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#MonitorDeVíctimas | Denuncian ejecuciones del Cicpc en El Junquito y Caricuao
En 2019, el cuerpo detectivesco fue la segunda fuerza de seguridad que cometió mayor cantidad de homicidios en el Área Metropolitana de Caracas: 65 en total. Solo fue superado por las FAES

Lorena Meléndez @loremelendez / Fotografía: Carlos Ramirez

Dingenberg Alfredo Jiménez Buissel, de 20 años de edad, ultimaba los preparativos de una verbena que haría al final de la tarde del viernes 28 de febrero, para recoger fondos para la operación de un familiar. Alistaba el sonido de la feria en la platabanda de su casa, en el barrio José Antonio Páez, en el Kilómetro 11 de El Junquito, al oeste de Caracas, cuando una comisión del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) llegó a su vivienda, lo sometió y ejecutó, según denunciaron sus allegados.

«A él lo mataron frente a su hermano que es un menor de edad, tiene 16 años. Ahí también estaban unos primos que son más pequeños todavía», reclamó un pariente que prefirió resguardar su identidad por temor a represalias. Contó que esa tarde, alrededor de las 2:30 pm, el Cicpc perseguía a los miembros de una banda, quienes huyeron saltando por los techos y paredes de las viviendas. Pasaron cerca de la casa de Jiménez Buissel, a quien los policías confundieron con los presuntos delincuentes que buscaban.

El allegado también relató que al joven lo detuvieron porque nunca intentó huir. Lo interrogaron, mientras que a su hermano y primos los obligaron a acostarse boca abajo, con la cabeza al suelo. Al final, le dispararon en el tórax. La zona quedó tomada por los uniformados hasta que oscureció. Supuestamente, los funcionarios simularon un enfrentamiento para justificar el asesinato.

Jiménez Buissel era padre de dos hijos. Trabajaba como comerciante: traía ropa y hasta alimentos desde Colombia, que vendía por encargo. No tenía antecedentes penales, de acuerdo con sus familiares.

Esa misma tarde, el Cicpc actuó también en el sector Los Telares, en Caricuao, al suroeste de la capital venezolana. Durante un procedimiento, cayeron Jesús Antonio Mejías Barrios, un buhonero de 25 años de edad que fue herido con dos balazos en la espalda, y un compañero suyo que no fue identificado. Familiares, que no presenciaron el hecho, aseguran que ninguno de los jóvenes portaba un arma.

En enero, cinco personas murieron a manos del Cicpc, cuatro de ellos en un supuesto enfrentamiento en el túnel de Turumo, en el municipio Sucre. En 2019, el cuerpo detectivesco fue la segunda fuerza de seguridad que cometió mayor cantidad de homicidios en el Área Metropolitana de Caracas: 65 en total. Fue solo superado por las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), quienes participaron en 245 muertes.

Argentina entregará informe a la CPI sobre torturas, ejecuciones y desapariciones forzadas en Venezuela

EL MINISTRO DE JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS de Argentina, Germán Garavano viajará el próximo 15 de octubre a la Corte Penal Internacional (CPI), que tiene sede en La Haya, Países Bajos, para hacer entrega del informe sobre las torturas, violaciones y ejecuciones que denunciaron haber visto y sufrido decenas de venezolanos que residen en la Argentina.

Garavano tiene previsto reunirse con el fiscal de la CPI, Fatou Bensouda, y entregarle el informe completo, con nombres y detalles de la denuncia de unos 40 venezolanos residentes en el país.

También se remitirá a la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien elaboró su propio archivo de denuncias de abusos de venezolanos acosados por el gobierno de Nicolás Maduro. 

A finales del mes de septiembre, El Clarín obtuvo parte del informe que elaboró el Ministerio de Justicia entre julio y agosto de 2019, en donde testimonios de víctimas -sin nombres para preservar las identidades- relataron casos de asesinatos torturas, encarcelaciones y privaciones graves a la libertad física, de violencia sexual, y desapariciones forzadas. También de persecución por razones políticas y en todas se demostraría el uso de la fuerza indebida, también para reprimir manifestaciones. Al menos, 29 de las más de 40 denuncias encuadran dentro de la figura de crímenes de lesa humanidad bajo el llamado Estatuto de Roma. 

