Ronna Rísquez, autor en Runrun

Ronna Risquez

El Tren de Aragua: de Tocorón al Arco Minero con oro, drogas y violencia
Aunque la sede principal del poder de la organización delincuencial residía en la desalojada cárcel de Tocorón, la banda armada tiene presencia desde hace años en otras zonas estratégicas de Venezuela, como el Arco Minero del Orinoco, el enclave decretado desde el gobierno para la explotación y comercio de metales y piedras preciosas en el estado Bolívar, al sur del país. En su libro, la periodista de investigación Ronna Rísquez, siguió los pasos de la megabanda y estos la llevaron hasta el pueblo de Las Claritas, donde el grupo impuso su sistema de gobernanza criminal y controla cada aspecto de la vida de la comunidad

 

@ronnarisquez

 

Eran cerca de las 11:00 de la mañana cuando íbamos por el kilómetro 27 de la Troncal 10, la vía que conecta los pueblos mineros más importantes del sur del estado Bolívar con la Gran Sabana y Santa Elena de Uairén, en la frontera entre Venezuela y Brasil. Habíamos pasado Guasipati, El Callao, Tumeremo y El Dorado, y nos dirigíamos a Las Claritas, en el Kilómetro 88.

—¡Para ese carro ahí, para ese carro ahí! —gritó un hombre con violencia y determinación hacia el vehículo donde viajaba junto a otra colega periodista y el transportista.

El hombre usaba una camiseta manga larga, tipo sudadera, con estampado selvático. Llevaba un radio en la cintura y un pequeño bolso terciado en el pecho.

—¡Baja el vidrio, baja el vidrio! Me dicen que están tomando fotos de aquí, de este carro –repite mientras escucha las indicaciones que le dan por el radiotransmisor.

Todos quedamos paralizados. Era verdad, desde el vehículo en marcha mi compañera había tomado algunas fotos de las empresas mineras que están ubicadas al borde de la carretera. ¿Pero cómo lo sabía este hombre? ¿Cómo se dio cuenta?

El hombre era un garitero, como se denomina en Venezuela a las personas que cumplen funciones de vigilancia y seguridad para los grupos armados, como los de la megabanda de El Koki que vi en la Cota 905, en Caracas, o los que rodeaban la cárcel de Tocorón, que comandaba el Tren de Aragua. El que le hablaba por radio era otro garitero apostado en otro punto de la carretera, quien nos había visto tomar las fotos.

Recordé que había hecho un par de fotos también, pero del paisaje de la zona, con mi teléfono. Y eran justamente las últimas imágenes que tenía archivadas.

—¡No! Nosotros las fotos que hicimos son estas del paisaje. Toma, aquí están −le dije con miedo, mientras le extendía mi celular para que lo agarrara.

Él no tomó el teléfono, se conformó con mirar las últimas fotos que yo le mostré desde el carro.

—Está bien. No se asusten. Pueden seguir −dijo, antes de dejarnos continuar.

Estuvimos en silencio durante los siguientes cinco minutos del viaje. Logramos recuperarnos del susto unos kilómetros más adelante, cuando nos sorprendió una valla gigante que anunciaba la llegada al “Kilómetro 88-Las Claritas”.

La valla mostraba los rostros de las figuras más importantes y simbólicas de la revolución bolivariana. De izquierda a derecha aparecían Simón Bolívar, Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Cilia Flores, Diosdado Cabello, Delcy Rodríguez (vicepresidenta de la República), Tareck El Aissami (exministro de Petróleo), Iris Varela (diputada del PSUV y exministra de prisiones), Tarek Williams Saab (Fiscal General), Vladimir Padrino López (ministro de la Defensa), Ángel Marcano (gobernador de Bolívar) y Vicente Rojas (alcalde del municipio Sifontes). Además de las fotos, se expresaba el apoyo “siempre a nuestro presidente Nicolás Maduro Moros”.

 

 

 

El cuarto yacimiento de oro del mundo

Las Claritas es un lugar polvoriento, con calles cubiertas por una arena amarilla que al juntarse con el agua de lluvia se convierte en barro. En eso se parece a los otros pueblos mineros que habíamos visto en el camino. Pero aquí había más movimiento, más comercios, más gente, más vida.

La razón es que no se trata de cualquier pueblo minero. Este es el corazón, la capital de la zona donde está el yacimiento de oro más grande de Venezuela, y el cuarto más importante del mundo, con reservas por el orden de 1 millón 480 mil kilos. Tiene una ubicación estratégica entre la zona minera y el parque nacional Canaima. Es también el centro de las operaciones comerciales de un territorio de más de 74 kilómetros cuadrados de actividad minera, donde además hay otros minerales y piedras preciosas, como diamantes. Y está en la vía hacia Brasil.

Al recorrer el pueblo llama la atención la cantidad y variedad de comercios. Las tiendas que ofrecían material para minería tenían nombres como Valle del Cauca (un departamento colombiano), La Costeña (como se llama en Colombia a una mujer que venga de la costa atlántica) y La Azulita (un pueblo del estado Mérida en la frontera con Zulia), que daban idea del origen de algunas de las personas que se instalaron allí.

También había un local comercial similar a uno que vimos dentro de la prisión Tocorón, con los logos de Balenciaga, Gucci y Nike en las vitrinas, y muchos hombres con camisetas iguales a la del garitero que nos había parado en la Troncal 10. Andaban en motos y se juntaban en las esquinas para ofrecer servicios como mototaxistas. Luego supimos que también eran gariteros que vigilaban todo el pueblo y usaban el trabajo de mototaxi para disimular su verdadera función. Un par de ellos permanecieron afuera del local donde nos detuvimos para conversar con un comerciante durante el tiempo que duró la entrevista. No hacían nada, solo estaban allí.

Durante los gobiernos de Acción Democrática y Copei, entre 1958 y 1993, se entregaron concesiones a las empresas canadienses Crystallex y Gold Reserve para la explotación de las minas Las Cristinas y Las Brisas, las dos más importantes de Las Claritas, con reservas potenciales de 7 mil toneladas de oro según estudios hechos entonces por ambas transnacionales. Después de varias modificaciones en las condiciones, en 2008 el gobierno de Hugo Chávez rescindió arbitrariamente los permisos a ambas empresas. Las compañías demandaron al Estado venezolano, y en 2017 se anunció que habían ganado la disputa en una corte internacional, por lo que ya hay indicios de su regreso al país, específicamente a la zona de Las Claritas.

 

Oro de sangre

Otro hito importante para entender la explotación minera es el decreto de nacionalización de la minería y la comercialización del oro en 2011. Para entonces, el gobernador del estado Bolívar, Francisco Rangel Gómez, ya había permitido la instalación de estructuras armadas no estatales para que controlaran la explotación minera, según han revelado investigaciones de Transparencia Internacional Venezuela. Fue de allí de donde salió la banda de “El Topo”, delincuente que cobró fama en 2016 con la llamada masacre de Tumeremo, cuando ordenó el asesinato de 17 mineros. El gobernador Rangel Silva intentó minimizar el hecho para que no fuera investigado, porque al parecer “El Topo” era uno de los hombres que él había puesto al frente del control de unas minas.

Desde entonces las noticias y denuncias sobre masacres y desapariciones son una constante en el sur de Bolívar. La violencia forma parte de la cotidianidad, es la base de las relaciones, se usa para resolver las disputas y para desplazar y sacar del camino a los adversarios. De allí la etiqueta de oro de sangre que se ha asociado al oro venezolano.

El desborde de la violencia también coincide con otro hito histórico: la publicación del decreto de creación del Arco Minero del Orinoco, el 24 de febrero de 2016.

 

 

Un informe publicado en 2020 por la Oficina de la entonces Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, que aborda el tema del Arco Minero del Orinoco, identificó al menos 16 incidentes violentos o “disputas” ocurridas en cuatro años −entre 2016 y 2020− que dejaron 149 personas muertas. Presuntamente los cuerpos de seguridad participaron en algunos de estos hechos.

“Las personas que trabajan en la región del Arco Minero del Orinoco en Venezuela están atrapadas en un contexto generalizado de explotación laboral y altos niveles de violencia por parte de grupos criminales que controlan las minas en el área”, dice el documento. Agrega que los grupos armados, conocidos como sindicatos, “deciden quién entra o sale de las zonas mineras, imponen reglas, aplican castigos físicos crueles a quienes infringen dichas reglas y sacan beneficios económicos de todas las actividades en las zonas mineras, incluso recurriendo a prácticas de extorsión a cambio de protección”, dice el documento.

Desde la publicación de ese informe y el paréntesis de la pandemia, la situación no ha cambiado. El más reciente informe de la Misión de Determinación de Hechos sobre Venezuela de la ONU (una instancia independiente que investiga el caso de Venezuela por mandato del Consejo de Derechos Humanos de la ONU), publicado en septiembre de 2022, ratifica las denuncias y habla de violaciones a los derechos humanos.

“Estas violaciones y delitos son perpetrados tanto por agentes estatales, en particular por militares encargados de la seguridad en la región minera, así como por actores no estatales. Estos actores no estatales incluyen grupos criminales (conocidos como sindicatos y pranatos) y grupos guerrilleros de Colombia. La investigación se centra, aun cuando no exclusivamente, en el período posterior a 2016, fecha formal de creación del Arco Minero del Orinoco”, concluye la investigación.

