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Niño Jesús

Aquella carta al Niño Jesús
Mi carta al Niño Jesús de este año es para pedirle que a todas las mujeres que sufren de maltratos, les traiga el coraje para abandonar a su maltratador. ¡Feliz Navidad!

 

@cjaimesb

Hace un par de días leía en El Pitazo cómo aquella bella tradición infantil venezolana de pedirle regalos al Niño Jesús se ha visto vapuleada por la globalización. Ahora suceden cosas tan extrañas como que hay mamás que le dicen a sus hijos “escríbele a “Santa” lo que quieras que el Niño Jesús te traiga”.

¿“Santa”? Cuando yo era una niña le decíamos “San Nicolás”. Y la verdad es que nunca tuve claro cuál era su papel con los regalos, porque quien los traía, sin lugar a dudas, era el Niño Jesús. Pero la globalización ha impuesto nuevas costumbres, muchas ajenas a nosotros, pero que estamos prestos a hacerlas nuestras. Recuerdo una joven mamá que le decía a su hijita “gorrrdaaa… ¿ya le escribiste la carta a Santaaaa?”, así, arrastrando las consonantes y las vocales… Y después no quieren que se burlen.

En fin, este no es el tema de mi artículo. Es un preámbulo para pedir que no dejemos perder la tradición de que nuestros niños les pidan sus regalos al Niño Jesús. Y otra sugerencia: que entre esa catajarria de regalos, que pidan también para regalarles a los niños cuyos padres no se los pueden comprar. Que desde niños aprendan que hay mayor alegría dando que recibiendo (al menos eso siento yo).

Vuelvo al tema de la carta al Niño Jesús. La carta que más me ha impresionado fue una que me trajo la mamá de unos alumnos míos. La había escrito su sobrinita de siete años. Su hermana, la madre de la niña, desolada, se la había entregado a ella para que la ayudara a decidir qué hacía. Decía algo así:

“Querido Niño Jesús,

No quiero que me traigas regalos porque tengo muchas cosas. Pero… ¿será que tú puedes lograr que mi papá no le pegue más a mi mamá?”.

Yo sentí un escalofrío que me recorrió el cuerpo. “¿Qué crees que debemos hacer?”, me preguntó la desolada tía… “Yo creía que los niños no sabían esto”. ¡Dios santísimo! ¡En Maracay todo ese grupo sabía que el cobarde ese majaba a palos literalmente a esa mujer! Más de una vez llegaba al club con morados alrededor de los ojos. Siempre era una caída, un tropezón, un golpe con algún gabinete. Ella misma alegaba una torpeza que no tenía para excusar al sádico de su marido.

Yo tomé un papel y escribí:

“Querido Niño Jesús,

No quiero que me traigas regalos porque tengo muchas cosas. Pero… ¿será que tú puedes lograr que Fulana acopie las fuerzas que necesita para dejar a Fulano? Ella parece no darse cuenta de que NO es la única maltratada o la única que sufre en su casa”.

Le di la carta a la hermana y le pedí que se la enseñara. “¿Crees que la entienda?”. Me tragué las palabras para no responderle que, si no la entendía, era porque le gustaba que le pegaran y que eso era una patología, pero me reservé el sarcasmo.

No sé cuál de las dos cartas surtió efecto, pero aquella mañana de Navidad, la mujer maltratada acompañada de sus dos pequeños, estacionaba la camioneta frente a la casa de sus padres. Venía cargada de maletas. Una vez más, con morados por el rostro y los brazos, pero con una radiante sonrisa de haber tomado una decisión que la hizo libre.

Así que mi carta al Niño Jesús de este año es para pedirle que a todas las mujeres que sufren de maltratos, les traiga el coraje para abandonar a su maltratador. Feliz Navidad para todas.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Laureano Márquez P. Dic 08, 2020 | Actualizado hace 1 mes
Querido Niño Jesús

Artesanía venezolana, pesebre llanero. Foto Yasmín Moreno en Pinterest, intervenida por Runrunes. 

@laureanomar

Niñito llanero, indio soberano,

ámele cariño, dámele ternura

al venezolano

Cada día que sale el sol una nueva calamidad se cierne sobre mi patria. No se trata de catástrofes naturales impredecibles, sino de adversidades causadas por seres humanos sobre seres humanos, que producen muerte, pobreza, hambre y destrucción, que llevan a miles de compatriotas a huir -como tú- de la tierra que los vio nacer, movidos por la desesperación, en condiciones terribles, desafiando largos caminos, fríos páramos, agobiante xenofobia.

