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Orlando Viera-Blanco Abr 20, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Cuando era niño
Tuve una infancia de duchas enlodadas. Llegaba cada tarde a casa y mi «primer deber» era aprovechar lo que quedaba de luz para pasear en bicicleta e ir a la montaña

 

@ovierablanco

Boris Cyrulnik profesor de Psicología de la Universidad de Toulouse, especialista en la teoría del apego -la más reconocida en psicología sobre la capacidad de socialización de los niños- nos ofrece una búsqueda del reconocimiento y la autoestima a través del aseguramiento, que es aprender y aprehender desde la infancia. Vivencias -éxitos o fracasos- que nos permiten una línea de expresión e identidad por haber sido el remedio para el sufrimiento y el trauma. Esa herramienta es la resiliencia, que se nutre de ralentizar. ¿Qué es ralentizar? Es contar tu historia, lentamente, suavemente. Buena o mala, pero expresarla…

A partir de ahí liberas dudas y dolor. Recuerdas la alegría por superar los sufrimientos. Y eres feliz. Quiero contar la mía…

Una infancia de tierra, aire y mucha calle…

Cyrulnik nos enseña que la educación de los países nórdicos ha acogido la ralentización. Desde muy pequeños a los niños se les guía compartir, ser creativos, participativos a través del deporte, las artes, el oficio al aire libre. Comparten aulas con espacios para cocinar, dibujar, practicar deportes, cantar, tocar un instrumento. De esta forma comunican mejor compartiendo su experiencia creativa, desarrollando sus habilidades o reconociendo las que no tienen o no les gusta, mientras generan empatía. Frente al revés, no escatiman pedir ayuda. Y aprendiendo lentamente cada proceso (ralentizar) aseguran noblemente su conocimiento.  

De niño tuve una infancia de duchas enlodadas. Llegaba cada tarde a casa regreso de la escuela y mi «primer deber» era aprovechar lo que quedaba de luz para pasear en bicicleta e ir a la montaña. Éramos cinco críos inseparables. Arturo, Pascual, Jorge, Armando y Paul. Apenas con 8 años aprendimos a degustar la arena y las piedras de las nuevas edificaciones de la cuadra.

Cuánta audacia asistida de inocencia. Nos lanzamos hasta de un segundo piso al montículo de arcosa para la mezcla de cemento, y ver quien se sepultaba más. Jugábamos a “los equilibristas” cabalgando delgados muros medianeros. Mamá nunca se enteró y nunca se explicó de dónde salía tanta tierra. Hoy sería un cuento de ficción… De esa audacia aprendimos que temer y prevenir, es bueno…

Un templo llamado béisbol

Pasar el día en casa era imposible. Los espacios no eran generosos y ver TV era un lujo reservado a las telenovelas de mamá o los noticieros más juegos de pelota de papá. Un Caracas-Magallanes en blanco y negro por TV ¡era mágico! Cuando fui por primera vez al Universitario, me impresionaron tres cosas: la velocidad del lanzamiento del pitcher, la inmensidad de la pizarra y Lezama. Otra mágica realidad…

Un terreno baldío muy empedrado -cerca de casa- era nuestro campo de béisbol, y también nuestro campo de los sueños. Tanto aprendíamos a lanzar, batear o atajar como recibir pelotazos del bote pronto de la pelota de spalding (en honor a Albert Spalding, creador de la dura esférica de cuero de caballo y único olor y costuras rojas), descocida de tanto morro (…). Luego, visitar el quiosco de José en la esquina, era un ritual.  Íbamos por sobres de barajitas de cartón [peloteros] o de Kool-Aid (que nos fiaba), terminando en una farmacia por curitas o un tarro de mercurio cromo. Nos defendíamos de la sed, el ocio o las heridas a solas ¡pero en equipo! Pololo, nuestra mascota-cacri (peludo a rabiar) ¡era nuestro guardaespaldas! 

