Elefante blanco por Stalin González
La inseguridad y la crisis económica han sido el detonante para que muchos estudiantes, amas de casa y venezolanos en general hayan salido a la calle, en su legítimo derecho, desde hace quince días exigiendo cambios.
A esa contundente expresión de malestar, los venezolanos fueron respondidos con actuaciones desmedidas de represión por parte de las fuerzas públicas y de colectivos afectos a la revolución. Las responsabilidades de las fuerzas públicas serán denunciadas ante las autoridades competentes y exigiremos la investigación y correspondientes medidas con aquellos funcionarios que irrespetaron su uniforme, la ley y al prójimo. Sin embargo, los colectivos son grupos civiles, armados y descontrolados. Muchos venezolanos estamos cometiendo el error de aprender a vivir con la violencia. No solo se trata de la inseguridad informal, esa que nos deja sin bienes, incluso muchas veces nos quita la vida por ellos, sino también estamos conviviendo con una de muchas más facetas. Me refiero a la violencia que sufren comunidades sitiadas por grupos armados que deciden a discreción las normas de convivencia, la violencia política cuando expresamos una opinión divergente en espacios que alguno pueda considerar oficial o inconveniente, a la violencia discursiva cuando somos constantemente menospreciados y ofendidos en discursos, programas, alocuciones , en persona y en redes sociales y aquella que dispara contra la sociedad civil que decide salir a la calle para expresar su malestar.
El Gobierno tiene un elefante blanco en la sala del cual no quiere hablar y los venezolanos necesitamos no solo que hable de él, sino también que lo desarme. Los colectivos tienen culpa importante de la violencia que se vive en nuestras calles y de la intolerancia que sufrimos gran parte de los venezolanos. Si quiere paz, debe empezar por asumir la poca capacidad de control que tiene sobre esos grupos y coordinar estrategias que los neutralice.
El Estado es el responsable de resguardar la vida de los venezolanos; para ello, debe controlar y desarmar a los colectivos.