 

Un «papá» en las minas

Actualmente cada pueblo minero importante del sur de Bolívar es controlado por un grupo armado: en Guasipati manda el Tren de Guayana; en El Callao está el sindicato El Perú; en Tumeremo domina la Organización R; en El Dorado gobierna el sindicato del “Negro Fabio”; y en Las Claritas había un cogobierno a cargo Juan Gabriel Rivas Núñez, alias “Juancho”, y Yohan José Romero (Johan Petrica), uno de los tres papás del Tren de Aragua.

 

 

“Juancho” tomó el control del Kilómetro 88 en 2009, de la mano del exgobernador Rangel Gómez y de su secretario de Seguridad, el general del Ejército Julio César Fuentes Manzulli, según denuncian investigaciones de Transparencia Internacional Venezuela. Este delincuente reinó solo en ese importante territorio, con la simpatía y complacencia de funcionarios del Estado hasta finales de 2015 aproximadamente, cuando llegó Johan Petrica a hacerle compañía.

Johan Petrica llegó a la zona poco antes del anuncio de la creación del Arco Minero. Al principio no usaba su nombre, se camufló bajo el alias de “El viejo” y más adelante fue conocido como “El viejo Darwing”. Se corría el rumor de que venía de Tocorón, y también se hablaba de sus nexos con los grupos de Valles del Tuy, los dos lugares de donde provenían la mayoría de las personas que comenzaron a llegar para trabajar en las minas de Las Claritas.

Por varios años ambos jefes criminales compartieron el gobierno en Las Claritas con armonía. Pero con la salida de Rangel Gómez de la gobernación en 2017 y la llegada de Justo Noguera Pietri al cargo, el pran de Tocorón se fue fortaleciendo y el equilibrio de poder cambió. Para 2022, Johan Petrica había logrado finalmente quedarse con todo el control de las minas del Kilómetro 88 y el pueblo de Las Claritas, luego de desplazar a Juancho hacia otras minas cercanas. La conquista no fue poca cosa, considerando la tradición, el liderazgo y las conexiones de las que gozaba Juancho. Este “cambio de gobierno” criminal coincidió con la llegada del nuevo gobernador, electo en noviembre de 2021, Ángel Bautista Marcano Castillo.

El aterrizaje de Johan Petrica en el Kilómetro 88 también coincide con el nacimiento de la Empresa Mixta Ecosocialista Siembra Minera S.A. (Mindeminec), en 2016, que es el resultado de una alianza entre la Corporación Venezolana de Minería (en representación del Estado Venezolano), con 55 por ciento de las acciones, y GR Mining Inc (de Barbados), con 45 por ciento. Esta última accionista en realidad sería una filial de la canadiense Gold Reserve, la misma a la que Chávez le revocó los permisos y que luego le ganó la demanda al Estado venezolano, por lo que conoce bien el valor de explotar las minas Las Brisas y Las Cristinas.

“Aquí todo funciona bajo la figura de las alianzas. Alianzas entre entes gubernamentales, empresas privadas, instituciones y delincuentes. Esas alianzas que se forman con compañías legalmente constituidas, y tienen vínculos con la Corporación Venezolana de Minería (CVM)”, explicó Pablo Morales, comerciante del pueblo, para describir el tipo de empresas similares a Siembra Minera.

Otra de las figuras jurídicas que se repiten en Las Claritas es la de las fundaciones. A través de estas se gestionan no solo obras sociales, sino diversos tipos de actividades. Incluso delitos, como extorsiones. “Ahora aquí sobran las fundaciones, todo se maneja a través de ellas”, dijo Morales, quien aseguró que son administradas por los pranes que controlan las minas y el pueblo.

“Manejan el combustible, y ahora implementaron algo como un seguro médico. El ambulatorio del pueblo es público, pero hay que pagar en oro allí para que te atiendan y te den las medicinas. Usted va ahorita al ambulatorio y están todos esos gariteros allí cuidando sus espacios”. El comerciante insistió en que pese a ser una instancia del gobierno, la controla el grupo de Johan Petrica, asistido por otro de los líderes de Tocorón, alias “La Fresa”, cercano a Héctor Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, otrora jefe del Tren de Aragua en la prisión de Tocorón, y quien también frecuenta el pueblo de Las Claritas.

 

 

El sistema de Las Claritas

En esta zona minera, aunque todos saben que la organización criminal pertenece al Tren de Aragua, la gente no habla de la megabanda. La estructura delincuencial es conocida como “el sistema”. Porque lo es todo. También controla el suministro y abastecimiento de comida. “Todo; aquí nadie puede traer ni queso ni huevos ni nada. Ellos tienen su negocio donde toda la gente tiene que comprarles, ellos ponen los precios, ellos manejan un tabulador, nadie puede vender ni por debajo ni por encima”, explicó Francisco, habitante del pueblo que ha trabajado en las minas.

También manejan el acceso a las minas: quién trabaja, quién no trabaja, qué porcentaje se paga en los molinos y en todas las etapas del proceso. “Ellos son los dueños de las minas y de las máquinas. Imagínate, tienen las mejores minas. Sacan entre 30 y 50 kilos de oro diarios. Kilos de oro, no de arena”, aseguró Francisco.

En promedio, el kilo de oro en los mercados internacionales se cotiza en 57 mil dólares. Según ese precio, si sacan 30 kilos diarios, eso equivale a 1 millón 710 mil dólares por día, más de 51 millones de dólares al mes. 

A ese ingreso se suman otra serie de rentas que el grupo armado obtiene de la actividad minera. “Si tú tienes una moto, tienes que comprar un ticket mensual para circular. También los taxistas. Eso es lo que llaman aquí el ‘mecate’, que es como la cuerda que levantan para dejarte pasar”, contó Francisco. 

Otras personas entrevistadas para la investigación precisaron que, en realidad, los grupos armados no son los dueños de las minas. Su función es prestar seguridad a la mina, ocuparse de la logística para su funcionamiento, controlar el pueblo y administrar los negocios que se generan de la actividad minera. 

La prostitución también es controlada por el “sistema”, pero la dinámica es muy particular, dijo el comerciante Morales. “Eso es algo que no tiene lógica. Funciona así: las niñas llegan regularmente a vender café, y son las cafeteras, y como venden café quién les va a prohibir. Sin embargo, ellos tienen prohibido que las menores de edad estén en la calle a altas horas de la noche, pero son niñas de 16, 17 y 18 años, que simulan y de alguna forma empiezan por la cafetería, vendiendo café y después cuando ellas deciden entran a lo que llaman la plaza (donde se ejerce la prostitución)», según explicó el comerciante.

 

 

Vicio y lujo

El otro negocio conexo es la venta de drogas. “No sé hasta qué punto el sistema controla eso. Pero sí sé que hay sitios de venta y quienes los cuidan son ellos, entonces tienen que ser ellos mismos. La mayoría de los mineros consumen. Por ejemplo, los “bateros” (que trabajan con bateas pescando el oro), que no comen en todo el día y sobreviven gracias a las drogas”, dijo el minero Francisco.

Por otra parte, el sistema que dirige Johan Petrica, por la fuerza y sembrando el miedo, ha comenzado a instalar “casas de vicio”, donde los usuarios pueden consumir drogas. Allí tienen televisión y duermen.

Lo que pasa es que la droga, el licor y eso de las ropas de marca son un negocio aquí. Si el minero te saca un punto (medida de oro) o te saca un kilo hoy, piensa: ‘mañana consigo más’. Y ese kilo de oro se puede gastar el mismo día. Entonces compra una moto, compra un carro. Lo que yo siempre soñé, me compro unos audífonos, me compro unas Jordan (calzado deportivo). Eso es lo que compran. Además, son puras baratijas, porque aquí lo que te venden es zapatos doble A (imitación) y triple A Nike, ni siquiera son originales y te lo venden en el triple de lo que cuesta un zapato original y la gente lo compra mientras diga Tommy, mientras diga Nike, mientras diga la marca”, contó Francisco.

Pero esos son los mineros de abajo. Porque las personas que trabajan en torno a este sistema suelen viajar a Boa Vista y Paracaima, en Brasil para hacer compras. “Entonces ves a los delincuentes aquí que usan Balenciaga, Gucci, pura ropa original”, precisó el minero.

Estos jefes del sistema solo utilizan camionetas Toyota de alta gama, y viajan sin placas por toda la región. Muchos son vehículos robados en el centro del país, repotenciados y modificados en talleres mecánicos de miembros del Tren de Aragua, para luego ser comercializados en Guayana, donde además de un símbolo de estatus son una necesidad y una especie de señal para no ser detenidos por las autoridades. “Uno como policía ve una camioneta de esas y no la para, así cometa una infracción o venga sin placas. Porque uno ya sabe que los que andan en esos carros son gente del gobierno, enchufados o delincuentes. Entonces, si la paras te metes en un problema”, dijo el comisionado de la Policía de Aragua, Marcos Pérez.

Sobre la figura de Johan Petrica, tanto el comerciante como el minero de inmediato lo identificaron como “El viejo” al ver una foto. “Claro que es él”, indicó Morales. “Lo he visto muchas veces. Tiene un poder enorme y aquí se hace lo que él diga. La gente tiembla. Pero también hay quienes dicen que es bueno, que ayuda a la gente porque hace ollas de sopa y la reparte”. Una práctica similar a las que se ven en San Vicente, como las jornadas para repartir arepas. En el Kilómetro 88, como en San Vicente, las escuelas son controladas por el sistema. Como una especie de bono adicional, hacen un pago semanal de un punto de oro a los maestros, cuyo ingreso formal (pagado por el Estado venezolano) es inferior a un salario mínimo (unos siete dólares).

