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Mira lo que Rubén Blades le respondió al escritor Ibsen Martínez sobre su artículo

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El cantante panameño Rubén Blades dedicó unas palabras al escritor venezolano Ibsen Martínez, quien publicó un texto sobre una frase utilizada por el cantante «Matan a la gente, pero no a la idea» el pasado 29 de junio.

«Amigo Ibsen, no puedo aceptarte que la frase,‘Matan a la gente pero no matan a la idea’ sea ‘una pinche idea’. Tampoco que la sugieras como ejemplo de las expresiones que pueden producir muertes en ‘proporciones genocidas’ ».

El artista panameño planteó que generalizar las ideas, condenándolas sin previo aviso «eso es lo que define a las dictaduras».

A partir de este planteamiento, Blades citó como ejemplo «el esfuerzo» que hacen los panameños por no generalizar «el sentimiento anti inmigrante»  sobre el éxodo de venezolanos a Panamá, producto de la situación política.

«Algunos venezolanos, especialmente los de alto poder adquisitivo, llegan con una actitud de superioridad y de soberbia como la que contribuyo a producir la reacción popular que llevo a Chávez al poder y que en parte ayuda a explicar la caótica situación, enredada y dividida, que hoy se vive en esa hermana nación».

«Compran dos casas en un barrio de lujo y de pronto se creen dueños del país, y con una condescendencia que ofende, tratan a sus anfitriones como si fuesen siervos».

«Pero esos son algunos, no todos. Por eso, no debemos generalizar. Hay muchos venezolanos que han venido a nuestro país con respeto, agradecen nuestra acogida y se integran a nuestra sociedad y costumbres. Si permitimos la generalización, si no utilizamos el criterio objetivo, entonces se condenaría a todos por unos cuantos. Eso no puede ser excusado. Ni en Panamá, ni en Venezuela».

Lee el artículo publicado por Rubén Blades aquí

En un artículo publicado en el diario El País, titulado «La cara Visible del Fracaso de la Revolución»,  reproducido en un blog modestamente titulado «Entorno Inteligente», el escritor venezolano Ibsen Martínez pareciera satanizar en favor de su interpretación política un comentario que siempre hago durante la canción «El Padre Antonio y el Monaguillo Andrés», (dedicada en 1983 al hoy mártir beatificado, el Salvadoreño Oscar Arnulfo Romero).  No estoy seguro si este escritor es el mismo que conocí hace décadas, por intermedio de Cesar Miguel Rondón. Ibsen, ¿el escritor de teatro y de telenovelas?

De ser así, hola Ibsen, que sorpresa, ¡Ibsen!

El punto es que al final de esa canción acostumbro comentar que, «Matan a la gente, pero no matan a la idea». Lo hago como parte de mi convicción de que la muerte comienza por el olvido, que necesitamos constantemente enfrentar a la maldad que continúa intentando destruir nuestra posibilidad, la de todos y una forma de hacerlo es reconociendo el sacrificio de los que han caído por defender el ideal de la justicia.

Me resisto a dar la ultima palabra a los asesinos, y ayudarlos a creer que la Muerte que causaron con su odio resulto la triunfadora final.

Pues resulta, según el articulo de Ibsen, que en un concierto dado por mí ¿en los años 90?, un mexicano pasado en tragos respondió al comentario exclamando, …»ojalá mataran a todas las pinches ideas y dejaran tranquilas a las personas, güey». Acto seguido, nuestro Ibsen criollo desarrolla una opinión sobre lo que grito el borracho, (que ignoramos si recordó lo que dijo al día siguiente). En el plantea que «las pinches ideas», (que incluirían reconocer y agradecer el sacrificio de Monseñor Romero siguiendo la línea embriagada que inspiro al escritor), no solo resultan mala onda sino que pueden además resultar «peligrosas». Luego, aumentando incluso la dimensión del argumento etílico, nos advierte que las «pinches ideas», esos pensamientos que andan por ahí sin supervisión, como ganado en soltura, «tienden a matar en proporciones genocidas».  Tuve que volver a leer el párrafo, como tres veces.

Solo atiné a reaccionar pensando:  Veeeeeeerga!!!, (acento a lo maracucho).

Me sorprende que Ibsen, (el venezolano, no el noruego) me utilice como ejemplo para forzar una denuncia sobre el «peligro de las ideas», sean estas «pinches» o no. Desafortunadamente, el escritor no brinda una explicación que nos permita identificar cuando una idea deja de ser buena para convertirse en «pinche», ni como puede dejar de ser «pinche» para convertirse en buena. Imagino que si la idea proviene del sector ideológico que él apoya entonces será, en el peor de los casos buena, y en el mejor de los casos,  extraordinaria.  De ser así, el articulo adquiere un sesgo cognitivo que exhibe una de las razones por las cuales la “oposición» no logra aun producir un mayor respaldo de la población en Venezuela, aunque se caiga en pedazos la credibilidad de su gobierno y el pueblo por fin reconozca la inexcusable mediocridad de la administración de Maduro. Quizás Maese Ibsen equipara mi comentario al tipo de consigna panfletaria de los años 60, utilizadas por la Izquierda y por los ambidextros para estimular a las masas, intentando simplificar complejas realidades en frases fáciles de repetir. Pero ni eso justifica su descalificación de lo que dije.

La actitud anti-panfleto, que también comparto y de la que trato de alejarme en mis letras, no quiere decir que el argumento de algunas consignas sea erróneo. “El pueblo unido jamás será vencido”, por ejemplo, suena a demagogia pero no lo es. ¿Que puede vencer a un pueblo unido? Nada. Los pueblos se vencen a si mismos, sea por actuar como dedos y no como manos, sea por compartir de la corrupción de sus dirigentes. La cara invisible del fracaso de la revolución es mucho más compleja, Ibsen, comenzando por la pregunta ¿hubo alguna vez tal revolución, mas allá de los cambios constitucionales, golpes, rebeliones armadas y ahora desplantes pseudo «socialistas»? Y que decir de la decepción, o fracaso del sistema democrático, cuando fue administrado en tu tierra a la manera adeca y copeyana?

