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Runrunes de Bocaranda: MEDIO – A LA CARRERA

Timoteo Zambrano, el llamado «Alacrán Mayor». Foto base en Poderopedia. Comp. Runrunes

  LA CARRERA

Este dato me lo pasa un candidato a diputado que se quedó guindando y no salió y que ahora, indignado por lo que llama “el engaño rojo”, me escribe: “Comenzó la «hora loca» en el CNE de Indira. Los Rodríguez van en auxilio de Timoteo Zambrano, a ruego de Rodríguez Zapatero y en pago a sus servicios prestados.

El verdadero cuento de la trampa es como sigue: la alianza de su minipartido «Cambiemos» con «Avanzada Progresista», de Henry Falcón, apenas sumó votos para un solo diputado principal (Luis Augusto Romero), quedando por fuera Timoteo (2do en la lista). La solución para dar «cobertura legal» a un puesto de principal para el apodado «Alacrán Mayor» fue incluir, postevento electoral, la tarjeta del partido Ecológico y sumar los votos suficientes a cambio de seguir operando a trastienda para el régimen.

 EL CHAPARRÓN

Una rápida consulta hecha por los miembros de uno de los partidos de la otrora sólida coalición gubernamental, hoy con amplia discrepancia ante el tema de las libertades en el CNE y los medios controlados, da cuenta de que la malhadada frase referida al voto y la comida fue una provocación innecesaria ante las dificultades que ya pasan los que reciben las cajas CLAP, que cada vez vienen con peor contenido.

Le echan la culpa a ella de la mayor parte de las reacciones que impulsaron la no presentación en los centros electorales. La procesión por dentro se hace cada vez más pública. Las protestas diarias a nivel nacional van en aumento. Son una señal de inconformidad que no se apaga con represión.

 AHORA SE FILTRA

Recordemos que en esta columna del pasado 3 de noviembre les comenté de la reunión secreta entre Jorge Rodríguez y Richard Grenell, un exfuncionario de la administración estadounidense y muy cercano a Trump y su yerno Jared Kuchner.

Entre uno de los temas tratados ante la expectativa de que Donald Trump repitiera en la presidencia -aparte de pedir el levantamiento de algunas sanciones- estaba la oferta de mejorar las relaciones, ceder en algunos puntos donde se ha vulnerado de muerte a la democracia y tratar de recuperar los activos de Citgo. A pesar de Grenell haber informado a la Casa Blanca y al Departamento de Estado nada se supo después. ¿Quizás la filtración de la noticia del encuentro o falta de interés por parte del gobierno de Trump?…

Julio Castillo Sagarzazu Dic 08, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
Oscar Wilde y los encuestólogos

@juliocasagar

En una ocasión, a su regreso de un viaje a París, preguntaron a Oscar Wilde su opinión sobre los franceses. Con la mordacidad y la genialidad que acompañó a su obra literaria, contestó lapidariamente: “No puedo responderle, no los conocí a todos”

Ya le valdría a mucho analista, encuestólogo y opinador de oficio prestar atención a las palabras del bardo inglés. Una gran cantidad de ellos se han convertido en especialistas de generalidades. Expresiones como “la gente dice”; “la gente piensa”; “todo el mundo opina”, han llenado los espacios donde tendemos a expresarnos a falta de medios de comunicación objetivos y libres.

Es verdaderamente pasmoso ver cómo estos opinadores han devenido, en virtud de no sabemos qué ciencia infusa, en escrutadores del alma de los demás; y dan por sentado que sus ideas son la del resto de los mortales. Algunos incluso hacen encuestas y nos las comentan pensando que somos tontos de capirote. Les falta poco para decir que “ganará quien saque más votos y perderá el que saque menos”

Una de las narrativas que han escogido, a propósito de la política venezolana, está retratada en la sentencias “aquí todos son iguales”, “la gente está harta de todos”, “todo va a seguir igual”. Para estos personajes, los resultados de las elecciones fraudulentas de Maduro son una ocasión de lujo para dejar deslizar de nuevo sus teorías apocalípticas sobre el destino que nos espera.

En efecto, como no podían decir que las elecciones del 6D fueron un éxito, porque no llegaron al 20 % de los votos (que fueron los que sacaron, no los que consiguieron después entre gallos y medianoche) entonces lo que les ha dado en opinar es que “nadie ha ganado con los resultados”.

No les importa para nada el extraordinario fenómeno de rebeldía silenciosa de millones de nuestros compatriotas que no le pararon a las amenazas; que fueron inmunes a la presión, al halago de los perniles, los bonos, el gas, las cajas de arroz con gorgojos.

No, nada de eso es digno de ser señalado. No cuadra en el discurso de que “aquí nada sirve”. No han tenido la delicadeza de dejar constancia de que una parte de la dirección política y de la sociedad civil tiene meses en campaña denunciando el fraude y llamando a los venezolanos a la abstención disidente. Eso no cuenta, sería reconocer que alguien hizo algo bueno y eso no entra en su catastrófica visión del mundo y de Venezuela.

En el fondo, muchos de ellos estaban chingos de que Maduro obtuviera la victoria política de una gran participación para demostrar que los otros estaban equivocados.

Esa narrativa de la noche oscura necesita meter a todo el mundo en el mismo saco: a Fernando Albán y a quienes le torturaron y le lanzaron por un balcón; a los carceleros y a los presos; a las víctimas y a los verdugos; a los que persiguen y a los perseguidos; a los pillos y a los honestos. Ese saco es necesario para reafirmar la idea de que todos son iguales y que solo nos salvará el diluvio.

Por supuesto que es ingenuo, absurdo y hasta imprudente que se interpretaran los resultados del 6D como el Nirvana del nuevo país que tenemos en la puerta. Que sería patético que quisiéramos repartirnos la abstención, como los legionarios las vestiduras de Cristo al pie de la Cruz.

