. Y eso la ha convertido nuevamente en víctima de un Estado que criminaliza la diferencia.

Resulta un poco patético ver al contralor general de la República arañando detalles para justificar la medida. Sin duda, la diputada ha debido cumplir con todos los requisitos legales, pero también sin duda la jugada política es demasiado obvia y vulgar. Está en el mismo contexto de la reciente inhabilitación a Daniel Ceballos. Y se presenta como un acto con dedicatoria específica. La Contraloría no investiga a ningún otro candidato. No presenta más informes. Más que hacer su trabajo, pareciera que cumple con un encargo. Cometen el peor error político que existe: subestimar al pueblo. Creen que ser ciudadano y ser pendejo es la misma cosa.

La idea de que “María Corina Machado está inhabilitada por no rendir sus cuentas al Estado” genera un ruido enorme en un país donde, desde hace años, el Estado no le rinde cuentas a nadie. Todo es parte de un mismo problema. También esta semana, en el lanzamiento de Plan Nacional de Derechos Humanos, La fiscal general propuso incorporar el “derecho a la verdad” en el proyecto. Para una sociedad con escasos niveles de transparencia, y con un gobierno empeñado en imponer su hegemonía comunicacional, se trata de una propuesta de alto riesgo.  ¿Cuál es la verdad para el poder? ¿Por qué necesita controlarla? ¿Acaso la verdad-Luisa Ortega Díaz no quiere que también exista la verdad-María Lourdes Afiuni? Todos los venezolanos llevamos demasiado tiempo esperando que el presidente y que el vicepresidente rindan cuentas y cumplan su promesa, esperando que nos digan la verdad y nos entreguen la lista de las empresas fantasmas que desfalcaron al país.

En su novela sobre Limónov, Enmanuel Carrère narra brevemente una secuencia entre Boris Yeltsin y uno de sus asesores. La popularidad del presidente ruso iba en picada. Tanto que estaba evaluando anular los próximos comicios. Temía perder de manera estrepitosa. Yeltsin se encontraba en el sauna cuando Koriakov le dijo: “La democracia está bien, pero sin elecciones es más segura”.

Estamos asistiendo a un espectáculo grotesco y peligroso. Podría llamarse “El culillo colorado”. La oligarquía está asustada. Su revolución se está descascarando. El gobierno del pueblo le tiene miedo al pueblo.

Del desastre rojo a la Venezuela tricolor: el proyecto por Jesús Torrealba

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El oficialismo no tiene ideas para salir de la crisis. En realidad nunca tuvieron ideas para gobernar a este país, si por «gobernar» entendemos la búsqueda del bien común, y por eso precisamente fue que nuestro país cayó en la crisis atroz en que actualmente se encuentra, con escasez de medicinas, alimentos y paciencia, con abundancia de violencia, corrupción e impunidad, pese a que el régimen dispuso en los últimos 15 años de la más alta cantidad de dinero, popularidad y control institucional que gobierno alguno haya disfrutado en los últimos 200 años.
Tuvieron, si, consignas. Tuvieron la habilidad para conectar esas consignas con profundos pozos de resentimiento social que encontraron en el alma nacional. Tuvieron la falta de escrúpulos necesaria para utilizar ese resentimiento como sustituto de su inexistente plan político, para así llegar al poder por la vía electoral cabalgando sobre el rojo caballo del odio. Y llegaron al poder de esa manera, con esa orfandad doctrinaria, recitando necedades como las de «El Oráculo del Guerrero» y reverenciando las obviedades fascistoides de Norberto Ceresole. Así fue como cayeron en manos de los Castro, cuyo único «proyecto» es la sobrevivencia de su casi sexagenaria tiranía. En vez de una propuesta para construir la Venezuela del Siglo XXI el oficialismo sólo atinó a encarnar en nuestro tiempo la pulsión militarista del Siglo XIX, de manejar a Venezuela como un botín de guerra, como una hacienda particular, como un potrero, salpicada con nostalgias ajenas que tomaron prestadas de la iconografía castro-guevarista que causó lamentable furor en la sexta década del Siglo XX. Pero, en materia de ideas, poco más.