La Venezuela que produjo a Chávez como alternativa política procuraba la sacudida social que desplazara a los partidos político-empresariales y su codicia insaciable, los que durante décadas propiciaron la corrupción y el robo de los recursos públicos, dejando al país sin oportunidades, en especial para el sector popular. Esa sacudida, legítima por ser el producto de la cólera de un pueblo vejado, fue reemplazada con un  sistema mal diseñado, desprestigiado y descartado en otras latitudes y que, a pesar de su promesa inicial de transformación se convirtió en una rígida y absurda línea ideológica que partió al pueblo venezolano en mitades, convirtiendo a la posibilidad nacional en una caricatura que hoy ni la irreverencia de un Zapata podría concebir.

La actual administración, sin el carisma de Chávez maquillando su ineficiencia, se esfuerza en crear mística y apoyo popular utilizando la demagogia y la represión, algo insostenible.  Como decía mi mamá, bruto trabaja dos veces; y a veces, ni así!

Pero, y esto debe ser considerado objetivamente en otro foro, el problema de Venezuela parece no radicar solamente en los desaciertos del actual gobierno. La interioridad del fracaso, al igual que la del éxito, siempre resulta mucho mas compleja. Por eso, la responsabilidad por lo que ocurre en Venezuela también alcanza a los grupos opositores. Por eso, nadie merece o debe esperar nuestro apoyo incondicional.

No logro entender por qué, cada vez que se discute sobre realidades sociales de un país, el que sale del poder culpa de todo lo malo que ocurre al que está ahora al mando, como si con cada nuevo gobierno toda la realidad nacional volviera a nacer, «ab ovo». Sobre el comentario en el articulo describiendo el aumento del crimen en la Venezuela de hoy, resulta mas imparcial considerar que la responsabilidad por la criminalidad en general radica en la pasada y presente ausencia de políticas de estado que enfrenten y ofrezcan factibles alternativas y oportunidades al jetsam y flotsam humano, producto de la desintegración familiar y de su exclusión dentro del marco de producción -o explotación- capitalista, el que los regímenes democráticos adeco-copeyanos y sus adláteres en las grandes fortunas mal habidas ayudaron a crear, problemas que el presente régimen se ha encargado de empeorar con charlatanerías, e ineficiencias épicas.

Si la presente aplicación de un seudo-socialismo ha resultado hasta el momento un desastre, podemos asegurar lo mismo sobre la aplicación de la democracia, tal y como resulto interpretada por los gobiernos de corte capitalista del pasado cercano.

No perdamos el tiempo discutiendo cual de los dos sistemas resulta ser el peor.

Lo que se requiere con urgencia es honestidad en el análisis del problema actual, la imaginación para desarrollar una propuesta viable, posible, con los fondos para producirla y la voluntad para aplicarla. Este es un problema internacional, Venezuela no es el único lugar que registra un incremento en la criminalidad en América.

De ello me ocuparé y escribiré muchas veces mas, en el futuro. Al momento pregunto, ¿existe en Venezuela un plan ofrecido por la Oposición para enfrentar, o por lo menos disminuir, el problema del crimen en el país?.  No me refiero a pronunciamientos retóricos, ni a discursos, o promesas. Hablo de una planificada propuesta, con explicación de motivos, fechas para la ejecución de proyectos, e identificación de fondos, públicos y/o privados, con los cuales hacerlos realidad . ¿Ese plan se ha hecho público?  Mas allá de la necesaria denuncia de un problema, también resulta necesario que los críticos presentemos propuestas para su solución, o al menos alivio.

Amigo Ibsen, no puedo aceptarte que la frase, «Matan a la gente pero no matan a la idea» sea «una pinche idea». Tampoco que la sugieras como ejemplo de las expresiones que pueden producir muertes en «proporciones genocidas».

Lo que sí ha contribuido a producir genocidios, por siglos, es la indiferencia cívica, el silencio internacional ante la violencia racial, social o política, y la ceguera ideológica de gente que se considera, con la mejor intención, como los únicos poseedores de la razón aunque no puedan ver nada ubicado mas allá de las orillas de su prejuicio.

En el sector que supongo integras existen estos ejemplos también; no todos están solamente dentro del desgobierno que con razón opones.  Las ideas no son peligrosas. Deben ser evaluadas objetivamente y se sostendrán o no en el tiempo, de acuerdo con la razón y el mérito que posean. Censurarlas antes de ser siquiera discutidas no es democrático, ni es inteligente. Generalizar, el agrupar indiscriminadamente conceptos que no han sido examinados, condenándolos sin un juicio previo, eso es lo que define a las dictaduras que imagino también opones.

En Panamá, por ejemplo, hacemos un esfuerzo por lograr que nuestro pueblo no generalice un sentimiento anti-inmigrante que se empieza a sentir por el éxodo que desde tu país al mío va en aumento a consecuencia de la situación política.

Algunos venezolanos, especialmente los de alto poder adquisitivo, llegan con una actitud de superioridad y de soberbia como la que contribuyo a producir la reacción popular que llevo a Chávez al poder y que en parte ayuda a explicar la caótica situación, enredada y dividida, que hoy se vive en esa hermana nación.

Compran dos casas en un barrio de lujo y de pronto se creen dueños del país, y con una condescendencia que ofende, tratan a sus anfitriones como si fuesen siervos.

Pero esos son algunos, no todos. Por eso, no debemos generalizar. Hay muchos venezolanos que han venido a nuestro país con respeto, agradecen nuestra acogida y se integran a nuestra sociedad y costumbres. Si permitimos la generalización, si no utilizamos el criterio objetivo, entonces se condenaría a todos por unos cuantos. Eso no puede ser excusado. Ni en Panamá, ni en Venezuela.

Ojalá amigo Ibsen no te unas a los que creen que quienes no coinciden con sus ideas y posturas son idiotas. En la antigua Atenas, la palabra «idiotes» describía a la persona egoísta, obsesionada con su exclusiva posibilidad de avance económico y su interés personal, desligándose de los asuntos de la cosa pública, los que atañen al interés colectivo, el de la comunidad. Desde esa perspectiva, para los antiguos griegos todos nacíamos idiotas, hasta que la formación y la educación se encargaba de transformarnos en ciudadanos. Una forma de no ser idiota es evitar la generalización.

