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George W. Bush

Recuerdo del 11 septiembre se remueve con temor a nuevas amenazas terroristas
Se cumplen 20 años de los ataques  en Estados Unidos que dejaron casi 3 mil muertos, 25 mil personas heridas, miles de millones de dólares en pérdidas materiales y pánico en la población 
El regreso de los talibanes al poder en Afganistán enciende las alarmas sobre posibles  atentados contra occidente

@franzambranor

El 11 de septiembre de 2001, el nadador australiano Ian Thorpe se levantó temprano con la intención de subir a lo más alto de una de las torres gemelas de Nueva York. En la puerta de uno de los rascacielos, el ganador de medallas olímpicas y campeón mundial se percató de que  había olvidado su cámara fotográfica y se devolvió al hotel donde se hospedada, encendió la televisión y miró  una de la torres arder en llamas. “Eso le salvó la vida”, dijo su entonces representante Frank Turner, quien añadió que, de no ser por ese descuido, el apodado “Torpedo” hubiese sido una de las casi 3 mil personas que perecieron luego que dos aviones fueron estrellados contra el World Trade Center en el mayor atentado terrorista de la historia.

A 20 años de la fatídica fecha, todavía se tejen teorías sobre la preparación de estos ataques, sus protagonistas y la supuesta negligencia de las autoridades de inteligencia estadounidense.

El suceso alteró los protocolos de seguridad en los aeropuertos y desató la invasión de las fuerzas armadas estadounidenses a Afganistán, ocupación que apenas hace un mes se dio por terminada y produjo el regreso de los talibanes al poder. 

“Fue una conmoción desde lo personal, entre el pánico, la conciencia de vulnerabilidad y la indignación, hasta lo gubernamental, en cuanto revelación de vulnerabilidad e incertidumbres en materia de seguridad nacional”. dijo la internacionalista Elsa Cardozo. 

Cardozo expuso que aún hay decenas de preguntas sobre los hechos. “Ha habido desde entonces mucho análisis ex post facto sobre las señales no atendidas, los errores y omisiones en las políticas de seguridad y la idea de invulnerabilidad cultivada desde la superioridad de Estados Unidos como potencia militar tras la disolución de la Unión Soviética y la primera Guerra del Golfo”.

Esa mañana siniestra 

Tres cuartos de hora después de haber despegado del aeropuerto internacional de Logan en Boston (a las 8:46 de la mañana), el vuelo 11 de American Airlines con destino a Los Ángeles y con 92 personas a bordo se estrelló contra la torre norte del World Trade Center en Manhattan. Al principio, los organismos de inteligencia y los medios de comunicación pensaban que se trataba de un accidente, pero el impacto de un segundo avión contra la torre sur del complejo 15 minutos después les hizo caer en cuenta de que la nación estaba bajo ataque. El vuelo 175 de United Airlines, que chocó contra la torre sur, también partió de Boston hacia Los Ángeles y llevaba a bordo 65 personas. 

Luego de una hora del primer atentado, el vuelo 77 de American Airlines que iba de Washington hacia Los Ángeles con 64 personas impacta contra una de las alas del Pentágono, sede militar ubicada en la capital estadounidense y a las 10 de la mañana, la aeronave 93 de United Airlines con 44 personas, cuyo destino era la Casa Blanca, se precipita a tierra en un campo de la localidad de Shanksville, Pensilvania.

Aparentemente, los pasajeros dominaron a los secuestradores e hicieron que el aparato cayera antes de llegar al hogar del presidente de los Estados Unidos.

Mientras todo esto sucedía, el entonces mandatario George W. Bush se encontraba en una actividad con niños en una escuela en Sarasota, Florida. Antes del mediodía de ese 11 de septiembre, las dos torres habían colapsado, ordenaron a todos los vuelos sobre cielo estadounidense aterrizar en el aeropuerto más cercano. El Congreso, la Casa Blanca y el edificio de la Organización de las Naciones Unidas fueron evacuados y Bush declaró “alerta máxima”. 

“Hubo efectos inmediatos y consecuencias mundiales que aún no cesan de manifestarse humana, material e institucionalmente, así lo revelaron las expresiones de solidaridad y los acuerdos y resoluciones internacionales con apoyos de Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU, para responder a esos ataques y promover cooperación para prevenir y evitar nuevos atentados”, indicó Cardozo. 

Los responsables

Apenas 72 horas después de los atentados, el FBI identificó a los 19 secuestradores que formaron parte de la operación y revelaron su vinculación con la célula terrorista Al Qaeda y su líder, Osama Bin Laden

En un comunicado que emitió la cadena Al Jazeera, Bin Laden negó su participación en el 11S, pero en noviembre de 2001 soldados estadounidenses encontraron una cinta de video en la ciudad afgana de Jalalabad donde este habla de los ataques y sus implicaciones.

