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Discrepancias entre partidos fracturó la MUD en el estado Zulia

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Los miembros Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en el Zulia designaron a Gustavo Ruiz como nuevo coordinador regional, desconociendo Emerson Blanchard, coordinador nombrado por los de Acción Democrática (AD) y Un Nuevo Tiempo (UNT) en la región.

Blanchard resultó electo en diciembre de 2016 por votación y no por consenso y con las papeletas de 11 partidos de la llamada “alternativa democrática”; además no contó con el voto de Primero Justicia ni Voluntad Popular. A partir de ese momento, ambas organizaciones se distanciaron de la MUD-Zulia.

Este viernes, en una concentración hecha en un hotel de Maracaibo, PJ y VP anunciaron que Gustavo Ruiz, anterior contendor de Blanchard, era el nuevo coordinador de la MUD en el Zulia.

A la proclama se sumaron 14 partidos más entre los que están: Alianza Bravo Pueblo, Causa R, Gente Emergente, Copei, Vente Venezuela, Vanguardia Popular, Bandera Roja, Movimiento Laborista, Va Palante, Visión Venezuela, Progreso y Muévete.

Rafael Ramírez, diputado a la Asamblea Nacional y miembro de la dirección nacional de Primero Justicia, manifestó que en sintonía con la MUD y su nueva forma de orientarse, en el Zulia también buscaron cambios en la dirección.

“Hemos dicho en varias oportunidades que teníamos una discrepancia en la forma de hacer política y cómo se legitimó la mesa, ahora, esa mayoría que tenía la discrepancia y que es la mayoría del Estado, efectivamente, también manifiesta la posibilidad de tener su forma de coordinar”, manifestó.

Ramírez descartó que el nombramiento de una nueva coordinación de la MUD regional obedeciera a las aspiraciones públicas de Manuel Rosales a la Gobernación del Zulia.

Venezuela surgirá como Asia ¡no es difícil!, por Orlando Viera-Blanco

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“Los cambios no necesitan siglos. No tienen que pasar generaciones para revertir realidades violentas o paupérrimas…”

 

Siempre que vengo a Asia insisto cómo la gran mayoría de sus países (Malaysia, Singapur, Indonesia, Tailandia, Philippines, Taiwán) han progresado, habiendo tenido una economía y una estructura político-social, más débil que la de Venezuela hace  25 años. En su mayoría estos territorios eran pequeños poblados ocupados y desplazados por guerras civiles, disipados por la pobreza y el  autoritarismo. Hoy son ejemplo de desarrollo urbano, tecnología, vialidad, y modernidad. ¿Por qué?

Los cambios no necesitan siglos. No tienen que pasar generaciones para revertir realidades violentas o paupérrimas. Asia-desde Japón a China o de Australia a Singapur-ha experimentado un desarrollo profundo y rápido, validado en un par de virtudes: capacitación y libre mercado. Nada complejo, nada nuevo bajo el sol. Corea del Sur registra un 90% de población universitaria. Singapur igual. Malasia 80%. Indonesia 70% y en ascenso. Yakarta-desde donde escribo estas líneas camino a Singapur-era una capital oscura, peligrosa, cercada por terrorismo, golpes de estado y amenazas del Partido Comunista. Hoy es una ciudad invadida de rascacielos, autopistas, centros financieros y comerciales; hoteles 5 estrellas, museos, parques y templos, bien ataviados de mármol, bronce y pulcritud. Al ver el progreso indonesio, repienso a Venezuela. Indonesia con 300 millones de habitantes tiene una criminalidad baja. Robar puede significar la muerte del ladrón por lapidación. Pienso en estos años de demagogia, impunidad, autoritarismo y despilfarro, también vividos en el gobierno del presidente Sukarno (1965), y aliviado con «el nuevo orden» de Suharto (1968) su sucesor. La integración Asiática de los 80′ disparó la economía haciéndola competitiva…En los 90 se contrajo. Pero de inmediato resurgió en los últimos tres lustros a punta de innovación, turismo y apertura.

Indonesia es un país insular ubicado entre el Sudeste Asiático y Oceanía. Comprende cerca de 17.508 islas y es el cuarto país más poblado del mundo, con más musulmanes del planeta (90%). Es la economía más grande del sudeste asiático y también miembro del G-20. El PIB se estima en 600 mil millones de dólares. A partir de estos avances, un buen amigo me pregunta: «Orlando, aprovechando que estás por esos lares: 1. ¿Hasta dónde es cierto eso que ‘la cultura’ de los países del sudeste asiático, ha sido el factor determinante del desarrollo que hoy exhiben? 2. ¿Hasta dónde es posible que Venezuela logre algo similar, habida cuenta que la ‘cultura del venezolano’ es esa que aplaude y es cómplice del cuánto hay pa’ eso, a mí que no-me den, a mí que me pongan donde haiga(sic) o si te bajas de la mula, te lo consigo?” (…) Definitivamente lo cultural influye. La espiritualidad, las tradiciones, el sentido ético y multicultural de Indonesia, que ha sido colonia hindú, Portuguesa, Japonesa, China y Holandesa. Una composición social compleja y disímil, obligada a convivir con múltiples religiones (budista, musulmana, cristiana), creando un melting pot  de diversidad, pluralidad y contención positiva. Pero el empuje ha venido del conocimiento y el urbanismo, no de la tradición. La tecnología hoy moldea la cultura. No lo contrario. Iglesias y monasterios convertidos en centros gourmet. Se impone la cultura de la comunicación, la restauración y la libre circulación de servicios y mercaderías. Tampoco se percibe un divisional entre un mundo material vs. el ideológico. Eso periódico de ayer.

