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¿Qué significa el término populismo, que se usa tanto para describir a Donald Trump como al fallecido Hugo Chávez?
En América Latina un ejemplo es el ya fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, mientras que España tiene a Podemos

¿Qué tienen en común Donald Trump, Hugo Chávez y Rodrigo Duterte?

A pesar de sus diferencias, todos estos líderes han sido calificados de populistas.

Y el populismo ciertamente está en ascenso, especialmente entre la derecha europea y en Estados Unidos.

En ese último país ayudó a la coronación de Trump. Mientras que los buenos resultados en Italia del populista Movimiento Cinco Estrellas y la antiinmigrante Liga —los más votados en las últimas elecciones—, son solo los últimos de varios resultados similares en Europa.

Aunque no hay que confundir el ser popular con el ser populista.

El verdadero pueblo

En ciencias políticas, populismo es la idea de que la sociedad está separada en dos grupos enfrentados entre sí: «el verdadero pueblo» y «la élite corrupta», explica Cas Mudde, autor de Populismo: una muy breve introducción.

Pero el término es a menudo empleado como un insulto político, y en Reino Unido el líder laborista, Jeremy Corbyn, ha sido acusado de populista por causa del lema de su partido «para la mayoría, no unos pocos». Aunque eso no es precisamente correcto.

Efectivamente, según Benjamin Moffitt, autor de El auge global del populismo, la palabra «es por lo general mal utilizada, especialmente en el contexto europeo».

El verdadero líder populista, explica, asegura representar la unificada «voluntad del pueblo».

Y se presenta como oposición a un enemigo —a menudo representado por el actual sistema— con el propósito de «drenar el pantano» o lidiar con «la élite liberal».

«En el contexto europeo generalmente se ubica a la derecha… pero eso no está escrito en piedra», dice también Moffitt.

El auge de la derecha

Efectivamente, los partidos populistas pueden ubicarse en cualquier lado del espectro político.

En América Latina un ejemplo es el ya fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, mientras que España tiene a Podemos y la etiqueta también le ha sido aplicada a Syriza en Grecia. Todos, partidos de izquierda.

Pero «la mayoría de los populistas exitosos de la actualidad están en la derecha, particularmente en la derecha radical», destaca Mudde.

Según el catedrático, políticos «como Marine Le Pen en Francia, Viktor Orbán en Hungría y Donald Trump en EE. UU. combinan populismo con nativismo (antiinmigrante) y autoritarismo».

Y aunque durante los últimos años los comentaristas han estado advirtiendo sobre el auge del populismo de derecha, en realidad el fenómeno no es nada nuevo.

«Los expertos en ciencias políticas han estado siguiéndolo por los últimos 25-30 años», dice Moffitt, quien sin embargo admite que «se ha producido una aceleración».

Artículo publicado el 10 de marzo de 2018 en BBC Mundo 

Papa preocupado por “retorno de los nacionalismos” en Europa

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El secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, ha afirmado que el papa Francisco está preocupado por «el retorno de los nacionalismos» y las «presiones disgregadoras» que afectan a Europa.

Según informó hoy la Santa Sede, Parolin afirmó que «el resultado del referéndum británico del año pasado y las presiones disgregadoras que atraviesa el continente han llevado al papa a considerar la urgencia de favorecer una reflexión aún más amplia y cuidadosa sobre toda Europa y sobre la dirección que esta -incluso más allá de las fronteras de la UE- tiene intención de emprender».

Parolin, en declaraciones realizadas el viernes a puerta cerrada en el Vaticano, también explicó que el papa está preocupado por otras cuestiones como «el avance del populismo y el retorno de los nacionalismos, el paro o los problemas medioambientales».

El secretario de Estado vaticano también subrayó que «la Santa Sede ha mirado desde el principio con interés y respeto el proyecto de integración europea» y apostó por una UE en la que «la unidad prevalezca sobre el conflicto».

El papa Francisco ofreció hoy un discurso en el Vaticano a los participantes de un foro de diálogo sobre el futuro de la Unión en el que cargó contra «las lógicas particulares y nacionales» en Europa y defendió el diálogo en la política para impedir que «formaciones extremistas y populistas» hagan «de la protesta el corazón de su mensaje».

También apostó por el diálogo en la política y afirmó que en su ausencia «encuentran terreno fértil» las formaciones «extremistas y populistas que hacen de la protesta el corazón de su mensaje político, sin ofrecer un proyecto político como alternativa constructiva».

El evento, denominado «(Re)thinking Europe» («Repensando Europa»), estuvo organizado por la Santa Sede y la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (Comece) y contó con la presencia de figuras como el presidente del Parlamento Europeo (PE), Antonio Tajani; el vicepresidente primero de la Comisión Europea, Frans Timmermans; o Mairead McGuinness, una de las vicepresidentas del PE.

