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Año nuevo, billetes invisibles y mismo gobierno

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Año nuevo, gabinete y billetes nuevos. Con esa consigna el Gobierno encara 2017. La ampliación del “cono monetario” fue confirmada por las autoridades a comienzos de diciembre y la circulación de los nuevos billetes fue prometida para el 15 de diciembre, su aparición quedó postergada para este año.

“He decidido sacar por decreto la extensión hasta el 20 de enero de la vigencia de los billetes de 100 bolívares (…) El país está buchón y no hay apuro, los tengo derrotados”, dijo Nicolás Maduro para justificar la extensión hasta el 20 de enero de la vigencia del billete de 100 bolívares. Pocos días antes, argumentando que había que “quemarle las manos a las mafias”, había dado un plazo de 72 horas para recoger los billetes de 100 bolívares, una decisión que generó caos e incertidumbre entre consumidores y comerciantes.

Un nuevo capítulo de la historia llegó el 9 de enero. Maduro anunció que será a partir del 16 de enero cuando entren en circulación los ansiados billetes. “Le he pedido a (Ramón) Lobo –nuevo ministro de Economía y Finanzas- y al BCV que a partir del lunes 16 de enero vaya entrando en circulación los nuevos billetes del cono monetario venezolano que han venido llegando a Venezuela a pesar del sabotaje”, expresó el mandatario.

Si en definitiva el plan se cumple, los venezolanos verán 6 nuevos billetes que van desde 500 hasta 20 mil bolívares y monedas de 10, 50 y 100 bolívares. Más allá de facilitar las transacciones diarias de la población, obligada en los últimos meses a cargar fajos de billetes de 100 para sus compras cotidianas, la medida por sí sola no resolverá los problemas y distorsiones que acumula la economía desde que Maduro asumió la presidencia en 2013.

“La economía venezolana arrastra una serie de desequilibrios que requieren medidas de política económica para poder ser corregidos. Hay cuatro grandes desequilibrios que hay que abordar: cambiario, inflación y escasez, déficit fiscal y déficit de cuenta corriente. Es necesario un plan coherente y exhaustivo para romper con la dinámica actual y que la economía retome una senda de crecimiento económico”, refiere un reporte que la firma Econométrica envió a sus clientes en diciembre.

La carrera indetenible de los precios

En la administración de Nicolás Maduro el costo de la vida no ha dejado de subir. Año tras año, el ritmo con el que suben los precios se ha disparado, erosionando el poder adquisitivo de la población. Cifras extraoficiales indican que en 2016 la inflación fue de 500%, una cifra muy por encima del 180,9% que reportó el Banco Central de Venezuela (BCV) para 2015, así como del 68,5% y 56,2% registrados en 2014 y 2013, respectivamente, de acuerdo al BCV.

El Gobierno culpa a los empresarios de causar la inflación como parte de la “guerra económica”, pero uno de los factores principales que explica el alza de precios está en la política fiscal dictada desde Miraflores. Sólo en el segundo semestre del año pasado el financiamiento del BCV a Pdvsa, asfixiada por la caída de sus ingresos y por el tipo de cambio de 10 bolívares por dólar, se disparó 330% al pasar de poco más de 1 billón de bolívares a 4,5 billones de bolívares. Ese auxilio financiero es empleado por Pdvsa para pagar misiones, proveedores y otros compromisos, lo que termina impactando el comportamiento de los precios en la economía al aumentar el dinero circulante y estimular la demanda de bienes en un contexto en el que la producción y la oferta de los mismos está contraída.

A falta de una política antiinflacionaria, la única respuesta a la que apela el Ejecutivo nacional es al aumento del salario mínimo. El 8 de enero Maduro anunció un nuevo ajuste salarial de 50%, trasladando el salario mínimo en 40.638 bolívares y el bono de alimentación en 63.720 bolívares, una medida insuficiente y contraproducente para la espiral inflacionaria que atraviesa la economía.

