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Lucha

La costosa lucha por respirar en Venezuela
Alquilar una bombona de oxígeno puede costar más de 300 dólares, dependiendo de la saturación de oxígeno del paciente
El Índice de Escasez de Medicamentos (IEM) para enfermedades respiratorias se ubicó en 63 %, según el Monitoreo de Salud

 

@yeannalyfermin

 

La noche del domingo 24 de enero, Ruby González sintió que su hija Yesenia de 16 años, se le iba a morir en los brazos asfixiada con una crisis de asma. La odisea comenzó cuando la misma Yesenia con voz entrecortada le pidió a su madre que la llevara al médico porque ya no podía respirar y se estaba sintiendo muy mal. 

A las 9:30 p.m., Ruby le pidió ayuda a un vecino para que le hiciera el favor de llevarlas a un hospital, pero este se negó porque no tenía la gasolina suficiente y en cualquier punto se iban a quedar accidentados. Un taxi le estaba cobrando 50 dólares (por ser domingo en la noche) desde el barrio La Vega hasta el Hospital Clínico Universitario (HCU). 

Mientras tanto, el pecho de Yesenia no dejaba de silbar, con cada bocanada de aire que intentaba inhalar, sus agitados pulmones se congestionaban cada vez más.

Cuando eran las 10:10 p.m. otro vecino notó la desesperación de Ruby y su esposo y les ofreció llevarlos en su carro, pero cuando se disponían a salir rumbo al hospital, una falla en el motor impidió que pudiera trasladarlos. A las 10:20 p.m. varios vecinos resolvieron sacarle la gasolina al carro que se accidentó y surtir al otro vehículo que solo le faltaba el combustible para poder andar. 

A las 10:40 p.m. la tonalidad en la piel de Yesenia estaba cambiando. Sus manos estaban frías, su cara se tornaba azulada y sus ojeras se hacían cada vez más oscuras y la voz no le salía.

A las 11:00 en punto de la noche llegaron a la emergencia del Hospital Clínico Universitario, el doctor de guardia la revisó y confirmó la crisis de asma. Sin embargo, le dijo a Ruby que no la podían atender porque debido a la crisis en los centros asistenciales el oxígeno solo es para pacientes que estén en áreas críticas. 

15 minutos después, Ruby tomó la decisión de llevársela para el Domingo Luciani, pensó que allá sí podían atenderla y colocarle oxígeno que era lo que principalmente necesitaba. 

La respiración de Yesenia cada vez era más corta y forzada, el silbido que emitía su pecho, producto de lo inflamadas que ya estaban sus vías respiratorias, era lo único que se escuchaba en todo el camino. 

A las 11:40 p.m. Ruby y Yesenia estaban ingresando a la emergencia del Hospital Domingo Luciani, en Petare, municipio Sucre. A ambas se les hizo raro no solo lo abandonado que lucía el lugar, sino también la falta de personal. Un médico cirujano fue quien las atendió. Las hicieron llenar una historia médica para luego decirle que no cuentan con los insumos básicos para atender la crisis de asma que tenía la adolescente. 

Las opciones de Ruby se habían agotado, su desesperación no podía ser mayor, la cianosis en Yesenia ya era muy evidente. No sabía qué hacer ni a dónde acudir y no contaba con el dinero para llevarla a una clínica. Una enfermera al ver que estaba llorando y que la joven estaba mal, le sugirió que la llevase al Materno Infantil de Petare, que allá poir la edad de la menor la podían atender. 

A las 12:50 llegaron al centro hospitalario ubicado en La Urbina, donde finalmente la atendieron, le colocaron oxígeno y un tratamiento para que se recuperara. Volvieron a casa a las cinco de la tarde.

Un lujo respirar

Con la severa crisis de asma que le dio a Yesenia, la familia González se tuvo que enfrentar no solo con las incontables deficiencias del sistema de salud público y la escasez de gasolina, sino también con los altos precios en medicinas e insumos médicos. 

“Le mandaron dos inhaladores, uno costaba 80 dólares y el otro 20. Adicional a esto le mandaron antialérgicos y unas gotas descongestionantes. En total, fueron como 120 dólares aproximadamente, sin contar que le mandaron una dieta estricta por un mes, para evitar posibles cuadros alérgicos”, dijo Ruby.

A la madre de Yesenia le sugirieron que tener una bombona portátil o un concentrador de oxígeno sería de gran ayuda para estos casos, pero para esta familia es difícil, ya que una bombona de 7 litros tiene un valor de 150 dólares, mientras que los concentradores superan los 600 dólares. 

En una reconocida cadena de farmacias, se debe cancelar 222 dólares de depósito, 64 dólares por el llenado y 35 dólares la mensualidad. Un total de 321 dólares. Esto sin contar el precio del regulador, el cual puede conseguirse entre 100 y 150 dólares. Si el paciente requiere más de una bombona por día, el precio va aumentando. 

En la misma farmacia ofrecen también bombonas pequeñas de emergencia, las cuales tienen un precio de 53 dólares el alquiler, 18 el llenado y 10 la mensualidad.

En un establecimiento comercial dedicado al suministro de gases y oxigeno medicinal ubicado en la Carretera Petare Santa Lucía, en el sector Filas de Mariches, en el estado Miranda, el servicio es más económico. El alquiler o depósito está valorado en 180 dólares, de los cuales se le entrega al cliente el 20% cuando haga la entrega del cilindro. La recarga del gas son 22 dólares. El precio del regulador de oxígeno tiene un costo de 90 dólares. El servicio no incluye flete. 

El vendedor del establecimiento explicó que la duración del oxígeno dependerá de la condición del paciente, específicamente de la saturación de oxígeno en sangre que tenga el paciente, lo normal es entre 95 y 100. 

“Hay pacientes que la saturación la tienen en 60, estos ameritan más litros por minuto de oxígeno y al día se pueden consumir hasta tres cilindros de 6 metros cúbicos”, dijo el vendedor. 

Las páginas de comercio electrónico también ofrecen el servicio por bombonas de 6 metros cúbicos. La recarga del gas oscila entre los 25 y los 30 dólares y el alquiler por dos semanas en 100 dólares. No incluye transporte. 

