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Dictaron taller de resiliencia a pacientes oncológicos y sus familiares
La directora ejecutiva de la Fundación Aequalis, Flor Marina Yánez, comentó que “para fortalecer la resiliencia existen herramientas de meditación activa y elementos derivados de la música que pueden utilizarse de manera cotidiana

 

 

La Clínica de Prevención del Cáncer (CPC) de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela (SAV) y Fundación Aequalis realizaron el taller Resiliarte para pacientes oncológicos y sus familiares.

La Gerente de Mercadeo de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela (SAV), Olga Ruimwyk, expresó que la clínica quiso ofrecer un espacio para pacientes y sobrevivientes oncológicos, sus familiares, cuidadores y personal dedicado al área de la salud, que les facilitará herramientas para enfrentar situaciones adversas

La presidenta de la Fundación Aequalis y musicoterapeuta, Ana María Raga, aseguró que la resiliencia es la capacidad de seguir adelante ante las situaciones que ocurren. Mencionó que dicha cualidad “es natural del ser humano; sin embargo, vivimos en una cultura en la que prevalece lo negativo”.

Raga explicó que lo importante es que las personas reconozcan cómo les afecta una situación y que busquen las herramientas para superarla.

«La capacidad de ser resiliente viene del interior de la persona, y aflora con los métodos de ayuda y fortalecimiento que utilice el individuo voluntariamente, ya que si son impuestos no se obtienen frutos”, dijo Raga. 

Por su parte, la directora ejecutiva de la Fundación Aequalis, Flor Marina Yánez, comentó que “para fortalecer la resiliencia existen herramientas de meditación activa y elementos derivados de la música que pueden utilizarse de manera cotidiana. 

Ejemplos de lucha 

Mercedes Hidalgo, quien tiene cuatro años de haber sido operada por cáncer de mama, comentó que la actividad desarrollada en la CPC “les demuestra a las personas que sí se puede avanzar y superar las circunstancias que pueden considerarse problemáticas, debido a que estas herramientas ayudan a adquirir confianza y reforzar la resiliencia”.

Por su parte, María Torrealba, sobreviviente de cáncer desde hace 10 años, agradeció la oportunidad de participar en la actividad “que tomó en consideración a los pacientes oncológicos, y me permitió sentirme relajada”.

Orlando Viera-Blanco Abr 27, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
Aprendiendo a morir aprendí a vivir

El escritor y cineasta Albert Espinosa. Foto tomada del portal diariodeavisos.elespanol.com 

No somos cojos, somos cojonudos, sentenció Albert al terminar su parlamento, de pie, sobre su pierna ortopédica. ¿Por qué sobreviví? ¡Porque estuve dispuesto a morir!

 

@ovierablanco

En entrevista que hicimos al escritor Leonardo Padrón -a propósito de su nueva obra Tiempos feroces– me llamó la atención un par de sentencias: Venezuela es un laberinto y un mar de resentimientos que llegaron con un deslave llamado Chávez. ¿Cómo salir de esa maraña? ¿Cómo aliviar esos reflujos históricos?

Asociado a nuestra entrevista, veo el micro Aprendamos juntos del BBVA y El País, titulado: “Hay que ser valientes en la vida y en el amor”. Es la historia del escritor Albert Espinosa, que inicia diciendo: “… He perdido una pierna, me quitaron un pulmón y un trozo de hígado, por un cáncer contra el cual luché por más de 10 años, ¡y fui feliz!” Veamos…

El mundo amarillo

Albert Espinosa es un español de 46 años que decidió ralentizar. Quiso luchar por vivir contando su historia lentamente, abiertamente. Experiencias duras transformadas en dosis de felicidad. Llegó de doce años a un hospital en el cual le pronosticaron cáncer y 3 % de chance de vida, tope 30 días. Aceptaron un protocolo “con el que autorizas quitarte medio cuerpo, pero funcionó”. A partir de ahí se unió a otros chavales con pulsera roja, donde comenzaron “los diez años más felices de mi vida con los amarillos: enfermeras, médicos, camilleros”.