Lindo pajarito que vive en el llano

desde tu piquito dale un pedacito

al venezolano.

Querido Niño Dios: las razones de tantas desgracias se me tornan inexplicables. No sé qué puede haber endurecido tanto el corazón de los que se han convertido en amos y señores del país, para negar al extremo todo aquello en lo que alguna vez dijeron creer y que alguna vez proclamaron defender: libertad, justicia, igualdad, paz, respeto a los derechos humanos (quizá, Jesusito de mi corazón, de tanto asomarse al abismo se transformaron ellos mismos en el peor de los abismos).

Sé, Divino Niño, que es una mezcla de muchas cosas: ambición de poder, ignorancia y maldad en la peor de sus manifestaciones: la crueldad.

Cada día que amanece, como sabes, hay niños desnutridos, gente en la pobreza más atroz, ancianos que han llegado a la vejez sin la dignidad que les corresponde y mueren de hambre solitarios, médicos que pierden la vida por no tener la protección adecuada, demasiadas personas que no cuentan con los servicios esenciales, presos políticos torturados, asesinados, personas ultrajadas en su dignidad humana. Emulando al Faraón de Egipto, donde tu familia vivió también exiliada, los gobernantes prefieren ver a su propia nación arrasada por todas las plagas existentes antes que ceder a lo que demanda la más elemental justicia, mientras ellos en sus palacios viven en el lujo y la abundancia.

Alpargata de oro, cogollito blanco,

no lo desampares, vuelve tu mirada

al venezolano

Santo Niño Jesús:

Te escribo más por desahogarme que para pedirte algo. Sé que este no es un asunto tuyo sino nuestro. Nos diste todo -y en mucha abundancia- como para hacer de nuestro país una versión tropical del Paraíso terrenal, ese que vislumbra Colón en nuestro territorio la primera vez que tocó tierra firme en América. Yo no creo en un Dios que manda rayos para resolver los problemas de sus creaturas, sino en uno que nos dio en el comienzo de todos los tiempos todo aquello que necesitábamos para moldearnos a Su propia imagen, si así lo deseaba nuestro corazón. Si te mando esta carta es para contarte de los dolores que afligen a tus hijos de Venezuela.

Trompo serenito que baila en la mano,

bríndale la calma que tanto le falta

al venezolano.

Querido Niño Jesús:

Se acerca la Navidad, tiempo de adviento y esperanza. Hechos a imagen y semejanza tuya, como hemos sido, no me entrego al desaliento (la herramienta favorita del demonio), que es lo que quieren producir en nuestro corazón aquellos que nos arruinan el destino. Sigo animándome con la obra de la gente de bien, con las noticias que no se conocen de todos los que están ayudando en estos tiempos a que otros sobrevivan y mantengan la fe.

Me lleno de esperanza con los jóvenes talentosos que se preparan, con los músicos, con los médicos, con los que enseñan, con los que cuidan, con los que son perseguidos, con los que comunican su pensar y no se callan, con todos aquellos que persisten en el trabajo honesto a pesar de los riesgos que conlleva, con los artistas que nos hacen pensar que un mundo mejor es posible, con todos los venezolanos que brillan, dentro y fuera de Venezuela.

Pero sobre todo se conecta mi alma con los más humildes, con los que comparten tu pobreza de Belén y sufren sin perder la fe en Ti; que nunca nos olvidemos de ellos, que podamos ayudar a conjurar sus injusticias, dolores y angustias. Que nunca nos venza el desánimo y que podamos hacer algo en pro del bien del prójimo para que las cosas mejoren, cada uno desde el lugar en que nos has puesto. Que esta Navidad sea de esperanza, para la humanidad y para Venezuela.

Recibe toda mi devoción y cariño.

L.

P.S. De todas maneras: ¿no te quedará un rayito por ahí, escondido?

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Papa Francisco pidió concordia para Venezuela en su mensaje de Navidad

EL PAPA FRANCISCO deseó que Venezuela pueda encontrar la “concordia” y que llegue la “reconciliación” a Nicaragua, anhelos que expresó en su tradicional mensaje de Navidad pronunciado desde la Logia central de la basílica de San Pedro.

Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población”, proclamó Francisco.

Además, rogó para que “delante del Niño Jesús, los habitantes de la querida Nicaragua se redescubran hermanos, para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del país”.