Los testimonios fueron recibidos en el Centro de Orientación a Migrantes, que creó el gobierno en julio por decreto para recibir también de manera telefónica los testimonios, que según se afirma disminuyeron tras las PASO del 11 de agosto pasado, en gran parte por temor a un cambio de gobierno.

Este Centro trabajó bajo la órbita de la secretaría de Derechos Humanos, que dirige Claudio Avruj. Los testimonios fueron recibidos por profesionales y técnicos que buscaron como primera medida la extrema protección de la identidad.

El candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, ya confirmó que retirará a la Argentina del Grupo de Lima, una instancia central en la política de alianza de Argentina hoy con Estados Unidos, y que presiona al régimen de Maduro. Igual hay diferencias dentro del albertismo sobre cómo llevar el tema Venezuela: mientras el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, se mostró en Nueva York durísimo contra Caracas, en el cristinismo hay quienes desean un vínculo de negocios y política similar al que hubo en el pasado y, lejos de condenar a Maduro, lo consideran una víctima de factores externos.  

En cuanto a los elementos que Garavano le va a entregar al museo de la Corte sobre la dictadura argentina, se trata de un fichero con réplicas de denuncias sobre violaciones a los Derechos Humanos, un ejemplar del Nunca Más -el emblemático informe sobre las violaciones a los derechos humanos en este país- y las tapas de las versiones de este libro publicadas en Israel, Brasil, Inglaterra, Alemania y España, una serie de fotos del juicio a las juntas militares y copias de su sentencia original firmada.

#MonitorDeVíctimas | Bachelet citó cifras de Monitor de Víctimas para complementar informe sobre derechos humanos en Venezuela
Se refirió a los 57 homicidios reportados en Caracas durante el mes de julio, 11 de ellos supuestas ejecuciones extrajudiciales a cargo de las Faes y 4 del Cicpc
Desde mayo de 2017, Monitor de Víctimas contabiliza 546 eventuales ajusticiamientos a manos del organismo perteneciente a la PNB

 

 

EN UNA CONTINUACIÓN de lo que fue el informe de junio pasado, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet citó cifras de Monitor de Víctimas para referirse a las presuntas ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo por las Fuerzas de Acciones de Especiales de la Policía Nacional Bolivariana (Faes) incluso después de que su oficina pidiera su disolución al gobierno de Nicolás Maduro.
Bachelet se refirió a los 57 homicidios reportados en el área metropolitana de Caracas durante el mes de julio de 2019, 11 de los cuales fueron producto de eventuales ajusticiamientos por parte de las Faes y 4 del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) de acuerdo a la base de datos de Monitor de Víctimas.

La Alta Comisionada dijo que su oficina ha seguido documentado casos de posibles ejecuciones extrajudiciales cometidas por las Faes en sectores populares. “Los casos documentados muestran el mismo patrón identificado en mi informe de junio y revelan la ausencia de mecanismos eficaces para proteger a los testigos y familiares de la víctimas, quienes en su mayoría son mujeres”, dijo.
Desde mayo de 2017 a julio de 2019, Monitor de Víctimas ha reportado 546 casos de supuestas ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo por las Faes. De esa cifra 120 se produjeron de mayo a diciembre de 2017, 255 en 2018 y 171 hasta julio de 2019.

Bachelet en su informe de junio solicitó al gobierno de Nicolás Maduro la disolución de las Faes. “No he recibido información…Por el contrario, las Faes han recibido apoyo al más alto nivel del gobierno”, indicó.
La Alta Comisionada de la ONU sostuvo que su equipo sigue recabando datos sobre violaciones a los derechos humanos en Venezuela. “Mi oficina espera información detallada, la adscripción institucional de los funcionarios y el perfil de las víctimas”.