A las duchas

Al llegar a casa después de una tarde muy sudada y mugrienta, el grito de guerra de mamá: «¿Dónde estabas metido que no te he visto hacer la tarea? Prepárate para comer porque a las siete comienza La Usurpadora”. Un poco antes de la telenovela llegaba papá de su consulta… Después de pelear con el portugués de la panadería, Joao (copeyano, calderista y magallanero, siendo papá adeco, romulero y caraquista), llegaba a casa con sus canillas de pan recién horneadas más un maletín de muestras médicas (que obsequiaba a sus pacientes, Joao incluido). La vida transcurría en vivo, pausadamente. Nada de Instagram, nada de Facebook. Ni Nintendo, ni Netflix. Nada fugaz…

Aprendimos a obedecer, a ir y a volver, con desprendimiento. Nunca supe la clave de aquella sana obediencia. Me enteré cuando papá se fue de esta vida. Su imagen llegando a casa bien trajeado, de corbata o bata blanca, con sus manos llenas de ilusión, trabajo, autoridad y tutela, me viene siempre a la cabeza. Y no se marcha, felizmente ¿Cómo no obedecer?

Entre sol, mar y fogatas, de sufrir a ser feliz, había un paso. Boris Cirulnik (por cierto único sobreviviente de su familia en el Holocausto) afirma que lo que alimenta la resiliencia es nuestra capacidad de olvidar lo malo y recordar lo bueno. Cambiar rencores por apegos, que es nostalgia, que es alegría de ir para volver… a esos recuerdos.

Inventaba historias…

Cuando era niño me gustaba correr, saltar o navegar. Un clásico ir de Camurí a Naiguatá empopado en una pequeña veleta en un mar picado y salvaje… Subir el Ávila desde Macuto al “teleférico amarillo”, era perderse entre cascadas, cocadas, uveros de playa, zapote y topo topo.  Al decir de aquella maravillosa canción de Delia (que casi gana el festival OTI 79) “(…) cuando era niño ¡me gustaba corretear con todos mis sueños por la arena de la mar; inventaba historias de una estrella que se hundió dentro de las olas de mis cuentos de ilusión”.

Jamás dejemos de ser niños porque es la historia de todas las alegrías por la que superamos todos los sufrimientos. Así vamos, suavemente, lentamente, ralentizando, atesorando apegos que es arraigo, que es pertenencia, que son cuentos de ilusión, que es resiliencia, ¡que nos hará libres!

Y volveremos…

Érase una vez Venezuela

Érase una vez Venezuela

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Unicef: 86 millones de niños pueden caer en pobreza por la pandemia
Según la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, el tamaño de esta crisis por COVID-19 amenaza con deshacer años de progreso en la reducción de la pobreza infantil

Este miércoles, Unicef y Save the Children advirtieron que las consecuencias económicas de la pandemia del coronavirus pueden empujar a unos 86 millones de niños a la pobreza este año 2020, llevando el total en el mundo a 672 millones. 

Según un informe publicado por la agencia de la ONU para la infancia y la ONG británica, el mayor aumento de la pobreza se verá en países de Europa y Asia Central, con un alza de hasta el 44%, mientras que en la región de Latinoamérica y el Caribe el incremento se estima en 22%.

“La pandemia del coronavirus ha desencadenado una crisis socioeconómica sin precedentes que está agotando recursos para familias en todo el mundo”, señaló en un comunicado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.

Según Save the Children, los más pequeños son muy vulnerables a periodos de hambre o malnutrición, aunque sean muy cortos, pues pueden dejarles secuelas para toda la vida.

“Si actuamos ahora y decididamente, podemos prevenir y contener la amenaza de la pandemia sobre los países más pobres y algunos de los niños más vulnerables”, señaló en la nota la consejera delegada de la ONG, Inger Ashing.

Así, Unicef y Save the Children reclaman una gran expansión de los sistemas y programas de protección social, que incluya ayudas económicas directas a familias, comida en las escuelas y otras medidas.

 

*Con información de EFE

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) dijo este miércoles que debe recaudar 255,9 millones de dólares para llegar en el 2020 a 2,7 millones de niños y niñas necesitados en Latinoamérica y el Caribe, donde “varias crisis afectan los derechos de la infancia”.