A mis casi 67 anos he aprendido que lo importante al discutir es no perder el sentido del humor y mantener la honestidad y ecuanimidad en la presentación del argumento, algo así como lo que intentó nuestro amigo Cabrujas, con «El día que me quieras».

El enfrentar su desilusión política no lo llevo a la quema de todo lo aprendido. Luego de un examen honesto rescato, como Eneas, sus lares y penates y avanzo hacia un nuevo inicio, formado desde una perspectiva mas educada y objetiva.

Irse por el camino que escogió Ibsen si puede representar un peligro serio y confieso que no acabo de entender sus motivos, a menos que haya mal interpretado la lectura.

Resumiendo:

El escritor Ibsen, venezolano,

a) Redactó un análisis político partiendo de lo que oyó decir a un borracho en un baile,

b) Utilizo mi frase, «Matan a la gente pero no matan a la idea», (dedicada a la memoria del Salvadoreño Oscar Arnulfo Romero), para identificarse con lo planteado por el beodo («maten a las pinches ideas para que dejen tranquilas a las personas»,

y,

c) Agregó de su propio albedrío su opinión concurrente, sobre lo efectivamente peligrosas que pueden resultar las «pinches ideas».

Pregunto: ¿el «dejar tranquilas a las personas», incluiría el «no molestar» a las que asesinaron a Romero?

¡Ojo con la generalización, güey!

Que no se puede tener la corona de espinas y las treinta monedas de plata a la vez.

Un abrazo,

Rubén Blades | Los Angeles, 3 de julio,  2015

Título de caja
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Nacionalización de YPF: El Eterno Retorno por Ibsen Martínez

Las acciones de la señora Cristina K encaminadas a renacionalizar YPF  mueven de nuevo a pensar en la nacionalización como rito chamánico.

Al no pretender ser magia negra— puesto que no procura hacer el mal, sino el bien –, la estatización de la economía está condenada al fracaso porque, tal como muestra la experiencia humana desde hace ya suficiente tiempo, sólo la brujería decididamente maléfica del mercado y el interés individual logran salirse con la suya.

En efecto, la nacionalización en  América Latina puede y debe verse como un rito de fertilidad y de abundancia. Una danza propiciatoria para hacer lluvia en tiempo de sequía.

Equivale a la ceremonia con que los sioux de las praderas norteamericanas rogaban a sus deidades que sus partidas caza hallasen nutridos rebaños de bisontes. O a las que los chamanes de nuestras etnias amazónicas recurren para propiciar a sus congéneres buena caza o  buena pesca y que no se los coma el tigre.  Es pensamiento “mágico-distributivo”, digamos, aplicado a la macroeconomía con vistas al desarrollo y la prosperidad de todos.

Pero al no pretender ser magia negra— puesto que no procura hacer el mal, sino el bien –, la nacionalización está condenada al fracaso porque, tal como muestra la experiencia humana desde hace ya suficiente tiempo, sólo la brujería decididamente maléfica del mercado y el interés individual logran salirse con la suya.

Recuerdo que el 1º de mayo de 2006,  fecha en que Evo Morales nacionalizó “sorpresivamente” la industria de hidrocarburos boliviana,  lo pasé encerrado en una habitación de un hotel de Cochabamba, abatido por una doble frustración.

Un esquivo sindicalista “trotsko-cocalero” con quien concerté  una entrevista para The New Republic me había dejado plantado.

La segunda frustración vino al encender la televisión y percatarme de que Evo Morales presidía en aquellos momentos una ceremonia de ocupación de un campo gasífero en Tarija. Yo habría debido estar allí y no en Cochabamba. Pero no me perdí demasiado.

En realidad, lo único sorpresivo que cabía registrar fue el adelanto de la fecha. Lo más colorido del  ceremonial fue el despliegue militar en las instalaciones de una concesionaria extranjera, como si del asalto a una fortificación enemiga se tratase. Lo mismo ocurría con las inofensivas gasolineras de Petrobras: piquetes de soldados en traje de campaña y armados hasta los dientes custodiaban los surtidores.

La oratoria reivindicativa de la soberanía de la nación boliviana respecto de la riqueza del subsuelo me hizo recordar el discurso de Carlos Andrés Pérez, treinta años atrás, cuando se nacionalizó por primera vez la industria petrolera venezolana: las mismas invocaciones a Bolívar, las mismas consignas sobre el “patrimonio de todos”, las mismas admoniciones sobre la necesidad de “administrar la abundancia con criterio de escasez.”

La nacionalización boliviana se anunció  como lo han hecho todas las nacionalizaciones  de la región: como el advenimiento  de una nueva era, aunque en realidad no fuese más que un avatar del mito del eterno retorno. Con la de 2006, Bolivia nacionalizaba por tercera vez en menos de setenta años su riqueza fósil, para no hablar del estaño, nacionalizado  medio siglo atrás.

Sólo unos cuantos meses más tarde, en los primeros días de enero de 2007,  durante la ceremonia inaugural  de su actual período presidencial, Hugo Chávez anunciaba nacionalizaciones que  describió como el comienzo del largo camino al “socialismo del siglo XXI”.

Poco después comenzó por “renacionalizar” ­ empresas públicas  privatizadas en los años noventa: la telefonía y las compañías de electricidad.

En el mismo acto se anunció el designio de lograr mayoría accionaria en la participación de la petrolera estatal venezolana en los grandes proyectos de la faja bituminosa del Orinoco, hasta entonces dominados  por las estadounidenses ExxonMobil, Conoco-Phillips y  Chevron, junto a la francesa Total, la inglesa BP y la noruega Statoil.

Característicamente, Chávez ordenó la ocupación militar de las instalaciones arrebatadas a la codicia extranjera. La puesta en escena de la ceremonia incluyó el vuelo rasante, por sobre el complejo petrolero escogido para el acto, de un dúo de cazas interceptores Sukhoi, de fabricación rusa y  reciente adquisición.