 

Mi hijo no tenía problemas con la justicia y me lo mataron

El viernes 27 de julio a las 5:00 de la mañana fallecieron tres personas y uno está desaparecido luego de un operativo que llevaron a cabo funcionarios del Eje Oeste del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) en Alta Vista, parroquia Sucre, municipio Libertador de Caracas.

Una de las víctimas fue Yorbis Jonaiker Acosta, de 22 años, quien se encontraba en su vivienda con su esposa e hijo de dos años cuando llegaron los funcionarios.

Los uniformados sacaron a la esposa y al hijo de Yorbis, mientras que él gritaba: «No me dejes que me van a matar», así lo contó Kari Uriarte, madre de Yorbis.

Yorbis falleció en el sitio tras recibir disparos a manos de los funcionarios, luego lo llevaron al Hospital General de Lídice Dr. Jesús Yerena.

Yorbis era mecánico de motos, laboraba en un taller que estaba cerca de su casa. Sus familiares presumen que lo involucraron con una actividad ilícita, que habría realizado otro de los fallecidos identificado como Rafael Beltrán. «Él si tenía problemas con la justicia, mi hijo no y me lo mataron», dijo la madre de Yorbis.

De Beltrán se desconocían mayores datos, se conoce que murió durante el despliegue de los funcionarios, al igual que otra víctima que no ha sido identificada y una persona que está desaparecida.

@lysaurafuentes 

Denuncian al FAES de matar a un hombre y tirar su cadáver en el Cementerio Judío

Familiares de David Junior García Chávez, de 32 años, denunciaron que el viernes 20 de julio un grupo de funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional entraron a su vivienda, sacaron a sus hijas y a su esposa, le dieron dos disparos y luego lanzaron su cuerpo envuelto en una sábana blanca en las adyacencias del Cementerio Judío, en la parroquia Santa Rosalía del municipio Libertador.

Alrededor de las 6 de la mañana, un grupo de efectivos ingresaron a la  vivienda de la víctima, ubicada en el barrio Primero de Mayo, específicamente en sector El Porvenir.

La esposa de la víctima cuenta que tanto David como ella y sus dos hijas (una era hijastra) se encontraban dormidos. «Los policías me empujaron, me sacaron por los pelos. A mí y a mis niñas nos sacaron de nuestro ranchito y nos metieron en la casa de una vecina».

De acuerdo con la pareja de la víctima, los funcionarios permanecieron en su vivienda por más de cuatro horas. Denuncia que se llevaron varios electrodomésticos,  alimentos de primera necesidad y cambiaron la escena del crimen para simular un enfrentamiento.

El cuerpo de David fue localizado por conocidos en la calle del Cementerio Judío con dos disparos en la cabeza.

La víctima se encontraba bajo régimen de presentación pues pagó condena de cuatro años en la cárcel de Yare, en el estado Miranda, tras haber sido involucrado en un homicidio. Actualmente se ganaba la vida como carnicería en un establecimiento comercial cercano a su residencia.

@Daigalaviz

Señalan al Cicpc de presuntas ejecuciones extrajudiciales por venganzas personales

LAS MUERTES DE ALEXIS ENRIQUE RODRÍGUEZ POLO, de 23 años, y de Álvaro José Vega Parra, de 18 años, ocurrieron en paralelo y en manos de la misma institución policial: el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). Pero eso no es lo único que sus casos tienen en común. Ambos también fueron, de acuerdo con los testimonios de familiares y allegados, víctimas de presuntas ejecuciones extrajudiciales cometidas por venganzas personales de funcionarios activos y retirados.

A las 4:00 pm del lunes 16 de julio de 2018, una decena de uniformados llegó a una vivienda de tres plantas del sector El Ciprés de Las Adjuntas, en el municipio Libertador del Distrito Capital. Allí residía Rodríguez Polo, un joven que durante cinco años y cuatro había estado en la cárcel por posesión de droga. Tenía cinco meses de haber salido en libertad plena.