Un oxímetro, instrumento necesario para conocer el nivel de oxígeno en la sangre en pacientes que padecen enfermedades respiratorias graves y también coronavirus tiene un costo entre 10 y 30 dólares en páginas de comercio online. 

Según el último informe de la Encuesta Nacional de Hospitales, con datos de todo el año 2019 -antes de que llegara la pandemia-, el déficit de insumos médicos rondaba el 85 %. El estudio también señaló que 70,72 % de los hospitales evaluados en ese año tuvieron oxígeno todos los días, en 22,6 % fue intermitente y en 7,22 % ningún día.

Para Manaos si hay oxígeno

Mientras Venezuela atraviesa por una crisis humanitaria compleja, el pasado 19 de enero, el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza, informó a través de su cuenta en Twitter la llegada de las primeras seis gandolas cargadas con 136.000 litros de oxígeno a la ciudad brasileña de Manaos. 

Días después, Maduro informó que un segundo cargamento de 86.000 litros de oxígeno sería enviado a los estado de Roraima y Amazonas en Brasil para atender la crisis sanitaria que el COVID-19 ha dejado en la región. Además prometió que semanalmente enviarían oxígeno al país que lo desconoce como jefe de Estado.

Sobre el envío de oxígeno al pueblo de Brasil, la presidenta del Colegio de Enfermeras del Distrito Capital, Ana Rosario Contreras, afirmó que la noticia generó molestias en el personal de salud y sobretodo en el personal de enfermería.

“Las enfermeras tenemos que correr cuando recibimos la orden médica que hay que suministrar oxigenoterapia a un paciente, por eso nos causó mucha molestia que se le resuelva el problema al vecino país de Brasil, mientras que aquí tenemos que dejar de ingresar pacientes porque no se dispone de oxígeno”, dijo Contreras.

La presidenta del Colegio de Enfermeras comentó que a una colega que se contagió con COVID-19 en un hospital y se complicó, tuvieron que buscarle asistencia respiratoria y en varios hospitales de Caracas, entre ellos el Hospital Clínico Universitario y el Pérez Carreño reportaron que no tenían cupo para atender casos de coronavirus porque no disponían de oxigenoterapia. 

En una entrevista para AFP, el miembro de la Organización No Gubernamental (ONG) Médicos Unidos Venezuela, Jaime Lorenzo, señaló que el oxígeno no ha escaseado en los hospitales venezolanos, pero que la infraestructura para atender problemas respiratorios es muy precaria. “Puedes tener el oxígeno, pero si no tienes los equipos ¿Cómo atiendes al paciente?”, dijo.

Sin embargo, un enfermero que lleva más de 10 años laborando en el Hospital Domingo Luciani, quien prefirió no ser identificado por temor a represalias, afirmó que la situación en el centro de salud con el oxígeno es crítica porque no hay bombonas en la emergencia y tampoco tienen cilindros para el traslado, es decir, solo cuenta con los depósitos que hay en el hospital.

“Ahorita el hospital es un desastre, eliminaron sala de asma para colocar una unidad de cuidados intensivos con dos camas que están en las peores condiciones. Está la emergencia donde ingresan los pacientes con dificultad respiratoria, pero no hay cómo nebulizarlos porque no está acondicionado para tratar a un paciente con este tipo de afecciones”, dijo el enfermero. 

En marzo de 2007, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que el oxígeno está incluido en la lista de los medicamentos esenciales para tratar deficiencias respiratorias e hipoxia (falta el oxígeno en la sangre). Recientemente, el Ministerio de salud en Venezuela incluyó la oxigenoterapia temprana en el manual de tratamiento de la COVID-19.

Según el último balance oficial de personas hospitalizadas por COVID-19 en Venezuela, aproximadamente unas 6553 estarían requiriendo oxigenoterapia, solo en los centros de salud. Sin contar con las que están en  su casa y los que tienen otros padecimientos respiratorios no asociados al coronavirus.

Una investigación realizada por la Alianza Rebelde Investiga (ARI) determinó que 47 hospitales designados como centinelas para atender los casos de COVID-19  carecen de los insumos más básicos, como agua, camas hospitalarias, respiradores y rayos X, lo que desmiente lo anunciado por Nicolás Maduro de tener todo lo necesario para enfrentar la pandemia. 

La tragedia del gremio médico

La situación de los médicos y enfermeros en Venezuela es calificada por el gremio como una “tragedia humanitaria”. La escasez de gasolina, la falta de bolívares en efectivo, los altos precios del pasaje, las fallas eléctricas, la escasez de agua e insumos médicos y el bajo salario que perciben, forman parte de las limitaciones que le impiden al personal de salud cumplir con sus labores. 

Una enfermera del hospital Pérez de León, que prefirió no ser identificada, asegura que la situación económica del país y la pandemia del coronavirus es la peor que le ha tocado enfrentar tanto a nivel emocional como a nivel físico. “Los enfermeros estamos agotados, es una situación muy dura, pero nuestra vocación de servicio es inquebrantable”.

“Trabajamos con condiciones laborales indecentes, la práctica de enfermería está en peligro porque no contamos con las medidas de bioseguridad necesarias para evitar que nosotros, los que velamos por el bienestar y la salud de todos los venezolanos nos contagiemos. Una enfermera en una quincena gana 1.500.000 bolívares, mientras la canasta alimentaria, según el último monitoreo del Cendas se ubicó en 270 dólares, eso no puede ser”, sentenció Ana Rosario Contreras. 

Contreras aseguró que oficialmente y de acuerdo al número de habitantes en Venezuela deberían existir 120 mil enfermeros, hoy el déficit está en un 60 a 70 % a nivel nacional.

Según cifras del último Monitoreo de Salud realizado por la Asociación Civil Convite en diciembre de 2020, en Barquisimeto, Ciudad Bolívar, Maracaibo, Maturín, Mérida, Puerto Ordaz, San Carlos, San Juan de los Morros, San Felipe, San Fernando de Apure, Valencia y Área Metropolitana de Caracas, el Índice de Escasez de Medicamentos (IEM) para enfermedades respiratorias se ubicó en 63 %.

