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El Pollo Carvajal denuncia graves irregularidades en España para extraditarlo a EEUU
El exgeneral indicó que la Embajada de España en Estados Unidos «contactó» a jueces de la Audiencia Nacional para que avalaran la extradición, mediante «presiones»

 

Este lunes, el exgeneral Hugo Armando Carvajal emitió un comunicado para dar a conocer que se mantiene escondido con el fin de buscar «justicia y resguardo de una implacable persecución política» en su contra.

Carvajal, quien se encuentra en la clandestinidad desde 2019, denunció a través de su cuenta en Twitter «graves irregularidades» por parte de la Justicia y del gobierno de España en un proceso de extradición para que sea juzgado en Estados Unidos por presunto tráfico de drogas y de armas.

En el comunicado, el exgeneral dijo que es «falso» que esté protegido por el gobierno español y afirmó haberse equivocado cuando optó por España en su «exilio» para presionar desde el exterior a Nicolás Maduro.

«Muy lejos de protegerme, el gobierno español y la Audiencia Nacional han cometido graves irregularidades en mi contra», subrayó.

Al respecto, recordó que la Audiencia Nacional española cambió en «extrañas circunstancias» su postura contraria inicialmente a la extradición, en lo que definió como una «aberración jurídica» y una «farsa» por parte del gobierno.

El exgeneral indicó que la Embajada de España en Estados Unidos «contactó» a jueces de la Audiencia Nacional para que avalaran la extradición, mediante «presiones».

No obstante, confió en que el Tribunal Supremo de España acepte un recurso en contra de su entrega a Estados Unidos.

Este tribunal rechazó el año pasado suspender la extradición, que fue aprobada por el gobierno tras autorizarla la Audiencia Nacional, al desestimar un pedido de los abogados del exgeneral, que alegaron que las imputaciones no eran ciertas y que la única finalidad de Estados Unidos es torturarle para obtener información sobre Venezuela.

Hugo Carvajal fue jefe de la Dirección de Contrainteligencia Militar de Venezuela durante ocho años, en los regímenes de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro. Estados Unidos lo acusa de narcotráfico, blanqueo de capitales y colaboración con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para introducir drogas en territorio estadounidense.

Tras ser detenido en 2019 en Madrid por entrar en España con un pasaporte falso, fue puesto en libertad cuando la Audiencia Nacional denegó su extradición, al entender que Estados Unidos lo reclamaba por «una motivación política», pero la Fiscalía recurrió y fue acordada finalmente su entrega a ese país, aunque para entonces Carvajal ya había desaparecido.

*Con información de EFE

Ejecutivos de Citgo salen de prisión bajo arresto domiciliario
Han pasado más de tres años desde que los ejecutivos de Citgo fueron encarcelados en Venezuela

Este viernes 30 de abril fueron liberados la figura de casa por cárcel los ejecutivos de Citgo que se encontraban en prisión desde noviembre de 2017, cuando viajaron a Venezuela para una reunión a la que fueron convocados por la filial de Pdvsa. 

Tomeu Vadell, José Luis Zambrano, Alirio Zambrano, Jorge Toledo, Gustavo Cárdenas y José Pereira, quienes habían sido sentenciados por el Tribunal de Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela, por cargos de corrupción, peculado y asociación para delinquir, el pasado 27 de noviembre de 2020, se encuentran ahora bajo arresto domiciliario.

Días antes de conocerse la decisión del Poder judicial, Mike Pompeo, secretario de Estado de los Estados Unidos, había exigido la liberación de los funcionarios de Citgo que para entonces ya sumaban más de 1.000 días en prisión.

“Han pasado tres años desde que los seis funcionarios de Citgo fueron detenidos en Venezuela. Su liberación está muy atrasada. La administración de Donald Trump sigue comprometida con traer a casa a todos los estadounidenses rehenes o detenidos injustamente en el extranjero”, señaló el funcionario estadounidense, el 21 de noviembre, en su cuenta de Twitter, según publicó el diario Tal Cual.

A los ejecutivos conocidos como “los 6 de Citgo”, les hicieron viajar a Venezuela para una supuesta reunión sobre la filial de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), pero luego fueron encarcelados sin un proceso judicial. Se les señalaba de lavado de dinero, malversación de fondos y conspiración. 

Dos de los seis exejecutivos habían recibido el beneficio de detención domiciliaria, en julio de 2020, después de que el diplomático estadounidense, Bill Richardson, visitó Caracas para pedir su liberación. La medida llega para los otros cuatro exdirectivos que continuaban detenidos en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), en El Helicoide.

“El Enviado Presidencial Especial para Asuntos de Rehenes, Roger Carstens; el Representante Especial para Venezuela, Elliott Abrams, y yo seguiremos incansablemente nuestra misión de asegurar la liberación de los ‘seis de Citgo’ y haremos todo lo posible para lograr ese objetivo”, aseguró Pompeo en septiembre de 2020.

Luego de más de tres detenidos, los seis hombres que tienen nacionalidad estadounidense salen de prisión aunque deberán permanecer detenidos en sus respectivos hogares.

Laureano Márquez P. Feb 10, 2021 | Actualizado hace 1 mes
#UnFondoPorVenezuela

Migrantes venezolanos huyen de una Venezuela devastada por la corrupción del régimen chavista. La campaña #UnFondoPorVenezuela busca recuperar lo robado para reconstruir el país. Foto onu acnur (intervenida por N. Silva / Runrunes). 

@laureanomar

Aquellos que llegaron al poder con la promesa de librarnos de las “cúpulas podridas”, se chorearon -para decirlo a la manera criolla- cerca de 300.000 millones de dólares. Escrito con todos sus ceros sería (espero escribirlo bien) 300.000.000.000,00 de $.

¿Que de dónde saco esta cifra? Buena pregunta. Son las estimaciones de Héctor Navarro y Jorge Giordani, ambos exministros de Chávez. Sin embargo, otro exministro, Rafael Ramírez, habla de un defalco de 210.000.000.000,00 de $. (sin incluir -naturalmente- los 11.000.000.000,00 de $ que la Comisión de contraloría de la Asamblea Nacional le atribuyen a él). Es decir, que por este lado serían 221 millones de dólares. Suma y sigue.

Más allá de las propias estimaciones que ofrecen las autoridades anteriores del régimen, se ha investigado el tema en Venezuela con el Corruptómetro, una herramienta interactiva de datos verificados desarrollada por Transparencia Venezuela, la plataforma Connectas y la Alianza Rebelde Investiga (ARI) formada por Runrun.es, ElPitazo.net y TalCualDigital.com. (corruptometro.org).

El corruptómetro, como trabaja con hechos absolutamente comprobables, ofrece cifras mucho más conservadoras que los propios chavistas: entre 1999 y 2020 se identifican 236 casos, pero solo se conocen las cifras de lo choreado en 114 de ellos. Estamos hablando de 52.098.420.753,00 dólares (no hay información de céntimos).

Para brindar una mejor comprensión de esta cantidad, aunque con la inflación reinante ya uno maneja con facilidad cantidades de hasta veinte ceros, mejor descomponemos la cifra en el máximo común múltiplo educativo: con esa cantidad se podrían construir 194.000 escuelas de educación básica. Sacando la raíz cuadrada sanitaria: se habrían podido construir 593 hospitales tipo 4. Por último, elevando la cifra a la potencia eléctrica: 21 represas hidroeléctricas como la de Caruachi.

Dicho esto, surge la pregunta que hace ya tanto tiempo hizo el Dr. Luis Herrera Campins: “¿dónde están los reales?”. En distintos lugares, pero, buena parte de ellos, se encuentran en los Estados Unidos.

Surge entonces una nueva interrogante: ¿por qué una gente robolucionaria, que detesta al imperialismo que representan los norteamericanos, guarda allí los fondos producto de su rapiña?

