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Orlando Viera-Blanco Nov 10, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
La república de la vida
«En nombre de la igualdad, con el título de republicanos de la víspera, de republicanos del día siguiente, de republicanos de nacimiento, ha inventado no sé qué especie de democracia aristocrática, y no sé qué género de ridículos blasones».

 

@ovierablanco

A finales del siglo XIX, después de décadas de ilustración, renacimiento e industrialización, comienza un movimiento conservador partidario de la autoridad gendarme, autocrática, feudal y violenta. Era el inicio del positivismo que relanza las raíces de lo tradicional, lo convencional por superior y originario. Es clásico el discurso “en defensa de la dictadura” [1849] del reputado diputado español, Juan Donoso Cortes Márquez de Valdegamas respondiendo a su colega Mendizábal Márquez de Pidal, quien abogaba por la corona de vocación burguesa.

El debate se centró en el dictador del Estado fuerte y disciplinado frente a la anarquía y el caos del poder republicano, cooptado por tribunales populares, juicios sumarios y patíbulos. Es la revolución de las masas vs. el estado-caudillo, muro de contención [conservador] que “frena” los reflujos de los sublevados. Ahí se disparaba el dilema entre vivir o morir en dictadura o república que algunas democracias -como justo medio- no han sabido resolver.

La república de las tres mentiras

Juan Donoso Cortes, con una narrativa cáustica e impecable, da un salto en la historia. Cuestiona sin rodeos a la mismísima Revolución francesa. Una revolución tanto ilustrada de los ideales igualitarios de Diderot, Voltaire, Montesquieu o Rousseau como controvertida por los degüellos de los Comités de Salud de Robespierre. Es el debate entre la razón republicana y la imperial. Es la ley como producto de la sociedad vs. la dictadura que impone su ley a la sociedad. Pero cuidado. También existe la ley que, en nombre del pueblo, secuestra al Estado, instalando la tiranía. ¿Qué mayor tiranía que la Ley Antibloqueo? Algunos lo llaman -por elegante- progres…

El peligro según Donoso de lo republicano por popular y revolucionario es que dispensa el valor colectivo sobre el hombre. Inmuniza el estado-gobierno interventor y arbitrador sobre el discernimiento.

Mientras el poder republicano aparenta una horizontalidad popular, el dictador verticaliza la justicia a su medida de facha nacionalista. Dos caras de una misma moneda: el absolutismo.

Donoso sentencia: “la república el día de su victoria se declaró también en quiebra. La república había dicho de sí que venía a sentar en el mundo la dominación de la libertad, la igualdad, la fraternidad, esos tres dogmas que no vienen de la república, sino que vienen del Calvario. Y bien, señores, ¿qué ha hecho después? En nombre de la libertad ha hecho necesaria, ha proclamado la dictadura; en nombre de la igualdad, con el título de republicanos de la víspera, de republicanos del día siguiente, de republicanos de nacimiento, ha inventado no sé qué especie de democracia aristocrática, y no sé qué género de ridículos blasones; en nombre de la fraternidad ha restaurado la fraternidad pagana, la fraternidad de Eteocles y Polinices, y los hermanos se han devorado unos á otros en las calles de París, en la batalla más gigantesca que dentro de los muros de una ciudad han presenciado los siglos. A esa república que se llamó de las tres verdades, yo la desmiento; es la república de las tres blasfemias, es la república de las tres mentiras…”

La república de la vida

William Soroyan, en su ensayo la Resurrección de una vida, nos lleva a las reminiscencias de principios de siglo. Hacia 1935 comenzaba a sustituirse la vida andada, sudada, de ropajes pomposos y a carreta, a una vida de máquinas de vapor, de motor, donde el desafío no era la conquista de la tierra sino de las distancias y los tiempos. La revolución industrial vino a desmontar la reunión familiar, grupal o vecinal, en una iglesia o en una plaza. La sociedad se dividió entre propietaria y proletaria, entre ricos y pobres. La respuesta social y política a las nuevas aristocracias industriales fue la lucha de clases y la revolución bolchevique de 1917. Y contra el grito del pueblo, al decir de Gramsci, brota el grito de los teutones, la revolución positivista de la supervivencia del más fuerte. Sería muy corto -por cierto- culpar al Tratado de Paz de Versalles de 1919 de la génesis del fascismo en Europa.