Radicalismo en diez rounds, por Víctor Maldonado, Erik Del Bufalo y Óscar Vallés

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Diálogo y debate entre:

Víctor Maldonado @vjmc

Erick del Búfalo @ekbufalo

Óscar Vallés @OscarVallesC

 

 

Round 1.

Víctor Maldonado

Vivimos tiempos oscuros. Si se quisiera utilizar algún criterio, son tiempos de volatilidad, complejos, inciertos y ambiguos. Tiempos, por tanto, propicios para que los zorros se metan en los gallineros y acaben con todo. La incertidumbre es el resultado porque desconocemos toda la trama, pero también porque no queremos reconocer lo que efectivamente está ocurriendo en una situación donde se perdió total transparencia. Hay dos flancos que no se contraponen, sino que parecen complementarse para garantizar que se mantenga un statu quo que cobra un alto precio a los ciudadanos venezolanos en términos de muerte, desbandada, enfermedad y pobreza. ¿Cómo se puede sortear esta trampa que ya lleva veinte años de éxito?

 

Round 2.

Erik Del Bufalo

La trampa quizás no viene por la volatilidad de los tiempos o su inquietante oscuridad. Creo que padecemos, más bien, los efectos de una trampa primaria: creer que la democracia es independiente del Estado de derecho. En otros términos, pensar que democracia y dictadura de mayorías son la misma cosa. Esta confusión fue la que nos llevó a desmontar el estado democrático, que a pesar de que era precario, existía antes de Chávez. Digo desmontar, porque quienes comenzaron el desmantelamiento de la República no fueron las masas populares, fueron las élites acostumbradas al proteccionismo y al rentismo petrolero. Chávez es un producto del populismo de élites. Respondo entonces tu pregunta con otra pregunta: ¿Cómo formar un nuevo pacto de élites que nos lleve a refundar la República liberal donde solo es posible la democracia genuina?

 

Round 3.

Óscar Vallés

No podremos salir de esta condición PSUVista, caracterizada por la explotación y la polarización extremas, si antes no consideramos primero cuál es la extensión y la intensidad del principio del estado de derecho, o más filosóficamente, el sentido de justicia que debe regir entre los venezolanos. Mientras no reflexionemos sobre la calidad y abundancia institucional de nuestro sistema político, será difícil llegar a tener la democracia que hace posible una sociedad de cooperación y pluralidad. Porque la democracia, como advierte Erik, no se reduce a un asunto plebiscitario que funciona bajo el imperio de la “regla de la mayoría”. La democracia es un orden de instituciones dispuesto para preservar ese poder que cada ciudadano tiene de concebir un plan de vida digno de vivirse, bajo un sistema de reglas y prácticas equitativas que le permita vivirlo, sin menoscabo de los planes de vida de los demás. Ese sistema de reglas y prácticas, que expresan la obligación política por consentimiento, y que es típica de la democracia, solo se hace posible por ese sentido de justicia, o principio del estado de derecho, que los ciudadanos admiten y asumen como elemento rector de la vida republicana. Como pueden ver, refundar una Democracia Republicana, así con mayúsculas, requiere consideraciones muy previas al papel que un pacto de élites puede tener en su instauración.

 

Round 4.

Víctor Maldonado

Es indispensable volver a lo básico. Debemos desterrar la picardía política, y la posibilidad de tomar ventajas desde las posiciones de poder. Ese “tío conejo” vivaracho, improvisado, ocurrente, y que vive al margen de las reglas, siempre ha recelado de los acuerdos institucionales. Yo creo que la no reelección a todos los cargos ejecutivos es un punto de partida que se me ocurre crucial, porque implica la renuncia al odioso monopolio del poder y el dejar de lado la lógica del caudillo que necesita montoneras y seguidores no deliberantes. Creo que el libre mercado y el respeto a los derechos de propiedad son su equivalente para el sector privado. Y la renuncia a la condición de estado patrimonialista, supuestamente mejor administrador de los recursos del país, pero que en realidad es el manantial de una lógica rentista que transforma las relaciones institucionales en mafias. El chavismo es solamente una exacerbación de un curso de acción que ya venía antes. La doble vuelta para la selección del presidente de la república debería ser otra condición. Y el incentivo para desarrollar e instrumentar las alianzas programáticas que se puedan implementar en un período de gobierno. En resumen, el pacto de élites tiene que fundarse en la imposibilidad de mantener una apropiación indebida del poder. Ahora bien, ¿cómo hacemos esta transición entre lo que tenemos y lo que queremos?