Según funcionarios de inteligencia estadounidense en principio planeaban secuestrar doce aviones para estrellarlos contra las torres gemelas, el Pentágono, la Casa Blanca, el Capitolio, el Empire State en Nueva York, la torre Sears en Chicago y otros cuatro edificios en Boston, Los Ángeles, San Francisco y Seattle

Luego del 11S, Estados Unidos emprendió una guerra al terrorismo que no solo abarcó la ocupación a Afganistán por parte de tropas americanas sino la caceria y posterior muerte a Bin Laden diez años después de los sucesos, el 2 de mayo de 2011, durante el mandato del presidente, Barack Obama. 

La internacionalista Elsa Cardozo aseveró que los atentados del 11S modificaron la política internacional estadounidense.

“En primer lugar, alentó la movilización colectiva, a través de las Naciones Unidas, ante un problema de seguridad propia y mundial, estimuló prevenciones, definiciones y medidas que alentaron confusión y radicalismos frente al mundo islámico y desde éste y en tercer lugar, pero de mucha gravedad, las violaciones de derechos humanos en la guerra contra el terrorismo restaron eficacia y legitimidad a las acciones de la alianza occidental y al liderazgo de Estados Unidos, particularmente en Irak y en Afganistán”, sostuvo Cardozo.

Las consecuencias

Además de los casi 3 mil muertos, 24 desaparecidos y 25 mil heridos, los atentados terroristas del 11S dejaron pérdidas económicas por un aproximado de 10 mil millones de dólares y la adopción de una férrea política de seguridad en aeropuertos y terminales marítimas y terrestres en Estados Unidos.  

La economía americana entró en fase de recesión, bajó la demanda de vuelos comerciales y el consumo, especialmente en sitios con alta concentración de gente. Para aliviar la situación, el Congreso estadounidense aprobó 15 mil millones de dólares para el sector aéreo y adelantó un recorte a los impuestos. 

El polvo originado por las miles de toneladas de escombros causaron enfermedades respiratorias en centenas de personas. Familiares de la cantante Donna Summer dijeron que la muerte de ésta a causa de un cáncer de pulmón en mayo de 2012 se produjo debido a la inhalación de gases tóxicos luego del derrumbe de las torres gemelas. 

Los atentados también ocasionaron daños en la salud mental de los estadounidenses, especialmente en la de los neoyorquinos, acostumbrados a asistir a lugares concurridos donde hay una economía pujante. 

“Las consecuencias se extienden hasta el presente, como lo remueven, para la memoria de la inseguridad y para las políticas de seguridad, la persistencia de ramificaciones de Al Qaeda en la península arábiga, Siria, Libia, el Magreb musulmán e India, así como los temores de su fortalecimiento en Afganistán. De modo menos directo, la huella de aquellos ataques también se encuentra en la dificultad para desarrollar políticas y cooperación internacional en materia de seguridad y de atención al desafío migratorio para evitar el aliento a radicalismos y actitudes antioccidentales”, opina la experta. 

Según Cardozo, el regreso de los talibanes al poder en Afganistán pone en alerta a las naciones de occidente, especialmente al gobierno de Estados Unidos, en torno a una posible nueva amenaza terrorista.

“Ese es un fundado temor, visiblemente confirmado desde el atentado en el aeropuerto de Kabul perpetrado el pasado 26 de agosto por el llamado Isis-K (la vertiente afgana del estado islamico). Fue un ataque no solo contra la operación de evacuación organizada por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, sino también contra el propio régimen de los talibanes, con quienes llevan tiempo enfrentados, cada vez con más frecuencia y violencia. De allí que quepa esperar tanto más enfrentamientos en Afganistán como la continuación del fortalecimiento del Isis-K”.

El presidente Donald Trump firma un memorando, el miércoles 11 de marzo de 2020, para el Secretario de Salud y Servicios Humanos sobre la disponibilidad de máscaras faciales. Foto oficial de la Casa Blanca / Tia Dufour.

PA´ LANTE Y PA´ TRAS

Quizás es una de las características más relevantes del presidente estadounidense Donald Trump, quien trata por todos los medios de sobreponerse a la crisis de la COVID-19 teniendo en la mira su reelección presidencial en los comicios del próximo noviembre. Esta fecha aún pendiente hasta que se disminuya, controle o se descubra la vacuna para el virus de esta pandemia.

Por estos días las encuestas no lo han favorecido al analizar su comportamiento frente a la COVID-19. Desde presentarla como solamente una gripe más, al comienzo de los casos, hasta ordenar una tardía cuarentena. Ambos factores inciden en los estudios de opinión. Sus peleas o discrepancias con el equipo gubernamental de salud o el grupo de acción más cercano en torno al virus, han contrastado. La última fue la destitución de Rick Bright, un funcionario del área gubernamental de vacunas, quien era el director de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico.

