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Kluiverth Roa

Lilian Tintori y Albert Rivera se reunieron con familiares de presos políticos venezolanos

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La esposa de Leopoldo López, Lilian Tintori, y el presidente del partido español Ciudadanos, Albert Rivera, se reunieron este miércoles con familiares de presos políticos venezolanos.

El líder español escuchó atento los testimonios también de los familiares de las víctimas de la represión. Rivera expuso este martes que para que haya diálogo en Venezuela debe haber condiciones, y una de ellas es respetar la Constitución para liberar al pueblo venezolano de la crisis.

La madre de Geraldine Moreno, Rosa Orozco, lamentó que hasta el momento el gobierno no responda sobre las víctimas de las protestas de 2014, “no hay manera de dialogar con el gobierno”, expresó durante un encuentro con el líder del partido español Ciudadanos, Albert Rivera, de visita en Venezuela, en un hotel capitalino.

Orozco exigió justicia y denunció que hay casos de violación de los Derechos Humanos. “Geraldin Moreno, Kluiverth Roa (jóven de 15 años que fue asesinado en el estado Táchira).

“Nuestro clamor es por justicia y por la privación de libertad de gente que no lo merece cuando en las calles de Caracas los verdaderos asesinos están libres”, enfatizó Nancy Márquez, hermana de José Márquez, quien murió luego de una golpiza que recibió por parte de cuerpos de seguridad cuando grababa las irregularidades que cometían esos funcionarios que reprimían una manifestación en la parroquia La Candelaria.

“Aquí hablan de 43 caídos, 19 entre estudiantes y sociedad civil fueron agredidos por la GNB, Sebin y la Guardia del Pueblo y entre esos 19 hay 5 estudiantes, muertos con tiros en la cabeza”, expresó Orozco en la reunión en la que también esta presente Lilian Tintori.

Albert Rivera arribó a Venezuela la noche de este lunes en medio de un clima de incertidumbre tras las amenazas de Diosdado Cabello, que pedía a los cuerpos de seguridad del Estado la expulsión del diputado español cuando llegara al país.

Sin embargo, su llegada no tuvo mayores incidencias y logró pasar los controles de inmigración, siendo recibido por el embajador de su país, Antonio Pérez-Hernández.

El líder de Ciudadanos ha dicho que está dispuesto a dialogar tanto con la oposición venezolana como con el Gobierno para limar las asperezas en el conflicto político.

 

 

 

*Con información de NTN24, Unión Radio y Nota de prensa

A Kluiverth Roa, el hijo infinito... por Tamara Suju Roa

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He tratado de recordar que me pasaba por la cabeza cuando tenía 14 años.  Me vino a la mente el corre corre y como trataba de rendir el tiempo entre el colegio, las clases de ballet, el piano, los amigos y los pocos ratos libres que aprovechaba para montar bicicleta o ir al cine. Luego me ubico en los 14 años de mis hijos, y pienso lo diferente que fue para ellos, que casi se graduaron de bachillerato con un postgrado en ciencias políticas, observado la represión de los estudiantes, el  encarcelamiento y siguiendo muy de cerca el caso de Franklin Brito, por ejemplo,  caso que conocieron y que discutimos en varias oportunidades, hasta su fallecimiento.  A sus 14 años, ellos no entendían del todo, porque su mamá participaba en tantas cosas,  pero en alguna ocasión me acompañaron a alguna marcha, y descubrí que se sentaban frente a la TV a ver las cadenas de Chavez, y llegaron a ser pequeños grandes analistas de sus palabras, dándose cuenta de cuán violento y lleno de odio podían ser sus discursos, porque así me lo manifestaban.  Su infancia y adolescencia fue totalmente diferente a la mía,  y como todos los muchachos de su edad, nunca tuvieron paz.

La corta vida de Kluiverth Roa tiene que haber sido igual.  Más en una ciudad como San Cristóbal, donde las calamidades diarias, como el secuestro, la extorsión, el desabastecimiento, sumado al conflicto político y social, deben haber marcado sus 14 años, sin que quizás entendiera mucho como y porque  llegamos a tener este país de caos que es Venezuela hoy en día.  Kluiverth no había nacido cuando llego el fallecido presidente Chávez al poder.  Por lo que no conoció otro gobierno que no fuera éste, tan lleno de odio, de ineficiencia e incapacidad para gobernar, pero sobre todo, tan discriminador. A penas seguramente empezaba a entender porque sus compañeros, los universitarios, han estado en las calles de San Cristóbal los últimos años exigiendo tantos derechos conculcados. Pero parece que si comprendió lo suficiente para decirle a su asesino, segundos antes de morir: «dejen ya la represión».