“UNICEF hace el mayor llamado de recaudación de fondos para ayuda humanitaria en Latinoamérica y el Caribe”, indicó el organismo en un pronunciamiento público divulgado por su oficina regional en Panamá.

Los fondos permitirá a UNICEF dar asistencia urgente a niños y niñas afectados por emergencias en Venezuela (153,2 millones de dólares), países afectados por la migración de Venezuela (64,6 millones) y Haití (18,6 millones).

La acción humanitaria de UNICEF en 2020 es la de proporcionar acceso a servicios de agua, saneamiento, nutrición, educación, salud y protección a los niños afectados por conflictos y desastres.

De la mano con sus socios, los objetivos de UNICEF en América Latina y el Caribe incluyen atender a 2,7 millones de niños en la región, de los 7 millones en situación de necesidad.

 

También alcanzar a 2,6 millones de personas en Venezuela afectadas por los desafíos económicos y políticos, de los cuales 2 millones se beneficiarán del acceso al agua potable, y llegar a 1,3 millones de personas en países afectados por el flujo migratorio venezolano en América Latina y el Caribe, incluidos más de 630.000 niños.

 

Bernt Aasen, director regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, recordó que en 2019, el número estimado de personas que necesitaban asistencia humanitaria en América Latina y el Caribe “se duplicó en comparación con el año anterior”.

En los primeros 8 meses de 2019, UNICEF y sus aliados llegaron a 226.000 niños en América Latina y el Caribe, quienes recibieron educación, salud, nutrición, agua y saneamiento, asesoramiento o inclusión social como parte de la respuesta a los flujos migratorios desde Venezuela.

 

“Estimamos que la violencia, la desigualdad, la migración y los fenómenos meteorológicos extremos llevarán a unos 7 millones de niños, niñas y adolescentes a buscar y depender de la ayuda de emergencia en 2020. A menudo ellos son quienes sufren primero y sufren más”, indicó Aasen.

 

La directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, señaló que “hoy, en todo el mundo, estamos viendo la mayor cantidad de niños que necesitan asistencia en situaciones de emergencia desde que comenzamos a tener registros”.

“Uno de cada cuatro niños vive en un país afectado por el conflicto o los desastres”, afirmó Fore, tras presentar la mayor solicitud a los donantes hasta la fecha, que representa 3,5 veces más fondos que los solicitados en 2010.

Fore remarcó que los conflictos, el hambre, las enfermedades infecciosas y los fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el cambio climático “fuerzan a millones de personas a buscar ayuda para salvar sus vidas”.

Disfrazar a un niño de FAES fomenta la cultura de la muerte

María Yolanda García | Reporte Proiuris

EL PASAMONTAÑAS NEGRO, MISMO COLOR DE LA CHAQUETA QUE LO CUBRE, esconde su rostro. Solo se observan sus ojos y una diminuta nariz, rasgos que denotan que tiene unos 8 o 9 años. Carga un “arma” de cartón en una mano y con la otra hace equilibrio sobre quien lo lleva en hombros. Mira la cámara con la inocencia de quien no sabe que el atuendo que usa es, para muchas familias venezolanas, sinónimo de intimidación, terror y muerte. Está disfrazado de “FAES”.

Zair Mundaray, ex director de Actuación Procesal del Ministerio Público, subió a su cuenta en la red social Twitter la imagen del menor de edad vestido como un agente de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana, el temido grupo élite que, según Provea, cometió 205 asesinatos durante 2018.

“Me la envió un amigo. Fue tomada en un acto que hubo el miércoles (27 de febrero) en Caracas”, explicó Mundaraín. La actividad se denominó “Carnavales Caribe 2019” y a ella se incorporaron alumnos y docentes de algunos planteles de Caracas. Fue un desfile que partió del Liceo Andrés Bello y llegó a la Plaza de Los Museos. Niños, niñas y adolescentes, algunos acompañados por sus padres o representantes,  iban disfrazados.