El funcionario alegó que fue degradado porque planteó preocupaciones de salud por un medicamento promovido repetidamente por el presidente Trump y otros funcionarios de la administración como una posible cura para el coronavirus.

Era la hidroxicloroquina y, según Bright, el presidente quería que atendiera a un amigo suyo de un laboratorio que la producía. El afectado señala que lo sacaron por darle prioridad a la salud y a la ciencia.

Otro escritor, Mark Thiessen, señalaba en The Washington Post: “Sin embargo, esta semana, Estados Unidos alcanzó un hito sombrío cuando el número de muertes por la pandemia de coronavirus superó los 75.000. Ahora que una pandemia mucho peor, por varias veces, que los atentados del 11 de septiembre ha sucedido en la nación, debemos preguntarnos: ¿por qué siempre tiene que aparecer una tragedia para despertarnos al peligro?

Antes del 11 de septiembre, teníamos muchas señales de advertencia de que nuestra patria estaba en peligro. Los terroristas habían lanzado una serie de ataques cada vez más intensos: el ataque de 1993 contra el World Trade Center; el ataque de 1996 contra las torres Khobar en Arabia Saudita; los bombardeos de 1998 a las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania y el ataque del 2000 contra el navío USS.Cole en Yemen. A pesar de las advertencias, no tomamos el peligro que se avecinaba lo suficientemente en serio, y fuimos sorprendidos sin preparación el 11 de septiembre.

Lo mismo es cierto con la COVID-19: el brote de SARS de 2002; el resurgimiento de la gripe aviar H5N1 en 2003; el brote de gripe porcina H1N1 2009; el brote del 2012 MERS; el brote del Ébola de 2014. A pesar de las advertencias, no tomamos el peligro lo suficientemente en serio, y fuimos atrapados sin preparación para este COVID-19. Al menos el 11 de septiembre teníamos excusas para sorprendernos. Pocos podrían haber pensado que los terroristas armados con cortadores de cajas de cartón convirtieran los aviones en misiles y los usaran para atacarnos aquí en casa. El hecho de no anticipar el 11 de septiembre fue, como Pearl Harbor, un fracaso de la imaginación. Pero no se requería imaginación para prever la pandemia de coronavirus de hoy.

En noviembre de 2005, después de los brotes de SARS y gripe aviar, trabajé en un discurso que pronunció el presidente George W. Bush que describía nuestra estrategia nacional de pandemia. Advirtió: ‘Los científicos y los médicos no pueden decirnos dónde o cuándo ocurrirá la próxima pandemia, o qué tan grave será, pero la mayoría está de acuerdo: en algún momento, es probable que enfrentemos otra pandemia. Nuestro país ha recibido una advertencia justa de este peligro para nuestra patria y tiempo para prepararse’.

Sin embargo, aquí estamos, casi 15 años después, atrapados sin preparación por la pandemia que todos sabíamos que se avecinaba. Entonces, ¿cómo fallamos tanto? Muchos culpan a la lenta respuesta inicial de la administración Trump, pero al igual que con el 11 de septiembre, las fallas se extienden mucho más allá.

En 2003, se creó la Reserva Estratégica Nacional para tener suministros listos de respiradores, máscaras, equipos de protección, ventiladores y camas de hospital. Pero las existencias nacionales se agotaron en 2009 durante el brote de H1N1 y nunca se reabastecieron por completo. ‘No recibimos fondos para reemplazar esas máscaras y los equipos de protección que utilizamos para la gripe H1N1’, dijo el exdirector de Arsenales Greg Burel a CBS News, dejando hoy a todos los hospitales en apuros.

La historia detrás de la escasez de ventiladores de hoy es aun más irritante. El New York Times informa que, en 2008, la administración Bush lanzó un proyecto para almacenar ventiladores para una pandemia, y en 2009 la administración Obama contrató a una compañía de California para proporcionar 40.000 de ellos. Pero en 2014, la compañía se retiró del contrato sin entregar un solo ventilador. Entonces el gobierno comenzó de nuevo con un nuevo contratista.

La Administración de Drogas y Alimentos tardó otros cinco años en firmar un nuevo diseño de ventilador, y el gobierno no hizo un pedido de 10.000 ventiladores hasta diciembre de 2019, el mes en que comenzó el brote de COVID-19. Perdimos más de una década debido a la incompetencia del Gobierno y su burocracia.