También organizan actividades deportivas y presentaciones con artistas internacionales. “Los muchachos de la selección de fútbol sala vienen siempre para acá. El sistema los trae, y a reguetoneros famosos. A los cantantes les pagan con oro”, dijo Francisco.

Aquí las fundaciones también son utilizadas para cobrar las extorsiones de manera disimulada. Ese dinero lo usan para arreglar las vías y para el ornato del pueblo, lo que publicitan como obras del sistema. “Si compran equipos de rayos X para el ambulatorio o quieren abrir nuevos laboratorios, piden una colaboración de 10 gramas (medida para el oro) a los comerciantes. De esta manera ellos quedan bien, pero los comerciantes estamos ahorcados y no podemos negarnos. La opción es cerrar e irnos”, explicó Morales.

Se calcula que al menos 5 mil personas trabajan para “el sistema” en Las Claritas. Casi el 20 por ciento del pueblo. Son su ejército. “La mayoría es gente que no es de aquí. Vienen de otros estados, pero también vienen de Tocorón”, aseguró el comerciante Morales. Hay códigos de castigo para los que violen las reglas. Primero reciben advertencias, pero si reinciden son llevados con las manos esposadas hacia atrás a una zona montañosa de donde no regresan. Los desaparecen. La gente del pueblo cree que es un lugar donde hay fosas comunes.

El arsenal del Tren de Aragua en Las Claritas es de grandes dimensiones: pistolas, fusiles de distintos tipos y granadas principalmente. “La cantidad de armamento que hay aquí es una locura”, dijo Francisco.

Pero Johan Petrica no pierde de vista el horizonte. Aunque tiene bajo su poder las minas Los Rojas, Marruecos y Cuatro Muertos, entre otras, se ha dedicado a comprar inmuebles para acondicionarlos y convertirlos en hoteles, para prestar servicio en caso de que las empresas canadienses o iraníes se instalen en la zona. 

 

*Este texto es parte del capítulo 6 del libro El Tren de Aragua, la banda que revoluciona el crimen organizado en América Latina, escrito por la periodista de investigación Ronna Rísquez y publicado en 2023 con Editorial Dahbar y Editorial Planeta

 

Todas las policías del mundo buscan al “Niño Guerrero”
A solicitud de las autoridades de Venezuela fue incluido en la lista de notificaciones rojas de Interpol Héctor Guerreo, alias “Niño Guerrero”, líder de la megabanda el Tren de Aragua. La petición se basa en una orden de detención emitida por un tribunal de control con competencia en Delitos Vinculados al Terrorismo, Corrupción y Delincuencia Organizada en febrero de 2023

 

 

Ronna Risquez | @ronnarisquez

 

El sábado 23 de septiembre Interpol Venezuela solicitó formalmente incluir a Héctor Rutherford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, líder del Tren de Aragua, en la lista de notificaciones rojas de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol).

 

Ficha Interpol niño Guerrero
                                             Imagen del documento de Interpol donde se solicita la inclusión del “Niño Guerrero” en las alertas rojas

 

El requerimiento está basado en una orden detención emitida por el Tribunal 2do de Primera Instancia en Funciones de Control con Competencia en Delitos Vinculados al Terrorismo, Corrupción y Delincuencia Organizada, con fecha de 17 de febrero de 2023, según consta en el documento oficial de Interpol, al que tuvo acceso Runrun.es.

A Guerrero Flores se la considera “prófugo buscado para un proceso penal” y se le señala específicamente de los delitos “extorsión, sustancias psicotrópicas y organización o grupo delictivo y secuestros”.

El documento de Interpol también detalla algunas de las actividades delictivas con las que se le vincula. “En fecha 12 de Julio de 2019 a través de investigaciones se logró determinar que el ciudadano: HÉCTOR RUSTHENFORD GUERRERO FLORES, alias “NIÑO GUERRERO”, es el líder activo del Grupo Especializado de Delincuencia Organizada (GEDO es la denominación que da el Gobierno de Venezuela a los grupos criminales) “TREN DE ARAGUA”, el cual es el encargado de dirigir, organizar y financiar a todos los miembros del dicho grupo con el fin de realizar extorsiones, secuestros, robos, y venta de narcóticos en los distintos sectores del Estado Aragua. A su vez siendo el responsable de los ataques a los comandos de la Policía Nacional Bolivariana, Guardia Nacional Bolivariana y del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC). Causando daños al patrimonio nacional, y desconociéndose actualmente su paradero”.

La notificación roja de Interpol agrega que en caso de ser ubicado las medidas que se deben tomar son: “Localizar y detener con mira a su extradición. Se dan garantías de que se solicitará la extradición al ser detenida la persona, de conformidad con la legislación nacional aplicable y con los tratados bilaterales y multilaterales pertinentes”. Y se precisa que: “Esta solicitud debe ser tratada como una solicitud oficial de detención preventiva. Rogamos procedan a la detención preventiva, de conformidad con la legislación nacional aplicable y con los tratados bilaterales y multilaterales pertinentes”.

Es importante aclarar que, según la página web de Interpol, la notificación roja “es una solicitud dirigida a las fuerzas del orden de todo el mundo para localizar y detener provisionalmente a una persona en espera de su extradición o entrega, o de una acción judicial similar. No es una orden de detención internacional… Las personas son buscadas por el país miembro solicitante o por un tribunal internacional”, dice en la página web de Interpol.

En la página también dice, que “la mayoría de las notificaciones rojas solo pueden ser consultadas por los organismos encargados de la aplicación de la ley. A petición del país miembro interesado, se pueden publicar extractos de una notificación roja si se considera necesaria la ayuda de los ciudadanos para hallar el paradero de una persona buscada o si esta plantea un peligro para la seguridad pública”. Es probable que esa sea la razón por la que al hacer la búsqueda en la página oficial de la organización no aparece aún la notificación roja de Guerrero Flores.

Alias “Niño Guerrero” ha sido señalado por las autoridades del Gobierno de Venezuela de ser el líder de la organización criminal transnacional el Tren de Aragua, que tenía como base de operaciones la prisión de Tocorón, que fue intervenida y desalojada el miércoles 20 de septiembre. El grupo delictivo además ha logrado expandirse a siete países de América Latina, entre ellos Colombia, Perú, Ecuador, Chile, Brasil y Bolivia.

Fragmento del libro sobre el Tren de Aragua, de Ronna Rísquez
La publicación “El Tren de Aragua. La megabanda que revolucionó el crimen organizado en América Latina” sale con el sello de la Editorial Dahbar y con la firma de la periodista venezolana y coordinadora de la Alianza Rebelde Investiga (ARI)

@ronnarisquez

 

Yandris salió de Tocorón a finales de 2020, luego de pagar una condena de 15 años de cárcel por un homicidio que, según él, no cometió. Pero antes de abandonar la prisión recibió una oferta de trabajo.

—¿A dónde quieres ir: Colombia, Chile, Perú, Ecuador…? Donde tú prefieras —le dijeron los principales del Tren de Aragua, con la naturalidad de un empresario cuando contrata a sus empleados. Le explicaron que tenían “plazas”, como llaman los territorios donde controlan el microtráfico de drogas, las extorsiones y la prostitución en esos países, y le ofrecieron trabajar como parte de la organización en una de esas plazas. 

Propuestas similares reciben casi todos los privados de libertad cuando dejan la Casa Grande, pertenezcan o no a la megabanda. Ya el comisionado Marcos Pérez nos había hablado de esta modalidad, pero nos parecía poco creíble, como mucho de lo que se le atribuye al Tren de Aragua. “Buscan a las personas que han estado presas en Tocorón, les ofrecen dinero para abrir negocios aquí (en Venezuela), comercios y ventas de comida, luego les piden que los ayuden a recibir el dinero de las extorsiones y después les dicen que necesitan que se vayan a alguno de los países donde tienen sus negocios”.

Así es en el caso de las personas que no forman parte de la organización, y el oficial conoce varias historias similares. Pero con Yandris fue diferente. Él sí pertenecía a la pandilla cuando estaba en prisión. Por eso la oferta fue inmediata y directa, privilegian la posibilidad de contar con alguien que conoce los códigos de la organización, porque saben que eso es garantía de confianza y lealtad. Los que han vivido en la Casa Grande saben lo que pasa si se “comen la luz”.

La lógica de los jefes de la megabanda es simple. Las personas que salen de una prisión —al menos en Venezuela— no tienen recursos, muchos fueron olvidados por sus familias y carecen de oportunidades laborales. ¿Quién le ofrece trabajo a un exconvicto? Bueno, es allí, en ese otro bache del Estado y la sociedad, donde los papás del Tren de Aragua encontraron una cantera para reclutar la mano de obra que necesitan para sus operaciones en Venezuela y el exterior.

Las funciones que desempeñan estos expresidiarios en las plazas son diversas y varían según el grado de vinculación y confianza, y de las habilidades de cada persona. A los más cercanos al pran, generalmente luceros de la alta, se les entrega una plaza para administrar; son los jefes de plaza. Luego hay cobradores, administradores, pegadores (los que matan, secuestran, cobran las extorsiones y hacen las tareas violentas) y sicarios, entre otros “cargos”.