Otro flagelo del coronavirus que afecta directamente al personal de salud es que Venezuela es líder en las estadísticas mundiales con la tasa más alta del personal de salud fallecido a consecuencia del coronavirus.

Según el último reporte de la ONG Médicos Unidos por Venezuela del pasado 10 de febrero, la cifra de muertos con criterios de COVID-19 ascendió a 338. La cifra representa más de 30 % de las muertes reportadas por la gestión de Nicolás Maduro desde que inició la pandemia en el país, el pasado 13 de marzo. 

EEUU ratifica a Venezuela como país que no coopera con el antiterrorismo

Este miércoles 13 de mayo el Departamento de Estado de los Estados Unidos (EEUU) ratificó que Venezuela se mantiene entre los países que no colabora con el antiterrorismo. 

Esta certificación “prohíbe la venta o licencia de artículos y servicios de defensa” a los países incluidos y sirve para informar “al público estadounidense y a la comunidad internacional” de su falta de cooperación, detalla el despacho.

La ratificación se da sobre Venezuela luego de que estados Unidos y Colombia denunciaran que el gobierno de Maduro protege a miembros de Ejército de Liberación Nacional (ELN) y del grupo terrorista Hezbolá en territorio venezolano.

 

En el listado de países que no cooperan con la lucha contra el terrorismo también figuran Irán, Corea del Norte, Siria y Cuba. 

 

«En 2019, Maduro y miembros de su ex régimen continúan facilitando espacios permisivos para que terroristas sigan manteniendo su presencia en la región. Maduro no es reconocido pero su control en Venezuela impide cooperación efectiva en los esfuerzos antiterrorismo de EEUU. Individuos vinculados a las FARC disidentes (quienes siguen comprometidos con el terrorismo a pesar del acuerdo de paz) y el ELN están presentes en el país. El Departamento de Justicia ha impuesto cargos criminales a Maduro y otros miembros del ex régimen por tener en marcha una asociación narcoterrorista con las FARC en los últimos 20 años», según el documento divulgado por el Departamento de Estado el 13 de mayo.

Este es el primer año en el que se incluye a Cuba entre estos países. El Departamento de Estado señaló que miembros del ELN, que viajaron a esa nación para participar en el acuerdo de paz con Colombia, se quedaron en ese país. Asimismo, enfatizan que los gobernantes de la isla rechazan la solicitud de extradición que hace el gobierno colombiano después del ataque a la academia de policía. «Cuba es refugio de fugitivos de EEUU durante décadas».´++

 

 

El ex alcalde metropolitano, Antonio Ledezma, envió un mensaje a través de su cuenta en Twitter para rechazar cualquier posibilidad de negociación con el régimen de Maduro.

«A riesgo de que me tilden de ultra radical, mantendré mi criterio de que meter nuestra esperanza en «una trituradora electoral», con Maduro aún usurpando poderes, es una reiteración en el error estratégico que sólo le conviene a esta narcotiranía». 

En su tuit, Ledezma mencionó al presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, indicando que «solos no podemos» en la lucha de los venezolanos contra el régimen chavista. 

 

Como mosquitos, por Orlando Viera-Blanco
«Vivir en un Estado de ilegalidad y los más elementales componentes identitarios, por encontrarse en la violencia, ninguneo, desorden y arbitrariedad, genera una constante resistencia que se resume en el sentimiento» a mi tu no me j….

 

LOS VENEZOLANOS DEBEMOS RESCATAR la estructura del Estado responsable que se resume en “el espíritu estadal” según lo definía Gramsci en su ensayo “los elementos de política”. Cuando se pierde el “espíritu estadal” se pierde  el sentido de gobernantes y gobernados, de dirigentes y dirigidos, por cuanto la disolución de los elementos institucionales de un gobierno legítimo: la justicia, el imperio de la ley, el orden constitucional y administrativo, la autoridad real de las fuerzas civiles y militares ocasiona la pérdida de obediencia ciudadana y el acatamiento del “gobierno”, que es anarquía, abuso y tiranía.  

 

A mí tú no me humillas

Vivir en un estado ausente de legalidad y los más elementales componentes identitarios, por encontrarse sumido en violencia, ninguneo, desorden y arbitrariedad, genera una constante  resistencia que se resume en el sentimiento “a mi tu no me j…, no me vas a humillar”.  Un clima donde el “gobernante” no es más que un gorila patán, déspota y pendenciero que desmonta la condición de dirigente y dirigido, sustituyéndola por amo y oprimido.  En este terreno la convivencia es una quimera y la confrontación la regla. Es el “estado ausente” al que nos han llevado a los venezolanos. 

El paroxismo de la hostilidad arrastra amigos y familiares. Que un pariente o amigo apruebe o comprenda al “Leviatán”, es suficiente para subir los tonos, perder la compostura y el respeto.  Y nada sucede por una causa, decía Hannah Arendt. En todo caso “la violencia nunca debe ser una causa superior al fin perseguido que la justifica”. Pero a eso nos han llevado: al punto donde el Estado ha devenido en totalitarismo y sus integrantes en mosquitos. “Y así se nos matan…” (dixit Hanna Arendt).

Quien desde la política intente restituir el orden civilista bajo esquemas ciudadanos será sospechoso. Cuando la sociedad cae poseída por la irracionalidad, por la intemperancia devenida del maltrato y del desprecio más profundo, no confío ni en mi sombra, el odio me obnubila y la indignación saquea mi consciencia. Es el “estado” del patán.  Conducirnos a la nada, a la anomia…

No es “el mal devenido de malas personas”. ¡Es el mal de seres superfluos donde la maldad es sólo materia, desecho! El mal radical como el que refería Arendt “de los campos de exterminio donde el homicidio es tan impersonal (banal) como el aplastamiento de un mosquito […] Eso es totalitarismo: no la dominación despótica de los hombres, sino un sistema en el que los hombres se vuelven nimios e irreflexivos”, surgiendo la antípoda donde los más “notables” ven en su sombra un traidor, donde el individualismo se rinde a la invocación más profunda: ¡sobrevivir!. En ese momento vibra la antipolítica. 