Los desafíos que tenemos por delante son inmensos, los peligros aun más. Y no vienen todos del régimen y su capacidad para la crueldad. Ciertamente, muchos vienen de nuestros errores, de nuestras faltas, de nuestras omisiones, de las pequeñas miserias humanas que nos colonizan el espíritu. Pero son desafíos a superar, problemas a resolver, limitaciones a colmar. Ninguno de esos problemas humanos y políticos es una lápida bajo la cual estamos enterrados, superarlos es solo parte de la lucha.

Hay un camino abierto luego del fracaso de Maduro, de la mesita, de los que pasaron agachados, de los alacranes. Ahora su discurso de participar a cualquier precio está devaluado. Y ellos también. Dudo mucho que alguien tenga interés en volverlos a buscar. Ya el trapiche hizo su trabajo y sabemos qué hacen con el bagazo.

Dependerá de nosotros los demócratas sacar las lecciones correctas y enfilar la proa al futuro, viendo alto, no hacia abajo, no jurungando los albañales, ni regodeándonos en las miserias de los demás.

Ahora más que nunca debemos recomponer las fuerzas; replantear la unidad; superar los errores; ser más directos y transparentes; confiar más en los inmensos poderes creadores del pueblo y en nuestros aliados dentro y fuera del país.

La Consulta debe tener éxito y el próximo año debemos inaugurarlo con la esperanza y la fe puesta en que Venezuela tiene las reservas morales y políticas para salir adelante. Y que nuestros ciudadanos, y el mundo, podrán ayudarnos a llegar a la tierra prometida de unas elecciones justas, limpias, creíbles y verificables, que es como los demócratas aspiramos a lograr los cambios para prosperar y hacer de Venezuela el país alegre y pujante que se merece ser.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Antonio José Monagas Dic 05, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
Pedagogía del fraude

@ajmonagas

No hay duda de que el ejercicio de la política se ve a menudo tentado por una exasperada avidez de poder. Esta tentación ha sido razón de múltiples problemas que han propiciado graves complicaciones políticas. Conflictos que degeneran en desgarros de toda índole. Incluso, en la desintegración y derrumbe de estructuras políticas de todo tamaño.

Tanto es la oscuridad que opaca el discurrir de la política actual, que su ejercicio provoca un horroroso ruido que espanta a quien lo escucha. Actúa como tajante premisa para que se sospeche de corrupto a quien se atreva a postular su nombre a cargos públicos. Tanto que se ha vuelto “desaconsejable incursionar en la política”. Las desconfianzas se tornan inmediatas.

A esto se le viene conociendo como “hartazgo electoral” por líneas políticas que no encuentran el límite entre la desvergüenza, la honestidad y la observancia a la ley. También son condiciones que pautan actitudes soportadas sobre una cierta pedagogía política. Pedagogía esta que concibe la concepción de hechos propios de cuestionar con base en una metodología que canaliza el cómo, cuándo y dónde cometer la trampa necesaria que valida (fraudulentamente) el acceso al poder político.

Para ello, se vale de la pedagogía del fraude la cual presupone un conocimiento exacto del proyecto correspondiente al respectivo proceso electoral.

Asimismo, a su maquinación, tratamiento mediático, complicidad a lo interno y aspectos metódicos de exteriorización y logística de los comicios en particular.

A este respecto, la pedagogía del fraude describe sus criterios dirigidos a atender hasta los más minúsculos detalles. Así, evitaría que se evidencien los intríngulis que sirven de soporte al fraude a cometer o cometido. En preparación o en desarrollo. De manera que se tienen preparados los guiones que han de fundamentar la necesidad de mantener el estatus administrativo, político y burocrático que garantiza un proceso eleccionario turbio.

Por tanto, se tendrán resultados que arrojen dudas inexpugnables. Imposibles de admitir verificaciones. O de acceder a una contraloría confiable toda vez que los funcionarios encargados de demostrar la necesaria transparencia, poco puedan dar razón a dicho respecto. Pues o poco entienden lo que acontece a lo interno del fraude, o están adoctrinados como cómplices silentes del hecho mismo. O no les está permitido declarar públicamente sobre las maniobras. 

La pedagogía del fraude concibe la problemática del timado proceso bajo los intereses que pesan sobre la coyuntura política en efervescencia. Sobre todo, considerando la condición de negocio sobre la cual se dictan las transacciones que determinan el fraude trazado desde las instancias que operan el poder.

Caso Venezuela

En Venezuela, los procesos electorales fraudulentos se convirtieron en realidades convencionales dada la operatividad que los correspondientes procedimientos han demandado. Especialmente, a lo largo de los más recientes eventos que tocan el siglo XXI. Estadísticamente se ha demostrado la inconsistencia del proceso electoral que sirve de razón al fraude como hecho.

La misma opinión pública está plenamente convencida del tamaño de la artimaña que se comete al realizar elecciones parlamentarias que en nada serán justas, libres y verificables. Solo por el afán de enquistarse en el poder. Es lo que explica el concepto de “hegemonía del poder”.

Asimismo, Venezuela ha sido teatro de operaciones políticas para intentar, de manera reiterada, un remedo de democratización del sistema electoral. Además, absolutamente evidente desde todas las plataformas comunicacionales posibles. Para ello, la pedagogía del fraude insiste en trabar toda tentativa de despartidizar la esfera gubernamental. Ello le sirve de coartada o justificación al intento de enrarecer cada elección. Buscando siempre cómodas ganancias político-partidistas.

Los criterios de tan pervertida pedagogía lograron cuajar situaciones cuyos objetivos se benefician del modelo reaccionario y sectario impuesto por la coalición gubernamental. Todos, necesarios al propósito de escamotear el proceso electoral convocado de manera inconstitucional. El mismo es un crimen contra la soberanía popular toda vez que atenta contra las libertades políticas.