¡Qué amasijo de mixtificaciones belicistas, cuánta descaminadora carga simbólica militarista, cuánta inconducente teatralidad compensatoria tiene  en nuestro continente este tipo de medida económica, a pesar de su largo y grueso historial de fracasos tan idealizados como ruidosos!

En América Latina  puede hablarse ya  de oleadas nacionalizadoras, tal como los historiadores del siglo XX hablan  de una primera, segunda  y tercera oleadas de populismo.

La primera se asocia con la hora estelar del general Lázaro Cárdenas en México y es de aquella, sin duda, que la idea cobró su modélica calidad de militarismo anti-imperialista.

Siete décadas más tarde, Chávez protagoniza la tercera, o cuarta, quinta o quizá sexta oleada de nacionalizaciones, luego de los fiascos mexicanos, argentinos, peruanos y bolivianos. Y de sus propios fiascos.

El rasgo más prominente de las oleadas nacionalizadoras  es su cariz exculpatorio de toda insuficiencia en la gestión del estado.  Chávez nacionaliza fundos pecuarios, cañaverales, silos platanales, hoteles y condominios en construcción, para compensar la colosal ineptitud de un petrogobierno que acusa, sin fundamento alguno, a las cementeras extranjeras del fracaso estruendoso de su plan de viviendas. Cristina K, por su parte,  nacionaliza las acciones de Repsol en YPF so pretexto de detener enérgicamente la caída en la producción,  pero, en realidad, para encubrir que esa caída en la producción obedece  a la pésima gestión gubernamental, tan  propicia a la desinversión en todos os rubros económicos. Junto a ello, la caída de las reservas argetninas, concomitante del aumento en las importaciones. NO deja de ser carcatsrísticode la maacarada populista de gobiernosmcomo el de la Srgentina el que los señores K hayan aprobado entusiastametne las privatizaciones de los años 90 precedids por Carlos Menem.

Peero está probado que como electoral artificio de chamanismo económico,  las nacionalizaciones no son buenas, hacen daño y se acaba por rodar.

Y al cabo, igual viene el tigre y te come.

@IbsenM

http://ibsenmartinez.com/

El Tercer Acto de Hugo Chávez por Ibsen Martínez

Su grave enfermedad puede brindarle al paciente habanero la ocasión de salirse nuevamente con la suya al trocar una derrota segura en una nueva oportunidad para sus tiránicos propósitos.Hugo Chávez ha encontrado en su denodada lucha contra una temible enfermedad la epopeya que la vida siempre le negó.El único episodio de su carrera de militar conspirador, lanzado hacia el poder absoluto, que pudo asemejarse a una batalla verdadera terminó en rendición. Las batallas contra el cáncer suelen tener un desenlace tan previsible en el caso del líder máximo del Psuv como puede serlo el desempeño del precio del crudo en los años venideros. Pero, al igual que en la traicionera y sangrienta madrugada del 4 de febrero, su enfermedad puede brindarle al paciente habanero la ocasión de salirse nuevamente con la suya al trocar una derrota segura en una nueva oportunidad para sus tiránicos propósitos.

El secreto de estado que ha rodeado su condición médica, el vociferante melodrama, no por barato y ramplón menos eficaz, que se desgrana en despedidas y recibimientos multitudinarios en el aeropuerto y en manipuladores “tuiteos” sensibleros , enviados desde un hospital en La Habana; su promesa de vivir para triunfar de sus enemigos; el recrudecer de la megalomanía que equipara su carrera política a la de Simón Bolívar; su irresponsable despilfarro del dinero público, la terca resolución de poner la suerte toda del país en las mismas manos extranjeras en que ha puesto su personal destino médico, la orden general de volcar obscenamente, como nunca antes en catorce años, las arcas del Estado sobre la fracción más menesterosa y dócil de su electorado; la clara voluntad de extorsionar, una vez más por la vía del miedo, el voto de los empleados públicos; la demencial contumacia con que niega la formidable magnitud de problemas como la inseguridad y la escasez que su sectario desgobierno ha dejado caer sobre la nación entera, y junto a ello, su renuencia a apartarse de la vida pública, como recomienda el más elemental sentido de las limitaciones de la voluntad humana, todo, ¡todo!, nos habla del designio de persistir en ser candidato a la presidencia, sin contemplar siquiera la posibilidad de designar a uno de sus partidarios como sustituto.

¿Quién, en su sano juicio se empeñaría en protagonizar una campaña electoral en el precario estado de salud que la profesión médica consultada, dentro y fuera del país, describe desde hace tiempo como terminal? ¡Ah!, pero en el momento que vive Venezuela, de nada sirve ponerse en los zapatos del adversario porque los zapatos del adversario son los de un hombre superlativamente perturbado por un terrible trastorno de personalidad que lo lleva a despreciar la opción que cualquiera de sus seguidores, y para el caso, cualquiera de nosotros, puesto en su lugar, seguiría.

Es precisamente eso, la ausencia todal de sano juicio, el elemento faltante a la hora de conjeturar con mediana posibilidad de acierto qué rayos se propone Chávez. Si prescindimos de esa condición, si dejamos fuera el sano juicio, el panorama ante nosotros se clarifica: Chávez ha tomado la decisión de morir matando. Y conviene desengañarnos.

La delirante y malsana lógica de este hombre que se cree predestinado a hacer, contra viento y marea, de América Latina un nuevo continente para el totalitarismo colectivista, lo lleva a priorizar, no su salud ni su sobrevivencia personal, sino la instauración, a trancas y barrancas, del mostrenco experimento de federación cubano-venezolana. Valga lo que valiere este inviable desatino, obviamente condenado al fracaso en breve tiempo, para Chávez es absolutamente imprescindible asegurar la permanencia del Psuv en el poder. Para él es imperiosamente necesario ganar las elecciones del 7 de octubre, aunque ello signifique inmolarse.

Tan demencial como pueda esto parecer, no cabe otra explicación para la renuencia de Chávez a retraerse resignadamente al ámbito familiar. Los caudillos megalómanos y mesiánicos tienen en la humana condición mortal a su enemigo más odiado y nada halaga tanto su narcicismo que la idea de prevalecer más allá de la muerte.