Perfectos desconocidos que se convirtieron en sus mejores aliados. Habla de su madre hospitalaria -una enfermera de 92 años- quien, al saber que le quitarían su pierna, le recomendó hacer una fiesta de despedida. Albert convino e invitó (al inusual festejo) a un arquero a quien había goleado, una niña con quien su pierna coqueteó debajo de la mesa y sus compañeros de habitación. Así se despidió de su pierna izquierda…

Habla de un mundo al alcance de todos y que tiene el color del Sol: el mundo amarillo. Un sitio cálido “donde los besos pueden durar diez minutos, donde los desconocidos pueden ser tus mejores aliados, donde el miedo pierde su significado, donde la muerte no es eso que les pasa solo a los demás y la vida es lo más valioso. Este libro (El mundo amarillo) habla de todo esto. De todo lo que sentimos y no decimos, del miedo a que nos quiten lo que tenemos, de reconocernos enteramente y apreciar quiénes somos cada segundo del día (Eloy Azorín).

Ese mundo amarillo -radiante y fascinante- donde cualquier calamidad se convierte en un hermoso desafío, escampa y amanece, luminosamente…

Cuenta Albert que de siete chicos que tenían cáncer, 5 murieron. Habían hecho un pacto donde los sobrevivientes asumirán la vida de los idos. Y de qué manera lo ha hecho… Historias vividas por una década en la habitación 307 de un hospital. El médico que le colocó la prótesis -no dice- se llama Cristo. Entonces Albert sentencia con humor: “Dios me quitó la pierna y ¡Cristo me la devolvió! (…) y como fue la pierna izquierda, pues la buena noticia es que siempre amanezco con el pie derecho”.

El cirujano que le amputó la pierna lo alienta: “Albert, ama tu caos…”. Inspirado en ese lema, escribió un libro titulado El mundo azul, ama tu caos. Ahí nos lanza otro contundente pensamiento. “El odio nace cuando no puedes manipular a alguien, y por no poder hacerlo, le odias”.  Queda claro. Antes de tratar de culpar a otros de tu destino, acepta tu caos, ámalo y haz de él un sueño, un motivo, una causa de vida. Convertirás la frustración en oportunidades, la tristeza en alegría y el presente, el karma, en porvenir, en futuro de vida y sonrisas, que por no tener que manipular a nadie, no odiarás.

El mundo amarillo es una lección de resiliencia comprendiendo el dolor en su máxima escala. Como el expresado en el libro, El ruiseñor y la rosa de Oscar Wilde, inspirado en la pérdida de su hijo en manos de la corona victoriana por retaliación. El ruiseñor que murió por amor, bañando de sangre una rosa blanca para hacerla roja, y aun así, fue despreciada… Solo aprendiendo a morir -sentencia Espinosa- se aprende a vivir. Es aceptar nuestra humanidad en su más elevada llaneza, que es hacer lo que más quieras hacer. No obligar a nadie, menos juzgarlo o despreciarlo, porque hay que aprender amar desde lo más sencillo: aceptando nuestra circunstancia, nuestra realidad, nuestra identidad, nuestro destino. Bueno o malo, pero maravillosamente nuestro…

La vida de Guisantes

Guillermo fue un niño a quien Albert conoció en el Hospital. Pelón -a causa del cáncer- se hizo llamar Guisantes. Decía (Guillermo) que en el hospital fue feliz porque escapó de casa, donde era maltratado. “El cáncer me salvó”. Murió a los 15 años. Pero, en esa sombra, Albert vio la luz, el albor que disipó sus miedos, sanó su espíritu y le permitió andar a pesar de haber perdido la pierna y el aire. 

Es ralentizar. Es construir fortalezas a partir de las debilidades. Albert ha vivido, ha escrito, porque se hizo la concesión de amar, de bañar a otros con su sangre que es pasión de vivir. Albert proyecta salidas a tus laberintos y da paz a tus resentimientos. Deja de odiar, culpar(te), cuestionar, dominar para obrar, dar, amar y dejar(se) dominar… para hacer lo que más deseas hacer.

Qué bien encaja el verso García Lorca en su poema Cuerpo presente: “Yo he visto lluvias grises correr hacia las olas, levantando sus tiernos brazos acribillados, para no ser cazadas por la piedra tendida, que desata sus miembros sin empapar la sangre perdida…» No hay tormenta capaz de hacerte naufragar…

No somos cojos, somos cojonudos, sentenció Albert al terminar su parlamento, de pie, sobre su pierna ortopédica. ¿Por qué sobreviví? ¡Porque estuve dispuesto a morir!

Y aprendemos a vivir, a ser felices, en amarillo, libremente… 

 * Embajador de Venezuela en Canadá

Cuando era niño

Cuando era niño

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Roberto Patiño Mar 12, 2020 | Actualizado hace 2 semanas
La otra Cota 905, por Roberto Patiño
Parte de la comunidad de la Cota 905, que puede contar cientos de experiencias de participación y resiliencia social. En el fondo, el mural Hombre árbol hecho por los niños y la ONG Incursiones. Foto Gabriel Osorio.