 

El gesto por el gesto…

Dice Gramsci: “La lucha por la lucha y especialmente, el individualismo estrecho y pequeño, no son más que la satisfacción caprichosa de impulsos momentáneos. En realidad se trata siempre del «apoliticismo», que asume estas variadas formas pintorescas y caprichosas. El individualismo no es más que un apoliticismo animalesco, el sectarismo es «apoliticismo» y, si se observa bien, el sectarismo es en efecto una forma de «clientela» personal, mientras falta el espíritu de partido que es el elemento fundamental del «espíritu estatal». Fin de la cita

Cuando perdemos el sentido del Estado dejamos de ser estadistas.  Y al dejar de serlo [estadistas] todo vale, nada cuenta, los partidos son una amenaza y las individualidad radical, el mesías. Perder la noción de Estado es vaciar toda disposición disciplinaria y voluntad orgánica. Lo curioso es que aquellos que quedan atrapados en el apoliticismo caprichoso son los últimos en integrar los “pelotones de salvación”.  Mandan a otro a hacer la guerra pero no se enrolan en ella. Emborrachados de apoliticismo quedan atrapados en su desconfianza en la pérdida del “espíritu estadal”. Y como sus verdugos, no es que sean malos, sino banales. Para ello la violencia es superior al fin que la justifica.

 Y agrega Gramsci: “El individualismo es un elemento de carácter animal, admirado por los forasteros, como los actos de los habitantes de un jardín zoológico…”.

 No es el “gesto por el gesto” por el gesto lo que libera al hombre. Es el gesto por el prójimo. Ahí muere el individualista, el mesías, el taita, y nace el líder, el dirigente, es estadista. 

El culto a la tradición

Se ha entretejido un culto ponzoñoso y peligroso a la tradición. La reciente encuesta Nacional Ómnibus Datanálisis /Agosto-2019 registra que un 35% de la gente no apoya ni al régimen ni al gobierno interino y con un 88% de rechazo a Maduro los partidos de oposición no llegan a un 15% de aprobación. Lo más grave es que mientras la mitad de la gente apoya soluciones dialogadas [48%] y elecciones libres y transparentes, un porcentaje superior no cree que el régimen saldrá del poder “por las buenas”.  La descalificación-antivalor típico del Estado ausente, de la muerte del espíritu estadal, nos ha secuestrado NUESTRO espíritu de lucha. ¿Si estoy rodeado de déspotas y traidores por qué salir de casa?

Y así vamos, migrando o muriendo, como mosquitos…como los actos de los habitantes en un jardín zoológico llamado Venezuela. 

 

@ovierablanco

La guerra sucia, por Elías Pino Iturrieta

ARMA PREFERIDA DE LA DICTADURA, fórmula para generalizar las calumnias y producir daños a la oposición, la guerra sucia se ha incrementado en estos primeros meses del año. Como la impotencia aumenta en los predios de un régimen acorralado por las reacciones populares, el plan de manchar la reputación del liderazgo que lo adversa se viene multiplicando para revolver el río buscando ganancias. No debe desestimarse el nuevo intento, pese a que parece condenado al fracaso debido a la fortaleza de los dirigentes que ahora destacan en la vanguardia de las luchas sociales. Es un último recurso del usurpador, sobre cuya arremetida debemos estar preparados.

¿Por qué? Porque le ha funcionado durante mucho tiempo. Las divisiones de la oposición no solo se han debido a que sus figuras representan un determinado entendimiento de los negocios públicos, sino también a que ellos mismos han querido dividirse en buenos y malos gracias a las campañas de los propagandistas del oficialismo. La fabricación de villanos y malhechores, de colaboracionistas y alcahuetes del sistema ha favorecido a los compañeros de camino a quienes cae del cielo la alternativa de librarse de los más incómodos, es decir, de los que los rivalizan con éxito; aun sabiendo que calcan el libreto de los laboratorios oficiales y quizá sin maginar que pueden ser después las víctimas. En la medida en que se denigra de quienes parecen sus émulos en el Parlamento, en el partido, en las coaliciones y en la consideración del pueblo, pasan agachados para que el vendaval de porquerías haga su trabajo. En consecuencia, la guerra sucia cuenta, al comenzar la carrera, con la mitad de la pelea ganada.

La otra mitad le es concedida por la credulidad popular, por los afanes de simplificación movidos por la impaciencia, la desesperanza y también la ignorancia de una clientela que, como no encuentra soluciones mágicas, como no se cumplen el domingo las metas planteadas el sábado, se solaza en la detracción de los corderos ofrecidos en bandeja de plata. No deja de ser placentero el descubrimiento de la paja en el hombro ajeno cuando permite que disimulemos la viga que estorba la visión del ojo propio, sentencia bíblica que manejan a su manera los montadores de ollas podridas para pescar no solo destinatarios incautos, sino igualmente sujetos irresponsables que les sirven de coro. Entre ellos, un grupo deplorable de periodistas que repiten sus infundios con ánimo digno de mejor causa; y los guerreros del teclado que acuden al único recurso que tienen para llegar a la fama, los caracteres ofrecidos por el Twitter. La más difundida de las colaboraciones, por cierto, aunque también muy idiota porque solo les permite notoriedad efímera.

Sin embargo, buena parte del éxito de la guerra sucia se ha debido a sus víctimas, que no reaccionan ante una avilantez que los degrada como políticos y como ciudadanos. Ven el vuelo de los dardos y apenas los esquivan. Se arrinconan esperando que pase el ventarrón de las inmundicias, sin hacer mayores gestos para reivindicarse. Una conducta digna de atención debido a que, si no se observa con mirada piadosa, puede significar la admisión de una culpa. Por fortuna, se puede explicar tal actitud en el hecho de que, aparte de contar con simpatizantes de sobra, habitualmente la acometida llega acompañada de amenazas que tocan la vida y la libertad de los atacados, o de sus familiares cercanos, círculo ominoso que conduce al silencio o, en no pocos casos, al exilio.

Hace poco, en entrevista concedida a Milagros Socorro, Julio Borges salió del mutismo para ofrecer detalles sobre la persecución de que ha sido objeto, sobre la intimidación a la cual fue sometido, sobre las infamias que la dictadura ha arrojado en torno a su reputación y, en especial, sobre la bajeza de unos perseguidores a quienes identifica con pelos y señales. De la ponderación de esa entrevista salieron los comentarios que se han ofrecido hoy. Es, si no la primera, una de las denuncias más vigorosas de la cruzada de difamación que mancha la política venezolana.