Kluiverth Roa muere ejecutado por un policía nacional bolivariano, 9 años mayor que él,  que cuando se instaló éste proyecto de poder mal llamado «revolución del siglo XXI»  hace 15 años, sólo tenía 8 años.  Javier Moral (nombre del PNB) fue formado pues, bajo los parámetros de un sistema que ha enseñado a una pequeña parte de los venezolanos a enfrentarse con quienes disienten, a confrontar en vez de conciliar , a odiar en vez de respetar.   Ese es el nuevo hombre del que nos habló  quien se fue a la tumba, después de haber dividido, devaluado y empobrecido a Venezuela.  Algunos funcionarios de los organismos de seguridad han perdido el sentimiento venezolano de «los hijos infinitos» de nuestro gran poeta Andrés Eloy Blanco, y no les ha importado matarlos con una bala en la cabeza, desfigurarlos con perdigones a quemaropa,  torturarlos, maltratarlos y hasta violarlos.

Pero aún más grave es lo que dijo quien se supone es el presidente de la República y quien  debería ser ejemplo de respeto de lo que establece el ordenamiento jurídico, y quien se atrevió a vincular a un hijo de Venezuela, de tan sólo catorce años de edad, y que acaba de ser asesinado vilmente por un policía de la nueva PNB que el mismo gobierno creó,  a supuestas «sectas de la derecha».  Cuando una persona no es capaz de al menos mostrar  respeto por el dolor ajeno, por los padres y familiares que supieron que a su hijo, que acababa de salir de su colegio, que ni siquiera estaba en medio de una manifestación, fue ajusticiado cobardemente delante de sus compañeros y vecinos, pidiendo clemencia, ésta persona no es digna de ser presidente de Venezuela. La obsesión de poder y  la siembra de odio para retenerlo, el  desconocimiento no sólo del disidente, sino de todos los venezolanos que no piensan como él, pareciera que no le dejan espacio en su corazón para la sensibilidad de conmoverse ante el dolor ajeno.

Este presidente no se leyó nunca «los hijos infinitos de Andrés Eloy Blanco».  Por eso no le importa vincular a una «secta de la derecha» a un niño de 14 años, así como tampoco  le han importado las muertes de los otros 5 jóvenes que fueron asesinados la última semana, con tiros en la cabeza, ni los que fallecieron el año pasado asesinados por organismos de seguridad del Estado, como Geraldine Moreno o Bassil da Costa.  Yo quiero que aquellos que todavia defienden este proyecto de poder totalitario me digan si un gobierno que aprueba  una resolución que permite el uso de armas mortales en manifestaciones públicas  y no se inmuta cuando organismos de seguridad matan y torturan a nuestros jóvenes, son dignos de llevar las riendas de la nación.  Los hijos infinitos de tan sólo 14 años de edad no tienen colores políticos, y si los tuvieran, la Constitución Nacional les garantiza el ejercicio de sus derechos. Aquí, el único  que le ha llenado el corazón de odio a unos pocos que ahora actúan de forma violenta contra la población civil, contra sus propios compatriotas, es el gobierno nacional. El que siembra odio, cosecha tempestades. Y el 85 % de los venezolanos no queremos esa cosecha.

A Kluiverth Roa:  «Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños
que la calle se llena
y la plaza y el puente
y el mercado y la iglesia
y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle
y el coche lo atropella
y cuando se asoma al balcón
y cuando se arrima a la alberca;
y cuando un niño grita, no sabemos
si lo nuestro es el grito o es el niño,
y si le sangran y se queja,
por el momento no sabríamos
si el ¡ay! es suyo o si la sangre es nuestra.