En Venezuela somos hijos de la hispanidad proscrita y violenta, que nos colocó el “gen» de  negación a nuestra historia y a nosotros mismos. Tenemos graves problemas de identidad, tolerancia y humildad. Deficiencias que las sanea la educación y la ley. Es el caso Singapur, Malasia, Tailandia, China o Indonesia.  La «democracia» no es un issue. Lo esencial es la calidad de vida, quedando el Estado como facilitador de libros, escuelas, medicinas y seguridad. En Yakarta 32 Millones de habitantes conviven con 10 MM de motocicletas, que la policía controla sesudamente.  Aunque el trafico es anárquico, fluye, como fluyen los derechos y la ciudadanía. Igual manejan !como enemigos!, pero una buena señalización urbana contiene el caos.

He estudiado el fenómeno asiático por lustros y podemos concluir que la tesis «de las desviaciones atávicas del plasma originario (Dixit Lombroso, Herrera Luque) o las taras sociales, son teorías legendarias o a lo menos, fabuladas de cara a la globalización. Basta un app, un chip, un click, para hacer un trade, dar con una dirección u obtener una llamada del otro lado del mundo. Un modelo político que garantice la ciencia (no la doctrina), el mercado y la tecnología, con justicia y autoridad, convertiría a Venezuela en un tigre asiático en meses. La eficiencia grupal depende de la información no del credo dogmático. La información-decíamos-hoy se impone a lo cultural, la lustra y la encamina. No al revés.

Cuando cambie el chip clientelar, Venezuela será otra. El dinero ni la gente regresan por decreto, sino por confianza. Los recursos están. Las reservas abundan y la gente va ansiosa de trabajar, volver y producir en paz. Venezuela resurgirá. ¡No es difícil! Complicado es no creerlo…Falta poco.

@ovierablanco

 

 

Alejandro Armas Sep 23, 2016 | Actualizado hace 3 semanas
El voto y la paz

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No sorprende, claro que no. Pero sí indigna, y mucho. Mientras quién sabe cuántas personas estaban escarbando entre la basura acumulada en las esquinas del centro de Caracas en busca de comida, a pocos metros las rectoras del Consejo Nacional Electoral volvieron a demostrar al país que los derechos políticos de la ciudadanía, esos que la Constitución les ordena defender a capa y espada, les valen un comino si ellos están contrapuestos a los intereses de la cúpula militar y civil del chavismo.

Eso es lo que implica su exigencia de que la convocatoria a referéndum revocatorio pase por recolectar las huellas dactilares de 20% de los inscritos en el Registro Electoral en todos los estados del país. Tal cosa no está en ningún reglamento del ente comicial, ni en ninguna ley, ni mucho menos en la Carta Magna. Fue un acto más de voluntad personal de las rectoras para complacer al PSUV. Si algo dejaron claro las parlamentarias del 6 de diciembre pasado fue que el Gobierno solo es apoyado mayoritariamente en unos pocos estados, cuya población es relativamente escasa. Pues bien, según el CNE, basta con que en uno de esos estados no se llegue al mínimo requerido para que el referéndum no vea luz, sin importar que el deseo de la población infinitamente mayor en el resto de las entidades federales sea lo contrario.

No conforme con ello, ordenan desplegar un número de captahuellas que hace casi imposible la recolección de suficientes manifestaciones de voluntad en tres días. Las máquinas no se darán abasto. ¿Qué pasa con esa democracia “participativa y protagónica” de la que el chavismo tanto se ufana si se niega a la gente el derecho, justamente, de participar?

Para colmo, Pedro Carreño declaró ese mismo día que “no hay recursos para las elecciones regionales” debido a la crisis económica. Es decir, mientras el Gobierno no mejore esa situación, que según todas las encuestas es atribuida por la abrumadora mayoría de los venezolanos al propio Ejecutivo, los venezolanos no deberíamos ejercer el derecho al voto. En democracia, precisamente, las elecciones sirven para que los ciudadanos cambien líderes que hacen mal su trabajo. Aquí, para el diputado radicalmente socialista pero enamorado de las prendas burguesas más elitescas, eso no puede permitirse. Por cierto que esos churupitos cuya ausencia él esgrime como excusa, sí abundaron para que el Gobierno agasajara con comodidades a representantes de los peores despotismos del mundo, en un vano intento por presentarse como un líder mundial.

El venezolano promedio de hoy está a leguas de ese ser alegre y despreocupado que ha servido, dentro y fuera de nuestras fronteras, para caracterizar al gentilicio (tal vez al borde de la caricatura, pero con algo de realidad). Más bien se la pasa acosado por las peores emociones: el miedo, la angustia, la ira. Inevitablemente esa peligrosa mezcla de elementos en el tubo de ensayo que es su psique lleva a constantes reacciones químicas nocivas: la violencia. Ella está por doquier. La vemos en los saqueos de negocios que ya están con el agua al cuello, en los espantosos linchamientos de delincuentes que ya han sido sometidos, en las riñas que se forman en las detestables colas para comprar alimentos y que más de una vez han terminado en tragedia.

De violencia saben mucho nuestros queridos vecinos al otro lado de la Sierra de Perijá y de los ríos Arauca y Meta. El derramamiento de sangre fue una de las razones por las que miles de ellos decidieron cruzar la frontera en los años 80 y 90, en búsqueda de vidas más tranquilas en nuestro suelo. Los colombianos hasta llaman uno de los períodos más terribles de su historia así: “La Violencia”.