Las preguntas necesitan respuesta: ¿Por qué fallaron nuestros sistemas de alerta temprana, permitiendo que el virus ingresara a nuestro país y se propagara más rápido que nuestra capacidad de contenerlo? ¿Por qué la FDA no tenía un sistema para desarrollar y desplegar rápidamente los elementos (kits) para pruebas inmediatas, lo que nos costó seis semanas críticas durante las cuales el virus pudo haber sido contenido? ¿Por qué no reponemos ya nuestra reserva nacional de esos elementos? ¿Y por qué permitimos la externalización de cadenas de suministros médicos críticos, dejándonos sin la capacidad doméstica de producir rápidamente equipos de protección personal, hisopos de prueba y ventiladores? Una recomendación que hacen varios analistas de la crisis. Cuando la pandemia finalmente pase, sin duda habrá una comisión para examinar estas y otras preguntas.

Repararemos tardíamente los agujeros en nuestro sistema, tal como lo hicimos después del 11 de septiembre. Pero en este momento, el número de muertos continúa aumentando. Como explicó Bush en 2005: ‘Una pandemia es muy parecida a un incendio forestal: si se detecta temprano, podría extinguirse con daños limitados; si se le permite arder sin ser detectado, puede convertirse en un infierno que se extiende rápidamente más allá de nuestra capacidad de controlarlo’. Debido a una década de fracasos, ahora estamos en medio de ese infierno, esperando que el fuego se apague solo. Y no hay excusa para ello”.

En esta columna citamos hace unas semanas el discurso de G. W. Bush y las razones burocráticas que hicieron que tras el 11S se dedicaran fondos y esfuerzos a la lucha contra el terrorismo islámico y se olvidara la debilidad presente en materia de asistencia de urgencias médicas nacionales.

Runrunes de Bocaranda: ALTO - ¿GEORGE W. BUSH PREMONITORI0?

 ¿GEORGE W. BUSH PREMONITORI0?

Fue en 2005 cuando pensó en lo que hoy vive el mundo entero. ABC News lo explicó: Durante más de un mes, el estado de Louisiana ha estado haciendo movimientos para frenar la propagación de COVID-19, o como se le conoce comúnmente, “coronavirus”. El gobernador de ese estado, John Bel Edwards, ha cerrado escuelas, bares, gimnasios, casinos, cines y ha reducido los restaurantes para solo llevar y entregar. Lo que varios de sus colegas gobernadores no hicieron. Luego, el gobernador Edwards extendió esas medidas por un período de tiempo más largo, ahora hasta el 30 de abril. Muchos de estos movimientos han sido provocados por las pautas presentadas por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades. Algunos han sugerido que las medidas del CDC, el gobierno federal y los gobiernos locales han sido lentas o inadecuadas. Pero la respuesta general es que «nadie podría haber predicho esto», lo que hoy podría no ser exacto, es decir estaríamos mintiendo.

El pasado fin de semana, ABC News habló con los miembros del personal ejecutivo del presidente George W. Bush, quienes dijeron que el expresidente manifestó durante el ejercicio de la presidencia su enorme preocupación, exactamente, por este tipo de evento. También descubrieron un video de 2005 del presidente Bush y su personal, haciendo comentarios sobre este tipo de pandemia y cómo sería la respuesta estadounidense. El plan que el presidente G. W. B. puso en marcha fue vasto y costoso. Su visión inicial llegó con un precio de 7000 millones de dólares. Algunos dentro de su equipo pensaron que era una prioridad muy baja.

A raíz del 11 de septiembre, con los atentados que acabaron con las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York y con la sucesiva guerra contra el Talibán, algunos sintieron que prepararse para algo “que no estaba a nuestras puertas” era una tontería. Pero el presidente Bush expresó estas palabras premonitorias: «Si esperamos que aparezca una pandemia, será demasiado tarde para prepararse. Y un día muchas vidas podrían perderse innecesariamente porque no pudimos actuar desde hoy».

El presidente Bush pronunció un discurso en el Instituto Nacional de Salud, donde expuso su visión. Pero no solo su visión de cómo debería ser la respuesta, sino cuáles serían los impactos de una pandemia en los Estados Unidos: «Una pandemia es muy parecida a un incendio forestal. Si se detecta temprano, puede extinguirse con daños limitados. Si se le permite arder sin ser detectado, puede convertirse en un infierno que puede extenderse rápidamente más allá de nuestra capacidad de controlarlo». Exactamente lo que 15 años después de manifestar su preocupación ha estado ocurriendo en su país y todos los países del mundo.

Curiosamente, ABC News informa que en la audiencia del discurso del presidente sobre la respuesta a la pandemia ese día en 2005, estaba el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas para los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses. El Dr. Fauci recibió ese título en 2005, y todavía lo tiene hoy. Se ha convertido en un nombre familiar como miembro del grupo de trabajo COVID-19 del presidente Donald Trump.