 

Que Dios te tenga en su gloria, hijo…

 

@TAMARA_SUJU

El odio y la solidaridad crecieron juntos por Brian Fincheltub

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Son dieciséis años, se dicen fáciles, pero una gran parte de la población venezolana tiene más de la mitad de sus vidas viendo y escuchando lo mismo: odio, violencia e intolerancia. Quienes éramos muy jóvenes cuando llegó el chavismo al poder, escasamente podemos recordar cómo vivíamos antes, lo diferente que era la convivencia en la disidencia ¿Tenía errores el sistema? Ciertamente, pero prefiero mil veces una democracia con desaciertos, imperfecciones y errores, que una dictadura.

Otra gran porción del país, los más jóvenes, solo han vivido en la era chavista. Ellos no tienen la posibilidad de comparar a través de la experiencia entre lo que vivimos hoy y lo que fuimos, es en la escuela o en la familia donde se les da esa posibilidad. Si usted recibe una educación cargada de contenido ideológico, que estigmatiza al pasado, que le inculca que ser diferente es ser traidor, apátrida, parasito, usted se lo terminará creyendo y pasará a formar parte del problema.

Toda Venezuela está conmocionada por lo que pasó esta semana en Táchira, donde fue asesinado vilmente un niño de 14 años de la manera más cobarde y despiadada, en el suelo, a quemarropa, ignorando sus suplicas. “No me mates, no me mates” relatan los testigos gritaba desesperadamente frente a un policía ciego y sordo por el odio.

En redes sociales lo más comentado era que se trataba de dos niños. Kluiverth Roa, la víctima, de solo 14 años y Javier Mora, el victimario, con 23 años. El primero no vio otra cosa que chavismo, el segundo con apenas 7 años en 1998. Para muchos esto es síntoma de una sociedad enferma y descompuesta.

Aunque coincido en el diagnostico sobre Venezuela, prefiero resaltar el valor de solidaridad y la nobleza que representa el joven asesinado. Kluiverth lo matan por ser solidario con una joven herida por la represión, pudo seguir indiferente hacia su casa, pero decidió detenerse y ayudarla. Esos fueron los valores que aprendió de su familia y como scout. Aunque también fue bombardeado como millones de venezolanos por el odio, en Kluiverth triunfó el amor y la solidaridad.

Nuestras familias hoy tienen una responsabilidad histórica, construir un escudo en sus hijos contra aquello que nos separa, contra esos sentimientos que hicieron disparar al policía pese al clamor de un niño que quería vivir. Tenemos la obligación de lograr que triunfe la solidaridad sobre el odio, la vida sobre la muerte, la convivencia sobre la intolerancia. Solo así podremos lograr el cambio y la paz duradera. Justicia para ti Kluiverth, porque la gloria ya la tienes.

@Brianfincheltub

Encontacto@brianfincheltub.com

La muerte de un joven venezolano aumenta las quejas por el uso de armas en manifestaciones

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La muerte de un adolescente venezolano el martes por un policía que le disparó con una escopeta de perdigones de goma en la cabeza causó no solo conmoción en la opinión pública, sino también el rechazo de buena parte de la sociedad sobre el uso de armas para reprimir protestas.

Este jueves, a dos días del suceso, un grupo de estudiantes, juristas, académicos y opositores se pronunciaron contra la resolución del Ministerio de la Defensa emitida recientemente que permite a la Fuerza Armada el uso de la fuerza «potencialmente mortal» en caso de que sea necesario durante la represión de protestas.

El grupo presentó un recurso ante el Tribunal Supremo de Justicia para pedir a la Sala Constitucional la nulidad de esta resolución «nefasta» y «mortal», al tiempo que exigió un pronunciamiento rápido a esta solicitud al considerar que «la vida de los jóvenes venezolanos pende de un hilo» por culpa de esa instrucción.

El estudiante de bachillerato Kluiverth Roa, de 14 años, falleció en un escenario de protestas en San Cristóbal, estado Táchira (oeste), y el agente de la estatal Policía Nacional Bolivariana (PNB) Javier Mora, de 23, fue imputado por «homicidio intencionado» con agravantes por tratarse de un menor de edad.

Mora confesó que disparó al adolescente con una escopeta de perdigones de goma, según la Fiscalía venezolana.

El defensor del Pueblo, Tareck William Saab, aseguró, sin embargo, que la resolución no tiene relación con la muerte del joven ya que ésta regula la actuación de las fuerzas armadas y no de la PNB, cuerpo al que pertenece el imputado.