Todos reciben pagos según la función que desempeñan. Como corresponde a un expatriado, a los jefes de plaza también les pagan el viaje y les dan recursos para montar la operación y abrir los negocios fachada. En la estructura también hay mujeres, con funciones variadas. En algunos casos gestionan la relación y los cobros a las chicas víctimas de trata. “En todos los negocios se va necesitando más gente y muchas veces no son expresidiarios, sino personas que se contratan y al trabajar para el grupo ya son parte de la banda”, explicó Yandris, quien insistió en que no todos los presos de Tocorón son parte del Tren de Aragua.

Sin embargo, la prisión es la principal fuente de personal para la megabanda. La Casa Grande ha llegado a tener más de 7.000 presos, aunque el flujo de ingresos y salidas de privados de libertad en los últimos años no es tan masivo como antes, la movilidad de prisioneros es constante. En Venezuela el número de privados de libertad oscila entre 30.000 y 40.000 personas. De esta manera, la organización opera en el exterior con células que reportan directamente al Niño Guerrero en Tocorón. Son lideradas por luceros de la alta, que tienen bajo su mando a expresidiarios y a personas que son contratadas para trabajar en los negocios, que generalmente son fachadas para encubrir actividades ilícitas y lavar dinero. Como el caso de las 100 motos compradas por miembros del Tren de Aragua en la localidad de Tarapacá, en Chile, para ser arrendadas a inmigrantes venezolanos desempleados, que ingresaron de forma irregular y las utilizan para trabajar como delivery. La organización les promete ingresos hasta por US$600, pero les quita un porcentaje por el alquiler de los vehículos. Eso dice un informe de octubre de 2022 de la Fiscalía chilena.

Los ingresos de manera legal a Chile de Larry Changa y alias Estrella, con un pasaporte a nombre de una persona que no existe, Carlos González Vaca, muestran otra arista del proceso de expansión. ¿De qué modo estas dos personas obtuvieron pasaportes venezolanos antes de mediados de 2021, mientras millones de connacionales esperaron años para conseguir ese documento de identidad?

Las otras preguntas son: ¿qué dicen los registros de antecedentes penales de estos exconvictos? y ¿cómo los obtuvieron? Esto lleva a suponer la existencia de una estructura de corrupción que les facilitaría los pasaportes y limpiaría sus antecedentes. Aunque no hay nada que pruebe que políticas gubernamentales exprés para descongestionar las prisiones (Plan Cayapa y Régimen de Confianza Tutelado) tengan algo que ver con la internacionalización del grupo delictivo, en junio de 2021, la ONG Una Ventana a la Libertad publicó que 1.410 reclusos fueron puestos en libertad desde que se inició la pandemia hasta junio de 2021.

Según Yandris, es falso que los presos sean enviados a otros países, a los pueblos costeros de Sucre o a las minas de Bolívar. “No son presos; los presos no podemos salir. Son personas que ya consiguieron su libertad y se van a trabajar para allá”, aseguró. No sabemos si Yandris aceptó la propuesta; la última vez que hablamos con él dijo que estaba en Colombia.

No hay una fecha exacta de cuándo comenzó la expansión internacional del Tren de Aragua, pero los testimonios, reportes de prensa y datos recopilados en esta investigación apuntan a que 2017 fue clave. Fue el año de mayor conflictividad política, social y económica del país, y cuando comenzó la tercera gran ola migratoria, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2019-2020. Y está claro que, en su internacionalización, la megabanda siguió la ruta de los migrantes venezolanos.

Para comprender lo que para muchos es una sorprendente y veloz expansión internacional de esta organización criminal es necesario tomar en cuenta tres factores fundamentales que hemos mencionado: el deterioro económico del país desde 2013, la migración masiva de venezolanos y las equivocadas políticas penitenciarias y de seguridad. En realidad, y si lo simplificamos al extremo, la expansión internacional del Tren de Aragua ocurrió, estrictamente, por razones económicas; tácticas más que estratégicas, pues sus miembros se estaban quedando sin trabajo.

La depresión económica de Venezuela disminuyó la distribución de renta por parte del Estado. Es decir, todo el mundo comenzó a ganar sensiblemente menos. Esto llevó a la quiebra de muchas empresas y comercios, el retiro de empresas transnacionales que ya no encontraron compensación suficiente para sus pérdidas y el empobrecimiento general de grandes capas de la población.

Y así se agudizó la migración, que desde la llegada de Chávez al poder había sido gradual, pero creciente. En el caso de los grupos delictivos, comenzó primero una migración interna, hacia los centros rurales donde se movían las economías ilícitas más rentables: Bolívar, con el oro, y Sucre, con el tráfico de drogas; luego vino el salto al exterior.

* Ronna Rísquez es coordinadora de la alianza ARI, plataforma que agrupa a los medios de comunicación venezolanos Runrunes, TalCual y El Pitazo. También es miembro de la plataforma de investigación latinoamericana #CONNECTASHub. Especializada en temas de violencia, derechos humanos y crimen organizado, es licenciada en comunicación social de la Universidad Central de Venezuela y fue becaria del programa Ochberg del Dart Center For Journalism & Trauma, de la escuela de periodismo de la Universidad de Columbia. La Editorial Dahbar destaca sobre ella: “Mediante su trabajo con organizaciones internacionales, medios de comunicación y think tanks ha sido una de las primeras en comprender y documentar el surgimiento de nuevos actores criminales entre las llamadas megabandas de Venezuela”.

13 claves sobre la muerte de Gentil Duarte y cómo este suceso afecta al gobierno de Maduro
Ronna Rísquez, periodista e investigadora experta en cobertura y análisis de temas de violencia policial, derechos humanos y crimen organizado, analizó las repercusiones de la muerte de alias «Gentil Duarte» para el gobierno de Maduro
«Es posible que lo que está ocurriendo con las Disidencias de las FARC en Venezuela obedezca a una pérdida del posible apoyo político y de las fuerzas de seguridad que tuvieron en el pasado», comentó Rísquez

 

La periodista e investigadora Ronna Rísquez, experta en la cobertura y el análisis de temas relacionados con violencia policial, derechos humanos y crimen organizado, analizó las consecuencias que tiene para el gobierno de Nicolás Maduro la muerte de alias «Gentil Duarte», uno de los máximos cabecillas de las disidencias de las FARC.

A continuación, las 13 claves sobre este suceso y su lectura en relación con Venezuela:

El asesinato de cuatro jefes de dos de las facciones que quedaron de la exguerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) –las Disidencias y la Segunda Marquetalia– en territorio venezolano, en el último año, confirma que operaban y vivían en Venezuela. “Es por eso que las autoridades venezolanas no se han pronunciado, ni han confirmado estos hechos. Hacerlo sería ratificar la presencia de la guerrilla en el país”. 

“La muerte de Gentil Duarte tiene varias implicaciones. La primera de ellas es el debilitamiento de las Disidencias de las FARC, que lideraba Duarte y que se había convertido en la fuerza emergente, después de la desmovilización de las FARC. Era el grupo más poderoso que había quedado y el asesinato de Gentil Duarte, de alguna manera, marca muy fuertemente el debilitamiento de este grupo, que no era una guerrilla, sino un grupo criminal dedicado al narcotráfico que operaba con mucha fuerza desde Venezuela y que había logrado instalarse en el estado Apure, y también en el estado Bolívar, con operaciones no solo de narcotráfico sino de minería ilegal.

Este grupo, que le había “ganado” la batalla de Apure a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) en 2021, comenzó a perder fuerza desde enero de 2022 debido a repentinos enfrentamientos en territorio venezolano con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), otro grupo guerrillero colombiano. Estos choques desataron una matanza a ambos lados de la frontera por el departamento de Arauca y el estado Apure. Ya este mismo año, del lado colombiano, en un bombardeo fue asesinado el otro líder de esta disidencia, que era «alias Arturo» o «alias Jerónimo». En este bombardeo murieron más de una veintena de guerrilleros de las disidencias de las FARC. Este hecho también sirvió para presionar y acorralar al grupo de Gentil Duarte, que ya había sido atacado en dos ocasiones en territorio colombiano; según fuentes de inteligencia de ese país”. 

Gentil Duarte estuvo en las en las negociaciones en Cuba, pero rápidamente abandona, vuelve a las armas y sigue traficando con drogas, sigue secuestrando, sigue operando como un grupo armado criminal con una gran presencia, con una importante presencia, en el lado venezolano, donde se fortalece muchísimo, sobre todo en el estado Apure.

Este crecimiento que experimentaron las Disidencias de las FARC desde 2017 fue, entre otras cosas, gracias al reclutamiento de venezolanos vulnerables víctimas de la emergencia humanitaria compleja. Ya en 2018, por ejemplo, hubo un bombardeo contra un campamento de las disidencias de las FARC en Arauca; entre las víctimas de este bombardeo había cuatro venezolano (…) Este grupo de las disidencias de las FARC llegó a tener campamentos instalados en Venezuela, en Apure, donde tenían más de 100 personas.

Es posible que lo que está ocurriendo con las Disidencias de las FARC en Venezuela obedezca a una pérdida del posible apoyo político y de las fuerzas de seguridad que tuvieron en el pasado. Hay un elemento interesante: es posible que a las personas que en algún momento protegieron o apoyaron a las disidencias de las FARC en Venezuela ya no las necesitan, no les interesen, o tengan otros otros grupos u otras estructuras criminales con las que les conviene más estar aliados por distintas razones, que van desde lo ideológico hasta la manera de hacer negocios.

Este es un elemento de interés por lo que significa el hecho de arreglar las disputas: ‘bueno, vamos a acabar con este señor porque ya nos está fastidiando mucho; no nos sirve, no podemos negociar con él, pero sí podemos seguir negociando o trabajando con el ELN y con la Segunda Marquetalia’, por ejemplo, que es un grupo que tiene una importante estructura desde el punto de vista de liderazgo, pero que no tenía una fuerza de base.