Pero en ese período fuera de las rejas, Rodríguez Polo tuvo una discusión que le costó un balazo en el pie derecho. Según sus parientes, quien lo hirió fue un ex funcionario del Cicpc que es conocido por el apodo de «Pan con huevo». El altercado se produjo porque el otrora policía habría matado a un amigo de Rodríguez Polo y este le reclamó. La respuesta fue un disparo.

Rodríguez Polo, que estaba desempleado desde que había salido de la cárcel, se refugió en la vivienda de una tía en Las Adjuntas, que durante la tarde del lunes pasado fue rodeada por funcionarios que vestían de negro. Entre estos estaba «Pan con huevo». Pese a que ya no pertenecía al cuerpo de seguridad, había entrado con ropa oscura y una capucha. Suponen que lo que buscaba era deshacerse de la víctima antes de que este quisiera cobrar venganza por el tiro que le había dado hace un mes.

De acuerdo con el relato de los familiares, los uniformados desalojaron a todos los habitantes de la casa, incluyendo a un tío de Rodríguez Polo que estaba en el tercer nivel. «Le dijeron que si no se salía, iba a terminar como Alexis», contó un allegado en la morgue de Bello Monte.

La víctima se quedó sola en la casa con los policías. Lo llevaron hasta la sala, donde varias veces explicó que no estaba haciendo nada malo y que todavía se recuperaba de la herida. En ese momento, el supuesto victimario se quitó la capucha. «Tía, es ‘Pan con huevo’. Me va a matar», gritó Rodríguez Polo desde el interior de la casa. Poco después se escucharon varios disparos. El joven cayó con dos impactos en el pecho.

Familiares del muchacho aseguraron que él no estaba armado y que los Cicpc simularon un enfrentamiento al disparar hacia las paredes de la casa. «A él, después de muerto, le hicieron empuñar un arma con la mano derecha, a pesar de que no tenía dedo pulgar y de que tampoco podía mover el dedo del medio», comentó un pariente. El cuerpo, ya sin vida, fue trasladado por los policías hasta el Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño.

Mientras esto sucedía en Las Adjuntas, otra comisión del Cicpc ingresaba a la fuerza en la casa de Álvaro José Vegas Parra, en la Primera Etapa de las Residencias Cacique Tiuna, ubicada en las adyacencias del Poliedro de Caracas, al oeste de la capital venezolana. La puerta la forzaron con una ‘pata de cabra’ (barra metálica). Cuando los habitantes lo advirtieron, ya los policías estaban adentro. A casi todos los sacaron de la vivienda.

A Vegas Parra lo acorralaron en su habitación. Allí estaba junto a su hermana, que es una joven con síndrome de Down, y un sobrino de 1 año. «Ella se aferró a Álvaro y, como no lo quería soltar, los policías comenzaron a apuñalarlo con un cuchillo que ellos mismos habían llevado», contó un familiar. A la muchacha, al final, la sacaron del cuarto al tomarla por el cabello. Tras esto, y a pesar de que ya estaba muerto, le dispararon al joven en el pecho. El bebé aún estaba adentro.

En este caso, los funcionarios también simularon un enfrentamiento. Dispararon a las paredes de la casa y tumbaron algunas a mandarriazos. «Los vecinos escuchaban unos martillazos y eran ellos que nos estaban destruyendo todo. Se llevaron teléfonos y cargadores», denunció un familiar, quien acotó que el cuerpo del muchacho fue llevado por los mismos policías hasta el Hospital Periférico de Coche y arribó con apenas una franelilla y boxers. «Él tenía unos zapatos nuevos y un bluejeans, pero todo eso se lo quitaron», afirmó.

Los parientes relacionan el hecho con un altercado que Vegas Parra había tenido con el sobrino de un Cicpc cerca de su casa en Carnaval. «Pelearon por una tángana. Se estaban lanzando spray y terminaron agarrándose a golpes. Álvaro, para defenderse, le rajó la cara con una chapa», relató un allegado.

