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Lula da Silva

“Guaidó ya no es nada en Venezuela”: Lula criticó que Bolsonaro reconozca a Belandria como embajadora
Lula ganó la primera vuelta de las elecciones con un 48,4 % de los votos, frente al 43,2 % que obtuvo Bolsonaro, con el que se medirá en el balotaje del próximo 30 de octubre

 

Este jueves, 20 de octubre, el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en las elecciones de Brasil, afirmó que el opositor venezolano Juan Guaidó, a quien el Gobierno de Jair Bolsonaro reconoce como «presidente legítimo», «ya no es nada» en Venezuela.

«Es increíble que la embajadora de Venezuela en Brasil sea la embajadora designada por Guaidó», María Teresa Belandria, que «no representa a Venezuela, ni a Guaidó, que ya no es nada en Venezuela», señaló Lula en una rueda de prensa en un hotel de Río de Janeiro.

Da Silva reaccionó así por un video publicado el martes por el presidente Bolsonaro, candidato a la reelección, en el que pidió disculpas, en compañía de Belandria, por insinuar que unas jóvenes migrantes venezolanas refugiadas en Brasilia ejercían la prostitución.

La polémica surgió a partir de unas declaraciones del jefe de Estado en una entrevista en la que relató que, durante un paseo en moto por la periferia de la capital brasileña, vio en una esquina a unas muchachas venezolanas muy «arregladas» que, según él tenían entre 14 y 15 años.

Ante el revuelo generado, Bolsonaro se disculpó públicamente por ese video y aseguró que sus palabras fueron «tergiversadas» y sacadas de contexto por la oposición.

Lula afirmó incluso que su adversario tuvo un «comportamiento de pederasta».

Clima electoral en Brasil

Este jueves, el antiguo tornero mecánico expresó además que Bolsonaro usó a Belandria para «intentar convencer» y «hablar» con las menores y las familias de estas con la intención de que «contasen cosas favorables» del actual gobernante.

Lula ganó la primera vuelta de las elecciones con un 48,4 % de los votos, frente al 43,2 % que obtuvo Bolsonaro, con el que se medirá en el balotaje del próximo 30 de octubre.

Las últimas encuestas dan como favorito al dirigente progresista, con una ventaja de unos cinco puntos sobre el líder ultraderechista, que viene reduciendo la distancia de forma tímida.

Bolsonaro tiene como una de sus estrategias de campaña vincular a Lula a los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega, y de Venezuela, Nicolás Maduro, cuyos países han caído «en las garras del comunismo«, según el mandatario.

*Con información de Efe

Informe Otálvora | Brasil es el objetivo castrochavista para 2022

Foto: Lula da Silva durante el lanzamiento de su candidatura presidencial. De espaldas Alberto Fernández y Cristina de Kirchner el 10DIC21 en Buenos Aires. Foto: Casa Rosada Presidencia Argentina.

Garantizar un triunfo electoral de Lula da Silva el 02OCT22 o provocar un golpe de Estado contra Jair Bolsonaro ha sido expresado por sectores de la izquierda brasileña.

 

@ecotalvora

Imponer el retorno de Lula da Silva a la presidencia de Brasil es el gran proyecto actual de la izquierda continental. Garantizar un triunfo electoral el 02OCT22 o provocar un golpe de Estado contra Jair Bolsonaro ha sido expresado por sectores de la izquierda brasileña.

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El 16DIC21 las organizaciones radicales Movimiento de los Sin Tierra y Movimiento de los Sin Techo, dirigidas por João Pedro Stédile y Guilherme Boulos, iniciaron una fase de calentamiento de las calles del país. Ambos dirigentes, quienes formalmente no pertenecen al partido PT, son piezas operativas de Lula da Silva. Usando las siglas MLB (“Movimiento de lucha en barrios, villas y favelas”), los aliados de Lula ordenaron la toma de supermercados en una decena de capitales estadales del país desde la amazónica Belem do Pará, la nordestinas Aracajú, Fortaleza, Natal y Salvador, hasta la sureña Porto Alegre, incluyendo acciones en São Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte. “Navidad sin hambre” es la consigna bajo la cual iniciaron tomas de hipermercados.

