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“El futuro ya no es como antes”, por José Domingo Blanco

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“El futuro ya no es como antes” dijo el economista Víctor Álvarez en una de sus intervenciones durante el evento “Hacia una Venezuela Industrializada: La Ruta”, organizado por Conindustria, un encuentro que puso sobre el mismo escenario las visiones optimistas de un país posible, con planes a corto, mediano y largo plazo, en el que la reactivación económica puede producirse y que podrá medirse gracias a unos indicadores de gestión exigentes, enunciados como para no darle espacio ni a la mediocridad, ni al conformismo, ni a la holgazanería.

Ese futuro de Víctor Álvarez que, supongo, es aún más difícil de descifrar porque se construirá sobre las ruinas, la miseria y el destrozo que han dejado estos años del régimen en el poder. Un futuro que ya no se adorna con palabras bonitas; pero, que –espero- tampoco exculpará a los responsables de nuestra situación actual. Los venezolanos estamos ante un modelo político sin precedentes, del que no existen referencias y, por tanto, no logramos atinar en las estrategias para producir el viraje que se requiere en estos momentos críticos. Y por eso, no deja de ser meritorio que haya profesionales abocados al diseño de planes para la reconstrucción.

Por eso, celebro las oportunidades en las que los gremios se muestran al país, no sólo con el diagnóstico del lamentable estado en el que se encuentra nuestra nación, sino con las posibles soluciones; en una apuesta por la Venezuela que aún no han abandonado y en la que siguen creyendo. Una Venezuela que debe ofrecer oportunidades para que ese talento humano que hace posible el florecimiento de un país, encuentre en su suelo patrio, la vía hacia la prosperidad que hoy le ofrecen otras regiones.

Esta Ruta Industrial 2025 que propone Conindustria parte de la premisa de que es necesaria una gran alianza nacional, que será la que permitirá construir un futuro de bienestar y prosperidad, sobre la base de la industrialización como vía para combatir la pobreza, fomentar la igualdad y el respeto a la ley. Para ello se requieren políticas públicas, acuerdos institucionales y un marco jurídico justo. Y es en “la gran alianza nacional” donde quiero poner toda mi atención. Porque lograr este consenso requiere de madurez –política- y desapego –al poder. La “gran alianza nacional” pasa por apartar las ambiciones que no construyen ciudadanía y, como he insistido, es con ciudadanía cohesionada como lograremos producir los cambios que nos urgen. Cambios que además deberán generar la ruptura de los nuevos paradigmas, de los “hombres nuevos” de esta revolución, para quienes las míseras dádivas -y no las remuneraciones producto del esfuerzo, trabajo y ansias de prosperar- son el máximo bienestar al que quieren aspirar.

Conindustria, y no dudo que muchos otros gremios coinciden, propone una serie de reformas que, aseguran, deberían ejecutarse de forma inmediata para alcanzar en, diferentes lapsos, unos logros que producirían un cambio importante: la transformación que podría encaminarnos hacia un porvenir mucho más esperanzador.   

No puedo dejar de comentar la crítica constructiva que hizo Imelda Cisneros -exministra de Fomento durante el segundo mandato de Pérez- a la propuesta que este gremio le hace al país y algunos de los actores que podrían ser los ejecutores del plan. Cisneros comentó que, luego de leerse todo el documento, sólo sintió que faltaba un capítulo: el de la viabilidad política. Y su comentario, me hizo recordar otro foro al que asistí hace muchos años atrás, en el que se analizó si el otro paquete de reformas económicas que se planteaba al inicio del segundo mandato de Caldera “era un proyecto político sin viabilidad económica o un plan económico sin viabilidad política”.

Y aunque a muchos, en estos tiempos, la palabra política puede provocarles desconfianza, escozor y náuseas, todo producto de los desaciertos y errores que comenten sus actores, no es menos cierto que la política, en su estado más puro y originario, es una herramienta que permite a las sociedades civilizadas, organización y orden. Solo que, en los países caribeños como el nuestro, política es sinónimo de poder, corrupción e impunidad.

Ese es uno de los grandes retos que tiene Conindustria: difundir su propuesta para lograr la cohesión de los ciudadanos en torno a su modelo de desarrollo para la Venezuela futura. Un gremio que está consciente del rol protagónico que tienen los industriales en este proceso de cambio, y que los obliga a ser los garantes de los espacios donde el talento humano puede poner en marcha al país que todos anhelamos. Una Conindustria que sólo tendrá que incluir en su propuesta, por sugerencia de Imelda Cisneros, el capítulo de la viabilidad política de su modelo –pasando primero por el “saneamiento” de la palabra política; pero, que cuenta con el suficiente Know How y centenares de lecciones aprendidas como para reflotar y reactivar el aparato productivo del país –hoy expropiado y en bancarrota gracias a este régimen- y pensar en él como la vía que pondrá fin a nuestros problemas actuales.

A modo de reflexión, justo en el momento de poner punto y final a estas líneas, constato que somos muchos los venezolanos que no estamos de brazos cruzados esperando un milagro reparador ni un mesías salvador. Que, como tantas otras iniciativas de las que tengo conocimiento, existen gremios, grupos y ONGs que, sin afán político, son parte de esta tercera vía que podría capitalizar nuestras preferencias a la hora de brindar apoyos. Entonces me pregunto: ¿Serán los gremios los encargados de la transición? ¿Será esa la tarea que le tocará asumir a Conindustria?

 

 

@mingo_1

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#DesdeAporrea Mirar al futuro, por Rafael Ramírez Carreño

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La posibilidad de un futuro mejor, la esperanza en un mundo mejor, de una sociedad mejor, la posibilidad de avanzar, siempre ha movilizado al ser humano a las grandes tareas, las grandes transformaciones políticas, sociales, científicas. Es la especie humana la única facultada para soñar, imaginarse al futuro y luchar por ello. Tomar el cielo por asalto, consigna que movilizó a la juventud venezolana en los años 60, luchar por el Socialismo, ha movilizado a la humanidad hacia su progreso desde hace más de cien años.