En realidad, Colombia ha pasado más tiempo desgarrada por el conflicto que libre de él. Poco después de quedar consolidada la independencia de España, la clase política gobernante se dividió tajantemente entre los seguidores de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander. Estas facciones dieron origen, respectivamente a los partidos Conservador y Liberal (a pesar del empeño absurdo del chavismo por rodear al terrateniente de San Mateo con un aura marxista).

Estas facciones pasaron buena parte del siglo XIX y de la primera mitad del XX alternándose en el poder, a veces con elecciones, pero muy a menudo con batallas. Algunas guerras, como la de los Mil Días, fueron más sangrientas que otras.

Y entonces llegó ese período oscuro cuyo nombre siniestro acabamos de mencionar. Comenzó, y no podía ser de otra forma, bañado en sangre. Imaginen los disturbios del valle de Caracas en 1989, pero llevados a los cerros de Cundinamarca en 1948 y con muchísimos más muertos. Eso fue el Bogotazo, una reacción airada de la población tras el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, un dirigente de gran popularidad, de militancia liberal pero opuesto al statu quo oligárquico. Muy probablemente hubiera llegado a la Casa de Nariño de no ser por las balas que acabaron con su vida.

Después de eso, las matanzas se extendieron por el resto de la nación. Grupos armados de conservadores y liberales se daban guerra sin cuartel. La anarquía se tragaba al país y apareció una solución bonapartista: un militar, Gustavo Rojas Pinilla, ajeno a los dos partidos, tomó el poder y se propuso poner orden. Pero su gobierno, entre 1953 y 1957, fue otro autoritarismo violento tropical más. Uno de los episodios más recordados de esos años fue cómo sus policías molieron a golpes al público en la Plaza de Toros de Santamaría luego de que su hija fuera objeto de abucheos.

Después de su derrocamiento, los liberales y los conservadores han dirimido sus diferencias en el terreno civilizado de la política. Por desgracia, surgió entonces el nuevo flagelo de la insurrección guerrillera. Las FARC son hijas de La Violencia. Emergieron a partir de grupos de autodefensa de campesinos, hartos de padecer más que nadie los enfrentamientos civiles. Aunque inicialmente eran de las filas liberales, en algún momento adoptaron el marxismo-leninismo y esbozaron como objetivo acabar por la vía armada con el Estado “burgués”.

Su causa en un principio pudo haber sido justa, pero luego vinieron los secuestros y la colaboración con el tráfico de cocaína para obtener recursos.  Hasta el alto al fuego definitivo que entró en vigor hace unas semanas, esta guerrilla y el Estado colombiano llevaban más de 52 años en una guerra que ha dejado un sinfín de crímenes  por parte de ambos lados.

Ahora existe la posibilidad de que todo eso termine y Colombia dé un paso importantísimo hacia la paz de la que nunca ha gozado. Todo dependerá de la votación de la semana que viene, una consulta a la ciudadanía para que ella determine si aprueba o no el tratado entre el Gobierno y las FARC. Un referéndum, pues. Reconozco que no es una decisión para nada fácil, y que conlleva un montón de dilemas éticos. Pero el derecho a elegir está ahí, como mecanismo para buscar la paz.

La organización de un proceso comicial a propósito de un problema tan grande, con más de medio siglo a cuestas, tomó apenas unos días. Mientras, en Venezuela el CNE convierte en un drama de incontables y larguísimos actos la pregunta a la colectividad sobre si esta quiere o no adelantar el cambio en Miraflores.  La enorme mayoría de los venezolanos quiere salir de este gobierno que no ha hecho nada por acabar con la violencia que nos azota, y que no es igual a la de Colombia, pero ya está produciendo muchos más ataúdes.

La democracia no puede ser una dádiva del Ejecutivo. Hay que reclamarla. ¿Revocatorio, enmienda, constituyente, renuncia? cualquiera es válido. Sin embargo, ninguno será posible sin protesta pacífica extendida. La MUD está a la vanguardia de ese reclamo y tiene una responsabilidad mayor, desde luego. Pero el esfuerzo tiene que ser de todos.

@AAAD25

Abr 13, 2016 | Actualizado hace 8 años
Solo tengo este país por María Elena Arcia P.

Venezuela

Sentarme a escribir esta nota me ha costado muchísimo. A quienes hemos asumido la decisión consciente de aportar ideas positivas, equilibradas, alejadas de posiciones radicales y únicamente críticas, la situación actual nos coloca en una encrucijada entre continuar siendo fieles a nuestra decisión inicial o cambiar, como tenemos derecho los seres humanos  en función de las circunstancias que nos tocan vivir; sin embargo he decidido continuar en la dirección original  lo que supone todos los días intentar nuevos caminos  para pasar el tremedal….

Inicialmente pensé utilizar la forma plural del verbo sin embargo por razones de respeto al libre pensamiento,  consideré que mi reflexión y mi conclusión sólo debía comprometerme a mi aún cuando sin duda haré mis mejores esfuerzos para intentar sumar voluntarios a esta cruzada.

Este único país que tengo está destruido y clama porque lo ayudemos a recuperarse. Muchos coincidimos en las razones que nos han llevado a esta situación y sus responsables, lo que no está en discusión en estos momentos,  y será la historia y nuestra memoria quienes se ocuparán de colocarlos en el lugar que les corresponda. Por lo que no vamos a actuar como jueces ni verdugos.