Parte del plan del presidente Bush en 2005 era construir una reserva masiva de medicamentos y equipo de protección personal, o EPP, que escasea en este momento, como Bush predijo que sería. El plan también incluía la construcción de una gran reserva nacional de ventiladores y máscaras faciales. Uno de los otros pilares del plan integraba un «sistema de alerta temprana» para las pandemias emergentes en todo el mundo.

Desafortunadamente, con el tiempo, la visión del presidente Bush se consideró insostenible. Su equipo continuó planificando, pero muchas partes del plan se hicieron a un lado por diferentes razones. Sin embargo, otras partes del plan permanecieron, incluso fueron archivadas. Muchas de las medidas que Estados Unidos ha tomado durante la pandemia de COVID-19 provienen del libro de acciones que en su conjunto quedaron en esos archivos presidenciales.

 ATAQUES A TRABAJADORES DE SALUD

Muy dura la realidad que empiezan a confrontar los médicos, enfermer@s, camilleros, choferes de ambulancias, bomberos y hasta policías que están ayudando a los enfermos de COVID-19 en el mundo entero. Ya vimos en México cómo apartan y apedrean a enfermer@s con uniforme. En Estados Unidos les han gritado para apartarlos y cada día son más los países donde las autoridades han tenido que imponer hasta multas para evitar ese rechazo grosero e infundado. Tienen miedo de que los contagien y esto ha venido creando una angustia adicional a todos aquellos que están arriesgando su propia vida para salvar las de otros.

Leí en redes cómo a una cajera de un supermercado en la ciudad española de Murcia había recibido una carta por parte de sus vecinos pidiéndole “se buscara otra vivienda para evitar “más riesgos” por el coronavirus. Ella respondió con otra carta que se hizo viral pues su hijo de 10 años no paraba de llorar. Un poco de empatía es lo que pide. La carta: “Somos tus vecinos y queremos pedirte por el bien de todos que te busques otra vivienda mientras dura esto ya que hemos visto que trabajas en un supermercado y aquí vivimos muchas personas. No queremos más riesgos. Gracias”. 

Su respuesta: “Soy la vecina del 3-IZQ. Al o a los valientes que dejan notas anónimas bajo mi puerta y que seguro la han sacado en alguna red social, os diré varias cosas: Sí trabajo en un supermercado, lo cual gracias a nosotros, vosotros coméis cada día. No me tenéis que venir a darme lecciones de limpieza cuando soy la primera que llega a casa y no puedo darles un beso a mis hijos hasta que no me he limpiado y desinfectado. Que la próxima vez en vez de tanto “aplauso a las 20 horas” tener un poco más de empatía por las personas que tenemos que trabajar y tenemos familia. Y en vez de dejar notas debajo de la puerta de mi casa, me tocáis el timbre y os lo diré personalmente. Por cierto, gracias por hacer llorar a mi niño de 10 años que ha sido el que ha cogido la nota”. Lo firma Miriam.

Los casos se siguen repitiendo. Así como España y México, también se reportan incidentes en Brasil, Colombia, Italia, Perú, Ecuador y otros países donde la pandemia hace estragos…

Thomas Shannon: “La paciencia de la región con Venezuela tiene un límite”

 

Thomas-Shanon

 Por: Jan Martínez Ahrens

 

Uno de los cerebros de la diplomacia estadounidense analizó para EL PAÍS  la situación en Venezuela, Cuba y México.

Thomas Shannon es el gran referente de Latinoamérica dentro del Departamento de Estado. Diplomático de carrera, embajador, subsecretario con George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump, su visión destila años de conocimiento directo del hemisferio. Con ese bagaje, habla con prudencia, pero sin titubeos sobre Venezuela, Cuba, el muro de México, los dreamers y el propio Trump. Es miércoles en Nueva York y Shannon acaba de participar en el Foro de Economía Global, organizado por la Cámara de Comercio España-EE UU y EL PAÍS.

Pregunta. El presidente Trump quiere construir un muro fronterizo con México y que lo paguen los mexicanos. En amplios sectores de México esto se percibe como una agresión.

Respuesta. El presidente no lo entiende como un acto de agresión sino como una manera de asegurar al pueblo americano que, después de décadas de inmigración ilegal, tenemos la capacidad de saber quién está entrando en los EE UU y por qué. No es un rechazo al migrante, sino que queremos tener capacidad de asegurar nuestras fronteras y que la migración sea ordenada, segura y predecible. Entiendo las sensibilidades y las respeto. El asunto, de hecho, tiene su controversia en el Congreso de EE UU.