A toda nuestra sociedad, nuestro Pueblo y la dirigencia política del país, le corresponde la tarea de mirar hacia el futuro y luchar por ello. Desde el campo de la Revolución Bolivariana, desde el pensamiento y acción del Comandante Chávez se hizo un gran aporte, un gran esfuerzo para prefigurar un país posible, un futuro mejor, luminoso y se ha luchado por ello. El pensamiento Bolivariano, reimpulsado por la acción revolucionaria del Comandante Chávez, nos permitió dar pasos agigantados hacia un país posible, pleno de grandeza, justicia e igualdad entre los habitantes de esta tierra de gracia que es el asiento de nuestra Patria: Venezuela.

Ese país esta allí, ese futuro es posible, en el legado del Comandante Chávez está prefigurado el futuro, plasmado en el Plan de la Patria y en el pensamiento Bolivariano, expresado a viva voz, construido junto al Pueblo en las intensas jornadas de trabajo que se convirtió en un permanente proceso dialéctico que alimentaba y permitía ir corrigiendo el rumbo y nos llevó desde el capitalismo con rostro humano y la tercera vía, hasta el anti imperialismo y el socialismo como propuestas para nuestro país, con un amplio respaldo en el seno de nuestro pueblo.

Todo lo que ha sucedido después de la partida prematura, extraña y muy dolorosa para todos del Jefe de nuestra Revolución, del líder de nuestro Pueblo, nos ha sometido a una prueba extraordinaria en cuanto a nuestra posibilidad o capacidad de defender nuestras ideas, principios y proyecto revolucionario, defender a nuestro Pueblo y a nuestra Patria.

Desde entonces la derecha venezolana, sus partidos políticos, sus agentes económicos, las transnacionales y nuestros enemigos internacionales pasaron a una etapa de confrontación contra la Revolución Bolivariana que creen definitiva entre los bloques históricos de la Patria y la anti Patria.

Por supuesto, ellos se prepararon mejor que nosotros, lo hicieron con antelación, o bien porque provocaron la muerte del Comandante o porque desde el primer síntoma visible de su enfermedad sus expertos y grupos de inteligencia prepararon escenarios y cursos de acción. Lo cierto es que, desde el inicio de la enfermedad del Presidente ellos comenzaron a actuar en una nueva etapa de la confrontación, para asaltar el poder y acabar con la posibilidad de ese futuro y ese país por el que tanto hemos luchado junto al Pueblo.

Después de la extraordinaria victoria del Comandante Chávez en las presidenciales del 2012, los factores económicos comenzaron a actuar. Recuerdo muy bien que en el equipo económico ya se expresaba preocupación sobre la tendencia alcista del dólar paralelo, provocado tanto por los agentes que tienen esa capacidad para manejar grandes volúmenes de dinero y especular financieramente, como por la acción premeditada de la inhumana, irrespetuosa y despiadada propaganda del enemigo que creaba ya las condiciones para generar un ambiente de desestabilización e incertidumbre ante las evidencias de empeoramiento en la salud del comandante Chávez.

A principios del ano 2013 se hizo un ajuste en el tipo de cambio, que por su puesto fue atacado fuertemente por los mismos sectores políticos de la oposición y sectores especulativos que estimulaban el ataque al valor de nuestra moneda. Era el chantaje, que nos ha hecho mucho daño, de atacarte económicamente, pero, si nos movemos en defensa de la economía, entonces acusarte de querer imponer un paquetazo como hicieron ellos por allá en los estertores de la cuarta República.

La ultima sesión de trabajo que tuvimos con el Comandante Chávez, fue en el Hospital Militar en Caracas, el jueves antes de su fallecimiento. Fue una reunión que se prolongó por varias horas y allí el Comandante Chávez, nos advirtió del ataque a la economía e identificó los actores nacionales e internacionales involucrados. Él pensaba estar al frente de esa batalla.

A partir de la partida del Comandante Chávez, creo que todos estábamos conscientes de nuestra alta responsabilidad para garantizar la continuidad de la Revolución Bolivariana. Tengo plena conciencia de las dificultades económicas y los poderosos intereses que nos acechan, y de los problemas políticos que confrontamos, de allí mi estricto apego al juramento de lealtad que hice al Comandante Chávez, en vida y ya después ante su féretro en Capilla Ardiente. Juramento que he mantenido, a pesar de todas las circunstancias y que mantendré hasta el último de mis días.

En este periodo se han podido superar y derrotar episodios de violencia continuada en el marco de los reiterados intentos de la oposición para tomar el poder por vías inconstitucionales. Lo mismo iniciaron desde el mismo momento que se emitieron los resultados electorales con el triunfo del Presidente Maduro, que la oposición llamó a desconocer “descargando su arrechera”, pasando por los tristes episodios de “la salida” que tanta muerte y dolor trajo por las apetencias de poder de los factores golpistas y ahora, este año, los meses de violencia inusitada y brutal de las “guarimbas” y el objetivo manifiesto de derrocar al gobierno constitucional, sin importar el alto costo en vidas humanas y los episodios dantescos de asesinatos, linchamientos y quema de seres humanos, todo nuevamente, con el objetivo manifiesto de tomar el poder.

Enfrentar la violencia por supuesto que desgasta al gobierno, la violencia tiene una dinámica propia, donde suceden todo tipo de cosas, desde los crímenes horrendos del fascismo, linchamientos, quema de seres humanos, ajusticiamientos, pasando por los excesos de agentes del orden público, los inocentes que caen en el fuego cruzado, o víctimas de trampas mortales de las guarimbas, la manipulación de artefactos explosivos improvisados, los dispositivos explosivos colocados al paso de las fuerzas del orden, entre otros.