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El exsacerdote brasileño Leonardo Boff, uno de los iniciadores de la infiltración marxista en la Iglesia católica conocida como “Teología de la Liberación” y confidente de Lula da Silva, tuiteó el 15DIC21 un llamado a un golpe de Estado contra Jair Bolsonaro.

“Nunca entendí por qué se espera un impeachiment (sic) para apartar al innombrable. Él cometió todos los desatinos (…) ¿no son razones suficientes para sacarlo del poder?”.

El tuiteo de quien funge como asesor ambientalista del Vaticano, además de hacer un llamado a la ruptura constitucional en Brasil, es una interesante demostración del manejo propagandístico que la izquierda utiliza para referirse a los procesos de enjuiciamiento contra presidentes cuando se trata de sus propios sus fichas. En Brasil, en un proceso análogo al existente en EE. UU., los presidentes son enjuiciables y destituibles mediante un juicio político por parte del poder legislativo. Con base en normas constitucionales, el Congreso de Brasil destituyó en 2016 a Dilma Rousseff en lo que la izquierda mundial sigue calificando como un “golpe de Estado”.

El omnipresente aparato propagandístico de la izquierda ha logrado imponer esa narrativa a los procesos de enjuiciamiento y destitución, contemplados en las respectivas constituciones, que dieron final a los gobiernos de los izquierdistas Manuel Zelaya de Honduras en 2009 y de Fernando Lugo de Paraguay en 2012 y que unas semanas atrás fue intentado contra Pedro Castillo en Perú.

Cuando los presidentes de izquierda son destituidos, la izquierda denuncia “golpe de Estado”; cuando los presidentes izquierdistas renuncian ante las protestas populares y piden que les permitan abandonar el país, como Hugo Chávez en 2002 y Evo Morales en 2019, también suelen denunciar de “golpe de Estado”.

Careciendo de fuerza parlamentaria para enjuiciar y destituir a Bolsonaro, el confesor de Lula está llamando a un golpe de Estado en Brasil. En todo caso, las fuerzas militares y las calles de Brasil no parecieran sumarse al plan golpista del ex franciscano.

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El lanzamiento de la candidatura de Lula da Silva a la presidencia de Brasil tuvo lugar el 10DIC21 en Buenos Aires. La expresidenta, actual vicepresidenta y jefa política del gobierno argentino, Cristina de Kirchner, tomó la palabra en un acto en la Plaza de Mayo supuestamente dedicado a exaltar el “Día de la Democracia”, en el cual participaba su presidente Alberto Fernández y como invitados de honor en la tribuna fueron sentados Lula da Silva y un somnoliento Pepe Mujica. Kirchner fue la encargada de proclamar la candidatura de Lula y pronosticar su victoria. Los militantes kirchneristas que asistía al acto oficialista desplegaron banderas de Brasil y pancartas con el texto “Lula Presidente”.

Al día siguiente, Lula fue el orador en un evento convocado por las organizaciones sindicales argentinas CGT y CTA. Para evidenciar que él, el gobierno argentino y la izquierda chilena están trabajando en forma coordinada, Lula en su discurso dijo “vamos a reconquistar Chile”, en abierto apoyo a la candidatura del izquierdista Gabriel Boric quien pasó a la segunda vuelta presidencial a celebrarse el 19DIC21. La “no injerencia en asuntos de otros países” que tanto reclama la izquierda no es una medicina que la izquierda guste tomar.

Como ya ocurrió en Perú, con las elecciones del 06JUN21, la izquierda chilena en general está concentrada alrededor de Boric, quien amenazaba seriamente con llegar a la Presidencia de Chile (…como en efecto ocurrió).

En Brasil aún algunos analistas ponen en duda la candidatura de Lula. Pero desde el exterior, desde la alianza castrochavista continental, es una certeza que está trabajando para colocar nuevamente en el Palacio de Planalto a su aliado.

Por cierto, la invitación de Alberto Fernández para que Lula fuera a Buenos Aires para exaltarlo y condecorarlo, habría provocado que Jair Bolsonaro, quien hasta el 17DIC21 ejercía la presidencia semestral del Mercosur, decidiera suspender la prevista Cumbre presidencial presencial, regresando al esquema de una reunión vía teleconferencia. Fernández y Bolsonaro nunca han sostenido una reunión personal y se estimaba que el viaje del argentino a Brasilia sería la ocasión para romper el hielo.