 

Round 5

Erik Del Bufalo

El comentario de Óscar Vallés y tu pregunta nos obliga a distinguir más claramente la diferencia entre República o Estado de derecho, e igualdad de libertades civiles, de la mera democracia.  Efectivamente, un simple pacto de élites sustentado en el paternalismo y el rentismo no es en sí la solución. De hecho, el chavismo comenzó como un pacto de élites para impedir la perdida de privilegios oligárquicos atados al modelo rentista. Por Estado de derecho debemos entender no solo el imperio de la ley y la igualdad de todos los ciudadanos sometidos a ese imperio. Debemos entender también la lógica negativa del poder propia de las repúblicas modernas, es decir, la mayor contención posible del poder ante la libertad de los ciudadanos, que han renunciado o traspasado parcialmente su derecho natural a un estado de civilización, y esto lo han hecho por seguridad, pero jamás por sumisión. No obstante, como bien dice Víctor, de poco sirve un orden legal o constitucional que limite al poder si no hay un sustento real, objetivo, que lo haga posible. Ese sustento real es la sociedad abierta, que implica el libre mercado, la libre expresión, la propiedad privada y el empoderamiento de los individuos. Solo así es posible que la república no sea el cascarón vacío donde el parásito del totalitarismo vendría a infiltrase a través de la democracia como simple voluntad de las mayorías. La transición, entonces, entre esta “tiranía de mayorías sin mayoría” a una verdadera República no solo debe venir de un pacto de élites sino de cierta coerción geopolítica para que esas élites abran la economía. De allí que encuentro esencial las sanciones internacionales que deben hacerse aún más duras. ¿Pero es esto realmente posible en el contexto internacional que tenemos?

 

Round 6

Óscar Vallés

Ahora la cuestión que venimos considerando tiene más claro sus elementos. Por un lado, tenemos un compromiso ineludible e irrenunciable con ese orden institucional de principios y valores que constituye una genuina democracia republicana, como la llamó Charles Taylor en su célebre conferencia de Chile, que requiere además una sensata y razonable apertura económica que estimule la innovación, la creatividad y el emprendimiento con el más amplio esquema de libertades. Por el otro, requerimos una sociedad civil y política bien estructurada, esto es, con asociaciones intermedias que tengan clara representación de sus afiliados y miembros, con directivas que tengan potestad de tomar decisiones que sean avaladas por sus bases, de modo que un proceso de negociación y acuerdo entre las fuerzas democráticas republicanas tenga la vinculación y el compromiso que la transición exigirá mantener al menos en los próximos 20 años. Finalmente, es preciso mantener un entorno internacional favorable para la inserción de Venezuela en el mercado internacional de bienes y capitales, que permita apalancar los requerimientos de financiamiento que la destartalada economía nacional necesita con urgencia. Sin embargo, en las actuales condiciones que el país presenta, aterrizando en esta Tierra de Gracia, el desenlace de este drama sigue dependiendo de la calidad del liderazgo nacional. Perdonen que lo tenga que reiterar una vez más aquí. Si ponemos en una balanza los últimos 100 años, Venezuela ha tenido todo para ser una nación donde sus ciudadanos viven como dignamente aspira vivir la humanidad. Lo que nunca hemos tenido es un liderazgo ilustrado, comprometido, honrado y leal con los ideales republicanos y democráticos. Esa es la variable que nos mantiene atado a la miseria. La pregunta ahora la regreso con punta: ¿tenemos hoy al menos algunos líderes políticos que rompan con ese déficit histórico?

 