La violencia ha puesto a prueba a las instituciones del Estado, garantes de la Seguridad y del castigo de estos crímenes, no puede haber impunidad, no puede pasarse la página a la ligera. Ha puesto a prueba a los partidos políticos y sus dirigentes. El liderazgo de la oposición tendrá que responder ante los órganos de la justicia y ante sus propios seguidores por el uso irresponsable que han hecho de la violencia y su falta de ética en el ejercicio de la política. Si al final aceptarían negociar y participar en las elecciones, entonces ¿por qué incitaron a la violencia, promovieron el odio y llamaron a sus seguidores a morir hasta que cayera el Gobierno?

Los cuerpos de seguridad del Estado, Ministerio Público e incluso los medios públicos, también están a prueba. No podemos dejar que, bajo ningún argumento, se abuse del poder, su actuación se desvíe del apego estricto a los derechos consagrados en nuestra Constitución y nuestras Leyes. Nosotros, el campo Revolucionario, tenemos que mantenernos firmes en la ética y la conducta permanente del Comandante Chávez en el combate a la violencia y a los adversarios políticos o enemigos del país. No dar excusas a los ataques internacionales, las acusaciones que cuestionan nuestro apego a los derechos fundamentales. No permitir que un exceso o una desviación se convierta en una acción recurrente, que puede salirse de control y que tanto daño nos hace ante el Pueblo y a la esencia de lo que somos y siempre seremos, un movimiento profundamente revolucionario y humanista, apegado a los principios de justicia y respeto al Pueblo.

La estrategia de desestabilización ha venido acompañada, en paralelo y sin tregua, por el ataque a la economía. Es el capitalismo como sistema, por intermedio de sus operadores políticos y económicos, quien trata de derrotar al proceso revolucionario o despojarlo de contenido y convertirlo en un movimiento político que pierda su esencia revolucionaria, transformadora, socialista y ceda o cohabite con el capitalismo, sus empresas, sus intereses, frenando y quedándonos estancados en el avance, difícil, de construir la base material, económica, que sustente al socialismo.

Esta área, sin duda, debe ser la prioridad de la acción del Gobierno. Es este el que tiene la responsabilidad y posibilidad de establecer una estrategia económica que, siempre en el marco de un pensamiento económico propio, en un país petrolero, que será por muchos años más un país petrolero, tiene el objetivo de construir el socialismo.

La economía y todas sus variables están inter relacionadas y vinculadas, inter dependientes. En este momento la economía se caracteriza por su inestabilidad, la acción de los mecanismos especulativo del capitalismo, ha socavado los elementos de estabilidad de la economía y han expuesto al Pueblo y a toda la sociedad a efectos indeseables, afectaciones y carencias, que deterioran su calidad de vida y obstaculizan el desarrollo de la sociedad.

Acá, si bien es cierto que actúan factores exógenos, como el precio del petróleo o la especulación y el bloqueo financiero, también es cierto que se han postergado o diferido decisiones, o bien basado en consideraciones de momentos políticos, o bien bajo un chantaje o dogma que nos quita agilidad y nos resta grados de libertad para actuar.

Este es el momento de actuar sobre elementos que nos continúan haciendo mucho daño y que ante la falta de abordaje de estos temas de manera transversal pierde efectividad cualquier decisión aislada como el incremento del precio de la gasolina.

Entre estos elementos está el tipo de cambio, es momento de revisar y avanzar progresivamente hacia otro sistema para la transacción de divisas. En este momento a quedado en evidencia que los mecanismos existentes no han sido efectivos. El paralelo sigue especulando a sus anchas y distorsionando la economía. En su momento hablamos de una convergencia hacia la baja de los tipos de cambio, el paralelo lo bajamos de 90 a 53 bolívar por dólar y la idea era que convergiera hacia los 23-25 bolívares por dólar, que era el cambio de indiferencia con Colombia, para luego mantener esa tasa fluctuando, con el BCV interviniendo y regulando.

La inflación, muy vinculada al tema cambiario, pero por supuesto a la cantidad de dinero circulante y la falta de oferta de productos, tiene un efecto desastroso en los ingresos del asalariado y resta posibilidades de establecer una política de precios adecuada. Hay un desacato masivo a los precios establecidos, porque la inflación y el tipo de cambio conspiran de manera articulada contra los precios y el abastecimiento.

El Producto Interno Bruto, es un indicador, de los severos problemas del aparato productivo nacional, en todos los sectores. Debe establecerse una política de estímulo y apoyo a sectores claves, comprometidos con metas claras y precisas de su contribución a la satisfacción de las necesidades internas. El estímulo no puede ser solo entregar las divisas, que son escasas y prioritarias para las necesidades del pueblo, sino otras medidas en el ámbito impositivo, cambiario, la posibilidad de exportar y utilizar en mayor medida su propias divisas, etc.

La producción petrolera, de acuerdo a los propios números de PDVSA y sus estados financieros, ha caído de manera preocupante, debe revisarse la gestión y capacidades operativas, apoyar a la empresa en el tema cambiario, pues eleva mucho sus costos operativos y la hace víctima de la especulación del sector proveedor de bienes y servicios. También deben reagruparse los cuadros con liderazgo y máximo conocimiento y experticia en el área para estructurar un plan efectivo de recuperación. Nuestra empresa nacional tiene que ser capaz de explotar nuestro Petróleo y gas para beneficio del Pueblo y del País.

Las sanciones norteamericanas, si bien están orientadas a impedir nuestro acceso a mecanismos de financiamiento, transacción de instrumentos financieros y repatriación de capitales de nuestra empresa CITGO, rehén en los EEUU. Nos ofrece también la oportunidad de terminar de estrechar lazos financieros y económicos con nuestros aliados internacionales, China, Rusia, India. Son gigantes de la economía, con capacidades de ayudarnos efectivamente a mantener nuestra soberanía económica.

Levantemos la mirada, hacia el futuro. Avancemos con determinación en medio de difíciles circunstancias, de los ataques y las amenazas. Levantemos la voz, la palabra de Chávez, defender su Legado, su obra. A nuestro país lo quieren caotizar, debilitar, para luego saquearlo. No podrán, no podrán con las fortalezas y capacidades de nuestro Pueblo, nuestra moral y ética, con la Revolución Bolivariana, con nuestros soldados y obreros, con nuestras instituciones y nuestros recursos estratégicos, que hoy día, gracias a Chávez, son del Pueblo y están al servicio de la Patria. ¡Venceremos!