Hay unos reportes de periodistas del diario El Tiempo (Colombia) que hablan acerca de la supuesta realización de una cumbre mafiosa que habría reunido en Venezuela a los cárteles mexicanos de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Sinaloa para pedir que estos grupos –Disidencias de FARC, Segunda Marquetalia de FARC y ELN–  dejaran las disputas y resolvieran sus problemas porque estaban afectando el negocio del narcotráfico.

¿Qué puede pasar ahora? Que la fuerza de base de las disidencias de Gentil Duarte –los hombres armados– comience ahora a unirse a los líderes de la Segunda Marquetalia. Esto es una probabilidad, no se descarta»..

También se dice que la Segunda Marquetalia estaba actuando en alianza con el ELN (para acabar o enfrentar a sus excompañeros de las disidencias). Sin embargo, es posible que sea simplemente una alianza instrumental para desplazar o acorralar y tratar de sacar del juego a las disidencias, con el apoyo, lamentablemente de las FANB, como lo refleja el informe de Human Rights Watch sobre Apure. Esto no solo lo reporta el informe, sino también los habitantes de Apure y dirigentes de ese estado, donde se dice que ha sido demasiado descarado el apoyo de la FANB a la actuación del ELN en Apure. Este apoyo está orientado a combatir a las disidencias.

Estas acciones de las FANB no necesariamente representan un combate a los grupos criminales, sino simplemente parece tener como objetivo un cambio de gobierno delincuencial, o sea, un cambio de alianzas por otros grupos que sirven más, que pueden ser más útiles en ciertos objetivos».

Por otra parte, estos enfrentamientos contra las Disidencias en Venezuela, coinciden con el hecho de que el presidente Iván Duque, desde Colombia, estaba intentando acabar con todos los líderes de las facciones de las FARC, sean Segunda Marquetalia o sean disidencias, y este último grupo quedó acorralado entre las acciones de los dos gobiernos. No tenía ya protección del lado de Venezuela y Colombia los combatía. Entonces, la tenían bastante difícil. Y las sigue teniendo muy difícil, sobre todo con la pérdida de estos dos líderes (“Arturo” y “Gentil Duarte”), pues el grupo ya viene con un debilitamiento bastante importante.

¿Quién gana con esto? En primer lugar, el ELN. Es también muy probable que gane la Segunda Marquetalia. Hay que esperar a ver qué va a pasar, pero en principio el ELN ya está ganando porque tiene tomados muchos de territorios, que estaban bajo el control de las Disidencias, y esto implica tener control de las economías ilícitas, del narcotráfico, del contrabando y de toda una frontera que es bastante movida.

Perfil | El Koki creció alimentado por políticas erradas de seguridad 
La muerte del “Koki” no implica la desaparición de la megabanda de la Cota 905. “Vampi”, el verdadero jefe del grupo criminal, y “Garbis” siguen prófugos. Este perfil habla no solo del delincuente, su historia es fundamental para entender la evolución del crimen organizado, la letalidad policial y las violaciones de DD. HH. en Venezuela

@RonnaRísquez

La megabanda del “Koki” fue hasta 2021 una de las organizaciones criminales más poderosas de Venezuela. No solo por su alcance y la cantidad de integrantes que poseía; sino por su estratégica ubicación en la capital del país, sus evolucionados niveles de organización, el poder de fuego de sus hombres y, especialmente, por la libertad con la que operaba a solo 4,5 kilómetros del palacio presidencial, donde despacha Nicolás Maduro. 

Por más de siete años puso en jaque a toda la fuerza pública de la capital del país que intentaba capturarlo, y mientras centenares de habitantes de las zonas populares donde operaba caían a manos de los cuerpos de seguridad en ejecuciones sumarias, Carlos Luis Revete, alias «El Koki», y sus socios, nunca fueron capturados, siempre terminaban ilesos y seguían delinquiendo.

Desde 2014 había controlado un importante corredor en el suroeste de Caracas, ubicado a menos de cinco kilómetros del Palacio de Miraflores (sede del Gobierno) y muy cerca de importantes dependencias gubernamentales de la fuerza pública: la Comandancia General de la Guardia Nacional Bolivariana, en la parroquia El Paraíso; la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), en la parroquia San Pedro; la base del Ministerio de la Defensa en Fuerte Tiuna, parroquia El Valle; y la comandancia de la Policía de Caracas, en la parroquia La Vega.

 El grupo delincuencial utilizaba una pequeña formación montañosa, compuesta por una cadena de barrios, para el tráfico de drogas, la gestión de los secuestros, la comercialización de armas, la extorsión y otros delitos. Esta área fue calificada como “el corredor de la muerte” por el dirigente oficialista Freddy Bernal, quien fue alcalde de Caracas (2000-2008), exdiputado (2011-2015) y encargado de la Comisión para la Reforma Policial (2014-2015). Ahora es gobernador del Táchira.

 Revete, conocido como alias Koki, era uno de los tres líderes de la organización, quizás el más mediático, y por esa razón, la banda criminal fue bautizada por la policía con su apodo. El verdadero jefe del grupo criminal es Carlos Calderón Martínez, alias “Vampi”, y el tercero de los cabecillas es Garbis Ochoa Ruíz, alias “Garbis”, quienes aún no han sido capturados.

Koki, un peligroso y escurridizo delincuente involucrado en diversos delitos (homicidios, secuestros, robos, narcotráfico y extorsiones),  se había convertido en la pesadilla no solo de los cuerpos de seguridad del Estado, sino del propio presidente Maduro. 

En 2021, la organización criminal de la Cota 905 mantuvo en vilo a los habitantes de Caracas durante tres días de balaceras y persecución policial, que dejaron 75 personas muertas, entre presuntos delincuentes, policías y civiles que nada tenían que ver con el conflicto. Todo en el marco de la Operación Gran Cacique Indio Guaicaipuro I.

Al Koki, quien era requerido por las autoridades desde 2015, se le atribuyen varias masacres, matanzas de policías y secuestros. En 2017 encabezaba el ranking de los criminales más buscados en Venezuela, cuando el Gobierno puso una serie de carteles con su foto en las estaciones del Metro de Caracas ofreciendo una recompensa por información sobre su paradero. 

 Sin embargo, el Koki nunca fue detenido. Se desplazaba con total libertad por las zonas que componen los territorios de sus operaciones, como eran las parroquias El Valle, Coche, La Vega, El Paraíso y Santa Rosalía –en estas  2 últimas tenía su base– y se había ganado el apoyo y la simpatía de los habitantes de esas localidades. La razón es que se había convertido en un benefactor de esas comunidades humildes y llenas de carencias, que el Estado no atendía.

El Koki y su megabanda organizaban fiestas, resolvían problemas domésticos y  repartían la comida del programa gubernamental de alimentación, conocido como Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP). En muchos casos, suplían la ausencia del Estado.

 Además, muchos lo consideraban un héroe carismático que los defendía de los abusos y excesos de las policías, que ingresaban a sus viviendas violentamente sin orden judicial, maltrataban a las mujeres y a los niños, ejecutaban a los hombres jóvenes, destruían sus casas y robaban sus pertenencias. Esto era una muestra de la gobernanza criminal de esta organización en sectores como la Cota 905 y El Cementerio.

Pero el Koki era un delincuente y lo dejaba claro por la fuerza y con violencia. Él y su grupo imponían normas de convivencia en las comunidades que controlaban. A la persona que violaba sus reglas le aplicaban terribles castigos o la mataban. Una de las prácticas más comunes del grupo criminal era asesinar a sus enemigos o a quienes desobedecían sus designios, para luego lanzar sus cadáveres por un bajante de basura desde la parte alta de la montaña, que desembocaba en el borde de la autopista de El Paraíso. 

Se les atribuye el asesinato de una líder vecinal de la Unidad de Batalla Bolívar Chávez (UBCH) en 2016, y sanguinarias matanzas de miembros de bandas rivales a lo largo de su existencia.

 El grupo criminal también se ha caracterizado por el uso de la violencia extrema contra los funcionarios de la fuerza pública. Además de asesinar a gran cantidad de policías en Caracas, también persiguen y matan a los familiares de los agentes. En 2016 mataron al hijo de un funcionario policial cuando visitaba a familiares en El Cementerio y quemaron el cadáver, y en 2016 provocaron el desplazamiento de más de una docena de policías que vivían en “sus territorios”.

 Estas acciones, además de darle una “popularidad” al grupo, le permitieron ganarse por la fuerza y con terror el “respeto” de las autoridades y la ciudadanía. Esto podría haber sido usado por la megabanda como una carta que quizás le ha sido útil para lograr algunas negociaciones con el Gobierno, muchas veces cuestionado por su incapacidad para controlar al Koki. 

 

Hitos de violencia y crimen: zonas de paz, pacto de bandas y OLP

 La megabanda contaba con un ejército de más de 300 hombres armados. Estaba conformada por pequeñas bandas repartidas estratégicamente a lo largo de la Cota 905 (parroquia Santa Rosalía), La Vega, El Cementerio, El Valle y Coche. 

La zona de El Valle, era controlada por la banda de Leonardo José Polanco Ángulo, alias “El loco Leo”, quien murió en agosto de 2021 a manos de cuerpos de seguridad que lo buscaban desde julio de ese año; mientras el delito en Coche estaba el mando de Octavio Richard González Piñango, alias el “Gordo Octavio” o el “Guajiro”, quien también murió a manos de la policía el años pasado. Además estaban aliados con otra serie de bandas en esas cinco parroquias.