«En este caso, quien actuó fue la PNB (…), lo que ocurrió fue que un policía de manera indebida, de manera criminal, mató a un menor de edad, eso no tiene que ver con ninguna resolución», dijo Saab.

Los obispos venezolanos, por su parte, pidieron a las autoridades del país que no empleen métodos o armamentos «contrarios a la legalidad», en clara alusión a la resolución que, según sus detractores, es contraria a la Constitución donde se establece que las manifestaciones no pueden ser controladas con armas de fuego.

En un comunicado firmado por Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, y respaldado por la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), se exhorta además a que, «siguiendo la invitación del papa Francisco», se agoten los espacios «para el encuentro y el diálogo» que sea constructivo para la búsqueda de soluciones.

En el ámbito internacional se siguieron produciendo reacciones sobre la muerte del chico en las que se pidió a Venezuela, precisamente, retomar el diálogo.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, habló este jueves de la necesidad de que se reactive un diálogo político en Venezuela y se ofreció para mediar entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, siempre «respetando la autonomía», dijo, para ayudar a resolver la crisis del vecino país.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, expresó su preocupación por nuevos informes sobre actos de violencia surgidos en Venezuela y manifestó su apoyó los esfuerzos para promover el diálogo político.

Asimismo, la organización Human Rigths Watch insistió en la necesidad de que la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) actúe para «repudiar las graves violaciones a los derechos humanos» en Venezuela y exigir la puesta en libertad de los dirigentes de la oposición detenidos.

Sobre la detención de los políticos, una representación de 15 burgomaestres pertenecientes a la Asociación de Alcaldes por Venezuela se concentró frente a la prisión militar de Ramo Verde, en las afueras de Caracas, para demandar la liberación de los opositores Antonio Ledezma, Leopoldo López y Daniel Ceballos.

Entretanto, el Gobierno ofreció hoy detalles sobre el fallido plan de golpe de Estado que denunció hace dos semanas el propio presidente, supuestamente trazado desde Estados Unidos y en el que estarían involucrados, presuntamente, militares de la aviación y opositores.

El presidente de la Asamblea Nacional venezolana (AN), Diosdado Cabello, presentó en televisión una relación de llamadas telefónicas efectuadas supuestamente desde el teléfono de Ledezma en enero de este año a un número de EE.UU. perteneciente a dos venezolanos que estarían detrás de la financiación del fallido golpe.

Según Diosdado, con el mismo número de Estados Unidos al que aparecen llamadas efectuadas en el registro del teléfono de Ledezma se comunicó también el teniente Henry Salazar, detenido como uno de los presuntos ejecutores de la tentativa golpista.

Maduro dijo que si al pueblo de Venezuela «le tocara luchar» solo, «sin el apoyo del mundo», así lo hará, en un acto en el que acusó a Washington de presionar «a todos los países de Latinoamérica y el Caribe» para que se sumen y apoyen una intervención estadounidense en Venezuela.

También pidió a los «diputados de la derecha» del Parlamento Europeo que «no metan sus narices» en los asuntos de Venezuela después de que la mayoría de grupos políticos de la Eurocámara demandasen el miércoles la liberación de Ledezma y el cese de los episodios de violencia en el país.

Madre de  Kluiverth Roa: A mi hijo me lo asesinó el odio

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La indignación corrió como si fuera pólvora en Venezuela, un país que no quiere acostumbrarse a vivir en permanente estado de vértigo. El asesinato a sangre fría de Kluiverth Roa, de 14 años, a manos de un policía bolivariano durante una protesta en San Cristóbal en la que el niño no participaba, conmocionó al país y provocó la reacción airada del movimiento estudiantil.

Las protestas se suscitaron en Zulia, Barinas, Mérida y Carabobo, y en Táchira, donde se vivió un día de duelo. Y sobre todo en Caracas: un grupo nutrido de estudiantes logró acercarse a la sede del Ministerio de Interior, en el centro de la capital, para exigir justicia. Llevaron cuadernos pintados con manchas rojas, que simbolizaban la sangre del chico asesinado y en sus camisas un mensaje que hoy parece imposible: «Reconciliemos al país». Los jóvenes activaron lo que ellos definen como «operación comando» para acceder en secreto hasta la zona ministerial ante la prohibición de manifestaciones. Ni medios ni redes.