Nadie, en su sano juicio, puede negar que este proceso de recuperación debe iniciarse de inmediato,  sin embargo como muchas veces los tiempos de Dios no son perfectos, pareciera que todo lo que se haga en pro del inicio de esa recuperación “beneficiaría” o al menos podría convertirse en un “atenuante” para quienes han ostentado el poder durante los últimos 17 años. Como he señalado en otras oportunidades, no hay duda que lo poco que se avance en ese sentido será un ahorro futuro de tiempo y esfuerzo para dedicarlo a tantas otras cosas que requerirán del trabajo no iniciado.

Sin embargo me queda claro que en este punto se puede originar una discusión compleja, profunda y seguramente incómoda ya que se convierte en un asunto que lejos de considerarse trivial exige asumir posiciones de riesgo y defenderlas.

Por una parte todos clamamos por cambios de rumbo que transformen esta realidad agobiante y que permitan ir transitando hacia un país de igualdad, oportunidades y progreso. No se avizoran, al menos en el corto plazo y dentro del marco constitucional, cambios del establishment.

Entonces todos los esfuerzos que se hagan en este momento en procura de  generar cambios que corrijan errores, eliminen obstáculos, definan nuevas estrategias, aporten soluciones y que tengan incidencia positiva para el futuro tendrán que hacerse en este gobierno, obviamente con lo que esto suponga….

Se podría presentar una disyuntiva en algunos si se parte de un silogismo equivocado que seguramente se nos ha convertido en una certeza en los últimos años pero que es tiempo ya de corregir: “Si el país es el gobierno, y ayudo al país, ergo, ayudo al gobierno”

Sólo tengo este país y el país trasciende gobiernos, que siempre son efímeros aunque en momentos creamos en su eternidad. No nos confundamos, el país requiere de nuestro aporte y de nuestras capacidades para recuperarlo y es ahora cuando debemos empezar!

Para ser coherente con el párrafo inicial, sólo me referiré a mi posición personal confesando que me he pasado por todo ese análisis para luego poder llegar a una conclusión que, no niego, me obliga a abstraerme y disociarme muchas veces de la frustrante y agobiante realidad pero que al ver hacia adelante y entender que todo lo que podamos hacer ahora será ganancia para el futuro, me permite afirmar que quiero ayudar a mi país ahora, no quiero esperar mejores momentos, ni situaciones más  favorables y cómodas (que seguro vendrán). Haré lo que tenga y pueda hacer.

Esto lo escribo no porque crea que tengo la razón sino para ofrecer una mirada particular sobre un tema que me importa y ante el cual no puedo ser indiferente. Venezuela es el país de mis ancestros, de mis afectos, de mis alegrías, de mis tristezas, de mis logros y de mis fracasos y el que me ha dado las posibilidades de ser quien soy: ¡una venezolana que quiere ser parte y estar presente en la construcción del futuro!

@malarcia

Malarcia@icloud.com

¡Todos quieren ser presidentes! por Carlos Dorado

Sillapresidencial

¿Por qué será que en nuestro país casi todo el mundo quiere ser Presidente?

Una gran mayoría inclusive  aspira a ser Presidente de la República, y de los pocos que no aspiran a tan alta investidura y responsabilidad, al menos quieren ser presidentes de algo.

Recuerdo, al ex-contralor colombiano Julio César Turbay Quintero, que le preguntaron si aspiraba a ser presidente de los colombianos. A lo que él respondió: “Soy de los pocos colombianos que no aspiro”.

Siempre me llama la atención, cuando entrevisto a aspirantes a un empleo, y observo que la mayoría están más preocupados del título del cargo al que aspiran, que de la responsabilidad del puesto, e inclusive que del salario.

Los animales desconocen la envidia; los hombres la sinceridad. Cuántos tienen la valentía para preguntarse: ¿Estoy preparado para asumir esta responsabilidad, y la sinceridad para responderse? Lamentablemente somos un país de “toderos”, y con una visión muy cortoplacista, donde supuestamente todos sabemos hacer de todo, y terminamos no sabiendo hacer nada. Donde queremos todo a corto plazo, y terminamos no consiguiéndolo ni a largo plazo.

Confundimos los roles y nuestras capacidades, aspirando a muchos puestos porque creemos tener el derecho a ellos; pero no la obligación; y mucho menos, nos detenemos a pensar si tenemos la calificación. ¿Cuántas veces hemos visto a alguien decir: Lo siento no estoy calificado para asumir esta responsabilidad o cargo”? Para ello se requiere de una gran inteligencia y humildad; pero la mayoría se dejan llevar por la viveza y la prepotencia. ¡A pesar de que el secreto de la sabiduría, el poder y el conocimiento está en la humildad!

Georges Pompidou decía: “Un hombre de estado es un político que se pone al servicio de su país, mientras que un político es un hombre de estado que pone al país a su servicio”. Me pregunto: ¿Cuántos hombres de estado, y cuántos políticos tenemos en nuestro país?

El mundo está cambiando, y parece que los únicos que no nos damos cuenta somos nosotros. En 1960 las materias primas constituían el 30% del producto bruto mundial, en la década del 2000 apenas representaba el 4%. ¡Éramos un país rico!, y mientras algunos países están construyendo el futuro, nosotros estamos discutiendo el pasado. Necesitamos pragmatismo; pero nos quedamos sólo con el ismo de: capitalismo, socialismo, liberalismo, neoliberalismo, colectivismo, comunismo, y cuantos ismos se nos ocurran.

