Oscar Wilde y los encuestólogos - Runrun
Oscar Wilde y los encuestólogos

@juliocasagar

En una ocasión, a su regreso de un viaje a París, preguntaron a Oscar Wilde su opinión sobre los franceses. Con la mordacidad y la genialidad que acompañó a su obra literaria, contestó lapidariamente: “No puedo responderle, no los conocí a todos”

Ya le valdría a mucho analista, encuestólogo y opinador de oficio prestar atención a las palabras del bardo inglés. Una gran cantidad de ellos se han convertido en especialistas de generalidades. Expresiones como “la gente dice”; “la gente piensa”; “todo el mundo opina”, han llenado los espacios donde tendemos a expresarnos a falta de medios de comunicación objetivos y libres.

Es verdaderamente pasmoso ver cómo estos opinadores han devenido, en virtud de no sabemos qué ciencia infusa, en escrutadores del alma de los demás; y dan por sentado que sus ideas son la del resto de los mortales. Algunos incluso hacen encuestas y nos las comentan pensando que somos tontos de capirote. Les falta poco para decir que “ganará quien saque más votos y perderá el que saque menos”

Una de las narrativas que han escogido, a propósito de la política venezolana, está retratada en la sentencias “aquí todos son iguales”, “la gente está harta de todos”, “todo va a seguir igual”. Para estos personajes, los resultados de las elecciones fraudulentas de Maduro son una ocasión de lujo para dejar deslizar de nuevo sus teorías apocalípticas sobre el destino que nos espera.

En efecto, como no podían decir que las elecciones del 6D fueron un éxito, porque no llegaron al 20 % de los votos (que fueron los que sacaron, no los que consiguieron después entre gallos y medianoche) entonces lo que les ha dado en opinar es que “nadie ha ganado con los resultados”.

No les importa para nada el extraordinario fenómeno de rebeldía silenciosa de millones de nuestros compatriotas que no le pararon a las amenazas; que fueron inmunes a la presión, al halago de los perniles, los bonos, el gas, las cajas de arroz con gorgojos.

No, nada de eso es digno de ser señalado. No cuadra en el discurso de que “aquí nada sirve”. No han tenido la delicadeza de dejar constancia de que una parte de la dirección política y de la sociedad civil tiene meses en campaña denunciando el fraude y llamando a los venezolanos a la abstención disidente. Eso no cuenta, sería reconocer que alguien hizo algo bueno y eso no entra en su catastrófica visión del mundo y de Venezuela.

En el fondo, muchos de ellos estaban chingos de que Maduro obtuviera la victoria política de una gran participación para demostrar que los otros estaban equivocados.

Esa narrativa de la noche oscura necesita meter a todo el mundo en el mismo saco: a Fernando Albán y a quienes le torturaron y le lanzaron por un balcón; a los carceleros y a los presos; a las víctimas y a los verdugos; a los que persiguen y a los perseguidos; a los pillos y a los honestos. Ese saco es necesario para reafirmar la idea de que todos son iguales y que solo nos salvará el diluvio.

Por supuesto que es ingenuo, absurdo y hasta imprudente que se interpretaran los resultados del 6D como el Nirvana del nuevo país que tenemos en la puerta. Que sería patético que quisiéramos repartirnos la abstención, como los legionarios las vestiduras de Cristo al pie de la Cruz.

Los desafíos que tenemos por delante son inmensos, los peligros aun más. Y no vienen todos del régimen y su capacidad para la crueldad. Ciertamente, muchos vienen de nuestros errores, de nuestras faltas, de nuestras omisiones, de las pequeñas miserias humanas que nos colonizan el espíritu. Pero son desafíos a superar, problemas a resolver, limitaciones a colmar. Ninguno de esos problemas humanos y políticos es una lápida bajo la cual estamos enterrados, superarlos es solo parte de la lucha.

Hay un camino abierto luego del fracaso de Maduro, de la mesita, de los que pasaron agachados, de los alacranes. Ahora su discurso de participar a cualquier precio está devaluado. Y ellos también. Dudo mucho que alguien tenga interés en volverlos a buscar. Ya el trapiche hizo su trabajo y sabemos qué hacen con el bagazo.

Dependerá de nosotros los demócratas sacar las lecciones correctas y enfilar la proa al futuro, viendo alto, no hacia abajo, no jurungando los albañales, ni regodeándonos en las miserias de los demás.

Ahora más que nunca debemos recomponer las fuerzas; replantear la unidad; superar los errores; ser más directos y transparentes; confiar más en los inmensos poderes creadores del pueblo y en nuestros aliados dentro y fuera del país.

La Consulta debe tener éxito y el próximo año debemos inaugurarlo con la esperanza y la fe puesta en que Venezuela tiene las reservas morales y políticas para salir adelante. Y que nuestros ciudadanos, y el mundo, podrán ayudarnos a llegar a la tierra prometida de unas elecciones justas, limpias, creíbles y verificables, que es como los demócratas aspiramos a lograr los cambios para prosperar y hacer de Venezuela el país alegre y pujante que se merece ser.

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