Nicaragua y Venezuela fueron los países nombrados por Francisco junto a Yemen, Tierra Santa, Siria, el continente africano y Ucrania en su recorrido por los conflictos en el mundo y sus deseos de paz para esta Navidad.

Francisco subrayó en el mensaje de este año que todos somos hermanos y que las diferencias son una riqueza y no un peligro.

También pidió por “los pueblos que sufren las colonizaciones ideológicas, culturales y económicas viendo lacerada su libertad y su identidad, y que sufren por el hambre y la falta de servicios educativos y sanitarios”.

La esperanza de la Navidad, por Armando Armas

Nacimiento-

 

La verdad es que no soy las persona más religiosa del mundo, pero si algo me queda claro es que la historia se divide antes y después de Cristo por el hecho de su prédica y acción desde el amor, su sacrificio personal por mantener la coherencia con sus ideales, y la organización que hubo luego para consolidar dicha visión/enseñanza/ejemplo a través de la iglesia (o las iglesias).

Hace 2017 años, José y María, una pareja pobre de Judea, llegaba a Belen huyendo de los designios de Herodes, el rey que había ordenado el asesinato de todos los niños por la amenaza del nacimiento del rey de los judíos. Maria ya estaba por dar a luz, cansados de tanto trajinar, con hambre y fatiga, después de haber sido rechazados por los posaderos de la zona al final lograron asentarse en un pesebre.

Entre la noche de ese 24 de diciembre y la madrugada del 25, la joven mujer traería al mundo a quien se convertiría en la esperanza de la humanidad … Al menos eso es lo que nos dicen a quienes crecimos bajo la tradición religiosa del cristianismo.

Con la llegada del

vino la promesa de un mundo mejor. Y esa idea, la idea de la esperanza de un mundo mejor, más allá de las diferencias y/o discrepancias históricas y religiosas que sobre la fiesta de Navidad puedan haber, es la idea que estamos llamados a abrazar el día de hoy.

La prédica de amor y bondad de Cristo hizo de su nacimiento un evento que dividió en dos el tiempo de nuestra era. He allí la esencia de la celebración a quienes pertenecemos a la tradición judeo-cristiana. La celebración del nacimiento de una esperanza que radica en la prédica y el accionar desde el amor.

Un amor tan grande que llego hasta el sacrificio de su propia vida para abrir la posibilidad de redención a todo aquel que se arrepintiera (requisito personalísimo) de sus errores (pecados) y de esta manera liberarlos.

El amor por nuestra familia. El amor por nuestros seres queridos. El amor por nuestros amigos. El amor por nuestra tierra. El amor por nuestras tradiciones, nuestra música, nuestros olores y nuestros sabores.

Algunos de esos amores que hoy en día parecen solo recuerdos que añorar, pero deben ser en realidad los motivos para seguir luchando.

Y es que cada manifestación de amor lleva consigo una semilla de esperanza; y la esperanza es el combustible del alma.

Es imperativo que logremos rescatarla y para ello primero debemos reconocerla hasta en los más pequeños gestos de amor. En los más cotidianos. Que nos alegremos, por ejemplo, con el júbilo de las familias que hoy se reencuentran, bien sea por el retorno de sus seres queridos a sus casas o la visita a otras latitudes a las que han tenido que marcharse buscando oportunidades de vida.

En este sentido no puedo dejar de mencionar a las familias venezolanas de aquellos que fueron injustamente detenidos por luchar por su país.

Soy de los que tiene reservas con el llamado “proceso de negociación” que se está llevando a cabo actualmente entre el régimen de Maduro y la representación de la oposición, pero es un echo irrefutable que hoy por ejemplo, decenas de familias gozarán de una alegría enorme de poder pasar navidad con sus seres queridos, y esto, en buena medida, se debe a este proceso.

Estoy seguro que el día de hoy, a esas familias las embarga un sentimiento de satisfacción y algarabía y tienen, sin duda, la esperanza renovada y a flor de piel. Una esperanza que esperemos sea contagiosa y se propague a todos los hombres y todas las mujeres de buena voluntad para que en el 2018 se produzca el tan añorado cambio para Venezuela.

Ese es mi ruego y esa es mi esperanza de esta navidad.