 

 La unión de estás organizaciones se logró entre 2014 y 2015, y marcó un hito en la criminalidad en Venezuela. Por primera vez las bandas delictivas dejaron de enfrentarse y matarse entre ellas por las rentas criminales y se unieron para defender su “negocio”, palabra que utilizan para referirse al microtráfico de drogas y luchar contra un enemigo común que habían identificado: la policía.  

Al Identificar a la policía como un enemigo, se concretó una alianza criminal denominada “la paz de las bandas”, que permitió la conformación de la poderosa megabanda en el suroeste de Caracas integrada por los pequeños grupos criminales de la Cota 905, El Cementerio, El Valle, Coche y La Vega. 

 Dejaron de lado sus disputas, acordaron la paz y se aliaron para enfrentar a la policía. Se convirtieron en una sola fuerza. Se repartieron los territorios y las rentas ilegales. Implementaron sistemas de comunicación por radio.

Este hecho estuvo precedido por la creación de las zonas de paz, otro hito que marcó la criminalidad en Venezuela. Fue una iniciativa del entonces viceministro de Seguridad Ciudadana, José Vicente Rangel Ávalos. Esta acción, que supuestamente tenía la intención de pacificar a las bandas armadas, lo que logró fue que estos grupos delictivos se fortalecieran, consolidaran el control de territorios y se convirtieran en las hoy conocidas megabandas. 

La zona de paz de la Cota 905 fue la primera en Caracas y nace entre marzo y abril de 2015, el mismo año en que se da a conocer la megabanda del Koki. Ese año un miembro de la banda confirmó a Runrunes que sostuvieron una reunión con el viceministro Rangel Ávalos para materializar su iniciativa.

 

Su primera gran muestra de fuerza la dieron el 5 junio de 2015, cuando atacaron a una comisión de la Policía de Caracas, dejando a siete policías heridos. Ese día lanzaron granadas y protagonizaron una balacera que se prolongó por varias horas. La policía sobrevoló la zona con un helicóptero para intentar amedrentar al grupo criminal y controlar la situación. La Cota 905 se convirtió en un campo de batalla.

Luego se registró el ataque a la caravana del ministro de Deportes y el intento de secuestro de un viceministro que transitaba por las vías adyacentes de El Cementerio. Todo en el mismo mes de junio.

 El 13 de julio de 2015, el Gobierno inicia en la Cota 905 la Operación de Liberación y Protección del Pueblo (OLP), un plan de seguridad destinado a reducir la criminalidad, que terminó convirtiéndose en una operación de exterminio. El objetivo ese día, según las autoridades, era el Koki y su megabanda. Sin embargo, el criminal fue alertado y huyó del lugar antes del operativo.

 

 Este procedimiento (la OLP) marca también otro punto clave para entender la violencia y particularmente la letalidad policial en Venezuela, con el inicio de una política de exterminio por parte del Estado que se mantiene hasta hoy. 

 

 La OLP además arrancó la persecución oficial contra la megabanda del Koki, con claros paréntesis. Aunque algunos miembros de la organización murieron a manos de la policía durante varias OLP, los secuestros aumentaron, la venta de drogas seguía siendo “el negocio” y la banda encontró en las extorsiones un nuevo filón criminal. La razón es que sus jefes nunca fueron tocados.

  Incluso, trascendió en algunos medios de comunicación un supuesto acuerdo o pacto con una importante miembro del gabinete, para mantener la zona en calma en 2017, cuando el país pasaba por una fuerte ola de protestas políticas.

En 2019, la banda le recordó a las autoridades y a la comunidad su poder de fuego al impedir el ingreso a la Cota 905 de una comisión del CICPC que investigaba un secuestro. También quedó ratificada la impunidad de la banda y su líder. Ese año hubo varios eventos (fiestas y conciertos de salsa) organizados por la megabanda y liderados por El Coqui, quien se desplazaba con total libertad por esa zona de paz.

Es llamativo que durante más de siete años de persecución, decenas de supuestos miembros de la megabanda del Koki y vecinos de la Cota 905, El Valle y El Cementerio murieron a manos de los cuerpos de seguridad, mientras el Revete y sus socios (Vampi y Galbis) nunca fueron detenidos, ni heridos.

Por el contrario, era común que circularan vídeos en redes sociales del Koki en celebraciones públicas en el territorio bajo su control. Por esta razón había algunas interrogantes que eran frecuentes: ¿Realmente el Gobierno está interesado en detener al Koki? ¿Han hecho lo necesario para atraparlo? ¿Cuenta el Koki con la protección de funcionarios gubernamentales de mucho poder?

Los vínculos con el poder

Habitantes de El Valle, El Cementerio y la Cota 905 suelen mencionar los nombres de algunos funcionarios y exfuncionarios del Gobierno como supuestos protectores de la megabanda del Koki.

Un exministro que llevaba armas y municiones a la Cota 905, un jefe policial que prohibía a los funcionarios de su institución defenderse de los ataques de la banda e ingresar a los “territorios” de la banda, otro exministro y una funcionaria que habrían hecho pactos con la megabanda.

Un partido amistoso de baloncesto jugado en una de las canchas de la Cota 905 en 2018 por funcionarios de la Fuerza de Acciones Especiales (FAES), y otras, leyendas urbanas que hablan de algunos de estos funcionarios en fiestas que organizaba el Koki y su grupo. Incluso, hasta se decía que el Koki tenía un equipo de baloncesto en una liga local. 

Estos vínculos, de ser ciertos, quizás expliquen por qué esta megabanda logró operar por más de siete años, controlar el delito en cinco parroquias de Caracas y atacar frecuentemente a funcionarios policiales sin que sus miembros fueran detenidos.

“El negocio”

Sobre las actividades criminales que desarrollaba la banda, la principal era el microtráfico de drogas. Se referían a este delito como “el negocio”. Comercializaban todo tipo de drogas.

Mientras el salario mínimo -calculado con base al dólar paralelo- era de US$10 mensuales en Venezuela en julio de 2015, cada uno de los jefes de las distintas bandas afiliadas al Koki obtenían unos US$570 mensuales (400.000 Bs) solo por la venta de drogas.

Además fueron “pioneros” en el cobro de los rescates de secuestros en dólares. Desde 2016, los montos de los pagos por cada víctima alcanzaban los US$50.000. La zona que controlaban era utilizada para ocultar a los secuestrados. 

  Luego, incorporaron el cobro de extorsiones a los comerciantes de la zona de El Cementerio, El Valle y la Cota 905, y esto también se convirtió en una fuente de ingresos para la megabanda. Estas extorsiones eran cobradas por sus bandas aliadas, y se dividían los territorios y el monto acumulado por las vacunas iba a un pote que luego era repartido en partes iguales entre los miembros de la organización.  

Más recientemente, la banda había incursionado en el contrabando de chatarra y en la minería, gracias a importantes alianzas con el pran de la prisión de Tocuyito, en Carabobo, y con la megabanda de “Wilexis”.  

 Por otra parte, la megabanda del Koki tenía un poder de fuego nada despreciable. Así lo demostró en sus enfrentamientos con la fuerza pública. Contaba con granadas, fusiles AR-15 y AK-103, pistolas calibre 9 milímetros, subametralladoras y además tiene algunos viejos fusiles de la GNB, conocidos como FAL (Fusil Automático Liviano) y RPG. La mayoría de las armas y municiones que poseían pertenecen a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).

Aunque la megabanda de Koki siempre ha operado en el Distrito Capital, algunos de sus miembros han llegado a localidades de Valles del Tuy, en el estado Miranda.

 Varios miembros de la banda fueron capturados o murieron en presuntos enfrentamientos con la policía en los municipios Cristóbal Rojas (Charallave) y Tomás Lander, en el estado Miranda. Algunos habían adquirido viviendas en esa localidad, pero no hay registros de actividades criminales de los integrantes de la megabanda de Koki en esas zonas.

 De igual forma, la expansión de la banda a La Vega al parecer tenía como objetivo final conectar con el estado Miranda y controlar la Autopista Regional del Centro (ARC), principal vía que comunica Caracas con el centro y el occidente del país.

Historia

La megabanda del Koki nace en 2014, bajo el nombre de banda “Los Chiches”. Para ese entonces era liderada por un delincuente identificado como Jesús Alberto Ramos Caldero, alias “El Chavo”, quien murió en un presunto enfrentamiento con el CICPC en enero de 2015.

 El Chavo se dio a conocer en marzo de 2014, luego de matar a un detective del CICPC y herir a otros tres funcionarios a quienes les tendió una emboscada en el sector La Chivera de la Cota 905. Ese episodio marcó la guerra que se ha mantenido hasta hoy entre el grupo criminal y la policía judicial, y además dejó claro que los policías eran el objetivo principal y enemigo número uno de la naciente megabanda.

 Con la muerte de El Chavo en 2015, alias Vampi, Koki y Garbis tomaron las riendas de la organización y son quienes consolidan y profundizan la alianza criminal. Los Chiches se convierten en la megabanda de Koki, que era el más visible y mediático de los tres delincuentes.

Ahora, el 8 de febrero de 2022, el Koki, murió en un procedimiento a manos de funcionarios del CICPC, la policial que lo perseguía desde 2014. Aunque la información sobre la operación es vaga, el ministro de Relaciones interiores, Remigio Ceballos, confirmó la muerte del delincuente en sus redes sociales.

