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Feb 05, 2019 | Actualizado hace 5 años
Términos al traste, por Maria Andreína Muñoz-Tébar

HE PODIDO SUFRIR EN VIDA y liquidez monetaria propia la terrible censura a la que se han visto sometidos los medios de comunicación venezolanos.

En vida tengo en casa cuatro aparatos de televisión bien antiguos, por cierto, que han quedado de adorno para lo que llaman el entretenimiento y relax después de una jornada de trabajo. ¡Sí! Continúo encendiendo el que apunta a mi comedor, pero por mera necesidad a mi vocación periodística y realidad ciudadana. Mis tres hijos, dos de los cuales lamentablemente tuvieron que emigrar y espero de vuelta pronto, una todavía estudiante de comunicación social, deben extrañar a esa mamá que mientras almorzaba encendía el canal que antes era de todos los venezolanos. La programación y la pantalla de este canal me sirvió de mucho para mostrarles con carcajadas, gritos y comentarios míos incluidos, lo que significa vivir en democracia, opinar con intelecto, formarse para saber nutrir a una sociedad con muchas más pulgadas de las que ofrece un simple aparato de televisión que transmita el producto de un medio: panfletario, alienado, comprado, luchador, censurado.

Soy mujer de medio. Entiendo todos y cada uno de los términos.  

En cuanto a la liquidez me negué a seguir y aceptar propuestas de trabajo apetitosas para mi cuenta “corriente”. Y vaya que debe ir entre comillas esa palabra. Porque lo #Trending, lo #In, lo #Corriente era que aceptara. ¡Cuántas dificultades hubiese yo podido evitarle a mis hijos! ¡Qué paisajes y destinos!, ¡Qué propiedades! ¡Qué les cuento del saldo que mostrarían mis cuentas “corrientes”!

Muchos que me leen pensarán que soy rolo de gafa y tarada. Ellos, quienes asienten ante mi comentario anterior, no los quiero como venezolanos. Así de sencillo. Sean amigos o conocidos.

Y me reinventé. Y no soy millonaria. Y paso trabajo. Y soy decente. Y sigo en Venezuela.

Y no soy única. Porque en el apartamento de al lado vive una pareja fenomenal, talentosa, formada y trabajadora que hace milagros para seguir echando “palante” viviendo en su patria con la tristeza de tener a sus dos hijos lejos. Porque Marielena, quien me ayuda en casa, trata de garantizarle a su muchachito Gabriel sus estudios trabajando por día; a punto estuvo de no poder comenzar su año escolar porque no había con que comprarle la camisa del uniforme. Porque mi amiga Mary Montes, La Lavaud, mi amigo Carlos y mi amiga Sonsoles, ellos que cruzaron el mural en piso de Cruz Diez, también se reinventaron en condiciones aún más difíciles, en tierra ajena; y siguen luchando por una “Venezuela Bella”. Para ellos NO es una misión política y jalada por los moños. Para ellos es Justicia, es Sentir Ciudadano, es Retorno. Y qué decir de @alfredoromero y @himiobsantome quienes no descansan un minuto por aquellos presos en dictadura. Y la lista crece, y crece, y se haría interminable al mencionar a tantos presos políticos y comunes.

Y todos, los de allá y los de acá, nos expresamos por las redes sociales. Las únicas libres. Esas que nos permitieron saber de los robos descomunales publicados por @armandoinfo, de los asesinatos y faltas a derechos humanos publicados en @runrunesweb . Las que permiten que escuchemos los editoriales y noticias mañaneras de @cmrondon luego de haber sido callado en “revolución”. Las reflexiones de @manriquehector, @leonardo_padron

Qué más da qué tan famoso seas. Tu fama es tu nacionalidad: venezolano. Tú tienes derecho a expresar lo que sientes y te rodea. Tú cuentas. Tú vales.

Cada minuto de un venezolano es historia, es llamado a un cambio, es grito de libertad. Qué más da tu redacción, si tienes o no errores ortográficos, si fuiste o no chavista. Si sigues a María Corina, si aún crees en Henrique Capriles. ¡Exprésate!

Pero hazlo con un unísono objetivo: Venezuela Libre, mejores valores, mejores ciudadanos y mejores gobernantes.

Procura seguir el orden anterior.

Y aquí me refiero al título.

Nunca llamemos Guerrilla Comunicacional a la expresión de un pueblo que se quiere libre. Al traste términos que per sé brindan poco progreso a una sociedad

Hablemos en tiempo presente.  

Hablemos de “Venezuela”.

Una sola palabra.

Sencillito.

La Venezuela libre, productiva y honesta que todos soñamos.

Quien me lee tendrá que ser garante de que los tres adjetivos anteriores se cumplan a futuro, y a la perfección.