@ArmandoArmas

Maduro, Doctor Zhivago y el Niño Jesús, por José Domingo Blanco

MaduroySaab

 

¿Por qué el régimen que encabeza Maduro, se ha puesto tan puritano de repente? ¿Qué habrá detrás de estos “arrebatos” de saneamiento y “frenesí” de razzia que está llevando adelante el Fiscal designado por la ilegítima ANC? ¿Tendrá algo que ver la cercanía de la Navidad y la Carta al Niño Jesús que escribirá Nicolás? “Querido Niño Jesús, durante este año 2017 me he portado muy bien. No he robado, ni he dicho groserías. Ayudo a Cilia con las tareas del hogar, saco la basura todas las noches y, antes de acostarme, rezo una oración por sus sobrinos y un rosario para que te acuerdes de los niñitos, como tú, pero que están muriéndose porque no tienen medicinas, ni qué comer, ni dónde dormir…no sé por culpa de quién. Pero, te juro, que, por mi culpa, no es. Es por culpa de los ladrones que estamos descubriendo en PDVSA”.

Me cuesta creer en la honestidad de unos actos de justicia -anhelados desde hace mucho tiempo por los venezolanos que clamamos por la aplicación de todo el peso de la Ley contra los responsables de la miseria y destrucción que vivimos- e imaginar que es ahora, y no durante los casi 4 lustros que llevan enquistados en el poder, que se dan cuenta de que PDVSA fue defalcada, quebrada, destruida y ¡pulverizada! por quienes han tenido la responsabilidad de conducir sus destinos en los últimos años.

PDVSA, como nunca antes en toda su historia, ha sido la meretriz maltratada de estos chulos, que han hecho de ella una piltrafa de la que, ni con las medidas extremas de rescate como las que han anunciado –como, por ejemplo, no más vuelos de sus directivos en los aviones de la empresa o no más boletos en primera clase para viajar a los encuentros en Viena- podrán levantarla de las ruinas en las que la hundieron. Pero resulta que, como Petróleos de Venezuela siempre ha sido la chequera en blanco del régimen y como ahora no tienen de dónde más arañar para seguir llenando las arcas personales, están cortando las cabezas de quienes, guapos y apoyados, dirigieron la petrolera como un conuco expropiado y sin dolientes, del que extrajeron todo lo que pudieron, hasta dejarlo yermo.

Porque para nadie es un secreto –aunque parece que ahora es cuando Nicolás y Tarek William lo descubren- que “gracias” a algunos personeros de este régimen, la corrupción en PDVSA se exacerbó y pasó a ser un modelo replicado en algunas empresas del Estado o en cada una de las industrias del país expropiadas y destruidas por la Revolución. No dudo que, en este momento, los directores de estas empresas rojas-rojitas estén mirándose en el espejo de Eulogio del Pino, o en el del mismo Rafael Ramírez, y en este instante estén poniendo sus bardas en remojo. O anotando en un papelito los nombres de otros implicados, para entregárselo al Sebin y buscar la reducción de la pena, si es que acaso esto no es un teatro del Poder Judicial y Moral, para dar la falsa impresión de probidad.

El asunto es que siempre, por más apegados a la Ley que quieran actuar, por más correctos, impolutos e inmaculados que quieran lucir, me cuesta creer en este acto de rectitud y decencia en el que las cabezas de los corruptos, los corruptos más corruptos de todos los tiempos, están comenzando a rodar, sin importar cuánto amor y fidelidad le declaren en sus perfiles de Twitter a Chávez, el padre de toda la tragedia actual. Porque Chávez, el difunto interplanetario, ya no podrá hacer nada por quienes aseguran que, en su lecho de muerto, antes de exhalar su último respiro, les llamó para ungirlos como los elegidos de su legado y los guardianes de sus secretos.

¿Hasta dónde llegará la depuración encomendada a Tarek, el Fiscalillo? ¿Cuál es la verdadera finalidad de esta cacería de brujos y ladrones? Hay malpensados que aseguran que, como no hay más dólares para robar, necesitan despojar a otros de lo que mal usufructuaron para terminar de raspar la olla antes de que haga implosión el hambre y la extrema pobreza que está matando a los venezolanos y así, poder garantizarse los fondos necesarios por si acaso, alguna vez, tienen que pagar los honorarios de abogados que trataran de demostrar su inocencia ante el Tribunal de La Haya.