@RobertoPatino

El enfrentamiento entre efectivos de las FAES y miembros de la banda criminal de El Coqui, ocurrido en la autopista Francisco Fajardo el pasado 26 de febrero, muestra una realidad que se vive en las comunidades populares del país, en las que las FAES actúan sin ningún control, poniendo en riesgo a civiles, en acciones que afectan negativamente a las personas y sobre las que el Estado no asume ninguna responsabilidad. Pero, por otro lado, pone de nuevo el foco de la opinión pública sobre la Cota 905, con la figura negativa de El Coqui como representación de toda una comunidad.

Esto último no es gratuito. Forma parte de un discurso oficial para imposibilitar la convivencia. Con exclusión, fragmentación y enfrentamiento promueven un contexto de desconfianza y resentimiento propicio para la dominación.

Por el contrario, nuestra experiencia desde el movimiento Caracas Mi Convive en la Cota 905 es otra, opuesta a la de la estigmatización y la violencia. Desde hace más de 4 años venimos trabajando junto con líderes locales y vecinos en proyectos que muestran una comunidad, la verdadera Cota 905, en la que la organización civil, la solidaridad y el encuentro construyen una nueva convivencia.

La Cota 905 que nosotros vivimos está hecha de historias como las de Janet, madre líder del comedor de Alimenta La Solidaridad en la comunidad, al que pertenecen más de cincuenta niños y sus familias. O de Johana, que encontró en iniciativas como “Sustento”, un lugar de protección y empoderamiento que le ha permitido desarrollarse como una de las principales chefs de este emprendimiento.

La Cota que nosotros conocemos es la de las madres que han padecido los estragos de la OLP y las FAES sin sucumbir ante la violencia, participando en actividades promovidas por la Red de Atención a la Víctima y otros proyectos de nuestro movimiento, para reconstruir sus vidas desde la resiliencia y la superación. Una comunidad que ha recuperado espacios en murales como los del Hombre árbol, hechos por los niños y la organización Incursiones.

La Cota que nosotros conocemos es la que representa verdaderamente al país. No la del territorio tomado por la criminalidad, sino la de la comunidad de personas que superan las adversidades diarias de la crisis y la emergencia humanitaria desde el trabajo duro, la voluntad de superación y el encuentro.

La Cota 905 no es El Coqui, es la de la gente, de sus esfuerzos y logros por una nueva convivencia que debemos visibilizar y reconocer, para que sirva de modelo frente al discurso de violencia que se quiere imponer para la dominación de las comunidades.

robertopatino.com

Roberto Patiño es coordinador de Movimiento Mi Convive y miembro de Primero Justicia.

#EstoNoEsNormal | Mi mamá y la resiliencia, por Gitanjali Wolfermann

SIN AVISO, AL IGUAL QUE A AQUELLOS EN VENEZUELA, un apagón que para entonces se acercaba a las 48 horas me impidió recibir un solo mensaje de mi familia. A kilómetros de distancia de mi país, a mí también me habían arrojado a un pozo de oscuridad e incertidumbre.

Aquella noche no pude dormir. La pasé mirando la pantalla del celular esperando que el ícono verde y blanco la iluminara. No ocurrió.

“Seguro mi mamá está llorando, ella no sabe qué está pasando”, pensé durante toda la noche. La imaginé parada frente al balcón contemplando entre sollozos la inmensidad de la noche silente.

En la mañana del tercer día del apagón brilló por fin el ícono redondo con un mensaje de voz de mi mamá.

“Hija, sobrevivimos al apagón más largo de nuestra historia”, dijo con una voz que solo le he escuchado en otra ocasión en la que, por cierto, también osé subestimar sus capacidades: nos habíamos despedido en el campamento base del Roraima a primera hora de la mañana y quedamos en que cada una llegaría a la cumbre a su ritmo. Subí más rápido y alcancé la cima primero. Pasaron las horas y nada que mis padres llegaban. Sin señal para llamarlos y saber cómo estaban imaginé toda clase de escenarios dantescos. “Seguro se cayeron, se devolvieron o los atacó un animal salvaje”, me repetía. Antes de ponerse el sol los vi coronar la montaña.

“¡Lo logramos!”, exclamó aquella tarde con una voz que mezclaba cansancio, aplomo, determinación y satisfacción por la prueba superada.