La mejor manera de burlar lo que, sin su candidatura, parece el destino cierto del chavismo ― ser desalojado del poder, así sea temporalmente ―, es lanzar los nueve innings completos, aun al precio de expirar inmediatamente después del out numero ventisiete, pero dejando, eso sí, a la oposición democrática en el terreno.

Esa es su idea fija, una monomanía terminal que los Castro han de explotar con la astucia y la acometividad de quienes juegan su última carta histórica. De ella emana el cariz ominoso y fatídico de la actual hora venezolana.

La reencarnación de Bolívar no entrará a la noche que indefectiblemente le espera sin dar la batalla de las Queseras del Medio, sin gritar “vuelvan caras” al borde de la tumba y dejar consolidada detrás suyo la pesadilla comunista en nuestro país.

Para derrotar tan monstruosa pulsión de muerte es preciso, ante todo, penetrarnos de su inhumana magnitud y poner en tensión todos los recursos de movilización electoral a nuestro alcance. Octubre puede ser el término definitivo de la tragedia venezolana.

En cada uno de nosotros está el evitarlo.

@IbsenM

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La telenovela del PSUV:Los Idus de marzo por Ibsen Martínez

La campaña electoral del PSUV recuerda la Gerencia de Dramáticos de Venevisión en los tardíos años 70 y buena parte de los primeros 80: algo de talento criollo y demasiados ejecutivos cubanos. El argumento del culebrón del PSUV se titula “Los Idus de Marzo” y es una historia convencionalmente desgarradora: la crónica por cuentagotas de la muerte anunciada de un patriarca renuente y la sorda disputa de sus herederos más conspicuos.

 

El patriarca desprecia a todos los herederos por igual y se niega a otorgarle a ninguno de ellos el papel de continuador de la estirpe y de la saga. Para colmo de inconvenientes, al pueblo ha llegado, entre tanto, un joven ambicioso y sortario que parece destinado y dispuesto a arrebatarles el emporio a los dos herederos en liza. En esto, el culebrón del PSUV recuerda la trama de “Un largo y ardiente verano”, aquella serie de los años 60, basada en la novela de William Faulkner.

 

Las estrellas que disputan el protagonismo – ¡y la herencia! – son Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. La figura languideciente del patriarca en tratamiento médico, y quien, aunque ya luce fuera de juego, no acaba de irse del set de rodaje, tiene todavía enorme capacidad de perturbarlo todo: los ejecutivos lo tratan todavía con obsecuencia, a la espera de que definitivamente patee el balde. En cuanto a los herederos en disputa, los ejecutivos cubanos dividen sus simpatías, aunque no simétricamente: una porción grande está con Maduro a quien cariñosamente los cubanos llaman “el bobo de la yuca”; los demás ejecutivos cubanos están, como quien dice, en modo “wait and see”.

 

Cabello, pues, no las tiene todas consigo en el cariño de los ejecutivos, aunque se le tenga por alguien de mucho predicamento entre sus pares del ejército venezolano. Pero de esto último nadie parece estar seguro: al cabo, ¡los expertos en la vida íntima del chavismo militar se han equivocado tanto y tan seguido! Es posible que los capitanes, mayores y hasta coroneles venezolanos estén hoy más pendientes de los twits del inefable doctor Marquina que de los designios continuistas de Cabello.

 

Otro rasgo de la situación allega aún más parecido entre el Buró Político del Partido Comunista de Cuba y la desconcertada gerencia de programas dramáticos de Venevisión en los años 80, cuando RCTV les daba paliza con las teleseries de José Ignacio Cabrujas, Salvador Garmendia y Pilar Romero. Me refiero al hecho, llamémosle cultural, de que todo ejecutivo cubano tienda a asimilar los sucesos políticos de Venezuela a su propia experiencia pasada, olvidando que Venezuela no es Cuba ni se escribe igual.

 

En consecuencia, los consejos o directrices electorales que pueden dar los cubanos resultan, o bien imposibles de seguir o decididamente descaminadores. Los cubanos no saben cómo ganar elecciones reñidas por la sencilla razón de que las últimas que convocaron en 1952 fueron suspendidas por el golpe de estado de Batista. Y la de octubre en Venezuela será una elección reñida. La condición relativamente novata de los dos precandidatos tampoco es de mucha ayuda en una elección reñida. Detengámonos en este aparte.

 

2.-

 

Tanto Maduro como Cabello, al igual que el resto de la camada ― Jaua, la Fiscal General, el Ministro de Justicia, el errático Izarra y el Ministro de Defensa― carecen de experiencia actoral y , peor aún, de la mínima inventiva oratoria. Esta última le ha sido inhibida hasta la inexistencia por el estilo aplastantemente autoritario del patriarca, el histrión que ahora se somete a radioterapia lejos de su amada Venezuela. El efecto neto de todas estas insuficiencias es que Cabello, por ejemplo, es – ¡horror!- una mala copia del patriarca cada vez que se anima a hablar por sí mismo.

 

Se le pasa la mano en ferocidad,¿no lo han notado?, como si olvidase que se trata de ganarle una elección a un tipo saludable y sangre liviana que sube en las encuestas en un país harto de la pugnacidad del patriarca. El mismo tipo que le ganó la gobernación de Miranda, pese al dinero y al tonelaje del portaaviones Chávez que hicieron pensar erróneamente en la invencibilidad de Cabello

 

Es fácil comprender a Cabello: se trata de un reflejo que condiciona y paraliza a todos los herederos y es el miedo a perder el favor del paciente habanero antes de tiempo. En consecuencia, redoblan los esfuerzos a la hora de mostrarse radicales e irreductibles talibanes en sus posiciones, pese a que, a todas luces, el único camino viable para todos ellos, en un escenario en que inexorablemente el patriarca ya no podrá lanzar el juego completo, ni mucho menos servirle de portaaviones, es la negociación con el adversario.

 

Pero para negociar hay que tender la mano y la rama de olivo y ¿cómo hacerlo si el patriarca no ha muerto y todavía puede fulminarme por blandengue y dejarme en el hombrillo y sin gato para siempre jamás?