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Los hermanos Ortega Murillo emprendieron el 06DIC21 un viaje a Rusia y China en procura de ampliar los compromisos de apoyo a la dictadura encabezada por su padre.

El 10DIC21 en Tianjin, el viceministro de Relaciones Exteriores de China, Ma Zhaoxu, suscribió una declaración con Laureano y Rafael Ortega Murillo, hijos de Daniel Ortega y Rosario Murillo y encargados del entramado de negocios de la probablemente familia más rica de Nicaragua. Minutos antes, el canciller de Ortega, Denis Moncada, había anunciado desde Managua la ruptura de relaciones con Taiwán, el restablecimiento de relaciones con China y el desconocimiento de Taiwán como un país independiente. Esto último es una declaración obligada para cualquier gobierno que aspire a comenzar a recibir financiamiento de Pekín.

La decisión de los Ortega-Murillo de mantenerse a toda costa en el poder con un fraudulento proceso electoral, apoyados por Rusia y China, significa la ampliación de la presencia política china en Centroamérica. La decisión de los Ortega-Murillo pudiera ser acompañada por Honduras a partir del 27ENE22, fecha de cambio de gobierno en Tegucigalpa. La presidenta electa hondureña, Xiomara Castro, ha prometido abrir relaciones con China con el consecuente desconocimiento de Taiwán.

Rápidamente China está colocando sus piezas en el continente americano y esto no tiene solo connotaciones comerciales o diplomáticas. Centroamérica está viendo incrementarse el número de gobiernos desafectos a EE. UU. y dispuestos a avanzar en acuerdos militares con Rusia y China. De hecho, Nicaragua es una ya probada base de apoyo logístico para bombardeos estratégicos rusos. En el caso de Honduras, la llegada al poder de Xiomara Castro, esposa de Manuel Zelaya, podría significar la ruptura de los acuerdos que permiten la presencia del Comando Sur de EE. UU. en la base aérea José Enrique Soto Cano (Palmerola).

En el vecino El Salvador, el mandatario Nayib Bukele construye su propia versión de un gobierno hegemónico, sin relación con la alianza castrochavista, enfrentado a EE. UU. y listo para abrir puertas a China y Rusia.

Por ahora, el gobierno de Joe Biden decidió continuar con una línea de presión sobre los Ortega-Murillo con sanciones a los jerarcas del régimen. Sobre El Salvador, Biden optó por retirar financiamiento al gobierno de Bukele y sancionar a funcionarios del gobierno salvadoreño. En cuanto a Honduras, la Casa Blanca intenta aproximarse a la nueva mandataria jugando la carta de mantener buenas relaciones, misión encomendada a la vicepresidenta Kamala Harris.

China anda mostrando su billetera y los gobiernos de Centroamérica, como ya otros del resto del planeta, están necesitados de recursos. China quiere mostrar músculo de potencia militar y anda en procura de potenciales bases en ultramar.

Por cierto, los deseos del gobierno de Uruguay, que no es de izquierda, de negociar individualmente un acuerdo comercial con China está dinamitando al Mercosur. En la cumbre presidencial del 17DIC21, el gobierno uruguayo no suscribió la declaración del encuentro y vetó la planeada reducción de aranceles del grupo condicionándola a que se le permita avanzar con el acuerdo chino.

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El 13DIC21 el gobierno de Cuba anunció la llegada de Nicolás Maduro a La Habana. Se trataba de la segunda visita de Maduro a la isla en menos de dos semanas. Poco después, aterrizaron en el aeropuerto José Martí, dos aviones procedentes de Bolivia: el jet presidencial Falcon 900 y un C130H Hércules. Las aeronaves de la Fuerza Aérea Boliviana transportaban al presidente boliviano Luis Arce y a su comitiva la cual habría llevado algunas donaciones para el gobierno cubano.

Maduro y Arce se juntaron al día siguiente al anfitrión Mario Díaz-Canel, junto al nicaragüense Daniel Ortega de Nicaragua, al primer ministro de San Vicente y Granadinas y gran operador castrochavista en el Caribe Ralph Gonsalves, el primer ministro de Granada Keith Mitchell y los enviados de los gobiernos de Santa Lucia, Antigua y Barbuda y San Cristóbal y Neves.