 

En cambio, el pueblo demócrata si ha ideado, diseñado y presentado al país varios conjuntos de ideas articuladas, útiles para definir cómo será un país regido por los principios y valores que congregan a quienes luchamos por un cambio. En los Programas de Gobierno presentados por Henrique Salas en 1998, por Manuel Rosales en 2006, por Henrique Capriles en 2012 y 2013, así como en numerosos documentos y declaraciones emitidos por la Mesa de la Unidad Democrática, es posible constatar no sólo la existencia de un proyecto de país alternativo al actual Desastre Rojo, sino además es posible advertir como ese proyecto ha ido madurando, creciendo, enhebrándose, tejiéndose y retejiéndose,para expresar cada vez con mayor nitidez y eficacia los anhelos de esta Venezuela que conoció la democracia política en los 40 años de la República Civil y que ahora se apresta a construir una nueva experiencia democrática, en la que los mecanismos de la política, los resortes de la economía y las instituciones de lo social estén siempre llenas de pueblo, de gente, de ciudadanía en permanente ejercicio de soberanía, pues esa y no otra es la única garantía eficiente contra los desvaríos de la demagogia y el autoritarismo.

 

Lo agudo y grave de la crisis actual nos obliga sin embargo a que ese progresivo proceso de optimización del proyecto de cambio democrático cristalice hoy no en un «programa de gobierno», no en un «recetario» exhaustivo, sino en una oferta política clara, en un conjunto de pinceladas que dibujen con eficacia, ante la inteligencia y el corazón de los venezolanos, como será la Venezuela Tricolor que sustituirá al actual Desastre Rojo. Como contribución a esa elaboración colectiva, en la que trabajan centenares de equipos técnicos y profesionales de los partidos que integran la Mesa de Unidad Democrática y calificados grupos de trabajo independientes cercanos a la Alianza, adelantamos los siguientes criterios:
1) La Venezuela tricolor será del pueblo propietario 

Cada quién será dueño de lo suyo, de lo que haya logrado y construido con su trabajo honesto, con su dedicación y esfuerzo, con su compromiso y dedicación. Quien viva en una humilde casa en un barrio será dueño de la tierra en que la misma este levantada. Quien resida en una vivienda construida por el Estado será propietario y no «adjudicatario» de la misma. Quien trabaje en un puesto en un mercado será dueño de su negocio, y no «concesionario» del gobierno. Si esos y otros emprendimientos prosperan y llegan a convertirse en grandes empresas seguirán teniendo las mismas garantías, pues el derecho a la libre empresa es, como la libertad de trabajo, un derecho humano fundamental y una garantía constitucional.
 

2) La Venezuela tricolor será la del pueblo solidario 
Nadie podrá discriminar a nadie, por no tener dinero o por tenerlo, por el color de su piel o por el nombre de su dios, por ser oficialista o por ser opositor. La pertenencia a la burocracia oficial tampoco será pretexto para la discriminación socioeconómica. Se acabará para siempre el Desastre Rojo en que los ciudadanos andan por las calles con dificultades extremas para encontrar medicinas, alimentos y hasta sin desodorante, mientras que los jerarcas van a hospitales del exterior en aviones de PDVSA con sus esposas, suegras y niñeras. En la Venezuela Tricolor «inclusión» y «solidaridad» dejaran de ser consignas cínicas y pasarán a ser realidades cotidianas.
 