La lesión le valió a Vegas Parra su detención y reclusión durante 45 días en los calabozos de la sede del Cicpc de Coche. Un día, cuando su madre fue a visitarlo, vio que allí estaba el joven que Álvaro había herido. «Él le dijo que mejor sacara a su hijo del país porque sino lo iba a matar. Y así pasó», dijo un familiar.

La víctima era estudiante de parasistema y cursaba 4to año de bachillerato, al tiempo que trabajaba en la Misión Chamba Juvenil.

Otro homicidio en Catia

Los parientes de Keiver Luis Ruiz arribaron la mañana de este miércoles, 18 de julio, a la morgue de Bello Monte para buscar su cadáver. Un día antes les habían avisado que su cuerpo estaba allí y que había sido llevado sin identificación luego de un enfrentamiento con el Cicpc en la avenida Sucre de Catia, al oeste de Caracas.

El homicidio de Ruiz sucedió una semana antes, el miércoles 11 de julio. Murió en un supuesto tiroteo con los funcionarios policiales. Sin embargo, los parientes aseguran que él no tenía antecedentes penales, sino que trabajaba como vendedor ambulante de café en el Hospital Militar.

La última vez que los familiares supieron de Ruiz fue la tarde del martes 10 de julio, cuando habló con su abuela. «Él andaba con una novia y por eso no lo habíamos buscado antes», comentó un allegado.

Cifras recolectadas por Monitor de Víctimas señalan que durante los primeros 6 meses de 2018, 306 personas han muerto en el Área Metropolitana de Caracas en manos de los cuerpos policiales. De estas, 114 (que representan 37 % del total) cayeron en operativos del Cicpc. Al menos 66 ejecuciones extrajudiciales han sido cometidas por funcionarios de esta institución en el primer semestre del año.

@loremelendez

En mayo cada 19 horas una persona fue ejecutada por la policía en Caracas

MAYO DE 2018 FUE EL MES con más reportes de casos de presuntas ejecuciones cometidas por organismos policiales. También fue el mes con más reportes de homicidios perpetrados con armas alargas y en más de un año de recolección de datos es el mes con mayor número de muertes por arma de fuego.

Monitor de Víctimas registró que durante este mes ocurrieron 39 presuntas ejecuciones, 61% de ellas fueron cometidos por la Policía Nacional Bolivariana, según denunciaron familiares de las víctimas.

Además, Monitor de Víctimas detectó que en 5, de los 150 de los casos de homicidios ocurridos durante mayo, los victimarios combinaron varios tipos de arma en el hecho: armas blancas, armas de fuego y armas de combustión, así como el uso de la fuerza física, patrón que no había estado presente durante el período de registro de datos.

 

 

La muerte de un ser querido por violencia se repitió para 142 familias en Caracas en diez meses

Ana Guerra despidió a su segundo hijo, Carlos Luis Castro Guerra, de 16 años, el sábado previo al día de la madre, tras haber sido asesinado en el barrio 19 de abril por un vecino que no quería pagar una deuda. A su primogénito, Jesús Castro Guerra, de 23 años, lo había despedido un año antes, cerca de la misma celebración, cuando fue asesinado en una riña con un contrincante, después de un juego deportivo.

Como los jóvenes de la familia Guerra, otras 141 personas en Caracas han dejado a sus familias incompletas tras sus muertes a manos de la delincuencia, en barrios y zonas de bajos recursos azotadas por los altos índices de violencia, de acuerdo con los casos registrados por Monitor de Víctimas de mayo del año pasado a febrero de 2018 en la capital venezolana.

Las víctimas son en su mayoría hombres jóvenes de entre 18 y 30 años de edad, que viven en zonas de bajos recursos y que no terminaron sus estudios. De las 142 víctimas que ya contaban con la pérdida de algún familiar por violencia, 58 % se ubican entre ese rango de edad. Del total, 38 % contaba con educación primaria, 35 % con educación media, 9 % con educación universitaria y el 1% no estudió.