La respuesta tiene varias facetas:

i) los que hunden la economía de un país, destruyendo sus reglas y violando el ordenamiento jurídico que le sirve de base, buscan para sus fondos sustraídos exactamente lo contrario: una economía segura, estable y con garantías de que sus bienes no sean expropiados por el capricho de un tirano;

ii) los que acaban con la seguridad personal de un país, demoliendo su sanidad pública y su sistema educativo, guardan los capitales birlados en un país en el que su familia pueda gozar de la seguridad personal, la salud y la educación que ellos han arrebatado a sus conciudadanos (por ello no llevan su dinero a Cuba, Irán o Turquía)

y iii) los constructores de dictaduras prefieren vivir con sus dineros robados en sociedades libres y democráticas, donde puedan disfrutar, a la hora de las chiquitas, de respeto a sus derechos humanos, de cárceles seguras, si fuera el caso y de posibilidades de negociar con las autoridades.

Una última pregunta que ya los lectores se estarán haciendo: ¿es posible recuperar la totalidad o parte de esos fondos? La respuesta es sí.

Afortunadamente, el hecho de que esta gente haya escogido un país serio con leyes y estado de derecho para esconder su botín, favorece de alguna manera a la colectividad venezolana. Para conseguirlo, es menester la presión ciudadana a objeto de que los dineros incautados por los EE. UU. a los corruptos venezolanos vayan a algún fondo protegido de acreedores para su rescate cuando retornemos a la democracia; y que haya una lista pública de dichos bienes para el escrutinio colectivo.

En las próximas semanas se estará haciendo una campaña #UnFondoPorVenezuela (inrav.org) para invitar a los venezolanos residentes en los Estados Unidos a contactar a los representantes legislativos de sus lugares de residencia y hacerles la petición para la creación del citado fondo, así que oído al tambor.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

¿Qué significan los símbolos de odio en la toma del Capitolio de EE. UU.?
Un estudioso del antisemitismo estadounidense explica los símbolos de odio presentes durante los disturbios en el Capitolio de EE. UU.

 

Una de las muchas imágenes horribles del alboroto del 6 de enero en el Capitolio de EE. UU. muestra a un hombre de pelo largo y barba larga que lleva una camiseta negra de «Camp Auschwitz» adornada con una calavera y tibias cruzadas. Y debajo de ella la frase «trabajo trae libertad” – traducción al inglés del lema del campo de concentración de Auschwitz: “Arbeit macht frei”.

Otra imagen, más sutil pero no menos incendiaria, es la de un hombre diferente cuya camiseta estaba estampada con la inscripción “6MWE” sobre los símbolos amarillos del fascismo italiano.

«6MWE» es un acrónimo común entre la extrema derecha que significa «6 millones no fue suficiente».

Se refiere a los judíos exterminados durante el Holocausto nazi e insinúa el deseo del usuario de aumentar aun más ese número.

Estas y otras imágenes relacionadas, capturadas en televisión y retuiteadas, demuestran que algunos de los que viajaron a Washington para apoyar al presidente Donald Trump estaban comprometidos en mucho más que un esfuerzo condenado por mantener a su héroe en el poder.

Como sus escritos me dejan claro, como estudioso del antisemitismo estadounidense, que algunos de ellos también esperaban desencadenar lo que se conoce como la «Gran Revolución». Basada en un relato ficticio de la toma del poder por parte del gobierno y la guerra racial, en su forma más extrema exterminaría a los judíos.

Antisemitismo extremo

Los llamados para exterminar a los judíos son comunes en los círculos nacionalistas blancos y de extrema derecha. Por ejemplo, los teóricos de la conspiración de QAnon, quienes sostienen que “el mundo está dirigido por una camarilla de pederastas adoradores de Satanás que conspiran contra Trump”, trafican con él con regularidad.

La «Q» anónima, el supuesto jefe del grupo que se comunica con acertijos y deja pistas en los foros de mensajes, una vez retuiteó con aprobación la imagen antisemita de un judío con un cuchillo que portaba un collar de la estrella de David y que estaba sumergido hasta las rodillas en la sangre de rusos, polacos, húngaros y ucranianos. Y pregunta con fingida inocencia: «¿por qué me persiguen así?»

Las imágenes de judíos de nariz larga chorreando sangre de no judíos a quienes se les acusa falsamente de asesinar tienen una historia larga y trágica. Repetidamente, han servido como desencadenantes de la violencia antisemita.

Más comúnmente, incluso en los últimos días, QAnon se ha dirigido al filántropo e inversor multimillonario judío George Soros, a quien retrata como la figura principal que configura y controla los eventos mundiales. Hace un siglo, los Rothschild, una familia de banqueros judíos, fueron representados de la misma manera.

Los miembros de QAnon también marcan a los judíos con tres paréntesis, un medio encubierto de sacar a la luz a aquellos a quienes consideran usurpadores y forasteros, no verdaderos miembros de la raza blanca.

‘Genocidio blanco’

Otro sitio web popular en los círculos nacionalistas blancos mostraba fotografías de mujeres y hombres judíos, descargadas de sitios web universitarios, para ayudar a los lectores a distinguir a los judíos de la «Raza Maestra Aria». “Los europeos son hijos de Dios”, proclama. “(((Ellos)))” -denominar a los judíos como otros sin siquiera mencionarlos- “son los hijos de Satanás”.

El sitio web justifica el antisemitismo rabioso al vincular a los judíos con las fuerzas que supuestamente buscan socavar las jerarquías raciales. «El genocidio blanco es (((su))) plan», declara, marcando nuevamente a los judíos con tres paréntesis, «contra – (((exterminio))) es nuestra respuesta».

Los miembros de los Proud Boys, otro grupo que envió miembros a Washington, también trafican con antisemitismo. Uno de los líderes del grupo, Kyle Chapman, prometió recientemente «confrontar a los criminales sionistas que desean destruir nuestra civilización». Occidente, explicó, «fue construido solo por la Raza Blanca y no le debemos nada a ninguna otra raza».

Chapman, como muchos de sus pares, usa el término “genocidio blanco” como una forma abreviada de expresar el temor de que los miembros de la población blanca de Estados Unidos, como ellos, pronto se vean abrumados por personas de color.

El popular eslogan supremacista blanco de 14 palabras, visible en carteles fuera del Capitolio el miércoles, dice «Debemos asegurar la existencia de nuestro pueblo y un futuro para los niños blancos».

Compuesto por David Lane, uno de los conspiradores detrás del asesinato en 1984 del presentador de radio judío Alan Berg, este eslogan originalmente formaba parte de un documento más extenso titulado El manifiesto del genocidio blanco. Sus 14 tablones insisten en que los judíos no son blancos y en realidad ponen en peligro la civilización blanca. “Todas las naciones occidentales están gobernadas por una conspiración sionista para mezclar, invadir y exterminar a la raza blanca”, dice el séptimo tablón del manifiesto.

Aunque influenciado por la infame falsificación antisemita conocida como Los protocolos de los ancianos de Sión, el documento va más allá, culpando a los miembros de lo que eufemísticamente llama los «gobiernos de ocupación sionista de América» ​​por la homosexualidad y el aborto también.

Los seguidores de QAnon, los Proud Boys y otros grupos de extrema derecha que convergieron en Washington imaginaron que estaban viviendo la gran fantasía que subyace a lo que muchos consideran la biblia del movimiento nacionalista blanco, una novela distópica de 1978, The Turner diaries, de William Luther Pierce.

La novela describe el derrocamiento violento del gobierno de los Estados Unidos, la conflagración nuclear, la guerra racial y el exterminio final de los no blancos y «elementos raciales indeseables entre la población blanca restante».

Simbolismo fuera del Capitolio

Como señaló el escritor de opinión Seyward Darby en The New York Times, la horca erigida frente al Capitolio recuerda la descripción de la novela del Día de la cuerda, cuando los supuestos traidores de su raza fueron linchados. Lo que no se menciona en el artículo de The New York Times es que la novela describe posteriormente «una guerra a muerte con los judíos».

El libro advierte a los judíos que su «día se acerca». Cuando lo hace, al final de la novela, los linchamientos masivos y la toma de Washington desencadenan una conflagración mundial. Y, en pocos días, “la garganta del último sobreviviente judío en el último kibutz y en la última ruina humeante en Tel Aviv había sido cortado «.

