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Roberto Patiño Ene 29, 2020 | Actualizado hace 2 semanas
Enfrentar la desigualdad en Venezuela

La crisis generada por el modelo dictatorial de Nicolás Maduro produce un contexto de exclusión social que se expresa en todos los niveles, afectando a amplios sectores de nuestra población. La gran mayoría de los venezolanos tiene un acceso precario a alimentos, educación o servicios básicos, generándose situaciones extremas de desigualdad política, económica y social, que impide el desarrollo de las personas. Esta situación es inducida por el régimen con el objetivo de mantenerse en el poder, explotándola a través de sistemas de control y represión.

De igual forma, desde la dictadura se han generado discursos propagandísticos que buscan ocultar esta realidad, proclamando ficticios resurgimientos económicos como el fenómeno de los llamados bodegones, que se dan en medio de la profundización del estado de precariedad y crisis hiperinflacionaria que estamos padeciendo. Los testimonios de residentes en Petare, por ejemplo, contaban en diciembre como hace tan solo tres años podía haber hasta una veintena de abastos en una comunidad y ahora solo quedaba uno, con los comerciantes forzados a cerrar por la imposibilidad de continuar su negocio.

La realidad es que no podemos hablar de mejorías o resurgimiento económico en un contexto en que el mas del 10% de la población infantil sufre de desnutrición severa, se registran contracciones del consumo de casi un 80 %, se producen diariamente cientos de manifestaciones por el colapso de escuelas, la falta de insumos médicos y la falta de agua, gas o electricidad, así como violaciones masivas de los derechos humanos desde el Estado. Un país no puede estar “mejor” si se producen hechos como los sucedidos en Cagua la semana pasada, en el que mueren 11 niños y jóvenes quemados en medio de un campo de azúcar, mientras cazaban conejos para poder alimentarse. Niños y jóvenes que no pudieron ser atendidos en los centros asistenciales cercanos, en los que no había los insumos mínimos para enfrentar una emergencia.

A nivel mundial, la desigualdad es una de los grandes problemas y constituye un tema prioritario que marcara el desarrollo de las democracias y la generación de nuevas formas de políticas públicas y reformas sociales en los próximos años. Esta reflexión debe también darse entre nosotros en Venezuela. La fragmentación social ha sido un fenómeno recurrente que ha sido explotado de manera irresponsable por Hugo Chávez para su proyecto político y que Nicolás Maduro ha exacerbado a niveles extremos en su afán autoritario. Desde los liderazgos políticos y sociales se debe reconocer esta realidad, tanto para la lucha por superar el actual modelo dictatorial y destructivo, como para iniciar el proceso de construcción de una nueva Venezuela.

En nuestra experiencia en el Movimiento Caracas Mi Convive, reconocemos la importancia vital de generar dinámicas inclusivas, redes de apoyo, y lazos de convivencia entre diversos actores sociales. La vinculación activa y abierta entre las personas, la cohesión alrededor de proyectos comunes y necesidades compartidas, es indispensable para el desarrollo de cualquier iniciativa exitosa que pueda ser sostenible en el tiempo y reproducirse en diferentes contextos.

No solo es prioritario visibilizar la exclusión y desigualdad generadas y explotadas por el modelo madurista, sino también generar estrategias de lucha política y social reconociendo esta realidad, y asumiéndola de manera responsable como una prioridad a abordar y resolver en el logro de un cambio significativo.

@RobertoPatino

Víctor Maldonado C. Sep 23, 2019 | Actualizado hace 5 días

SOÑAR NO CUESTA NADA. Pero tenemos el deber moral de visualizar las condiciones en las que podemos garantizar un país mejor. Si, mejor que el fraude populista, la ruina socialista, el autoritarismo comunista y la irresponsabilidad con la que se ha entregado Venezuela a una subasta a favor de un ecosistema criminal que se está jugando a los dados porciones de territorio y de los recursos del país. Si, mucho mejor que esta inestabilidad constante, esta negación perenne de un futuro que no se puede conjugar, porque sin reglas claras, derechos de propiedad vigentes y seguridad ciudadana garantizada todo se traduce en llanto y crujir de dientes. Si, mucho mejor que la factura propositiva de la clase política venezolana, cuyo pedigrí socialista no les permite sino pensar en términos de gobierno extenso, mucho poder en manos de los burócratas y toda la capacidad de maniobra para resguardar al gobierno a pesar de que por esa razón se atropelle al ciudadano. Si, mucho mejor que el lodazal de la complicidad, la corrupción, los malos manejos y el tener que tolerar sin rechistar el enriquecimiento inexplicable de los que deberían ser funcionarios y servidores públicos probos y modestos. Si, mucho mejor que la ruina de las universidades, la desbandada de profesionales, la descapitalización del talento, y el deterioro del salario.