Round 7

Víctor Maldonado

Han planteado dos preguntas que a mi juicio son cruciales. La primera tiene que ver con el grado de compromiso del concierto internacional con la vigencia de las libertades y derechos humanos en un país determinado, y la superación de un viejo fetiche, el respeto sacrosanto de la soberanía nacional, que siempre termina convirtiéndose en el santuario de los déspotas, los corruptos y los consumidores voraces del poder. También hay que señalar cómo han operado las imposturas ideológicas para encubrir la perversidad en el uso del poder. Las izquierdas, y el esfuerzo por mantener una versión contumaz de “lo políticamente correcto” han sido las alcahuetas de cualquier tipo de tropelías, como si fuera más importante conservar las viejas consignas y las desgastadas canciones de protesta que garantizarle a la población libertad y derechos. Eso, por supuesto, sin entrar a considerar la Realpolitik, la trama de intereses de los países, y cómo terminó Venezuela entrampada en una geopolítica donde Cuba y la paz colombiana importaban más que la suerte de nuestro país. Toda la era de Obama funcionó como apaciguador de una gran sinvergüenzura latinoamericana, respaldada por los bajos rendimientos y la escasa calidad de la dirigencia política local. Esa es la pregunta que deja en el aire Óscar Vallés. Luego de veinte años ya se torna imprescindible valorar las estrategias políticas y sus resultados. Y por qué las decisiones fueron para intentar una convivencia imposible y no una ruptura necesaria. Los partidos políticos venezolanos (salvo VENTE) se autodenominan de centroizquierda, todos son estatistas por convicción, y todos creen en una sustitución de actores en el marco de la misma lógica socialista. Ellos creen que este socialismo es viable si son ellos quienes lo administran. Incluso afirman que ellos pueden servir de injerto para mejorar lo que ya tenemos, pero conservando el mismo signo. Ahora están tratando de sortear una tragedia, y es que, con el colapso del socialismo del siglo XXI, ellos se quedaron sin propuestas y sin discurso. Les queda, eso sí, un inmenso resentimiento y mucha suspicacia contra cualquier oferta no populista, no demagógica, no patrimonialista, no estatista, no rentista. Es más, ellos no están habilitados para ofrecer a sus cuadros algo más que una relación básicamente clientelar y, por lo tanto, condenada a corromperse más temprano que tarde. ¿Son capaces de regenerarse ellos mismos? ¿Cuáles incentivos debe colocar la sociedad civil para que ellos expresen nuestras aspiraciones republicanas?

 

Round 8

Erik Del Bufalo

La crisis de la socialdemocracia es un fenómeno global y que se decanta no siempre hacía la izquierda, sino muchas veces hacia el populismo de derechas, que tanto azotó a Europa occidental en el siglo pasado. Esa crisis la vivimos también los venezolanos de un modo dramático con el chavismo, que nace como un populismo de derecha y que rápidamente se redescubre como estalinismo blando guiado por la tutela estratégica e ideología de Cuba totalitaria. En este contexto histórico calamitoso, y luego de casi dos décadas de decadencia, apartando la crisis política que ya existía y que condujo al chavismo, debemos decir la terrible verdad: la clase política venezolana, salvo admirables excepciones, no solo fue incapaz de reinventarse, sino que se atrincheró en lo peor de los viejos atavismos del Estado clientelar, rentista y asistencialista. Ello le ha dado al chavismo, mucha más vida de la que debía haber tenido y ha permitido el envilecimiento no solo de la política, sino, y más grave aún, de la sociedad entera. No obstante, en medio de esta ruina, pienso que ya se van consolidando minorías sustanciales capaces de tener una visión grande, de largo plazo y con un sentido profundamente republicano, que quiere ir más allá de la mera democracia competitiva que es, al fin y al cabo, a lo que se redujo nuestra “cultura democrática” después del pacto de Punto Fijo. Mi duda radica en saber cuál será la dinámica que hará que estas minorías puedan transformarse en agentes eficaces del cambio profundo del país y cuánto tiempo necesitarán para ello.

 

Round 9.

Esa duda, Erik, esa es la gran interrogante que nos hacemos después de esas décadas perdidas del puntofijismo mal entendido, de la neo-gerontocracia adeca, y de los nuevos adoquines de la internacional socialista en Venezuela, junto al pragmatismo utilitario no-doctrinal de sus actuales socios políticos, para no mencionar a la mafia criminal, vestida de organización política, que devasta el país. El surgimiento de los partidos políticos en Venezuela siempre estuvo asociado al ejercicio clientelar del Estado. Tener alcaldías y gobernaciones, cuando no el control del Ejecutivo Nacional, le permite a esas troikas partidistas emplear a sus cuadros políticos en cargos públicos, para mantener una estructura permanente y profesional al servicio del partido; financiar los costos de sus operaciones de proselitismo y expansión, con recursos públicos, para aumentar su base de militancia y su cartel de contratistas; y ganar más influencia y poder en la política local, estadal o nacional, según las ambiciones de su cúpula directiva. Organizar una nueva referencia política con una clara ambición de cambio profundo, incluso en sus prácticas de funcionamiento y expansión, no lo veo difícil, sino hasta necesario e indispensable, si queremos romper el círculo vicioso donde estamos girando, al menos, en los últimos 40 años. El asunto por tanto no está en cómo conformar una nueva organización política, porque hay miles de ciudadanos en todos los municipios del país dispuestos a ello, mucha ingeniería organizacional disponible y exitosas experiencias para hacerlo. La cuestión la encuentro en el tiempo requerido para fraguarlo, esto es, en la segunda interrogante que deja Erik en mesa. Estamos mal acostumbrados a la inmediatez y a las fórmulas mágicas. Se llevará el tiempo que requiera y puede ser varios meses de trabajo incesante y agiotador, pero también satisfactorio y enriquecedor. Sin embargo, el mayor obstáculo lo encuentro en donde tal vez uno menos lo esperaría. Porque una nueva referencia política tendrá enemigos, mucho más acérrimos y peligrosos, en quienes hoy monopolizan la oposición a la dictadura, que en la misma camarilla dictatorial. Pero el camino más largo es el que no se inicia. De modo que estoy convencido que no hay mejores condiciones para la conformación de una tercera fuerza política que las que ahora tenemos. Ni mejores ni más apremiantes. La invitación sigue abierta.