 

No puede exagerarse la dificultad del trance para los herederos que olfatean cambios de dirección en el aire y pretenden sacarles provecho. Un ilustrador ejemplo lo hallamos en el “Gato” Briceño”, sujeto vivaracho que pensó en desmarcarse a tiempo del PSUV, aprovechando un derrame de petróleo, sólo para que la maniobra le estallase en las manos. Ahora no tiene el apoyo del PSUV y todavía despierta muchísima suspicacia en la oposición. Había que irse cuando se fueron Ismael García y Henri Falcón, digo yo, gobernador Briceño. En seis meses no se puede ir de la sectaria gobernación roja-rojita de Monagas a un puesto en el secretariado de la MUD.

 

3.-

 

Queda por analizar el tema sempiterno de la maquinaria roja. De ella siempre se ha dicho que es el brazo electoral de un gobierno que no se para en nada a la hora de repartir plata, alimentos importados vendidos a precio subsidiado y automóviles y electrodomésticos chinos. Los últimos acontecimientos dejan ver a las claras que la maquinaria del PSUV se parece mucho a la maquinaria adeca: es un mito. Si no lo cree piense en esto: la palabra clave, tratándose de maquinaria, es “disciplina”. Esto es, obrar coordinadamente, en conjunto.

 

Bastó y sobró que el patriarca obeso y pelón se despidiese en Maiquetía para que los “colectivos” se cayesen a balazos, el gobernador de Monagas fuese de acuseta a Globovisión, etc.

 

Termino con un refrán cubano: lo mejor de todo esto es lo malo que se está poniendo…para el PSUV.

ibsenartinez.com

@ibsenM

 

 

Nuestro Hombre en La Habana por Ibsen Martínez

1.-

EXTERIOR — HOSPITAL CIMEQ, LA HABANA— DIA.

Las tomas iniciales “establecen” la locación. En la banda sonora se sobreimpone la voz de Silvio Rodríguez, fuera de cámara “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores…”. Corte a:

2.-

INTERIOR   — PASILLO  DEL HOSPITAL CIMEQ — DIA

La conversación se escucha sobre diversas tomas cámara-en-mano que muestran la actividad en el piso. Fuerte operativo de seguridad:  más militares y agentes secretos que personal médico.

—   Están comenzando a sospechar.

—   Tonterías. Tienes la coartada perfecta.

3.-

INTERIOR    HABITACION PACIENTES VIP   DIA

Un paciente habla con un visitante. La cámara nunca muestra su rostros. El paciente suena ansioso; el visitante viste camisa playera y se advierte que usa lentes oscuros.  Da la espalda a cámara y habla en tono tranquilizador. La cámara se entretiene con la ambientación: la luz tropical que entra por la ventana y deslumbra al lente, el instrumental de apoyo clínico, et cétera.

PACIENTE:  Insisto en que se está haciendo cada día más peligroso.

VISITANTE:¿Qué estás  tratando de decirme? ¿Que te rajas?

PACIENTE: El farmacólogo brasileño ha entrado en sospechas.

VISITANTE: ¿Qué te lo hace pensar?

PACIENTE: Nada en concreto.   No me gusta la manera como me mira.

VISITANTE: Amigo, no nos pagan para tener corazonadas.

PACIENTE: El  anestesiólogo ruso es el que más me preocupa.

VISITANTE :¿Qué pasa con él?

PACIENTE: Nada en concreto.

VISITANTE: ¡Ah, vamos! “Nada en concreto, nada en concreto.” ¿Otra corazonada?

PACIENTE: Soy bueno para las corazonadas. Y algo me dice que el ruso y el brasileño se huelen algo.

VISITANTE: No me esperaba esto de ti. ¡Estás arrugando!

PACIENTE: El jefe de servicios del hospital es de Cienfuegos, estudió en Alemania Oriental y es el más duro, casi ni habla. Me mira recio en las reuniones con Raúl. No me quita la vista de encima.

VISITANTE: Es su trabajo. Ignóralo. No le des importancia.

PACIENTE:Trabaja directamente a las órdenes de Ramiro Valdés, el superespía. Valdés le ordenó escrutar todas mis reacciones cuando hablo con Raúl.

VISITANTE:¿Crees que Valdés ha entrado en sospechas?

PACIENTE:¿Cómo puedo saberlo a ciencia cierta?  ¡Quiero irme!

VISITANTE: Estás arrugando justo en el momento crucial.

PACIENTE: Llámalo como quieras,  pero llegó el momento de irme de aquí. Si me quedo para otra ronda de radioterapia no estoy seguro de poder escapar con vida más adelante. ¡Díles que aborten la operación! ¡Sáquenme de aquí antes de que sea tarde!

VISITANTE ;No puedes irte ahora, idiota, entiéndelo. Justo cuando más te necesitamos. Al fin los tenemos donde los queríamos tener desde hace años. ¡Y  te quieres ir! ¿Qué esperas que les diga  cuando regrese a Washington? ¿Que nuestro hombre en La Habana tiene corazonadas? ¡Esta  es la operación más compleja y costosa que hayamos montado en décadas desde el desastre  de Bahía de Cochinos! ¡Tres administraciones han invertido miles de millones de dólares en ti para infiltrarte en Cuba !  El momento estelar es todo tuyo, nadie sino tú puede llevar adelante la operación. Ahora todo depende de tí. No puedes irte ahora, maldita sea. ¡Simplemente no puedes irte!

PACIENTE: Baja la voz, ¿quieres? Ahí viene la nutricionista.

 

4.-

INT  HABITACION PACIENTES VIP –OTRO ANGULO-  DIA

Barrido de cámara que muestra a la nutricionista trayendo una bandeja con un refrigerio. Es una joven uniformada. Guapa y risueña, trae una bandeja .

NUTRICIONISTA: Buenos días, compañeros.

PACIENTE: Buenos días, compañera.

NUTRICIONISTA: Aquí le traigo su juguito de fruta bomba, compañero presidente. Y su buchito de café.

PACiENTE: Gracias, compañera.

La nutricionista  sonríe coquetamente al visitante, antes de retirarse. La cámara descubre que se trata de Sean Penn. Se reanuda la conversación.