Hoy más que nunca, necesitamos ponernos de acuerdo, y tratar de recuperar nuestros valores, que surjan los principios morales, que aflore el intelecto, que prevalezca la meritocracia, que se estimule la educación, que logremos la eficiencia; y volver al trabajo; pero con un ambiente idóneo y seguro, si queremos tener un futuro digno como país. Es bello soñar con un futuro mejor, pero es aterrador pensarlo como un futuro peor. ¡Necesitamos sueños, no pesadillas!

Sería triste que la ambición de unos pocos, llevase al fracaso de muchos. La ambición no es mala, ya que es el motor que impulsa la sociedad; pero debe ser comedida y sobretodo racional; en caso contrario,  ejerce el efecto inverso,  impulsando  a la sociedad; pero …….. hacia el abismo.

“¿Quieres ser rico? Pues no te afanes a aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia”, solía decirme mi madre.

Quizás sea ésta una muy buena reflexión en este año recién estrenado, para aquellos que aspiran a ser Presidentes, a tener un cargo, o un puesto de trabajo.

cdoradof@hotmail.com

Nov 08, 2015 | Actualizado hace 8 años
Cúpula rica, venezolanos pobres por Henrique Capriles

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Nadie puede ser indiferente ante la situación de crisis que estamos viviendo en nuestra Venezuela. La crisis económica se está extendiendo como un virus a todas las áreas de la vida del venezolano, nada ni nadie se salva, sólo una cúpula que gobierna.

La situación de por sí es preocupante, pero hay que encender las alarmas, aún más cuando vemos que nuestros niños, en vez de ser niños y cumplir su rol de niños, donde la máxima preocupación debería ser pasar las materias en la escuela o salir a jugar o hacer un deporte después de clase, se ven más preocupados por cómo harán sus papás para darles alimento, mantenerlos en la escuela o curar a algún enfermo en la familia.

Que el lunes en los Altos Mirandinos, mientras realizábamos uno de nuestros Gabinetes Escolares en la Escuela Dilia Delgado de Bello, se me acercara José, un alumno de tercer grado, y se sentara a contarme, como si fuera un adulto,  lo que está viviendo su familia para conseguir los alimentos y productos, y cómo les cuesta mantenerlo a él y sus hermanos en clase, por lo costoso que ha sido comprar los uniformes y la lista de útiles escolares. A su edad, José debería preocuparse por terminar la tarea y salir a jugar béisbol o fútbol, el deporte que él quiera jugar, no debería sentir la angustia que vive al ver a sus papás sacando cuentas todo el día para ver a qué van a destinar cada quincena.
Es curioso, que mientras los venezolanos a lo interno hacen su lista de prioridades para destinar sus pocos ingresos de la manera más adecuada, tenemos un gobierno que en vez de poner el ejemplo, hace todo lo opuesto, e invierte los recursos que son de todos los venezolanos en mantener una agenda que les permita estar amarrados al poder.

Las preocupaciones de los venezolanos se han convertido en las preocupaciones que tienen los países en guerra, empezando por la inseguridad, ya que nuestro país tiene la segunda tasa más alta de homicidios del planeta con 82 por cada 100.000 habitantes. A esto ahora se le suma la angustia diaria que viven los venezolanos porque el sueldo no alcanza y los alimentos y los productos básicos no se consiguen, este año va a cerrar como el año de mayor escasez de nuestra historia.

Y es que, mientras Nicolás quiere que celebremos el 30% de aumento de los salarios, la realidad es que ese ajuste se queda corto ante la galopante inflación. ¿Qué se hace con 30% de aumento si la inflación va a cerrar por 200%? Venezuela va a cerrar el año 2015 con la inflación más alta del mundo y la más alta de la historia de nuestro país.

En lo que lleva de gobierno, Nicolás ya ha realizado “aumentos” de salario mínimo, cuatro han sido este año 2015, y en todos se ha quedado corto con la inflación. Cuando se piensa en realizar un ajuste de salario mínimo -porque no es un aumento como quiere hacer creer este gobierno- deben tomarse en consideración los precios desde el último aumento y la inflación con la que va a cerrar el año.

En un año, el costo de los alimentos ha subido 339,6%. Sólo la canasta alimentaria está por encima de los 60.000 bolívares, con lo cual, se requieren unos 7 salarios mínimos para poder adquirirla.

Y es que ya lo hemos dicho, ningún ajuste de salario va a funcionar si no se acompaña de otras medidas que reactiven la economía, como el fortalecimiento de la producción nacional y la generación de empleos de calidad.

Pero qué se puede esperar de un gobierno que pone a la educación en el último escalafón de la pirámide de prioridades. En vez de gastar recursos en otros países, se deberían invertir para resolver la crisis universitaria que afecta a más de 300.000 estudiantes universitarios.

En vez de destinar tantos recursos para lo militar, hacen falta más recursos para la educación. Creemos que las Fuerzas Armadas tienen su rol, pero para llegar a ser un buen general primero hay que pasar por la escuela y tener un buen docente y una buena educación. Entonces, no tiene mucho sentido que mientras un profesor universitario titular a dedicación exclusiva va a pasar a ganar unos 36.000 bolívares, el sueldo de un general va a estar por encima de los 130.000 bolívares, sin contar todos los gastos adicionales como carro, casa, relaciones sociales, entre otros. No se justifica que un general gane tantas veces más que un profesor universitario con ese nivel de preparación.