Donoso alertó: “Viniendo ahora a las causas de la revolución [francesa], el partido progresista tiene unas mismas causas para todo. Antes nos había dicho el Sr. Ordaz Avecilla: ¿Queréis evitar las revoluciones? Dad de comer a los hambrientos. Véase pues, aquí la teoría del partido progresista en toda su extensión: las causas de la revolución son por una parte la miseria, por otra la tiranía. Señores, esa teoría es totalmente contraria a la historia. Yo pido que se cite un ejemplo de una revolución hecha y llevada a cabo por pueblos esclavos o por pueblos hambrientos. Las revoluciones son enfermedades de los pueblos ricos; las revoluciones son enfermedades de los pueblos libres. El mundo antiguo era un mando en que los esclavos componían la mayor parte del género humano; citadme cuál revolución fue hecha por esos esclavos.”

La república de la vida ha sido condenada por el progresismo populista.

La vida que importa no la decreta un color o las masas. La vida en libertad no es colectivista ni positivista. Es humanista.

Es volver a la familia, al lugareño. Es desprendimiento y generosidad. Es ir a la calle, asomarse a las puertas y a las ventanas sin el odio de los indiferentes. Es caminar contemplando los árboles, la brisa y la luz con los 5 sentidos, no solo con la mirada vulgar de creerse de una raza superior o dominante por revolucionaria o por elitista. Es volver a ser… 

*Embajador de Venezuela en Canadá.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Lo único que le falta es la morrocoya

«De no ser por la morrocoya, fueran idénticos». Fotos: izq. Donald Trump (de Eric Thayer / Reuters); der. Hugo Chavez (autor desconocido).

@cjaimesb

Hasta el momento cuando escribo este artículo no se sabe quién ganó las elecciones en Estados Unidos. Pero viendo el comportamiento del presidente Donald Trump fue inevitable recordar a Chávez. Y es que los extremos se tocan. Trump y Chávez parece que fueron separados al nacer, uno agarró para la izquierda y el otro, para la derecha. Voy a usar el tiempo presente para compararlos, quizás por aquello de que “Chávez vive”…

Ambos son igual de soberbios. Creen que “su” verdad es “la” verdad. Estimo que jamás pensaron que la verdad es múltiple, pues se trata de la adecuación de los sentidos a la realidad de cada uno. Por lo tanto, puede haber infinitas verdades… Ninguno de los dos es capaz de aceptar que pierde algo. Si no la ganan, la empatan.

Recuerdo la furia de Chávez cuando perdió la reforma constitucional… Le dio una pataleta y rompió todo lo que tenía a su alrededor, según testigos presenciales que se desligaron del régimen. Dicen que Trump llamó histérico a los gobernadores donde perdió, a reclamarles que fue por “su” culpa.

Siempre la culpa es de otro. No sé cómo Chávez hubiera manejado el coronavirus, pero Maduro lo ha hecho fatal… igual que Trump. Esa insistencia en que usar la mascarilla era “opcional” porque iba en contra de las libertades individuales, resultó en un gentío enfermo, incluyéndolo a  él, y quién sabe cuántos muertos.

Ambos son iguales de sectarios. Gobiernan solo para sus seguidores. Los demás son escuálidos, idiotas, conspiradores, golpistas, tramposos… Chávez hablaba siempre de los “revolucionarios”. Trump, de los estados “rojos”, que son donde los republicanos tienen mayoría. Ambos son iguales de racistas y xenófobos. Chávez, por acomplejado. Trump, por imbécil.

Chávez quería instaurar un paradigma del venezolano: este tenía que ser pata en el suelo, mestizo, zambo, indígena o negro. Nunca blanco. Menos mal que en eso fracasó, porque en Venezuela estamos todos mezclados, por muy blanquitos que unos se vean y hay deseo de superación… Trump, por su parte, detesta a los “no americanos de origen”. Eso incluye latinos, musulmanes, asiáticos…

Ambos son machistas y misóginos. Tratan a las mujeres como unos trapos. Una camarera del Marriott de Ciudad de Panamá me contó que cuando fue Chávez con María Isabel, su esposa en aquel momento, le reventó un collar de perlas en la recepción del hotel, a la vista de todo el mundo, con la “excusa” de que “solo las oligarcas usan perlas”.

A Trump le hemos visto mil desplantes a Melania delante de las cámaras de televisión de todo el mundo. Y las miles de historias que circulan en ese mismo sentido, no lo dejan bien parado.