El desenlace de The Turner diaries, junto con las imágenes antisemitas del Capitolio el miércoles, sirven como recordatorios oportunos del lugar precario que ocupan los judíos en diferentes rincones de los Estados Unidos. Incluso cuando algunos celebran cómo los judíos se han vuelto blancos y privilegiados, otros sueñan con el exterminio final de los judíos.

* Jonathan D. Sarna es profesor universitario y profesor Joseph H. & Belle R. Braun de historia judía estadounidense, Universidad Brandeis.

Artículo de The Conversation / Publicación libre bajo licencia Creative Commons.

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Extradición de Álex Saab fue congelada tres meses debido a nuevo recurso legal
La nueva dilación legal dentro del caso llevó a autoridades locales y a EE.UU a desplegar seguridad adicional para conjurar las versiones de que se podría ejecutar un plan de fuga en la prisión en la que permanece Saab

El personal de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) y de otras agencias viajaron 5.967 kilómetros hasta Cabo Verde para monitorear el proceso de extradición del empresario colombiano y testaferro de Nicolás Maduro, Álex Saab. señalado testaferro de Nicolás Maduro.

Se esperaba que su caso se finiquitara en 15 días, después de la reapertura de los tribunales del país insular africano, un nuevo recurso va a dilatar la decisión al menos tres meses, completando seis desde su captura, el pasado 12 de junio.

La información fue confirmada a El Tiempo a través de fuentes federales y personas allegadas a Saab. Estos últimos siguen insistiendo en la ilegalidad de su captura, por ser un agente especial del gobierno de Venezuela, capturado en plena misión humanitaria.

De hecho, tras amenazar a Cabo Verde con una denuncia internacional por supuesta violación de garantías, ahora su defensa llevará el caso al Tribunal de Justicia de África Occidental.

A la nueva estrategia judicial se le suma el tema de presuntas torturas a las que Saab ha sido sometido. Saab está siendo procesado en Estados Unidos por corrupción ligada a contratos opacos en la construcción de casas subsidiadas para el régimen de Hugo Chávez y de Maduro, en cuantía de 300 millones de dólares. 

Alerta por plan de fuga

EE.UU y Cabo Verde negaron dichas torturas. De hecho, se ordenó una requisa a su celda y la fiscalía de Cabo Verde emitió un comunicado en el que señaló que se le decomisó un objeto personal con el que Saab se autoinfringía heridas.

La nueva dilación legal dentro del caso llevó a autoridades locales y a EE.UU a desplegar un dispositivo de seguridad adicional para conjurar las versiones de que se podría ejecutar un plan de fuga en la prisión en la que permanece Saab. Incluso, se detectaron movimientos en islas y países cercanos que tienen en alerta a las autoridades ante un posible plan de extracción de presos.

Sin embargo, su defensa niega la versión de las automutilaciones, la de planes de fuga y colaboración con la justicia estadounidense.

Adicionalmente, aseguró que Álex Saab no estaba vinculado con la ubicación de al menos 700 millones de dólares en Liechtenstein.

«El enviado especial Álex Saab, asegura no tener ninguna cuenta bancaria vinculada a su nombre en Liechtenstein, ni $700 millones», afirmó su defensa, una semana después de que fuentes estadounidenses aseguraran a El Tiempo que dicho monto está vinculado al negocio de las cajas Clap, cuyos hilos mueve Saab.

“A pesar de las torturas, de haberme cortado más de 26 veces los brazos y dado más de 200 golpes por todo el cuerpo, prohibirme el simple derecho de tener un bolígrafo, jamás firmaré una extradición basada en mentiras y mucho menos una declaración falsa en la que hable sobre el presidente Maduro y su familia”, señaló Saab en la comunicación con El Tiempo.

Al Tribunal Africano

De manera paralela, el equipo jurídico de Alex Saab confirmó que presentó una nueva queja internacional en contra la República de Cabo Verde, por violaciones de los derechos humanos.

«Ante las constantes violaciones de los derechos humanos que el agente diplomático venezolano, el enviado especial Sr. Álex Saab, ha presentado una comunicación al Tribunal de Justicia de la Comunidad de los Estados de Africa Occidental (CEDEAO) para denunciar su situación y solicitar que se adopten medidas cautelares. Es la primera vez que Cabo Verde es llevado ante un tribunal internacional», reseñó El Tiempo. 

La defensa pide a la CEDEAO que se verifiquen las supuestas violaciones de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, cometida por Cabo Verde contra Saab.

Por otro lado, insisten en que no se ha respetado su libertad y seguridad personal; el derecho a un juicio justo, la prohibición de la tortura, el derecho a la no discriminación y la igualdad ante la ley.

«El equipo jurídico del Enviado Especial expone y aclara que en el contexto de la persecución política dirigida por Estados Unidos contra su cliente, que forma parte de la agresión diplomática contra Venezuela, la República de Cabo Verde está tomando un curso de acción con un procedimiento de extradición desprovisto de las más mínimas garantías procesales», dice el comunicado.

*Con información de El Tiempo.

Joe Biden será el mejor aliado para la democracia en Venezuela

Joe Biden, retrato oficial. Foto Casa Blanca / David Lienemann, 2013.

«Todo temor es comprensible, dada la angustia en la que vivimos los venezolanos. Pero nadie debe llamarse a engaño: la línea de acción para el regreso a la democracia en Venezuela es bipartidista, desde 2014 hasta hoy, algo excepcional en estos días de polarización en Washington».

 

@lecumberry

Si las elecciones en los Estados Unidos fueran hoy, Joe Biden las ganaría. Es lo que constatan las encuestas de manera unánime. Y mientras se reciben estos datos, algunos venezolanos albergan inquietudes respecto de las consecuencias que la salida de Trump de la Casa Blanca tendrá para la causa de la democracia venezolana.

Todo temor es comprensible, dada la angustia en la que vivimos los venezolanos. Pero nadie debe llamarse a engaño: la línea de acción para el regreso a la democracia en Venezuela es bipartidista; desde 2014 hasta hoy, algo excepcional en estos días de polarización en Washington.

En efecto, la política de sanciones individuales contra funcionarios militares comprometidos en la violación de los derechos humanos comenzó en marzo de 2015 con Barack Obama. Recordemos a Nicolás Maduro intentando recoger firmas por todo el país contra lo que su régimen definía como una “intromisión de Barack Obama en la soberanía de Venezuela”.

Vayamos a los hechos. A comienzos de 2014 estallaron las manifestaciones en Venezuela y Maduro aceleró su tránsito por la deriva autoritaria, violando abiertamente los Derechos Humanos. El Congreso aprobó entonces la llamada ley Menéndez-Rubio (Demócrata y Republicano, respectivamente); con el objetivo de promover la defensa de los Derechos Humanos en Venezuela.

De forma simultánea, el presidente Obama envió, a través del entonces vicepresidente Joe Biden, mensajes a líderes de América Latina, expresando su posición de rechazo a lo que estaba ocurriendo. Hay una fotografía que, sacada de su contexto, se ha utilizado para distorsionar la perspectiva de Biden sobre Venezuela, en ese encuentro que ocurrió en enero del 2015 en la toma de posesión de Dilma Rousseff, donde Maduro le pidió a Biden un diálogo con Obama para acordar el precio del petróleo.

Lo descabellado de la petición hizo que Biden sonriera. Y de inmediato le dijo, de forma diplomática y firme: “Usted, con quien tiene que dialogar (sin tácticas de dilación) y llegar a acuerdos es con su pueblo, con la oposición de su país, y tomar la senda de respeto a la democracia y a los derechos humanos; liberar los presos políticos y así evitar el colapso económico del país”.

Como es sabido, Maduro no atendió a esa advertencia. Así, en marzo de 2015, Obama estableció las primeras sanciones. Y bajo esta misma autoridad ejecutiva se iniciaron investigaciones desde el Departamento de Justicia en materia de lucha contra la corrupción, lavado de dinero y el narcotráfico. Esas investigaciones y procesos son los que hemos visto aflorar en los últimos dos años y que han recaído sobre actores emblemáticos del régimen venezolano.