@eliaspino

El Nacional 

Víctor Maldonado C. Ene 07, 2019 | Actualizado hace 4 días
El sexto elemento

CREO QUE DEBEMOS A GIOVANNI SANTORI la formulación de una pregunta crucial: ¿Cómo luchar en democracia, por la libertad y contra la corrupción? La respuesta apropiada es todo un desafío, sobre todo porque en el camino se puede perder la democracia, y con ella, toda ilusión y capacidad. Ha sido, obviamente, el caso venezolano. La democracia se derrumbó y cayó víctima del atroz populismo, de la fatal ignorancia de sus élites, del caudillo arquetipal y de un inconsciente colectivo que nos escora hacia un socialismo silvestre, un sistema errado de presupuestos y convicciones que operan como puerta franca a los autoritarismos, y en el caso que nos atañe, al totalitarismo más perverso.

Nuestro totalitarismo es híbrido. Es una mezcla caótica de ideología marxista, con sus aplicaciones castristas, y  el peor de los pragmatismos imaginable, porque se reduce a hacer todos lo posible para sobrevivir en el poder, sin importar costos sociales o cualquier tipo de violación a los derechos y libertades. Además, debido a ese mismo pragmatismo, totalmente abierto a constituir las alianzas más espeluznantes, bien sea con carteles de la delincuencia organizada, o con grupos terroristas que terminan apoderándose indebidamente, pero con cierta complacencia oficial, de porciones de territorio sobre el cual ejercen potestad e incluso soberanía. Parece inaudito, pero la única lógica que sobrevive dentro de un experimento socialista es que “todo vale” para mantenerse en el poder.

Por eso mismo esta descripción taxonómica queda muy incompleta si no describimos su funcionamiento, y calibramos las consecuencias de su permanencia. Debe quedarnos claro que este tipo de regímenes solo tiene como interés el retener el poder, porque sus objetivos se concentran en el saqueo sistemático de los recursos, y en combatir a sus enemigos de clase: el mundo libre, el mercado y la propiedad. Son sus enemigos porque no toleran nada que les haga sombra a sus propias tinieblas. Cualquier contraste los derrumba. Ellos, para sobrevivir necesitan ser el único argumento, la narrativa absoluta y la única versión imaginable, sin que haya posibilidad de contrastes. De allí el encierro, la censura, y la propensión a sustituir el conocimiento y el sentido común por teorías “conspiparanoicas” donde las consecuencias se cercenan de las causas, y el sentido común naufraga en el mar tempestuoso de una avasallante propaganda oficial. Todo este esfuerzo necesita afanosamente simplificar al individuo, despojarlo de criterio, obligarlo a pensar de acuerdo con la conveniencia del régimen. Requiere de la degradación del ciudadano hasta el sujeto idiotizado, elemental, conforme, dependiente y servil que no es capaz de imaginar la libertad.

No ocuparse del país los muestra a los ojos de los incautos como sumamente ineficientes. Pero es otra cosa, no es solo que no saben hacer, es que además no les importa. Lo de ellos no es atender las demandas ciudadanas, prestar el servicio eléctrico, garantizar el agua potable, suministrar alimentos o hacer viable el sistema de salud. Para ellos gobernar es solo la excusa para instrumentar sistemas sofisticados de saqueo de las finanzas públicas. Y lo hacen aun a costa de destruir la moneda, vaciar las reservas internacionales, arruinar la empresa petrolera estatal y devastar los recursos del país. Ellos, los supuestos constructores de un futuro perfecto, son la única causa de que no haya posibilidad de futuro alguno.

La perversidad, la mentira, las operaciones psicológicas y la propaganda son también parte de su saber hacer. Todo el aparato estatal se va especializando en la simulación. Necesitan garantizar la preeminencia de una ficción, la alienación a una falsa realidad, sembrar las dudas sobre lo que la gente realmente padece, jugar a la lotería social, hacerles ver incluso que algunos de ellos, los más fieles y leales, pueden llegar a ser partícipes de ese mágico milagro de estar “donde hayga”. Para ellos el saqueo del país es un privilegio reservado a “sus mejores”.

Pero para que toda esta trama funcione adecuadamente tiene que ir adornada de una lucha constante a favor de “nuevos derechos para las minorías”, mostrándose como puerta franca a cualquier exacerbación progresista. Los socialismos son, en ese sentido, paradójicos. Sus ciudadanos están muertos de hambre, pero muy orgullosos de los “derechos” que tienen “garantizadas” las minorías que ellos inventan y luego exacerban. No hay derechos humanos, pero dicen respetar a las minorías.  El “lenguaje inclusivo” opera como una trampa adicional: destruye el lenguaje, perturba los significados, y aplasta la verdad debajo de los nuevos convencionalismos. La realidad, ahora carente de la posibilidad de ser narrada con limpieza y claridad, termina siendo partícipe de ese caos que solo conviene al saqueo. La perversidad consiste en sembrar la confusión, evitar la reflexión unívoca, alejar la situación concreta, y colocar a la gente en una nebulosa montada a propósito para evitar la objetividad que necesita la disidencia para plantear el proceso de diferenciación.

El régimen juega a eso, a la paradoja constante, a remover las entrañas, extirpando lo poco o mucho de raigambre moral que le quede a un venezolano que tiene razones para estar amargado, que además está hambreado y sofocado por las terribles circunstancias que le ha tocado vivir. El ciudadano, expuesto a un circo psicodélico, no tiene demasiado claras sus opciones, porque el socialismo los somete a un bombardeo psíquico que los obliga a desconocer su propia condición humana para terminar siendo una comparsa. El régimen se ufana de un control eficaz de la población, pero se niega a cuantificar los costos. Esa receta es cubana. El poder defendido desde una trinchera. El poder transformado en su propia finalidad. No es control legítimo sino los resultados de vivir sin derechos, diezmada la esperanza, víctimas de las embestidas del régimen y de la desbandada de los que no soportan.

