Desde hace varios años él padecía un Parkinson que ya estaba avanzado. Por eso su capacidad respiratoria era baja y la rigidez de los músculos dificultaban los movimientos del pecho. Eso y que desde hacía meses no cumplía con el tratamiento completo: de tres pastillas diarias estaba tomando solo una para rendirlas porque no se consiguen en el país. También buscaban una silla de ruedas porque perdió la movilidad muy rápido.
La tarde de su muerte, un amigo de ella le consiguió la silla de ruedas, nueva y gratuita, a través de una fundación. Estaba contenta porque podría llevarlo al banco a cobrar la pensión y al médico cuando fuera necesario. Él no llegó a ver la silla. Solo la esperó a ella para morirse.
#EstoNoEsNormal