A partir de dicha base, formada de oscuras ejecutorias, se estructuró un organismo electoral totalmente parcializado a los dictados del régimen. Con un registro electoral arreglado. Valiéndose de dirigentes opositores confeccionados a la medida del dictador. De partidos políticos, cuyos símbolos han sido secuestrados.

De directivas de partidos usurpados y complacientes con el régimen. Aprovechándose de politiqueros que sirven de cooperantes de la dictadura actual.

Además, comprados para que actúen como candidatos en el proceso electoral del 6-D. De un sistema electrónico de votación sospechoso de toda presunción. Con miembros de mesa afectos al régimen. Con tan inicua tramoya político-electoral, el régimen estará buscando cambiarse de ropaje ante la comunidad internacional. De la propia vestimenta de dictadura, por el que permite un disfraz de “gobierno ajustado a la norma democrática”. En consecuencia, no se tienen condiciones para asegurar un proceso comicial autónomo, equitativo, justo y transparente.

En fin, el régimen (abusador y vergonzoso) está suficientemente preparado para continuar atornillado al poder político. Con su impúdico pretexto electoral, busca instituir un Estado socialista que dé paso a la creación de un Estado comunal. Es decir, una situación violentamente judicial que derrumbe los cimientos republicano y democrático que inspiraron la lucha de precursores y libertadores, siglos atrás.

Los dictados constitucionales serán convertidos en carroña política. Para lo cual fue sancionada (por la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente) la llamada Ley Antibloqueo, monumento a la corrupción y poder absoluto del tirano y sus cómplices.

El régimen cuenta con los instrumentos que permitirán la instauración de un modelo de país a imagen y semejanza del que siguen países cuyos sistemas políticos dan ventaja a la cúpula dominante para imponer sus conveniencias. Así, el régimen ha podido ejecutar todo esto apoyándose en los trazados del guion político militarista y fascista concebidos desde la pedagogía del fraude (electoral).

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Runrunes de Bocaranda: ALTO – ¿ELECCIONES?

 ¿ELECCIONES?

Me recuerdo aquella exclamación de nuestra juventud: ¡Yo te aviso chirulí!. Era una versión posterior al ¡Sí, cómo no! Ambas manifestaban una incredulidad absoluta en lo que el otro interlocutor afirmaba. Ojalá podamos confirmar este domingo 6 con fotos y videos la concurrencia a las mesas electorales.

Significativos los llamados hechos por dos de los más conspicuos representantes de la dictadura militar-cívica o cívica-militar, como usted prefiera. El orden de los factores aquí no altera el producto. Primero fue el propio presidente quien nos prometía renunciar si la oposición ganaba en sufragios. Precisamente para estimular a los más ingenuos opositores a concurrir a las mesas creyendo que sus palabras se cumplirían si depositaban el sufragio por los “opositores” de utilería.

Luego fue Diosdado Cabello, el segundo más importante en el esquema gubernamental: “El que no vota, no come” lo que enardeció a muchos rojitos que denunciaron la pobreza de las bolsas CLAP que reparten. A pesar de querer enmendar la plana, un día después, lo que anunciaba a los cuatro vientos era una demostración palpable del temor que tienen de una concurrencia roja muy baja.

Bota y hambre

Bota y hambre

 ¿PROYECCIONES?

Jorge Rodríguez prometió 60 % de participación. Diosdado Cabello, sin conocer lo prometido por Jorge, pronosticó un 40 % de participación. El PSUV espera movilizar sus “10.000.000 de militantes”. ¿Estos números incluyen las obligadas fuerzas militares?

Con solo saber que las cajas CLAP que ayer llegaron a Carora contenían 7 kilos de arroz, 3 de harina amarilla y 2 de azúcar y costaron $0.75, sin nada de proteínas, el desgano cunde. Los ánimos de concurrir a votar se debilitan. El hastío, la humillación, el desparpajo de las burlas presidenciales, la criminalidad, la escasez de gasolina, la inconsecuencia e intermitencia de las bombonas de gas (algunas con agua hasta en un 50 % y debido a ello su corta duración), el matraqueo y peaje de los policías y militares y los crueles efectos de la pandemia pesan mucho.

La suerte es que los electores no ven unidad ni plan en los opositores. La campaña del régimen echándole la culpa a “las sanciones de Estados Unidos aupadas por los opositores” ha tenido algún efecto. Además los dirigentes, los partidos, los discursos, las concentraciones, los mítines y discursos han sido invisibilizados. Las presiones a los medios se ejercen con “manu militari”. Aunque eso no les preocupa pues el amañado, arreglado y controlado CNE nos dará “cifras récord de participación”.

Las discrepancias públicas en las proyecciones de votantes por la paupérrima y corrupta robolución los preocupa al máximo.

Cerrando la columna, 5 p. m. viernes, me informan desde Portuguesa que solo el 10 % de mesas se instalaron en el cono norte y 4,5 % en el cono sur del estado. La orden era buscar en sus casas a los designados por el CNE. Solo el 2,3 % de los testigos de los demás partidos, fuera del PSUV asistieron. En el CNE de ese estado están preocupados a 36 horas de la apertura de la votación.

 EL CIRCO DEL 6D

Esto lo publiqué en mi TBT de Instagram: “Ahora que la legítima Asamblea Nacional elegida en 2015 llega a su fin y será suplantada por la más grande, penosa y risible farsa roja-rojita, con partidos robados y dirigentes comprados, vale la pena recordar que cuando tuvimos la democracia representativa; el respeto a las leyes y la concurrencia de gente digna y proba al frente de muchas instituciones, incluyendo el llamado Congreso Nacional, y desde cuyos jardines las televisoras transmitimos varias veces programas diversos, entre ellos En confianza que tuve a bien moderar por la VTV democrática y libertaria.