El propósito del encuentro fue celebrar los 17 años de la creación del mecanismo de la “Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos”, conocido como ALBA. El mecanismo mediante el cual Fidel Castro y Hugo Chávez compraban respaldos políticos en el Caribe distribuyendo petróleo y dólares venezolanos, es hoy uno de los frentes de acción política internacional de las dictaduras castrochavistas con especial interés en la zona caribeña.

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La presencia del ministro de Exteriores de Santa Lucía, Alva Romanus Baptiste, fue especialmente resaltada por los medios de propaganda de los gobiernos de Caracas y La Habana. Santa Lucía, desde 2016 durante el gobierno de Allen Chastanet, mantuvo una línea de acción internacional de defensa de la democracia, retirándose del mecanismo del ALBA y formado parte activa en el Grupo de Lima sobre Venezuela. Las elecciones del 26JUL21 marcaron el retiro de Chastanet del cargo de primer ministro y la elección de Philip J. Pierre del Partido Laborista de Santa Lucia.

La investigadora venezolana sobre temas caribeños Mirna Yonis, consultada para este informe, ratificó que el cambio de mandatario en Santa Lucía, con el ascenso “de una tendencia política más de izquierda (dentro del mapa político caribeño no hispano)” explica que nuevamente la isla forme parte del ALBA, respalde al régimen de Nicolás Maduro y Daniel Ortega y esté votando en la OEA en línea con los gobiernos de izquierda.

Santa Lucía es otra de las piezas del tablero americano que recientemente ha cambiado de bando.

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El gran cantautor español Joan Manuel Serrat anunció su retiro de los escenarios. Para no despedirse a la francesa, Serrat estará de gira desde la primavera hasta el fin de año del 2022. Y la selección de los lugares donde Serrat se presentará y en los que no se presentará en América son señales del tiempo corrido y de los tiempos que corren. Serrat no irá a Cuba a donde en 1975 llegó en plan de rebeldía. Serrat no irá a Venezuela (ni a Caracas ni a Mérida) a donde tantas veces fue cuando acostumbraba descansar su cigarrillo encendido entre las cuerdas de la guitarra. Serrat no irá a México donde vivió su exilio. Serrat prefirió despedirse del público de este lado del Atlántico desde EE.UU. (Nueva York y Miami) con pasada por Bogotá y Buenos Aires. “Gran pagano se hizo hermano de una santa cofradía” reza uno de los poemas de Antonio Machado que Serrat musicalizó y publicó como disco en el ya lejano 1969.

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Termina el pandémico año 2021. Gracias a quienes siguen el Informe Otálvora, con independencia de su posición política o ideológica y, desde los más disímiles lugares del planeta. Nuestros mejores deseos para ustedes en el próximo año. ¡Una buenas Pascuas!

Artículo publicado previamente en Diario Las Américas

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Alejandro Armas Abr 09, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Otra pésima disyuntiva en Brasil

Jair Bolsonaro y Lula Da Silva , la inminente disyuntiva en Brasil. Foto en Ciudadccas

@AAAD25

Para esta columna ha llegado un momento de pausa en la discusión de la tormentosa política venezolana. No obstante, los temas que vienen a continuación no son ajenos a nuestro país ni están libres de gravedad. Al otro lado de la serranía de la Neblina, en Brasil, el panorama se enrarece y se hace muy difícil saber qué hay más adelante, como si la bruma que da nombre al hito fronterizo se extendiera, impenetrable, a través de la Amazonía, el Mato Grosso y hasta las pampas meridionales. Una democracia saludable no debería estar en esas condiciones cuando se acercan unos comicios, momento tenso por lo general.

Nuestro vecino del sur va a elecciones presidenciales a finales del próximo año. Jair Bolsonaro, al igual que casi todos sus predecesores desde la aprobación de la Constitución de 1988, quiere repetir. Hasta hace poco, parecía estar bien encaminado hacia su objetivo, en parte debido a la ausencia de un retador que entusiasme a los votantes. Como todo populista, Bolsonaro genera una polarización enorme. Sus detractores bien pueden constituir una mayoría y estar muy comprometidos con sacarlo del Palácio de Planalto, pero no están cohesionados en torno a un movimiento, ni hablar de un dirigente común. Además, aunque Bolsonaro tenga las debilidades del típico populista, también goza de los beneficios, incluyendo a una base de leales seguidores.

