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Revolución, Orgasmo y Represión, por Antonio José Monagas

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La fisiología del ser humano estudia las distintas funciones que despliega cada parte del cuerpo con el propósito de comprender el estudio de la interacción entre razones y causas que incitan su funcionamiento integral. Tanto es, que cada función motiva un comportamiento de la naturaleza del cuerpo en medio de toda condición posible. Se habla de diversas especialidades de la Fisiología en correspondencia con los diferentes tipos de células, órganos y sistemas propios del organismo humano.

Pero igualmente, la ciencia política igualmente hace su mayor esfuerzo por estudiar la anatomía política y social del individuo en tanto miembro de una comunidad cuyo desempeño colectivo refleja la disposición, motivación, congruencia y perseverancia que tiene de cara a contingencias, incertidumbres o posibilidades expuestas en medio de todo proceso de confrontación, cotejo o careo entre actores, pares o factores impares ideológicamente considerados.

Cuando se busca dar con alguna respuesta que integre la teoría política con la Fisiología Humana para comprender las determinaciones que animan al gobernante (déspota) a actuar alineado a métodos furiosamente represivos, como si de esa forma el pueblo comprendería la concepción de “revolución”, la disertación en curso se torna de sumo interés. No sólo político o fisiológico. También, dada la dilucidación cultural y emocional que, como problema social, puede contener y comprometer.

Quizás algo de ello, pueda hallarse al explicar que la represión política, está asociada al ejercicio de la sexualidad. Particularmente, cuando se ordena sobre criterios y causas que involucran intereses que se mueven bajo el único ámbito de la estructura de poder a la cual se suscriben el dirigente de mayor ascendencia política y sus más fervientes y aduladores acólitos. La reacción que dicha orden gubernamental pareciera provocar, pudiera verse cual expresión de cuestionados imaginarios que confunden realidades políticas con presunciones sexuales.

En medio de tan urdido desarreglo personal, la naturaleza sexual de quienes exhiben el poder político, casi siempre apegado al mundo militar, o paramilitar, expuestos a través del empleo de las armas en el fragor de situaciones de exagerado alarde de fuerza y prepotencia militarista, utilizada como símbolo de soberbia, se sujeta a la situación de desigualdad y de dominación que se da en pleno enfrentamiento entre estos personajes empoderados por la represión que son capaces de ejercer, y quienes escasamente se defienden con piedras y un precario escudo de madera. Y tal vez, una máscara para evitar la congestión respiratoria por inhalar gases prohibidos.

Tan rechazada escena, actúa a manera de estimulación sexual toda vez que la adrenalina, propia de tan exigentes momentos, si bien en algunos opresores surge en paralelo con la compulsión de negarse a la seducción que es capaz de brindar el hecho de sentirse superior ante quien flagela o atropella, en otros incita la voracidad que puede arrastrar quien valiéndose del armamento que maneja y articula, domina la realidad. En este caso, la repentina liberación del deseo sexual suprimido por las circunstancias, actúa a la inversa. O sea, que el poder que ostentan quienes por las coyunturas reinantes se creen superiores ante quienes enfrentan para combatirlo con fuego mortal, desenfrenado y exagerado, hace que evoquen conflictos sexuales que imaginan superarlos con el auxilio de lo que su exacerbada morbosidad puede retribuirle a fin de compensar lo que representan esos sentimientos de culpa y de aprietos íntimos.

Puede inferirse que estos individuos, afanados por un poder político enfermizo, bien porque presumen detentarlo, o porque quienes fungen de subalternos son personas carentes de moralidad, valores y sentimientos, padecen de una personalidad absolutamente inconsistente la cual se intensifica al estar compartiendo un torcido gozo de placeres egoístas. Estos hechos, los lleva a sentirse unidos alrededor de tan perversas actitudes. Mientras su nivel sexual los motiva a vivir adulados y arrogantes por saberse que portan armas enfundadas en uniforme militar, o porque se arrogan la condición que otorga el presuntuoso empoderamiento político, su actitud será de tanto engreimiento que cada vez que hablen en nombre de su revolución o que impongan medidas bajo la más absoluta represión, su reacción será una traducción del orgasmo que no pudieron disfrutar. Por eso, todas sus ejecutorias quedan reducidas a una revolución de orilla. Así como a un socialismo de burdel. Fue así que la represión se convirtió en un catalizador de orgasmos que penosamente logró estimular esa revolución malamente llamada “pacífica pero armada”. De esa manera puede pensarse en la relación que como “trinomio cuadrado perfecto”, cabe ahora en el discurso constituyentista: Revolución, Orgasmo y Represión.

antoniomonagas@gmail.com

Sendai Zea Ene 13, 2012 | Actualizado hace 12 años

Mito 1: A mayor tamaño, más orgasmos

Sólo las dos primeras pulgadas de la vagina son sensibles a la estimulación, lo que demuestra que el tamaño no influye en absoluto. El tamaño promedio de un pene erecto es de 15.65 centímetros, según el Instituto Kinsey. Para alivio de muchos: sólo el 2% tiene un pene de 20 a 22 cm.

La apariencia sí cuenta

Algunas mujeres han confesado experimentar más placer con los hombres bonitos. Un estudio científico, publicado en la revista «Human Nature», demostró que las mujeres que están en pareja con hombres atractivos tienen más orgasmos que las que están casadas o de novias con hombres menos atractivos.