Nos era fácil hacer programas desde el Palacio Legislativo, tanto como en la calle y los barrios. Testimonio de ello es la otra foto del mismo programa en San Agustín y La Charneca en ocasión de la tragedia del Grupo Madera con la participación de la comunidad. Otros tiempos de libertad, de constitucionalidad, de país pujante y en pleno desarrollo y de respeto a los medios de comunicación.

Importante recordar estos antecedentes cuando estamos a punto de volver a ser el hazmerreír del mundo este próximo domingo 6/D. La mayoría de los países, al igual que la Unión Europea y la OEA, no reconocerán este montaje de la dictadura venezolana.

Leí por estos días una frase digna de este TBT: “Solo espero que mis niet@s puedan disfrutar de la democracia que mis hijos, en su adultez, no han tenido”.  

Guaidó argumentó que no llama a votar el 6 de diciembre porque los partidos políticos están «secuestrados» y no va a «legitimar» este proceso

El presidente encargado Juan Guaidó consideró que participar en las elecciones parlamentarias, a las que califica como «fraude», implica «legitimar la dictadura».

Sus declaraciones fueron hechas en una entrevista ofrecida al programa Para Dónde Vamos, de Transparencia Venezuela.

«Para que haya un proceso libre y democrático se requieren cinco condiciones que no están dadas hoy en Venezuela: el derecho a elegir y ser elegido, no es la dictadura quien decide quienes son nuestros candidatos», añadió.

También, el mandatario interino señaló que hay 27 partidos que no participarán, al tiempo que recordó algunas condiciones para participar en un proceso electoral, como un cronograma de comicios presidenciales y parlamentarios, no judicializar a los partidos, entre otros.

Al ser consultado sobre el comunicado de Henrique Capriles, exgobernador de Miranda, donde afirma que la oposición podría perder la Asamblea Nacional si no participa en las elecciones, Guaidó manifestó:

«No es un tema de espacios, que están reconocidos por la comunidad internacional, se trata de cómo podemos ejercer esa mayoría y aproximar la transición. La dictadura arrastra al país a una situación de colapso y estamos resistiendo y planteando alternativas de solución»

Asimismo, le consultaron también sobre opiniones como la de la Conferencia Episcopal Venezolana, que hace referencia a que estas elecciones podrían resultar como las del 2005, cuando la oposición perdió oportunidades en la AN.

«Nos hemos reunidos con todos los sectores de la sociedad civil, entre ellos la iglesia. Hemos recorrido un trayecto largo, construimos una mayoría, la hemos ejercido a través del voto. La diferencia es que ahora la comunidad internacional no reconoció el fraude cuatro meses antes del proceso que plantea el régimen. El respaldo internacional es central, pero sabemos que no es suficiente», dijo.

 

Guaidó argumentó que no llama a votar el 6 de diciembre porque los partidos políticos están «secuestrados», además que no hay observación internacional para este proceso electoral.

Participar en un fraude no es la única forma de ejercicio de la mayoría. Por el contrario, participar en un fraude legitimaría una dictadura. Lo que tenemos que hacer es deslegitimar el fraude y luchar por condiciones electorales», añadió.

En cuando a una hoja de ruta, el mandatario interino señaló que ha habido reuniones con la sociedad civil, cancilleres, presidentes de países aliados y gobiernos internacionales.

«Lo que hemos propuesto son dos áreas de acción fundamentales y una trasversal que es la atención a la emergencia humanitaria, que se traduce en la donación directa a través de la OPS y la Cruz Roja Internacional, en paralelo, ejercer y aumentar la presión internacional e interna». recordó.

Al respecto del ámbito nacional, dijo que se ha consolidado «la propuesta de consulta y protesta, alternativas que no sean solo de carácter simbólico, sino que tengan canalización inmediata».

«Estamos planteando el cambio de la dictadura, de la transición. No estamos hablando de continuidad, estamos hablando de cambio, de transformar al país», sumó.

Bielorrusia mantiene viva la esperanza de cambio que se perdió en Venezuela
Ambas naciones llevan más de veinte años bajo el yugo de regímenes autocráticos, con un amplio récord de violaciones de derechos humanos y sanciones internacionales
Las denuncias de fraude electoral llevaron al país ex soviético a experimentar un nuevo ciclo de protestas bajo la conducción de un liderazgo fresco y creíble que aspira a lograr, por primera vez en su historia, el cambio presidencial a través del voto
Venezuela, con su propio historial de elecciones amañadas e incontables olas de manifestaciones de calle, aún espera que se construya una vía real de cambio que rescate la democracia que disfrutó por cuarenta años 

 

@GitiW

 

Antes de la llegada del chavismo al poder, hace ya veintiún años, nadie hubiese buscado trazar paralelismos entre la situación política bielorrusa y la venezolana. Aunque imperfecta, la democracia criolla llevaba cuarenta años permitiendo cambios presidenciales y regionales por medio de la votación universal, secreta y directa. En contraste, la nación ex soviética sólo ha tenido una elección libre en la que resultó ganador Alexander Lukashenko, quien rige el país desde hace 26 años. De no parecerse en nada, ambas naciones pasaron a ostentar en 2019 el mismo puntaje con el que la organización Freedom House evalúa las libertades políticas y civiles: 19 sobre 100. 

 

 

 

Tal es ahora la cercanía con Bielorrusia que el canciller venezolano, Jorge Arreaza, condecoró al embajador de ese país en Venezuela, Oleg Páferov, con la Orden Francisco de Miranda en su primera clase. La distinción fue conferida a dos semanas de realizarse la elección en la que Lukashenko se proclamó victorioso por sexta vez consecutiva, lo que generó una masiva manifestación en rechazo y la subsecuente represión violenta por parte del Estado que dejó, en una sola noche, un fallecido, decenas de heridos y 3000 arrestados.