Pero la cosa cambió. El expresidente Luiz Inácio «Lula» da Silva fue exonerado de las condenas judiciales en su contra por un magistrado del Supremo Tribunal Federal brasileño. No es que Lula ahora esté libre de señalamientos de corrupción, sino que el susodicho juez alegó que la corte que lo había sentenciado no tenía competencias para el caso. En fin, sea como sea, el punto es que Lula ahora está técnicamente habilitado para disputarle la presidencia a Bolsonaro. Y por los vientos que soplan, lo hará, a menos que su suerte judicial vuelva a oscurecer.

¿Y por qué no lo haría? Algunos sondeos de opinión lo ponen por encima de Bolsonaro en intención de voto. Además, regresar al poder le brindaría un blindaje adicional contra cualquier cuenta pendiente con la justicia. De eso sabe mucho su buena amiga Cristina Fernández de Kirchner.

Tal vez recuerdan los comicios presidenciales de 2018, en los que Bolsonaro, otrora considerado un actor secundario de la política brasileña y más risible que peligroso, dejó al mundo atónito con su ascenso meteórico hasta la cima. Fue catapultado hasta allí por coletazos de la última crisis económica latinoamericana, el descontento con una elite política casi universalmente corrupta y las debilidades de su contrincante en segunda vuelta, Fernando Haddad, el nada inspirador candidato de la izquierda.

Esa elección me pareció una de las más terribles que he visto en el tiempo que llevo como observador de la política mundial.

Los dos contendientes eran impresentables. El uno, por populista ultraconservador y admirador de dictaduras. El otro, por fantoche de un partido bajo cuya égida la corrupción en Brasil llegó a niveles exorbitantes y se hizo la vista gorda con regímenes autoritarios de izquierda en América Latina.

De consolidarse la disyuntiva entre Bolsonaro y Lula, el panorama no sería menos desolador. Muy a pesar de lo que uno lee a veces en la prensa o escucha en boca de activistas de izquierda, ni Bolsonaro es un dictador ni Brasil se ha convertido en una dictadura. Pero eso no significa que la situación no sea peligrosa. Hay que saber distinguir entre un líder con rasgos autoritarios y un régimen autoritario. Bolsonaro es lo primero, pero no encabeza lo segundo, sino una democracia frágil. Y todo indica que en la medida en que se acerca una elección que pudiera ser más reñida que lo esperado, los instintos antidemocráticos del Presidente se refuerzan. Bolsonaro ha repetido las denuncias disparatadas de la extrema derecha norteamericana sobre fraude electoral en Estados Unidos como si fueran ciertas e insinuado que algo similar pudiera ocurrir en Brasil. Su hijo, el influyente congresista Eduardo Bolsonaro, criticó el asalto al Congreso estadounidense por una turba de seguidores de Donald Trump… ¡Pero porque no se organizó bien ni cumplió su objetivo de desconocer la derrota del líder!

Todo esto ocurre en un ambiente bastante turbio, con rumores de que al menos una parte del alto mando militar brasileño está bastante descontenta con la exoneración de Lula y dispuesta a intervenir para evitar que vuelva a la presidencia. Tengamos en cuenta que aunque las Forças Armadas no se han vuelto un brazo castrense del bolsonarismo, sí tienen un papel atípicamente influyente en la política nacional, con casi una decena de ministerios y otras posiciones clave, como la dirección de la estatal de hidrocarburos Petrobras. La información sobre posible politización de uniformados se volvió más inquietante con la renuncia del ministro de Defensa de Bolsonaro la semana pasada, acompañada por un comunicado en el cual el funcionario reafirmó el papel institucional de las Fuerzas Armadas como deber ser, y seguida por las dimisiones de los jefes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.

A Bolsonaro lo llaman el «Trump del trópico». Fonéticamente, esa es una bonita aliteración. Conceptualmente, una advertencia alarmante. No es de ninguna manera descabellado pensar que Bolsonaro intente repetir las tropelías del expresidente norteamearicano en caso de un resultado electoral desfavorable. En Washington la arremetida llegó más lejos que lo que muchos imaginamos. No sé qué quedará para Brasil, cuyas instituciones son mucho más endebles.