P. Al Congreso le ha pedido el presidente que financie el muro con México a cambio de regularizar a los dreamers.

R. Hasta cierto punto todos somos dreamers. El propio presidente Trump ha mostrado su cariño y respeto hacia ellos. Pero insisto, necesitamos políticas sostenibles. Si no hay apoyo del Congreso, si estamos gobernando por decreto, todo lo que hace un Ejecutivo puede ser derribado por el próximo. Nuestro sistema empuja al acuerdo en las políticas más importantes. Si queremos tener una estrategia de migración, en este caso para los dreamers, es el Congreso el que debe buscar un pacto. El presidente está en el lugar correcto: está forzando al Congreso a tomar las medidas necesarias.

P. ¿Y en el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte? ¿Qué pasa si fracasa la negociación?

R. Después de décadas de Tratado se han formado unas impresionantes cadenas de valor que realmente conectan los mercados de Norteamérica. Deshacerlas sería obra de Hércules. Por eso los tres países tienen buenas razones para acercarse en la renegociación, y hacerlo con mucha seriedad y con el propósito de tener éxito.

P. Venezuela es el punto más caliente de Latinoamérica. ¿Después de las sanciones, cuál es el siguiente paso de EE UU?

R. Habrá que esperar a ver qué pasa con las elecciones regionales. Pueden representar otro empujón para sentar al Gobierno en la mesa y que busque con la oposición una salida pacífica y democrática a la crisis. Nuestra política y nuestras sanciones tratan de forzar un acuerdo. Dicho metafóricamente: cuando uno está fundiendo acero, necesita mucho calor en el crisol. Pero al final del día son los venezolanos quienes tienen que encontrar una solución. Fue el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero quien dijo que el problema de Venezuela es de convivencia. Y el mismo presidente de la Asamblea, Julio Borges, afirmó una vez que los venezolanos son los que deben decidir si quieren reconciliarse o pelear.

P. Pero el presidente de EE UU ha llegado a apelar a la opción militar.

R. El presidente mantuvo una serie de reuniones y llamadas telefónicas con todos los líderes del hemisferio y estos le comunicaron la importancia de la no intervención. Pero lo que el presidente está expresando es que la paciencia de la región tiene un límite. No se trata de una amenaza, sino de decir que Venezuela es un país demasiado importante para dejarlo a la deriva por años. Mire, el pueblo venezolano ha mostrado una resiliencia y una fuerza para superar la adversidad impresionantes, y eso ha permitido al país atravesar momentos de escasez que hubieran causado explosiones en otros lugares. Pero sería un error pensar que la paciencia y capacidad del pueblo venezolano representan la apatía. No es así. Es un país que requiere una solución a su crisis política.

P. ¿Hay peligro de golpe interno por parte de los militares?

R. Desde 1958, las fuerzas armadas venezolanas no se han metido en política doméstica. Y es muy importante que, con todos los problemas que les aquejan, incluidas las acusaciones de corrupción, mantengan una posición institucional y constitucional.

P. Cuba se ha vuelto otro foco de crisis. ¿Por qué han expulsado a diplomáticos cubanos por los ataques sónicos si no saben si fueron ellos los culpables?

R. Tuvimos que expulsar a diplomáticos cubanos para subrayar la importancia del problema. Hemos sufrido unos 50 ataques contra 21 cargos de nuestra embajada. Todo ello ha ocurrido en un país que controla el movimiento de nuestros diplomáticos. Es cierto que no hemos identificado al culpable, pero Cuba es el responsable del bienestar y la seguridad de los diplomáticos. En un Estado como el cubano y con unos servicios de seguridad como los que tiene y que controlan a nuestros cargos, ellos deben saber lo que está pasando. Es difícil que no lo sepan.

P. ¿Y quién podría ser?

R. No lo sabemos.

P. En febrero, Raúl Castro se retira. ¿Temen algún cambio en la relación con EE UU?

R. Si uno lee el último discurso del vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, fue de tono fidelista e indica que dentro del partido comunista hay tendencias. Cualquier persona que quiera sustituir a los Castro tendrá que sustituir a los Castro, es decir, a los dos. Pero este es un tema cubano, no tenemos mayor influencia.

P. ¿Cómo ven la situación de España y lo que está ocurriendo con Cataluña?

R. España es un gran aliado y amigo, un país con quien hemos establecido una relación de beneficio mutuo y nuestro interés es profundizarla, estrecharla. No es mi propósito entrar en temas internos. Pero España unida es más fuerte que una España desunida. Eso no quiere decir que no respetemos la diversidad política, lingüística e histórica. Al norte, nosotros tenemos a Quebec con las mismas ganas y la misma trayectoria. Pero Quebec es más fuerte dentro de Canadá. Y desde nuestro punto de vista, Cataluña también lo es.