Pero para tener un país mejor tenemos que intentar rupturas radicales con lo que hasta ahora hemos sido, pero también como hasta ahora hemos concebido el país. John Rawls diría que tendríamos que comenzar a ser racionales y razonables. Se es racional cuando se conciben y se persiguen los bienes particulares sin que medie coerción alguna ni patrón impuesto por otra fuerza o capacidad que la propia. El hombre racional aspira a ser libre y entiende que su libertad no es otra cosa que el intentar realizar el propio proyecto de vida, siempre y cuando ello no signifique desmejorar o afectar a nadie. Se es razonable cuando se tiene un sentido del deber y de la justicia, cuando se ejerce la ciudadanía, se practica la compasión como valor personal y se exige al mandatario que se concentre en la tarea de garantizar a todos el bien común, entendido como (1) el disfrute de las libertades básicas a la vida y a la propiedad, (2) la libertad de trabajo y de movimiento, porque nadie debería verse en condición de esclavitud o confinamiento, (3) el relevo y la alternancia democrática que permitan a todos los que se lo propongan el ejercer cargos de responsabilidad, (4) la garantía social de que cualquiera pueda generar ingresos y riquezas y, (5) una vivencia social que garantice las bases de la dignidad de la persona y el autorrespeto.

Los buenos proyectos aseguran la libertad. Los malos proyectos arman ingenierías sociales insostenibles, con estados extensos y entrometidos, que al final son tan costosos que terminan allanando las posibilidades de los ciudadanos. Por eso mismo, luego de haber sido esclavizados por el socialismo del siglo XXI, deberíamos pensar en el qué hacer cuando esto pase. Incluso, deberíamos tener a la mano argumentos muy convincentes para exigir una ruptura radical con este estado de cosas. Los que prometen encargarse del país sin romper con el socialismo del siglo XXI nos están ofreciendo cambiarnos unas cadenas oxidadas por otras relucientes. No hay forma alguna de administrar el socialismo en beneficio de los ciudadanos. Los que digan que si pueden que digan cómo con el mismo diseño destruccionista pueden estabilizar la economía, resolver el colapso de los servicios y generar confianza estable para que vengan nuevas inversiones. O cómo pueden recuperar al país del clima de inseguridad, violencia e impunidad que suma cientos de miles de muertos y millones de desplazados. Que traten de convencernos de cómo van a lidiar con una nómina de más de tres millones de empleados públicos y un desempleo en el sector privado que es inconmensurable. O cómo van a convencernos de que un nuevo bolívar puede ser más eficaz que una dolarización que reconozca el derecho de los venezolanos a no dejarse robar el producto de su trabajo y sus esfuerzos para ahorrar algo. Nada de lo que hasta ahora se ha intentado sirve. Hay que desecharlo.

Recuerden siempre que los buenos gobiernos trabajan con tres prioridades que no son ni siquiera conmutables: Trabajan primero que nada para garantizar la vigencia de la libertad. En segundo lugar, se proponen generar un marco de condiciones que permitan la igualdad de oportunidades, y eso solamente es posible mediante estado de derecho, reglas del juego claras, y la evitación de relaciones clientelares y el establecimiento de privilegios. Reglas claras, pocas reglas, y la preeminencia de la lógica del servicio público por encima de cualquier pretensión de poder. En tercer lugar, para generar nuevas oportunidades a los que tienen menos capacidad de origen para hacerlo por su propia cuenta. Es lo que John Rawls llama el “principio de la diferencia”, que se debe practicar sin afectar ni la libertad ni las reglas del juego institucionales. A ningún gobierno le debería estar permitido juguetear con el populismo, practicar la demagogia, y ofrecer lo que no puede pagar sin violentar el derecho de los demás.