En 2017 y 2018, bajo la presidencia de Trump, ocurren dos nuevos eventos: Maduro pasó por encima de la legitimidad de la Asamblea Nacional electa en 2015, convocando de manera írrita una constituyente; y en mayo de 2018 impuso una elección presidencial fraudulenta. Esta nueva realidad ocurre en un escenario donde los tiempos de la OEA, controlada por gobiernos amigos del chavismo (o neutrales frente al régimen), habían quedado atrás, ofreciendo una herramienta de presión continental de la que no disponía la presidencia de Obama, y ajenos a la política estadounidense.

A lo largo de todo ese proceso, el Partido Demócrata ha dado piso legal a la evolución de las sanciones, que alcanzaron una plataforma con la Ley VERDAD, elaborada por el senador demócrata Bob Menéndez. Esta incluyó la previsión de ayuda humanitaria para la masiva migración venezolana, bajo la iniciativa de la diputada demócrata Debbie Mucarsel-Powell, de la Florida.

Esta ley, además, recogió los planteamientos de la Ley para la Investigación sobre la Relaciones del Gobierno de Rusia y el Régimen de Venezuela en CITGO (redactada por la también diputada demócrata, Debbie Wasserman-Schultz), que luego facilitó la recuperación de esa empresa por el gobierno interino de Juan Guaidó.

Asimismo, quedó recogida allí la iniciativa legislativa de la diputada demócrata Donna Shalala, prohibiendo toda forma de comercio militar con el régimen de Maduro. Trump es, pues, ejecutor de un marco legislativo que es expresión bipartidista.

Ahora bien, las sanciones son un instrumento legal para la política internacional, no un fin en sí mismas. Administrarlas, articular su instrumentación con incentivos para que el régimen abandone el poder o para promover fracturas a lo interno de la estructura chavista, es un arte. La eficacia de las sanciones depende de su coordinación estratégica y multilateral, pero también del adecuado estímulo para que los actores internacionales con intereses afines al régimen chavista se abstengan de ser un obstáculo a los cambios deseados.

Al evaluar la gestión de Trump hay que preguntarse, de cara a la horrible crisis de Venezuela, ¿está Maduro más cerca de dejar el poder o se ha fortalecido relativamente frente a la oposición? ¿Estamos más próximos o más lejos de unas elecciones libres, justas y creíbles?

Pero también hay que preguntarse, ¿la política de Trump se ocupa de los venezolanos? Por ejemplo, el legislador demócrata de la Florida, Darren Soto, logró aprobar con la mayoría de su partido en la Cámara, enfrentando el rechazo de los republicanos, la ley que contempla el TPS -estado de protección migratoria temporal- para los venezolanos.

Trump podría hacerlo por decreto, pero se niega, y junto con su partido bloquean esta iniciativa humanitaria y fundamental para proteger a 150.000 venezolanos que buscan refugio en los Estados Unidos. Son más de 2000 los procesos de deportación – en tendencia creciente – que afectan a venezolanos; incluyendo 600 que permanecen detenidos expuestos al contagio por covid-19.

La verdad es que, como bien ha dicho Andrés Oppenheimer, Trump con su retórica, unilateralismo y falta de compromiso con las grandes causas democráticas globales, lo que ha hecho es debilitar la coalición internacional imprescindible para un desenlace positivo en Venezuela.

He aquí un punto diferenciador entre Biden y Trump, que abona a nuestra convicción de que Biden sería la mejor opción para alcanzar cambios en Venezuela.

Biden tiene la credibilidad necesaria en Europa y América Latina para hilar eficazmente en la resolución del problema. Por otra parte, no tiene deudas personales con Vladimir Putin, quien le habla al oído a Trump (como denunció Bolton, su exasesor de Seguridad Nacional), incluso para sembrar desconfianza sobre el liderazgo de Juan Guaidó y la oposición venezolana.

Este es un punto central. Trump, además de mantener malas relaciones con Europa y América Latina, ha debilitado la coalición al no enfocar la presión e incentivos de forma multilateral. Biden tomará sus decisiones basado en principios e inteligencia, y no en posturas de mero cálculo electoral como las de Trump en relación a su retórica sobre Venezuela.

Joe Biden opina que «Nicolás Maduro es un dictador, simple y llanamente«. Fue el primer demócrata en reconocer a Juan Guiadó como presidente interino. Y condenó «enérgicamente la toma violenta de la Asamblea Nacional, única institución democrática que queda en el país».

Biden también ha expresado categóricamente que «el objetivo primordial de los Estados Unidos debe ser presionar por una salida democrática en Venezuela, a través de elecciones libres y justas, y ayudar al pueblo venezolano a reconstruir sus vidas y su país».

Finalmente, Biden se ha comprometido a otorgar el estatus de protección migratoria temporal a los venezolanos, así como a influir en la comunidad internacional para recuperar cada centavo expoliado del Estado venezolano, y a devolver esos recursos al pueblo venezolano.

Con relación a esto, merece ser subrayado que la administración Trump ha transferido los recursos recuperados de actores de la corrupción en Venezuela a un fondo discrecional de la Secretaría del Tesoro que ha gastado $600 millones en la construcción del muro con México.

Biden ha manifestado, con meridiana claridad, que aun si Maduro se va, «Venezuela quedará profundamente dividida en lo político y deprimida en lo económico, con gran sufrimiento humano”, por lo que «Estados Unidos necesita un plan integral para ayudar al país a recuperarse«. Este es, por cierto, un proyecto a largo plazo, con protagonismo de los venezolanos, que Trump jamás ha dado muestras de avizorar.

* Miembro del Comité Nacional Demócrata (DNC) y presidente del Comité Nacional del Latino Victory Project.

Artículo publicado previamente en Univisión 

 

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Julio Castillo Sagarzazu Ago 25, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
¿Cuándo se invaden los países?

@juliocasagar

Todos conocemos la vieja cita del barón Von Clausewitz que nos recuerda que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. De manera que cualquier guerra, ofensiva o defensiva, suele ser la expresión “por otros medios”, de las luchas políticas internas de los países.

Ningún país manda tropas a otros, como no sea porque su situación interna lo obliga a ello o porque ello reditúa políticamente algo a sus gobernantes.

Esto es así desde que el mundo es mundo. Antes de que nacieran los estados nacionales modernos, las tribus y sus jefes hacían lo mismo. Cuando apretaba el hambre, cuando los recursos se agotaban en alguna comarca, pues se liaban los bártulos y se desenfundaban los garrotes para ir a buscarlos allende.

Como era obvio, adonde llegaban no solían recibirlos de buen grado. “Lo mío es mío” deben haber dicho aquellos fortachones cromañones o neandertales antes de liarse a garrotazos y pedradas para defender los intereses propios, frente a aquellos metiches que venían a llevarse el alimento o a asentarse en sus dominios.

Es cierto que a una guerra preceden ideas que tratan de justificarlas o que le dan un piso o justificación política. Ningún país, por más trogloditas que sean sus líderes, se despierta un día para decir al unísono: “vámonos de guerra hoy”, como si fueran a ir a una verbena o a un picnic. Las inflamas nacionalistas, el orgullo nacional herido, la necesidad de libertad, la seguridad nacional son algunas de las ideas fuerza que se esgrimen para darle “fundamento” a una aventura militar.

Pero como vemos, ni siquiera esto es pan de cada día. Estas flamígeras propuestas suelen darse en momentos de crisis particulares en los que se necesita amalgamar la voluntad interna con un enemigo externo; cuando se necesita elevar la popularidad o cuando la precariedad de recursos obliga, a la necesidad o a la avaricia, a ir a buscarlos fuera.

De hecho, casi todas las guerras comienzan siendo “populares”. Las películas del género nos muestran los gloriosos desfiles de los soldados que van al frente vitoreados por sus conciudadanos. Lo que ocurre luego, cuando comienzan a llegar los ataúdes con los cuerpos, es siempre otra historia.

Hitler fue un maestro en la manipulación de los sentimientos nacionales frente a la humillación del Tratado de Versalles. Primero para llegar al poder y luego para poner al pueblo alemán detrás de sí para ir a una guerra con la excusa de la búsqueda de un espacio vital e histórico para Alemania, con la promesa de que aquel ultraje no se cometería de nuevo. Muchas veces nos preguntamos ¿cómo es posible que el pueblo más culto de Europa se hubiese dejado seducir por un fanático pintor de brocha gorda y buen parlanchín? Muy sencillo, en la República de Weimar para comprar un pan había que llevar una carretilla de dinero a la panadería y, para comprar el mismo pan al día siguiente, había que llevar dos.