Hoy sé que así suena la resiliencia.

@gitiw

Londres

No los voy a complacer ... por Orlando Viera Blanco

NolosvoyacomplacerOrlandoVieraBlanco

 

«Es lo que desean, quienes nos desgobiernan: Sembrar la frustración como hábito. Aniquilar el amor como antídoto y plenar nuestro espíritu de carencias, odios y derrotismos…

Acumulo casi tres décadas como columnista. Me reinicié en El Universal (1995), recién me mudaba de casa editorial donde hice escuela (Momento, 2001, Bohemia/Bloque De Armas/1987-1995). Como lo expresó el escritor zaragozano Félix Romeo, «escribo para ser feliz, escribo por fascinación, escribo para saber lo que pienso, para saber que existo, para seducir, para ser visible”. Es como viajar… Viajo para recordar, para recordarme, para vivir historias que de otro modo, no podría contar. Y viajo por mi trabajo, porque de eso vivo. El tema es que un pariente presentó queja de lo exhibido. Pues nada. Tiene su punto. Y lo deseo escribir, debatir…

Me comenta Luis: «Orlando, no veo apropiado que mientras Venezuela atraviesa momentos tan difíciles, vayáis por el mundo echando en cara lo bien que lo pasáis…». Confieso que eliminé el comentario. Pero quedé enganchado en la pertinencia o no de la sugerencia. ¿Por qué no puedo «fotografiar mi felicidad»? ¿Publicar «una postal» me hace ajeno e insensible a la maledicencia de mi país? ¿Resta mérito a mis denuncias? ¿Un close up en el Lago Bled, me inculpa, me responsabiliza, me banaliza, me condena?  ¿De cara a las calamidades que sufre Venezuela, debemos vestir (y actuar) en permanente luto?  Al rompe me vino a la cabeza la muletilla: no los voy a complacer. ¿A quién? ¿Por qué? ¿De qué? Al morbo y perversión de un modelo político, que busca anular nuestra cotidianidad, nuestra humanidad, nuestra autoestima,  forzándonos a vivir en un eterno duelo -culpables, además- de  un muerto que ni ha fallecido (Venezuela), y que en todo caso languidece por la ineptitud y maldad de otros.

Precisamente contra la opresión y la habituación: resiliencia. Voluntad de reponerse a las adversidades. Reprochar a quienes comparten sus vivencias en Twitter, Facebook o Instagram, es caer en el absurdo del apocalipsis refractario y solidario. Es lo que llamó Freud, el subconsciente destructivo colectivo. No los voy a complacer. Reclamar a quien escapa de Caracas a disfrutar otros aires, otros horizontes, otras vivencias -normales y agradables- o hablar mal de quien estando en Venezuela, se arriesga y va a cenar, a un juego de pelota o a Los Roques, Mérida o Margarita, retratando un Snapchat de su aniversario, de una victoria de los Leones o un atardecer en Porlamar, no sería más que colaborar con la histeria colectiva, levantando oda al encarcelamiento material y espiritual al que nos han sometido. No los vamos a complacer… Que un terrorista ponga una bomba en un aeropuerto y que la gente suspenda su viaje, es haber logrado [el terrorista] su cometido. Las barricadas intelectuales y las tiranías, se vencen con más aptitud libertaria y victoriosa. Si el Papa -máxima autoridad de la fe cristiana- se ataviase de negro por cada muerte de los justos, la palabra de Dios quedaría en el sepulcro. Si anulara sus periplos por los hambrientos de Etiopía, Zimbabwe o Venezuela, la miseria hubiese triunfado sobre la bondad. En la oscuridad, cada quien tiene que brillar más viviendo más, encendiendo más sus ideas, sus ilusiones, su espíritu triunfal y soñador. Y qué mejor forma de visualizarlo que retratar el amor que sentimos por los nuestros, retratando amor (valoración) por nosotros mismos. Así logramos una mejor representación del mundo que queremos (Durkheim/Representation of the will), seduciendo la felicidad, cambiando mi ambiente e invocando un futuro mejor, una sociedad más orgánica, no mecanizada, que no vive sino sobrevive. Por eso escribo historias y las acompaño de mil fotografías. Para hacer visible lo que ellos (un gabinete de resentidos), quieren invisibilizar: la pertinencia de que otra vida existe y que Venezuela merece ser otra. Y no lo voy ocultar, no los voy a complacer.