 

@dremunoztebar

Vida y muerte de Sofía Ímber: Un testimonio personal

@diegoarroyogil

Ha transcurrido un año desde la muerte de Sofía Ímber y tengo la doble sensación de que fue hace más de un año y de que fue hace menos de un año que murió. La muerte de personas a las que uno quiere o admira mucho –al principio, yo admiraba a Sofía más de lo que la quería, y terminé queriéndola tanto o más de lo que al principio la admiraba– nos altera considerablemente la percepción del tiempo humano. En el orden del tiempo humano, la gente nace, vive y se muere. El afecto, cuando es herido por la pérdida, lo cambia todo. Una de las grandes preocupaciones de Sofía era precisamente esa extraña relación que se establece, para los que quedan vivos, entre el tiempo y la muerte después de la muerte. Ella mencionaba, por ejemplo, a Carlos Rangel, su segundo esposo, o a su hijo Pedro –ambos fallecidos antes que ella–, y hablaba de ellos en presente, como si estuvieran en la sala o en la cocina, pero, al cabo de un rato, se ponía a decir lo mala que es la muerte, “porque cuando alguien se muere, desaparece para siempre, deja de existir, y mí eso me choca mucho”.

Era un ser fascinante Sofía. Tenía un mundo interior complejísimo que, aunque a veces te podía desconcertar e incluso desesperarte, te hacía conocer giros de la inteligencia que tú no te imaginabas que pudieran mostrarse con tanta naturalidad mientras te tomabas un trago con una amiga, que era ella, una noche cualquiera. Cuando yo comencé a frecuentarla, Sofía acababa de cumplir 89 años. Lo recuerdo muy bien porque ordenó que me sirvieran un pedazo de una torta de chocolate que, según ella, era la mejor del mundo, “pues no tiene harina”. Educadamente, aparté el postre y le dije que no, que muchas gracias. Me miró con sus ojos de tigre, como brasas.

–Esa torta me la manda Patty Phelps todos los 8 de mayo. Yo la estoy compartiendo contigo y tú la vas a rechazar.

El 8 de mayo era el día de su aniversario y acababa de pasar: la torta de la señora Phelps aún estaba fresca. Yo sonreí y cogí el plato. “Con que esta es Sofía –pensé–. La fama no es de gratis”. Era la primera vez que ella y yo nos sentábamos a conversar y ya me llevaba a su terreno: allí donde quien entraba estaba obligado a librar con ella el buen combate. Nunca, en adelante, a lo largo de los miles de encuentros que tuvimos, dejé de sentir el reto que era estar con ella. Nunca me aburrí. Jamás. Nunca dejé de aprender algo. Nunca, tampoco, me dejó ir sin confiarme que yo también le había enseñado algo, o que, por el contrario, ese día no le había enseñado nada en absoluto.

–Hoy estuvimos mal, Dieguito. Yo estoy estúpida, y tú, callado –y canturreaba–: “Te vas, sin dejar una huella en el camino” –como dice la copla del Amor Viajero.

Mis amigos no entendían. ¿Tres horas, dos días a la semana… con Sofía Ímber? Y es que a veces eran más de tres horas y más de dos días a la semana. A veces yo iba de lunes a viernes, y también el sábado y el domingo, desde el mediodía hasta las siete de la noche, o desde las cinco hasta las diez… No, mis amigos no entendían. Hasta que comencé a invitarlos a ir conmigo a visitarla. Y ella, que ya confiaba en mí, me sometía sin embargo a un exhaustivo interrogatorio… ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Qué hace? ¿Qué edad tiene? ¿De dónde se conocen? ¿Bebe? ¿Le gusta el maní?, porque lo único que tengo para ofrecer es maní, aunque puedo mandar a hacer unos tequeños… Mentira. Los días de doble o triple visita Sofía era tan espléndida como siempre: ponía whisky, cervezas, café, maní, merey, tequeños y, si daba la hora de comer, que era lo usual, pedía sándwiches de muerte lenta, además de pasta seca y dulcitos. Y mis amigos, abrumados, preguntaban: “Me vas a volver a traer, ¿verdad?”. Y Sofía, que no perdía ocasión de ejercer su influencia avasallante, salía de inmediato al quite:

–¡Claro! No hace falta que él te invite. Tú ya sabes dónde vivo.

–Antes fue sábado que domingo –soltaba yo, para provocarla.

–¿Te das cuenta? –se dirigía ella a la visita–. Diego me quiere tanto que no soporta competencia.

Sofía amaba muchas cosas, pero por sobre todas amaba la juventud. No me refiero solo a la juventud del cuerpo, cuya belleza sin duda la entusiasmaba, como supongo que a todos. (Al que no, ese sí está muerto). Hablo de la juventud de la propia vida, de ese no enmohecerse a pesar de lo difícil que es vivir, a pesar del sufrimiento, a pesar de los malos entendidos, a pesar de los errores, a pesar del odio y del amor. A pesar de uno mismo y de todo lo que existir implica.

No creo cometer una infidencia al contar que Sofía adolecía de una condición bastante inusual. Una condición anímica que ella descubrió cuando tenía, apenas, 21 años, en 1945. En ese momento ella no supo decir ni decirse bien de qué se trataba, pero con el tiempo, gracias a la ayuda de especialistas, lo puso en claro. Gracias al doctor Daniel Lagache, una eminencia del psicoanálisis en el siglo XX, Sofía supo que su interioridad era un caballo desbocado, un caballo que le exigía que tomara conciencia de su propia energía y que la condujera para que no destruyera su vida. Lo explicaré como ella y yo nos lo explicábamos a nosotros mismos cuando hablábamos del asunto: a Sofía el solo hecho de existir le causaba angustia. Así mismo, léase bien: a Sofía el solo hecho de existir, el solo hecho de estar viva, le causaba angustia.

–Pero, ¿angustia de qué? –le preguntaba yo.

