Manuel Rosales, un candidato “sin querer, queriendo” - Runrun
Manuel Rosales, un candidato “sin querer, queriendo”

El caótico desenlace de la inscripción de los candidatos de la Oposición -explicable en un marco institucional deliberadamente trastornado como el actual-, sugiere que las fuerzas democráticas, o al menos parte de ellas, podrán presentar algún tipo de alternativa que oriente a la ciudadanía frente al continuismo chavista en las elecciones presidenciales de 2024.

Pero también luce cierto que las candidaturas de Manuel Rosales y Enrique Márquez, presentadas ambas en el último minuto, se recostaron con excesiva naturalidad de la circunstancia planteada por el chavismo, y al dar un paso al frente por cuenta propia, concretaron una peligrosa ruptura anímica con el liderazgo de María Corina Machado, de acuerdo a la convención actual, la portadora legítima del liderazgo en el campo democrático en función del resultado de las elecciones primarias del pasado 22 de octubre.

Hace todavía poco tiempo, mientras examinaban opciones frente al veto colocado en su contra por el chavismo, María Corina Machado había tenido una aparentemente productiva reunión con Rosales en relación a la resolución del candidato presidencial. Este le habría asegurado a la candidata que cualquier solución sería acordada, y pasaría siempre por la aprobación y el control de su liderazgo.

Puede ser cierto que, finalmente, existe un candidato, pero lo que acaba de ocurrir es que María Corina Machado, la líder natural del proceso actual gracias a la voluntad de la mayoría, podría perder parte del control de la situación, puesto que emerge, de forma inconsulta, apremiado por llenar el vacío, otro líder, uno distinto, con otro enfoque, que no atenderá sus orientaciones, ni se alineará, necesariamente, a todos sus objetivos.

Rosales: ¿Duro, pero necesario?

En el entorno de Rosales, se piensa que se ha dado un paso duro, pero necesario, –similar al que había insinuado Henrique Capriles poco antes– para evitar el vacío de la abstención. Ya con un candidato, afirman sus colaboradores, en el camino se enderezan las cargas de la unidad.

Pero en el Comando de María Corina Machado, adueñado en este momento de la opinión nacional por muchas razones, lo que se respira es una sensación de traición. La propia Machado lo ha dicho con todas sus letras: “Son tiempos de traición, tiempos oscuros”, dijo al reaccionar ante lo sucedido. “No debemos engañarnos con la gravedad de lo sucedido. Lo vivido constituye una enseñanza”.

Por lo demás, es imposible dejar de anotar que este tipo de decisiones súbitas, no consensuadas, tocadas por una cierta pasión protagónica, como la que acaba de ejecutar Rosales, debilitan al movimiento democrático como cuerpo político, abona en la irremediable desconfianza que hoy se tienen sus líderes fundamentales, y explica, en buena medida, las causas del fracaso del pasado de la oposición venezolana.

No se olvide que, quizás de manera deliberada, Rosales no se inscribió como candidato en las elecciones primarias del pasado 22 de octubre. El ojo lo tenía puesto en la fecha del cierre de postulaciones, el espacio donde su candidatura tomaría vuelo gracias a los efectos de la ley de la gravedad.

“Busquen un candidato que pueda superar los escollos que ha colocado el gobierno, y yo les entrego la candidatura”, ha ripostado Rosales en su debut como abanderado en un acto organizado en el Palacio de los Eventos de Maracaibo.

Rosales, un político experimentado que en este momento reconstruye su capital político desde la gobernación del Zulia, ha invitado a una “rebelión de votos”. En torno a su figura se agrupan sectores políticos moderados, distanciados irremediablemente de liderazgos como el de Machado, o Leopoldo López, convencidos de que el oficialismo tiene ante sí una candidatura procedente, capaz de interpretar las decisiones obligantes de una transición a la democracia.

Pero son muchas las personas, incluso dentro de la Unidad Democrática, que dudan en torno a sus intenciones: hay gente que no acierta a responder si Rosales ciertamente siente que puede abrir una brecha de votos y plantearle al estado chavista una transición política, o si sencillamente está gestionando un nuevo ciclo electoral para abrirse campo y obtener recursos para nuevos retos futuros, elecciones regionales o legislativas, consciente de que Maduro no lo dejará hacer nada en una elección presidencial, como ya le ocurrió a Henri Falcón.

Por último, de forma agónica, la Plataforma Unitaria pudo inscribir al diplomático Edmundo González Urrutia, una figura respetada, conocedora del hecho público, pero sin militancia política. De manera provisoria, es el “candidato tapa”, del cual tanto se habló mientras continuaba la discusión en torno al veto que también se le colocó a Corina Yoris.

Lo afirmado por Diosdado Cabello en torno a la imposibilidad de colocar nombres “tapa” para decidir en favor de un tercero, si este no es uno de los 12 candidatos presidenciales, sugiere que González Urrutia podría emerger, de la nada, como un actor involuntario ante un escenario sobrevenido.