Lo cierto es que hay mucha impudicia al exhibir tanta destrucción. Pasearse por las calles del país es apreciar con dolor tanto tiempo perdido para el ciudadano. El estado en sus términos convencionales, tolerado porque está diseñado para proteger la vida, la propiedad y la soberanía, cuando se le confiere demasiado poder, comete traición y se convierte en un fin en si mismo. En los socialismos es todavía peor, porque se transforma en un depredador que también practica una indiferencia atroz. El ciudadano luce desvalido. Todo ha quedado de su mano. Las carreteras quedan abandonadas a su suerte, monumentos y estructuras lucen derruidos. La oscuridad es la única compañera de las noches en cualquiera de nuestras ciudades. Empresas cerradas dan cuenta de la imposibilidad de convivir con el destruccionismo por diseño. Las empresas públicas corrieron la única suerte que podían tener, el saqueo de su talento y de sus capacidades productivas. Hospitales y centros de salud dejan de funcionar. La moneda pierde su sentido. La economía estalla y ya no envía las señales pertinentes para poder hacer el cálculo económico. Una tormenta perfecta.

El socialismo, que se atribuye el remoquete de “científico”, reniega de la razón y el sentido común. Desvalija el sistema de mercado para colocar en su sustitución el régimen de controles, como si fuera posible manejar la sociedad a través de un sistema de planificación centralizada. Confunde soberbia con conocimiento. No es capaz de discernir entre capacidad y posibilidad. Abjura de la herencia civilizacional para reemplazarla por un misticismo ideológico y un odio sistemático, donde ellos operan como chamanes confabulados con la fuerza bruta del que ejerce la tiranía. El resentimiento los coloca en posición de devastar el régimen de propiedad y creer que lo pueden sustituir por el voluntarismo estatista. Los resultados están a la vista: La gente se está muriendo de hambre.

En el transcurso ocurre un desmontaje atroz de la empresa privada. El fidelismo la estatizó completamente. La versión remozada de la vieja receta castrista abrió un dossier de posibilidades: estatización forzada, intervención de la autonomía de las empresas a través de controles, y “el modo Putin” de control económico: sofocar a los empresarios indóciles hasta obligarlos a la venta de sus empresas, que quedan así en manos de los amigos del régimen, los “enchufados”. Otra versión de la misma estrategia es la que permite el acceso preferido a privilegios cambiarios y de cualquier otro tipo a una cofradía limitada de empresarios que se dejan manosear a cambio de ser los testigos de “una economía sana”, llena de oportunidades, donde se pueden hacer alianzas con el gobierno, que resultan “favorables” para el país, que no aprecian la necesidad de mantener una visión holística del momento, y que por lo tanto dicen que es posible aislar la economía de cualquier cosa que ocurra en la política. Toda experiencia socialista tiene sus espacios para el ejercicio del cinismo. Por eso la justificación suele ser dramática y con tintes supuestamente heroicos. Los que se acercan a las vetas de la corrupción y se benefician de ellas dicen que ese resulta ser el precio que deben pagar para mantener la empresa abierta y los empleos asegurados. Una muy conveniente ceguera que llena sus bolsillos, al costo social de mantener la ilusión de un sector “privado” relativamente autónomo, alejado de la diatriba partidista, militante de las negociaciones y el diálogo, que “practica” un falso pluralismo y que propone una versión de la realidad donde la democracia está “ligeramente tutelada” por la ideología oficial. ¿Los identifica?

El poder totalitario se corrompe tanto como mantiene una obstinada vocación para corromperlo todo. Dicho de otra manera, el análisis no solamente tiene que considerar la descomposición progresiva del orden totalitario, sino sus efectos en el resto de la sociedad cuando se somete a la terrible circunstancia de vivir en la ilegalidad para poder sobrevivir. La sobrevivencia produce otra mirada, más complaciente, más resignada, o tal vez más ansiosa o alucinada. La consecuencia  es que reduce a la desolación y a la servidumbre, como si de un remolino se tratara.

Pero lo más grave no es la desolación que provoca un régimen corrupto. Es la capacidad tremendamente astringente para disolver la integridad de quienes estarían llamados a confrontarlo. El sexto elemento es ese, la corrupción como operadora política de alto nivel, la práctica del cinismo como cultura predominante y excusa perfecta, el abandono de los valores como referentes, la extraña liberalidad con la que se asume la vivencia del totalitarismo, y esa sospechosa forma como asumen los tiempos de resolución, sin apuro, con pausas, lleno de emboscadas, con infatuaciones coreográficas, dejando indemne al régimen que dicen combatir. Y de nuevo, fomentando la desolación de una ciudadanía que no puede o no quiere comprender.

¿Qué es lo que el ciudadano no quiere comprender? Que el régimen tiene muchas formas de preservarse en el poder. Pero entre las más clásicas está el estímulo de la corrupción como forma de practicar el chantaje, ablandar progresivamente las conciencias y bloquear cualquier estrategia de coraje. Eso es mucho más masivo y más económico que la represión pura y dura, reservada para los más irreductibles. El escándalo continental provocado por Odebrecht da cuenta de cómo operó el buque insignia de la política socialista de apaciguamiento y domesticación. Miles de millones de dólares repartidos entre comisionados y comisionistas para salvaguardar las bases de los socialismos reinantes. Grandes, pequeñas y medianas prebendas repartidas generosamente para aquietar los ánimos y hacerlos poco menos que comparsas negadoras de lo que verdaderamente está ocurriendo.

La lucha política está contaminada por quienes no asumen que el cambio es posible porque el statu quo les resulta el máximo conveniente de sus posibilidades políticas, bien sea porque solamente sobreviven en ausencia de competencia abierta, o porque han aprendido a vivir muy bien del rol que los ubica como eternos partidos de oposición light. Sobreviven porque son parte del decorado totalitario. Y lo peor, saben que no sobrevivirían ni un minuto a un proceso de transición democrática.