«El Gobierno quiere callar las voces que piden cambio. A veces tras las rejas y otras bajo tierra. ¡No más hermanos caídos!», clamó Hasler Iglesias, presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela.

Los estudiantes exigen la destitución del director de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), Manuel Pérez, y que se derogue la muy polémica resolución 008610 del Ministerio de la Defensa, que permite el uso de armas de fuego en las manifestaciones.

Al ritmo de cánticos como «Por qué, por qué nos asesinan, si somos el futuro de América Latina», los jóvenes consiguieron ser escuchados por las autoridades. Les recibió el viceministro Giuseppe Cacioppo, quien les aseguró que por el asesinato ya hay nueve personas detenidas, incluido el oficial de la PNB que disparó al joven, Javier Mora Ortiz, de 23 años.

Imputado por homicidio

La fiscal Luisa Ortega también informó que Mora fue imputado por los delitos de homicidio intencional, calificado por motivos fútiles e innobles, con el agravante de que es un adolescente, uso indebido de arma orgánica y quebrantamiento de pactos y convenios internacionales.

Desde el Gobierno se afirma que no fue un arma de fuego lo que causó la muerte de Roa, sino una escopeta de perdigones. Erick Roa, el padre de Kluiverth, aseguró por su parte que el informe forense determinó que fue un balazo. En cualquier caso, en vídeos que se han difundido por las redes sociales se observa que el disparo sí fue a quemarropa.

«Mi hijo estaba saliendo del colegio, estudiaba a dos cuadras (manzanas) de donde estaba siendo la manifestación. Estaba pasando para agarrar el transporte. Era un niño de 14 años, ni protestas ni nada», explicó Erick Roa. El chico jugaba al basket y pertenecía a la asociación de Scouts locales.

Testigos presenciales aseguran que el niño quiso ayudar a una joven a quien los policías habían disparado perdigones en la espalda. Los agentes contraatacaron, Kluiverth no pudo huir, cayó al suelo y recibió un disparo a bocajarro en la cabeza. Otra de las presentes, incluso, asegura que los agentes sacaron al joven de debajo de un vehículo donde se había escondido.

Nicolás Maduro también aportó su propia explicación: «Se produjo un hecho inverosímil. Pasaron unos policías por allí, se enfrascaron en una pelea; dicen los policías que fueron rodeados, golpeados y atacados con piedras. Uno de los policías accionó la escopeta de perdigones, y asesinó a este muchacho».

El primer mandatario condenó el asesinato y ordenó capturar a los responsables, pero lanzó nuevas cortinas de humo: «La derecha está preparando muchachos para que generen violencia, les llenan el alma de odio». Una palabra que también se escuchó en labios de la madre de Kluiverth, pero con un significado muy diferente: «A mi hijo me lo asesinó el odio».

Horas más tarde, el presidente dio un paso más allá, ordenando a sus simpatizantes que salgan a las calles, junto al Ejército, para detener a los integrantes de la oposición que quieran llegar al poder por la vía de la violencia. Maduro añadió que no va a permitir que la oposición se presenta a las elecciones parlamentarias si está involucrada en promover la violencia. Todas las encuestas reflejan que el Gobierno perdería hoy las elecciones a la Asamblea por goleada.

«Los venezolanos no queremos venganza, queremos justicia. Si usted le da todo el día al odio y a la confrontación, tiene un resultado como el del martes», denunció el gobernador opositorHenrique Capriles.

Los estudiantes protestaron con cuadernos de sangre frente al Ministerio de Justicia

El Movimiento Estudiantil de Venezuela se movilizó para condenar lo que consideran una actuación desproporcionada de los cuerpos de seguridad del Estado en el control de manifestaciones, un día después del asesinato del liceista tachirense de 14 años

@AdrianitaN

 (Foto: @Andreina)

Ayer un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) asesinó a Kluiverth Roa, un adolescente de 14 años, a sangre fría: le dio un tiro de gracia que terminó en su nuca. Hace poco más de un año otro joven, Bassil Dacosta, cayó muerto tras ser víctima, también, de un cuerpo policial del Estado.