“Otro aumento de salario, cada vez con más frecuencia, síntoma de que el problema de inflación se agrava (…) Aumento de salarios vía decreto no sólo es garantía de mayor inflación, sino también de más desempleo y cierre de empresas”, expresó en Twitter el economista y director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros. El diputado e integrante de la comisión de finanzas de la Asamblea Nacional, José Guerra, también se expresó en la red social: “Un aumento salarial financiado con impresión de dinero por parte del BCV, inevitablemente produce más inflación. Ya eso está estudiado”.

Las estimaciones de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) apuntan a que al cierre de 2017 Venezuela podría tener una inflación de cuatro dígitos y llegar a superar la cifra de 1.500%.

Una “depresión” económica estancada

Economistas y firmas especializadas coinciden en que la economía venezolana atraviesa una “depresión”. Aunque aún los datos del comportamiento económico de 2016 no son oficiales, cifras extraoficiales indican que el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo 12% en el año que recién terminó, completando así tres años consecutivos de retroceso. Esa contracción del año pasado, sumada a las registradas en 2015 y 2014, supone que la economía venezolana ha perdido más de 20% en apenas tres años.

“El sector continúa en contracción”, aseveró en diciembre Juan Pablo Olalquiaga, presidente de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), al realizar un balance de lo ocurrido en 2016. El año pasado se agudizó la sequía de divisas para el sector privado, lo que impidió a las empresas realizar importaciones de materia prima y causó paralizaciones en fábricas de alimentos, medicamentos, repuestos y ensambladoras de vehículos, entre otras.

Además de la falta de divisas, los industriales también se enfrentan a controles de precios que obligan a vender por debajo de los costos de producción, la caída de la demanda, la crisis eléctrica o la escasez de insumos nacionales provenientes de empresas estatales como Sidor, Pequiven o las cementeras. El propio Maduro reconoció eso el pasado 9 de enero, hasta el punto de que pidió “reestructurar” esas empresas si fuera necesario.

“Hay que intervenir directamente todas las plantas que suministran insumos y materiales fundamentales para el desarrollo industrial del país (…) Por ejemplo, ¿Por qué la petroquímica, Pequiven, no suministra los insumos a las industrias? ¿Por qué? (…) Lo digo públicamente aquí, ¿Qué hace la directiva de Pequiven? El presidente de Pequiven, ¿Qué hace? Le he ordenado al Vicepresidente que lo cite inmediatamente a Miraflores”, se quejó el mandatario.

El año pasado ni el “decreto de emergencia económica”, o la política de los 15 “motores” o el Consejo Nacional de Economía Productiva resolvieron la crisis de la industria. De las datos de Conindustria se desprende que en los primeros meses de 2017 persistirán las dificultades, ya que al cierre del tercer trimestre del año pasado 17% de los industriales estaba sin inventario de insumos y otro 41% apenas tenía para trabajar un mes, de acuerdo a un sondeo realizado por esa organización. “El responsable es única y exclusivamente el Ejecutivo nacional”, aseveró Olalquiaga.

Locura cambiaria

El desconcierto cambiario ha caracterizado a la administración de Nicolás Maduro. En 2016, lejos de resolverse, el problema se agudizó al punto de que el tipo de cambio paralelo –su publicación está prohibida por ley- es 300 veces mayor al tipo de cambio preferencial de 10 bolívares por dólar y unas 5 veces mayor al tipo de cambio complementario del Dicom, que oscila los 680 bolívares por dólar.

La distorsión impacta en el bolsillo de los venezolanos. Cálculos de Ecoanalítica señalan que al cierre del tercer trimestre del año pasado, casi un 30% de las importaciones privadas se financiaron con dólares a tasa del mercado paralelo, impactando al alza el “tipo de cambio ponderado del consumidor”, que para ese momento ya rondaba los mil bolívares por dólar y en categorías como equipamiento del hogar, vestido y calzado, y bebidas alcohólicas y tabaco, entre otras, rondaba los 2 mil bolívares por dólar.

El Dicom, creado en 2016, no es el único ensayo de Maduro para intentar contener el auge del dólar en el mercado negro. El Sistema Margina de Divisas (Simadi), así como el Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad) fueron otros de los intentos fallidos en materia cambiaria. El presidente de la República también ha desechado planes como el de la “unificación cambiaria” propuesto en 2014 por el entonces Vicepresidente del Área Económica, Rafael Ramírez, o recomendaciones como las formuladas el año pasado por los técnicos de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur) –a pedido del propio Maduro- para establecer un solo tipo de cambio.