 

 

La líder de la coalición opositora, Svetlana Tikhanovskaya, desconoció el resultado oficial que le otorgó 9,9% de los votos frente a 80,2% de Lukashenko. Temiendo por su integridad, salió del país rumbo a Lituania desde donde intenta organizar su regreso a Bielorrusia así como liderar las protestas masivas cuyo foco es la renuncia de Lukashenko. “Nosotros hemos cambiado, nuestra mente ha cambiado, nuestra gente no va a aceptar más a este presidente”, aseguró Tikhanovskaya en una entrevista concedida un día antes del tercer domingo consecutivo de protestas que llenó las calles de Minsk

A tres semanas de la votación, gran parte de la comunidad internacional ha reconocido la ilegitimidad del proceso electoral, aunque de momento se limitan a observar cómo se desarrolla el conflicto. Tan evidente es el paralelismo con la elección presidencial venezolana de mayo de 2018, desconocida por más de 60 países, que Josep Borrell, Alto Representante Europeo para Asuntos Exteriores, declaró que “Lukashenko es como Maduro, no le reconocemos pero hay que tratarle”. 

 

Bielorrusia y Venezuela en seis similitudes y diferencias 

 

Desde hace tres semanas, las redes sociales en Venezuela han visto multiplicarse los mensajes que comparan la realidad política de ambas naciones. Muchos mensajes hacen énfasis en la necesidad de votar como prerrequisito para denunciar el fraude electoral y generar protestas masivas. Otros celebran el coraje y determinación de los bielorrusos pues al salir masivamente le plantan cara al régimen y superando el temor a la represión. 

En Runrunes consultamos tres voces expertas para analizar qué tan acertadas son tales comparaciones: María Teresa Urreiztieta, profesora titular de la Universidad Simón Bolívar, doctora en Psicología Social, experta en procesos de democratización, movimientos sociales y protestas; Georg Eickhoff, doctor en Historia Moderna y Filología Española por la Universidad Técnica de Berlín, actualmente es relator y analista político para Ucrania de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa; y Sven Gerst, secretario general de la Federación Internacional de Juventudes Liberales.

Los tres analistas coinciden en que toda comparación de casos sociopolíticos requiere de una comprensión detallada de los contextos históricos, políticos, sociales y coyunturales que son propios de cada sociedad. Esto no niega que haya similitudes y coincidencias entre el proceso bielorruso y el proceso venezolano, afirmó Urreiztieta, al tiempo que insistió en la necesidad de valorar las diferencias que derivan de las particularidades en cada caso.   

 

Similitud #1: Tipo de régimen

 

Ambos países han sido gobernados por regímenes autocráticos que han ejercido un control hegemónico de la sociedad. Desde 1994 no se ha dado un cambio del Poder Ejecutivo en Bielorrusia, del mismo modo que desde 1999 el chavismo ha mantenido el control de Miraflores. En 2019 se realizaron elecciones parlamentarias en Bielorrusia y los candidatos leales a Lukashenko ganaron todos los escaños de la cámara baja (110), mientras que en Venezuela desde 2015 han coartado la independencia de la Asamblea Nacional y desde 2017 existe una Asamblea Nacional Constituyente que responde a los intereses de Maduro. “Tanto Bielorrusia como Venezuela tienen contextos de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, de persecución política que ha llevado a dirigentes a la cárcel y al exilio, de brutalidad en la represión del Estado a manifestaciones pacíficas, de control de los medios de comunicación y de control del acceso a Internet”, enumeró Urreiztieta. 

 

Diferencia #1: Tradición comunista versus cultura democrática

 

“No son idénticas las situaciones y una gran diferencia es que Venezuela durante décadas fue un ejemplo de democracia, inclusive muchos llegaron a pensar que el chavismo iba a manejarse dentro del estado de derecho. La población de Bielorrusia ha sufrido lo más feroz de las dos grandes dictaduras del siglo XX, el fascismo y el comunismo, pocas poblaciones en el planeta han sufrido tanto como los bielorrusos y nunca han conocido un despliegue pleno de la democracia. Sólo ha conocido una vez en su historia una elección libre -la primera vez que fue electo Lukashenko en 1994-, y terminó así”, explicó Eickhoff. Ser una república ex soviética conforma una impronta muy importante, agregó Urreiztieta. “La tradición comunista es muy diferente a la tradición democrática de 40 años venezolana. Esto imprime un carácter muy particular a la duración de las protestas y a las posibilidades de diálogo y negociación política. Lukashenko no se ha planteado negociar. En la tradición democrática venezolana impera la necesidad de la convivencia pacífica y representa una gran diferencia en la forma de ejercer el poder y el liderazgo”, dijo la profesora de la USB.

 

Similitud #2: La protesta masiva como instrumento de participación ciudadana

 

No es la primera vez que los bielorrusos protestan en contra de Lukashenko. “Hemos protestado en todas las elecciones desde que Lukashenko fue electo en 1994, también lo hicimos tras el referéndum inconstitucional en el cual cambiaron la bandera y el escudo de armas en 1995”, contó Gerst. “En las recientes jornadas de protestas en Bielorrusia, como en las protestas de 2017 en Venezuela, destaca el carácter masivo, plural e intergeneracional, con predominio de un movimiento cívico y pacífico de resistencia activa”, dijo Urreiztieta. La profesora explicó que en ambos países la protesta ha sido reivindicada como la caja de resonancia de los malestares y como un instrumento de expresión política y social. 