Aporrea

¡Suenan tambores de guerra! por Carlos Dorado

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Por quién doblan las campanas”, es una novela publicada en 1940, cuyo autor es Ernest Hemingway, quien participó como corresponsal en la Guerra Civil Española. El título procede de la obra «Meditación XVII», perteneciente al poeta John Donne que data del 1624, y en cuya obra en una de sus partes escribía: “…La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: ¡Doblan por ti!….”

La acción de la novela se desarrolla a finales de mayo de 1937, en plena guerra civil española, siendo la muerte, el suicidio, la ideología política, y el fanatismo los que dominan la trama. Los protagonistas están dispuestos a sacrificar la misma vida, y prefieren la muerte a la captura, a ser abatidos o matar para evitarlo.

El odio como factor de lucha e intransigencia con el enemigo, es el que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano, y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nosotros, llevamos como sociedad años acumulando odio, tenemos una buena cantidad; pero todavía no hemos reunido la suficiente. Eso lleva tiempo. Ese odio que te alimenta, y al mismo tiempo te va pudriendo. Es un arma de doble filo. Donde al tiempo que herimos al contrincante, nos herimos a nosotros mismos, y cuanto más grave es la herida que le infligimos, más grave es la nuestra. ¡Puede llegar a ser fatal!

¡No es fácil librarse de él! Porque es una enfermedad de inconscientes, donde pretenden poner fin a la oscuridad con más oscuridad. El odio nunca puede terminar con el odio. ¿Es que no nos damos cuenta? Acumular diálogo, significa futuro; acumular odio significa calamidad. Ese odio que es como el resorte de un tensor, que el día que se suelte se lleva todo por delante, sin distinciones. ¿Por qué nos matamos así?

No podemos dejar que la muerte reine sobre los pensamientos. ¿Quién responde por esos muertos? ¿Terminarán siendo símbolos de qué? Me pregunto, y reflexiono sobre estas muertes de jóvenes venezolanos, y me invade el dolor. ¿Es que acaso no tenemos otros caminos como sociedad? La muerte para los viejos es como llegar a puerto después de una larga trayectoria: Pero para un joven es un naufragio en medio de un viaje que apenas estaba comenzando.

Sí, pero al final son los demás los que mueren. Pero un día puede llegar la muerte y arrasar con todo, como un vendaval. La figura de la muerte, en cualquier traje que venga, es dura, pero en el traje de guerra es espantosa. A veces en la vida, no hay segundas oportunidades, no hay la próxima vez, no hay mañana, si no estamos dispuestos a construir el presente. ¡El supremo arte de la guerra, es doblegar al enemigo sin luchar!

Es triste cuando el sufrimiento de muchos, es motivado por la ambición de unos pocos. Ayn Rand decía: “La ambición por el poder es una mala hierba  que sólo crece en el solar abandonado de una mente vacía” La ambición de todos los venezolanos debería ser ver un país unido, próspero, en paz, donde estemos construyendo futuro, y no destruyendo presente. ¿Culpables? Somos todos, en mayor o en menor medida, y pretender ser el sobrio de la fiesta donde todos están borrachos, es negar haber estado en la misma.

Adolf Hitler decía:” No es mi ambición esto de estar en guerra, pero sí el de crear un nuevo estado nacional y social de la más alta cultura”

¡Suenan tambores de guerra! ¿Por quién suenan las campanas? Por todos, sin excepción.

 

cdoradof@hotmail.com

“Dame una buena noticia”, por Carolina Jaimes Branger

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El miércoles de la semana pasada el periodista Alexis Correia pedía en su muro de Facebook que alguien le diera una buena noticia. Si las noticias representan un agobio para cualquier venezolano, son en verdad enloquecedoras para un periodista. Primero, porque tiene acceso a mucha más información y segundo, porque una vez ratificadas, debe ahondar en ellas. Y ahondar significa encontrarse frente a frente con el perro mundo.

La palabra “noticia”, en sí misma, no entraña algo bueno, pero tampoco nada malo. Sin embargo, en Venezuela, las noticias se nos han convertido en malas noticias. Los asesinatos, la represión, la corrupción a todos los niveles, los abusos de autoridad, las mentiras, las injusticias, las arbitrariedades … forman parte de nuestra cotidianidad. Por eso cuando a uno le dicen que le van a dar una noticia, de inmediato se angustia, porque asume que es mala.

Quizás por estar tan abrumados no nos damos cuenta de la cantidad de buenas noticias que tenemos alrededor. Como la solidaridad que se ha desarrollado en torno a la escasez de alimentos y medicinas. Es impresionante cómo nos ayudamos. Las redes de apoyo son cada día mayores y más eficientes. Increíble que esto esté sucediendo en un país donde la inseguridad nos ha vuelto suspicaces. Donde todos dudamos de todos. Y a pesar de ello, cada vez hay más gente que ayuda. Que da sus teléfonos. Que va a llevar o a buscar medicinas a casas de personas que no conoce. Y de eso –que yo haya sabido- no ha habido incidentes que lamentar. Ésa es una excelente noticia.

Por cada bachaquero que especula, hay miles de personas que donan lo que necesita el otro. El lema es “hoy por ti, mañana por mí”. Las situaciones de guerra, de hambrunas o de necesidad en general, generan mezquindades en unos, pero generosidades esplendorosas en la mayoría. Por cada rezagado hay miles de emprendedores. Por cada perezoso, miles de personas que trabajan arduamente para ganarse el pan. Y esa es una magnífica noticia.

Por cada soldado que reprime hay miles de personas luchando hasta con sus vidas por la libertad. Por cada cobarde hay miles de valientes. Por cada pusilánime, miles de audaces. Y eso es una noticia maravillosa. Por cada enchufado que exhibe sus riquezas mal habidas hay miles de personas honestas. Por cada corrupto hay miles de personas decentes. Por cada tirano hay miles de demócratas convencidos. Esa noticia también es alentadora al extremo.