Un país no se construye fortaleciendo lo militar, eso no es lo que va a hacer que nuestra Venezuela progrese. La prioridad debe ser siempre la educación, Venezuela tiene que fortalecer todos los días su educación. Hay que destinar más recursos para la reparación y mejoras de las escuelas, para la preparación y el fortalecimiento de nuestros docentes, para abrir más universidades y fortalecer las que ya existen, para establecer convenios con universidades extranjeras que permitan un intercambio de conocimientos entre los alumnos.

Todos los países que se han desarrollado han entendido que el progreso se logra formando su recurso humano. Hay que formar a nuestro recurso humano y darle todas las herramientas para que se desarrolle. El sueldo de un profesor universitario, que tiene en sus manos la formación y preparación de nuestro recurso humano, no llega a 50 dólares mensuales en nuestro país, mientras en otros países como nuestra vecina Colombia, un profesor universitario gana 5.000 dólares mensuales.

Los profesores venezolanos ven su vida deteriorada en su país, mientras les ofrecen sueldos superiores en otras naciones, donde sí le dan valor a la formación de las nuevas generaciones y a su preparación para el desarrollo del país. Se nos va el talento venezolano y a este gobierno no le interesa, solo hay que echarle un ojo al Presupuesto presentado para el año 2016, el gobierno está entregando a las universidades sólo el 20% de los recursos que requieren. Cualquier partida es más grande que el presupuesto de una universidad, hasta prefieren invertir 480 millones de dólares para potenciar unos aviones de guerra, como si eso resolviera la delincuencia o la escasez. La partida de viajes y viáticos de Nicolás -que le gustan tanto- es de 5 millardos de bolívares, la mitad del presupuesto de un estado donde viven 3 millones de personas -Miranda-. Pero insisten que la crisis es porque bajó el precio del petróleo, cuando además decían que podría llegar a cero y nunca nos afectaría.

Como dijo el martes durante nuestro #PreguntaCapriles el Rector de la USB, Doctor Planchart: “La crisis de la educación es una tragedia nacional”. Esos profesores que se han ido deberían estar aquí generando conocimiento en nuestro país. Están perjudicando a nuestra juventud y la posibilidad de progresar en nuestra Venezuela.

Un gobierno serio ya hubiera buscado la solución para detener la fuga de talentos tan terrible que está sucediendo en nuestro país. El problema está en que este gobierno pretende colocar la universidad venezolana al servicio de un objetivo político, no les interesa la universidad autónoma porque eso genera un pensamiento libre, por eso no se mortifican mucho en conversar con los profesores universitarios para alcanzar soluciones. Tener a los estudiantes universitarios en paro puede ser para ellos una ventaja, pues en cierta forma deben pensar que es una manera de tenerlos desmovilizados. Pero yo estoy seguro que nuestros estudiantes están comprometidos con nuestra Venezuela y sus ganas de tener un mejor país los une aún más en tiempos de crisis.

Esta es otra gran razón para unirnos y luchar juntos por el cambio que merece nuestra Venezuela. En vez de buscar satanizar a las universidades, una Asamblea Nacional decente buscaría espacios de acuerdo y encuentro para solucionar la crisis. Piensa en el futuro de tus hijos y el 6 de diciembre escojamos a quienes van a hacer el presupuesto del país con las prioridades claras, con las mismas prioridades que tienes tú como venezolano.

Como dijo Deyanira en La Guairita, en Guarenas, el jueves: el pueblo es el que habla y el pueblo está cansado de tanta mentira. Vamos Venezuela, que juntos construimos el cambio. ¡Dios los bendiga!

 

@hcapriles

Blog de Henrique Capriles Radonski

Nuestra ciega voluntad de vivir por Orlando Viera-Blanco

Venezuela

 

«Más puede el anhelo de vivir en paz y defender lo nuestro, que la fuerza destructiva de un modelo de lucha de clases y división social»

 

El dilema para los que viven en el país va entre resistir o marcharse. La visión de los que ya partieron es que Venezuela no tiene regreso. Y para este columnista -que marchó por un tiempo, pero está de vuelta-no le queda más que decir, si un país en el mundo es recuperable, ese es Venezuela. Pero no de manos caídas…

Escribo impresionado por la pérdida de un allegado muy querido. Hablo de quien siento fue como un tío para mí. Crecí en el seno de su familia y puedo dar fe de la Venezuela fuerte, decente y talentosa que él representa. Le arrebataron su vida -sobre la misma tierra- en el sitio que más amó, pero donde injustamente encontró el final de su camino. No es consuelo para nadie. Porque no es perder la vida inmerecidamente, sino impunemente. Se fue un venezolano ejemplar, como muchos se han ido en manos de la violencia. Y en medio de esta tragedia, se estanca el juicio de ser o no ser venezolano, de estar o no estar en Venezuela…

Cuando uno revisa la historia de cada uno de nosotros -individual o colectiva- encontramos una ancestralidad virtuosa. A una gran mujer, a un gran hombre o en todo caso, a los abuelos, portadores de hermosos méritos. El mismo hecho de venir a Venezuela, lo fue… Pero a nuestro presente ahora le invade muerte y desolación. Una impronta de despojo que aniquila nuestra prosapia. Es la pérdida de nuestro mundo ideal como expresión de voluntad.  Al decir de Schopenhauer, estamos renunciando a «nuestro deseo ciego de vivir». En silencio y pasivamente. A nuestro derecho de concebir confraternidad y vivir en paz. Nos atrapa una peligrosa resignación colectiva que debe acabar. Porque nuestra realidad, no es vivir en términos sanos y cotidianos, sino sobrevivir al mandato de la violencia.