Los rasgos configuran un perfil que coincide con un patrón de violencia en barrios que abarca toda Latinoamérica, explica la experta Verónica Zubillaga. “El patrón perfila a jóvenes varones de zonas expuestas a contextos de extrema dificultad económica en las que las oportunidades de obtener un trabajo debidamente remunerado escasean, por lo que recurren a actividades ilícitas para suplir sus necesidades monetarias”.

Gloria Perdomo, coordinadora nacional del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), se refiere al mismo patrón para darle una explicación a estas muertes. “Las zonas en que viven las víctimas los hacen particularmente vulnerables. Hay mayor presencia de bandas delictivas -que suelen invitar a jóvenes a unirse- y situaciones de riesgo de muerte, como robos y enfrentamientos”.

El robo y la ejecución son los móviles más comunes de los asesinatos de personas que ya habían perdido a familiares de forma violenta. 26, el 18 % de los casos, personas fallecieron durante robos, y otro 18% fue asesinado en ejecuciones por parte de funcionarios de cuerpos de seguridad del Estado. El siguiente móvil es el ajuste de cuentas o venganza, por los cuales murieron 15 víctimas. Por resistencia a la autoridad se reportaron 10 asesinatos. Otros moviles son balas perdidas y peleas. En 26 % de los casos se desconoce el móvil del asesinato.

Bandas delictivas imponen la violencia

Las cifras recogidas también evidencian que 35 personas, de las 142 víctimas en cuestión, fueron asesinadas por bandas delictivas. Entre ellas están Carlos y Hernán De Hoyo Berrios, dos hermanos de 25 y 32 años, respectivamente. Sus homicidios ocurrieron en el barrio San Blas, de Petare, en julio de 2017.

José De Hoyo ya no recuerda el nombre de la banda que asesinó a sus dos hijos, pero afirma que no fue a ellos a los primeros que mataron en la zona. El padre nunca supo con exactitud qué fue lo que ocurrió el 23 de julio, cuando perdió a sus hijos. “Los estaban esperando cerca del Parque Bolívar, les montaron un complot y les dispararon”, fueron los únicos detalles que dio.

Algunos miembros del grupo delictivo eran amigos de Carlos y Hernán, aunque ellos no estaban metidos en problemas, afirma De Hoyo, pues trabajaban con él como ayudantes de albañilería. Cuando no estaban trabajando, estaban en casa. “Ellos nunca habían tenido problemas, nosotros somos gente tranquila, no festejamos ni los cumpleaños”, explica con pesar.

La familia llevó el caso de las muertes ante las autoridades, sin miedo a represalias por parte de la banda, pero dice que la denuncia no fue propiamente atendida. Sin embargo, la policía no olvidó el asunto. De Hoyo cuenta que, semanas después del doble asesinato, un oficial llamó a su hija, quien presentó la denuncia, para informarle que tenían ubicado al autor del delito y emprenderían un operativo en su contra. Nadie se volvió a comunicar con ella, pero al día siguiente se supo que el jefe de la banda había caído en un enfrentamiento. Lo que quedó del grupo delictivo, asegura De Hoyo, atravesó la frontera hacia Colombia para escapar de las autoridades.

Aunque los De Hoyo sienten que una especie de justicia fue hecha, admiten que nada les va a devolver a sus seres queridos asesinados, quienes ayudaban a sostener económicamente el hogar en que vivían con sus padres, tres hermanas y dos hermanos menores. Ahora, a la familia le quedan además las deudas por los gastos fúnebres.

No muy lejos de allí, en el sector de Boleíta Norte, Bladimir Zambrano fue el segundo de su familia en fallecer a causa de la violencia. El comerciante de 41 años había llevado a su esposa al trabajo la mañana del 15 de junio. Regresaba a casa a buscar algo y en el camino un grupo de hombres lo abordó para robar su carro y sus pertenencias. Se resistió y le dispararon en el abdomen.