Estas consideraciones deberían conducirnos a ciertas exigencias concretas. La primera de ellas, un gobierno limitado a lo básico. La segunda, una economía libre de la manipulación monetaria populista, preferiblemente dolarizada. La tercera, un país sin empresas públicas y sin caer en la demagogia barata de que hay unas que son estratégicas y que deben por lo tanto estar en manos del estado. La cuarta, “despatrimonializar” al estado venezolano y dejar de verlo como el dueño exclusivo de los recursos del país. No solamente porque eso aplasta al ciudadano, sino porque esa es la causa raíz de la corrupción y el autoritarismo en el ejercicio del gobierno. La quinta, un país desregulado, derogando toda la legislación del socialismo del siglo XXI. La sexta, un país sin censura, sin adjetivos a la libertad de expresión, sin entidades y agencias reguladoras, y con un gobierno sin la posibilidad de cerrar emisoras, canales de TV o bloquear redes sociales.

La séptima, una economía de libre mercado con respeto por los derechos de propiedad. Sin proteccionismos inexplicables ni ventajas a empresas nacionales. Ni subsidios ruinosos, ni tarifas o precios controlados. Competencia plena a favor del ciudadano consumidor. La octava, un mercado laboral desregulado, que priorice y favorezca las nuevas inversiones, revitalice el ánimo emprendedor y la generación de nuevos empleos bien remunerados. La novena, nuevas reglas del juego democráticas que respeten la autonomía de los poderes públicos, seleccionen a sus integrantes por probidad y credenciales y no por cupos partidistas, y en donde nunca más haya reelección para los cargos ejecutivos. Descentralicemos el gobierno, apostemos a las instituciones y deroguemos los caudillismos.

La décima, un mercado político abierto a todas las opciones democráticas, pero restringido para el socialismo autoritario, violador de derechos, saqueador del país y socio principal del ecosistema criminal. Undécimo, un gobierno que practica la subsidiariedad pero que renuncia a ser hegemónico en ningún sector o territorio. Se debe innovar en soluciones eficaces para que todos los ciudadanos acceso a servicios públicos de calidad, tomando en cuenta que solamente las sociedades que producen riqueza y bienestar son capaces de atender bien los requerimientos de sus ciudadanos. Duodécimo, un país que es compasivo con los miembros de la sociedad menos favorecidos, pero cuyo propósito no es hacer demagogia con la pobreza de sus ciudadanos sino producir condiciones para que ejerzan su derecho a ser libres, construir sus proyectos de vida y ser beneficiarios de un país de oportunidades.

Por eso, cuando se habla del cese de la usurpación, primer paso lógico e inconmutable, se tiene que referir a una ruptura histórica con las bases concretas del socialismo, el caudillismo, el populismo y el patrimonialismo. Un gobierno de transición tiene que enfocarse en medidas de corto plazo para restaurar las libertades perdidas, restituir la justicia, recomponer transitoriamente los poderes públicos, y concentrarse en posibilitar elecciones libres y competitivas. Solamente cuando tengamos un gobierno democrático y legítimo podremos refundar el país y conducirlo por la ruta de la libertad y la prosperidad.

En el transcurso hay que cuidarse de las viudas del estatismo, y de los nostálgicos del populismo socialista. No hay atajos al replanteamiento radical de nuestras reglas del juego. No solamente porque vamos a recibir un país saqueado, sino porque no merecemos volver a comenzar una etapa de lo mismo que nos ha conducido hasta aquí. El desafío es no volver a endosar a nadie la garantía de nuestras libertades. Nadie es lo suficientemente confiable. Nadie merece tener tanto poder como para hacer con la sociedad lo que se le antoje. Tampoco una mayoría que siempre va a ser circunstancial. Por eso los consensos y los mandatos tienen que ser claros: gobierno limitado y gobernantes por tiempo limitado.  Poder limitado, rendición de cuentas ante poderes públicos independientes, y responsabilidad ante tribunales competentes y probos. Porque el poder es una tentación peligrosa y muy fácil de corromper.