–De nada –decía–. Eso es lo peor, que no es angustia de nada. Angst, le llaman los alemanes, una cosa que parece que te ahoga por dentro.

Me costó un buen tiempo captar la singularidad del fenómeno, hasta que un día todo se hizo evidente, y Sofía, que ya era un ser especial para mí, se convirtió en algo más que eso. Se convirtió en una criatura excepcional, de esas que sabes que vas a conocer solo una, dos, máximo tres veces en la vida. Como decir que conociste a Jeanne Moreau, o a Saint Laurent, o a Chanel, o a Diaghilev. Todo se hizo evidente, no porque Sofía hiciera algo en particular, sino porque el misterio se dio la vuelta para revelarse solo. Se hizo evidente que ese caballo que era su interioridad, y que le provocaba una angustia que ella odiaba, era su don. Esa angustia era su mayor virtud y su mayor defecto. Su ángel y su demonio. Su duende tutelar. Su inmensa fuerza. Su magnetismo animal. Esa angustia era el combustible que la había llevado a hacerse a sí misma, que la había llevado a ser Sofía, un ser humano con quien el mundo no había perdido su tiempo.

Por esto y más, cuando, la madrugada del 20 de febrero de 2017, me llamaron para avisarme que había muerto, dije que no podía ser. La muerte de personas a las que uno quiere o admira mucho –al principio, yo admiraba a Sofía más de lo que la quería, y terminé queriéndola tanto o más de lo que al principio la admiraba– nos altera considerablemente la percepción del tiempo humano. Era como si me dijeran que se había muerto la naturaleza. Ha transcurrido un año y tengo la doble sensación de que fue hace más de un año y de que fue hace menos de un año que murió.

–Yo no soy mujer de estar dos días en ninguna parte –me dijo una noche. Y yo entendí: cuando Sofía llegaba a tu vida, se instalaba para siempre.

A mí me parece ver en la distancia dos ojos de tigre, como brasas, que siguen amando la vida y odiando la muerte.

Sobre las antígonas criollas y la buena vida, por Asdrúbal Aguiar

ManifestacionesVenezuela2017

 

Mi apreciado condiscípulo Edgar Cherubini escribe, a profundidad, su reciente artículo Antígonas criollas en homenaje de “admiración y orgullo por las mujeres que se enfrentan a la denigrante dictadura comunista en Venezuela”. Lo hace para afirmar el carácter simbólico y ejemplarizante de quienes han visto asesinar, torturar, encarcelar a sus seres queridos y a la par reaccionan con dignidad y coraje inenarrables, ejemplarizantes; dignas de ser emuladas por todos quienes luchan por desatarse del oprobio y el mal absoluto instalados en este sufriente país de hoy, donde ayer abriera mis ojos como vecino de la Capilla de la muy caraqueña esquina de La Fe.

Lo esencial es su enseñanza, el introducir el dilema antiguo que esta vez rasga a las generaciones del presente y las sitúa sobre un parte aguas existencial, a saber, o seguir a Antígona, quien obedece y se comporta guiada por las leyes inalterables no escritas, ancladas en el sacrosanto principio del respeto a la dignidad humana, optando incluso por el sacrificio, o transar con la voluntad humana representada en Creonte, el dictador que entrega a las fieras el inerte cuerpo de su hermano Polinice.    

Es éste, como lo creo, el dilema que confunde e interpela a los líderes democráticos venezolanos. Todos, acaso de buena fe, se encuentran empeñados en la tarea de la conquista de la libertad y para la reconstrucción democrática. Unos lo hacen atados a los principios, “hasta el sacrificio”, y se inmolan sin reparar en si verán logrados o no sus objetivos, en tanto que otros, quizás convencidos de que no existen leyes universales para el quehacer humano, menos el político, ni que hay, siquiera, causalidades cósmicas o a lo mejor profanas a las cuales servir, optan por lidiar con la realidad y aligerarle sus cargas.

No por azar – lo digo sin intenciones subalternas – una parte de la oposición democrática ha acudido sin agenda ni propósitos definidos e inalterables a unos diálogos exploratorios con la dictadura de Nicolás Maduro. Opta por atender una invitación y auscultar su pertinencia, a fin de saber lo que podría o no lograr dentro de ella y en una lucha de poderes desbalanceados que, al término y de suyo, siempre favorecen al citado Creonte criollo.

Pero volvamos a lo que interesa. En su cuidadosa elaboración Edgar deja reflexiones de calado, como la cita de la filósofa de origen galo Anne Dufourmantelle – quien fallece ahogada tratando de salvar a unos niños – y a cuyo tenor “una sociedad que no está en condiciones de soportar el sacrificio es una sociedad pervertida”. Una lectura apresurada de su artículo, no obstante, puede sugerir que ambas posturas encuentran igual sustento en la tragedia de Antígona: La primera por afincarse en una interpretación ética, de suyo personal, conforme con la moral de la civilización, y la segunda, por revelarse contra la tesis determinista – “el guion de nuestras vidas ya ha sido trazado por el destino” – y sobreponerle el quehacer humano, la voluntad hecha acto.