Jorge Zambrano recuerda que la zona de Boleíta Norte donde vivió su hermano por muchos años solía ser segura, la clase de comunidad donde se podía estacionar el carro afuera de la casa sin que algo malo le pasara. Pero en los últimos años la inseguridad aumentó y el desvalijamiento de vehículos y robos a mano armada son ahora una cosa del día a día, dice el familiar de esta víctima.

Los Zambrano habían perdido a un sobrino de 19 años en 2015, asesinado durante una riña en La Vega. Su muerte no fue denunciada, pero la de Bladimir sí. “Ellos lograron ubicarlos por los pagos de los ladrones con las tarjetas de crédito y pudimos recuperar todo. Pero no a mi hermano”, cuenta Jorge.

De estos 142 fallecidos en hechos violentos en Caracas que ya habían sufrido pérdidas familiares en circunstancias similares, 26 murieron durante robos en zonas de bajos recursos, caracterizadas por altos niveles de criminalidad.

Criminalidad en familias

La familia de Joneiker Lugo ha perdido a tres personas por violencia y criminalidad en el barrio 19 de abril, en Petare. Allí vivían su abuela, su tío Alexánder y sus dos primos, los hijos de este. Los tres últimos fueron asesinados en los pasados años.

Joneiker recuerda que sus dos primos fueron abandonados por su madre de pequeños y el padre de ellos era adicto a las drogas y el alcohol, por lo que fueron criados por su abuela. Crecieron en las calles del barrio, sin haber estudiado debido a la precaria condición económica de la familia.

La primer muerte violenta que sufrió su familia fue la de su tío, quien tenía 45 años cuando fue asesinado en 2014 en una fiesta familiar de cumpleaños por miembros de una banda. Lo mataron de  madrugada. “Él estaba en la mala vida, pero ya se había retirado”, reconoce Joneiker. Presume que su tío tuvo problemas con familiares de loa miembros de la banda.

Dos años después murió el hijo menor de su tío, Jorge Luis Lugo, de 24 años. Él también estaba “en los malos pasos”, cuenta su primo, pues colaboraba en robos con delincuentes de Petare, a pesar de que trabajaba como jockey en el hipódromo de La Rinconada. Una noche de junio de 2016 salía del hipódromo con amigos cuando fue abordado por un grupo de hombres que le dispararon y le quitaron sus pertenencias.

Francisco Javier, el mayor de los hermanos Lugo que murieron en medio de hechos violentos, estuvo en prisión por robo, pero cuando en enero de 2017 sufrió una enfermedad y fue llevado al Hospital Domingo Luciani para ser atendido, decidió escaparse. “La cárcel es un lugar que nadie debería conocer”, repetía a su primo, advirtiéndole a Joneiker de los peligros de verse envuelto en actividades criminales.

Pocos meses después un carro de color negro pasó frente al porche donde estaba sentado Francisco. Le dispararon en la pierna. Una comisión del CICPC acudió a los pocos  minutos y lo llevaron supuestamente a ser atendido en un hospital. Cuando los familiares lo encontraron en un centro asistencial distinto al que los oficiales dijeron que lo llevarían, Francisco tenía tres impactos de bala. Había fallecido.

La noticia de la ejecución extrajudicial no sorprendió a los familiares de la víctima y de acuerdo a Joneiker, el mismo Francisco sabía que eso ocurriría tarde o temprano. “Cuando mataron a su hermano un policía le dijo a la tía de ellos que faltaba el otro. Ellos sabían que tenían que ir por él”, admite el joven estudiante.

El miedo inhibe las denuncias

La escasez de denuncias sobre actividades delictivas en Venezuela es común para los cuerpos de seguridad. En los casos en los que las víctimas son personas que residen en zonas pobres, que se ven expuestas a conflictividad con bandas, el problema es el miedo a las consecuencias que se pueden generar si denuncian, ese es el principal obstáculo, indica la coordinadora del OVV, Gloria Perdomo.

Varios familiares de víctimas que fueron contactados para la realización de este trabajo evitaron dar declaraciones por miedo a retaliación de banda o de autoridades policiales que estuvieron involucradas en los sucesos.

 

@mpaolams