Sin embargo, esto no necesariamente implica la desaparición de la banda.

Carlos Calderón Martínez, Vampi, el verdadero jefe de la banda; y Garbis Ochoa Ruíz, Garbis, su lugarteniente, no han sido capturados. En un futuro cercano se sabrá si el objetivo de la Operación Gran Cacique Indio Guaicaipuro II, que acabó con la vida del delincuente, era realmente para desmantelar la megabanda y combatir el crimen organizado.

Matan a comunicador y líder social en Apure luego de denunciar a un jefe de la GNB por violar DD. HH.
En medio del conflicto armado que se desarrolla a ambos lados de la frontera colombo-venezolana desde el inició de 2022, y que ha dejado más de 30 muertos, destaca el homicidio de José Urbina
El activista y comunicador popular fue asesinado luego de ser amenazado por un teniente coronel de la GNB, a quien denunció por encabezar una ola de detenciones arbitrarias en busca de presuntos miembros de una categoría criminal denominada por Nicolás Maduro como «Tancol»
Este homicidio guarda similitud con los casos de José Odreman (2014) y Dorancelys Tocuyo Martínez (2021)

El dirigente José Urbina fue asesinado de varios disparos la noche del 10 de enero en la localidad de Puerto Páez, municipio Pedro Camejo del estado Apure, luego de denunciar en un video que había sido amenazado públicamente por el teniente coronel Ramón Sánchez, comandante de la Guardia Nacional en esa localidad.

Urbina era comunicador popular en la emisora comunitaria Frontera 92.5 FM, líder social y militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV), y había cuestionado una serie de detenciones arbitrarias contra habitantes de Puerto Páez que calificó como «falsos positivos» y que fueron ordenadas por Sánchez. 

El activista y comunicador acusó al militar de detener a personas inocentes con el argumento de que eran miembros de grupos «Terroristas, Armados, Narcotraficantes de Colombia (Tancol)», una categoría creada por el presidente Nicolás Maduro en octubre de 2021 para identificar a supuestos criminales colombianos, los cuales históricamente han sido conocidos como guerrilleros (ELN), exguerrilleros (Disidencias de las FARC y FARC Segunda Marquetalia) y narcotraficantes.

En principio, se dijo que José Urbina, quien militó en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), había sido asesinado justamente por miembros de estos grupos armados no estatales que operan entre Apure y Arauca (Colombia), en medio del sangriento enfrentamiento que vienen librando desde finales de diciembre de 2021 y comienzos de 2022 el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). 

Pero el martes 11 de enero comenzó a circular un video en redes sociales en el que se observa a Urbina advertir sobre la amenaza que había recibido del militar. 

Aunque todavía no hay certeza sobre el móvil y los responsables del crimen ocurrido en un territorio marcado por el conflicto, la denuncia y el posterior asesinato del líder social guarda similitud con otros dos homicidios ocurridos en Venezuela en 2014 y  2021, donde las víctimas alertaron que sus vidas corrían peligro al ser amenazados por funcionarios gubernamentales.

En Venezuela ni videos, ni declaraciones públicas te salvan

Urbina no es la primera persona que hace una denuncia y, antes de ser asesinada, responsabiliza a funcionarios públicos por lo que le pueda ocurrir. 

Tal fue el caso de José Odreman, líder del colectivo Frente 5 de Marzo, que fue asesinado por funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC) el 7 de octubre de 2014, luego de haber responsabilizado en una transmisión de televisión a Miguel Rodríguez Torres, entonces ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, por cualquier cosa que le pudiera ocurrir. 

De acuerdo a Runrun.es, el 7 de octubre la policía científica, con sus efectivos de la Brigada de Acciones Especiales, ingresaron a la residencia Manfredir para hacer un allanamiento. Allí fue asesinado Carmelo Chávez, de 34 años de edad y miembro del colectivo Frente 5 de Marzo. 

Tras el asesinato, José Odreman declaró que el joven era el vigilante y había sido ejecutado mientras dormía. Odreman rechazó el allanamiento, pidió al ministro Rodríguez Torres, que cesara el ataque contra los movimientos sociales y realizó el señalamiento público contra el funcionario. 

Momentos después, en medio de un supuesto enfrentamiento con la policía, José Odreman fue ejecutado por uno de los jefes de la policía judicial, como fue captado en un video doméstico.

Un segundo caso similar fue el Dorancelys del Valle Tocuyo Martínez, una mujer residente del municipio El Callao en el estado Bolívar, quien fue asesinada cinco días después de denunciar piblicamente al alcalde de El Callao, Alberto Hurtado por irregularidades relacionadas con el uso del nuevo billete de 50.000 bolívares. 

El señalamiento de Tocuyo Martínez fue grabado mientras la mujer lideraba una protesta el 24 de mayo de 2021, en la que también señalaba al alcalde de ser cómplice de las redes de prostitución que operan en el poblado, mientras que los habitantes pasaban hambre.

La mujer advirtió que si la mataban era responsabilidad del alcalde. Según La República, Tocuyo fue encontrada sin vida el 1 de junio de 2021.

Semejanzas o coincidencias

Es importante destacar que en todos estos casos hay varias similitudes:  

José Urbina, José Odreman y Dorancelys Tocuyo eran líderes sociales, denunciaron públicamente lo que consideraban atropellos cometidos por las autoridades contra personas de su entorno o de sus comunidades, mencionando incluso con nombre y apellido a los funcionarios a quienes consideraban responsables.

En los casos de Urbina y Odreman las denuncias estaban relacionadas con violaciones de derechos humanos, como lo son las detenciones arbitrarias y las ejecuciones extrajudiciales. También, ambas víctimas estuvieron políticamente vinculadas al chavismo.

En los tres casos los denunciantes alertaron sobre el riesgo que corrían sus vidas luego de hacer públicos los señalamientos contra los funcionarios. Sus declaraciones y advertencias quedaron registradas en videos y declaraciones televisadas que circularon en las redes sociales donde apuntaban hacía figuras del Gobierno. Todos mencionaron a quienes consideraron podrían ser sus potenciales victimarios. Sin embargo, esto no impidió que fueran asesinados.

Los casos de Odreman y Tocuyo están impunes, o al menos, los señalados por las víctimas no fueron considerados sospechosos, ni fueron investigados. El exministro Rodríguez Torres está en prisión pero por razones políticas. 

En el caso de Urbina, la posibilidad de que se haga justicia parece lejana en un estado donde desde hace más de un año se libra una batalla entre grupos criminales, entre las disidencias de las FARC y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), y donde los casos de “falsos positivos” son cada vez más comunes.

El Estado peruano falla en la atención de venezolanas sobrevivientes de la violencia de género
Acoso en los puestos de trabajo y en las calles ; chantaje sexual o presión económica por conservar una vivienda o un empleo; temor a ser deportadas por su condición migratoria; maltrato físico y psicológico ejercido por sus parejas; y estigmatización por parte de agentes del Estado son las expresiones más comunes de la violencia que sufren las niñas y mujeres venezolanas, según revelaron las entrevistas realizadas por Amnistía Internacional a una docena de víctimas y expertas para esta investigación

Las mujeres y niñas venezolanas que viven en Perú sufren diferentes tipos de violencia basada en género y el Estado peruano ha fallado en brindarles atención.

De acuerdo con un reportaje publicado por la periodista Ronna Rísquez en Amnistía Internacional, diferentes dificultades y el miedo a la hora de denunciar casos de violencia son muy frecuentes para las mujeres sobrevivientes de violencia basada en género en Perú, pero Mariana pertenece además al 1,3 millón de personas venezolanas solicitantes de asilo que eligieron esta nación como país de acogida, según datos de la ONU.

El texto cita, entre varios casos, el de la joven, a quien después de años de maltrato físico y psicológico, se le hace imposible recordar el inicio de su pesadilla. Cuando intentó formalizar la denuncia, ella solo pensaba en que, si no hubiera huido con sus dos hijos, los tres habrían muerto.

La denuncia no es un detalle menor cuando se trata de refugiadas. “Para que el Estado peruano otorgue a las migrantes víctimas de violencia de género una calidad migratoria por vulnerabilidad (una forma de legalización de la permanencia en ese país) en la Superintendencia Nacional de Migraciones, lo primero que deben tener es una denuncia”, explica Guadalupe Yépez, coordinadora de Población Vulnerable de la organización Veneactiva, ONG que ayuda a personas migrantes.

 

“Además de acudir a las comisarías, el caso debe ser llevado a fiscalía para gestionar una orden de protección a la mujer. Luego, la orden de protección debe enviarse a Migraciones para que le otorgue de una forma directa la calidad migratoria por vulnerabilidad a la víctima. Esto es una limitante, porque la mayoría de nuestras migrantes no denuncian, o denuncian y no continúan con el proceso ante fiscalía, entonces no obtienen ningún tipo de medida de protección contra su atacante, ni tampoco el beneficio migratorio”, señala Yépez.