Se trata, lo repito, de una cuestión agonal. La ausencia probable de una clara resolución sobre el particular acaso explica lo que asimismo llevara a los opositores venezolanos – otra vez vuelvo al ejemplo inevitable – a caer en la vil trampa de las elecciones regionales planteadas por Maduro luego de ejecutar su golpe de Estado constituyente: “Si no vamos perdemos nuestras gobernaciones, y si vamos el régimen puede quitárnoslas”. Se trata, al cabo, de una trampa de palabras, que la misma oposición resuelve de modo adverbial: “Si nos desconocen quedarán al descubierto, como una dictadura”.

El tema es álgido en cuanto al fondo y ocupa a la mesa global, bajo pugna abierta. Cada sociedad o cada parte de ésta en sociedades pulverizadas como la nuestra, tiene, entonces, el deber de hacerse el planteamiento moral. De encontrarle una respuesta ética, si el compromiso que se tiene es devolverle el sentido a la política y la misma democracia durante el siglo que ya corre presuroso.

Papa Ratzinger, quien actualiza el debate sobre Razón y Fe con motivo del que sostuviese con Jürgen Habermas, ante el interrogante de este sobre si las constituciones escritas se bastan a sí, con sus fardos de normas prescriptivas, para resolver todos los problemas, desde antes de ser electo como Cardenal responde lapidario. Apela, para sorpresa de no pocos, a lo afirmado por la misma Ilustración en la antesala de nuestras repúblicas modernas: “Las normas morales esenciales… [son] válidas etsi Deus non daretur, incluso en el caso de que Dios no existiera…. [pues de] este modo se quisieron asegurar los fundamentos de la convivencia y, más en general, los fundamentos de la humanidad. En aquel entonces, pareció que era posible, pues las grandes convicciones de fondo surgidas del cristianismo en gran parte resistían y parecían innegables. Pero ahora ya no es así”, se lamenta el pontífice que renunciara luego.

No huelga, por ende, con vistas a ese “ahora ya no es así”, recordar que para David Hume (1711-1776), historiador escocés, el bien y el mal, lo valioso o despreciable, lo correcto o incorrecto, se reduce a un mero sentimiento humano; lo que es inherente al narcisismo digital en boga. De allí que la valoración negativa que acerca de la dictadura en Venezuela tiene la comunidad internacional, consciente de que resume todas las perversidades posibles – corrupción, peculado, drogas, terrorismo, sadismo político y policial -, algunos actores la morigeren, como “realidad política”.

De modo que, en el esfuerzo por darle contenido a la ética en la política dentro de un contexto a redescubrir, el de la moral democrática, vale el consejo de Ronald Dworkin en su Justicia para erizos: Se “requiere trazar en la ética una distinción que es conocida en la moral: una distinción entre el deber y la consecuencia, entre lo correcto y lo bueno. Deberíamos distinguir entre vivir bien y tener una vida buena…. [y] vivir bien significa – para Dworkin – bregar por crear una vida buena, sujeta a las restricciones esenciales para la dignidad humana” y en procura, no siempre alcanzable por perfectible, de la vida buena.

@asdrubalaguiar

correoaustral@gmail.com

Humberto Prado: “El Estado es responsable del derecho a la vida de los privados de la libertad en Venezuela”

SEGÚN EL ARTÍCULO 43 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, “el derecho a la vida es inviolable. Ninguna ley podrá establecer la pena de muerte, ni autoridad alguna aplicarla. El Estado protegerá la vida de las personas que se encuentren privadas de su libertad”.

Así lo recordó Humberto Prado, director del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), quien denunció que al menos 45 presos políticos sucumben ante la precariedad del sistema penitenciario en Venezuela; en tanto, aunque el Estado es responsable de la atención médica en los sitios de reclusión, las medidas que asumen son nulas y la situación resulta desesperanzadora tras el fallecimiento del concejal apureño Carlos Andrés García.

En ese sentido, refirió que 39 presos políticos requieren de medidas humanitarias por el deterioro de su estado de salud. Tal es el caso de Carlos Graffe, quien padece de cálculos renales; y el profesor de la Universidad de Carabobo, Santiago Guevara, quienes permanecen detenidos en la entidad carabobeña y han solicitado medidas humanitarias.

“El Estado venezolano debe ofrecer respuestas inmediatas sobre el derecho a la vida de todos los presos, y como evidentemente no lo ha hecho, entonces está incurriendo en la omisión de no garantizar el derecho a la salud de estas personas”, sentenció Prado, quien hizo énfasis en el fallecimiento del concejal apureño.

Como se recordará, García Pérez falleció la noche del pasado domingo 17 de septiembre, luego de permanecer durante al menos un mes en grave estado de salud como consecuencia de un Accidente Cardiovascular. Los familiares del edil denunciaron que sufrió el ACV cuando se encontraba en los calabozos del Sebin-Guasdualito, donde sufrió de hacinamiento e insalubridad desde diciembre de 2016, y por más de 15 días estuvo sin recibir atención especializada, hasta cuando lo trasladaron al Hospital Central de San Cristóbal.

Otros casos que preocupan de sobremanera al OVP es el del diputado y militante de Voluntad Popular, Gilber Caro, quien está en la cárcel de Tocuyito, presuntamente en aislamiento severo, y que estuvo varios días en huelga de hambre. En delicado estado de salud también se encuentra el alcalde de Barquisimeto, Alfredo Ramos, quien padece una fuerte crisis hipertensiva.