Para desconectarme por unas horas de la situación del país, compro una entrada para ver un clásico del cine: Doctor Zhivago. Me siento en la butaca, recordando que, en esencia, la película recrea una historia de amor. Pero, Venezuela y su drama actual, van apareciendo en la medida que se proyecta el film. De pronto, me doy cuenta que el Dr. Zhivago es como una premonición de lo que nos espera. Es la involución que viviremos en 2018 de continuar esta “revolución bolchevique caribeña” que, ahora, solo en apariencia, pretende hacernos creer que, con la depuración de PDVSA están aplicando los correctivos que nos salvarán de la catastrófica situación de hambre, pobreza, miseria y muerte que nos espera … como en la Unión Soviética de la película.

 

@mingo_1

Instagram: mingoblancotv

¡Qué triste! Es Navidad, por José Domingo Blanco

caminando

 

Este será mi último artículo de 2016. Quisiera escribir solo palabras cargadas de optimismo, esperanza y fe porque esta época, por tradición, así lo exige. Además, esas son las cosas que deseamos y merecemos leer: qué todo, a pesar de las circunstancias, saldrá bien. Y que doblegaremos esta crisis y saldremos de ella fortalecidos como personas y como ciudadanos de un gran país. Un país que sigue allí, que lucha por mantener intacta su esencia: con su gente –que, quizá, ya no sonríe- pero que se aferra a sus cosas buenas y bellas a pesar de los esfuerzos de esta nefasta revolución por transformarlas. Retornar a los días en los que las navidades desbordaban de alegría, hallacas, pan de jamón, Ponche Crema, gaitas, aguinaldos, bonitos pesebres, niños bien alimentados estrenando juguetes… donde todo, aunque cueste creerlo, desde que arrancaba diciembre, era celebración.

Pero, si tuviésemos un indicador de entusiasmo decembrino, los números no serían muy buenos. Y, les puedo asegurar que yo no tengo la exclusividad de esta sensación de tristeza. No es fácil sentir eso que llaman el espíritu de la Navidad cuando, al circular por las calles, es cada vez más común ver gente hurgando en la basura, buscando un poco de comida a medio descomponer para saciar el hambre. No son dos o tres personas: son familias completas revisando en los vertederos de desperdicios para encontrar algo que engañe a la necesidad imperativa y fisiológica de comer. No se puede disfrutar la Navidad cuando en el país lo anormal se volvió cotidiano; y la maldad, una virtud que derrocha riqueza y poder.

Cuesta poner el nacimiento o intentar hacer los platos navideños cuando, a diario, chocamos de frente con enormes filas que rodean panaderías, farmacias, automercados y bancos –en estos días aún más por el canje de los billetes de cien y, antes, por la falta de efectivo en los cajeros automáticos o fallas en los puntos de ventas- de las que no están exentos ni ancianos, ni embarazadas, ni enfermos. Venezuela ahora es Cuba, y los regímenes neocomunistas no creen ni en el Niño Jesús, ni en San Nicolás.

Llegamos al mes 12, al último del año, con inmenso desgaste emocional, físico y espiritual. El régimen juega con nuestras psiquis buscando enloquecernos o doblegar nuestro temple. Dictan medidas que, lejos de resolver problemas, los agrava a niveles escandalosos para hundirnos aún más en una miseria que sí ha sido muy socialista a la hora de distribuirse. Porque la perversidad del desgobierno queda en evidencia con cada anuncio de Nicolás y su gabinete. La sevicia de sus actuaciones se refleja en las caritas preocupadas de los niños de mi país, que sacaron los juguetes de las cartas al Niño Jesús y escriben pidiendo comida. La indolencia e ineptitud de este régimen queda demostrada con cada diabético o hipertenso sentenciados a muerte porque no encuentran sus medicinas. Porque, vivir en Venezuela se ha vuelto en una eterna prueba de resistencia, con retos que limitan con lo sórdido y que pueden costarnos la vida.

No me atrevo a hacer un recuento del 2016, ni mucho menos pronosticar qué pudiera depararnos el año venidero. Porque sabemos que tanto el recuento como el pronóstico son desgarradores. A quienes nos duele Venezuela, hemos sentido en carne viva sus heridas, sus llantos, sus destrozos, sus violaciones y sus muertes injustas. Hemos enfurecido ante el descaro de un Estado que se oxigena con cada decisión que toma y que alguna de las oposiciones secunda. Porque solo nosotros, a quienes nos duele el país, lo sufrimos con cada negociación turbia o con los nuevos –y cada vez más numerosos- hechos de corrupción. Estamos malviviendo y a esta categoría se suman cada vez más venezolanos. Nuestro futuro se resume a apenas unas horas, en las que cualquier cosa puede intervenir para cambiarlo de forma radical. Nos hemos transformado en una sociedad empobrecida, temerosa, enferma y hambrienta. Nos han convertido en ciudadanos de cuarta y, saben qué es lo más triste: ¡lo hemos aceptado! Hoy los venezolanos somos los antípodas de los venezolanos que alguna vez fuimos.