Esta entrega ha producido una perversa  dinámica de aceptar vivir en un estado permanente de emergencia, ultraje y defensa, donde no impera el mandato de la ley, sino del delincuente. Y sumergidos en este continuo sufrimiento y pesado aburrimiento de sobrevivir, nos vemos obligados a desmontar el mundo ideal -decíamos- que no  es otro que el familiar, el convivencial, el ciudadano, el espiritual, y en fin -como apunta KANT- nuestro imperativo moral.

Estamos perdiendo y abandonando a los hijos de la patria. Lo escribo ahora con el profundo dolor de la partida de un venezolano afable, generoso, honesto; esbelto tanto por su presencia, como por su calidez e inmejorable buen humor. Hijo, padre, hermano, esposo y amigo apasionado. Hombre urbano pero también de campo y de cacería, por cierto, con una apuntaría fuera de lo terrenal. El mismo ojo de lince que demostró su padre, cuando en 1961, nos trajo la primera medalla mundialista alcanzada por un venezolano en nuestra historia… Hijo también de la típica belleza, dulzura y calidez venezolana, habiendo sido su madre, la primera mujer en traernos una corona internacional de belleza al país, Miss Atlántida / 1937. Hoy una inmensa indignación nos conmueve. Pero su recuerdo seguirá inspirando nuestras fuerzas y esclavizada voluntad, de seguir viviendo por el bien de los suyos, de los nuestros y de todos los venezolanos.

El mensaje en medio de este primitivismo, es seguir de pie. Es honrar la memoria de los nuestros, luchando por el rescate de la Venezuela que fuimos. Porque si éramos un país integrado y sano, por lo tanto, recuperable. Es no dejarnos atrapar por un violento proceso desmoralizante, que nos debilita y nos lanza a la nada. Es sobrevivir para vivir y no lo contrario. Es elegir a quién y cómo plegarnos, para construir una verdadera plataforma humana y ciudadana, que nos permita avanzar en un real movimiento de emancipación de la inquina y la apatía. Aisladamente podemos decir cualquier cosa, pensar lo que nos plazca. Pero el desafío es proceder en colectivo organizadamente, para derrotar la anomia.

Existe un país lastimado y agredido. Pero no en exterminio. Venezuela está desmoralizada pero no acabada. Sufrimos de una profunda desviación sicopática, pero nuestra esencia confraterna y libertaria, sigue incólume. Y más puede el anhelo de vivir en paz y defender lo nuestro, que la fuerza destructiva de un modelo de lucha de clases y división social.

Einstein decía: «Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad». La voluntad que siguiendo con Schopenhauer, derrota cualquier ideología y nos eleva del sufrimiento, hasta alcanzar los valores más preciados de la vida, como lo es convivir para ser feliz. Sabemos que el riesgo es inmenso. Pero lo que está de por medio son nuestros hijos. Cada quien es libre como el viento de resguardar sus vidas. Pero ha llegado la hora de defender las nuestras y la de los demás. No podemos ver morir  como quien ve llover. Esta actitud es más fatal y terminal que la fatalidad o extinción que comporta un modelo político.

Todo tiene su final dice el viejo testamento. Hagamos del deseo de vivir, voluntad colectiva, no personal. No es que yo sobreviva. ¡Es mi ciega voluntad porque tú vivas! Y así sobreviremos todos.

 

@ovierablanco‎

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El chavismo, la muchedumbre electoral y el capitalismo por Andrés Volpe

Democracia10

 

“Es la transferencia de poder al pueblo. Eso es vital para lograr la solución de todos esos problemas. Eliminar totalmente la miseria, la pobreza y todos los problemas que nos dejaron 200 años de capitalismo en Venezuela”. 

Hugo Chávez.

La desaparición de la miseria humana es la premisa que sostiene la idea de progreso, ya que la humanidad vuelca su intelecto hacia el mejoramiento de sus condiciones naturales. El capitalismo es el único sistema por medio del cual la creación de riqueza puede hacerse de manera sostenible, continua y generalizada, ya que, a lo largo de la historia moderna, este sistema ha proporcionado a la humanidad los medios para el funcionamiento de una sociedad en la cual la erradicación de la pobreza es posible. Así lo establece Ludwig von Mises en su obra La mentalidad anticapitalista, cuando dice que “una economía de mercado resulta incompatible con aquellos grandes señores feudales y poderosos caballeros que, otrora, mantenían sometido al pueblo”. De la misma manera continua y arguye que “el hombre de la calle, bajo el capitalismo, disfruta de bienes desconocidos en tiempos pasados, que, por ello, resultaban entonces inaccesibles incluso para los más ricos”. La última frase resulta especialmente relevante en Venezuela cuando pensamos que, luego del desbarajuste chavista, cualquier bien es ahora inaccesible para cualquier venezolano.

El sistema de producción capitalista se apoya sobre las instituciones de la propiedad privada y el Estado de Derecho para su correcto funcionamiento, ya que solo mediante dichas condiciones es posible la creación de una riqueza legítima. Ahora bien, mal podría obviarse aquí los defectos o los problemas que han surgido del capitalismo en sus diversas aplicaciones, y así lo demuestran los intentos por renovarlo y adaptarlo a las exigencias del presente; pero dudar de los méritos de un sistema basado en la libertad y una sociedad libre, es argumentar en contra de la capacidad de la humanidad para garantizar su progreso y en contra de los derechos fundamentales del individuo auspiciados por los sistemas liberales, esenciales para detener el siempre amenazante peligro del poder absoluto y su empeño por acabar con la vida en libertad.