VISITANTE: Veré qué puedo hacer. Por ahora tenemos que seguir adelante de acuerdo al plan.

PACIENTE: Para tí es muy fácil decir eso: no eres tú al que rajan, ni al que le admimistran quimioterapia y dosis masivas de dexometasona.  No eres tú el que tiene que pararse nueve horas ante la Asamblea Nacional a improvisar huevonadas. No  eres tú el que tiene que calarse a Nicolás  Maduro y toda la parranda de jalabolas.

VISITANTE:  Te prometo que será la última misión. Ahora concéntrate. Dentro de una hora te llevan al quirófano.

PACIENTE: Todavía no te he dicho lo peor.

VISITANTE: Date prisa, debo irme.

PACIENTE:  Se trata de Bocaranda. Ha ido demasiado lejos.  Es un bocón y un exhibicionista. Ha estado a punto de delatarme como su fuente. Díganle que por favor ya deje de tuitear esos estúpidos runrunes médicos jugada por jugada. Si Fidel y Raúl descubren que soy el infiltrado de Washington en el gobierno venezolano desde hace trece años no saldré con vida de aquí. Tengo los nervios destrozados, Sean. Temo perder la cabeza  y arruinarlo todo en el último momento.

VISITANTE: Ya falta poco, bro. Aguanta. Es solamente hasta el siete de octubre. El presidente Obama necesita los votos de La Florida y quiere anunciar el colapso del eje La Habana-Caracas poco antes de su reelección en noviembre. Sólo tú puedes ayudarlo. Tienes que restablecerte y regresar a Caracas a terminar tu trabajo de demolición. Lo estás haciendo estupendamente. Jaua, Diosdado, tu hermano y Rafael Rodríguez ya han  desenterrado el hacha de guerra. En el alto mando militar ya se habla de la Operación Fuera Careta. Mario Silva se cura en  salud y ha comenzado a yudar a las viejitas a cruzar la calle.Si todo sale bien, habrás acabado con la Revolución Bolivariana antes de que Israel ataque a Irán.  En ese escenario nuestro hombre, Henrique Capriles, no puede perder las elecciones. Y todo te lo deberemos a ti. ¡Aguanta! Te prometo la Cruz de Servicios Distinguidos, el Corazón Púrpura  y la Medalla del Congreso. Pero aguanta, Hugo, ¡aguanta!

La toma se cierra sobre el rostro del paciente, preocupado. Junto a la verruga rueda una gruesa gota de sudor. Se sobreimpone la voz de Silvio Rodríguez, fuera de cámara: “..Y hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles».

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@IbsenM

Sendai Zea Feb 15, 2012 | Actualizado hace 12 años

Brutalidad de la prudencia» llamó Pier Paolo Pasolini a la calculada reticencia que mostraban los activistas de oposición con quienes había hablado yo en las últimas semanas.

Muchos de ellos, quizá demasiado acostumbrados a perder elecciones ante el carisma y la munificencia de Chávez, contaban y pesaban sus palabras, por no alentar engañosos entusiasmos.

Embrutecido por esa misma prudencia, acostumbrado también a perder indefectiblemente mi voto opositor desde mucho antes de la «era Chávez», acudí el domingo al colegio donde estoy registrado en la calle real de Prado de María, dispuesto a reportar otra decepción. La sorpresa fue mayúscula: creí estar en unas elecciones presidenciales, tan larga era la cola de votantes.

La gran afluencia y la conducta de los votantes visibles en los centros de votación de todo el país dejaba ver que la consigna de la MUD de alcanzar la mayor participación posible había sido atendida. En las colas del oeste de Caracas se advertía desafío y júbilo.

Particularmente notable fue el crecimiento de la participación juvenil, constatada en centros electorales de muy diverso estrato y en todas las regiones del país. En Guayana, la muy opositora región siderúrgica que alberga a la mayor representación sindical del país y donde la conflictividad social es muy acusada, las colas mostraban desde temprano un talante carnavalesco y retador.

2

La socarrona simpatía que los suboficiales y efectivos de tropa, custodios de la elección, mostraban a los votantes en las colas, nutrió los comentarios de todo el mundo, tanto en Twitter como en las busetas por puesto.

Se trata de algo que debería dar qué pensar al generalato chavista que ha llegado a amenazar con desconocer los resultados de octubre si éstos llegasen a serle adversos a la Revolución Bolivariana. No es desdeñable el hecho de que estas manifestaciones de parte de los «soldaditos» se registrasen sólo una semana después del gran desfile militar organizado por Chávez para conmemorar su fallida intentona de febrero de 1992 como día de júbilo nacional. Y todo esto que llevo contado, no desmintió el pronóstico de que el ganador sería Henrique Capriles Radonski. ¿Qué cabe esperar de su desempeño como candidato opositor en las presidenciales de octubre de 2012?

3

Para empezar, la vocación unitaria tanto de la MUD como del electorado opositor garantiza que Capriles parta con tres millones de votos. Esto significa que la oposición, que ha venido de menos a más en las últimas elecciones y que ya hace un año obtuvo 52% de los votos, cuenta ahora con un candidato muy consensuado y matemáticamente ganador.

Por lo que atañe al equipaje político de Capriles, no es aventurado decir que su exitosa trayectoria como gobernador estatal y su talento concertador hacen de él un candidato capaz de captar votos entre los millones de decepcionados electores chavistas. La victoria de Capriles, de paso, demuestra lo que -¡al fin!- repiten hasta los analistas más cautelosos: el mito de la maquinaria electoral de Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, partidos que apoyaron la candidatura de Pablo Pérez, es sólo eso: un mito del pasado. Me apresuro a formular un deseo: ¡No más Ramos Allup, ni mafias zulianas entorpeciendo el paso de los más jóvenes! Si Capriles es centroderechista -¿y qué significa eso?-, ¡bienvenido sea!