¿Funcionará el cambio de ministro?

Otras de las constantes de Maduro para enfrentar la crisis ha sido la de cambiar a sus ministros del área económica. El pasado 4 de enero anunció que Ramón Lobo será el ministro de Economía y Finanzas, y el Vicepresidente del Área Económica. “Un joven experto en materia económica, uno de los expertos más grandes que tenemos en temas financieros, presupuestarios”, dijo el jefe de Estado en relación al nuevo jefe de la economía.

Lobo es el cuarto Vicepresidente de economía que nombra Maduro en apenas doce meses y el séptimo desde que asumió la presidencia de la República en abril de 2013. Por ese cargo también pasaron Luis Salas, Miguel Pérez Abad Carlos Faría, Rodolfo Marco Torres, Rafael Ramírez y Nelson Merentes.

“Las expectativas no pueden ser buenas, lamentablemente hemos compartido con el diputado Lobo durante más de cinco años en la comisión de finanzas y sabemos de su desconocimiento sobre la materia, pero además, de su incondicionalidad a un proyecto económico y político que ha llevado a Venezuela a la peor crisis de toda nuestra historia republicana, así que la designación de Ramón Lobo es la ratificación de que los errores que ha cometido el Gobierno de Nicolás Maduro se van a seguir repitiendo este año”, alertó el diputado opositor y presidente de la comisión de finanzas de la Asamblea Nacional, Alfonso Marquina.

Nanomaduro y la guerra económica, por Ibsen Martínez

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Un obsecuente narcogeneral venezolano de apellido que evoca la marca de fábrica de algún fármaco (Reverol), alguien que hasta ayer se sirvió de su cargo como zar de la lucha antidrogas para encubrir mejor sus envíos de cocaína procedente de las cocinas de las FARC colombianas a los Estados Unidos, nada menos que un desalmado mayor general de la infame Guardia Nacional, y como tal, corresponsable de las masacres que ahogaron en sangre las manifestaciones pacíficas de comienzos de 2014; en fin, quien desde 2012 ocupa el cargo de ministro del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia, uno de los funcionarios de más alto rango solicitados por un tribunal federal de Brooklyn para enfrentar cargos de narcotráfico, ha sido el encargado de explicar a un nutrido grupo de banqueros venezolanos y extranjeros los alcances de una tenebrosa conspiración internacional, dirigida por el Gobierno estadounidense, que ha obligado a Nicolás Maduro a tomar la más drástica de las decisiones para derrotar la “guerra económica” con que la Fuerza Oscura busca derrocarlo.

Hasta ahora, la de Reverol ha sido la más delirante versión del mito de la guerra económica, tanto más delirante cuanto menos explica por qué cada día más venezolanos de toda condición social hurgan en las bolsas de basura callejeras para llevarse un nauseabundo comistrajo a la boca en el país con las mayores reservas de petróleo del planeta.

El culmen de esa teoría conspirativa es la idea de que haya organizaciones criminales interesadas en el contrabando de algo por completo carente de valor: el billete de 100 bolívares. Maduro ha ordenado cerrar la frontera de Colombia y el espacio aéreo venezolano para impedir que esas organizaciones, en una misma operación, exfiltren e infiltren billetes de dinero inorgánico pero con los que, si he entendido bien la tartajeante exposición del general Reverol, comprarían a precios preferenciales, dólares revendibles, con pingüe ganancia en el mercado negro, a razón de 0,02 dólares por cada billete de 100 bolívares “fuertes”.

El culmen de esa teoría conspirativa es la idea de que haya organizaciones criminales interesadas en el contrabando de algo por completo carente de valor: el billete de 100 bolívares

Según Reverol, es posible drenar las menguantes reservas internacionales de Venezuela comprando dólares con billetes de Monopolio. Para combatir esta guerra económica Maduro —¿o su consejero, el economista español Alfredo Serrano?— no ha tenido mejor idea que confiscar casi el 50% de todo el dinero a todos los venezolanos. No otra cosa significa sacar de circulación un billete sin antes reemplazarlo por otro de mayor denominación.