Suele ocurrir que detrás de cada líder populista siempre hay una necesidad sentida que este ha interpretado y manipulado exitosamente.

Si nos venimos más cerca y analizamos las causas de nuestra guerra de independencia, sin dejarnos cautivar por el espíritu de Venezuela heroica, vamos a descubrir que, efectivamente, las ideas de la Ilustración, que también estuvieron en el origen de la Revolución Francesa, jugaron un papel muy importante en la “ideología” de la liberación patriótica.

De hecho, la Capitanía General de Venezuela fue la vanguardia de los movimientos independentistas, entre otras cosas, porque su situación geográfica le permitía tener acceso con prioridad a los libros y a ideas que venían de Europa. Esos tratados estuvieron primero en los estantes de bibliotecas de Caracas que en los de los virreinatos de México o del Perú.

Pero vamos a estar claros, el leit motiv, la principal razón objetiva por la cual la independencia se convirtió en un tema relevante, sobre todo para las elites caraqueñas y mantuanas de la época, fue que sentían que ya se  habían “echado los pantalones largos” para hacerse cargo del comercio del tabaco, el café y el añil que estaba monopolizado por la Compañía Guipuzcoana. Esta empresa, que tenía el monopolio de comercio exterior de la Colonia, les pagaba los precios que a bien tenía, muy distintos a los del mercado internacional de entonces. Por cierto ¡oh paradoja! los mismos barcos de la Guipuzcoana que comerciaban las mercancías, trajeron los libros que inspiraron la rebelión en contra de su monopolio.

Una vez proclamada la independencia, la primera cuenta que sacaron nuestros padres fundadores, y a justo título, fue que necesitarían el apoyo logístico y militar de potencias extranjeras para hacer frente al imperio español. “Solos no podemos” se decían seguramente en el cabildo caraqueño y en el templo de San Francisco luego del 5 de julio de 1811.

No fue entonces por casualidad que la primera embajada, ese mismo año, que conformo el naciente gobierno revolucionario fue a Londres en busca de esa ayuda. La misma, estaba integrada por Simón Bolívar, Andrés Bello y López Méndez. ¿Por qué a Londres? Pues porque la Gran Bretaña era el gran rival de la España de la época. No era porque los ingleses eran amantes de la libertad ni nada parecido. La que Napoleón solía llamar la “Pérfida Albión” acababa de librar una guerra sangrienta contra los patriotas norteamericanos que reclamaban su libertad del Reino Unido.

De manera que no fue ningún súbito ataque de amor por la independencia de nuestras naciones que tuvieron los ingleses lo que llevo allá a nuestros primeros embajadores.

Aquella delegación llegó a la casa de Miranda, quien ya tenía años aposentado en la urbe londinense haciendo la misma cosa. Tratando de conseguir financiamiento y apoyo militar para la libertad de Venezuela. William Pitt, su joven primer ministro, hay que decirlo, “mareó” a Miranda durante varios años, prometiéndole tal ayuda. Por eso, cuando sus compatriotas llegaron, este  les advirtió sobre lo complicado que estaba la cosa. Y lo amarrete que Pitt había resultado para “bajarse de la mula”.

¿La ayuda británica llegó? Sí, claro que llegó, pero no cuando la pedimos, ni cuando la necesitamos, sino cuando le convino al Reino Unido por sus intereses. Aquella delegación llegó en 1811 a pedirla, pero la geopolítica de la Europa de entonces hizo que no fuera hasta 1818 que llegara la Legión Británica al país; y prudentemente integrada por “voluntarios” y no por cuerpos regulares de los soldados de su majestad. Es que al final del día, “los países no tienen amigos, sino intereses”.

Aquí va otro ejemplo inglés: ¿Cuántas veces trató Churchill de convencer a los norteamericanos de que entraran en la guerra para salvar a la “Madre Patria”? Sir Winston se valió de la persuasión, del halago, de la intimidación, incluso de ciertas travesuras y nada. Los Estados Unidos se mantenían en la neutralidad. Se consideraban seguros porque el Atlántico por el Este y el Pacífico por el Oeste los protegían de los bárbaros en guerra. ¿Cuántas veces llegó Churchill de regreso a Londres con migajas de ayuda militar de sus hermanos angloparlantes?

Tuvo que venir el almirante Yamamoto, en un soleado domingo de diciembre de 1941, tres años después de que Europa se desangraba en aquel conflicto, a bombardear a Pearl Harbor, para que los Estados Unidos despertaran del letargo, recordaran su compromiso con el mundo libre, su rechazo al fascismo de los discursos de ocasión y se incorporaran a la guerra. Es decir entraron cuando les convino y cuando ellos lo necesitaron. No cuando Europa los necesitó.

Hoy en Venezuela tenemos de nuevo sobre la mesa el debate sobre si la solución de nuestra crisis es o no una intervención militar extranjera. Para referirse a ella, hemos utilizado una gama de eufemismos y de nombres técnicos sacados del derecho internacional y de los tratados internacionales. No nos detengamos en matices jurídicos. Llamemos las cosas por su nombre.

Lo primero que hay que decir es que no hay que escandalizarse por hablar del tema. Las intervenciones militares han ocurrido y seguirán ocurriendo. Tampoco rehuyamos el tema con argumentos morales. Si de algo no se ocupan las guerras es de la moral. En estas líneas lo que trataremos es de analizar si, en el actual contexto geopolítico nacional e internacional, tal alternativa es viable o posible para Venezuela.

La primera pregunta, en ese sentido, debería ser: ¿Puede ocurrir una intervención militar extranjera en Venezuela? Claro que sí. Han ocurrido varias en América Latina. La segunda pregunta: ¿Es factible que ocurra en este contexto de hoy?

 Primero veamos

¿Quiénes pueden intervenir en Venezuela? Obviamente los Estados Unidos. Al fin y al cabo estamos en su zona de influencia (en su back yard, dicen ellos) y por razones también obvias y logísticas, los países fronterizos Colombia y Brasil. Igualmente podría ocurrir de parte de una coalición internacional, invocando Tratados como el TIAR o misiones de paz de la ONU, tipo cascos azules etc.

Veamos el caso de los Estados Unidos: el presidente Barack Obama dio un paso clave, jurídicamente hablando, cuando declaró a Venezuela como amenaza para la seguridad interna de los Estados Unidos. De ese instrumento jurídico es del cual dimanan las facultades para establecer las sanciones, la operación en el Caribe para controlar las rutas del narcotráfico y las operaciones ilegales de materiales estratégicos desde Venezuela, que ha emprendido la administración de Trump. Y que hasta hoy se mantienen como medida de presión contra Maduro.

Ahora bien, ¿conviene o pueden los Estados Unidos ir más allá? De que pueden, por supuesto que pueden. Hasta ahora no lo han hecho. Como no lo han hecho con Cuba durante 60 años, a pesar de que era un activo exportador de la guerrilla en todo el continente y sostenía luchas armadas en Angola, Mozambique y Argelia. La razón es que en realidad la amenaza de Maduro y los Castro a Estados Unidos no es una amenaza militar. Una amenaza de esa naturaleza solo ocurrió una vez en la historia y lo constituyó la crisis de los misiles de octubre de 1962, cuando el mundo estuvo al borde de la tercera guerra mundial. Aquel asunto se resolvió diplomáticamente (por cierto contra los intereses de Castro) cuando Krushev se llevó sus misiles a Turquía y dejó a Fidel sin escalera y “guindado de la brocha”.

Es cierto que, a diferencia de Castro, de quien se llegó a documentar colaboración con elementos del narcotráfico y cuyo apoyo a las guerrillas fue explícito, Maduro ha incursionado en un terreno movedizo y peligroso por sus relaciones con Irán, con grupos calificados de terroristas. Y porque la corrupción criolla ha salido del país y se ha convertido en un elemento desestabilizador, más allá de nuestra fronteras, influyendo en la política, las policías y autoridades de otros países. Repetimos, ese extremo nunca fue tocado por Castro de manera tan abierta y expuesta, como lo ha hecho temerariamente Venezuela.