 

Diferencia #2: Renuncia del presidente versus el restablecimiento del estado de derecho

 

Gerst puntualizó que las protestas actuales son puramente anti-Lukashenko sin muchos reclamos políticos adicionales. “Es más una lucha por derechos políticos y cívicos, lo cual también es muy frágil porque una lucha por derechos políticos se puede combatir fácilmente porque la gente se repliega. La mentalidad por muchos años en los países de la ex Unión Soviética es estar felices si tienen qué comer, un techo y calefacción en el invierno. Se preguntan si vale la pena arriesgar por conquistar derechos políticos. Esa es la fragilidad de esta lucha que estamos viendo ahorita”, argumentó Eickhoff. Que la aspiración actual sea la renuncia de Lukashenko y no un cambio de la estructura del Estado se debe al desgaste y autoritarismo del presidente y a la poca experiencia democrática de los bielorrusos, explicó Urreiztieta, quien advirtió que “la salida de Lukashenko sería un primer paso, pero un cambio cosmético no es un cambio real ni profundo, ni obedece a un proceso democratizador”. En contraste, los venezolanos saben que un cambio de presidente es insuficiente y la demanda es restablecer la separación de los poderes públicos y el estado de derecho. 

 

Similitud #3: Represión violenta a manifestaciones pacíficas

 

Desde Minsk, el secretario general de la Federación Internacional de Juventudes Liberales dijo que “hemos visto represión contra las protestas en el pasado, pero la violencia que hemos visto esta vez no tiene precedentes”. También en Venezuela la represión violenta a las manifestaciones opositoras fue creciendo de manera gradual. El último ciclo de protestas en Venezuela (2017) dejó un balance de 158 muertos. “En ambos casos ha predominado la violencia oficial y la impunidad”, confirmó Urreiztieta aunque destacó un dato: en Venezuela, en todo el ciclo de protestas de 2017 hubo alrededor de 5000 arrestados según el Foro Penal Venezolano, mientras que en Bielorrusia en los primeros 10 días hubo unos 7000 arrestos y al menos 4 muertos. 

 

Diferencia #3: Un liderazgo opositor fresco y creíble versus uno fracturado y agotado

 

Uno de los aspectos más llamativos del proceso bielorruso es que está liderado por un triunvirato de mujeres, esposas de políticos encarcelados. “Es un liderazgo innovador e inédito que aporta ética y estéticas diferentes; este liderazgo femenino ha aportado una mezcla de credibilidad y sencillez y eso logró convocar a la gente. En Venezuela, si bien vimos un cambio generacional en la conducción de las protestas de 2017, el liderazgo político opositor a Maduro siguió siendo predominantemente masculino”, explicó Urreiztieta. En cuanto a la credibilidad, Eickhoff apuntó que incluso el presidente interino, Juan Guaidó, ha sufrido un enorme desgaste en corto tiempo. “Quedan muy pocas instituciones creíbles; el mensaje de los obispos confundió a mucha gente porque quedan pocas referencias éticas en la sociedad. Esta es una diferencia clara con el liderazgo bielorruso porque los líderes allá son tan nuevos que todavía son hojas en blanco que permiten que la sociedad proyecte sus esperanzas. En Venezuela, el gobierno ha dedicado mucho esfuerzo y ha tenido éxito en el proceso de mermar la credibilidad del liderazgo democrático, nadie confía en nadie, todos piensan que de una forma u otra todos están recibiendo dinero del gobierno, como no hay duda de que algunos están haciendo”, sostuvo el historiador. 

 

Similitud #4: Crisis de legitimidad

 

En el caso de Bielorrusia, la crisis de legitimidad deriva del fraude electoral presidencial que  detonó la reciente ola de protestas, mientras que en Venezuela lo fueron las dos sentencias del Tribunal Supremo de Justicia dictadas en 2017 en contra de la Asamblea Nacional para despojarla de sus funciones y otorgar más poderes a la presidencia. “El pico cumbre de la ilegitimidad del gobierno venezolano está en la reelección de Maduro en mayo de 2018 que desembocó en la formación de una presidencia interina y en el reconocimiento del fraude por buena parte de la comunidad internacional”, dijo la profesora de la USB. 

 

Diferencia #4: Estar entre los países más pobres de Europa versus a los más pobres y violentos del mundo

 

En el ranking de calidad de vida medido por el PIB per cápita, Bielorrusia ocupa la posición 94 de 196 países, con lo cual está más cerca de Colombia -que ocupa el puesto 91- que de Venezuela que está en el 126. “Aunque Bielorrusia está entre los países más pobres de Europa, Venezuela está en peores condiciones; con esto quiero decir que el plan cubano puesto en marcha por el gobierno chavista funcionó, el cual era romper la espina dorsal de la sociedad venezolana”, dijo Eickhoff. La profesora de la USB confirmó la apreciación: “Aquí estamos en contexto de sobrevivencia, de emergencia humanitaria compleja, con mermadas condiciones de vida y el advenimiento de la pandemia terminó por alterar la dinámica social en torno a las movilizaciones”. Otra diferencia crucial es la violencia criminal, que en Bielorrusia es muy baja mientras que en Venezuela, con una tasa de 60,3 homicidios por cada cien mil habitantes, es la más alta del mundo.

 

Similitud #5: Uso de símbolos históricos

 

En las manifestaciones anti-Lukashenko han ondeado miles de banderas blanca y roja, en uso oficial hasta 1995 cuando fue reemplazada por la bandera actual de inspiración soviética. “La bandera blanca-roja-blanca ha estado asociada con la oposición y en todas las grandes manifestaciones anti-régimen ha sido ondeada por la gente. Para muchos bielorrusos esa ha sido, desde siempre, la bandera nacional», explicó en un hilo de Twitter el historiador Janek Lasocki. También en Venezuela el régimen chavista cambió la bandera nacional y el escudo en 2006 y el uso de los símbolos patrios originales ha sido parte de los recursos visuales de los manifestantes opositores desde entonces. 