Mirando el vídeo de algo más de nueve minutos que guarda para la posteridad la comparecencia de Reverol puede uno enterarse de que los EE UU instigan a innominadas ONG a acaparar billetes de 100 bolívares que guardan en enormes galpones dispersos en países como Ucrania, Suiza, la República Checa y Polonia.

La idea general es dejar sin efectivo al país, generar descontento entre la población en temporada navideña y alentar con todo ello el derrocamiento del “presidente obrero”. Los Estados Unidos, en concreto el Departamento de Estado, pagan a esas ONG entre 0,80 y 1,40 dólares por cada billete. Así han logrado hacerse con más de 300 miles de millones de bolívares.

Gente muy docta y seria opina que toda esta martingala no es más que una gigantesca operación de lavado de dinero hecha a cielo abierto para encandilarnos. Yo me inclino a explicar este desatino por la trágica estupidez de Nicolás Maduro. Y propongo a la Oficina Internacional de Pesas y Medidas una unidad universal para ponderar la estupidez: el maduro.

Como el maduro es de una magnitud inmanejable, la unidad práctica sería el nanomaduro; esto es, la millonésima parte del cerebro de Maduro.

@ibsenmartinez

El País ES

¿Por qué el gobierno de Maduro quita casi 4 millones de juguetes para Navidad?

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Dos detenidos y casi cuatro millones de juguetes decomisados.

El gobierno de Venezuela acusó este viernes de especulación y acaparamiento a una distribuidora de juguetes, un nuevo paso de las autoridades en su intento de controlar los precios de productos básicos.

Y los juguetes ahora en Navidad lo son.

«Nuestros niños y niñas son sagrados. No dejaremos que le roben la Navidad», expresó en su cuenta de Twitter la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde).

¿Qué es la Sundde? Es un órgano fiscalizador del gobierno encargado del control de precios.

En los últimos días ha inspeccionado comercios de zapatos, ropa y juguetes, a los que ha obligado a bajar los precios en plena campaña navideña en Venezuela.

El país sufre una grave crisis económica con una elevada inflación y escasez de productos que también afectan a los comerciantes y empresarios.

La Sundde dijo que confiscó casi 4 millones de juguetes de la distribuidora Kreisel, una de las principales del país, y que ahora serán vendidos por el gobierno a bajos precios.

«No dejaremos que estos delincuentes económicos le roben el derecho a nuestros niños y niñas de recibir sus juguetes», dijo a los periodistas el superintendente William Contreras. La empresa, dijo el funcionario, alegó que los productos eran viejos.

Contra la empresa privada

El presidente Nicolás Maduro responsabiliza a las empresas privadas de librar una «guerra económica» contra el país y su gobierno.

Los empresarios aducen que los controles de precios no sirven para cubrir los gastos y esa es una de las causas de la baja producción propia.

A eso se ha sumado que las importaciones, básicas en un país que compra casi todo en el exterior, se han visto reducidas por la crisis. El resultado es la escasez y los precios altos.

Desde que llegó al poder en el 2013, Maduro ha ordenado el arresto de decenas de empresarios, acusados de conspiración, aunque la mayoría de las detenciones fueron de corta duración.

Apenas la semana pasada, Maduro ordenó el arresto de seis directivos de la firma encargada de las transacciones electrónicas de la banca, Credicard, alegando que dirigieron un «ataque cibernético» que dejó fuera de servicio las comunicaciones del sistema financiero por un día.

«Los niños de la patria»

Los juguetes decomisados, anunció Contreras, serán distribuidos a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap), con lo que el gobierno distribuye alimentos entre ciertos sectores y con un precio regulado por debajo del de mercado.

«Para que los niños de la patria tengan su niño Jesús garantizado», dijo Contreras, que aseguró que los juguetes se encontraban «acaparados desde 2014″ en varios depósitos.

Kreisel no se ha pronunciado por el momento sobre la detención de dos de sus trabajadores y el decomiso de la mercancía.