Los Castro, como los mapurites, saben a quién perfumar y hasta dónde llegar. Y no sabemos si aconsejan a Maduro sobre la materia. Por esto es que, de ser cierta la especie denunciada por el presidente Duque sobre la adquisición de misiles iraníes de medio y largo alcance por parte de la FAN, este estaría dando un paso inédito y peligroso. Veremos en los próximos días cómo se desarrolla este tema de incalculable importancia.

¿Ahora bien, estas y otras provocaciones de Maduro son necesarias o suficientes para una acción de fuerza? Necesarias sí. Suficientes, dependerá de cuáles otros intereses tenga Trump en estos momentos. Si en algún momento, por razones electorales o políticas, o porque su entorno detecta otras amenazas futuras, por supuesto que un dirigente como Trump podría perfectamente “amanecer de bala”, como dicen los mejicanos y ordenar una intervención en Venezuela.

Para eso no necesitará el TIAR, ni que lo pida Guaidó, ni la invocación del 185 por parte de la AN, ni ninguna de esas exquisiteces jurídicas.

Esto lo sabe cualquiera y lo saben también quienes lo piden por aquí. Sin embargo, en las actuales condiciones y dado el desarrollo de su campaña electoral, no parecieran que eso le convendría, por los momentos. ¿Y cuáles serían esas condiciones en las que Trump se encuentra en estos momentos? Acompáñenos al siguiente párrafo donde intentaremos explicarlo.

Usted piensa, amigo lector, que un país que acaba de ver presenciar un virtual incendio de sus principales ciudades por la muerte de… Floyd, un  exconvicto afroamericano que huía de la escena del crimen, con antecedentes penales y que fallece en el curso de una operación policial por una mala práctica del agente, puede darse el lujo de llevar sus tropas a otro país al que la mitad de los norteamericanos no conoce, a “luchar por su libertad”? ¿Cuántas camisetas “Americans live matters” aparecerán cuando llegue la primera bolsa negra? ¿Pensamos que a Trump le interesa política o electoralmente esto?

Vietnam aún está fresca en la memoria norteamericana. Vietnam es la prueba de que las guerras pueden no perderse en el campo de batalla. Los norteamericanos no fueron derrotados por el Vietcong o por las tropas de Ho Chi Min. Los norteamericanos fueron derrotados por sus propios jóvenes en las calles de Washington, de Nueva York, de San Francisco y en las de Londres, Paris, Berlín y Tokio y por sus propios soldados desmoralizados que no entendían por qué los mandaban a morir y a matar en unos lejanos arrozales del delta del Mekong.

Una guerra desestabiliza internamente a los países y parece que Trump, interesado en la economía norteamericana y en sus votantes, ha optado por una nueva versión de aislacionismo en esta materia, para evitar justamente las contaminaciones internas de cualquier aventura militar. Su dejadez progresiva de la OTAN, el insólito e inesperado abandono de los kurdos en Siria, abonan en favor de esta tesis. Ser policía del mundo, como lo dijo una vez, pareciera que va a contrapelo de su misión de “Make America Great Again”

 ¿Y Colombia y Brasil?

Nuestros dos vecinos sufren en sus propias carnes lo que ha significado la crisis venezolana. Migraciones masivas, incorporación de nuestros jóvenes a bandas delictivas y guerrilleras. En Colombia, no hay duda que la reactivación guerrillera de un sector de las FARC ha contado con apoyo logístico del lado venezolano de la frontera. Y que el dinero de la explotación ilegal del arco minero ha significado una nueva inyección de financiamiento para su subversión interna.

La posición del presidente Duque en solidaridad con la democracia venezolana ha sido sin duda proactiva e importante en el terreno político y diplomático. ¿Y en el otro terreno? Pues recordemos que Duque fue el primer presidente en pronunciarse expresamente en contra de una intervención militar en Venezuela. ¿Por qué? ¿Será que Duque se rajó? La respuesta es fácil si echamos una mirada a la situación interna de Colombia.

Un país que hace pocos días estuvo convulsionado por inmensas manifestaciones por la muerte de un joven en una protesta; con una guerrilla aún beligerante; una izquierda con opciones electorales; con su más icónico líder contemporáneo preso; con la consiguiente crisis por la pandemia. ¿Ese país, creemos que está en condiciones para intervenir militarmente en Venezuela? ¿Le convendrá a Duque abrir esa caja de los truenos?

¿Y Brasil? Bolsonaro preside la segunda nación del mundo con más infectados y muertes por el coronavirus. Su personalidad carismática y seguramente la debilidad de su oposición, golpeada por los escándalos de corrupción, le ha permitido capear el temporal sin excesivas pérdidas de popularidad. A diferencia de Trump, más bien su caída de aceptación fue revertida con su peculiar manejo de la crisis.

Quizás esta no sea entonces una crisis de popularidad la razón para entender la tibieza con la cual el presidente brasileño, de un tiempo a esta parte, ha comenzado a tratar el tema venezolano. Quizás las razones hay que buscarlas en su particular relación con China. ¡Sí! China es la principal inversionista en Brasil y sus relaciones diplomáticas y políticas son excelentes.

¿No notamos que durante toda la crisis de Hong Kong no ha habido una sola palabra de condena a la represión o de solidaridad con los jóvenes de esa ciudad, enfrentando con paraguas a policías de la China comunista armados hasta los dientes? Bolsonaro no puede decirse que ha cambiado a favor de Maduro, lo que sí podemos decir es que ha decidido “meterse con el santo, pero no con la limosna”.

 La comunidad internacional

¿Y Europa y la OEA y la ONU y el resto de la comunidad internacional? Pues hay que decir que la mayoría de las democracias decentes en el mundo están apoyando la institucionalidad en Venezuela representada por el interinato de Juan Guaidó en la presidencia de la República, en su carácter de presidente de la Asamblea Nacional. Todo de conformidad con lo que establece la Constitución.

Se trata de una realidad peculiar y que seguramente las facultades de leyes y los especialistas en Derecho internacional del mundo entero estudiaran en los próximos años. Este hecho inédito es, ciertamente, una de las principales fortalezas de las fuerzas democráticas venezolanas y ha sido el freno para que muchas de las arbitrariedades del régimen no hayan ido más allá.

Ahora bien, ¿este apoyo se ha traducido por alguno de los gobiernos o de los organismos multilaterales en un apoyo a una acción de fuerza en Venezuela?

Hay que ser sinceros y decir que no es así. Más bien, el primer comunicado sobre el particular del Grupo de Lima, la organización más “resteada” con la causa de la democracia venezolana, se manifestó abiertamente en contra de cualquier salida de fuerza e hizo votos por una salida política y electoral.

En igual sentido lo han hecho la Unión Europea y la OEA. Su secretario general, por cierto, ha hecho importantes aportes en la calificación del régimen de Maduro como Estado fallido, aun cuando la declaratoria formal no se ha producido. Por otro lado, las gestiones para echar a andar el TIAR marchan al ritmo desigual que le imprimen las distintas cancillerías y sus intereses internos. Dicho en otras palabras, el mecanismo aún no arranca.

 Concluyamos con una idea…

Venezuela es efectivamente un problema geopolítico mundial. Chávez lo convirtió en eso cuando declaró a las FARC beligerantes; cuando se asoció con regímenes peligrosos para la estabilidad mundial y cuando el dinero de la corrupción dejó de ser un fenómeno local para infectar sociedades fuera de Venezuela. Como tal, la solución a nuestra crisis no será íntegramente interna, sino que vendrá de la conjunción de circunstancias externas y endógenas.

¿Cuándo? ¿Cómo? Nadie lo sabe. Ni siquiera lo saben aquellos a quienes las circunstancias les llevarán a tomar las decisiones clave. Los que andamos de a pie y no tenemos acceso a esos centros de poder, no nos queda otra misión que la de continuar la presión interna; acompañar en su sufrimiento y en sus luchas a ese 85 % de compatriotas que quieren un cambio y, en el terreno político, a los esfuerzos de la única institución legitima de la sociedad venezolana que es la Asamblea Nacional y a su presidente.