Todos los que se han ido están pendientes de quienes estamos aquí y hacen todo lo que pueden por ayudarnos. No están lejos porque siempre están cerca. No están ausentes porque ellos están en nuestros corazones y nosotros en los suyos. Ésa es una noticia fantástica. Quienes hemos padecido –casi todos los venezolanos- los horrores que aquí pasan, queremos reconstruir el país sobre valores. No estamos dispuestos a darle cabida a los corruptos, estén donde estén, sean quienes sean. Nos hemos convencido de la falta que ha hecho la sanción moral. De seguro que estará presente en el futuro de Venezuela. No queremos volver sobre los errores del pasado. Esa noticia es una de las mejores que he escuchado.

Esta situación ha sacado lo mejor de muchos frente a lo peor de pocos. Porque la nueva Venezuela estará sentada sobre lo mejor de lo mejor una vez que enterremos lo peor de lo peor. Y eso sucederá más temprano que tarde. Ésa es la mejor de todas las noticias.

 

@cjaimesb

D. Blanco May 11, 2017 | Actualizado hace 7 años
Prohibido el futuro, por José Domingo Blanco

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“No sabía que en Venezuela estaba prohibido el futuro” esta fue la frase con la que el economista Francisco Faraco arrancó nuestra acostumbrada conversación de los jueves. Llevamos más de un mes de protestas. Casi treinta días de marchas a las que el régimen y sus esbirros se empeñan en manchar de sangre y violencia. Porque a quienes están asesinando sin miramientos, con odio y sin contemplaciones, es a nuestra generación de relevo: la que se le opone y los enfrenta. A nuestros valientes muchachos de franelas blancas y gorras con la bandera de Venezuela. A unos jóvenes que salen a reclamar la vida que merecen y no conocen. Sí, coincido, con el doctor Faraco: en nuestro país, mientras sigamos gobernados por estos anarquistas, está prohibido el futuro. Porque con cada joven que el régimen y sus paramilitares asesinan, se muere el porvenir de Venezuela.

Pero, tampoco hay futuro cuando el que muere es Samuel, un niño de apenas 12 quien, durante ocho años, religiosamente, se presentó a su cita con la máquina de diálisis que lo tuvo con vida hasta que, la falta de mantenimiento de esa máquina, lo contaminó con una bacteria que se lo llevó antes de tiempo. Y a Samuel se le suma Andrés, un bebé de dos meses de nacido que hace aproximadamente quince días murió en el Clínico, de un paro respiratorio, ocasionado por desnutrición; a pesar de que los especialistas trataron de arrancarlo de los brazos de la muerte que lo acunaba. Es verdad: el futuro en Venezuela se desdibuja con las muertes prematuras provocadas por el empeño de un régimen de mantenerse, a como dé lugar, en el poder.

Ellos, cada uno de nuestros niños muertos y jóvenes asesinados, eran el futuro del país. Eran los próximos médicos, abogados, directores de orquesta, comunicadores sociales, sociólogos, ingenieros, comerciantes, enfermeras, administradores, industriales, artesanos, ebanistas, cocineros y un sinfín de oficios más que necesitamos con urgencia. Eran los reconstructores de la Venezuela desbaratada e irreconocible de estos lamentables años chavistas/maduristas fracasados.

Las balas, el hambre, la falta de medicinas están matando al futuro del país. Porque, se apaga con cada antibiótico que no se consigue a tiempo y no detiene la infección. Muere, con la escasez que fomenta la desnutrición. Desaparece, con cada delincuente o policía para quienes matar es tan normal como defecar. No es fácil pensar en el futuro cuando el día a día es tan demoledor. No es fácil actuar con normalidad cuando la incertidumbre gobierna la rutina. ¿Estará consciente este régimen de todo lo que tiene que hacer un padre y una madre para alimentar, educar, proteger y velar por la salud de sus hijos? Creo que no. Al contrario, creo que disfruta sabiendo que la canasta alimentaria, sólo la alimentaria, coquetea con los 800 mil bolívares, y el sueldo mínimo, no alcanza sino para un kilo de queso y una lonja de jamón. Y si la cifra era ya de por sí escandalosa, suena aún más exorbitante para que quienes recordamos que, antes de la reconversión monetaria, esos 800 mil lucían tres ceros adicionales a la derecha.

No es justo para las madres y padres de nuestro país que sus hijos no tengan los privilegios, ni los lujos, ni las abundancias, ni las extravagancias, ni los caprichos, ni las universidades, ni las exquisiteces, ni la seguridad que están disfrutando y viviendo –eso sí, bien lejos de Venezuela- los hijitos de los personeros de esta revolución. El país, con este régimen, disfrutó de la mayor renta petrolera jamás vista. Ingresos que hoy le pagan los estudios, los hobbies, los carros y los paseos en Francia, Australia y hasta en el Imperio, a los retoños de estos “comunistas” que, a la hora de gastar, se olvidan de ideologías, de Marx, de Fidel y se enganchan en el hombro una Louis Vuitton.

Es verdad: tenemos que llorar a nuestros muchachos muertos. Llorar a cada uno de los que, durante estos 30 días, dieron la cara y la vida en las protestas. A los que, en vez de estar en la Soborna, o haciendo equitación en Florida, o surfeando en Australia, o paseando por el Líbano o de tapas por Barcelona, murieron protestando en Guárico o en Las Mercedes. Porque con cada uno de ellos se va el futuro del país. Pero, también hay que levantarse y continuar. Es nuestra deuda con ellos. No podemos permitir que sus muertes hayan sido en vano. Tenemos que transformar este dolor en fuerza e ideas para salir adelante. Para rescatar a Venezuela de las manos de los criminales que lo tienen secuestrada. Para que tengamos el país que querían y por el que lucharon. Un país que no conocieron porque crecieron y vivieron en esta revolución que inventó Chávez y que Nicolás perfeccionó. El país por el que también salieron a protestar los jóvenes en el 2014 y en el que 44 de ellos perdieron la vida; así como otros cientos de muchachos perdieron la libertad, la alegría y la cordura.