 

Diosdado Cabello asegura que “guerra económica y saboteo informático” son parte de la violencia de la MUD

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El primer vicepresidente del Psuv,  afirmó a través de su cuenta en Twiter que la denominada “guerra económica, el saboteo informático, el bloqueo financiero, la guerra petrolera y las guarimbas”, formarían parte de una agenda de violencia adelantada por la Mesa de Unidad Democrática.

 

 

Por su parte el director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, Gustavo González López, denunció este sábado que “integrantes de la MUD están involucrados en el ataque al servicio electrónico bancario”. Agregó que fueron “capturados en flagrancia los autores y ejecutores del plan de traición económica a la patria”.

González López aseguró que se “cometieron delitos de manejo fraudulento de plataformas parte de la guerra contra la Patria”. Asimismo dijo que “continúa la guerra financiera dentro y fuera del país, en lo interno vulneran la operatividad bancaria”.

A través de su cuenta en Twitter aseguró que el “Gobierno Nacional garantiza la estabilidad y efectividad de nuestro sistema”. bancario.

 


  *Con información de Noticias24

Con el diálogo hemos topado (y III), por Armando Durán

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Este 30 de noviembre, mientras los representantes del gobierno y la oposición se disponían a celebrar su primera reunión, uno tenía la impresión de estar contemplando un espectáculo teatral chocante. Sobre todo, porque cuando estaba a punto de iniciarse el encuentro, Nicolás Maduro se incorporó al grupo por sorpresa, sonriente y feliz, todos juntos y casi revueltos, como si la Asamblea Nacional, dentro de dos días, no fuera a enjuiciarlo por haber dado un golpe de Estado y como si para el jueves 3 de noviembre no estuviera programada la madre de todas las marchas, en esa ocasión hasta el mismísimo palacio de Miraflores, para entregarle personalmente a Maduro su carta de despido.

¿Qué había pasado para que tras unos pocos días de tremendismo verbal la dirigencia política de la oposición recuperara abruptamente las maneras y modos de la buena conducta burguesa que hasta la rueda de prensa del viernes 20 de octubre había regulado las relaciones de la oposición con el régimen? Peor aún, ¿a qué acuerdos secretos se había llegado ese domingo y el fin de semana siguiente para que Carlos Ocariz, ahora portavoz de la alianza opositora, leyera la noche del sábado 12 de noviembre un comunicado en el que uno y otro bando expresaban su coincidencia en torno a puntos tan inadmisibles como la existencia de una guerra económica contra el régimen y contra Venezuela, el desacato continuo de la Asamblea Nacional a las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia, el reconocimiento de que en efecto la oposición había hecho fraude en la elección del 6-D en el estado Amazonas y la inaudita adopción del término “personas detenidas” para identificar a quienes sin ninguna discusión son pura y simplemente presos políticos?

El último punto de esta nueva y desoladora rectificación de la radical estrategia opositora adoptada 10 días antes fue cancelar el juicio político a Maduro y la marcha  del 3 de noviembre, al parecer, a solicitud tanto de Claudio María Celli, nuevo representante papal, como de Thomas Shannon. Poco le importó a la dirigencia de la MUD que pocas horas después de la primera reunión, Maduro le advirtiera al país que “ni con votos ni con balas me sacan más nunca de Miraflores” y que de paso le recomendara al pueblo opositor entender que “la revolución es irreversible”.

Sólo el padre jesuita José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello, marcó distancia del Vaticano y de la dirigencia opositora que se había reunido dócilmente con los representantes del gobierno, al calificar estas palabras de Maduro como “una aberración política”. Shannon, a su vez, declaró antes de marcharse de Venezuela que el diálogo que auspiciaban el Vaticano y Unasur “es la última y mejor oportunidad” de lograr una salida pacífica a la crisis. Si no se logra, sostuvo, la situación venezolana puede hacerse “impredecible y peligrosa”. Por su parte, monseñor Celli afirmó que “si fracasa el diálogo, el camino podría ser el de la sangre”. La misma posición que asumió la Conferencia Episcopal al plantear un viejo dilema diseñado por los estrategas políticos del régimen después del 11 de abril: o la oposición acepta convivir en paz con el gobierno, o en Venezuela “habrá guerra civil”. Como si en verdad fuera posible una confrontación bélica entre un pueblo indefenso sin remedio, y un ejército entrenado y equipado para la guerra.