 

Round 10

Víctor Maldonado

Una amiga con quien comparto afanes radiofónicos siempre cierra su programa diciendo que los venezolanos no tenemos por qué resignarnos a esto que vivimos. ¿Qué es lo que vivimos? Sufrimos los efectos de una mala política, que necesariamente se decanta en una mala economía. Eso es lo primero que tenemos que aprender y asumir. Que política y economía vienen apareadas y que, por lo tanto, no podemos deslindar el discurso populista, irresponsable y taimado, de las secuelas que deja en la prosperidad de la gente. La gente es infeliz en regímenes populistas. Vive de decepción en frustración, con efímeros momentos de falsos entusiasmos. Los populistas obligan al saqueo del futuro, en eso consiste precisamente la depredación irresponsable de los recursos del país a través del estado patrimonialista. Pero hay que señalar que el populismo tiene su propia institucionalidad en los gobiernos extensos y en los partidos clientelares. Venezuela es un doloroso ejemplo. Millones de empleados públicos que presionan a la indisciplina fiscal, causante de la inflación, y partidos que, aunque se presentan como alternativa, no son otra cosa que la convalidación de lo mismo, una oferta demagógica, incumplible, pero sobre todas las cosas, ruinosa. El populismo tiene también su cultura y sus valores, por ejemplo, el rentismo petrolero, la necedad de mantener el criterio de empresas y sectores estratégicos y su concomitante capitalismo de estado, la alusión a la pobreza para justificar que ellos sigan a cargo, la perniciosa imaginación de que las cosas se resuelven por decreto, una especie de legalismo mágico, la ainstrunmentalidad implícita que se nota en la incapacidad de resolver cualquier problema, y lo peor, el creer que de una situación así se sale, por las buenas, y gracias a que en cualquier momento ocurre el milagrito. El desafío para nosotros, los radicales, es seguir insistiendo en romper este círculo perverso de complicidades y complementariedades del que vivimos el fatal momento culminante. Los venezolanos se están muriendo de hambre, no tienen como resolver una enfermedad, y muchos han partido en desbandada, apostándolo todo a la fortuna que a veces no les es propicia. La única salida fructuosa es la ruptura ideológica, ética, institucional y programática. Necesitamos apostar por la libertad, la libre empresa, el estado limitado, la soberanía del consumidor, la transparencia y rendición de cuentas de los que son encomendados para que gobiernen por nuestra cuenta. Que eso sea posible dependerá de una sublevación ciudadana que exija más, no siga jugando a la ingenuidad supuesta, asuma su responsabilidad con sus propios proyectos de vida, sea más realista, y se conforme menos. Los venezolanos están desperdigados por el mundo, echando el resto. Ahora corresponde echar el resto aquí para construir el país que merecemos, que soñamos y por el cual, en los últimos veinte años han dado la vida y sufrido persecución tantos venezolanos. Insisto, hay que darle un chance a la libertad, enterrar a todos los caudillos, y comenzar una etapa donde prive un nuevo pacto republicano. La invitación sigue abierta, entendiendo eso sí, que fuera de ese proyecto luminoso, habrá esta oscuridad, el llanto y crujir de dientes que ahora nos impone este totalitarismo.

Comienza la Belle Époque: sobre el secesionismo destructor, por Isaac Nahón Serfaty

Cataluña

 

En la secuencia inicial de Belle Époque de Fernando Trueba, que ganó en 1994 el Oscar a la mejor película extranjera, dos guardias civiles, que después uno descubre que son suegro y yerno, discuten por el arresto de un joven republicano que se encuentran en el camino. El yerno mata al suegro en un arrebato (por una arrechera, diríamos en Venezuela), y después se suicida. En pocos minutos el director de la película retrató la tragedia de España. Y esta tragedia fratricida podría repetirse por la convergencia de varios factores alrededor del secesionismo en Cataluña.