Ambos son amigos y hasta “hijos” de Putin. Ambos son leales a ese criminal, porque les ha sacado las patas del barro varias veces.

Ambos hablan sin parar… son bocones, groseros, maleducados. Parece que pensaran que embelesan a todo el mundo… Por fortuna, Trump no se encadena. Debe ser porque en los Estados Unidos todavía funcionan las instituciones.

Hago votos porque gane Biden. Sé que hay muchos venezolanos ilusionados con la victoria de Trump, porque creen que mandará sus marines a sacar a Maduro. Eso ya lo había ofrecido, hasta que habló con Putin… ahí reculó. Trump es un bocazas, igualito a Chávez. Mucho ruido y pocas nueces.

Lo único que le falta a Trump para ser idéntico a Chávez, es la morrocoya…

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Detengamos con nuestro voto la perniciosa influencia de Trump

@lecumberry

Como venezolano que vio una democracia socavada por Hugo Chávez, reconozco a un demagogo populista y radical cuando lo tengo delante. Por eso, he dedicado varias entregas en este espacio a expresar mis preocupaciones ante la crisis de nuestra democracia, desde la elección de Donald Trump. 

Siempre me han alarmado las muestras de intolerancia y la división que ha creado en el país; y Trump se encarga de mantener viva mi angustia, y la de muchos, al provocar a grupos violentos y desquiciados a través de sus tuits y declaraciones.

Con su conducta y retórica el presidente Trump convierte este país y, en realidad, al mundo, en un lugar más peligroso.

Como congresista en Venezuela, fui un perseguido político. La represión del régimen, a quienes disentíamos, no era infrecuente y la violencia inspiró (y a menudo, trastornó) a grupos que actuaron inspirados por el fanatismo y los silbidos caninos de Chávez. En aquellos días, fui víctima de asaltos durante mi viaje diario al Capitolio; y peor aun, fui dos veces blanco de ataques fallidos y secuestros por parte de chavistas armados, mientras estaba con mi familia o, incluso, en mi casa. Eran, a no dudarlo, eventos de motivación política, que se mezclaron con el caos de seguridad ciudadana existente y creado por el régimen, dando así cobertura a los grupos que constituían parte de su base política. 

Los hechos violentos en Charlottesville, Pittsburgh, Charleston, El Paso, así como el asesinato más reciente en Kenosha WI, han sido atribuidos por muchos analistas a un estímulo puesto en marcha por la retórica presidencial.

Durante el reciente debate, el presidente Trump en lugar de condenar a los supremacistas blancos, les sugirió que «esperaran». Además, su incapacidad para comprometerse con una transferencia pacífica del poder remitió con nitidez al autoritarismo que padecí en Venezuela.

Esta semana, en el debate presidencial, una vez más expresó conceptos despectivos con respecto a los migrantes latinos, al defender su política de separación de familias que literalmente ha dejado hasta ahora 545 niños detenidos sin que se puedan ubicar sus padres; además de afirmar que no puede permitir que las familias tramiten su asilo en libertad con obligación de comparencia a las autoridades porque, según él (a contravía de los hechos), la mayoría son criminales. ¡Y los que se presentan a sus audiencias son personas de bajo coeficiente intelectual!

Escuchar a Trump referirse una vez más de esta forma a nuestra comunidad latina es simplemente la reiteración de su ataque racista y xenófobo. Que además desconoce el drama humanitario de las familias migrantes y los valores estadounidenses como nación, abierta a los refugiados de tragedias como las que afectan en general a los solicitantes de asilo.

En las últimas semanas, hemos visto también a grupos violentos interferir con las actividades de los partidarios de Biden en caravanas de automóviles en Miami.

Personalmente, hace unos meses viví el acoso y la provocación de los «Trump Proud Boys» en esa ciudad de Florida, mientras estaba en una conferencia de prensa, frente a Liberty Tower, donde me uní a la congresista Donna Shalala y otros defensores de los derechos del migrante que exigen que esta administración suspenda las deportaciones de refugiados cubanos, venezolanos y nicaragüenses.

También fuimos testigos (y víctimas) de campañas deliberadas de desinformación en las redes sociales, a menudo impulsadas por troles y bots atribuibles a actores rusos y extranjeros, al estilo del G2 cubano. No descarto que ello tenga que ver con los temas dirigidos a confundir a la comunidad venezolana en Florida, todas estas diseñadas para acosar a los adversarios de Trump con acusaciones falsas y etiquetas que podrían desencadenar acciones lesivas, además del linchamiento reputacional digital. Estas acciones son parte del esfuerzo deliberado para dividir y polarizar al electorado. Y para obstaculizar la convivencia democrática.