Mientras que de los 22 estudiantes llevados a la cárcel de El Dorado, en el estado Bolívar, cuatro adquirieron paludismo y por ese motivo fueron trasladados a la cárcel de Tocuyito. En su calidad de defensor de los derechos humanos de los privados de libertad en Venezuela, Prado hizo un llamado de emergencia a los organismos internacionales para que se pronuncien sobre esta situación que pone en peligro al resto de la población penitenciaria, que en su conjunto están expuestos a enfermedades como tuberculosis, escabiosis, infecciones de transmisión sexual, entre otras.

Aunado a esto, Prado también exigió la liberación inmediata de 18 privados de libertad que recibieron su boleta de excarcelación, pero que sin motivo alguno permanecen tras las rejas. En el grupo destacan los dirigentes Yon Goicoechea y José Vicente García, quienes según sus familiares están en celdas sin ventanas ni ventilación, y además les dan agua contaminada.

“Los privados de libertad que tengan problemas de salud deben recibir una medida cautelar de inmediato para que puedan recibir la atención médica adecuada y que puedan trasladarse rápidamente hasta un centro de salud en caso de una emergencia. El Gobierno venezolano se jacta del respeto a los derechos humanos, pero es evidente que atenta contra los más vulnerables, que son precisamente los que no tienen acceso a la libertad. Es bien sabido que el grado de civilidad de un Estado se mide en el modo como trata a sus presos.”, enfatizó Prado.

Casos para recordar

Son muchos los casos de privados de libertad que han muerto por la ineficacia del Estado en cuanto al sistema penitenciario; no obstante, existen casos emblemáticos de presos políticos fallecidos, tales como el de Rodolfo Pedro González Martínez, de 64 años y conocido como «el Aviador», quien fue hallado muerto el 13 de marzo de 2015 en su celda dentro del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).

«Vimos varios tuits que decían que Rodolfo González había sufrido un accidente y lo trasladaron en ambulancia», destacó su hija Ivette González en ese entonces. Además, aseguró que acudió a la sede del Sebin para solicitar información, pero le negaron el acceso; media hora después la llamaron desde el Ministerio Público para informarle que su padre se había quitado la vida.

González fue capturado tras un allanamiento a su vivienda, luego de que un «patriota cooperante» lo denunciara en por ser presuntamente líder de las manifestaciones. «Mi papá estaba desesperado, era muy fuerte el acoso psicológico que recibía. Varias veces intentó quitarse la vida y lo frenamos», destacó la hija.

Cifras escalofriantes

En Venezuela se registran un total de 504 presos políticos, que han sido acusados de terrorismo, asociación para delinquir, entre otros delitos, 99 de ellos han recibido el beneficio de arresto domiciliario; mientras que el resto sobrevive a condiciones infrahumanas en los calabozos del Sebin, comandos GNB, Cicpc, comandos PNB y centros de reclusión preventiva.

Los estados con mayor cantidad de detenidos son Zulia con 111, Miranda con 74 y Aragua con 73. En Carabobo aún hay 38 personas detenidas, 32 en Mérida, 28 en Bolívar y 27 en Táchira.

Prensa Observatorio Venezolano de Prisiones

Derechos sin revés: Ejecuciones extrajudiciales y el Protocolo de Minnesota

GNB-disparando

 

El derecho a la vida es un derecho humano fundamental, cuyo goce pleno es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos humanos. De no ser respetado, todos los derechos carecen de sentido.

El derecho a la vida, que es el derecho de toda persona al ser y a la existencia, es intangible frente al Estado y a los particulares mientras con su ejercicio no se infiera daño injusto a los derechos de otro. Es decir, la vida misma es el presupuesto indispensable para que haya titularidad de derechos y obligaciones.

En ese sentido, los Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de ese derecho inalienable y, en particular, el deber de impedir que sus agentes atenten contra él.

Esa obligación de los Estados de respetar, proteger y cumplir este derecho se deriva del artículo 1º de la Declaración Americana de derechos y deberes del hombre y del artículo 3º de la Declaración Universal de derechos humanos. “Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente” así lo señalan los artículos 6º del Pacto internacional de derechos civiles y políticos y artículo 4º de la Convención americana sobre derechos humanos.

Sobre el valor de este derecho se desprende el siguiente texto de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de derechos humanos:

Este derecho forma parte del núcleo inderogable, pues se encuentra consagrado como uno de los derechos que no puede ser suspendido en casos de guerra, peligro público u otras amenazas a la independencia o seguridad de los Estados Partes.

En razón de lo anterior, los Estados deben adoptar todas las medidas necesarias, no sólo para prevenir, juzgar y castigar la privación de la vida como consecuencia de actos criminales, en general, sino también  para prevenir las ejecuciones arbitrarias por parte de sus propios agentes de seguridad.  

La calificación de ejecución arbitraria o extrajudicial (términos que pueden emplearse indistintamente), debe reservarse para los casos de privación de la vida como consecuencia de homicidios o actores realizados por cuerpos de seguridad de un Estado o con la complicidad o tolerancia de éste, incluyendo igualmente los fallecimientos durante la detención o prisión como consecuencia de tortura, malos tratos o de falta de tratamiento médico o de otro tipo.

Se considera que ocurre una ejecución extrajudicial o arbitraria en cualquiera de las siguientes circunstancias: muerte como consecuencia del uso de la fuerza por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, cuando ese uso no obedece a los criterios de necesidad, racionalidad y proporcionalidad.

