Juan Carlos Varela, autor en Runrun

Venezuela y el teatro del absurdo por Juan Carlos Varela

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La semana pasada y como todas las semanas pasadas desde hace más de quince años, nuestros gobernantes hicieron gala de su estrategia política comunicacional, hablaron de golpe, autogolpe, contragolpe, imperio, lacayos, paz, amor, ternura, confusión, guerra, movimientos militares, la ley habilitante antiimperialista, el imperio ruso, el cubano, y demás absurdos. El domingo, me tocó pasar  temprano por la Avenida Bolívar y presenciar cómo llegaban autobuses con gente ataviada de uniforme militar (por cierto, lucían muy incómodos para la guerra y de seguro a quienes los portaban les daría mucha pena ensuciarlos).

Todo ello me recordó cuando en bachillerato en el Colegio Fray Luis de León (ese que queda en el corazón de las Fuerzas Armadas, me refiero a la Avenida porsia) mis amigos y yo presentamos la obra del Teatro del Absurdo de Eugene Ionesco.

La verdad, confieso que no entiendo nada de lo que está ocurriendo en Venezuela, un país extranjero aplica una sanción a unas personas con nombre y apellido en ese país extranjero y la respuesta del gobierno es hacer una marcha en la Avenida Bolívar y redactar una Ley Habilitante que no aplica a ese gobierno extranjero. Es algo tan absurdo, como que el marido le pegue una paliza a la mujer y ella para vengarse del marido le empiece a pegar a sus hijos. Absurdo, absurdo y absurdo.

El siguiente extracto lo tomé de Wikipedia (la enciclopedia libre…es decir socialista) y explica lo que es el teatro del absurdo. Necesitaba una explicación a lo que pasa en Venezuela. Vamos a ver:

«El Teatro del absurdo abarca un conjunto de obras escritas por ciertos dramaturgos estadounidenses y europeos durante las décadas de 1940, 1950 y 1960 y, en general, el que surgió a partir de la obra de aquellos. Se caracteriza por tramas que parecen carecer de significado, diálogos repetitivos y falta de secuencia dramática que a menudo crean una atmósfera onírica. El teatro del absurdo tiene fuertes rasgos existencialistas y cuestiona la sociedad y al hombre. A través del humor y la mitificación escondían una actitud muy exigente hacia su arte. La incoherencia, el disparate y lo ilógico son también rasgos muy representativos de estas obras comunes.

Muchos ven el Teatro del absurdo como unas obras sin explicaciones lógicas y sin sentido. Se resalta la incongruencia entre el pensamiento y los hechos, así como la incoherencia entre las ideologías y los actos. Los personajes tienen un gran obstáculo para expresarse y comunicarse entre ellos mismos constantemente. En las obras, definitivamente el decorado y las escenografías (al igual con los objetos y los accesorios utilizados) juegan un papel muy importante como contraste con el contenido de las mismas, porque presentan imaginariamente la realidad de los mensajes que se pretenden llevar. Se presenta todo en un marco de un mundo vacío y con objetos muy pesados que terminan dominando a los personajes. Toca temas muy importantes, relacionados, por ejemplo, con cuán susceptible se encontraba la civilización después de una gran batalla como lo fue la guerra mundial. Se percibe a través de sus personajes la desorganización que existía hasta en la manera de comunicarse unos a otros, donde muchas veces no había un punto de acuerdo entre todas las partes, pero sí un abuso de poder, donde los ricos y poderosos atropellaban a los más débiles y a los que menos posibilidades tenían para sobrevivir ante tanto caos y confusión. Lo interesante del Teatro del Absurdo es que no da las respuestas que esperamos, o las que creemos que vamos a esperar, sino que nos deja a nosotros la interpretación y el análisis de cada una de sus obras. El término absurdo proviene del uso de la misma palabra por los pensadores existencialistas como Albert Camus y Jean-Paul Sartre.

En El rinoceronte de Ionesco (1960) se muestra la ansiosa preocupación acerca del esparcimiento de las inhumanas tendencias totalitarias mostrando a la población de una ciudad transformándose en salvajes paquidermos».

¿Yo ya entendí lo que pasa en nuestro país y tú?

 

@J3CV
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El Universal 

Mar 09, 2015 | Actualizado hace 9 años
El robo del Siglo por Juan Carlos Varela

Calculadora

 

El 7 de mayo de 2012 se anunció con bombos y platillos la publicación de la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (“LOTTT”). Según el Gobierno Nacional, la Ley era lo mejor que le había pasado a los trabajadores desde la eliminación de la esclavitud. Ya la Ley va a cumplir tres añitos y los resultados son más que nefastos.