Volvamos ahora la mirada a Lula. El problema con él es distinto. Aunque sus raíces están en la izquierda populista y filocastrista, una vez en el poder Lula no manifestó conductas autoritarias dignas de notar. Excepto quizá por el Frente Amplio uruguayo, el suyo fue el más democrático de los gobiernos de la «marea rosa» latinoamericana. Muy distinto a Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa. Incluso evitó la agresividad y polarización que han caracterizado a Cristina Fernández de Kirchner. Pero el crecimiento económico durante su mandato fue un espejismo de prosperidad, seguido por una crisis fuerte que, para su fortuna, no le estalló a él, sino a Dilma Rousseff, su delfín.

Ni hablar de la corrupción, que anduvo a sus anchas. Petrobras y, sobre todo, Odebrecht, se volvieron sinónimos de negocios pingües pero sucios. La diplomacia de Lula ayudó a exportar dichos tratos a lo largo y ancho de América, incluyendo, desde luego, a Venezuela. Acá la lista de obras de infraestructura encargadas a Odebrecht y nunca concluidas, pese a los millones asignados, es bien conocida. Desde la represa hidroeléctrica de Tocoma en el Caroní, pasando por una nueva línea del Metro de Caracas hasta el segundo puente sobre el Lago de Maracaibo.

Por último, tenemos las simpatías de Lula hacia el castrismo y su indiferencia ante la pérdida de la democracia en Venezuela. Si usted cree que ello se debe a que, cuando Lula dejó el gobierno en 2011, lo peor que deparaba la política venezolana estaba aún por venir, piénselo dos veces. La semana pasada, en una entrevista televisiva, Lula aseveró que «no se puede decir que en Venezuela no haya democracia». Pensaba que, devuelto al poder, Lula tendría una posición ante el chavismo como la de Andrés Manuel López Obrador o Alberto Fernández, lo cual hubiera sido malo. Tras esas declaraciones recientes suyas, creo que sería peor.

Me considero un admirador empedernido de la cultura brasileña. Muero por degustar una feijoada. Adoro las novelas de Machado de Assis y Clarice Lispector. Cuando me quiero relajar, acudo a la bossa nova de Tom Jobim y João Gilberto. Disfruto las películas de Glauber Rocha y Nelson Pereira dos Santos. Por eso, cada vez que paso cerca del Instituto Cultural Brasil-Venezuela, y veo el abandono en que yace tras sus muros de empedrado portugués, mi dolor es inmenso. Pero si el precio para su rehabilitación es un gobierno en Brasilia indolente hacia la calamidad venezolana, prefiero esperar por tiempos mejores, en una Venezuela libre, para volver a ese recinto.

Creo que no tengo que decirle a usted, amigo lector, cuál desenlace de la elección presidencial brasileña sería más favorable para la causa democrática venezolana.

Tampoco que la dirigencia opositora tiene que mantener buenos lazos con el gobierno brasileño mientras sea posible. Pero eso no quiere decir que los ciudadanos venezolanos tengamos que hacer activismo a favor de candidatos terribles por allá. Me causa mucha gracia que nuestros derechistas más exaltados estallen en cólera ante cualquier crítica a Bolsonaro, muy a pesar de su talante despótico. O que la izquierda postchavista reproche a la oposición estar «llena de odio» cuando repudia a Lula, muy a pesar del comportamiento del expresidente hacia Venezuela. Como si de todas formas los venezolanos fuésemos quienes vamos a decidir esa elección. Yo, al menos, no le hago propaganda a impresentables. Prefiero limitarme a estudiar desapasionadamente la situación y a esperar lo mejor. Para Brasil y para Venezuela.

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Juez del Supremo de Brasil anula las condenas contra Lula da Silva y restablece su derecho a presentarse a una elección
Con esta decisión, si el pleno de la Corte Suprema respalda el fallo, Lula da Silva podría volver a aspirar a la presidencia de Brasil

 

Este lunes, 8 de marzo, el juez Edson Fachin, de la Corte Suprema de Brasil, anuló todas las sentencias de cárcel dictadas en primera instancia contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien ahora deberá ser juzgado por tribunales federales.

La decisión de Fachin se refiere a tres procesos en que Lula fue juzgado por un tribunal de primera instancia de Curitiba, a cargo del entonces juez Sergio Moro, quien no tenía en su momento «competencia jurídica» para analizar esos casos, según explicó el propio Supremo, cuyo pleno deberá confirmar esa decisión.