El hambre, la violencia y la miseria son males que nos inmovilizan. Es lo que desean, Luis, quienes nos desgobiernan. Sembrar la frustración como hábito. Aniquilar el amor como antídoto y plenar nuestro espíritu de carencias, odios y derrotismos. No los voy a complacer, porque quienes exhiben dignamente una vida sana y buena, distante a la que ellos nos ofrecen en Venezuela; rinden tributo al mérito por lo que han luchado consciente, sacrificada y honestamente. Y todo esfuerzo legítimo intitula el legítimo derecho a sentirse mejor, presentarse satisfecho, olvidar lo peor, superar el letargo y transmitir que mi fe mueve montañas.

Es cierto, Luis. No es «la mejor imagen» exhibirse con barriga llena y corazón contento, cuando cada 18 minutos muere un venezolano impunemente o un niño en manos de la anomia. Pero sumergirse en la nada, en el guayabo pesimista, en la turba melancólica del desamor país, nos dejará abrazando «la botella en el botiquín o el formol en la morgue. No los voy a complacer. Pido disculpas a quienes mis selfies les causan escozor. Pero seguro estoy que compartir con mis hijos, amigos, parientes y lectores, un instante de paz y alegría, es una expresión de amor que les elevará el espíritu.

Otra historia está a punto de escribirse. Los tiempos no se equivocan.  Y  contarla   -esa otra historia de resurgimiento de Venezuela- será un placer escribirla y retratarla. !Lo haremos juntos.!

@ovierablanco

ovierablanco@vierablanco.com

[#CuéntameConvive] Es posible acabar con la violencia en Caracas: Un exmiembro de bandas dice cómo lo logró

Sin título

Foto: Cortesía Caracas Mi Convive

En la ciudad más peligrosa del mundo, según el más reciente informe de la organización civil mexicana Seguridad, Justicia y Paz (enero de 2016), en la que se registran casi 120 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, aún es posible encontrar historias de resiliencia. Hay habitantes de Caracas que a pesar de haber caído en el círculo de la violencia como víctimas y/o victimarios, le han dado la espalda a la opción de la venganza y, hoy por hoy, son líderes de la convivencia, que con su ejemplo inspiran a abandonar la violencia como forma de vida.

Con la historia de “Miguelón” que hoy es presentada al país, Caracas Mi Convive inicia la divulgación de la serie de testimonios de héroes de la convivencia , una iniciativa con la que se pretende resaltar que sí es posible salir del espiral de la violencia de forma pacífica, promoviendo la convivencia, apostando a la rehabilitación física y moral de los ciudadanos y “desnormalizando” los actos violentos: La sociedad debe recuperar la noción de que la violencia es la excepción y no la norma e integrarse como parte activa en la recuperación de la convivencia en la ciudad.

“Miguelón” tiene 36 años y es profesor de baloncesto en la comunidad capitalina de San Agustín. Perteneció a una banda y en una fiesta, como en las tantas que todos los fines de semana terminan en hechos violentos en Caracas, su vida dio un giro inesperado: recibió tres tiros en la espalda que le impidieron volver a caminar. Contradictoriamente, lo que pudo haber sido el final de su historia o el inicio de una cadena de revanchas, le devolvió el sentido a su vida.

“Dios me puso así en el camino correcto. A lo mejor de pie, ya estuviese muerto o preso, no estuviese dando clases de baloncesto. A raíz de eso, me levanté y empecé a luchar, me di cuenta de que la delincuencia no deja nada bueno”, expresa Miguelón.

Nuestro héroe de la convivencia es profesor de baloncesto de niños y niñas de 7 a 19 años. Se encarga de organizar los torneos, tanto dentro de su barrio como con otras comunidades y ha incentivado a sus vecinos a trabajar “con las uñas” para mantener operativa la cancha en la que practican y reparar los balones, porque no reciben ayuda de las autoridades locales. Su mensaje a sus alumnos y tres hijos trasciende el puro enfoque de la disciplina deportiva.
“La vida fácil no lleva a nada bueno. La vida fácil solo te puede llevar a la cárcel, o a la tumba”, comenta siempre a sus alumnos un hombre que recibió al menos diez tiros en su antiguo proceder, y que perdió a sus padres y a su esposa en hechos violentos.