El totalitarismo del siglo XXI ha usado la corrupción como herramienta útil de sometimiento. Ha envilecido los “deberes posicionales” (Garzón Valdés, 2004), aquellos deberes que se adquieren a través de algún acto voluntario en virtud del cual alguien acepta asumir un papel dentro de un sistema normativo. Esos deberes se han convertido en privilegios. Le han dado la espalda al sentido republicano del ejercicio del poder. La corrupción es no cumplir con esa obligación que viene con el liderazgo y el poder, es la traición a la confianza social otorgada, es la falta de cooperación con las expectativas sociales.

Te dan un cargo, ofreces con altisonancia y luego aflojas al momento de las acciones. La corrupción se aprecia entre la contradicción brutal entre el discurso y la práctica. Opera a través de la participación en un grupo que intenta influenciar en el comportamiento de los otros a través de promesas, amenazas o prestaciones prohibidas por el sistema normativo relevante, para obtener algún beneficio o ganancia indebidas. Esta trama grupal, mafiosa, subterránea, nunca la vemos, pero la percibimos en la decepción que generan esos operadores institucionales.

La corrupción es una inmensa y extensa telaraña, que no puede dejar de presumirse. Lo trágico es que, en el socialismo del siglo XXI, es además el mismo sistema normativo que favorece, enaltece y propicia la impunidad y la corrupción, porque ellos proponen y ofrecen que “dentro de la revolución ¡todo es posible!”. Vivimos un sistema normativo de complicidades y de corrupción abierta. Ese sistema y sus pueriles expectativas es lo que se tiene que abolir, porque el sexto elemento sostiene al socialismo del siglo XXI a pesar de sus muy malos resultados.

Debo finalizar advirtiendo con las palabras de Santo Tomás Moro, patrono de la política, que esa telaraña de la corrupción es una trampa que no podemos seguir ignorando. Está más cerca de lo que imaginamos, no podemos seguir suponiendo que afecta a los otros, a los malos, solamente al régimen, porque “si los males y desgracias de aquellos que están lejos no nos llegaran a conmover y preocupar, muévanos, al menos, nuestro propio peligro. Pues razón de sobra tenemos para temer que la maldad destructora (la corrupción) no tardará en acercarse a donde estamos, de la misma manera que sabemos por experiencia cuán grande e impetuosa es la fuerza devastadora de un incendio, o cuán terrible el contagio de una peste al extenderse. Sin la ayuda de Dios para que desvíe el mal, inútil es todo refugio humano”. Hoy más que nunca es imprescindible la restauración moral de la república, que solamente se logrará con cualquier modalidad de ayuda que restaure el bien y destierre el mal.

@vjmc

UCAB cumple 65 años de excelencia educativa y lucha democrática

LA MISION QUE MUEVE A LA UNIVERSIDAD CATÓLICA Andrés Bello está centrada en “contribuir con la formación integral de la juventud venezolana, promover el desarrollo nacional y seguir siendo faro, luz y aporte en medio de la situación que vivimos”. Así lo sostiene el rector, Francisco José Virtuoso, y sus palabras están lejos de ser un lugar común.

Este 24 de octubre se cumplen 65 años desde que la UCAB abrió sus puertas en la esquina de Jesuitas, en el centro de Caracas, para albergar a sus primeros 311 estudiantes. Más de 60 años después, la universidad ha graduado a 60.000 profesionales, tiene sedes en Caracas y Guayana y está afianzada, no solo como referente en el área educativa sino como una institución que cumple un rol destacado en la sociedad venezolana, gracias a los aportes de sus integrantes y de sus numerosos proyectos de investigación, desarrollo y extensión.

“Son 65 años de tradición, de lucha, de trabajo, 65 años de muchos logros. En este cumpleaños tenemos la buena noticia de una universidad consolidada, modernizada, que alberga varias sedes, entre ellas la UCAB Guayana, la cual también arriba a su cumpleaños número 20 desde el inicio de sus estudios de pregrado”, apunta el sacerdote jesuita.

 

Prestigio certificado

Pese a la crisis que golpea al sector universitario, este 2018 la UCAB tiene muchas razones para celebrar. En el último año marcó hitos importantes, entre ellos haber sido ubicada –una vez más- en el ranking internacional QS University, como una de las 100 mejores de Latinoamérica y la primera universidad privada del país. La UCAB fue la única institución venezolana en mejorar su lugar en la lista, al subir 2 peldaños y quedar en el puesto #65 de la región.

Igualmente, la Organización de Naciones Unidas (ONU) certificó a la UCAB como miembro de su iniciativa “Impacto Académico”, la cual reconoce el compromiso social de las organizaciones educativas y culturales que la conforman. La UCAB se convirtió en una de las dos universidades nacionales en ser incorporada al grupo de 1000 instituciones en 120 países que trabajan, junto a la ONU, en la promoción de asuntos de prioridad global como los derechos humanos, la paz y los objetivos de desarrollo sostenible.

 

Venezuela primero: Educación, ENCOVI y Reto País

Para enfrentar la deserción docente, durante este período la UCAB y la Compañía de Jesús lanzaron el programa de becas Educa 20-20, a través del cual bachilleres que estudien Educación en la universidad reciben el subsidio de hasta 100% del costo de la matrícula. A la fecha, ya se han incorporado más de 200 beneficiarios y la primera cohorte de egresados saldrá en 2022. Los nuevos maestros prestarán sus servicios en las escuelas de la red Fe y Alegría y en las de la Asociación Venezolana de Educación Católica.

Con el fin de ofrecer información confiable sobre la situación social venezolana, en 2018 y por cuarto año consecutivo la UCAB presentó, junto a la UCV y la USB, los resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida de la Población Venezolana (ENCOVI), radiografía pormenorizada de la realidad en materia de educación, salud, seguridad, alimentación, pobreza y empleo, y material de consulta imprescindible para organizaciones nacionales e internacionales.

También este año, profesores y estudiantes de las distintas facultades de esta institución protagonizaron las jornadas de Reto País, en las cuales investigadores y especialistas dictaron ponencias sobre la realidad nacional y debatieron ideas para contribuir a resolver los problemas económicos, sociales, políticos y de infraestructura. La experiencia incluyó foros en varias regiones, realizados en alianza con organizaciones de la sociedad civil. A finales de noviembre, la UCAB realizará un encuentro nacional con el primer informe de resultados y lanzará una plataforma de organizaciones de la sociedad civil.