Mito 2: El orgasmo sólo se obtiene en el coito

Según el Instituto Kinsey, el 68,2% de los hombres tuvo su primer orgasmo mientras se masturbaba, el 13,11% a través de un sueño erótico, el 12,53% en una relación sexual y el 4,33% como consecuencia de un contacto homosexual.

La primera vez de ellas

Se estima que el 50% de las mujeres tuvo su primer orgasmo a los 20 años. El 40% tuvo su primer clímax masturbándose, el 27% en un acto sexual, el 24% en juegos premaritales, 5% mientras soñaba, 3% a través de contactos con el mismo sexo y 1% a través de otros medios, según informó el Dr. Kinsey.

Mito 3: El orgasmo debe ser vaginal

Esta confusión surgió con Segmund Freud. Escribió que había dos tipos de orgasmos femeninos: el clitoriano y el vaginal, considerando el primero inferior al segundo. Para Freud, el clítoris era parecido a un pequeño pene, por eso decía que el orgasmo “clitoriano” era algo masculino.

La verdadera revolución femenina

Fueron Alfred Kinsey, William Masters y Virginia Johnson los primeros en afirmar que las mujeres podían obtener placer sexual y alcanzar el orgasmo a través de la estimulación del clítoris, ya que encontraron que este pequeño órgano tenía muchas más terminaciones nerviosas que la vagina.

Mito 4: Todas las mujeres tuvieron un orgasmo

Según, la encuesta «Orgasm Survey», el 7,78% nunca llegó al clímax. Además: el 27,01% jamás tiene un orgasmo durante la penetración, mientras que el 60,85% llega estimulando su clítoris, llamado acertadamente “el órgano del placer”.

Mito 5: La clave es la penetración

Hay hombres que a la hora de hacer el amor, se convierten en unos “taladros humanos”, donde lo único que importa es la penetración. Después se quejan de que sus mujeres son “frígidas”, cuando en realidad no tienen en cuenta otros recursos interesantes que ayudan a la mujer a llegar al clímax.

La fórmula más exitosa del mundo

«El Estudio Australiano de Salud y Relaciones», de la Universidad de Sidney, demuestra que es más fácil tener un orgasmo si durante el coito se incluye: penetración vaginal, estimulación oral del pene, de la vagina, caricias “íntimas” al hombre y a la mujer.

Mito 6: El hombre llega más rápido

Aunque cueste aceptarlo, es una realidad: las mujeres alcanzan el clímax en un promedio de 3,9 minutos, mientras que los hombres lo hacen en apenas 2,4 minutos. Sin embargo, ellas experimentan contracciones luego del orgasmo más prolongadas que ellos.

Si hablamos de excitación, hay empate

Es común escuchar que las mujeres son más lentas para excitarse. Sin embargo, ¡no es verdad! Una investigación de la Universidad de Mc Gill, de Canadá, halló que los hombres y las mujeres demoran el mismo tiempo en excitarse: entre 11 y 12 minutos.

Mito 7: Ellos siempre tienen «dos al hilo»

¡Falso! Después de alcanzar el orgasmo, los hombres suelen sentirse saciados y sin deseos de volver a tener un contacto genital inmediato. En cambio, algunas mujeres, pueden seguir teniendo la zona genital erotizada y desear nuevamente ser penetradas o estimuladas.

Mito 8: Ellos son egoístas si no esperan

Unos instantes previos al clímax, el hombre entra en una fase llamada “punto sin retorno”, donde le resulta imposible detenerse. El pene está erecto y pareciera cobrar “autonomía”, moviéndose rítmicamente cada vez con más fuerza. Por eso, el 99% de los hombres no puede parar cuando está cerca del orgasmo.

Mito 9: El orgasmo es un tema físico

Nada más errado. Lo primero que recuerdan los sexólogos es que el orgasmo empieza en la cabeza y no en los órganos genitales. Los expertos William Masters y Virginia Johnson llamaron “bloqueadores” a los factores que producen que una mujer o un hombre no puedan lograr el orgasmo.

5 cosas que no te permiten disfrutar

Tener sexo sólo cuando se puede, la falta de privacidad y de tiempo para los encuentros sexuales, magnificar la responsabilidad de uno y creer que el otro depende de nosotros para llegar al clímax, concentrarnos sólo en nuestro propio placer, tomar el sexo como una obligación, pensar, distraerse o preocuparse durante el acto.

Mito 10: Ellos saben muy bien cuando ellas están satisfechas

El «Estudio Nacional de Salud y Comportamiento Sexual», de la Universidad de Indiana, demostró que alrededor del 85% de los hombres asegura que sus parejas tuvieron un orgasmo en su última relación, mientras que sólo el 64% de las mujeres dijo haber alcanzado el clímax

El 19% de los hombres no entiende a las mujeres

Así lo sugieren los resultados del estudio de la Universidad de Indiana, que descubrió que casi 2 de cada 10 hombres están convencidos de que sus esposas o novias lo pasan de maravilla en la cama, cuando en realidad, no consiguieron tener un orgasmo

Lo importante no es la meta sino el camino

Esa es la idea del sexo. Que los amantes se acerquen, se disfruten, se conozcan. Que encuentren placer en cada una de las caricias. De manera que la satisfacción no esté en la culminación sino en cada segundo compartido. Si conciben el sexo de esta forma, el orgasmo estará garantizado…