“Las OLP solo ampliarán el círculo de la violencia”

Roberto Patiño, fundador de Caracas Mi Convive y experto en materia de seguridad, afirma que los testimonios como los de “Miguelón” demuestran que la rehabilitación física y moral es posible. Responder a la violencia con más violencia solo ampliará el círculo vicioso de la criminalidad. A su juicio, las acciones de la Operación de Liberación y Protección del Pueblo (OLP) que son promovidas desde el Gobierno, se inscriben en el desacertado enfoque de la “mano dura”, que ha sido inefectivo en el pasado para reducir la violencia.

“La OLP es más de lo mismo. Un Miguelón, por ejemplo, no podría haber sobrevivido con las OLP. Lo que aplica el gobierno actualmente es una política de ‘dispara primero, pregunta después’. Esas acciones promueven el revanchismo, empeoran el problema y ponen en riesgo la vida y la seguridad de los habitantes de las comunidades”, precisa Patiño, al tiempo que advierte sobre el peligro que representará trasladar estas operaciones a todo el país, tal y como anunció el 31 de mayo pasado el presidente Nicolás Maduro.

Destaca que todo procedimiento para recuperar territorios tomados por el hampa debe respetar los derechos humanos y ser avisado con suficiente antelación, para evitar impactar negativamente en las comunidades. “La OLP ha deslegitimado al Estado, porque de alguna forma están implementando la pena de muerte”, acota.

Patiño fue dirigente estudiantil de la Universidad Simón Bolívar en 2011 y tiene estudios de posgrado en Políticas Públicas en Harvard. En su trabajo de grado, estudió casos de prevención de violencia en varias ciudades del mundo y recopiló información de la Alcaldía de Sucre, municipio en donde 8 de cada 10 homicidios son cometidos en 6% del territorio. Esto confirma la hipótesis de que la violencia social es “pegajosa”: es “viral”, se reproduce y se concentra en pocos lugares y en pocas personas.

A partir de un análisis de las estadísticas de homicidios en ese Municipio, se concluyó que 7 de cada 10 crímenes en los últimos 5 años se relacionaron con ajustes de cuentas, lo que evidencia además que un factor de riesgo importante para ser víctima de la violencia es tener un familiar, amigo o cercano que haya sido asesinado.

Patiño se devolvió al país a prestar sus conocimientos en pro de la pacificación de la ciudad y dirige junto a Leandro Buzón el proyecto social “Caracas Mi Convive”, un movimiento en el que confluyen vecinos y líderes comunitarios de Caracas de distinta orientación política, lo que ya es un logro relevante en un país en donde la polarización política colorea el tono y nivel de las relaciones sociales, familiares y hasta personales.

Desde “Caracas Mi Convive” se busca promover una ciudad de convivencia a través del desarrollo de redes comunitarias y políticas en el Municipio Libertador. Lo más importante de este proyecto es que los líderes y organizaciones sociales se integran como protagonistas de las actividades para fomentar esa integración entre vecinos.

“Caracas Mi Convive” identifica a los jóvenes en situación de riesgo y los incluye en programas que los alejen del círculo de la violencia; también crea los vínculos con otras asociaciones que prestan apoyo legal, psicológico y material a los familiares de las víctimas de la violencia.

Las actividades con las comunidades son constantes. En el transcurso de 2016, Caracas Mi Convive ha realizado 13 talleres de prevención de la violencia, 4 jornadas de salud, 2 actividades deportivas; ha recuperado 2 canchas y ha integrado a distintas comunidades con 7 actividades culturales y 5 sancochos.

También, ha asesorado a los vecinos en la realización de cuatro “mapeos comunitarios”, actividad en la que se establecen los puntos “calientes” de las comunidades donde ocurren hechos de violencia y se establecen agendas de trabajo con eventos deportivos y culturales en esos espacios.

La historia de “Miguelón” es el abrebocas de una serie de trabajos que darán a conocer que el círculo de la violencia tiene fin. Lo han logrado ciudades como Medellín y Ciudad Juárez, y Caracas tiene el capital humano y social necesario para conseguirlo.

¡Gente común y extraordinaria!, por Carlos Dorado

 

Resiliencia

En mi artículo anterior, hablaba de la gente mediocre; pero hoy les quisiera hablar sobre un joven común y corriente de 22 años de edad, al cual hace 12 años, el atentado terrorista del 11 de marzo en la estación de Atocha (Madrid), le cambió la vida, pues sus padres estaban entre las víctimas; siendo uno de los cuatro huérfanos que perdieron a su mamá y a su papá.

