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¿Majo, gilipollas o loco?, Mario Guillermo Massone

 

El cauce de la locura se llenó y ya no cabe más demencia en su curso. Entramos a la dimensión de la irracionalidad desbordada. La realidad es inhumanidad cabal. Maduro es un Nerón aturdido. Aún no se suicida el primer espectador del desespero y el sufrimiento que producen el estar expuesto permanentemente a las actuaciones diarias del actor demente al que le dicen presidente, pero que se autoproclama becerro.

Dice ser majo pero más bien parece gilipollas. Es tan lunático, tan gilipollas, que cree poder ganar unas elecciones en España. Y habla y habla y habla. Luego baila. Parece estar a veces drogado y a veces cansado. Unas jalado y otras fumado. No sabemos qué tiene. ¿Jorge Rodríguez le estará prescribiendo psicotrópicos?

Si aún despacha o no en Miraflores, no lo sabemos. Está desatado en una permanente actuación mediática. Ya ni él mismo sabe o entiende qué es lo que dice, lo que quiere decir o lo que cree decir. Quizá ya olvidó dónde fue que realmente nació. Se confunde. Por si acaso, Cilia no habla desde hace un par de años, no vaya a ser cosa que se contradigan dentro de un mismo minuto.

La locura arrecia en su verbo y se olvida que debe insultarnos es a nosotros los opositores y no a los prepago a los que obliga a asistir a sus desmanes actorales. A veces da la impresión de que ni sabe en cuál país se encuentra o en qué lugar. Repite una palabra dos, tres, cuatro, cinco veces y más, para luego no decir nada diciendo algo.

Y es que haber abandonado el cargo, el verdadero cargo, el de presidente, para dedicarse a mentir, hablar sin decir algo, a vociferar insultos y endilgar sandeces a la humanidad entera cansa. Cansa mucho. Desgasta. Es muy difícil llevar la cuenta de las irrealidades.

Su locura interna, lo lleva a estados de paranoia que son solapados y aplastados por episodios de esquizofrenia. Su demencia externa se expresa en la trastornada idea de una conspiración universal y hasta multiversal en su contra. “¡Vienen por mí! ¡Desde hace doscientos años vienen por mí! ¡Me pongo más becerro!”

La escasez de medicamentos para los trastornos mentales llegó y se quedó en Miraflores.

 

@massone59

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