Son las 9 de la mañana del 25 de febrero de 2015 y aún nadie sabe cuál es el destino de la marcha. Cuchicheos. Una mirada para acá y otra para allá. “¿De qué medio es que eres tú? Ah, ok. Es que estamos pendientes de los infiltrados”. Decenas de estudiantes se reúnen en la parroquia universitaria de la Universidad Central de Venezuela (UCV), disimuladamente, como quien no quiere la cosa, para no levantar sospechas.

A las 9:30 llega a la pequeña plaza Hasler Iglesias, recién electo presidente de la Federación de Centros Universitarios (FCU-UCV). Saluda, abraza. Es él quien tiene el plan de hoy dibujado en su mente. “La cosa es para el centro, pero no te puedo decir todavía”, dice sonriendo, confiado en la efectividad del plan. Otros estudiantes se aglomeran a su alrededor buscando orientaciones. “Nuestro camino es la protesta pacífica”, recuerda Iglesias.

“Coño, el pote de pintura está en 50 bolos. Pude comprar nada más estos dos”, explica un chamo a otra que carga una bolsa llena de cuadernos usados. “Dale, dale, eso sirve igual. Pero quítale los nombres porsia”, responde ella. A las 10 de la mañana alrededor de 300 jóvenes, dirigidos por los líderes estudiantiles Hasler Iglesias, Hilda Rubí González y Sairam Rivas, se montaron en el Metro para llevar las libretas hasta su destino final.

El presunto financiamiento de «Álvaro Uribe, Barack Obama, de potencias extranjeras» no alcanza para comprar tickets para todos, por lo que a cada quien le tocó reunir las moneditas para comprar su boleto.

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El 12 de febrero de 2014, la estación Parque Carabobo, del Metro de Caracas, fue testigo de una sangrienta jornada. Desde entonces -quizás desde antes-, el centro se convirtió en territorio prohibido para el Movimiento Estudiantil. Pero hoy, 25 de febrero de 2015, se cayeron las apuestas: están aquí de nuevo.

“Muévela, pues, que no nos vean a todos juntos”, dice uno de los manifestantes. La estrategia es irse disimuladamente, graneaítos, no vaya a ser que los colectivos armados (afectos al gobierno), la Policía Nacional Bolivariana (PNB) o la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) noten que los estudiantes saben que protestar es un derecho.

Los jóvenes recorren un pedacito de la avenida México, dejan atrás la sede del Ministerio Público. En minutos, el paisaje colonial de La Candelaria, se ve como el día antes de un “puente”, un viernes de quincena o el 31 de diciembre. Ellos siguen su camino, en silencio. El destino es el despacho de Carmen Meléndez, es decir, la sede Ministerio de Interior, Justicia y Paz (MIJP), en la avenida Urdaneta.

La protesta “relámpago”, compuesta por estudiantes de la UCV, USB, UCAB, Unexpo y ULA, agarra “fuera de base” a siete funcionarios de la PNB, apostados frente al Ministerio con sus equipos antimotines. Los cuadernos teñidos con pintura roja, la que costó 50 bolos cada pote, se distribuyeron rápidamente en las manos de los estudiantes. Los abrían y cerraban, como un pájaro herido de muerte; como si los cuadernos que Kluiverth Roa llevaba en su morral, al momento de ser asesinado, hubiesen cobrado vida al mancharse con su sangre.

“¿Por qué, por qué nos asesinan si somos el futuro de la América Latina?”, gritan indignados los jóvenes frente a la altísima reja negra que resguarda el MIJP. “Es que los quieren recibir y ellos no hablan, por eso es que les dan sus coñazos”, comenta un funcionario a otro, por un lado; por otro, Hasler Iglesias “cuadraba” lo necesario para entregar un documento con peticiones dirigido a la vicealmiranta Meléndez.

“Con permisito, epa, con permisito que aquí lo que queremos es trabajar”, grita una trabajadora de la institución que intenta pasar la barrera de los siete funcionarios con antimotín. Ella que entra a trabajar y el viceministro del Sistema Integrado de Policía, Giuseppe Cacioppo que sale a atender a los estudiantes que protestan.

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El ministerio condena el asesinato de Roa, no va a permitir que quede impune, los policías serán formados en el uso de armas no letales en manifestaciones, es un hecho aislado, jura y perjura Cacioppo. Iglesias escucha con atención y lanza las tres peticiones, como dardos. “Que destituyan al director del cuerpo policial que asesinó a Dacosta y a Roa”, dice. “¡Maduro, farsante, asesino de estudiantes”, gritan los manifestantes en el fondo.