Lamentablemente estamos lejos del cese de la usurpación. Los mandatarios que elegimos para la tarea (el inefable G4 y su carnal el Frente Amplio) nunca asumieron como propio el proyecto de superar el socialismo. Lo de ellos siempre fue intentar, mediante diálogos, negociación y negociados, intentar una connivencia más amable para todos ellos. No tuvieron el coraje de intentar la ruptura, sino que pretendieron un mero e irrelevante relevo en las posiciones. Se nota con doloroso esplendor en la gestión de CITGO, Monómeros Colombo-Venezolanos, Alunasa, la ansiosa trama alrededor del pago de los bonos, la precoz intentona de refinanciación de la deuda y los malos manejos de los fondos (muchos o pocos) para la ayuda humanitaria. El poder corrompe, por eso lo mejor es conferir poco poder al mandatario y exigirle rendición de cuentas, cosa que inexplicablemente rehúyen nuestros líderes políticos. Esa es, precisamente, la premisa de los totalitarios que dicen ser los heraldos de la libertad, pero que en realidad la extinguen; dicen respetar la propiedad, pero lo que verdaderamente hacen es expoliarnos a todos. Porque su proyecto no es otro que su propio poder ilimitado, a veces disfrazado de “justicia social” que no es tal cosa, que no existe en realidad, porque sin libertad todo lo demás es imposible.

Pero advierto, el proyecto y el desafío de la libertad no se agota ni se extingue con el fracaso real o aparente de Guaidó. Si fracasa, fracasan él y la plataforma que lo hizo venirse abajo, pero de ninguna manera el país. Los ciudadanos seguiremos intentándolo, tal vez con más heridas y muchas cicatrices, pero con más claridad de propósitos. Si fracasan ellos vendrán otros por la revancha.  Así que adelante porque como lo dijo maravillosamente Jorge Luis Borges “Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo cargado de batallas, de espadas y de éxodos”.

@vjmc

OVCS: A un año de las elecciones del 20 de mayo, Venezuela sigue en una profunda crisis

A UN AÑO DE LAS ELECCIONES presidenciales del 20 de mayo, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) emitió un comunicado en el que hace un balance de la situación política económica y social en Venezuela.

Durante el año que lleva Nicolás Maduro ejerciendo como presidente de Venezuela para su segundo período, el OVCS ha documentado más de 17.547 protestas en todo el país y 63 manifestantes asesinados desde mayo de 2018 hasta mayo de 2019.

La represión ha sido ejercida principalmente por funcionarios de las Guardia Nacional Bolivariana (GNB), Colectivos Paramilitares, Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) que fungen como grupos de exterminio y Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM).

Pese a la represión por parte de los cuerpos de seguridad del estado, los ciudadanos han salido a las calles a  defender y exigir sus derechos políticos, económicos y sociales. El rechazo contra el régimen de Nicolás Maduro se expresa desde quienes exigen unas elecciones apegadas a la ley, hasta quienes lo responsabilizan por el deterioro del poder adquisitivo del salario, precarización del empleo, limitadas oportunidades para acceder a alimentos y medicinas, así como el colapso de los servicios básicos (electricidad, agua, gas, transporte público, gasolina, internet y telecomunicaciones).

Esta grave situación ha llevado a Venezuela, por primera vez en la historia republicana, a sufrir una Emergencia Humanitaria Compleja que se agudiza con el pasar de los días. Por ello, desde el OVCS apoyamos todas las medidas y acciones dirigidas al restablecimiento de la democracia, el Estado de derecho y a garantizar los derechos humanos de los venezolanos, asegura la ONG. 

En su comunicado el OVCS «exige poner fin al mandato de Maduro y la realización de elecciones libres, justas y transparentes, para restablecer el orden democrático en Venezuela».

 

El OVCS insistimos en:

 

1- Continuar los esfuerzos nacionales e internacionales para buscar una solución pacífica a la grave crisis venezolana, y poner fin al régimen inconstitucional de Nicolás Maduro.

2- Reconocer y apoyar las acciones en favor de la restitución de las libertades en Venezuela emprendidas por organismos multilaterales como la Organización de Estado Americanos (OEA), Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Organización de Naciones Unidas (ONU), Grupo de Lima, Unión Europea (UE), así como a los países que han sumado su voz de solidaridad con pueblo venezolano.

3- La realización de un proceso electoral libre y transparente, conforme a los artículos 25 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos y 21 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el marco de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), con un Consejo Nacional Electoral (CNE) confiable, y con el acompañamiento de observadores internacionales independientes y organismos de protección de derechos humanos.

4- Reconocimiento de las autoridades de la Asamblea Nacional (AN) como único poder autónomo y legítimo, electo por el voto ciudadano.

5- Rechazo de la política de Estado de violencia, represión, persecución y hostigamiento contra manifestantes, integrantes de partidos políticos de oposición, periodistas, trabajadores, estudiantes, defensores de derechos humanos y en contra de todas aquellas personas que demandan el respeto a sus derechos humanos.