Muerte como consecuencia de un ataque por agentes del Estado en operaciones militares o policiales sin que medie ninguna justificación legal amparada por el derecho internacional.

Muerte de una persona detenida como resultado de condiciones inadecuadas de su privación de la libertad o en circunstancias poco claras que pongan en entredicho el deber de garantía.

del Estado. Si esa privación de la libertad es ilegal se estaría ante un concurso entre una detención arbitraria y el homicidio.

Muerte como resultado de una desaparición forzada cometida por agentes del Estado, así no aparezca el cuerpo de la víctima o sólo si aparecen algunos de sus restos. En esta situación la ejecución concurre con la desaparición forzada en concurso de delitos entre la desaparición y el homicidio.

Muerte como resultado de torturas y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes perpetrada por agentes del Estado. Aquí también se produce otro concurso de delitos entre la tortura y el homicidio.

Las ejecuciones que se sospeche que son extrajudiciales, arbitrarias o sumarias pueden investigarse de acuerdo con el derecho nacional o local vigente y culminar en procedimientos penales. Sin embargo, en algunos casos los procedimientos de investigación pueden resultar inadecuados debido a la falta de recursos y conocimientos o a que el organismo encargado de realizar la investigación pueda ser parcial. De ahí que sea menos probable que prosperen esos procedimientos penales.

Por esa necesidad, las Naciones Unidas elaboró el Manual sobre la Prevención e Investigación Efectiva de Ejecuciones Extrajudiciales, Arbitrarias y Sumarias. Se hizo con la asesoría legal de Advocates for Human Rights, y fue adoptado por el Consejo Económico y Social de la ONU en su resolución 1989/65 de 24 de mayo de 1989. Es un modelo internacionalmente aceptado para iniciar investigaciones de presuntas ejecuciones extrajudiciales y en especial en las que se realizan a exhumaciones de fosas comunes en cualquier lugar del mundo.

El objeto general de una indagación es descubrir la verdad acerca de acontecimientos que ocasionaron la muerte sospechosa de una víctima y para cumplir este objetivo, quienes realizan la indagación deben adoptar, como mínimo, las medidas siguientes: a) Identificar a la víctima; b) Recuperar y conservar medios probatorios relacionados con la muerte para ayudar a todo posible enjuiciamiento de los responsables; c) Identificar los testigos posibles y obtener declaraciones de ellos con respecto a la muerte; d) Determinar la causa, la forma, la ubicación y la hora de la muerte, así como toda modalidad o práctica que pueda haber provocado la muerte; e) Distinguir entre muerte natural, muerte accidental, suicidio y homicidio; f) Identificar y aprehender a la persona o personas que hubieran participado en la ejecución; g) Someter al perpetrador o perpetradores sospechosos de haber cometido un delito a un tribunal competente establecido por ley.

COFAVIC siempre ha reiterado la importancia de usar estándares internacionales para documentar violaciones a los derechos humanos (art 23 de la CRBV),  con base en el Manual sobre la Prevención e Investigación Efectiva de Ejecuciones Extrajudiciales, Arbitrarias y Sumarias de Naciones Unidas. 

Adoptar medidas de protección para garantizar la vida, la seguridad y la integridad física y psicológica de todos los familiares de las víctimas, testigos y sobrevivientes, así como de todas las personas defensoras de derechos humanos en Venezuela;

 Y, finalmente, garantizar que los órganos policiales y los organismos de seguridad ciudadana tengan un carácter estrictamente civil y profesional en todos sus niveles jerárquicos con clara diferenciación tanto institucional como conceptual, de la labor de prevención delictiva y de la investigación criminal.

Caracas no ofrece calidad de vida y es la más insegura de América Latina

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No somos suizos y una encuesta mundial lo remarca. Entre las ciudades de América Latina y el Caribe, Caracas es una de las que ofrece menos calidad de vida y en este rango solo compite con Puerto Príncipe (Haití) y La Habana (Cuba), pero no tiene rival alguno en inseguridad personal.

Este es el resultado de la encuesta anual de Calidad de Vida 2016, en su edición número 18, elaborada en 231 urbes de los cinco continentes por la Consultora en Recursos Humanos, Merce. Según sus resultados, Viena (Austria) permanece en el primer puesto con mejor calidad de vida del mundo, seguida por Zúrich (Suiza), Auckland (Nueva Zelanda); Vancouver aparece con la mejor calidad de vida de América del Norte y Singapur, en Asia.

Al evaluar América del Norte, las ciudades canadienses Vancouver y Toronto ocupan los primeros puestos de la lista. En México, Monterrey, que ocupa el N° 108, es la ciudad con la mejor calidad de vida, y Ciudad de México ocupa el puesto 127; sin embargo, en América del Norte estas dos urbes ocupan los últimos puestos del ranking.

En el Caribe, La Habana (191) y Puerto Príncipe (227). En América del Sur, Montevideo (78), Buenos Aires (93) y Santiago (94) siguen siendo las ciudades con la mejor calidad de vida, mientras que Bogotá (130), La Paz (156) y Caracas (185) ocupan las últimas posiciones del ranking.

En materia de seguridad personal, que es uno de los factores que mide el análisis de calidad de vida de acuerdo con la Consultora con sede en México, Luxemburgo (Luxemburgo) se sitúa como la ciudad más segura y Bagdad (Irak) como la menos segura.