¿Qué ocurrirá esta semana? Varias decisiones me parecen inevitables. Por una parte, Voluntad Popular y Vente tendrán que definir su posición y su estrategia dentro de la MUD. Por la otra, dirigentes como Henry Ramos Allup y Henrique Capriles, quienes han perdido buena parte de su capital político en una mesa que a fin de cuentas, a cambio de la libertad de algunos rehenes, sólo ha servido para oxigenar a un régimen que agonizaba, sin la menor duda, irremediablemente, también puede que protagonicen nueva confrontaciones internas en la MUD. Mientras tanto, acosados por las consecuencias más despiadadas de la escasez y la hiperinflación, de nuevo perdido el rumbo político, crecerá el malestar y la impaciencia de los ciudadanos, que exigen, con toda la razón del mundo, y ya sin demasiadas contemplaciones, una solución global a la crisis, a muy corto plazo. ¿Al costo que sea?

 

@aduran111

El Nacional 

Ministro Carlos Farías: Productos importados que venden con sobreprecio están amparados por la “guerra económica”

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El ministro de Industria Comercio, Carlos Faría, destacó que los productos importados por el Gobierno tienen una cadena de costos calculada para que no impacte al consumidor y los que poseen precios fuera de los rangos están amparados en la “guerra económica”.

Adelantó en VTV que se están tomando opciones para que eso pueda disminuir la especulación de precios en los productos importados, “sobre todo en la frontera Venezuela-Colombia”. “La inflación es inducida, no responde a parámetros económicos, tenemos unas tasas a las cuales calculamos los productos que importamos, tenemos unas estructuras de costos -normas internacionalmente establecidas- que están establecidos pero cuando vamos a los sitios –al automercado- vemos como esos precios están impactados de una manera irracional, eso responde a ese referente que toma la guerra económica como valor para calcular nuestros precios de los productos importados”.

El ministro explicó que llegarán 900 contenedores más al Puerto de La Guaira, estado Vargas, “que contienen los principales insumos para esta navidad, los juguetes para nuestros niños que pudieran ser distribuidos a precios asequibles para nuestro pueblo, cuidaremos por todas las vías que no vayan a ser desviados y no puedan ser adquiridos por nuestro pueblo”.

“¿Qué tenemos que garantizar? Que los productos sean manejados debidamente para que los canales de comercialización sean respetados, que haya una corresponsabilidad desde el que produce para que ese producto llegue finalmente. Hay que simplificar”.Indicó que este segundo semestre el abastecimiento mejoró “ no debe ser manejado de una manera como que está solucionado el problema, los alimentos que se están produciendo y los que se están recibiendo de otros países. Nuestras plantas funcionan en nuestro país, las públicas y privadas han aumentado su productividad y eso se traduce en productos”.

La guerra económica sin Monteverde ni Boves, por Ramón Hernández

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Domingo de Monteverde nació en La Laguna, Tenerife, y adornado con el prestigio militar adquirido en las guerras napoleónicas llegó a Coro, procedente de Puerto Rico, en marzo de 1812 con 230 soldados, entre españoles y criollos, “un cura de nombre Andrés Torellas, un cirujano, 10.000 cartuchos, un obús y 10 quintales de galletas” y en poco menos de un año echó por tierra el proyecto republicano que los venezolanos habían instalado en 1811.

En ninguna de las campañas militares que emprendió recibió refuerzos externos, salvo en 1813, cuando lo apoyó el Regimiento Granada en 1813, al mando de Miguel Salomón, y pudo agrupar poco más de 1.000 hombres, pero su vanguardia fue destruida por el patriota Atanasio Girardot y luego perdió el grueso de su columna en el combate de Las Trincheras, acción en la que resultó gravemente herido, perdió casi toda la mandíbula inferior y quedó incapacitado para proseguir la guerra. Los realistas fueron forzados a huir a Puerto Cabello, donde terminaron derrotados por las fuerzas de Simón Bolívar. A finales de año 1813 en delicado estado de convalecencia, Monteverde entregó el mando de capitán general de Venezuela y se fue para Puerto Rico.