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La fotografía fue tomada durante una comparsa de Carnaval este 27 de febrero  | Foto: Cortesía

Y es que, en medio de la profundización de la represión policial como recurso extremo del régimen de Nicolás Maduro para mantenerse en el poder, el gobierno decidió adelantar el asueto de Carnaval.

“Es un tema de modelaje. Cuando vistes a un niño de FAES, a modo de superhéroe, estás convalidando lo que ese grupo policial hace.  Y cuando analizas lo que ese grupo policial hace, te percatas de que hay un antivalor con graves implicaciones para los derechos humanos”, señaló el abogado.

Pero esta no es la primera vez que se difunden imagenes de niños y niñas para exaltar a las FAES como figuras a imitar. El ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Néstor Luis Reverol, también ha usado las redes sociales (específicamente el 6 de febrero de 2019) para mostrar fotografías con niños ataviados con “uniformes” de este grupo policial que ejecuta razzias y masacres en los barrios populares del país. Proiuris ha documentado historias que dan cuenta de al menos 15 asesinatos cometidos por las FAES en Caracas durante las últimas cinco semanas.

Expertos en derechos de la niñez consideran preocupante que el Estado fomente la cultura de la violencia y la muerte.

“Cuando llegan las FAES llega la muerte”

Gloria Perdomo, miembro de la Red por los Derechos Humanos de Niños, Niñas y Adolescente (Redhnna), considera que estas imágenes y la carga que tienen van contra el interés superior de niños, niñas y adolescentes.

“Los niños deben ser formados y educados para la convivencia pacífica, el diálogo y la relación armoniosa con las otras personas. Es contrario al interés superior de los niños, a su adecuado desarrollo, promover símbolos bélicos”.

Educadora, trabajadora social y doctora en Ciencias Sociales, Perdomo señala que en un país estremecido por situaciones de violencia y agresión que cotidianamente afectan a los niños, niñas y adolescentes la respuesta del Estado no debe ser el auspicio de modelos de conducta violentos. La experta manifestó su preocupación ante la exaltación,  por parte de padres y representantes, de figuras cuestionadas por violar los derechos humanos, como es el caso de las FAES.

“Las FAES son un cuerpo de seguridad que viene siendo reiteradamente acusado, ante instancias nacionales e internacionales, por violar derechos humanos,  por cometer crímenes. Es muy lamentable que un papá se plantee, como juego, sin calcular las consecuencias que eso tiene en la formación del niño o niña, vestirlo o disfrazarlo con esa indumentaria ¿Qué es lo que trata de promover en el menor de edad? ¿Su disposición o entusiasmo por usar armas y procedimientos o violatorios de derechos? Porque las FAES no son reconocidas como un cuerpo de seguridad que respeta la ley y protege a la ciudadanía, sino, por el contrario, la idea posicionada en los barrios es terrible: cuando llegan las FAES llega la muerte”.

Niñez desprotegida

El abogado Carlos Trapani, coordinador general del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap) e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, fue tajante al cuestionar el uso de la imagen de niños, niñas y adolescentes en situaciones vinculadas a la violencia. En su opinión ello es violatorio de sus derechos.

“Es preocupante que una autoridad (como el ministro Reverol) promueva a las FAES como un referente para los niños, pues es un cuerpo de seguridad gravemente cuestionado por los excesos que se le atribuyen”, dijo Trapani.

“Por omisión también se vulneran los derechos de los niños, niñas y adolescentes. En Venezuela, el sistema de protección de niños, niñas y adolescentes está en un cierre técnico. Ante esta y otras situaciones violatorias de derechos, no ha tenido ningún pronunciamiento público”, agregó.

“Los niños, niñas y adolescentes necesitan tener otros referentes que reivindiquen la convivencia, la paz, la tolerancia y el respeto a las normas. Las FAES están muy cuestionadas por sus prácticas, por la violencia extrema que ejercen. No constituyen un modelo a seguir para el ejercicio de la ciudadanía. Preocupa que alguien tenga interés en incorporarlos al imaginario colectivo del venezolano como héroes”, reiteró el experto.