La ruta que llevará a la recuperación de la democracia, de la reconciliación nacional, será tan inédita como la crisis que pretenderá resolver.

Conozco muchos venezolanos cansados, golpeados por la pesadilla que vivimos, pero no conozco uno solo que haya resuelto apoyar al régimen porque no queda otro camino.

Miles de venezolanos se movilizan a diario por reivindicaciones sociales y porque se respeten sus derechos. Muchas veces lo hacen solos y, no pocas veces, su esfuerzo queda aislado porque no hay mecanismos de conexión entre quienes luchan.

Las fuerzas democráticas luchan en condiciones precarias y duras, de represión y de dificultad excepcionales. Todo eso retarda la salida de la pesadilla. El país es un barril de pólvora a punto de estallar. ¿Cuándo? No lo sabemos, lo que sí podemos saber es que es que, aunque alguien se baje del barril y apague la mecha, esta es cada vez más corta.

De esta vamos a salir más temprano que tarde. Lo que no nos podremos ahorrar es más esfuerzo y compromiso de nosotros mismos. No porque deseemos que vengan a resolvernos los problemas, estos se resolverán más rápido. Es comprensible que haya compatriotas desesperados pensando que ocurra una solución mágica que venga de afuera. Lo entendemos. Pero nada sustituirá nuestro propio esfuerzo. La conseja popular es sabia: “deseo no empreña”.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad.Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Informe Otálvora | Brasil moviliza tropas y artillería hacia frontera con Venezuela

Brasil moviliza tropas hacia la frontera amazónica con Venezuela. En la gráfica, convoy con componentes del sistema Astros 2020 de lanzamiento de cohetes en foto difundida el 11AGO20. Foto: Ejército de Brasil.

 

@ecotalvora

Brasil está realizando una movilización sin precedentes de tropas y sistemas de lanzamiento de cohetes hacia la frontera amazónica con Venezuela.

Entre el 4 y el 23SEP20 el Ejército brasileño estará desarrollando la “Operação Amazônia” en el estado Amazonas, bajo la coordinación del Comando Militar de la Amazonía con base en Manaos.

El ejercicio para el cual han estado entrenando y calificando tropas de diversas regiones del país, consistirá en acciones orientadas a la “defensa externa en el ambiente operacional amazónico”.

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El 12AGO20 llegó a Belem do Pará por vía terrestre, procedente del estado central de Goiás, un convoy de vehículos transportando componentes del sistema Astros 2020 de lanzamiento de cohetes. En el puerto de la capital de Pará los equipos fueron embarcados para su traslado a Manaos por vía fluvial. El convoy incluía lanzadores, vehículos de control de tiro y de apoyo logístico. El Astros es un sistema de cohetería de lanzamiento múltiple construido en Brasil, con capacidad de alcanzar blancos terrestres hasta 300 kilómetros de distancia. Veterano en guerras en el Medio Oriente, es considerado un rival del sistema ruso BM-30 Smerch, operado por militares venezolanos.

Para la “Operação Amazônia” está siendo movilizado personal desde diversas unidades de otras regiones militares. Varias centenas de soldados serán aportados por la Brigada de Infantería de Selva basada en Marabá, Pará.

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Durante el mes de julio, el Departamento de Estado de EE. UU. circuló entre gobiernos considerados como aliados un documento que sirviera para reactivar la atención internacional sobre la crisis venezolana.

El escenario venezolano está marcado por:

1. El final en enero del 2021 del mandato de la actual Asamblea Nacional presidida por Juan Guaidó, condición que ha servido de sustento a la presidencia provisional de Guaidó;

2. La amañada convocatoria a votaciones legislativas para el 06DIC20 hecha por el régimen chavista

3. La decisión de los más importantes partidos opositores de abstenerse de participar en la convocatoria electoral,

4. La dispersión de la oposición en cuanto a un acuerdo táctico y programático y,

5. La posición de EE. UU., la Unión Europea y buena parte de los países latinoamericanos sobre falta de condiciones para unas elecciones libres y democráticas en Venezuela.

Las elecciones presidenciales del 03NOV20 en EE. UU., además, se suman como un elemento de incertidumbre para el proceso político venezolano cada vez más influido por las tensiones internacionales.

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El 14AGO20 fue difundido el texto respaldado por los gobiernos de Albania, Australia, Austria, Bahamas, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, EE. UU., Ecuador, El Salvador, Estonia, Georgia, Guatemala, Haití, Honduras, Hungría, Israel, Kosovo, Letonia, Lituania, Panamá, Paraguay, Perú, Reino Unido, República Dominicana, República de Corea, Santa Lucia y Ucrania.

Según una fuente del Departamento de Estado consultada para este informe, en los últimos días habrían recibido comunicaciones de Marruecos y Guyana sumándose a la lista de gobiernos suscriptores del pronunciamiento.

Los firmantes hicieron un llamado “a todos los venezolanos, de todas las tendencias ideológicas y afiliaciones partidarias, ya sean civiles o militares” (…) “para participar urgentemente en apoyo de un proceso formado e impulsado por los venezolanos para establecer un gobierno de transición inclusivo que llevará al país a elecciones presidenciales libres y justas”.

El texto, si bien no rechaza explícitamente las votaciones convocadas por el régimen, afirma que “las elecciones a la Asamblea Nacional por sí solas no presentan una solución política y, en cambio, pueden polarizar aun más una sociedad ya dividida”.

El documento, sin mencionarlo, promueve unas negociaciones entre el régimen chavista y la oposición democrática al afirmar que “las discusiones y los avances logrados en las conversaciones dirigidas por Noruega en Barbados también deberían informar el camino a seguir”.

Además, se refieren a “la voluntad de todos los países que mantienen sanciones económicas de discutir el alivio de las sanciones en el contexto del progreso político”. “Una transición rápida y pacífica a la democracia es la ruta más eficaz y sostenible hacia la estabilidad, la recuperación y la prosperidad en Venezuela” aseguran los firmantes, quienes reiteran el apoyo a la propuesta de Juan Guaidó de establecer un gobierno de transición. En procura de un amplio apoyo internacional, el texto del Departamento de Estado lució genérico.

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En paralelo a la declaración internacional sobre Venezuela, el 14AGO20 circularon pronunciamientos de EE. UU. y del Grupo de Lima.

Según el Departamento de Estado de EE. UU. “esta declaración conjunta demuestra que no estamos solos en nuestra determinación de fortalecer el apoyo a un gobierno de transición en Venezuela y el fin de la dictadura de Maduro” a la cual acusó de “destruir sistemáticamente la capacidad de Venezuela para realizar elecciones libres” ya que “los estándares internacionales para elecciones libres y justas ni siquiera están cerca de cumplirse”.

El Grupo de Lima, inactivo en los últimos meses, sostuvo ese día una reunión vía Internet de la cual emanó un pronunciamiento acogido por los representantes de Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y del venezolano Julio Borges actuando como enviado del gobierno Guaidó.

Como es usual, el representante de Guyana se abstuvo de firmar la declaración por representar un reconocimiento a Guaidó como jefe del Ejecutivo venezolano. Argentina, por su parte, cuyo canciller no participó delegando la representación en el secretario de Relaciones Exteriores Pablo Tettamanti, emitiría un comunicado confrontando al propio Grupo de Lima.

El comunicado del Grupo de Lima del 14AGO20 reafirmó su respaldo al “Presidente encargado Juan Guaidó” y “rechazo al anuncio del régimen ilegítimo de celebrar elecciones parlamentarias sin las garantías mínimas y sin la participación de todas las fuerzas políticas”.

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El gobierno de Argentina´, encabezado por Alberto Fernández, asumió la representación de la izquierda continental intentando neutralizar desde adentro los esquemas de apoyo internacional a la oposición democrática venezolana. Argentina se dispone a representar y defender al régimen chavista en diversas instancias internacionales. Fernández es miembro fundador del “Grupo de Puebla”, la organización creada alrededor de líderes políticos y celebridades de la izquierda iberoamericana en procura de recuperar espacios en el Continente.