 

*Con información de Nota de Prensa

Los Runrunes de Bocaranda de hoy 09.08.2018: MEDIO: Datos relevantes
MEDIO
AL ROJO VIVO:

«El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política’. La frase fue pronunciada por Simón Bolívar en su Discurso de Angostura el 19 de febrero de 1819.  Casi doscientos años más tarde, las calles de Venezuela se llenan de protestas a diario dando cuenta de infelicidad, inseguridad social e inestabilidad. Ya no se trata de reclamos políticos, como los que protagonizaron las manifestaciones de 2017, consideradas como el período de reclamos de calle más largo de la historia contemporánea cuando se registraron 5.427 manifestaciones en el primer semestre del año, el más activo. Un año después, las voces se alzan para denunciar las condiciones de vida, exigir reivindicaciones laborales, reclamar las fallas en los servicios públicos y demandar respuestas de las autoridades”. “El Termómetro de la Calle -una iniciativa de TalCual, El Pitazo y Runrun.es- nace para llevarle la temperatura a la protesta gracias a instrumentos desarrollados junto a ORC Consultores y que permiten dar cuenta de cómo los municipios del país se inundaron de reclamos durante el primer semestre del año, a razón de casi 7 manifestaciones por día para un total de 2.403. El contraste con 2017 es evidente, pero la disminución global del registro da pie a otra comparación: el protagonismo del reclamo por razones sociales.»

La investigación está en www.runrun.es y de ella reproduzco algunos datos relevantes: Entre enero y junio de este año hubo 2.152 protestas sin motivaciones políticas a escala nacional, el 89% del total, y con el Distrito Capital como la entidad más conflictiva. La tendencia se mantuvo la primera quincena del mes de julio, siendo el estado Zulia el de mayor cantidad de manifestaciones durante esos 15 días, superando a Distrito Capital y Mérida que le siguieron. Sin embargo, en el acumulado, sigue siendo la capital el territorio con las calles más calientes, con la región zuliana acercándosele. Asimismo, en la sumatoria de todo el país se notó un aumento de la protesta política (264), superando por primera vez en 2018 a las motivadas por ausencia de gas doméstico (253). A escala local, el municipio Libertador, en la Gran Caracas, fue el que más reclamó en la calle (hubo 350 protestas desde enero al 15 de julio). Libertador superó con creces a los demás municipios capitalinos por la cantidad de protestas laborales (149), seguidas de las motivadas por razones políticas (57). En general, los reclamos laborales son a mediados de año los más comunes (853), seguidos por los de electricidad (332) y por escasez de comida o fallas en la entrega de los CLAP (273). Es así como 3 de cada 10 protestas, en promedio responden a motivos laborales, así como 1 de cada 10 lo hacen por fallas eléctricas. La lista se completa con las manifestaciones políticas (264), por agua (260) y por gas (253), además de aquellas con respecto a servicios de salud (247) y por transporte público (104). En 16 estados del país -incluyendo el Distrito Capital- la protesta más común es la de origen laboral. Allí se debe tomar en cuenta el reclamo a escala nacional que inició el gremio de enfermeras el 25 de junio con una protesta coordinada en distintos hospitales del país y al que se le fueron sumando otros sectores de la salud. De allí que la data los primeros quince días de julio aumente la intensidad. Le sigue en un distante segundo puesto la protesta por el CLAP, que se repitió en tres entidades. Salud, gas, comida y electricidad fueron la prioridad #1 en cuatro estados, respectivamente.

Ni las distracciones de estos días -incluyendo desde el fallido atentado con drones hasta el ilegal allanamiento a la inmunidad parlamentaria de legítimos diputados- han logrado bajar el nivel de las protestas nacionales. Hay calentera, pues …
Las protestas sociales desplazaron a las de carácter político en Venezuela en 2018

“El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. La frase forma parte del Discurso de Angostura de Simón Bolívar y fue pronunciada por el Libertador el 19 de febrero de 1819.  Casi doscientos años más tarde, las calles de Venezuela se llenan de protestas a diario dando cuenta de infelicidad, inseguridad social e inestabilidad.

Ya no se trata de reclamos políticos, como los que protagonizaron las manifestaciones de 2017, consideradas como el período de reclamos de calle más largo de la historia contemporánea cuando se registraron 5.427 manifestaciones en el primer semestre del año, el más activo. Un año después, las voces se alzan para denunciar las condiciones de vida, exigir reivindicaciones laborales, reclamar las fallas en los servicios públicos y demandar respuestas de las autoridades.