El primer factor es un cóctel explosivo que hemos visto ya en otras partes donde el populismo ha surgido con fuerza destructiva, particularmente en la Venezuela bajo el chavismo. Es la combinación de élites hambrientas de más poder y más dinero, corruptos ansiosos por seguir robando, y radicales extremistas enceguecidos por una utopía. Esta “coalición”, un poco contra natura, se basa en la coincidencia de “intereses apasionados” (la expresión es del sociólogo Bruno Latour) que movilizan a sectores que en otras circunstancias jamás coincidirían. ¿Qué hacen juntos burgueses capitalistas catalanes y radicales anarco-comunistas? Pues quieren hacer saltar el pacto constitucional español de 1978 para ponerle la mano a un Estado catalán independiente que les permita alcanzar sus respectivos objetivos, que no son necesariamente los mismos. Los burgueses quieren todo el poder político de un estado soberano. Los anarco-comunistas quieren dinamitar a la Unión Europea, empezando por España. En eso coinciden con la extrema derecha y los neonazis.

El segundo factor que actúa como elemento aglutinador, la goma que mantiene unidos a la insólita coalición independentista, es el resentimiento. No hay duda que hay razones históricas para que los catalanes odien a una cierta idea de España, aquella del franquismo “Una, Grande y Libre”. Es cierto que los catalanes vivieron oprimidos, que se les negaron sus derechos políticos, culturales y económicos. Pero la España de hoy no es la del franquismo, aunque el victimismo secesionista pretenda lo contrario. Cataluña es una región autónoma de un país democrático que forma parte de la Unión Europea. No es un territorio sometido a un poder colonial opresor.

Pero el resentimiento es una emoción potente, o un afecto (como prefiero llamarlo pues afecta a unos y otros), que mueve a la gente. Probablemente toda política tiene algo de resentimiento. Quien busca el poder de alguna manera tiene alguna «cuenta pendiente» que quiere saldar con alguien. Pero cuando la política no es otra cosa que resentimiento, las consecuencias pueden ser desastrosas. Y eso ha quedado claro en la Cataluña revuelta de estos días. Guardias civiles y policías que representan al Estado español no consiguen hoteles donde dormir en la región autónoma por el repudio del que son objeto de secesionistas. Los insultos van y vienen en la vida real y en la vida virtual. En Twitter las pasiones se desatan y las palabras suben de tono. El Rey Felipe es un “h de p”, los catalanes pro-España son “cabrones súbditos”, y cualquiera que intente razonar es un “fascista” (así calificaron a Joan Manuel Serrat por oponerse al supuesto referéndum).

Los venezolanos conocemos lo que viene después que la dinámica de las alianzas contra-natura y el resentimiento se imponen: es la destrucción, como un bulldozer que se lleva por delante las instituciones, las relaciones familiares y personales, la economía, la convivencia. Allí radica la mayor irresponsabilidad de los políticos independentistas catalanes. Pusieron en marcha un proceso que posiblemente ya no puedan parar. A los burgueses capitalistas ese mismo proceso los terminará devorando (que lo digan algunos empresarios venezolanos que apoyaron a Chávez al principio). A los radicales anarco-comunistas todo les sale como previsto. El objetivo es la disrupción del sistema, quebrarlo, y, creen ellos, que de las ruinas emergerá su afiebrada utopía.

*Profesor en la Universidad de Ottawa (Canadá)

EFE Mar 08, 2017 | Actualizado hace 7 años
Papa Francisco: el populismo es malo y acaba mal

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El papa Francisco se reconoce como “pecador” y “no infalible” en una entrevista con el semanario alemán “Die Zeit”, en la que se muestra preocupado por los populismos en las democracias occidentales y especialmente en Europa.

“El populismo es malo y acaba mal, como ha mostrado el pasado siglo”, afirma Francisco, quien considera que esas tendencias se basan en la utilización de las personas, para lo que se recurre a mesías con el argumento de que hay que proteger la identidad del pueblo.

El papa vuelve a hablar de una tercera guerra mundial y pide dirigir la mirada, por ejemplo, a Ucrania, Asia o Irak.

Preguntado por si atraviesa momentos en los que duda de la existencia de Dios, responde que él también conoce “los momentos de vacío” y de oscuridad.

INFOGRAFÍA | Cleptocracia: de la utopía revolucionaria a la miseria del Socialismo del Siglo XXI
Cuando se cumplen cuatro años de la muerte del presidente Hugo Chávez, creador del Socialismo del Siglo XXI, es evidente que pese a la promesa de que la riqueza petrolera pasaría a manos “de todos los venezolanos”, el diseño de dicho modelo no estuvo pensado para tal fin. Expertos argumentan que la versión chavista del socialismo, plena de controles económicos e incentivos a la corrupción, se asemeja más a una cleptocracia, es decir, a un sistema de gobierno en el que prima el interés por el enriquecimiento propio a costa de los bienes públicos. Advierten, además, que los últimos eslabones de la tragedia socialista son la hambruna y el control de los partidos políticos por parte del Gobierno