Una tragedia llena de un profundo dolor y tristeza, que serían suficientes para que un niño de apenas 10 años, se sumase en la depresión, la rebeldía, y cayese en una espiral degenerativa a nivel social. Sin embargo; la fortaleza de este joven, criado por sus tíos, y que actualmente cursa una doble carrera (Derecho y Administración de Empresas); y la forma de enfrentar este grave acontecimiento, es de gran inspiración para todos aquellos que están lejos de una tragedia de esta magnitud, y digno de admirar por el optimismo y valentía con los que enfrentó dicha tragedia.

“He llorado cuando me lo dijeron, y en otra oportunidad más. El lunes siguiente agarré mi morral y me fui al colegio. Decidí mirar adelante, no estancarme en el dolor. Cuando la psicóloga del colegio me llamaba, me ponía a jugar con la pelota, “ahora voy”….fui sólo unos días a verla, ya que me veía capaz de ir hacia adelante solito. Quizás por lo que le pasó a mis padres, tengo interiorizado que hay que vivir la vida. Mirar el futuro con entusiasmo. Soy puro nervio, si en un día no hago veinte cosas, no me siento tranquilo”.

No quiso nunca participar en los eventos aniversarios que en estos casos hacen para las víctimas de tan importante tragedia, y tampoco pertenece a ninguna asociación de las que se formaron con ocasión del evento. Ni siquiera, siendo un  joven adolescente quiso ir a Euro Disney, ni a otras actividades, que organizaron para animar a quienes perdieron a sus padres; y sólo en una ocasión ha visitado el monumento de Atocha, en memoria de las víctimas de dicho atentado.

“Respeto mucho que las víctimas quieran asistir a actos y demás, pero yo pienso distinto: ¡Cuanto menos drama mejor! Lo que más rabia me da, es que siempre iban al trabajo en carro, pero ese día casualmente estaba en el taller. Sin embargo, no me detengo a pensarlo. Sólo lo saben mis mejores amigos. Si me preguntan por la tragedia, cambio de tema. Prefiero ver el futuro con optimismo, haciendo lo posible para que el mío, cada día sea mejor”

Aunque parezca un absurdo, y nadie quisiera pasar por una tragedia, pero si el destino nos la juega, puede llegar a ser el mayor de nuestros bienes, siempre que lo tomemos de una manera que nos permita crecer ¡La verdadera tragedia es todo lo que muere de uno con la tragedia; pero para uno la vida continúa!

Hay que tener fuerza, coraje y mucha confianza en uno mismo, para mirar al miedo de la tragedia, y poder decir con orgullo: He sobrevivido a este infierno, y he logrado por mí mismo hacerme más fuerte.

¡Qué coraje hace falta en determinados momentos de la vida, para sobrevivir a la tragedia, y elegir seguir viviendo! Y cuando este ejemplo viene de un muchacho común y corriente, sin lugar a duda que es muy inspirador; y sobre todo, porque ello lo consiguió solo y sin ayuda, partiendo de cero y en base a coraje, y a unas ganas tremendas de vivir con el futuro, abandonando el pasado.

¡Gente común y extraordinaria! Como solía decirme mi madre: “Carlos, la grandeza y el amor son como los perfumes, quienes los llevan, apenas los sienten”.

cdoradof@hotmail.com

2015: ¿Qué nos espera y cómo enfrentarlo? por Francisco J. Quevedo

bolívares

 

Si 2014 fue un año malo para la economía y para los negocios, el 2015 se perfila peor. La recesión, la inflación y el desabastecimiento se verán agravados por la caída de los precios petroleros y por la ineptitud de un Gobierno empeñado en imponer un modelo fracasado, sumándosele un escenario político que se recalienta por unas elecciones parlamentarias que son cruciales para el destino del chavismo y de Venezuela misma.

En este marco, la resiliencia del consumidor venezolano y el abanico cambiario permitirán que aún en plena crisis haya oportunidades para surgir, ahora con una esperanza de cambio. La clave está en reinventarnos, buscando oportunidades y soluciones, creando puentes entre la clientela, nosotros y el entorno.

Todo lo que va a pasar ya está pasando. La variable petrolera no es alentadora. Según registra el portal de Menpet, los precios han venido cayendo de manera progresiva desde 2012, perdiendo más del 31% de su valor a esta semana. Y la tendencia sigue, tal como pronostica la OPEP y reflejan los mercados futuros. Si este año sobrevivimos con un barril promedio quizás de US$ 90, el año que viene bien pudiéramos enfrentar un precio ponderado de US$68 p/bbl.