El Termómetro de la Calle, una iniciativa de TalCual, El Pitazo y Runrun.es nace para llevarle la temperatura a la protesta gracias a instrumentos desarrollados junto a ORC Consultores y que permiten dar cuenta de cómo los municipios del país se inundaron de reclamos durante el primer semestre del año, a razón de casi 7 manifestaciones por día para un total de 2.403. El contraste con 2017 es evidente, pero la disminución global del registro da pie a otra comparación: el protagonismo del reclamo por razones sociales.

De hecho, entre enero y junio de este año hubo 2.152 protestas sin motivaciones políticas a escala nacional, el 89% del total, y con el Distrito Capital como la entidad más conflictiva. La tendencia se mantuvo durante la primera quincena del mes de julio, siendo el estado Zulia el de mayor cantidad de manifestaciones durante esos 15 días, superando a Distrito Capital y Mérida que le siguieron. Sin embargo, en el acumulado, sigue siendo la capital el territorio con las calles más calientes, con la región zuliana acercándosele. Asimismo, en la sumatoria de todo el país se notó un aumento de la protesta política (264 protestas), superando por primera vez en 2018 a las motivadas por ausencia de gas doméstico (253).

A escala local, el municipio Libertador, en la Gran Caracas, fue el que más reclamó en la calle (hubo 350 protestas desde enero hasta el 15 de julio), en contraste con el municipio Sucre del estado Trujillo donde apenas se registró una protesta laboral durante el período.

En Caracas, Libertador superó con creces a los demás municipios capitalinos, impulsado su registro por la cantidad de protestas laborales (149), seguidas de las motivadas por razones políticas (57). Entretanto, El Hatillo es el que menos protestó durante el primer semestre, con apenas 5 manifestaciones (2 por agua, 1 laboral, 1 por electricidad y 1 política).

En general, los reclamos laborales son a mediados de año los más comunes (853), seguidos por los de electricidad (332) y por escasez de comida o fallas en la entrega de los CLAP (273). Es así como 3 de cada 10 protestas, en promedio responden a motivos laborales, así como 1 de cada 10 lo hacen por fallas eléctricas.

La lista se completa con las manifestaciones políticas (264), por agua (260) y por gas (253), además de aquellas con respecto a servicios de salud (247) y por transporte público (104).

En 16 estados del país -incluyendo el Distrito Capital-, la protesta más común es la de origen laboral. Allí se debe tomar en cuenta el reclamo a escala nacional que inició el gremio de enfermeras el 25 de junio con una protesta coordinada en distintos hospitales del país, y al que se le fueron sumando otros sectores de la salud. De allí que la data los primeros quince días de julio aumente la intensidad. Le sigue en un distante segundo puesto la protesta por el CLAP, que se repitió en tres entidades. Salud, gas, comida y electricidad fueron la prioridad número 1 en cuatro estados, respectivamente.

La data de El Termómetro de la Calle incluye el apartado “otras”, conformada por reclamos puntuales. En ese sentido, Mérida encabeza ese tipo de manifestaciones, que incluye la protesta de padres y representantes de la U.E. Ramón Reinozo Núñez denunciando el abandono de esa institución el 12 de abril, o la de estudiantes de la Universidad de Los Andes en La Hechicera haciendo lo propio por el comedor universitario el 23 de ese mes. Le sigue Miranda, donde por ejemplo, el 22 de enero en Ocumare del Tuy hubo una revuelta para comprar pañales en el local Todoferta; y el 31 de mayo clientes de Sanitas de Venezuela protestaron en el municipio Chacao por fallas en la cobertura de esa empresa. El registro en el estado Lara incluye, en este apartado, la manifestación de universitarios por el extravío de sus títulos académicos el 2 de marzo en Barquisimeto, y la de alumnos de la escuela María Ledezma de la capital larense 10 días después.

Por su parte, el apartado “Otros servicios” incluye, en todos los casos, protestas por recolección de basura, por rotura de tuberías de aguas blancas o negras o por colapso de puntos de venta en comercios.

UCAB y ProDiseño se unen para ofrecer diplomado en diseño e innovación social

 

Impulsado por  la Universidad Católica Andrés Bello UCAB, conjuntamente con la Escuela de Comunicación Visual y Diseño Prodiseño se estará presentando una nueva edición del Diplomado en Diseño e I​nnovación S​ocial. 

