Chiqueros
Los chiqueros han evolucionado. Hoy son pulcros y los cerdos se mantienen impecables. Por el contrario, los organismos y empresas del Estado han involucionado y actualmente son hediondos y asquerosos como las viejas pocilgas. En una explotación porcina moderna. Los cerdos son de la misma raza para garantizar un producto final de determinada calidad y uniformidad. Ello no ocurre en las dependencias del Estado, donde empleados de menor rango, competentes y honestos, deben convivir por razones de supervivencia con cochinos incompetentes y malandros.
Esta situación que padece gran número de funcionarios que merecen nuestra simpatía es lamentable, ya que no solo deben asistir obligados a los frecuentes eventos convocados por el régimen, sino que deben soportar gerentes de baja calaña, corruptos y arbitrarios. Esta coexistencia es dolorosa, pero entendible.
Lo inaudito es que funcionarios que ocupan elevados cargos y que tienen formación académica acepten convivir con malandros que detentan puestos de igual jerarquía. Esta situación guarda cierta similitud con la narrada por Elías Pino en su artículo del domingo, referente al visto bueno otorgado por médicos y catedráticos a la designación, por el presidente Crespo, del yerbatero Telmo Romero para cargos importantes. Así, hoy en los tribunales de justicia hay unos pocos funcionarios con méritos profesionales para ser jueces y Magistrados, pero que sumisamente comparten con pares designados arbitrariamente que no tienen credenciales o que son conocidos por sus malos antecedentes. Como consecuencia la justicia, que en nuestro medio nunca fue pulcra, terminó convertida en un chiquero en donde prolifera la corrupción y la deshonestidad intelectual. Ello explic las denuncias ciertas, aunque formuladas por delincuentes como los exMagistrados Aponte Aponte y Velásquez Alvaray y las recientes del fiscal Nieves.
Idéntica situación ocurre en la Fuerza Armada, la cual se evidencia muy claramente cuando frecuentemente los últimos de sus promociones son ascendidos a las más altas jerarquías del generalato. Desde luego que la mayoría de los oficiales no son corruptos y logran ascender, al menos hasta coronel, por mérito propio, pero el Alto Mando Militar no es precisamente de alta ralea y muy pocos oficiales superiores se han atrevido a disentir.
Los diputados rojos convirtieron a la Asamblea Nacional es otro chiquero. No solo se niegan a investigar casos evidentes de corrupción, sino que agreden físicamente a diputados de oposición y aprueban mociones ridículas. La última chanchada fue solicitar al TSJ que intervenga a las universidades autónomas cuyos profesores protestan por el cerco económico a que son sometidas, cuya responsabilidad es de la propia Asamblea Nacional.
Las empresas del Estado también se han convertido en un chiquero. Un caso concreto es Petróleos de Venezuela (Pdvsa), donde un grupo de directores y gerentes con aceptable formación profesional sucumbió a las mieles del poder, aceptando cargos para los que no estaban preparados y, a su vez, designan a mediocres en funciones de elevada responsabilidad. Ello explica las graves denuncias sobre corrupción, los accidentes que ocurren a diario y la baja producción y productividad. También permite entender las vulgaridades que escriben algunos trabajadores rojos imitando al presidente de facto, al Trucutu de la Asamblea Nacional y a Pedro Carreño, por no mencionar al que no silva sino escupe groserías.
Sanear estos chiqueros, a los que es necesario agregar el CNE, requerirá un esfuerzo mayor que el de Hércules para limpiar los establos de Augías. No bastará con desviar las aguas del Alfeo y Peneo. Será necesario derribar los chiqueros y construir nuevos establos. El 6D debe ser el inició.
Como en botica: Pedro Pablo Alcántara y Pablo Medina terminaron de hundirse políticamente al aceptar ser postulados por el MIN rojo que apoya al sabandija William Ojeda. A la caída de Pérez Jiménez unos políticos intentaron armar un show mediático para condenar al general Néstor Prato por haber sido ministro de Educación solo unos días antes de la huida del dictador. Los militares no estuvieron de acuerdo con la vejación y propiciaron su fuga. Uno se pregunta ¿cómo es que la oficialidad actual permite el trato cruel a la capitana Laided Salazar y la condena de un general y otros militares por un inventado ¨golpe azul¨? Las doctoras Cecilia García Arocha y Jessy Divo de Romero, rectoras de la UCV y de la Universidad de Carabobo, respectivamente, merecen todo el apoyo de los ciudadanos que desean una educación universitaria de calidad. ¿Es que no hay un dirigente rojo que tenga la decencia de condenar las agresiones a María Corina y declarar que las imputaciones en contra de Antonio Ledezma y de Leopoldo fueron forjadas? Por un supuesto twitter lleva un año injustamente presa la estudiante Ginettte Hernández. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!.