De acuerdo a la decisión de Fachin, responsable en el Supremo de la operación anticorrupción Lava Jato, por la cual fue procesado el expresidente, esos tres casos deberán pasar ahora a la órbita de la Justicia federal en Brasilia, la cual decidirá sobre el curso de cada uno de los casos.

En el primer caso, Lula fue condenado a 12 años de prisión, que fueron 17 años en el caso referido a la casa de campo.

De esta manera, el expresidente recuperó sus derechos políticos que había perdido en 2018, al ser condenado por una corte de segunda instancia en el marco de la causa de Guarujá, por la que también estuvo preso durante 19 meses. Como consecuencia de esa y la condena de segunda instancia por la casa de campo, no pudo competir en los comicios de ese año, cuyas encuestas lideraba y que finalmente fueron ganados por Jair Bolsonaro.

Finalmente fue puesto en libertad el 8 de noviembre de 2019 luego de que la Corte Suprema determinara que las penas de prisión empezarán a cumplirse solo cuando el acusado agote todos los recursos disponibles.

La decisión de Fachin deberá ser analizada en el pleno de la Corte Suprema, que tiene un total de once miembros, y que aún no ha sido convocado para analizar el caso.

Si el pleno respalda el fallo de Fachin, que se apoya en lo que califica como “error procesal” por “falta de competencia”, Lula recuperará sus derechos políticos y hasta podría volver a ser candidato presidencial en 2022.

De acuerdo con las leyes electorales, Lula perdió esos derechos en 2018, cuando fue confirmada en segunda instancia una de las condenas que fueron anuladas este lunes por el juez Fachin.

*Con información de EFE y El Espectador.

Confirman condena de 17 años de cárcel contra Lula da Silva
El fallo contó con el voto por unanimidad de los tres jueces de la octava sala del Tribunal Regional Federal de la IV Región

La justicia brasileña rechazó la apelación de Lula da Silva, expresidente de ese país, y ratificó el fallo de noviembre del 2019 por una condena de más de 17 años de prisión.

Sobre Lula da Silva pesan acusaciones por corrupción pasiva y blanqueo de capitales.

El fallo se emitió por teleconferencia y contó con el voto por unanimidad de los tres jueces de la octava sala del Tribunal Regional Federal de la IV Región.

De acuerdo con una nota de 2001, los jueces rechazaron la apelación de la defensa de Lula da Silva y confirmaron la condena impuesta a fines del año pasado.

Asimismo, el tribunal desestimó la apelación para aclarar las mociones presentadas por el expresidente.

Por otra parte, hay otros cuatro acusados condenados en el proceso relacionado con el Sítio de Atibaia (SP), dentro del alcance de la Operación Lava Jato.

Lula da Silva había sido sentenciado a 17 años y un mes de cárcel por un tribunal que consideró probado que recibió de las constructoras Odebrecht y OAS obras valuadas en unos 175.000 dólares.

EFE Nov 16, 2019 | Actualizado hace 4 años
Lula invita a sus seguidores al Festival Lula Libre
El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva invitó este sábado a sus seguidores a participar en el Festival Lula Libre, que se realizará el domingo en la ciudad de Recife. 
Este será el primer gran acto público que realizará el ex-mandatario luego de haber salido de prisión. 

En la capital de Pernambuco, se espera que Lula se confirme como principal figura opositora del presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro.

El noreste es la tierra más querida del exmandatario -nació en el municipio de Caetés, Pernambuco, en 1945- y como hijo de la región y conocedor en carne propia de sus carencias, es donde cuenta con el mayor numero de seguidores.

«Es mañana. Lula libre en Recife», publicó el mandatario en los portales de sus redes sociales, junto con la imagen de un afiche que promociona el evento con su imagen y con la frase «haga parte del festival que es un símbolo de la lucha por la justicia para Lula».

 

El festival, un homenaje para el exmandatario que estaba programado desde cuando Lula estaba preso, será gratuito y tendrá más de 40 atracciones culturales, la mayoría presentaciones musicales de artistas como los reconocidos Chico César, uno de los íconos de la música popular brasileña y el grupo brasileño-mexicano Francisco el hombre.

 

No es la primera vez que se realiza un festival de este tipo en homenaje a Lula.