“ESPAÑA UNIDA ES MÁS FUERTE QUE UNA ESPAÑA DESUNIDA”

P. ¿Cómo ven la situación de España y lo que está ocurriendo con Cataluña?

R. España es un gran aliado y amigo, un país con quien hemos establecido una relación de beneficio mutuo y nuestro interés es profundizarla, estrecharla. No es mi propósito entrar en temas internos. Pero España unida es más fuerte que una España desunida. Eso no quiere decir que no respetemos la diversidad política, lingüística e histórica. Al norte, nosotros tenemos a Quebec con las mismas ganas y la misma trayectoria. Pero Quebec es más fuerte dentro de Canadá. Y desde nuestro punto de vista, Cataluña también lo es.

Maduro sigue sin atreverse a insultar a Trump

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Nicolás Maduro insulta a Mauricio Macri de Argentina, a Mariano Rajoy de España, al secretario general de la OEA Luis Almagro y recientemente a Pedro Pablo Kuczynski de Perú, pero hasta no se ha atrevido a lanzar vejaciones contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Fiel a las enseñanzas de su padre político, Hugo Chávez, Maduro arremete verbalmente contra todo aquel que critica los pasos de la revolución bolivariana. A la persona que ose a opinar sobre la crítica situación venezolana le adosa calificativos como injerencista, cachorro del imperio, lame botas y pare de contar.

Pero curiosamente al máximo líder del mundo libre y principal responsable del llamado capitalismo salvaje no le ha arrojado las elocuentes frases cargadas de improperios que suele disparar contra sus adversarios.

Este jueves en el marco de un acto antiimperialista efectuado en el paseo de Los Próceres de Caracas, Maduro solo hizo una sutil recomendación al recién electo jefe de estado americano.

Le aconsejó a Trump que no siguiera los pasos de sus antecesores Barack Obama y George W. Bush. «Muchos aquí se han ido a calentar los oídos de la nueva administración de Estados Unidos para intervenir el país. Los poderes públicos tienen que actuar para defender la constitucionalidad del país», dijo.

Advirtió que los chavistas están dispuestos a todo para defender la soberanía. «No tienen moral para calificar a Venezuela como una amenaza, no se metan con el pueblo de Venezuela».

Voyeur imperialista

No conforme con echarle la culpa de todo el eventual intervencionismo yanqui a Obama. Maduro recomendó a los venezolanos tener cautela con los dispositivos móviles a raíz de las filtraciones de Wikileaks que hablan de un supuesto espionaje por parte de la CIA. “Diseñaron unos mecanismos para grabar con los celulares en cualquier lugar del mundo. Prenden el teléfono, usted lo tiene apagado y prenden el micrófono y te graban”, sentenció Maduro como citando una escena de la saga de «Bourne», de la que es confeso fanático.

Aseguró que Obama empleó la CIA para espiar al mundo entero. «Tengan cuidado cómo utilizan el teléfono cuando se estén bañando, por ejemplo, no le vean a uno la barriguita, u otras partes”, indicó.

Maduro, cuyo gobierno ha grabado sin permiso conversaciones de miembros de la oposición, se quejó de que la CIA supuestamente se mete en las casas de la gente.

“Para grabar, para saber la vida privada de uno, qué habla uno por teléfono, qué habla uno en su casa”, acotó.

Desde Chicago, Obama pronunciará su último discurso como presidente de Estados Unidos

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El presidente Barack Obama se despedirá de la nación este martes en la noche en una dramática reinterpretación de un discurso de despedida presidencial.

Con la esperanza de sacar provecho a la buena voluntad que se expandió en el último año de su mandato, Obama ha descartado la Oficina Oval o la Sala Este como escenario para su última intervención formal. En su lugar de eso, viajará a Chicago, la ciudad donde declaró la victoria en 2008 y 2012, para dirigirse a una multitud llena de ardientes partidarios.

El momento, concebido hace meses, está destinado a recordar los momentos más emblemáticos del histórico gobierno de Obama, los que están arraigados en el mensaje de «esperanza y cambio» que llevó al primer ciudadano negro a la Casa Blanca.

A medida que sale de la oficina dejando decenas de políticas progresistas en su lugar, hay una gran evidencia de cambio. Pero para sus partidarios, el aspecto de «esperanza» de ese mantra original está disminuido por las perspectivas de la presidencia de Donald Trump.

 

«El presidente está transmitiendo un mensaje al pueblo estadounidense, a todos los estadounidenses, ya sea que hayan votado por el presidente Obama o no», dijo el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, este lunes. «El presidente se siente obligado a hablar de lo que ha aprendido en los últimos ocho años, de lo que ha aprendido sobre el país, de lo que ha aprendido sobre gobernar el país y de ofrecer su consejo al pueblo estadounidense sobre la manera más efectiva de enfrentar los desafíos que vemos por delante «.

El discurso de Obama es la piedra angular de una gira de despedida de varios meses, que se manifiesta en extensas entrevistas en revistas, largas sesiones televisivas y los propios esfuerzos de la Casa Blanca para documentar el decreciente gobierno del presidente.