Puede leer el reportaje completo aquí

*También puede leer: Relatores de la ONU expresan preocupación por criminalización de las ONG en Venezuela

Alias  “Malony” y otros 16 miembros del Tren del Llano murieron en sangriento operativo policial en Sucre
La intervención policial, que dejó 17 muertos, fue liderada por Miguel Domínguez, exjefe de la FAES, y Gustavo González López, director del Sebin
Gilberto Malony Hernández, sucesor de alias “El Picure”, era conocido por el apodo de “El Picurito” en San Juan de Unare, y las costas de la Península de Paria
El Tren del Llano tiene su base en Guárico, pero se ha expandido a cuatro estados y opera en Sucre desde septiembre de 2020, con un ejército de 70 hombres
La muerte de alias «Malony»  no implica la desaparición automática de la megabanda el Tren del Llano. La estructura criminal podría seguir operando gracias al poder económico y a la expansión territorial que ha logrado consolidar en los últimos años.

@ronnarisquez

En un presunto enfrentamiento con cuerpos de seguridad registrado en zonas montañosas de la de San Juan de Unare, en el estado Sucre, resultó muerto Gilberto Malony Hernández, alias “Malony”, quien había heredado el liderazgo de la megabanda el Tren del Llano tras la muerte de José Antonio Tovar Colina, alias “El Picure”, en 2016.

Aunque las autoridades no habían ofrecido información 24 horas después del supuesto enfrentamiento, se pudo conocer que la intervención policial se convirtió en una matanza con 17 personas fallecidas, todos presuntos integrantes del Tren del Llano; y cinco heridos pertenecientes a los cuerpos de seguridad.

El operativo comenzó madrugada del lunes 8 de noviembre y fue liderado personalmente por el general Gustavo González López, director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin y por el comisario Miguel Domínguez, director de la Dirección Contra la Delincuencia Organizada y de la Unidad de Operaciones y Tácticas Especiales (UOTE) de la Policía Nacional y exdirector de la Fuerza de Acciones Especiales (FAES). 

Participaron más de 500 funcionarios de esas unidades policiales, junto al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), que llegaron a Carúpano la tarde del domingo 7 de noviembre.

Los pobladores del lugar reportaron una fuerte presencia policial en la zona, con decenas de funcionarios de distintos cuerpos de seguridad portando armas largas y fusiles. Además de unidades marítimas y helicópteros.

Las primeras versiones indican que el grupo criminal había disparado contra un helicóptero del Sebin que sobrevolaba la localidad, en el que viajaban funcionarios de la Brigada de Acciones Especiales (BAE) del Cicpc, lo que dio origen al enfrentamiento.

Sin embargo, existe otra versión sobre lo que pudo motivar la acción policial. Supuestamente, habría desaparecido un gran cargamento de droga perteneciente a un miembro del Cartel de Soles, y los responsables serían “Malony” y su grupo.

Ese hecho motivó el desplazamiento de un gran contingente de unidades policiales y militares al estado Sucre en busca de alias “Malony”, el delincuente del estado Guárico que asumió el control de la poderosa megabanda el Tren del Llano.

En el supuesto ataque al helicóptero oficial resultaron heridos 5 funcionarios de la BAE y del SEBIN, que fueron trasladados a un centro asistencial de la isla de Margarita en el estado Nueva Esparta. 

Aunque en los chat de periodistas circularon fotos de una docena de los cadáveres de hombres ensangrentados, tirados en las calles o dentro de una vivienda, no se tiene precisión sobre la cantidad de presuntos delincuentes muertos que dejó la intervención policial, porque los funcionarios del Estado no han ofrecido información oficial.

Periodistas de Sucre informaron que al menos 11 de los supuestos miembros de la megabanda murieron en el pueblo de San Juan de Unare, mientras que los seis restantes se estaban en las montañas cercanas, donde se habían refugiado para repeler la incursión policial.

Habitantes de Río Caribe, Carúpano y las zonas aledañas reportaron que se escuchaban disparos hasta entrada la noche. Sin embargo, los detalles de la operación policial aún se desconocen.

Un audio, que parece ser de un funcionario policial, dice que fue una orden presidencial y que el objetivo era ejecutar a alias “Malony” y salir del sitio.

En Guárico y cuatro estados más 

Antes de aparecer en Sucre, Gilberto Malony Hernández era un traficante de drogas, armas y oro, tenía su propia banda y era aliado y lugarteniente de “El Picure”, dijo el exmagistrado y experto en crimen organizado, Alejandro Rebolledo.

“Malony” y su grupo tienen su base de operaciones en el estado Guárico, específicamente en Altagracia de Orituco, de donde era oriundo el delincuente, pero se había expandido hacia otros cuatro estados del país: Aragua, Bolívar, Apure y las costas del estado Sucre.

El Tren del Llano cuenta con unos 300 hombres armados y tiene alianza con varias organizaciones criminales como el Tren de Aragua, con presencia en 12 estados de Venezuela; y presuntamente con la exguerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, que tiene operaciones en al menos 12 estados, entre ellos Guárico, Apure y Bolívar. En ambos casos, el narcotráfico sería el motor de estos vínculos.

Pero el Tren del Llano se dedica también a otras lucrativas economías criminales como la extorsión a ganaderos y comerciantes, acaparamiento y comercialización de combustible, secuestro y minería ilegal. 

Los reportes de su presencia en el estado Bolívar lo ubican en los municipios mineros de Sifontes y El Callao, donde tiene su actividad la banda de “Zacarías”, una organización delictiva que también está operando en el estado Sucre, por lo que no se descarta que haya alguna alianza entre estos grupos. 

En el estado Aragua, sus actividades criminales se centran en sur de la entidad, donde está la localidad de Barbacoas, que era una de las bases de operaciones de “El Picure”.

“El Picurito” llegó en 2020 a San Juan de Unare

Desde septiembre de 2020 las autoridades tenían evidencia de la presencia del Tren del Llano en el estado Sucre, cuando tres de sus miembros murieron en un supuesto enfrentamiento con el CONAS en Río Caribe.

Residentes de San Juan de Unare aseguraron que para diciembre de 2020, un hombre a quien identificaban como “El Picurito” ya tenía el control de esa zona, que desde 2018 había estado en manos de miembros del Tren de Aragua, luego de que estos acabaron con la banda de San Juan de Las Galdonas en una matanza y asumieron el liderazgo de la banda de San Juan de Unare.

Este hombre, “El Picurito” , era en realidad Gilberto Malony Hernández. Había comenzado a ejercer el control sobre las costas de la Península de Paria, una ubicación estratégica para movilizar la droga hacía el Caribe. Contaba en esa localidad con un pequeño ejército de aproximadamente 70 hombres armados.

De acuerdo con testimonios de habitantes de Carúpano y Río Caribe, los integrantes del Tren del Llano asesinaron a los antiguos líderes de la megabanda de San Juan de Unare, que operaba como una extensión del Tren de Aragua, para lograr apoderarse de esa costa.

“Eso es un negocio. Llegaron haciéndose amigos y, luego, los mataron”, comentó una residente de Río Caribe que prefirió resguardar su identidad. 

En realidad, es probable que la llegada de alias “Malony” y su gente a Paria haya sido consentida por los máximos líderes del Tren de Aragua, la organización criminal más poderosa de Venezuela. Por eso no hubo resistencia por parte de los entonces jefes de la banda de San Juan de Unare. 

Pero posiblemente Gilberto Malony Hernández tenía sus propios planes y con el transcurrir de los meses se desvió del camino acordado con sus aliados de la prisión de Tocorón (el Tren de Aragua). De allí que el supuesto robo de un importante cargamento de drogas o la urgencia por un nuevo “cambio de gobierno” criminal en la estratégica zona haya sido el detonante de la operación policial que acabó con su vida.  

 Sin “El Picure” y sin “Malony”, el Tren del Llano sigue vivo

La megabanda el Tren del Llano ha operado en el estado Guárico desde el año 2008. Fue creada por alias “El Picure”, quien llegó a ser uno de los 40 criminales más buscados en el país. Con su muerte en 2016, en un presunto enfrentamiento con la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), en El Sombrero, el grupo se debilitó.

Pero entre 2016 y 2020, alias “Malony”, logró reagrupar la megabanda y fortalecerla mediante alianzas con bandas de otros estados para consolidar así su expansión.

Él creció en Altagracia de Orituco, una de las más importantes poblaciones de Guárico. Allí cobró notoriedad por su participación en robos y asesinatos desde muy joven. Representaba a la banda de “El Picure” en Altagracia de Orituco y se hizo cargo de su imperio criminal. Por eso, se hacía llamar “El Picurito”.

“Malony” usaba a Colombia para evadir la captura de las autoridades, pero volvía con frecuencia a Guárico para supervisar las operaciones de su organización criminal en Venezuela y desde 2020 se había instalado en Sucre.

La muerte de alias “Malony” el 8 de noviembre de 2021, así como la de su predecesor en 2016, no implica la desaparición automática de la megabanda el Tren del Llano. La estructura criminal podría seguir operando gracias al poder económico y a la expansión territorial que ha logrado consolidar en los últimos años.

Aunque se desconocen las identidades de los otros miembros de la organización que murieron en la matanza de San Juan de Unare, la megabanda contaba con dos lugartenientes: Jean Carlos Flores, alias “Mono”, quien habría muerto en el operativo policial; y Oscar de Jesús Noguera Hernández, alias “Pipi”, primo de “Malony”.

Este último sería el sucesor de “Malony” y próximo jefe del Tren del Llano. Su nombre y su rostro se conocieron luego del asesinato de Luis Manuel Díaz, dirigente del partido Acción Democrática en Guárico, ocurrido en Altagracia de Orituco en 2015.

Alias “Pipi” sería el responsable del crimen de este miembro del partido opositor. A este hombre también se la ha relacionado con un líder político del oficialismo. Sin embargo, no hay pruebas de esta supuesta vinculación.