El coordinador Cecodap recordó que, desde hace diez años,  en Venezuela existe una ley que prohíbe los juguetes bélicos. De modo que es una insalvable contradicción que el ministro Reverol promueva el uso de indumentarias policiales en niños, niñas y adolescentes.

Trapani también rechazó que en las escuelas se estén haciendo prácticas militares, como habría ocurrido en un plantel del estado Apure: “En un contexto de violencia generalizada, como el que existe en Venezuela, la escuela como espacio para la paz es fundamental”.

Paparoni: “17% de los menores de 5 años está desnutrido”

El diputado a la Asamblea Nacional Carlos Paparoni aseguró que las políticas implementadas por el presidente Nicolás Maduro recrudecen la desnutrición y coloca en riesgo la infancia venezolana. Aseguró que 1 de cada 20 niños tiene retardo en el crecimiento por la falta de nutrientes necesarios para su desarrollo.

“El informe de Cáritas señala que 17% de nuestros niños menores de cinco años presenta desnutrición grave. Eso quiere decir que dos de cada diez niños están en riesgo de morir de hambre y el gobierno no actúa para frenar esta situación”, dijo el parlamentario.

Destacó que esta situación de crisis humanitaria va asociada directamente con la caída de la producción y la inflación diaria que se ubica en 3%. “Solo en 2018 se han cultivado200.000 hectáreas de maíz, de las 650.000 que se sembraban hace 10 años. Un venezolano se come 2 arepas al día aproximadamente y con esta producción los ciudadanos vamos a pasar a comernos 1 arepa cada 4 días”, detalló.

Paparoni, que forma parte de la comisión especial que atiende la crisis alimentaria en el país, instó una vez más al gobierno a que acepte la ayuda humanitaria de otros países porque se trata de garantizar la vida de las próximas generaciones.

Carlos Dorado Ene 28, 2018 | Actualizado hace 6 años
¡No te rindas! por Carlos Dorado

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Me parece que recién ayer era joven. Sé que los viví, pero todos los días me pregunto: ¿a dónde se fueron los años de mi juventud?; la vejez lo toma a uno de sorpresa. Un buen día la tienes delante y te preguntas. ¿Cómo llegamos tan rápido aquí? Pareciese que el tiempo nos tomó desprevenidos con el paso de los años, y siempre creíamos que la vida era muy larga, y nos estamos dando cuenta que ya comenzamos a visualizar la meta de llegada.

Los amigos ya están comenzando a retirarse, y están teniendo más canas, más barriga y menos pelos. Ya nos movemos más lento, y salimos caminando, cuando antes lo hacíamos corriendo.  Algunos están en mejor forma, otros peor, pero todos hemos cambiado.  La edad comienza a sentirse y a notarse. Ya somos aquellas personas mayores, que nunca pensamos que algún día lo seríamos.  

¡Parece mentira! Parece que fue ayer, pero ya estamos en la fase de observación. Observando las viejas pasiones  que se alejan, observando como los viejos impulsos ya no nos zarandean, observando lo que antes ni siquiera veíamos. Observando el final.

Hemos entrado en esta nueva etapa de la vida, sin preparación alguna para sufrir los dolores y achaques que comienzan a asomarse, y ya notamos la pérdida de fuerza o habilidad para ir y hacer las cosas que de nuevo quisiéramos hacer.

Ya comenzamos con cada día que pasa, a parecernos más a nuestros padres. Ya comenzamos a ser repetitivos, a hablar más del pasado que del futuro. Ya no somos curiosos como antes, y ya no queremos sorpresas ni que nos sorprendan. Ya la soledad comienza a acompañarnos con mayor frecuencia cada día. Ya no aprendemos, vivimos de lo aprendido. Ya no miramos, sólo observamos. Ya no vivimos de la esperanza, sino del recuerdo. Ya no entendemos a los jóvenes, pero no nos damos cuenta que ellos tampoco nos entienden a nosotros. Ya cambiamos el entusiasmo por la pasividad.