“Todas las ciudades canadienses dominan los primeros puestos de seguridad personal en el ranking, con Calgary, Montreal, Ottawa, Toronto y Vancouver en el puesto 16, mientras que ninguna de Estados Unidos se ubica entre las primeras 50. Las ciudades estadounidenses que ocupan los puestos más altos del ranking son Chicago, Honolulu, Houston y San Francisco, que comparten el puesto 54. Kingston (199), Tegucigalpa (201) y Puerto Príncipe (211) tienen los niveles más bajos de seguridad personal en la región. En el puesto 96, Montevideo es la más segura de América del Sur, mientras que Caracas (214) es la menos segura”, indica el estudio publicado en su página web.

“Las amenazas son cada vez mayores en materia de seguridad en el ámbito local y global; el desplazamiento de la población como consecuencia de la violencia, y los conflictos sociales en los principales centros de negocios en todo el mundo son elementos que se suman al complejo reto que enfrentan las compañías multinacionales a la hora de analizar la seguridad y la salud de sus trabajadores expatriados”, expresa Ilya Bonic, senior partner of Mercer’s Talent Business, quien agrega: “Las empresas multinacionales necesitan datos precisos y métodos objetivos para determinar las implicaciones en los costos relacionados con la disminución de la calidad de vida y los problemas de seguridad personal al compensar a sus expatriados”.

Laureano Márquez P. Feb 23, 2017 | Actualizado hace 7 años
Sofía, por Laureano Márquez

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La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”.

Jorge Luis Borges 

 

Sofía se va en paz. El epígrafe de Borges nos confronta con el sentido de la existencia. El valor de una vida, en definitiva, está en lo que su transitar mundano configura para la eternidad. La eternidad no es un período muy largo, es el tiempo sin límite, el día infinito de Dios en el cual nuestra vida es solo un parpadeo de ojos. Quizá por esto llegó a decir San Euquerio que el negocio por el cual debemos luchar es la Eternidad y esto dicho en un país en el cual los negocios son infinitos solo en ganancias y bastante temporales, es casi subversivo. Muchos serán recordados por el mal que hicieron, por su contribución a hacer del mundo un lugar deshonesto, perverso y vil; así los retratará la eternidad, mientras haya memoria humana. Otros, como Sofía Ímber, quedarán brillando por siempre como faro de luz de inteligencia, bondad y cultura para contrarrestar la destrucción de los primeros. Así ha sido la historia de la humanidad y -por los vientos  que soplan- así seguirá siendo, porque somos seres libres de hacer nuestra de  nuestra vida un castigo o una bendición para nuestros congéneres.

Hay un balance cuando una vida concluye. Según los antiguos egipcios, en el juicio final los dioses pesaban el corazón del difunto que debía ser más liviano que su contrapeso: una pluma de avestruz. Sofía se nos fue con el corazón livianito de tanta entrega apasionada por Venezuela. Solo  la creación del Museo de Arte Contemporáneo, es una de las mejores contribuciones que se han hecho a la cultura venezolana. Comenzó en un espacio de 600 metros y término teniendo 22.000 y allí hicimos nuestros a Picasso, Monet, Rodin y algunos otros de los universales y nuestros artistas hallaron casa. Alguien decidió borrar su nombre del museo ¿Cómo harán para borrarlo de nuestros corazones?

Esta semana la Universidad Simón Bolívar le habría dado el doctorado Honoris Causa, la distinción más grande que otorgan las universidades a quienes son ya patrimonio de la cultura. Daniel Varnagy, a quien correspondía hacer el discurso en el claustro, dice que hace poco preguntó a Sofía qué es la felicidad, a lo que ella respondió: “felicidad es estar en paz con uno mismo”. Difícil de lograr, sin duda, aunque suene tan sencillo: nuestro subconsciente nos tiende trampas para que podamos evadir las propias contradicciones. Sin embargo, la certeza de esta paz se evidencia en las obras de cada uno, en aquello que aupó en vida, en el legado que deja. Decía San Juan de la Cruz: “en la tarde de la vida te examinarán de amor”. Creo que Sofía fue examinada y salió con calificaciones Honoris Causa.

La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene. Ojalá que la vida vivida de Sofía sea una inspiración para la muerte que nos viene a los que aun estamos aquí. De eso se trata, a fin de cuentas, la vida. Cuántas veces quien funda un museo se habrá preguntado: “¿qué es lo bello?” La vida humana está convocada a la belleza, para Platón la belleza es “el esplendor de la verdad”. San Agustín dice que lo bello es lo que podemos amar. Sofía, cual paciente pintor, ha rematado la obra de su vida. Tuvimos la fortuna los venezolanos de que los azares de la historia arrimaran su barco a nuestras costas. Nos entregó su deliciosa vida haciendo de nuestro país un lugar mejor, más culto, noble, amable y pensativo. Buen viaje Sofía: que tus ojos se llenen de luz contemplando el cuadro infinito e inmutable. Tú, que hiciste de tu vida una obra de arte.

 

  ¡Ah! Y saludos a Pedro León.

@laureanomar

La verdadera historia de Gilber, por Roberto Patiño

GilberCaro

 

El diputado Gilber Caro es un amigo que, en estos momentos, se encuentra secuestrado por un gobierno dictatorial, bajo cargos y acusaciones fraudulentas, que buscan, además, convertir sus logros de vida en elementos para el escarnio y la descalificación.