Por los momentos, solo me atrevo a abogar por un futuro capaz de sumar años a nuestros planes a largo plazo. Un mañana limpio de perversidad y ambiciones. A rogarle al Niño Jesús que nos traiga la resiliencia suficiente para superar estas adversidades y las agallas necesarias para combatirlas. Y para nuestros dirigentes, los de ambos bandos, la erradicación de sus ambiciones personales, en aras del bienestar de todos los que hacemos vida en esta enorme, grandiosa, hermosa; pero, destruida nación.

Nos vemos en 2017…

 

@mingo_1

 

Los Runrunes de Bocaranda de hoy 15.12.2016: BAJO – 2017
BAJO
NAVIDAD:

Como es costumbre por estas fechas nos tomamos un descanso familiar para retornar con nuevos bríos el año próximo. Vaya a todos mis queridos, consecuentes y apreciados lectores los mejores votos por una Navidad llena de salud, de esperanza y de la mejor alegría que hoy podemos ofrecer a los nuestros: compartir con ellos lo poco o mucho que tengamos. La solidaridad ante lo que es un país en ruinas, saqueado sin escrúpulos y convertido en cualquier paupérrimo caserío del siglo XIX de la Venezuela rural, es clave para salir adelante como pueblo valiente, con gestas de independencia propias y ajenas, como trabajadores que con esfuerzo surgimos antes de que el excedente de dinero petrolero corrompiera a los flojos reconcomiados y a buena parte de vividores locales y globales.

Quiera el Niño Jesús prodigar sus bendiciones a todos los hogares venezolanos. Que sea Él quien nos cuide ante tanta violencia oficial y logre la anhelada paz, el diálogo fructífero y el encuentro de todos los venezolanos. Que el 2017 sea el año de un alegre despertar para todos los corazones que laten en nuestra querida Venezuela…

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¿A dónde se fue la Carta de Navidad?, el nuevo libro infantil de Nacho Palacios con ilustraciones de Leo Nieves

lacartadenavidad

 

¿A dónde se fue la Carta de Navidad? es el título del nuevo cuento de Nacho Palacios y Leo Nieves, la segunda parte de ¿A quién se le escribe la Carta de Navidad?, publicado a finales de 2015, también de la mano de Ediciones B.

En este segundo cuento, al día siguiente de escribir su Carta de Navidad, Clarisa y Andrés descubren que ha desaparecido y se preguntan: ¿quién se la llevó?, ¿a dónde se fue?, ¿qué pasa ahora?. ¡Y una vez más sus dudas quedarán resueltas gracias a una mágica experiencia!

Nacho Palacios y Leo Nieves (creadores de Meollo Criollo) decidieron hacer esta segunda parte “debido al gran impacto que tuvo el primer libro y a la cantidad de niños que nos preguntaban qué pasaba con la carta después de escrita. Entre esos niños cuentan sus hijos menores: Clarisa es hija de Nacho y Andrés de Leo; nombres de los protagonistas. “Ellos representan a todos los niños que en todas las familias bombardean a sus padres con preguntas acerca de Santa y el Niño Jesús”.

Las historias fueron escritas por Nacho Palacios y Leo Nieves estuvo a cargo de las ilustraciones. Nacho nos cuenta que en la Navidad del año 2013 sus hijas le preguntaron si quien traía los regalos eran Santa y el Niño Jesús y se dio cuenta que no hay ninguna versión oficial al respecto. “Cuando le pregunté a varios conocidos sobre el tema, cada quien inventaba sus propias historias, así que pensé que debería existir una versión en la que ambas tradiciones se complementaran, pero que también respetara el sentido católico de la Navidad. Escribí el primer cuento y le propuse a Leo hacerlo y le encantó la idea.

¿A dónde se fue la Carta de Navidad? acerca a toda la familia, de manera original y divertida, a una de las tradiciones más importantes de la época navideña y es una excelente opción de regalo para los más pequeños de la casa que ya está disponible en las principales cadenas de librerías a nivel nacional.