3) La Venezuela tricolor será la del pueblo próspero y el estado austero 

Todos podrán llegar a ser lo que quieran ser. Progresivas medidas sociales, económicas y hasta constitucionales promoverán que el dinero del petróleo no siga siendo malbaratado en gasto corriente, en negocios de unos pocos o en la inútil promoción de la quincalla política de una cúpula, sino que será usado íntegramente para que todos tengamos un servicio de salud excelente, una educación de alta calidad (orientada a formar ciudadanos creativos, productivos y críticos, no a adoctrinar «cuadros» dóciles a un credo político), una vivienda propia y confortable y pensiones de monto suficiente para una vejez tranquila y segura. El Estado vivirá de su legítima y razonable participación en la riqueza generada por los ciudadanos, y los ciudadanos viviremos del ingreso estable que proporcionarán empleos de calidad creados por empresas privadas que producirán riqueza y bienestar en áreas como el turismo, agroindustria, industria, comercio y servicios, ciencia y tecnología. En la Venezuela Tricolor solidaria e inclusiva nadie podrá ser pobre, pero una economía abierta y productiva brindara oportunidades para que todo el que quiera ser rico pueda serlo, tanto como su inteligencia y su trabajo se lo permitan.
4) La Venezuela tricolor será la del pueblo seguro 

Los únicos que se sentirán inseguros serán los delincuentes, los violentos, los criminales. Policías profesionales y competentes los atraparán; fiscales eficientes e independientes los acusarán; tribunales autónomos los juzgarán, y un sistema penitenciario decente administrará castigo y oportunidades de rehabilitación. En la Venezuela Tricolor las personas tendrán seguridad ciudadana para vivir y disfrutar, y las empresas (nacionales y extranjeras) tendrán seguridad jurídica para trabajar y producir.
5) La Venezuela tricolor será la del pueblo unido en su diversidad 

Los venezolanos dejaremos de estar enfrentados en «bandos» y volveremos a ser un NOSOTROS, diverso pero armonioso: Al contar con seguridad social eficiente que aleje el peligro de la pobreza, con la seguridad económica que acerque el objetivo de la prosperidad, y con una seguridad pública respetuosa del ciudadano y firme frente al delincuente, volveremos a vivir en vez de sobrevivir, volveremos a disfrutar nuestras ciudades en vez de padecerlas, volveremos a tener nuestras familias unidas en vez de tenerlas separadas por la muerte o el exilio. No se acabarán las diferencias, obviamente. Pero cada quién podrá expresar sus opiniones y preferencias sin riesgo de ser perseguido, preso, torturado, asesinado o expuesto al escarnio público sólo por pensar distinto a quien circunstancialmente ejerza el poder.

Y todo esto estará garantizado no por la voluntad displicente de un caudillo, sino por una democracia participativa de verdad, por unas instituciones eficientes y con pueblo, por unas fuerzas armadas al servicio de la Nación y no de un partido o una ideología, por un Estado al servicio de la ciudadanía y por una ciudadanía educada, organizada y movilizada, todo ello en el marco del pacto de convivencia que es la Constitución Nacional.

Construir una Venezuela Tricolor como la aquí descrita es plenamente posible. Los venezolanos tenemos perfecto derecho a vivir en un país del Primer Mundo. Y la ruta hacia ese objetivo no es Maiquetía, sino LA UNIDAD: Unidad de sueño y compromiso, unidad de preocupación y ocupación, unidad de reflexión y lucha, UNIDAD DE VOTO Y CALLE. Y, por encima de todo, unidad de quienes siempre hemos adversado al Proyecto Totalitario con los compatriotas hermanos nuestros que en los últimos dos años han descubierto que ese proyecto es una oferta engañosa, una estafa. Venzamos a los estafadores, construyamos la viabilidad para este sueño plural, avancemos desde los escombros del Desastre Rojo hacia la libertad, la igualdad y el progreso de la Venezuela Tricolor. Y hagámoslo JUNTOS porque, como dice nuestro entrañable Gloria al Bravo Pueblo, «¡La Fuerza Es La Unión!»

 

@ChuoTorrealba

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