La candidatura Capriles hace ahora más viable una coalición electoral que vaya más allá de la confederación de vetustas burocracias que partidos como AD y UNT han representado en el seno de la MUD. Esta elección deja ver que acaso Chávez haya tenido razón al decir que ni AD, ni sus mustios desprendimientos como UNT, ni el desvencijado Copei (demócrata cristiano) volverán. ¡Que así sea, alabado sea Dios! El legado de AD, fue, justamente, Hugo Chávez.

Parece la hora de toda la sociedad organizada, y ya no sólo de los partidos que se han arrogado su representación; es la hora de una coalición opositora mucho más vasta de como pueden concebirla Ramos Allup o el pintoresco Omar Barboza.

Tan vasta como es grande la sorpresa que estas elecciones primarias han deparado a todos los venezolanos. Muy especialmente al comandante Chávez.

@MartinezIbsen

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Un AK-47 es equiparable a un libro de Eduardo Galeano. Esto piensa un “comunicador popular” del colectivo “La Piedrita” del 23 de enero. Interesante idea. Ça me fait penser… ¡Ah!, la BBC, altavoz de los imperialistas; siempre jodiendo, siempre tergiversando.

La próxima vez que un asaltante apoye el cañón de su “Glock 17” en su sien ― me refiero a la suya, lector―, haga la prueba e intente desarmarlo ofreciéndole un juguete. En lugar del Blackberry, regálele un peluche de la acreditada marca Ocho Teddy.

El asalto bien puede ocurrir mientras usted se halle atascado en el tráfico caraqueño, escuchando desconsoladamente la vista aérea del caos urbano que rutinariamente desgrana el despabilado, amigable y siempre servicial Alejandro Cañizales desde “La Máquina”.

En ocasiones tan especiales es cuando tener un juguete en la guantera del carro puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. ¿Canje de armas por juguetes? Exactamente eso es lo que han propuesto, repetidas veces, Hugo Chávez y su troupe de excéntricos pacifistas― actores, deportistas, “onegeros”, antropólogos y sicólogos sociales―, agrupados muchos de ellos en la Comisión Presidencial para el Desarme. Es una idea que quizá no merezca desecharse de buenas a primeras. Para examinarla, volvamos a ese instante en que el cañón de la Glock 17 golpea con apremio el vidrio de su carro.

Lo crucial es no perder la cabeza. Para ello es preciso que usted tome distancia y no juzgue lo que le está pasando como un asalto a mano armada, como una experiencia límite que le depara la violencia criminal latinoamericana. Considérelo, más bien, como un encuentro entre lo que los científicos sociales llaman “los excluidos” y usted.

Un encuentro que puede por igual ser muy fructífero para usted y el malandro, quise decir, el excluido: lo que se dice una negociación “win-win”. Desde luego, de usted depende que dicha negociación no se prolongue demasiado porque un excluido motorizado, con una 9 mm en la mano y engorilado por el crack, no es persona a quien convenga hacer perder el tiempo.

Así pues, desde el momento en que salga usted de su casa, déjese imbuir por un talante, digamos, sociológico ante lo que pueda ocurrirle “por estas calles”; oblíguese a comprender el escabroso y complejo fenómeno social que entraña la inseguridad en lugar de condenarla sin mayor análisis.

La constatación empírica de millares de casos en que el encuentro entre la exclusión y una persona decente ha terminado con esta última tendida en la vía con once tiros en el cuerpo recomienda no clamar por su vida. Nada de “no me vayas a quebrar, pana, mira que soy padre de familia”. Tal actitud no suele conducir a nada. En realidad es una invitación a que le peguen un tiro porque es muy alta la probabilidad de que el excluido sea practicante de un culto necrofílico afrocaribeño. Palo Mayombe, por ejemplo.

En vez de adoptar maquinalmente una lastimera actitud de temerosa sumisión, conviene más bien tener presente que el excluido ― ese “actor armado”, como prefiere llamarlo la jerga políticamente correcta de las ONG ― es, con toda seguridad, y para todo fin práctico, un niño

Apele usted, pues, a la inocencia infantil, al duendecillo lúdico que, a pesar de todos los sinsabores de la vida cerrícola, todavía puede advertirse en los ojos inyectados de sangre del asaltante. Muéstrele en todo momento las manos, no haga movimientos bruscos, hágale saber gestualmente que usted ha comprendido y está dispuesto a colaborar, que él no se irá con las manos vacías. Entonces, sólo entonces, tome el peluchito operado con baterías Duracell o cualquier otro colorido objeto de aspecto inequívocamente recreativo y, con entonación amistosa, dígale: “chamo, te cambio tu hierro por este videojuego Pikmin 2 de plataforma Nintendo”.

Cuéntenos luego cómo le fue.

En cambio, en el colectivo revolucionario La Piedrita, declaradamente dispuesto a matar por Chávez y su revolución, se ofrecen armas en lugar de juguetes; fusiles de asalto, para ser exactos.

Hace poco se hizo pública una foto que documenta un “acto cultural”del colectivo. La foto muestra niños de corta edad empuñando fusiles de asalto. Os pequeños, con os rostros cubiertos con pañuelos, caracterizados de un modo reminiscente de una banda de etarras o de sicarios de Al Quaeda en rueda de prensa, se recortan contra un fondo de consignas de inspiración guevarista.

El escándalo consiguiente llevó a BBC Mundo a entrevistar a varios miembros del colectivo y uno de ellos, Gustavo Borges, descrito por el redactor de BBC como “comunicador popular”, afirmó: “Los chamos nuestros están acostumbrados a este tipo de situaciones. Ven armas todos los días, no de parte de los colectivos, sino de las pandillas. Se acostumbran a ver que las armas sólo sirven para las pandillas”. […]“Los colectivos –agrega– en ningún momento adiestran chamos en el uso de las armas, pero sí se les hace ver que es una herramienta, como un libro, tiene una razón de ser (…) que debe utilizarse con conciencia social en el momento histórico que lo amerite. Las armas tienen una tradición en la lucha y liberación de América Latina”. ¡Haber empezado por ahí!, digo yo.

Un AK-47 equiparable a un libro de Eduardo Galeano. Interesante idea. Ça me fait penser… ¡Ah!, la BBC, altavoz de los imperialistas; siempre jodiendo, siempre tergiversando.

@MartinezIbsen

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