Estrechando alianzas con el sector empresarial, la universidad lanzó el programa ANCLA, plataforma que ofrece servicios a organizaciones que necesiten atraer, capacitar y retener a las nuevas generaciones profesionales a partir de las capacidades técnicas y académicas de la UCAB.  Más de 15 compañías se han sumado a este proyecto, que busca adaptar la mano de obra a las necesidades del mercado.

Este 2018, la universidad celebra su expansión nacional,  pues se cumplen 20 años desde que en 1995 se iniciaron los estudios de pregrado en UCAB Guayana. Durante dos décadas, esta extensión se ha erigido como referente de formación para el oriente y sur del país y plataforma de debate y aporte de soluciones sobre la región de la Amazonía.

 

Internacionalización en marcha

Más allá de las fronteras, La Católica fundó en Panamá la “Planta de Energía Social”, centro de investigación, formación y extensión que comenzó a prestar servicio a organizaciones públicas y privadas de Centroamérica a través de un acuerdo de cooperación con la Universidad Santa María La Antigua. Gracias a esta alianza, la UCAB está aportando su experiencia académica en temas de desarrollo sostenible y lucha contra la pobreza.

Igualmente, la institución dio un espaldarazo a la formación global de sus alumnos al suscribir acuerdos de validación académica con dos universidades estadounidenses: la Florida Global University y la URBE University (ambas con sede en Miami), gracias a los cuales los ucabistas podrán obtener un título de pregrado con validez en Estados Unidos, cursando en línea una fracción del plan curricular de esas casas de estudios.

Con todos estos logros, el rector Francisco José Virtuoso insistió en que, aunque la universidad atraviesa el “período más difícil de su historia”, continuará trabajando por el bienestar del país.  “Tenemos delante dificultades que impactan la vida nacional y también la universidad. Pero si algo estamos haciendo en la UCAB es luchar por mejores condiciones de vida, por la democracia, por la libertad, haciendo frente a los problemas y consolidando nuestra institución. No nos rendimos, tenemos razones para seguir, porque queremos que este país mejore y cambie”, finalizó.

Venezuela entre los peores países del mundo en la lucha contra el tráfico ilícito

 

Venezuela es uno de los cinco países del mundo peor valorados en la lucha contra el tráfico ilegal de mercancías, revela un estudio global publicado este jueves en Panamá.

Presentado por del semanario británico The Economist, el Consejo Empresarial para el Entendimiento Internacional (BCIU) y la ONG Alianza Transnacional Para Combatir el Comercio Ilícito (TRACIT), el informe coloca a Venezuela, país sumido en una grave crisis económica, política y social, en el puesto 80 sobre un total de 84 países analizados.

Estas organizaciones presentaron un índice con el que pretenden mostrar qué países posibilitan o previenen el tráfico de drogas, personas, animales, piratería y mercancía falsificada.

Los índices están basados en una serie de indicadores relacionados con políticas de gobierno, transparencia, comercio, eficiencia aduanera y corrupción, entre otros.

Venezuela, de un ranking sobre 100, tiene una puntuación de 28,1, sólo por encima de Laos (26,8), Myanmar (22,6), Iraq (14,4) y Libia (8,6).

“Venezuela es un Estado fallido. Los países necesitan instituciones, y si no son instituciones legales son instituciones ilegales”, dijo Irene Mía, Directora Editorial Global de la Unidad de Inteligencia de The Economist.

“Cuando hay una situación de crisis el comercio ilícito también aumenta porque la gente trata de comprar por donde pueda”, añadió Mía.

Según el estudio, Venezuela comparte con el resto de países de baja puntuación la baja calidad de sus instituciones estatale”.

El informe indica también que el país sudamericano, junto a Rusia y China, no cumple los estándares mínimos para la protección de víctimas de la trata de personas ni están haciendo los esfuerzos para revertir la situación.

“Lo que es importante es tener instituciones fuertes y capacidad para implementar las leyes. La corrupción es uno de los elementos más facilitadores del comercio ilícito”, señaló Mía.

– Alerta con zonas francas –

Con un promedio mundial de 60, Finlandia encabeza el índice (85,6), seguido de Reino Unido (85,1), Estados Unidos (82,5), Nueva Zelanda (82,3) y Australia (81), en un listado donde en sus primeras 20 posiciones hay 13 países europeos y ningún latinoamericano o africano.

En el caso de América Latina, Chile (69,1), Argentina (64), Uruguay (63), Colombia (61,6) y Costa Rica (60,6) son los países mejor preparados para combatir el tráfico ilícito, al contrario que Paraguay (43,3), República Dominicana (42,7), Trinidad y Tobago (38), Belice (34,7) y Venezuela (28,1).

Cindy Braddon, Jefa de Comunicación y Políticas Públicas de TRACIT, dijo en un comunicado que el comercio ilícito “está inundando esta región y ahogando las oportunidades de desarrollo económico”.

El informe también pone el ojo en las zonas francas e incluye como casos de estudio a la Zona Libre de Colón en Panamá, a la Zona Libre de Corozal en Belice, y a la Zona Especial Aduanera de Maicao en Colombia.

“El comercio ilícito está desenfrenado en la región, como un destino para productos ilegales y falsificados desde Asia, y como un centro de distribución notorio que prospera con una gobernanza limitada en las tres Zonas de Libre Comercio más grandes”, aseguró Braddon.

Las prácticas de trasbordo engañosas, el mal etiquetado y facturas fraudulentas estarían permitiendo a comerciantes ilegales evitar sanciones, tarifas comerciales y regulaciones al ofuscar la identidad del país de origen o la naturaleza ilícita de los bienes.

A las zonas francas “se les considera valiosas por su contribución a facilitar el comercio” pero por otro lado los gobiernos de todo el mundo han creado dentro de sus fronteras “paraísos no monitoreados” que pueden facilitar las actividades del crimen organizado transnacional, advierte el informe.

Para combatir el comercio ilícito los expertos recomiendan mejorar las estructuras regulatorias, definir sanciones disuasorias, hacer cumplir las leyes, racionalizar las políticas impositivas y fortalecer la cooperación internacional.