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El 10AGO20, el Servicio Exterior de la Unión Europea informó que la cancillería argentina se sumaba al denominado Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela, impulsado por la Unión Europea, alegando que sería “otro paso más hacia la búsqueda de soluciones pacíficas y democráticas a la crisis que viven los venezolanos”.

El GIC está ahora formado por Alemania, Argentina, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, España, la Unión Europea, Francia, Italia, Países Bajos, Panamá, Portugal, Suecia, Reino Unido y Uruguay. Antes del ingreso de Argentina, el GIC se había pronunciado rechazando la designación de autoridades electorales afines al régimen chavista.

Además de sumarse al GIC, Fernández y su canciller Felipe Solá optaron por no retirarse del Grupo de Lima pese a las divergencias existentes. En un comunicado emitido inmediatamente luego de la reunión del Grupo de Lima del 14AGO20, el gobierno argentino dijo “que no comparte la decisión de la franja de partidos políticos que expresaron su voluntad de no participar en las elecciones parlamentarias de diciembre próximo”. De esta manera Argentina se convirtió en el único gobierno suramericano que “apoya la realización de las próximas elecciones parlamentarias de diciembre”, aunque “con el criterio de que sean libres, justas e imparciales y con participación de todos los partidos y movimientos políticos”.

El comunicado argentino contiene un párrafo de alto cinismo en el cual asegura que “entiende el rechazo de amplios sectores de la oposición, acompañados por una parte de los países del Grupo de Lima, respecto de una serie de medidas que acompañaron el proceso de convocatoria y preparación de la próxima elección parlamentaria, en alusión a la designación de los directivos del Consejo Nacional Electoral, las autoridades de algunos partidos políticos y la inhabilitación de cambios en el número de diputados y las circunscripciones electorales”.

Si bien el largo listado de la Cancillería argentina demuestra la falta de condiciones para la celebración de elecciones en Venezuela, el comunicado “subraya una vez más la importancia de la participación de todos los sectores en las próximas elecciones”.

Todo indica que el gobierno argentino se dispone a ser parte de un grupo de gobiernos que convalidarían las votaciones convocadas por el régimen en Venezuela.

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Nicolás Maduro, mediante una carta suscrita por su canciller Jorge Arreaza, habría ofrecido posponer las elecciones convocadas por el régimen para el 06DIC20 a cambio del envío de una delegación europea en condición de “acompañamiento internacional”.

La versión se desprende de la declaración suscrita por el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, difundida el 11AGO20. Borrell, quien se mantiene directamente y mediante emisarios en contacto con diversos sectores políticos venezolanos informó que en sus contactos sugirió “la posibilidad de ampliar los plazos electorales para dar respuesta a los requerimientos de la oposición. En respuesta he recibido una carta del Ministro de Asuntos Exteriores en la que me informa de un acuerdo en ese sentido con parte de la oposición. Es un paso en la buena dirección, pero insuficiente para que la Unión pueda estar en disposición de desplegar una misión de observación electoral”. La “oposición” a la cual hace referencia la carta de Arreaza sería en realidad partidos aliados con el régimen o los partidos opositores entregados por el régimen a socios políticos.

El contenido de la carta fue distribuido por Borrell entre los miembros de la Unión Europea y de los gobiernos que integran el Grupo Internacional de Contacto. Borrell develó que “la Unión Europea recibió una invitación del gobierno de Nicolás Maduro para desplegar una misión de “acompañamiento electoral”. Borrell adelantó que se trata de “un concepto que, como señalé a los interlocutores del gobierno, es ajeno a la práctica de la Unión. La Unión Europea necesita, para desplegar una misión de observación electoral, unas condiciones y garantías mínimas de credibilidad, transparencia e inclusividad, y la capacidad de observar sin interferencias con acceso completo a todo el proceso electoral”.

Tres días después, en una reunión digital del Consejo de Ministros de Exteriores de la UE, Borrell informó de sus gestiones sobre Venezuela. Tras un debate sobre el tema, los ministros en general estuvieron de acuerdo con que la UE podría desplegar una “Misión de Observación Electoral” en Venezuela pero no enviar una “misión de acompañamiento” como la solicitada por Maduro. En todo caso el envío de observadores electorales requeriría “condiciones mínimas de credibilidad, transparencia e inclusión, y la capacidad de observar el proceso electoral sin interferencias” lo cual según informó Borrel son condiciones que no están presentes en Venezuela.

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El respaldo de Guyana al comunicado promovido por EE. UU. sobre Venezuela difundido el 14AGO20, reflejó un giro en la posición de ese país luego del cambio de gobierno del 02AGO20.

Cinco meses después de realizarse las elecciones parlamentarias en Guyana, el 02AGO20 las autoridades electorales emitieron los resultados que marcaron el triunfo del opositor Irfaan Ali, del Partido Progresista del Pueblo, derrotando al presidente David Granger candidateado por la coalición APNU/ AFC.

Tras una inusual convergencia de presión internacional desde Washington, Londres y La Habana, Granger finalmente permitió que fueran oficializados los conteos de votos que habían sido supervisados por enviados de la Comunidad del Caribe con el respaldo de la OEA y la Unión Europea. EE. UU. ya había iniciado la imposición de sanciones a altos funcionarios guyaneses por impedir la proclamación de Ali, pese a una campaña de lobby en Washington pagada por Granger para convencer al gobierno Trump sobre la tendencia procubana de su rival.

Pocas horas después de difundirse los resultados, Irfaan Ali juró el cargo y el acto de inicio del gobierno se realizó el 08AGO20 con la presencia del vecino mandatario de Surinam, Chan Santokhi, quien asumió el cargo el 16JUL20. En Guyana y Suriname, dos potenciales grandes productores de petróleo, se han establecido gobiernos que se muestran amistosos con EE. UU. De hecho, el 04AGO20 el nuevo gobierno guyanés anunció su respaldo a la candidatura del estadounidense Mauricio Claver-Carone a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo, y el 19AGO20 firmó junto con otros 16 países una declaración rechazando posponer la elección en el BID.

La escogencia de Claver-Carone se ha tornado tema de controversia en Latinoamérica. Y un grupo de países (Argentina, Costa Rica, Chile, México y probablemente un grupo de gobiernos europeos) intentan suspender por falta de quorum la elección prevista para el 12SEP20.

El hecho de que Guyana se sumara al comunicado sobre Venezuela promovido por EE. UU. marcó un cambio de la posición guyanesa ante la crisis venezolana. Guyana participa en el Grupo de Lima, pero no firma declaraciones que signifiquen un reconocimiento al gobierno transitorio de Juan Guaidó, alegando que existe un proceso judicial entre los dos países y Guyana no debe pronunciarse sobre quién ejerce la representación del Estado venezolano.

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El cambio de enfoque hacia la crisis venezolana por parte de Guyana, en todo caso, no significa una modificación de la posición del gobierno de Granger, que demandó a Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia en relación al diferendo territorial existente entre ambos países. El gobierno Maduro se ha negado a presentarse en el proceso seguido en la CIJ alegando que Venezuela no reconoce esa instancia, lo cual no ha impedido que el juicio esté en marcha.

Pese a las diferencias partidistas e incluso en medio de la crisis vivida por la indefinición de los resultados electorales entre marzo y agosto, las dos grandes fuerzas políticas de Guyana mantienen una posición común ante el reclamo venezolano. El 30JUN20 la Corte Internacional de Justicia realizó una audiencia vía digital para tratar sobre la jurisdicción de esa corte en el tema de la titularidad del territorio Esequibo.

Carl Greenidge, quien fue canciller del gobierno de David Granger y actuaba ese día como agente guyanés ante la CIJ, se hizo acompañar de la parlamentaria Gail Teixeira, en representación del entonces partido opositor PPP. Tras el cambio de mando del 02AGO20 que convirtió al PPP en partido de gobierno, Irfaan Ali invistió a la señora Teixeira como su ministra de Asuntos Parlamentarios y al profesor Hugh Todd como nuevo ministro de Asuntos Exteriores. Entre sus primeros anuncios, Todd designó al ahora opositor Greenidge como su asesor en asuntos fronterizos y lo confirmó como agente de Guyana ante la CIJ para garantizar la continuidad en el juicio contra Venezuela.

Diario Las Américas

 

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