En esta columna nos vamos a referir únicamente a la parte netamente económica de la Ley y lo que para la fecha prometía el Gobierno a los trabajadores. La exposición de motivos de la Ley en su parte pertinente señalaba lo siguiente:

“DE LA JUSTA DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA Y LAS CONDICIONES DE TRABAJO

La LOTTT incorpora la noción de que la riqueza es un producto social generado principalmente por los trabajadores y las trabajadoras y por tanto se establece que su justa distribución debe garantizar una vida digna junto a sus familias. En la misma línea, atribuye al Estado la responsabilidad de proteger el salario, así como proteger y fortalecer el ingreso familiar, en corresponsabilidad con la sociedad y las organizaciones del Poder Popular, para lo cual el Ejecutivo podrá, entre otras  medidas, decretar aumentos salariales, realizando amplias consultas y conociendo las opiniones de las distintas organizaciones sociales e instituciones en materia socioeconómica. Se prohíbe el cobro de comisiones bancarias a cuentas de nómina y el establecimiento de condiciones para la apertura y mantenimiento de este tipo de cuentas.

Se eleva a treinta días de salario el pago mínimo por concepto de utilidades, y se recoge el mandato constitucional de establecer el derecho de los trabajadores y trabajadoras a prestaciones sociales que le recompensen la antigüedad en el servicio y los ampare en caso de cesantía, calculadas con base en el último salario devengado por el trabajador o trabajadora al finalizar la relación laboral.

Se establece por tanto la noción de garantía de las prestaciones sociales, que es o bien el crédito que realiza el patrono o la patrona en la contabilidad de la entidad de trabajo o bien el depósito en el fideicomiso individual o en el Fondo Nacional de Prestaciones Sociales a nombre del trabajador o trabajadora.

Es decir, las promesas del Gobierno cuando se aprobó la Ley eran proteger el salario y fortalecer el ingreso familiar. En teoría, una de las vías para lograr esas promesas era a través de la modificación del régimen de prestaciones sociales. La intención era volver a la retroactividad en su cálculo, haciendo que este se hiciese con base al último salario devengado al momento de la terminación de la relación de trabajo y no como venía haciéndose anteriormente (cálculo y pago mensual con base al salario del mes respectivo).

Pues bien, todo parecía muy bonito en el papel, pero los expertos advertían en que en situaciones de alta inflación y devaluación el cálculo retroactivo de las prestaciones sociales con base al último salario, era mucho más perjudicial para el trabajador que lo previsto en la Ley derogada.

En efecto, históricamente en escenarios de alta inflación los salarios nunca se han incrementado al mismo ritmo que los precios por los que las prestaciones se van diluyendo a un paso veloz y tenebroso. Es así, como una persona que recibía sus prestaciones mes a mes, ahora estaría perdiendo entre 70% y 80% del valor real de sus prestaciones sociales año a año, dependiendo de los porcentajes de inflación acumulada anual y el monto salarial incrementado en ese año respectivo.

En el sector privado el esfuerzo de empresarios y trabajadores ha permitido que las prestaciones sociales se puedan seguir calculando y pagando mes a mes, a través de acuerdos previstos en convenciones colectivas o acuerdos colectivos. Sin embargo, en el sector público la cosa ha sido diferente. Las convenciones colectivas no se discuten y por ende el sistema de cálculo de las prestaciones sociales se rige enteramente por lo previsto en la LOTTT.

En otras palabras, de la noche a la mañana el Gobierno ha visto disminuidos sus costos reales por concepto de prestaciones sociales a través de dos mecanismos que el mismo Gobierno controla a la perfección la devaluación y la inflación.

Solo piensa esto, cierra tus ojos e imagina por un segundo este escenario: Tú (como el Gobierno) tienes una renta producto de la venta de un producto (en el caso del gobierno la venta de petróleo) esa renta la recibes en Dólares de los Estados Unidos de América y tus gastos locales para producir esa renta están en Bolívares. El mejor negocio del mundo es cambiar esos Dólares al precio más caro que puedas y como si eso no fuese suficiente, tus gastos los diluyes en una inflación enorme.

Al final, con las migajas de lo que recibes en dólares, pagas todos tus gastos y te queda un montón de plata para gastarla en tus gustos más exóticos. En otras palabras el capitalismo más salvaje del planeta y el robo más espectacular del siglo.

 

@j3cv

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