 

Diferencia #5: Frecuencia y duración de las protestas

 

Tras la cuestionada reelección de Lukashenko, la oposición ha llenado las calles de Minsk y de otras ciudades del país por tres fines de semanas consecutivos. En Venezuela, el ciclo de protesta de 2017 duró cuatro meses y tuvo convocatorias casi interdiarias. “La protesta política -salir a la calle y exponerse a la represión-, es una actividad que se ejerce en paralelo a la vida misma; lo que hemos visto en este breve ciclo de protestas en Bielorrusia es que las grandes manifestaciones son los fines de semana porque la gente tiene una vida y tiene que trabajar; ahora bien, si los trabajadores de las fábricas van a huelga pueden jugar un factor muy importante. Bielorrusia es un país muy conservador hacia los valores de la Unión Soviética y si ellos van a huelga será un factor decisivo”, explicó Eickhoff. 

 

Similitud #6: Juego geopolítico

 

“El juego geopolítico de superpotencias conforma una variable muy importante para lo que suceda en Venezuela. El apoyo de los Estados Unidos y de la Unión Europea también se ha visto en ambos casos. Asimismo, la presión de los países más próximos juega un papel clave en lo que ocurra fronteras adentro”, dijo Urreiztieta. El historiador Georg Eickhoff también ve en este punto una similitud entre ambos casos: “Parece que hay un equilibrio frágil entre Rusia y la Unión Europea y que van a hacer las cosas diferente a lo que hicieron en Ucrania. En esto sí se podría ver una similitud con Venezuela ya que cuando las grandes potencias dejan solos a los países, los gobiernos autoritarios tiene el espacio para aplastar a la oposición como lo han hecho en Venezuela. Lo que queda es una oposición de decoración”. 

 

Diferencia #6: Despertar democrático versus el desvanecimiento de la esperanza

 

“¿Cuál es la diferencia fundamental? Que en Bielorrusia existe una esperanza real de cambio y eso es fundamental en psicología política. Las movilizaciones en Venezuela no se darán ni sostendrán si no se construye una esperanza creíble y real de cambio. Los venezolanos han sacrificado muchísimo a lo largo de estos 21 años, la gente lo que pide es respeto, honestidad, coherencia y la construcción de un vía real de cambio. En Venezuela, la esperanza real de cambio se ha ido desvaneciendo poco a poco”, argumentó Urreiztieta.  

Por su parte, Eickhoff dijo que “en Bielorrusia estamos viendo el inicio de un despertar democrático y en Venezuela vemos un final, un fracaso, una merma; un país y una oposición quebradas. El problema de los venezolanos es que se acuerdan de cómo era su democracia, que si bien estaba lejos de ser perfecta estaba allí; era un país muy próspero, con una vida feliz, muchos recuerdos buenos de la juventud, de viajes, de tener plata, de ser respetados en el mundo y eso ha creado la expectativa de que debería ser fácil regresar a eso pero no lo es. Lean nuevamente el Plan de la Patria de 2006, allí está el mapa de cómo destruir a Venezuela y a más de una década y media hay que decir que han sido exitosos en esa destrucción pero no en la construcción del modelo socialista no porque eso no existe, nunca ha existido”. 

Brian Fincheltub Ago 24, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
Polo patriótico a la medida

@BrianFincheltub

Como si se tratase de la ejemplificación del poema Vinieron por mí, del pastor de origen alemán Martin Niemöller, la realidad venezolana no deja de sorprendernos.

Esta vez, les tocó a quienes durante años fueron los aliados incondicionales del chavismo.

Les tocó a los partidos políticos del llamado “Polo Patriótico”, cuyos miembros no solo no dijeron nada cuando la dictadura intervino todos los partidos de la oposición, sino que aplaudieron cada medida, como ha sido su costumbre durante más de veinte años.

La moraleja de la historia es que cuando les tocó a ellos, no hubo nadie que saliera en su defensa, cosa natural.

Todo esto demuestra una cosa: se equivocan quienes dicen que Maduro no es bueno para nada. Resultó ser un excelente sastre, capaz no solo de confeccionar una oposición a su medida, sino un “polo patriótico” con las mismas características.

Imaginen cuán desesperado debe estar el madurismo para tener que lanzarse medidas de semejante talante, aun teniendo a los aliados más rastreros y complacientes que gobernante alguno tuvo en la historia de Venezuela.

Debe de ser muy endeble la base de un dictador para que desconfíe hasta de sus bien adiestrados compañeros de bando.

Debe ser muy imperiosa la necesidad de demostrar cohesión interna, no frente a sus oponentes, sino muy dentro de sus propias filas… o formaciones, llámele usted como mejor le parezca.

Hasta los comunistas salieron a denunciar persecución. Habrá que explicarles que son víctimas de lo que siempre han propulsado como ideología política.

Son víctimas de la dictadura, solo que esta banda de delincuentes está lejos de representar al proletariado, quienes en teoría encarnan a la clase trabajadora. Pues de todos los integrantes de esa red de maleantes el que más trabajó quizás fue Maduro y todos sabemos que de 365 días que tiene el año, al menos 350 los pedía en reposo, de allí que fue conocido como el gran reposero en sus tiempos de sindicalista del Metro de Caracas.

No queda más que esperar en qué terminan las luchas intestinas dentro del madurismo. Por cierto, nunca antes la analogía referente al intestino tuvo tanto pertinencia y precisión terminológica. El tiempo nos dirá si tras una nueva patada donde no llega el sol, los aliados del chavismo vuelven a donde nunca se han ido o deciden experimentar lo que significa ser oposición en dictadura. Amanecerá y veremos.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Alejandro Armas Ago 21, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
“Con Minsk elecciones no te metas”

«Henri Falcón no hizo nada luego de que Lucena, como operadora electoral del chavismo, proclamara a Maduro ganador por última vez. Falcón no siguió el ejemplo que Minsk dio». Foto Derek Sewell en Pixabay / Comp. Runrunes.