Llevamos un mes de protestas, y los venezolanos no podemos permitir que nos arrebaten el futuro, aun cuando haya sido la orden que impartieron, mientras bailaban salsa y hablaban con vacas, desde Miraflores.

 

@mingo_1

Abr 12, 2017 | Actualizado hace 7 años
Modelar el país que queremos, por María Arcia Paschen

RECONSTRUIR

 

Estamos viviendo unos tiempos muy complejos en los cuales es fácil dejarnos llevar por emociones desbordadas de ira, euforia, venganza, quizás justificadas para muchos pero que sin duda han sido parte de lo que nos ha llevado como país a la situación actual de deterioro institucional, moral, económico y social que queremos cambiar.

Atender a los dictados de nuestra conciencia y respetar nuestra dignidad, refuerzan la valentía moral tan necesaria para enfrentar la violencia y agresiones generalizadas en un ambiente de permanente “inquisición”, en el cual Torquemada sería sólo una caricatura, y  promover acciones distintas que produzcan resultados distintos.

Llueven las descalificaciones, sentencias de culpabilidad anticipadas a políticos, empresarios, miembros de la sociedad civil, de la iglesia, de la comunidad internacional, intelectuales, académicos, ciudadanos de a pie,  cuyas actuaciones molestan a algunos y que según sus cánones de antiherejía medieval son “blasfemos” o contrarios a los dogmas de un “patriotismo libertario” que si no los compartes te hacen cómplice del régimen represor y que te exigen someterse a la  práctica medieval de la prueba diabólica exigiendo al reo una prueba de no participación en la comisión de un delito so pena de terminar en la hoguera…. Que lejos está esto de ser el país que yo quiero!!!!

Se que no escribo para todo el mundo, sólo para aquellos que estén dispuestos a enfrentarse a una visión distinta a la particular y que tengan la sensibilidad suficiente para escuchar y entender al otro, capacidad para pararse en la acera del frente sin prejuicios primitivos que los condenan a una visión muy simplista de los problemas en los cuales solo hay blancos y negros, cuando la realidad es que las soluciones supondrán utilizar el pantone de colores y sus matices para lograr construir en el futuro un país de progreso, inclusión, tolerancia y respeto.

Apoyo y promuevo el disenso sin agresiones, valor fundamental de una democracia, por cierto ambas en desuso en el país.

Lamento mucho y confieso que me quita el sueño que la esquizofrenia colectiva nos esté alejando las posibilidades de conquistar voluntades a favor del cambio y la redemocratización del país y por el contrario nos esté convirtiendo en aquello que tanto hemos adversado.

Insisto en que nos toca modelar el país que queremos desde ya y no esperar el futuro. Se que en esa tarea hay muchas personas comprometidas que han trascendido la diatriba política y que se exponen a la agresión de algunos grupos que no encuentran mejor forma de encausar su rabia y frustración que descargando su ira contra quien consideran colabora de ésta forma al mantenimiento del status quo. Basta mencionar las agresiones sufridas por Julio Borges, Henrique Capriles, Alberto Vollmer, Luis Vicente León, Luisa Ortega Díaz, Tareck William Saab, Carlos Ocariz, el Nuncio, el Papa, en fin, la lista pudiera ser muy larga…

A estos grupos les recomendaría actuar con menos emociones y más racionalidad y si esto es imposible al menos les sugeriría el ejercicio físico como  colaboración terapéutica a la cual habría que apelar y que en cualquier caso permite oxigenar no sólo el cuerpo sino el espíritu.

Si hay algo que podemos y debemos hacer en estos momentos es contribuir con nuestra conducta a modelar el país que queremos y no replicar el que tenemos. Estamos hartos de la agresión, la confrontación estéril, el desprecio al talento, la falta de valores, la carencia de oportunidades, la limitación a nuestras libertades ciudadanas, la incapacidad de entender al otro, la violencia física y sicológica, en fin una lista larga que parece crecer cada día. Ese es el país que no queremos continúe y es nuestra responsabilidad personal modelar el país del futuro que queremos;  si no lo soñamos y lo practicamos no lo vamos a tener nunca ya que el país no es una entelequia jurídica sino es la suma de las voluntades de sus habitantes que deciden en forma consensuada cual es la forma que le quieren dar.

Somos responsables de nuestro destino como NACIÓN en mayúscula!! Por ello se hace fundamental sopesar el punto de vista opuesto, variar los temas y cambiar de opinión de vez en cuando y de esta forma evitamos caer en fanatismos que como hemos podido experimentar a lo largo de las últimas dos décadas solo han contribuido a destruir el país.

Si cada uno de nosotros intentara modelar con su comportamiento el país que deseamos estaríamos no sólo iniciando el camino correcto hacia el futuro sino contribuyendo a desmontar la violencia y el odio que tanto daño nos han hecho y que pueden conducirnos a situaciones extremas y muy lamentables que a toda costa debemos evitar.

@malarcia

¡Bendición mamá, me voy, no llores! Por Armando Martini Pietri

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Impensable, que fuera común en hogares venezolanos observar una madre inundada en lágrimas e inconsolable llanto exclamar: “¡Pobrecito, mi muchachito!” ¿Por qué? ¿Qué pasó? Pasa que su hijo se va en busca de mejor futuro y calidad de vida. Son muchas las interrogantes ante lo desconocido, no saber lo que sucederá en tierras extrañas a quienes han sido paridos con esfuerzo y dolor. Pero así es esta vida que no conocíamos, por el contrario, éramos nosotros quienes recibíamos con los brazos abiertos, cordialidad y generosidad, a chilenos, uruguayos, argentinos, ecuatorianos y colombianos, sólo para recordar a quienes encontraron amparo contra crueles dictaduras y desaciertos económicos.