“Que deroguen el decreto 008610, que permite a funcionarios utilizar armas de fuego para controlar manifestaciones”, retoma Iglesias. “Por esa vaina fue que mataron a Kluiverth”, replica indignado, entre dientes, otro joven.

La tercera demanda es que sean sentenciados, no solo encarcelados temporalmente, los asesinos de los 43 muertos en las protestas de 2014 y los de las protestas de 2015. Cacioppo es ahora quien escucha con atención y asiente con la cabeza. “Muchas veces nos han prometido. No nos vamos a quedar con las palabras bonitas, queremos resultados”, advierte el presidente de la FCU-UCV.

Iglesias y Alfredo Graffe, presidente de la FCU de la Universidad Simón Bolívar, ingresan al ministerio para entregar el documento y dos “femeninas” de la PNB anotan sus nombres en un cuadernito. Cuando salen del edificio se sabe que llegó el momento de la retirada.

Cantan sus consignas a todo pulmón en el camino al Metro, ya todo el mundo sabe que están allí, ya se llegó al llegadero. “Esos como que son los de la UCV. Por algo deben estar protestando”, le comenta una vendedora a otra, parada en la puerta de un negocio.

Los estudiantes hacen una última parada: la esquina Tracabordo de La Candelaria, el lugar en el que la vida le fue arrebatada a Bassil Dacosta. Al minuto de silencio siguió la consigna, como un rugido: “¡Bassil, hermano, tu muerte no fue en vano!”.

Un solitario policía nacional mira el acto desde lejos. Intercambia unas palabras con Graffe, suelta una carcajada y le da dos palmadas en el hombro. “Es que cuando nosotros marchamos nos mandan policías como si fuésemos a poner una bomba”, se queja la dirigente estudiantil Sairam Rivas, quien estuvo presa más de cuatro meses en el Sebin. “No, chica, vale”, dice el funcionario entre risas.

A las 11:30 de la mañana los estudiantes volvieron a hacer la cola para comprar su ticket. Vinieron, vieron y vencieron, por hoy.

Como “hecho aislado” calificó Vielma Mora el asesinato de Kluiverth Roa

VielmaMora

El gobernador del estado Táchira, José Vielma Mora, lamentó la muerte del liceísta Kluiverth Roa y calificó el suceso como «un hecho aislado».

«Lamentamos profundamente y con el alma la muerte del joven Kluibert Roa Núñez en medio de un hecho aislado que condenamos con contundencia», escribió en su cuenta en Twitter.

 

El gobernador también informó que este miércoles 25 de febrero es Día de Duelo No Laborable en la entidad, según el decreto número 58.

A través de un comunicado, el gobierno del estado Táchira ratificó que «repudia de manera contundente la muerte de este joven y tomará las  medidas necesarias enmarcadas dentro de los lineamientos establecidos en la Gran Misión a toda Vida Venezuela, que permitan determinar las responsabilidades  derivadas de este hecho que hoy enluta a nuestro pueblo tachirense».

1 muerto y 42 detenidos por protestas en 3 estados

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Un estudiante asesinado por un funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana en San Cristóbal, 17 detenidos en el estado Táchira y 25 detenidos en Zulia es el balance inicial de la jornada de protestas de este martes.

El liceísta Kluiverth Roa, de 14 años de edad, fue asesinado de un disparo en la cabeza, a quema ropa, cuando salía del plantel donde cursaba segundo año de bachillerato.

En San Cristóbal, la manifestación estudiantil se registró en los alrededores de la Universidad Católica de Táchira, que está ubicada a 4 cuadras de la calle donde fue asesinado Roa. El funcionario Javier Mora Ortiz, quien habría sido detenido, sería el responsable de la muerte del adolescente, que no se encontraba manifestando.

Varias calles de la capital tachirense fueron cerradas con barricadas en protesta por la muerte de Roa.

En el estado Zulia también se registraron protestas en la Universidad Rafael Belloso Chacín (Urbe), donde fueron detenidos aproximadamente 25 jóvenes, entre estudiantes y manifestantes del movimiento Resistencia. Las autoridades de esta casa de estudios permitieron el ingreso de la fuerza pública al recinto.