Llegamos a esta etapa de nuestras vidas, donde tenemos mucho que decir, pero a nadie le interesa. Tenemos mucha experiencia, pero poca creatividad. Donde el entusiasmo lo sustituimos por la indiferencia. Donde el sueño de creer en imposibles, se convierte en el despertar de no lograr ni lo posible. Donde, de esa lista tan larga de creencias, cada año se va borrando inexorablemente cada creencia, hasta dejarnos prácticamente sin lista.

La vejez, es ese enemigo que irremediablemente siempre terminará ganándote la batalla. ¡Sólo es una cuestión de tiempo! Sin embargo, todos soñamos con llegar a viejos, porque entendemos que es el único medio para vivir más tiempo.

Hemos tenido mucha suerte al haber llegado hasta aquí. Pero la nostalgia, los recuerdos, la tristeza nos van invadiendo poco a poco, al saber que la fiesta se está terminando, a pesar de que hace tiempo que hemos dejado de bailar. Recordamos dónde hemos ido, qué hemos hecho; pero sabemos que no volveremos a ir, y no lo volveremos a hacer.

Y quizás más de una tarde en nuestra soledad, leyendo en ese sofá que ya forma parte de tu vida, tratando de “pasar el día”,  tal vez nos volvamos a quedar dormidos, mientras leemos un poema de Mario Benedetti:” No te rindas, por favor no cedas, aunque el río queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños”.

Despertamos, lo leemos de nuevo, y nos quedamos pensando: ¿a dónde se fueron los años de mi juventud?, ¿Cómo llegamos tan rápido aquí? Mientras te repites a ti mismo: ¡No te rindas! ¡No te rindas!

cdoradof@hotmail.com

Jul 22, 2016 | Actualizado hace 8 años
Lo que esconden ciertos seudónimos por Sergio Dahbar

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El próximo 29 de julio comienza a exhibirse en cines comerciales de Inglaterra el documental Author: The JT LeRoy Story, del cineasta Jeff Feuerzeig. Es el esfuerzo de un realizador por iluminar una zona oscura del corazón humano: la búsqueda de éxito a cualquier precio. No es el primer trabajo cinematográfico sobre esta historia, tampoco será el último.

El caso J.T. Leroy es un síntoma contemporáneo. En 1999 editoriales importantes descubrieron a un autor con dos potentes razones en sus alforjas: nervio narrativo y un pasado de esos que si no son ciertos merecerían haber existido. Infancia de abusos, droga, sida, sexo, manicomio, brutalidad, que construyeron a un joven andrógino, atravesado por el misterio y la timidez. Un muñeco que todo editor quisiera moldear en sus manos.

J.T. Leroy publicó tres libros, incluso en español: Sarah, El corazón es mentiroso y El final de Harold, todos en Literatura Mondadori. Un periodista, de esos que todo medio tiene, clasificó a Leroy como el nuevo William Burroughs, o si se quiere la reencarnación de Flannery O’Connor, aunque con la modernidad de un juguete reconvertido en animal propio del programa de Oprah.

La chispa se había encendido: celebridades comenzaron a declarar su admiración. Deborah Harry, Lou Reed, Nancy Sinatra, Matthew Modine, Gus Van Sant, Rosario Dawson, John Waters, Michael Stipe, Carrie Fisher, Winona Ryder, Courtney Love, Tom Waits. Que más, pues?

En un artículo sin desperdicios publicado por la prensa británica (The Guardian, Steve Rose, que venía investigando el caso) recuerda algunos rasgos de J.T. Leroy en la presentación de una película basada en El corazón es mentiroso, realizada por Asia Argento y presentada en el London Lesbian and Gay Festival de 2005. “Una leve figura afeminada con un sombrero de fieltro rojo, grandes gafas de sol y una peluca rubia. Parecía un imitador de Michael Jackson’’.