Y como tema de cierre, leímos con inmensa inquietud el informe del FBI que indicia a miembros de un grupo de extrema derecha de conspiración para secuestrar a los gobernadores de Michigan y Virginia. Sin más vueltas, EE. UU. se encamina en la dirección equivocada. No es posible prescindir del hecho de que esos eventos fueron precedidos por una retórica de odio, discursos de intolerancia y tuits belicosos del propio presidente Trump, expresados en el grito: «LIBEREN A MICHIGAN» y «LIBEREN A VIRGINIA.”

Esto es antiestadounidense. Ni más ni menos. Debe detenerse. Como ciudadanos de una democracia ejemplar, bastión de los valores de Occidente, debemos utilizar el poder de nuestro voto para frenarlo.

* Miembro del Comité Nacional Demócrata (DNC) y presidente del Comité Nacional del Latino Victory Project.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Los Runrunes de Bocaranda de hoy 05.04.2019: MEDIO: $i Pod€mo$
MEDIO
$I POD€MO$:

 

Mucho hemos hablado en estos larguísimos 20 años de robolución sobre la compra de solidaridades mundiales para Chávez y sus disparatadas propuestas. Aquellas que disfrazadas de avanzada en su esencia fueron -y siguen siendo- populismo, comunismo retrógrado, corrupción y negocios entre aquellos pares que poco a poco, a medida que sus gobiernos son rechazados por los votos, vienen saliendo muy salpicados de ese desenfreno de dólares venezolanos cuando la buena racha de los precios del “oro negro” se compartieron con personajes como el par de los Castro (Fidel y Raúl), el par de los Kirchner (Néstor y Cristina), Lula, Correa, Morales, Vásquez, Mujica, Sánchez Cerén, Ortega, Fidel y Raúl Castro, Zelaya, Funes y Sánchez Cerén por solo nombrar latinoamericanos. Grecia, Portugal, Argelia, Libia, Irak, Siria, Bielorrusia, Rusia, Caricom, Congo, Suráfrica fueron otros que compartieron esa piñata de dólares. Algunos de ellos todavía gozan de esas mieles aunque ya en bancarrota con la excepción de la nueva veta conseguida para seguir saqueando a Venezuela: el oro del Arco Minero que viaja en aviones de diferentes siglas. Comenzando por los exclusivos Falcon de PDVSA. Traigo esto a colación pues no solo fueron gobiernos sino partidos ligados a esas ejecutorias como es el caso del partido español Podemos, bajo la dirección de Pablo Iglesias y en su momento de Juan Carlos Monedero. Asesorías dentro del Palacio de Miraflores o en el Banco Central de Venezuela fueron bien recompensadas. Recordemos que al otrora “pelabolas” de Iglesias le descubrieron un chalet de € 600.000 que casi acaba con su carrera “política”. De esas mismas mieles rojas tiene las dos décadas disfrutándolas el economista español Alfredo Serrano Mancilla, responsable de asesorar a Maduro y su clan íntimo en esta debacle económica financiera. A Serrano le montó Chávez una fundación en Quito para asesorar gobiernos amigos de la que nunca pidió consejo Rafael Correa mientras fue presidente de Ecuador. Hago toda esta descripción pues en varios momentos tanto Chávez como Maduro y sus dirigentes mas cercanos, ministros de finanzas o directivos del Banco Central, han negado ese financiamiento a Podemos. Pues bien, hace apenas un par de días el portal español Moncloa.com reveló unas grabaciones ilegales, en las que se recogen conversaciones de supuestas gestiones del Gobierno ibérico presidido por el expresidente Mariano Rajoy con el exministro venezolano, Rafael Isea. Según estos audios filtrados a la prensa, “esta conversación tendría como fin ahondar en informaciones sobre la financiación del chavismo al partido Podemos, liderado por el socialista Pablo Iglesias. Los audios corresponden a una reunión que se realizó en el consulado de España en Nueva York, en la que participaron el ex inspector de Policía José Ángel Fuentes Gago y otros dos agentes con Rafael Isea, quien llegó a ser ministro de Finanzas en el gobierno del presidente fallecido Hugo Chávez y exgobernador del estado Aragua. Un encuentro que se realizó a finales de 2015, cuando ya se había hecho público un informe de supuesta financiación de Podemos desde Venezuela e Irán. Al parecer, en ese encuentro Isea firmó una declaración para avalar la validez de un documento sobre la financiación de Venezuela a la Fundación CEPS, de la que nació el partido español Podemos, por importe de 7,1 millones de euros. Para poder asegurar la rúbrica del exfuncionario chavista, los agentes de seguridad ofrecieron a Isea una nueva identidad para él y para su familia, según lo que aparece en esas grabaciones”. Lo que siempre hemos dicho: “el dinero sucio, por mas que sea rojo rojito, siempre deja trazas”. No hay sorpresas. Todo lo que viene saliendo en esta específica materia de corrupción fue denunciado por medios de comunicación, dirigentes renegados del régimen, investigaciones periodísticas como “The Panama Papers” y fuentes sigilosas que obtuvieron documentos reveladores. Añádase a ello los que gracias al “Bel Canto” de algunos “cantantes” -como Andrade- ante la DEA, el FBI, el Homeland Security o el IRS permitieron mapear las rutas del descarado robo al Tesoro de Venezuela por parte del pillaje que rodeó a Chávez y sigue al lado de Maduro. Cada día hay mas delaciones al tiempo que capitostes rojos aparecen en Miami, Andorra, Madrid, Santo Domingo denunciados -y hasta apresados en Miami- tras haber hecho algún “negocito” con PDVSA. La guerra entre las mafias rojas sigue viva y las “puñaladas traperas” pululan por estos días que fastuosas bodas en España son pagadas con la corrupción eléctrica-petrolera de PDVSA y Corpoelec que tantas muertes han producido en la población mas vulnerable. Dirán como el general Rotondaro, el expresidente del IVSS: “si…es verdad…murieron 5.000 pacientes por no tener a tiempo sus diálisis…”. Y tranquilamente se lavan las manos como si nada tuvieran que ver con esas muertes…