Si el ritmo de liquidación de divisas que reporta el Cencoex si acaso alcanzará al cierre del año 50% de los US$ 42 millardos presupuestados, acumulando una deuda inmanejable, la proyección de ingresos 2015, lamentablemente, apunta a un recorte adicional no menor al 7%. Es decir, si en 2014 los importadores y las aerolíneas sufrieron una sequía de dólares, el año que viene se pondrá peor, y ello implica más desabastecimiento y más inflación, en la medida que el Gobierno recurre a la imprenta y, el público, a un paralelo que no debe bajar de Bs. 160 en Junio.

¿Seguirá manteniendo el Gobierno la farsa del 6,30 para alegar que no ha devaluado la moneda? Así dicen. El abanico cambiario mantendrá las distorsiones del mercado, donde el paralelo marcará la pauta en precios, justos o injustos, pero por demás ciertos. En la medida que la brecha con el Sicad 2 se amplíe, la demanda por este dólar que a Bs. 49,98, parece mentira, luce barato, será incontenible. ¿Se mantendrá la farsa cambiaria ahí también? De ser así, la oferta se seguirá contrayendo, limitada a papeles y entes del Estado, porque nadie quema divisas a un tercio de su valor de calle.

La variable presupuestaria ya se ha anunciado que viene con una reducción del -18% en términos reales, de cara a la inflación, es decir, y tras la mentirita de un aumento nominal, lo cual impactará a las misiones, entre otras erogaciones. Y como quiera que el presupuesto fiscal se calculó, de nuevo, con base en un petróleo a US$ 60 p/bbl, la discrecionalidad del Estado se verá reducida, del 50%, anterior diferencial entre el barril presupuestado vs. lo real, al 13%. Es decir, no habrá mucho dinero tampoco para créditos adicionales. ¿Seguirá el dispendio, y la corrupción, secando las arcas de la Nación?

A la iliquidez, que no es insolvencia, por ahora, se le sumará la estanflación. Ya algunos analistas apuntan a una caída del PIB del -4% en 2015, con un INPC que se disparará sobre 84% e impactará el consumo, en la medida que el presupuesto del hogar se vea cada vez más comprometido. En efecto, el INE reporta que los hogares ingresan un promedio mensual de Bs. 9.000, mientras que el Cenda informa que la canasta alimentaria supera ya Bs. 14.000. Si visualizamos una distribución normal del ingreso (Campana de Gauss), podemos estimar que más del 80% de la población ha caído a nivel de subsistencia. Si bien somos 30 millones, el mercado para muchos productos, como automóviles y viviendas, y servicios, como la banca y los seguros, se limitará cada vez más al 20% superior de la pirámide social, mientras las misiones tratan de atender al resto con menos disponibilidad.

En este contexto, la resiliencia del venezolano salta a la vista. Vemos restaurantes llenos y conciertos con entradas agotadas, por no hablar de vuelos especiales a Miami y aviones sin cupo. Todos tenemos que comer, y quienes tienen carro, al no poderlo cambiar, deben mantenerlo, asegurarlo o repararlo. Así que el consumo, aunque abatido, persistirá. ¿Qué hacemos? ¿Cómo prosperamos cuando todo apunta a un colapso?

Las empresas deberán, por un lado, concentrarse en la minoría rentable, y evolucionar, yendo de la transacción a la relación, y de la relación a la solución; y considerar que la internacionalización no se limita a invertir u operar en el exterior, sino a operar en dólares y con dólares, así sean caros. “Ya no es suficiente con satisfacer al Cliente, tienes que deleitarlo” dijo Tom Peters, autor de “En Busca de la Excelencia”, y en un mercado desabastecido y caro, esto implica agregar valor más allá del producto que no se consigue, y del servicio que no es muy bueno.

Por su parte, el venezolano tendrá que buscarle la vuelta a la situación. No se deje cegar por la crisis, no se deprima ni tire la toalla. Si no ha abierto cuenta Sicad 2, hágalo. Si no pudo comprar dólares porque no pagó ISLR, declare 2014. No proponemos que actúe al margen de la ley, al contrario, que invierta, compre y venda bienes y servicios importados, porque en esta Venezuela, en la medida que este Gobierno insista en destruir a la empresa privada y en crear más y mayores distorsiones en la economía, cada vez se producirá y se invertirá menos. Y en este mundo de ciegos, el tuerto es rey.

“En momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento” dijo Einstein, quien también afirmó que “si buscas resultados distintos, no intentes hacer siempre lo mismo”. ¡Invéntese una!

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