La guerra económica sin Monteverde ni Boves, por Ramón Hernández
La guerra económica sin Monteverde ni Boves, por Ramón Hernández

seniat-decomiso

Domingo de Monteverde nació en La Laguna, Tenerife, y adornado con el prestigio militar adquirido en las guerras napoleónicas llegó a Coro, procedente de Puerto Rico, en marzo de 1812 con 230 soldados, entre españoles y criollos, “un cura de nombre Andrés Torellas, un cirujano, 10.000 cartuchos, un obús y 10 quintales de galletas” y en poco menos de un año echó por tierra el proyecto republicano que los venezolanos habían instalado en 1811.

En ninguna de las campañas militares que emprendió recibió refuerzos externos, salvo en 1813, cuando lo apoyó el Regimiento Granada en 1813, al mando de Miguel Salomón, y pudo agrupar poco más de 1.000 hombres, pero su vanguardia fue destruida por el patriota Atanasio Girardot y luego perdió el grueso de su columna en el combate de Las Trincheras, acción en la que resultó gravemente herido, perdió casi toda la mandíbula inferior y quedó incapacitado para proseguir la guerra. Los realistas fueron forzados a huir a Puerto Cabello, donde terminaron derrotados por las fuerzas de Simón Bolívar. A finales de año 1813 en delicado estado de convalecencia, Monteverde entregó el mando de capitán general de Venezuela y se fue para Puerto Rico.

Con Monteverde no se tienen noticias sobre su equipaje, cuántos baúles trajo y cuántos se llevó, pero la historia sí registra que utilizó en territorio venezolano el saqueo para beneficiarse, atender la logística militar y recompensar a sus soldados. Esa práctica de exacciones, secuestros y “donaciones” las impuso con saña y contraviniendo los tratados que había firmado de puño y letra. Los patriotas hicieron otro tanto. Ambos bandos se sentían con derecho de exigir contribuciones que no siempre terminaban en avíos de guerra, rancho y monturas para los soldados.

José Tomás Boves, con menos pedigrí castrense pero con extrema crueldad y reconcomio, también recogió dinero para financiarse y satisfacer las ansias de fortuna de sus hombres. No vendía bonos, ni hacía rifas ni recogía los tributos. Saqueaba y daba libertad a su tropa para que hiciera lo mismo. El historiador Germán Carrera Damas registra en su libro sobre Boves cuán recurrentes eran estas prácticas de crudo bandidaje en uno y otro bando.

En la guerra que nos toca, “la económica”, que tanto mienta Nicolás Maduro, los funcionarios civiles y militares justifican sus exacciones particulares de mil maneras, pero siempre dicen que es para “completar para el café”. A mi amigo el cauchero le quitaron 30 millones de bolívares a cambio de no “decomisarle la mercancía”. Cada vez que ve un chalequito del Seniat se pone blanco de la ira y casi llora. Entrego declaración de pobreza de solemnidad y estado de vil indigencia.

Lea el artículo de Ramón Hernández en El Nacional