Desde el Viernes 16 de marzo y hasta el  sábado 30 de junio de 2018 se estará realizando la sexta edición del diplomado, el cual está dirigido tanto a profesionales y estudiantes (del último año de carrera) de diseño, arquitectura, diseño industrial y comunicación social, como a los de cualquier carrera humanística o científica.

El trabajo articulado en equipos multidisciplinarios es la base para abrir los caminos hacia esa sociedad de la inclusión, la solidaridad y la vida sustentable propuesta en el objetivo de este programa académico.

Los casos de estudio abordados durante el curso serán ejercicios de inteligencia colectiva, diálogo y promoción del bien común. La intervención en las comunidades convierte a los participantes en generadores del cambio social.

Para formar parte de este modo de confrontar el diseño y la cultura, de exponer las ideas y los productos, y de conectar con redes globales académicas y profesionales puedes encontrar más información en www.prodi.com.ve  e info@prodi.com.ve

 

 

Chile consultará a países pedido de Almagro de suspender a Venezuela de OEA

HeraldoMuñoz

 

El canciller de Chile, Heraldo Muñoz, dijo hoy que conversará con sus colegas latinoamericanos antes de emitir una opinión sobre la petición del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, de suspender a Venezuela del organismo.

“El propósito fundamental de Chile es colaborar para que se encuentre una salida democrática a la crisis humanitaria, política y económica que vive Venezuela. Veremos cuál es el conducto más eficiente para que se logre ese objetivo en consulta con los cancilleres de la región”, dijo Muñoz en una rueda de prensa.

El ministro afirmó que Chile considerará en su postura sobre el asunto el informe que Almagro presentó el martes pasado en el que sugiere suspender a Venezuela de la OEA si no celebra “elecciones generales completas a la mayor brevedad” con observadores internacionales para que sean libres, justas y transparentes.

“Vamos a continuar con las consultas con otros cancilleres latinoamericanos y caribeños para persistir en el camino de la paz, la democracia y el respeto a los derechos humanos en Venezuela“, quien agregó que en último término son los propios venezolanos los que tienen que determinar su futuro.

El jefe de la diplomacia chilena abordó hoy este y otros asuntos durante una reunión en la Cancillería con el representante de Chile ante la OEA, Juan Aníbal Barría.

La propuesta del secretario general de la OEA no ha logrado por ahora generar consenso en los países latinoamericanos.

El gobierno peruano sugirió este jueves invocar la Carta Democrática Interamericana para que la OEA pueda abordar la crisis en Venezuela, mientras que el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, se opuso a la suspensión y se inclinó por una solución electoral.

AN aprobó acuerdo sobre deterioro económico y social del venezolano

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Los diputados a la Asamblea Nacional (AN) aprobaron este martes el Proyecto de Acuerdo sobre el deterioro de las condiciones económicas y sociales del venezolano.

«Venezuela vive quizás el peor de los ajustes macroeconómicos hecho por gobierno alguno», aseguró el diputado opositor José Guerra al inicio de su debate en el que además resaltó, que aunque el Gobierno recibió «750 mil millones de dólares de ingreso petrolero, han condenado a la población a un mayor nivel de pobreza».

En este contexto, Guerra exhortó al Instituto Nacional de Estadísticas (INE) a publicar las cifras y al Gobierno a otorgar el bono alimentación a jubilados y pensionados.

No obstante, el diputado oficialista Luis Soteldo, aseveró que los indicadores macroeconómicos del país han ido mejorando «y los motores económicos están en marcha».

Para la diputada opositora Mariela Magallanes, esas mejoras no se ven en la gente, pues a su juicio, han aumentado los casos de muerte por desnutrición y falta de medicamentos.

«El Gobierno es indolente e incapaz y aún así pretende seguir robándole al país», resaltó.

El parlamentario oficialista Julio Chávez, dijo por su parte que efectivamente el Gobierno cometió un error pero «por dejar la economía a merced del mercado capital».

«Avanzamos en lo nacional e internacional, pero en efecto de la economía quedó pendiente», reconoció Chávez.

Dicha actitud fue reprochada por el diputado opositor Miguel Pizarro, «con qué facilidad hablan de cosas pendientes y 6 de cada 10 padres dejan de comer para que sus hijos puedan hacerlo».