 

Humano Derecho con Tommy Dugarte, representante de Puro Populismo

¿CÓMO SURGE PURO POPULISMO? ¿Cuáles son las acciones que debemos llevar a cabo como ciudadanos para lograr un cambio? ¿Cuáles son las propuestas que tienen? Estos y otros temas los estaremos conversando con Tommy Dugarte, representante de Puro Populismo, un portal web que surge para crear debate entre los estudiantes y generar nuevos referentes para lograr una transformación social comenzando por el estudiantado.

“Necesitamos un cambio en nuestros ciudadanos. Debemos despertar, unirnos y a través de ideas lograr el cambio que queremos para nuestro país”

En la primera pausa del rock escucharás la banda Limp Bizkit y su canción “Rollin’”, seguido del tema  “Freak On a Leash” de la banda Korn, y finalmente escucharás el tema “Toxicity” de la banda System Of a Down; Estas son las pausas del rock planeadas por @romontesdeoca y @medicenmouzo para este Humano Derecho.

En esta oportunidad contaremos con Rodolfo Montes de Oca (@romontesdeoca) y Génesis Zambrano (@medicenmouzo) como presentadores, quienes les estarán haciendo la suplencia a @fanzinero y @MelanioBar.  Somos el radioweb show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea. Más contenido en www.humanoderecho.com

 

 

El miedo como recurso político, por Antonio José Monagas

¿TEMOR AL MIEDO, O MIEDO AL TEMOR? AUNQUE PUDIERAN PARECER TÉRMINOS que confunden actitudes, son condiciones que incitan situaciones distintas. Pues temor no es miedo y miedo no es temor. El temor implica un nivel de acato. Por su parte, el miedo infunde un tipo de acoquinamiento que lleva a esconderse o paralizarse ante el acecho de un poder capaz de dominar, apocar o devastar la temeridad como expresión de vida propia.

La política utiliza el miedo para arrinconar posturas que lucen incómodas a la vista de quien ejerce el poder. Por eso el poder, raya con el abuso. Por cuanto, quien lo detenta se apoya en sus efectos para imponer consideraciones y condiciones que, en medio de la jugada política que su afán de predominio le infunde, se sirve de las mismas para aporrear realidades, deformar razones, humillar esperanzas o amenazar procesos o composturas individuales o colectivas.