 

@GitiW

“EL SOCIALISMO SALVARÁ A LOS PUEBLOS del mundo de la miseria, de la pobreza, del hambre y de la desigualdad”, expresó Chávez en 2011. El caso venezolano demuestra que tal afirmación no solo fue utópica, sino diametralmente opuesta a la realidad. Y no fue por falta de recursos pues entre 1999 y 2015 el Estado recibió poco más de 2 billones de dólares por cuatro vías: exportaciones petroleras; tributos directos e indirectos, dividendos de Pdvsa y utilidades del BCV; emisiones de bonos y créditos diversos al Estado y sus entes, así como la emisión inorgánica de dinero del BCV.

“Nunca hubo tanta abundancia y tanto deterioro social. No hay manera de explicar en qué se tradujo el ingreso de casi un billón de dólares nada más por concepto de la renta petrolera y los fondos parafiscales”, apunta Fernando Fernández, abogado consultor en Derecho Penal Económico.

Quizás sí hay una manera de explicar cómo pasamos de recibir tal abundancia de recursos al actual estado de indigencia que se ve en las calles venezolanas. Fernández, quien preside la Asociación Venezolana de Derecho Penal Económico, argumenta que desde el principio, el socialismo del siglo XXI fomentó la construcción de un “estado dual” caracterizado por la llegada al poder de “personas leales, complacientes y obedientes al gobierno (…) con el deseo tácito o expreso de enriquecerse o de tener poder”, en otras palabras, creó las bases de una cleptocracia.

Esa construcción dio pie al “estado criminógeno”, en el cual todas las condiciones estimulan la corrupción incluso entre quienes no tenían la intención de hacerlo. “Se puede afirmar que se trata de la ejecución de un plan preconcebido. La corrupción se contagia pues en una madeja corrupta todos quieren su tajada. Este nivel de corrupción necesita de una estructura que lleva a todos los ciudadanos a formar parte de la cleptocracia de una forma u otra”, explica Fernández.

El Índice de Percepción de Corrupción 2016 ubicó a Venezuela como el último país del continente en transparencia gubernamental. Ese factor es justamente el que favorece la cleptocracia, pues su existencia requiere de una estructura amparada en la más completa opacidad.

 

Índice de Corrupción 2016

 

El director de la ONG Paz Activa, Luis Cedeño, enumera cuáles son los indicadores que demuestran la presencia de la cleptocracia en Venezuela:

1.- Maximización el endeudamiento del país

2.- Monopolio los actos de corrupción de gran volumen. Ej. Nepotismo

3.- Uso de fondos del Estado para pagar coimas a cambio de apoyos de políticos, diputados, medios y jueces

4.- Capitalismo de Estado e ideología totalitaria.

5.- Cooptación de Poderes

6.- Reducción de los servicios públicos

7.- Control de todos los partidos

 

El experto en Derecho Penal Económico alerta que aunque la cara más trágica de la debacle es la búsqueda de comida en los basureros públicos, situación que él estima evolucionará hacia un fenómeno de hambruna, el socialismo del siglo XXI buscará a continuación socavar completamente las bases de la democracia a través del control de los partidos políticos.

 

VENEZUELA-CRISIS

Venezolanos buscando comida en la basura | Foto: AP

¿Cómo se acaba con las cleptocracias? “Nadie lo sabe con certeza”, apuntó Fernández.  “El mejor escenario es que se disuelvan al estilo de Rusia, tras lo cual hay que hacer una cantidad de reformas legales y estructurales para sanear el Estado. Para que eso ocurra es indispensable un pacto entre todos los factores: económicos, políticos, sociales, militares y religiosos para refundar el país. Luego hay que recuperar los activos perdidos, tal y como lo hizo Brasil y Perú”. ¿Cuál sería el peor escenario? “Un cambio abrupto cuyo destino no se conoce”, agregó.

La siguiente infografía, basada en una investigación de Fernández, permite conocer cómo evolucionó la cleptocracia en Venezuela, desde su inicio como un sueño de igualdad social, al actual panorama de menesterosidad.

 

 

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El populismo y la demagogia, por Carlos Dorado

Das Zeitalter des Perikles / Foltz

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, -dice un viejo refrán español-, y que sería muy adecuado para explicar las raíces del populismo y la demagogia; que acaecieron hace cuatro siglos antes de Cristo, y creados por los mismos padres que dieron luz a la democracia.

El imperio ateniense fue un imperio básicamente marítimo, con una hegemonía mundial importante. Sus finanzas públicas rebosaban de dinero, producto de un intercambio comercial marítimo considerable. Ese boom económico sirvió para crear una nueva profesión: La Política; a través de la instauración de la democracia.