A finales de 2005 todo se vino abajo. Una investigación de The New York Times demostró que J.T. Leroy no existía. Era un fraude literario. La verdadera autora de esta puesta en escena se llamaba Laura Albert, de 50 años. El director de cine Jeff Feuerzeig pasó ocho días entrevistándola. Y dos años entre sus archivos. Ella coleccionaba obsesivamente todo: agendas, cuadernos, garabatos, recibos de teléfono, álbumes de fotos, mensajes en contestador automático de celebridades.

Laura Albert tuvo problemas en su niñez. Sufrió abuso sexual y físico desde muy temprano. La madre la metió en un hogar de cuidado. Aumentó de peso hasta sufrir una cirugía de banda gástrica y un cambio dramático en su apariencia. Desarrolló una «adicción» a telefonear a líneas directas de protección de niños. Le fascinaba adoptar acentos y personalidades.

Convenció a la hija de su amante, Savannah Knoop, para que fuera J.T. Leroy ante el público. La misma Albert aparecería acompañándola como una amiga, Speedie, con un acento cockney. Un circo para domesticar a medios y estrellas. En 2007 el Tribunal Federal de Nueva York condenó a Laura Albert a pagar 116.500 dólares por fraude, daños y perjuicios a una productora de cine que había comprado los derechos para filmar Sarah.

Laura Albert no se amedrenta. Ahora escribe sus memorias. Espera la repercusión de la película de Jeff Feuerzeig y una reedición de sus libros. Paul Auster no cree que haya engañado a nadie: “escribía ficción’’, ha dicho. Lo que es cierto.

Pero no deja de llamarme la atención que haya convertido el abuso sistemático y la infancia destruida (algo verdaderamente doloroso en una vida) no en la materia de su obra, sino en el pasaporte para la celebridad. Raros tiempos estos, en el que el sufrimiento es una moneda de cambio para el éxito.

 

@sdahbar

El estrés durante la infancia condiciona la salud cardiaca de adulto

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Los acontecimientos que sufrimos de niños tiene un gran impacto sobre nuestra salud futura. Según una investigación que aparece en «Journal of the American College of Cardiology», los niños que durante su infancia está sometidos a situaciones de estrés tendrán una peor salud cardiovascular y mayor riesgo de diabetes..

Durante 45 años los investigadores de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard (EE.UU.) siguieron a 7.000 personas nacidas en una única semana en Gran Bretaña en el año 1958. Durante este periodo de tiempo analizaron los datos relacionados con el estrés y la salud mental en este grupo que formaban parte del ‘British Birth Cohort Study’ a las edades de 7, 11, 16, 23, 33 y 42 años. Así han visto que las enfermedades psicológicas en la infancia, incluso cuando los trastornos mejoraron en la edad adulta, se asocian con un mayor riesgo de enfermedad cardiaca y diabetes.

La investigación revela, por ejemplo, que las personas con angustia persistente durante toda su vida tienen un mayor riesgo cardiometabólico en relación con las personas que dijeron tener bajos niveles de estrés durante la infancia y la edad adulta.

Entorno social

Según la autora del trabajo, Ashley Winning, el estudio «apoya la evidencia de que la angustia psicológica contribuye al aumento en el riesgo de enfermedad cardiovascular y metabólica y que estos efectos pueden comenzar durante la infancia».

En este sentido, añade, cada vez es más evidente que la adversidad en el entorno social del niño aumenta la probabilidad de desarrollar altos niveles de angustia. Por lo tanto, subraya, «las estrategias de prevención y de intervención temprana deben centrarse tanto en el niño como en su entorno».

En un editorial acompañante en la revista, Alison Holman, de la Universidad de California-Irivine (EE.UU.), afirma que el estudio indica que, además de valorar los «tradicionales factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular» como el tabaquismo, la obesidad, el colesterol elevado y la falta de ejercicio, habría que considerar otros. «Al considerar a nuestros pacientes en un contexto social más amplio, el hecho de decirles que tienen que bajar de peso, dejar de fumar, comer una dieta mejor sin abordar la tensión o la angustia, se pueden estar favoreciendo conductas no saludables que en realidad puede ser contraproducentes», asegura Holman