Con Monteverde no se tienen noticias sobre su equipaje, cuántos baúles trajo y cuántos se llevó, pero la historia sí registra que utilizó en territorio venezolano el saqueo para beneficiarse, atender la logística militar y recompensar a sus soldados. Esa práctica de exacciones, secuestros y “donaciones” las impuso con saña y contraviniendo los tratados que había firmado de puño y letra. Los patriotas hicieron otro tanto. Ambos bandos se sentían con derecho de exigir contribuciones que no siempre terminaban en avíos de guerra, rancho y monturas para los soldados.

José Tomás Boves, con menos pedigrí castrense pero con extrema crueldad y reconcomio, también recogió dinero para financiarse y satisfacer las ansias de fortuna de sus hombres. No vendía bonos, ni hacía rifas ni recogía los tributos. Saqueaba y daba libertad a su tropa para que hiciera lo mismo. El historiador Germán Carrera Damas registra en su libro sobre Boves cuán recurrentes eran estas prácticas de crudo bandidaje en uno y otro bando.

En la guerra que nos toca, “la económica”, que tanto mienta Nicolás Maduro, los funcionarios civiles y militares justifican sus exacciones particulares de mil maneras, pero siempre dicen que es para “completar para el café”. A mi amigo el cauchero le quitaron 30 millones de bolívares a cambio de no “decomisarle la mercancía”. Cada vez que ve un chalequito del Seniat se pone blanco de la ira y casi llora. Entrego declaración de pobreza de solemnidad y estado de vil indigencia.

Lea el artículo de Ramón Hernández en El Nacional

Condecoraciones, rebuznos y doctorados, por Ramón Hernández

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En un perdido rincón de la memoria he guardado una imagen del diputado Pedro Carreño, quien como capitán del Ejército fue dado de baja por su participación en uno de los dos derrotados golpes militares de 1992. El diputado aparece en una foto de toga y birrete después de haber recibido el título de la Universidad Internacional de Curazao, propiedad del ex senador de Amazonas Vittorio Di Stefano y ex vicerrector administrativo de la Universidad Santa María, quien funge de rector-presidente.

Viendo al frente como le enseñaron en las prácticas de orden cerrado en la Escuela Militar, Carreño luce en su pecho más medallas y condecoraciones que tres botellas de Ponche Crema y hasta más que un mayor general de las recientes promociones. El directivo del PSUV había viajado a Curazao, del 21 al 24 de mayo de 2014, para presentar una ponencia en el primer Congreso Internacional en Derecho Constitucional Internacional y Derecho Penitenciario Internacional y recibir el título como doctor en la especialidad.

La foto fue tomada después de los actos académicos y de celebración, pero en los ojos de Carreño no hay huellas de cansancio. Está entrenado en esos menesteres. Solo en la página que redactó en Wikipedia enumera 11 maestrías, diplomados, posgrados, especializaciones, másteres y otros cursos en una amplia variedad de áreas del conocimiento.

El posgrado que cursó, totalmente online, duró 64 semanas. En la página web de la institución no aparecen los nombres de las autoridades ni de los profesores, tampoco aparece el doctorado que Carreño dice haber cursado, mucho menos figura como decano José Gregorio Vielma Mora, actual gobernador del Táchira, quien le habría entregado el diploma y otra medalla.

La palabra “constitucional” no aparece ni por equivocación en el minucioso portal de la Caribbean International University, ni en inglés ni en español. Tampoco Carreño figura entre los estudiantes destacados de la casa de estudios, pero sí la venezolana Ana Victoria Sanoja A. Es poco menos que una procacidad que, desde su sabiduría sin fondo, Pedro Carreño le asegurara al ex embajador de Hugo Chávez en Brasil y México, Vladimir Villegas, en el programa que conduce a la 1:00 pm, que el voto no es un derecho fundamental, que estos son “alimentación, medicina, salud y el bienestar del pueblo” (sic).

El ultracondecorado confunde necesidades con derechos, habría que aclararle que le faltó agua y oxígeno, y que la satisfacción de las necesidades primarias no anula los derechos políticos. Vendo cartilla para no hacer el ridículo, aunque se vista de Vuitton y Gucci.