El Partido de los Trabajadores (PT), formación de Lula, ha organizado varios de estos eventos en diferentes ciudades del país, especialmente en Río de Janeiro y Sao Paulo para apoyar a su líder.

«Hoy, el Festival Lula Libre es un símbolo de la lucha por la justicia para Lula conocido en todo el país. Como en la dictadura, el festival trae la música como una forma de resistencia y politización en la lucha por la libertad del expresidente. Estas son canciones de protesta para denunciar que tuvimos un preso político en Brasil por más de 550 días», señaló el comité organizador del Festival.

 

Lula salió de prisión el pasado 8 de noviembre tras permanecer durante año y medio en la cárcel, por el caso de Lava Jato, tras una decisión de la Corte Suprema de Justicia que determinó que la prisión de una persona condenada antes de que se agoten todos los recursos es inconstitucional.

 

El expresidente estaba tras las rejas desde el 7 de abril de 2018, cuando comenzó a cumplir una pena de ocho años y diez meses por corrupción tras ser condenado en tercera instancia, acusado de recibir a manera de soborno un apartamento de playa de la constructora OAS a cambio de beneficios para la adjudicación de contratos con Petrobras.

No obstante, a Lula aún le resta una apelación que ya ha presentado ante la Corte Suprema, que todavía no se ha pronunciado.

Fuente: EFE

Maduro celebra en vivo la excarcelación de Lula, un gran líder del mundo
Se mostró sonriente, aplaudiendo y gritó varios «viva Lula» desde el palacio presidencial de Miraflores

Nicolás Maduro celebró este viernes en tiempo real la excarcelación del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, a quien llamó «líder humanista, antineoliberal y mundial».

«El pueblo venezolano está feliz y saluda la libertad de Lula (…) estamos compartiendo este momento de felicidad», dijo Maduro en cadena de radio y televisión de Venezuela.

Maduro se mostró sonriente, aplaudiendo y gritó varios «viva Lula» desde el palacio presidencial de Miraflores, mientras contemplaba las imágenes de la excarcelación en Curitiba, Brasil.

«América del Sur se está moviendo, una nueva ola de pueblos libres se levanta, lo importante son los pueblos movilizados», prosiguió Maduro tras referirse a Lula como el «gran compañero y hermano» del fallecido presidente Hugo Chávez.

Con información de EFE

Al salir de la cárcel el expresidente agradeció a sus seguidores que además han mantenido una vigilia por 580 días
Los investigadores del caso Lava Jato temen que pueda haber impunidad

El expresidente de Brasil, Lula Da Silva salió este viernes de la cárcel – en la que había estado más de un año – luego de que la Justicia ordenase su liberación por decisión del Tribunal Supremo de que los condenados ingresen a prisión cuando tengan una sentencia firme.

Según El País de España, los abogados de Da Silva presentaron esta mañana la petición de puesta en libertad inminente. El juez federal, Danilo Pereira aceptó el recurso y autorizó la salida de prisión del exmandatario.

Tras abandonar el centro de detención el expresidente ha ofrecido un discurso sobre un escenario montado momentos antes frente al edificio por el que ha salido en libertad. Se espera que después vaya a su casa en la ciudad de Sao Bernardo, en São Paulo, este mismo fin de semana para estar con su familia. 

«Queridos compañeros y queridas compañeras, no saben lo que significa que yo esté aquí con ustedes. Toda mi vida he estado hablando con el pueblo brasileño y no pensé que hoy podría estar aquí», aseguró Lula tras abandonar la prisión.

Igualmente la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, informó a la agencia AFP, que Da Silva tiene intención de agradecer a las personas que realizan una vigilia de apoyo en Curitiba, desde hace 580 días, y que una de sus primeras actividades será visitar el Sindicato de los Metalúrgicos de las afueras de Sao Paulo donde inició su carrera política.

Da Silva fue condenado en segunda instancia a ocho años por el caso de corrupción, llamado Lava Jato, donde se benefició de unas obras realizadas por una constructora en un apartamento que frecuentaba.

Los investigadores de este caso emitieron un comunicado tras la decisión del Tribunal Supremo y temen que pueda haber impunidad. 

Hasta el momento el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, no se ha pronunciado sobre la decisión del Supremo y la liberación del expresidente.

*Con información de El País y AFP