En esta Venezuela desvalijada que nos deja la revolución, lo triste y lamentable es que no todos los que deciden huir y buscar futuro, tienen la suerte de poseer dinero para estar cómodos al menos por un tiempo. Por ello, es posible y no debe causar asombro, encontrarse coterráneos desempeñando labores por debajo de sus capacidades, que nunca imaginaron ejecutar.

La mayoría no tienen la costumbre de barrer o pasar coleto, jamás cocinaron, mucho menos lavar su ropa o zurcir una media. Cuando iban a algún restaurant, miraban con amable supremacía al mesonero, veían con suspicaz descortesía al que cuidaba el carro, y ni hablar de la cajera del abasto o recepcionista de algún consultorio u oficina. Eran menos que ellos.

Estudiantes en universidades venezolanas se gradúan con buen e incluso magnifico nivel académico. Su calidad profesional es apreciada y reconocida en los países. Alumnos de buenas universidades, recién graduados con pasantías, profesionales que surgen sobresalientes en sus disciplinas, ahora son empleados domésticos, parqueros, cuidan perros y gatos, lavan carros o limpian jardines y piscinas para ganarse la vida, tras haberse preparado para un camino hacia el éxito.

La tradición y situación cambiaron, Venezuela se arrugó, se hizo estropajo, la volvieron caca y ni siquiera es capaz de producir suficiente papel higiénico. Se nos hizo polvo el futuro, y a nuestros hijos les tocó migrar, salir corriendo -huyendo- de un país descuartizado donde se mueren de hambre, falta de medicinas, o los mata la delincuencia.

Existimos esparcidos por Panamá, Canadá, Francia, España, Estados Unidos, México, Australia, Perú, Inglaterra, Italia, Costa Rica, República Dominicana y pare de contar, estamos por todas partes, el mundo que era una inmensidad, se hace pequeño para ciudadanos venezolanos. Está tan mal la Venezuela revolucionaria, que hasta coletear en otro país es mejor que vivir aquí. Eso sí, nunca olvidando y siempre recordando nuestros orígenes. Pero una cosa es recordar y otra estar.

Es frecuente, ya habitual, encontrar ingenieros de mesoneros, arquitectos como cocineros, abogados conduciendo un taxi, químicos cuidando bebes, publicistas lavando baños y vidrios, diseñadores pintando uñas o dibujando caricaturas en plazas, verbenas o circos, médicos haciendo de recepcionistas o dando clases de anatomía básica o puericultura en algún colegio de primaria, psicólogas atendiendo tiendas boutique, periodistas cargando cajas en un almacén o despachando comida rápida, administradores haciendo empanadas y arepas vendiéndolas en mercados. Lo importante, ninguno se queja, no critican, hacen lo que tienen que hacer, lo que nunca pensaron hacer, pero están contentos, nunca arrepentidos, sus familias están mejor, con papeles o sin ellos son parte de Estados dignos de confianza.

Luego de un arduo día y sus complicaciones, un bien merecido rato de esparcimiento y descanso, cocinan sin angustias, toman una cerveza, colocan música -sin molestar al vecino-, comparten con amigos. Crean lazos. Imaginan a su madre y llaman por whatsapp, presentarán novias, novios, pretendientes, quizás se casen y lo harán, entonces enseñarán sus nietos y así sucesivamente, hasta que Venezuela vuelva a ser un país decente, con valores éticos y morales, con buenas costumbres ciudadanas y la inseguridad sea minimizada a cifras tolerables de convivencia.

Esa maravillosa generación que crece, se prepara, pasa trabajo, llora, ríe, se enferma, está “echándole bolas a la vida”, y tendrá una gran descendencia. Tienen la formación profesional, pero a la vez aprenden una lección de vida, de humildad, respeto al dinero, ponerse en el lugar del otro, entender el valor del trabajo, que nuestros derechos terminan cuando empieza el del otro. Están asimilando diferentes culturas, nuevos idiomas, distintas costumbres y haciendo bueno el refrán bíblico y popular de: “ganarse el pan con el sudor de la frente”.

No hay duda que esa generación será más fuerte, astuta, audaz, prudente, menos confiada y bondadosa. Soñarán con una Venezuela renovada, emprendedora, libre, a la cual se sientan deseosos de regresar, y más importante, de quedarse.

¡Madre no llores, dales tu bendición! Sé feliz, tus hijos están mejor, construyendo vida que en la Venezuela donde tú los esperas, no se les permite. Cuando regresen quizás algunas madres ya no estén, pero su angustia y abnegación conforman la base de la resistencia de esos hijos triunfantes, y nietos, que serán la recompensa de un pueblo golpeado pero que no se deja vencer.

Retornarán saludables, repletos de ánimos, ilusionados, esperanzados, atiborrados de ideas, listos para la reconstrucción, con fortaleza de gladiadores, sabiduría e inteligencia; el sacrificio y esfuerzo enseñan lo que en Venezuela a veces se olvida, el valor del otro, el compromiso con la ciudadanía, para nunca más permitir que fantoches, ladrones y bufones vuelvan a tener oportunidad de engañar, de hacerse con el poder y arruinar el país que es de nuestros hijos, aunque estén en otras tierras, que hoy es nuestro y que no supimos defender.

Han aprendido a valorar lo suyo desde la distancia. ¡No se sabe lo que se tiene hasta que se pierde! Pero habrán ganado mucho, serán mejores, nunca perderán sus vínculos y menos la gratitud con el país que les dio la bienvenida.

Ese coraje que han recibido quienes siguen aquí y los que han tenido el valor de irse, que no es sencillo y merece respeto, una decisión que exige bravura y valentía. Nuestros hijos no nos han abandonado, han salido a prepararse con excelencia para un nuevo país, ser mejores personas, óptimos venezolanos e insuperables ciudadanos del mundo. Nosotros sostenemos la resistencia mientras ellos se rearman mental y espiritualmente; esa Venezuela que se está forjando en el mundo es también presión y ejemplo, con renovados ímpetus volverán. Tardará un poco, aun hay creídos, ególatras, bandidos y sinvergüenzas, pero mientras los que aquí estamos, hagamos lo que tenemos que hacer, resistir, más temprano que tarde llegarán y todos juntos reconstruiremos la patria con nuevas, mejores experiencias y tecnologías.