No resulta sorprendente entonces que el chavismo aborrezca el sistema económico capitalista, ya que ellos están empecinados en destruir la noción del individuo libre para suplantarlo con la del esclavo, ellos están empecinados en ir hacia la erradicación de la idea de progreso para suplantarla por el estancamiento que produce la miseria del sistema económico de producción socialista. El desmontaje del sistema liberal, cambiando la organización del Estado y destruyendo los cimientos sobre los cuales se apoyaría el capitalismo, ha sido llevado a cabo de una manera sostenida mediante la promoción de una supuesta democracia participativa y protagónica.

No obstante, esa falsa democracia protagónica chavista para garantizar el empoderamiento del pueblo, ha servido como un instrumento narrativo, una mera herramienta discursiva, de una tiranía criminal, emuladora de los peores regímenes del mundo. Fue por medio de discursos demagógicos anticapitalistas y antiliberales que Hugo Chávez atrapó a la muchedumbre para perpetrar la destrucción malsana de la república que heredaba de Rómulo Betancourt, aunque se empeñase en decir que arreglaría los desmanes de 200 años de historia capitalista venezolana que nunca existieron ni han existido. Peor aún, Nicolás Maduro ahora va mucho más allá y recurre a una estupidez agresiva para revitalizar un discurso viejo y derrotado como lo es el discurso soviético, aquel en el cual se combate la realidad para suplantarla con una matriz de falacias que buscan construir ficciones sobre las cuales la dictadura opera y pone en funcionamiento sus políticas socialistas de dominación totalitaria.

La posibilidad de sostener esta narrativa chavista, articulada por una neolengua que evidencia la ignorancia y el desprecio por la verdad, resulta cada vez más difícil para la tiranía. Si bien los descontentos internos todavía no pueden ser medidos en derrotas electorales para la dictadura, internacionalmente ya se denuncia abiertamente, por medio de diferentes instancias oficiales, el carácter antidemocrático y retrógrado del régimen que lidera Nicolás Maduro. Sin embargo, el descontento de la sociedad venezolana con la dictadura de Maduro todavía no se ha traducido en hechos políticos concretos, como, por ejemplo, en mayorías contabilizadas de manera oficial a través de resultados electorales, ya que todavía no se han podido activar los mecanismos para ello.

No obstante, incluso teniendo la oportunidad de activar estos mecanismos, como lo son las próximas elecciones parlamentarias, debe ser tenido como obvio que el chavismo, sabiendo y previendo su presente debilitamiento popular, ha construido una muchedumbre electoral para el aseguramiento de las victorias, estúpidamente llamadas, democráticas. La premisa de este argumento parte del convencimiento de que el fraude electoral no puede realizarse solo mediante una alteración electrónica de los resultados, sino mediante la creación de una multitud de seguidores organizados que irracionalmente entreguen su voluntad y organicen la entrega de otras voluntades a la voluntad del partido socialista.

Esta muchedumbre se ha ido construyendo por medio de la organización y registro sistemático de la ciudadanía que participa y disfruta de los programas sociales llevados a cabo por el Estado comunal. De la misma manera, se ha llevado a cabo mediante la conformación de grupos o movimientos que emulan los originales círculos bolivarianos y han dado paso a las unidades de batalla electoral y otros grupos que concentran todos sus esfuerzos hacia la movilización y control de los electores. El perfeccionamiento del control de la muchedumbre electoral se ha dado con la creación de los consejos comunales como bases territoriales que dependen, para su funcionamiento y financiación, del Ejecutivo nacional.

Esta realidad corrobora la afirmación que se hace sobre el chavismo y su necesidad de la pobreza como herramienta política para su subsistencia en el poder. Las misiones y demás programas sociales, así como todas las estructuras del Estado comunal como herramientas de control, son solo posibles dentro de un esquema de pobreza y miseria en el cual la dictadura es el único organismo capaz de proveer, aunque sea mediocremente, alivios temporales a la ciudadanía. En consecuencia, perpetuar la pobreza y la miseria mediante estructuras comunales, así como atribuirle las causas de los males a la oposición, deshumanizándolas en el proceso, son los elementos que hacen posible la permanencia en el poder del chavismo por vías electorales.

En cambio, el capitalismo, como sistema económico en un Estado liberal, busca todo lo contrario. El enriquecimiento de la sociedad, así como el empoderamiento de esta por medio de un mejoramiento de la calidad de vida, son los objetivos que el capitalismo busca cumplir para el aseguramiento de la democracia. En un sistema de libre mercado, el Estado no tendría el dominio total de los medios de producción, por lo que el individuo no estaría atado a este para su supervivencia. Por el contrario, el individuo sería capaz de deslastrarse del Estado, minimizándolo tanto sea posible, para que este solo cumpla con las funciones necesarias para la garantía de los derechos fundamentales. Además, en un sistema político libre y competitivo, una administración tan deficiente, mediocre y destructiva como lo es la chavista, no sobreviviría por mucho tiempo, ya que se extinguiría como opción real frente a la ciudadanía. Cuando el individuo es libre del Estado y puede por sí mismo garantizar su vida, es cuando, sin lugar a dudas, él puede elegir, no como muchedumbre, sino como un ser humano libre.

@andresvolpe

El Nacional