Afrontar provocaciones diarias o por doquier, que nunca dan tregua, es terriblemente angustioso y agotador. El miedo llega a convertirse en un arma de doble propósito. No sólo preparada para lastimar o lacerar. También para herir de muerte a quien se atreva a desafiar su capacidad de intimidar. De ahí que el ejercicio de la política, vista con el ánimo de ocupar el espacio por encima de toda ventaja posible que pueda estimarse desde una posición rival, es una conspiración permanente.

Es cuando el miedo se torna en la violencia necesaria mediante la cual quien lo provoca, termina fungiendo como una especie de verdugo o de incendiario de ilusiones validadas y justificadas por el derecho a vivir en libertad. Así que ante lo que una escena así puede representar, es necesario mirar la política como el medio cuyo ambiente puede tentar al político o al gobernante a actuar desde el plano de sus debilidades. Eso lo hace tan peligroso como quien pueda reaccionar intempestivamente ante cualquier contingencia que azore su humanidad. Quizás, fue la razón para que Ludwig Borne, escritor alemán, señalara que “el hombre más peligroso, es aquel que tiene miedo”. Y de ello, obviamente, no escapa ni siquiera quien se arrogue la tenencia del poder.

En la instauración y empleo del miedo como recurso político de gobierno, se inspiró el fascismo. Más luego, el populismo propio de las dictaduras que han acosado realidades políticas durante el siglo XX y en lo que ve de siglo XXI. Así se tiene que Venezuela es un triste ejemplo de lo que el factor miedo ha inducido todo gobierno de corte opresor y represivo, al momento de desgarrar esperanzas y ultrajar derechos humanos.

Después que Venezuela vio nacer hombres de la talla moral de Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Andrés Bello, mutó su génesis política. Su naturaleza comenzó a desestimar su talante creador. Se desfiguró su carácter. Sus tierras se prestaron para sembrar resentimientos que se valieron del miedo para cosechar envalentonamientos que las dictaduras padecidas, convirtieron en forma de desprecio hacia valores libertarios. Sólo que el esfuerzo de hombres dignos, revirtió algo de lo que el miedo históricamente inculcó. Sin embargo el empeño tiránico por torcerle el destino que merece la nación venezolana, siguió azuzando realidades. Sobre todo, cuando gobernantes capciosos vieron y entendieron el miedo como recurso político.

 

@ajmonagas

De morisqueta en morisqueta, por Antonio José Monagas

 

La venezolanidad a la cual se apega el discurso político del actual populismo autoritario, se vale de múltiples analogías con la vida que tiene lugar en las facetas más acendradas del folklore. Sin embargo, entre frases mal pronunciadas y promesas baldías, se escapan algunos enunciados o expresiones que intenta argumentar mediante arrogancias o “gracias” pero que resultan tan obscenas o vulgares, como extemporáneas. Particularmente, por causa del desconocimiento que tiene el gobernante de razones que la historia ha fundamentado. Aunque alejadas de circunstancias que hacen de cada hecho un capítulo del proceder nacional.

A decir por lo que el léxico popular ha intentado asentir, el proceder gubernamental venezolano, en lo que va de siglo XXI, no ha podido escapar de consecuencias que desdicen no sólo de lo que ha pretendido estructurar. Aun cuando desde la óptica de “caer bien”. Y cada “gracia” de ese estilo, intentada como evento o propuesta de corte ideológico, se ha convertido en recurso comunicacional para encubrir el carácter ambiguo, decrépito e incoherente de todo lo que configura el proyecto de gobierno que sigue el actual régimen socialista desde que se estableció en Venezuela, hace casi veinte largos años.

En medio de lo que ha sido esa peligrosa y forzada mezcla de materialismo histórico con santería, ha pretendido fraguarse una realidad adoquinada con las más ridículas e inconsistentes manifestaciones de un injustificado constructo político para el cual exaltaron personajes abominables. Pero que políticos de oficio, usurpando la auténtica historiografía, enfundaron con trajes de precursores y libertadores, y de abnegados patriotas, para esculpir causas históricas a imagen de ideas revolucionarias formuladas por el oficialismo para su beneficio político.

El sentido que le dieron a la prédica política a partir de la cual estos gobernantes, literalmente, incendiaron al país, permitió que muchas de sus gracias acomodadas a manera de serviciales consideraciones, terminaran transformándose en abruptas morisquetas. En consecuencia, el régimen venezolano se afincó en crudos y vagos convencionalismos, como patriotismo, bolivarianismo, constitucionalismo y venezolanismo. De tal modo, que el uso de dichos silogismos, afianzó el ejercicio de un gobierno que se dio a la tarea de tramar promesas vacías con el apoyo de un discurso montado sobre palabras tan incomprendidas por laxas, como “pueblo”, “soberanía”, “patria”, “democracia”, “paz”, “independencia” entre otras.