Gilber Caro no es un golpista. Lo conozco desde el 2007, cuando yo participaba en el movimiento estudiantil. Mi aprecio por Gilber fue en aumento a medida que conocí su historia, sobre la que él ha sido siempre franco y sincero. Tuvo una juventud de “malas juntas” y de delincuencia, que lo llevó por diferentes cárceles hasta cumplir una condena de 10 años en el Rodeo 1. Allí, luego incluso de formar una banda carcelaria, Gilber decidió cambiar y se rehabilitó. Se convirtió al cristianismo y a su salida formó una organización, Liberados en Marcha, que trabaja en la reinserción de los privados de libertad.

Como ya he dicho, Gilber es franco a la hora de hablar de su pasado. No lo oculta y lo asume con responsabilidad. En años recientes hemos coincidido en numerosos foros y talleres, relacionados a la cultura de la violencia, la prevención de la inseguridad y la organización de las comunidades. Su testimonio es un ejemplo de redención a pesar de las dificultades, de asumir la responsabilidad de nuestros actos, de rehabilitación y reinserción, como aspecto primordial para el control y disminución de la criminalidad. Ha hecho cursos en el IESA e incluso logró una beca para estudiar en una universidad del extranjero. Un largo camino y un arco vital impresionante desde su juventud problemática, logrado a punta de esfuerzo, responsabilidad y autodeterminación.

El 11 de enero fue detenido de forma irregular, junto con su novia, por el SEBIN, en una de las primeras acciones del Comando Anti Golpe liderado por el vicepresidente El Aissami. Se le acusó de llevar armas y explosivos y se presentó un perfil de su persona, replicado después en distintos medios afectos al oficialismo, en el que se le presentó como a un criminal, manipulando groseramente su biografía.  Como ha sido usual en estos casos, Gilber está incomunicado y se desconoce las condiciones a las que está siendo sometido o su estado y el de su compañera. Al momento de escribir estas líneas no ha podido ser visto por familiares, allegados ni representantes legales. En días pasados se han dado a conocer grabaciones de una conversación de Gilber con Lilian Tintori, cuyo contenido se pretende utilizar, bajo una interpretación forzada y sin bases, como prueba de una conspiración desestabilizadora. Todo lo anterior ha sido utilizado por el régimen para vincular al partido Voluntad Popular a un plan golpista e inhabilitarlo.

La historia de rehabilitación de Gilber es un caso atípico y motivador frente a situaciones de impunidad, crisis carcelaria o la exaltación de los antivalores del pranato que tristemente se han vuelto tan comunes en nuestro país. Es inaceptable que el régimen lo tergiverse y lo emponzoñe en la creación de un falso chivo expiatorio. En vez de usarla como un ejemplo de superación, la pervierte, explotando la  procedencia y pasado delictivo de esta persona y contradiciendo, de forma hipócrita, el falso discurso progresista e de aceptación de una pretendida revolución. La militancia de Gilber en un partido político, en el que organiza manifestaciones y promueve la activación de un RR, por ejemplo, son actividades democráticas, consignadas en nuestra constitución. Es inaceptable que se criminalicen como acciones golpistas o maniobras desestabilizadoras, por un gobierno que ha destruido toda vía democrática para el entendimiento y resolución de conflictos.  Su detención y acusación junto con su pareja, la manera en como funcionarios y voceros gubernamentales han presentado supuestas pruebas y declaraciones, saltándose normativas legales, procesos judiciales y utilizando medios del Estado, es completamente ilegal y fuera de derecho. Es inaceptable que el régimen pretenda normalizar este comportamiento dictatorial, así como las acciones del SEBIN y el Comando Anti-golpe, que funcionan sin control alguno de instituciones como la Fiscalía o la Defensoría del Pueblo.

Defiendo a Gilber porque es mi amigo y estoy convencido de su inocencia. Pero también, sencillamente, porque no puedo aceptar la forma, absolutamente ilegal y criminal, en la que ha actuado el régimen, y el discurso, violento, represor, falso e hipócrita, que pretende sustentar semejantes acciones.

Como muchos venezolanos he llegado a la terrible conclusión de que en estos momentos el país está sometido a un régimen dictatorial. El caso de Gilber es la expresión reciente de esto y un llamado de alarma. Como muchos, también me pregunto cómo enfrentarnos a esta situación. Este no es régimen dictatorial como el que padecieron los venezolanos hace más de 60 años. ¿Cómo adversarlo sin ceder al miedo, la violencia y la anomia? En la construcción de esta respuesta debemos participar todos, ya que signará los tiempos por venir y nuestro destino como país.

Es mi creencia que, en un principio, debemos cuestionar el discurso de quienes quieren someternos y denunciar sus falsedades, mentiras y amenazas.

En el caso de mi amigo Gilber yo defiendo su verdadera historia, una historia de rehabilitación y responsabilidad, por sobre esa farsa atroz de biografía que el régimen se esfuerza en presentar. No acepto que se nos señale como un crimen su labor de demócrata, activista social y líder comunitario. Y denuncio como acto criminal y violatorio a los derechos humanos, su detención, encarcelamiento y el desconocimiento de las condiciones de su estado actual.

 

@RobertoPatino