@AAAD25

Es un patrón. Cada vez que el cabecilla de un régimen autoritario cae, cientos o quizá miles de venezolanos se preguntan “¿Por qué ellos y nosotros no?”. Reacción comprensible. Cuando se desea mucho algo que es difícil de conseguir, y se ve que súbitamente otro lo consiguió, naturalmente quien sigue con las manos vacías se pregunta qué hizo el beneficiado para lograrlo.

Lo que a menudo sigue a esta pregunta, en cambio, no suele ser tan razonable. Hablo de los intentos de responder la pregunta con explicaciones aventuradas que no solamente establecen comparaciones inapropiadas entre Venezuela y la nación donde acaba de ocurrir una sacudida política, sino que además, tal vez por la emoción del momento, dan por concluido un proceso foráneo que apenas empieza. Pasó con Sudán y con Zimbabue. Recuerdo a conciudadanos saludando a quienes depusieron a Robert Mugabe como “guerreros de la libertad”, ignorando evidentemente que se trataba de miembros de la misma elite autoritaria que Mugabe encabezó.

Ahora vemos lo mismo con Bielorrusia. Las protestas que han estremecido a la última dictadura de Europa son por supuesto impresionantes. Pero, asumiendo que se prolongarán, solo han comenzado y su éxito no está garantizado.

Ojalá lo logren. Me alegraría mucho ver al déspota Aleksandr Lukashenko tras las rejas o, en su defecto, desterrado. Pero el dictador se mantiene desafiante y la que ha pasado al exilio es Sviatlana Tsikhanouskaya, su contrincante en unos comicios presidenciales cuyo carácter fraudulento encendió las manifestaciones. Es imposible saber cuál será el desenlace del tumulto en el país de los “rusos blancos”.

A diferencia de los casos africanos referidos, fue un evento electoral el catalizador de las protestas. Ello ha llevado a los seguidores de la oposición prêt-à-porter del régimen (i.e. Falcón, Zambrano et. al.) a valerse de lo que sucede en Bielorrusia para reforzar su mantra: “siempre hay que votar, sin importar las condiciones”. Así pretenden justificar su participación en… Bueno, llamémoslo el proceso programado para diciembre, y cualquiera por venir con miras a simular democracia bajo la égida chavista. Estos sujetos sostienen que una elección, aunque viciada irremediablemente, puede ser el carburante que precipite un cambio de gobierno si la población enardecida por el fraude toma las calles y alza la voz. Adivinen. ¡Esto es totalmente cierto, en teoría! Pero además, dicen aquellos señores, los bielorrusos lo están demostrando de manera práctica y empírica, así que los venezolanos deben imitarlos. “¡Seguid el ejemplo que Minsk dio!”

No obstante, esta argumentación tiene varias fallas. Para empezar, he de repetir que no se sabe si las protestas en las riberas del Svislach cumplirán con su propósito. Pero asumamos por un momento que tenemos las facultades de la pitonisa délfica y, gracias a ellas, la certeza de que Lukashenko está perdido. En ese caso, lo correcto sería un riguroso ejercicio de política comparativa que establezca qué tienen en común, y qué no, las experiencias autoritarias venezolana y bielorrusa. No basta con asumir que si ellos llegaron a su meta por una ruta, nosotros podremos hacerlo exactamente igual. Ojalá el trazado de estrategias políticas fuera tan sencillo y universalmente aplicable.

Por último, y hablando de estrategias, si en Bielorrusia unos comicios grotescamente injustos precipitan una transición democrática, es porque la dirigencia opositora de ese país tenía un plan para lograr tal cosa. ¿Acaso la oposición prêt-à-porter criolla tiene su estrategia para hacer otro tanto? Nada lo indica. El precedente de las presidenciales de 2018 en tal sentido es muy, muy negativo. Henri Falcón no hizo prácticamente nada luego de que Tibisay Lucena proclamara a Nicolás Maduro ganador por última vez en su larga trayectoria como operadora electoral del chavismo. En otras palabras, Falcón no siguió el ejemplo que Minsk dio.

Dicho lo que hay que decir sobre el papel gris de la oposición prêt-à-porter, esta columna llegaría por hoy a su final de no ser por otra comparación, no menos infeliz, entre la nación eslava y la caribeña. Me refiero a esos venezolanos que ven la intensidad de las protestas en Bielorrusia y dicen cosas como “Es que esos sí tienen bolas. No son como este pueblo cobarde”. ¿Perdón? No seré yo quien ponga en duda el coraje de quienes se enfrentan a un engendro autoritario, vástago de la URSS por cuyas venas fluyen varias de las inmundicias tóxicas del vientre que lo parió.

Pero al momento de escribir estas líneas, los bielorrusos acumulan solo dos semanas en la calle. No hablemos de 2002, 2004, 2007 ni 2014. Limitémonos a 2017.

Fueron cuatro meses, señores. Todo ese lapso aguantando una represión indescriptiblemente salvaje y cruel. Más de un centenar y medio de muertos. Miles de heridos. Miles de detenidos. Eso no lo aguanta un “pueblo cobarde”.

Si en Bielorrusia se produce un quiebre de la elite gobernante a raíz de estas manifestaciones, no será debido a un temple del que los venezolanos carezcamos, sino a un nivel de putrefacción moral inferior entre quienes oprimen a la nación europea.

Los venezolanos no hemos podido recuperar nuestra democracia y tenemos que insistir. Pero intentos hemos hecho, que nos han llevado hasta los límites del deber cívico. Honremos el recuerdo del esfuerzo pasado. De eso saldrá el ánimo para el esfuerzo futuro.

Reconocer nuestro valor

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