De todo ello resultó un gobierno que basó su gestión en una relación dirigida a humillar, ofender, blasfemar, odiar, violentar, azotar y silenciar a quienes de alguna forma muestran rechazo a sus conjuros de recuperación, inclusión, desarrollo y participación, principalmente. Podría decirse que el afán de enquistarse en el poder se tradujo en una deformación de aquellos valores superiores sobre los que se soporta el ordenamiento jurídico venezolano. Y que, a instancia de la Constitución de la República sancionada en 1999, exhorta actitudes de justicia, pluralismo y solidaridad. Sin embargo la tendencia que marca el devenir nacional, descubrió desenfrenos y tramas que conspiraron contra la institucionalidad democrática.

Esto hizo que la corrupción luciera casi intangible, por escaso tiempo, por efecto del encofrado que se ha levantado entre los cientos de preceptos tratados por las múltiples leyes ordinarias, decretos y resoluciones aprobados al voleo por distintas cuerpos y corporaciones con forzado rango legislativo. Además, usurpado bajo el clima de “justicia revolucionaria” que dichas instancias se arrogan.

La inercia de tantos escollos que el régimen socialista, en aras de pautar su mal llamado “socialismo del siglo XXI”, ha avivado y generado, son fatuas “gracias” que se convirtieron en meras burlas. O sea, cumplió con el aforismo que reza: “quiso hacer una “gracia” y le salió una morisqueta”. Por eso, y por más ensayos que el alto gobierno pueda concebir buscando enroscarse al poder, mediante propuestas que poco contienen, todo resulta una vulgar patraña. Más, porque anda urdiendo sus mentiras. Pero de morisqueta en morisqueta.

@ajmonagas

Del populismo usurpador al clientelismo engañador, por Antonio José Monagas

 

La intención de fraguar un sistema político democrático luego de la caída del régimen autoritario del Gral. Marcos Pérez Jiménez, en Enero de 1958, no logró levantarse con la magnificencia para entonces procurada. El modelo político-económico implantado, resultó caracterizarse por marcadas contradicciones determinadas por el populismo que fungió de marco fáctico para encubrir pretensiones reunidas alrededor de una retórica política que sólo apuntaba a exaltar el nacionalismo, las luchas contra las oligarquías y la igualdad social.

El país político prefirió enrumbar su praxis política ateniéndose a lo que representaba un modelo de “estatismo partidizado”. Particularmente, por cuanto los intereses que campeaban en torno al manejo de la gestión de gobierno, que desde 1959 se emprendía, parecían rendir más réditos políticos y provecho económico que lo pautado por criterios de desarrollo social, ordenamiento territorial y mejoramiento cultural.

Los partidos políticos cuyo arrojo fue protagonista de eventos que determinaron la defenestración del despotismo militar, comenzaron a monopolizar la mediación política entre el Estado y la sociedad civil. Ello, por supuesto, devino en una degradación de conceptos que exaltaban la democracia como función de las libertades y derechos alcanzados históricamente. Tan contrariado comportamiento, permitió que se controlaran medios de comunicación. Y peor aún, mecanismos de dirección del Estado los cuales, desde los mismos inicios de lo que se denominó “período democrático”, desfiguraron la concepción del Estado venezolano. Tendencia ésta que igualmente asintió la redacción de la Constitución del 1961. Fundamentalmente, cuando algunos de sus preceptos reglamentan el sistema político con disfrazados visos de centralismo, presidencialismo y paternalismo.

De esa forma, se instituyó una normativa que velaba por la organización del Estado. Bajo la misma, fue posible establecer un control político por “fideicomiso”. Es decir, se instauró una especie de intervención de la administración de entidades gubernamentales a través de gremios, grupos politizados o partidos políticos. Todo ello con la intención de controlar o penetrar políticamente instancias administrativas correspondientes al manejo del Estado con el fin de hacerse del dominio de las mismas. Así, engrosaban la burocracia en su propio beneficio mediante groseras prácticas clientelares.