Una democracia que requería de que algunos ciudadanos, se dedicasen exclusivamente a ocuparse de administrar los bienes públicos, y a planificar el futuro del pueblo a través de la elaboración de leyes. Para esto les asignaron un salario lo suficientemente bueno, como para no tener que preocuparse más por su profesión y el sostenimiento económico de sus hogares.

¡Es Atenas la madre de la democracia, y quien le sacó el poder tiránico y dictatorial a una persona y se lo dio al pueblo!

Así comenzó a formarse una llamada clase política, cobrando por ser políticos a tiempo completo, y representando al pueblo que les pagaba, previo a haberlos elegido. ¡Hasta aquí todo parece normal! Ahora bien, a medida que los ciudadanos sienten que dedicarse a la política conlleva menos trabajo y más beneficios, el número de personas que se querían dedicar a la misma iba creciendo.

Sistemáticamente, los ciudadanos comienzan a abandonar sus profesiones para dedicarse a la política como medio de vida, siendo sustituidos por los esclavos en las tareas agrícolas, artesanales, comerciales y obras públicas. Todos quieren el poder; pero el mismo lo daba el pueblo, y debían de ser electos por éste.

Sin embargo; y a pesar del boom económico, la preparación del pueblo no contaba con esa capacidad de análisis y raciocinio que les pudiese garantizar que iban a elegir a los mejores y más preparados para ser sus representantes en la administración de sus bienes y en la elaboración de sus leyes.

Así se convirtió a la gran democracia ateniense en caldo de cultivo para oradores hábiles y sin escrúpulos, quienes no tenían otro interés que lograr vivir del erario público, sacando y apoyando las propuestas que les interesaban, y vendiéndolas de forma que el pueblo quisiera comprarlas.

Sus técnicas de convencimiento consistían en alabar y halagar al pueblo como fuera, con tal de lograr sus fines, y no tardaron en ceder al soborno y a la corrupción para mejorar sus vidas y tener recursos que pudieran dedicárselos a mantenerse en el poder. ¡Sólo les interesaba éste, y el mantenimiento de su estatus político!

Dentro de este contexto; triunfar en política consistía en cultivar una imagen, tener un discurso rico en promesas y en garantías de un porvenir mejor; transformándose así la política en una competencia por conseguir la aprobación de las masas, sabiendo que el análisis de éstas era muy superficial, poco analítico y sobre todo, de naturaleza emocional.

El hábil, el orador, el demagogo, el prometedor, fue imponiéndose y haciéndose cada día más profesionales de una nueva profesión. ¡Fueron estos precisamente, los padres de la política del populismo y la demagogia!

Lo que llama poderosamente la atención es que han pasado miles de años desde el nacimiento de la misma, y sigue tan vigente como el primer día que se concibió.

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Venezuela aparece por primera vez como “no libre” en informe de Freedom House

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Venezuela aparece por primera vez como un país “no libre” en el informe anual de la organización Freedom House publicado hoy, mientras que en 2016 la libertad cayó en Nicaragua a su nivel más bajo en más de 20 años.

“La combinación de gobierno de mano dura y extrema mala gestión económica del presidente venezolano, Nicolás Maduro, empujó a su país al estatus de ‘no libre’ por primera vez en 2016”, concluye el documento, que será presentado hoy en la sede de la entidad en Washington.

Venezuela ha servido como modelo para los regímenes populistas en la región, pero hoy es el epítome del sufrimiento que puede ocurrir cuando los ciudadanos no tienen la posibilidad de hacer que sus líderes rindan cuentas”, señala.

En 2016, Maduro, “confiando en el control que tiene el régimen sobre los tribunales”, respondió a la victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias “quitándole poder a la asamblea legislativa y bloqueando el referendo revocatorio presidencial, con lo que impidió el único camino a un cambio ordenado de liderazgo”.

El “similar régimen” del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, llevó en 2016 al país a su nivel más bajo de libertad en más de 20 años.

“Habiendo puesto al poder judicial a su favor y reducido los medios independientes, Ortega pudo casi eliminar a la oposición en las elecciones presidenciales y legislativas”, indica el informe.

Nicaragua, que se mantiene como “parcialmente libre” en la clasificación de Freedom House, sufrió en 2016 un declive de los derechos políticos y de las libertades civiles “al expulsar la justicia al líder del principal partido opositor y por la expulsión de 16 legisladores de la oposición en la Asamblea Nacional antes de las elecciones de noviembre”.

Y esto “combinado con los esfuerzos del Gobierno para silenciar a periodistas y académicos con opiniones contrarias”.