Irse no es abandonar, es para volver mejor. ¡Que Dios bendiga los hijos de Venezuela!

 

@ArmandoMartini

Escribo para recordar que fui feliz ... por Orlando Viera-Blanco

 

Escribir

 

“A veces es bueno recordar quienes fuimos para no olvidar quienes seremos”

 

Madrugo en casa. Hora de escribir ¿Cuál casa, sobre qué escribo? Desconozco donde vivo realmente. Una extraña dimensión que sin sentirla, lo ocupa todo. La incertidumbre. La resistencia. La lejanía.  “Padre por qué escribes”, pregunta mi hijo. Al rompe le respondo: -Morocho ahora no, estoy ocupado-sic- ¿Ocupado de qué? Como sufro de déficit de concentración, me veo atrapado en la pregunta… Súbitamente dejo de escribir [de lo que todos escribimos, Trump, MUD, gobierno, su permanencia o salida] y me invade un intenso dolor. No me quedó más … que escribir lo que ahora leerán.

Han pasado más de 30 años que viajo en este transitar entre el espíritu y lo mundano: escribir. La verdad poco me he detenido a pensar por qué lo hago. El escritor y crítico zaragozano, Félix Romeo, reflexiona en un texto autobiográfico sobre sus inicios en la escritura y los motivos que le llevaron a dedicarse a ella. “Escribo para vivir, para ser feliz, para leer más, para que me lean; para decir mis verdades, mis mentira, mis anhelos. Escribo para expresar lo pensado, para dar mi versión de la historia o para compartir una experiencia. Escribo por vergüenza, para cultivar, para cosechar o para sentirme con vida. Escribo para no ocultar mi insatisfacción o por remordimiento…” Pero una línea de Romeo, fue la que me cautivó: “Escribo para alcanzar ese estado febril y fabril que es recordar…” ¿Recordar para qué? Para no olvidar quien soy, quienes fuimos y quienes seremos. Porque en los últimos 18 años de supresión, un mejor futuro sólo se cree (y se crea), si se recuerda lo que fuimos y no dejaremos de ser: gente feliz, decente y bregadora. Y esa cédula de identidad, no nos la expropia nadie …

Consternado pero convencido que el despertar es inminente, tengo la obligación de reanimar. Es recurrente el sembradío de pesimismo que llevamos a flor de labios, por lo que hoy os quiero recordar. No somos lo que vemos ni padecemos. Venezuela ha tenido historias buenas y malas, evolutivas o regresivas, pero emancipadoras. Fuimos conquista, colonia, capitanía, república, dictadura y democracia. En medio de cada episodio, hubo montoneras, guerras, agites y represión. Pero salíamos a flote, además potenciados y fortalecidos. De la ruralización de los 20, y 30, pasamos a la urbanidad de los 50, 60 y 70. Al país de “plantas, cemento y petróleo”. Caímos en los 80 y 90. Y van tres lustros de bacanal y miseria. Pero el repunte llegará, precisamente por lo que hay que reconstruir y resembrar.

El “código” sigue. Todos venimos de la capital o de la provincia; de abajo hacia arriba, de un hermoso mestizaje. Tenemos atavismos, pero redimibles. Hemos sido un país movilizado, industrioso, urbanizado, educado, pero lamentablemente clientizado gracias a una tierra generosa. No somos un pueblo malvado ni irrecuperable. Hemos tenido malos gobiernos: celestinos, corruptos y ahora muy, muy violento. Pero la tiranía tiene sus días contados porque la libertad es insaciable. No somos inmigrantes, somos lugareños. No somos delincuentes, somos un noble matriarcado. No somos “tronco torcido, ni enfermedad sin remedio”. Somos seres humanos mal liderados. Los cretinos (dixit Pocaterra) son minoría, y a los gentiles mayoría. Lo que nos falta es dejar brotar la humildad, para consensuar más.

Escribo para recordar que mi madre me ha inculcado-juiciosamente-el buen ejemplo. Estudiar, ser un buen padre y un buen esposo. Ella jamás ha pedido nada. Sólo reza por el bienestar de sus hijos, sus amigos y su país. Mamá que conoció a papá de rural en rural … y é, galeno de San José, huérfano de madre a temprana edad, criado entre 11 hermanos y un canario incansable, el abuelo. En la mesa era un arte compartir bocado. Cada mano servía la otra. Y nací y crecí en esa generosidad. Un niño libre, muy libre; caminando cerros, jugando pelota o de veleta en veleta … Recordar tanto albedrío y alegría, tanto amor y autonomía, no me deja caer y abandonar. Sin duda Dios trajo al mundo a Venezuela como hija preferida, pero nos toca a nosotros redimirla…

Escribo para no ocultar vergüenza por un presente que no me siento libre de responsabilidad. Escribo para rendirle tributo a todos los padres de mi generación que no merecen ver a sus nietos en tanta desolación. Escribo para prometer a mis hijos que también serán libres, orgullosos de su linaje, y que regresar a casa es inevitable. Escribo para sembrar confianza, para no rendirnos. Escribo a mis amigos de la infancia, a mis compañeros de aulas, a mis vecinos, a mis estudiantes, a mis hijos, a mis lectores, para que no crean y reboten, cuentos ni de dominios, ni depresivos. Escribo porque te pienso Venezuela, porque te recuerdo como no he visto otra pradera; porque no es verdad que no hay salida o que la suerte nos abandonó. La suerte la hacemos todos…Escribo para agradecerles a mamá y papá, el aprecio, compromiso y respeto, que me sembraron por mi familia, por ustedes, por otra Venezuela.

Y escribo para que no olvidar quienes fuimos y quienes seremos [felices], alertando que del país reciente, poco o nada escribiré, ni en chiste ni en apariencia, porque no lo reconozco, porque no vale la pena. ¡Escribo porque falta poco!

 

@ovierablanco