Sin embargo, las realidades políticas siguen apegándose a prácticas que persisten en continuar con tales preferencias. ¿Y por qué no decirlo? Estas prácticas se observan depuradas en términos de lo que significa el aprovechamiento político en beneficio personal de quienes gozan de sus bondades. Y que si bien, este tipo de prácticas puede caracterizarse como expresión del clientelismo, no califican exactamente como razón del populismo. Aunque el populismo es fuente del clientelismo. Tanto como de mañas o actitudes que conducen a la perversión y corrupción del ejercicio de la política.

Del populismo, pueden hacerse múltiples referencias que dan cuenta de la desvergüenza que acompaña sus distintas manifestaciones. Aunque debe reconocerse que ha servido a generar un alto grado de apoyo político a todo gobierno que base su gestión en promesas de interminables condicionamientos. De ahí que, a corto plazo el populismo acrecienta el fervor por el proyecto político que sirve a gobiernos ha adelantar parte de su oferta. No obstante, a mediano y largo plazo, deja relucir sus debilidades. Su condición usurpadora. Sobre todo, porque fomenta meras ilusiones de igualdad social lo cual no es óbice para que el populismo sea entienda como razón de ascenso -relativamente rápido- de individuos y grupos sociales.

Dicho de otro modo, la condición demagógica del populismo lo lleva a diferir soluciones a problemas que pueden lucir impopulares. Pero también, actúa como factor conciliador. Aunque en situaciones de apremio por lo que apela a paliativos, indistintamente de sus consecuencias. Fundamentalmente, por cuanto todo régimen populista sólo se interesa en adelantar una gestión pública capaz de ganar el espacio político necesario que asegure el enquistarse en el poder político. Esta consideración hace ver que el populismo no busca amarrarse a doctrinas políticas dado su carácter enteramente pragmático. O sea que al alimentarse del rechazo a las ideologías, su praxis no se verá sometida por concepciones políticas doctrinarias.

En el caso Venezuela, donde se habla de socialismo como fundamento doctrinario del actual proyecto de gobierno, se infiere o que el mentado socialismo no es tal conceptualmente, o que el populismo es apenas la fachada de un régimen que tiene trabado sus mecanismos de intervención social y económica. Por tanto, lo que intenta el populismo acometer sólo obedece a un ideario político supeditado a las circunstancias imperantes. Improvisado o diseñado bajo un esquema totalmente oculto.

Por su parte, el clientelismo, al fin como secuela del populismo en tanto modo de acentuar el desarreglo que plantea dada su naturaleza fáctica, actúa como canal de desviación del proceder político-administrativo sobre le cual se soporta todo régimen. Por más que se precie de mantener impoluta su gestión publica, la misma es profundamente engañadora. Su propensión a la prevaricación o corrupción, permite a los detentadores del poder político relacionarse clientelarmente con el estamento que administra los bienes públicos. Pero si estos no se administran según la lógica imparcial de la ley sino bajo una apariencia legal, se da paso al intercambio de favores permitiéndose la concesión de prestaciones por parte de quienes ostentan cargos públicos con manejos dispendiosos del poder.

Es el problema que exactamente padece Venezuela toda vez que a su gobierno lo caracteriza un sistema  clientelar dirigido a favorecer condiciones a instancias de la corrupción campante. La manera de cómo el cliente político busca compensar el favor recibido, pudiera explicar la razón de la cual se ha valido el régimen para intentar perpetuarse en el poder. O bien, mediante la amenaza ejercida al momento de utilizar esa misma capacidad de decisión para afectar a quienes no se presten a colaborar con la coerción que aplica el régimen en aras de conservar su hegemonía política. Por eso el partido de gobierno, financiado en buena medida con recursos del fisco, se convirtió en una piedra angular del clientelismo político venezolano.

El régimen “socialista” se ha valido del hecho de desvalijar en lo posible al venezolano para que así se vea en la forzosa necesidad de conectarse con sitiales que le permitan hacerse de una vida más cómoda. Por eso, el régimen ha ideado mecanismos de compensación social, como las cajas CLAP y los distintas dádivas o bonos alimentarios a manera de crear en los venezolanos vías de salida rápida o atajos para paliar su hambre. Pero también, para saltarse barreras sociales que envalentonen con el apoyo gubernamental brindado.

De ahí que no resulta complicado advertir que la causa que sirvió de retén al gobierno militarista venezolano para enroscarse en el poder, fue transitar truculenta y “exitosamente” del populismo usurpador al clientelismo engañador.

 

@ajmonagas