La primera dama Michelle Obama ha ofrecido una visión más sincera en una versión reducida de su propia despedida. Ella se sentó para una entrevista de una hora con Oprah Winfrey, admitiendo francamente que los demócratas estaban ahora «sintiendo cómo es no tener esperanzas».

Se emocionó durante su última serie de comentarios formales en la Casa Blanca este viernes, su voz temblaba y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras le decía a una multitud de educadores: «Espero haberlos hecho sentir orgullosos».

La salida subyugada pero profundamente sentida de la primera dama contrasta con el discurso de despedida del presidente este martes. Se espera que más de 20 mil personas vean su alocución en McCormick Place, el centro de convenciones más grande de Norteamérica, donde Obama declaró la victoria sobre Mitt Romney en 2012.

Obama ha estado planeando su discurso durante meses, dijeron sus asistentes, formulando los temas generales durante las vacaciones en Hawai y desarrollando borradores desde la semana pasada.

Les dijo a sus ayudantes meses atrás que prefería dar su discurso de despedida en su ciudad natal, la primera vez que un presidente saliente hace eso. George W. Bush, impopular y enfrentando una crisis financiera, entregó su último discurso en el horario de máxima audiencia en el Salón de la Casa Blanca a una multitud de 200 simpatizantes y ayudantes.

Bill Clinton, Ronald Reagan y Jimmy Carter utilizaron todos la Oficina Oval, un ajuste que Obama ha despreciado desde hace tiempo. George H.W. Bush viajó a West Point para un discurso de despedida después de no conseguir un segundo término.

La tradición se remonta a George Washington, quien emitió advertencias contra el poder sin control y el atrincheramiento partidista en un discurso escrito a la nación en 1796.

Al igual que las principales intervenciones en el pasado, Obama está escribiendo su discurso él mismo, dictando pasajes a su escritor de discursos principal Cody Keenan. Obama devuelve los borradores con muchas anotaciones hechas en los márgenes.

Cuando regrese a Washington, tras dar su discurso, en las primeras horas de la mañana de este miércoles, se espera que sea el vuelo final de Obama a bordo de Air Force One. Usará el avión presidencial el día de la posesión de Trump para salir de Washington. Pero como será ya expresidente, al avión se le conoce solo como Special Air Mission 28000.

Obama dice que romperá silencio si Trump o sus políticas quebrantan ciertos valores o ideales

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, durante un encuentro con miembros de la Iniciativa Jóvenes Líderes de las Américas en Limpa, Perú, el sábado 19 de noviembre de 2016. (AP Foto/Esteban Félix)

 

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, descartó el domingo que tenga intención de convertirse en crítico constante de su sucesor, pero afirmó que se reserva el derecho de pronunciarse si el presidente electo Donald Trump o sus políticas quebrantan ciertos «valores o ideales».

Ofreciendo un insólito vistazo a sus planes cuando deje la presidencia, Obama insinuó que respetará la tradición de los mandatarios estadounidenses de guardar silencio para facilitar el gobierno de sus sucesores.

Obama elogió al expresidente George W. Bush al afirmar que «fue muy cortés conmigo cuando entré» y señaló que quería dar a Trump la misma oportunidad para que lleve a cabo su agenda «sin que nadie lo censure» en todo momento.

Sin embargo, Obama dejó entrever que su silencio podría tener límites.

«Como ciudadano estadounidense preocupado profundamente de nuestro país, si hay asuntos que tengan que ver menos con detalles específicos de algunas propuestas legislativas o se contraponen o afectan aspectos centrales de nuestros valores e ideales, y si creo que es necesario o útil que yo defienda esos ideales, lo examinaré cuando sea el momento», declaró Obama a la prensa.

Obama, que ha elogiado de manera constante el proceder de Bush como expresidente, afronta el problema de cómo se conducirá cuando ya no sea mandatario.

Aunque se ha comprometido a garantizar una transferencia del poder sin contratiempos, Obama sabe perfectamente que lo reemplazará un nuevo presidente que tiene puntos de vista que van en contra de la ética en numerosas cuestiones.

El presidente se pronunció enérgicamente durante la campaña contra las propuestas de Trump de proscribir la inmigración musulmana, deportar a millones de personas que viven sin permiso en Estados Unidos, revocar la reforma de salud de Obama y cancelar el acuerdo sobre el clima de París, por ejemplo.

Esas propuestas políticas y otras similares han suscitado el temor entre muchos estadounidenses contrarios a Trump y que esperan que una oposición enérgica de Obama y otros demócratas tal vez impida aplicarlas al futuro mandatario.

Aunque Obama no precisó qué asuntos podrían hacer que rompa su silencio, dejó abierta una amplia gama de posibilidades.

Las declaraciones de Obama dejaron entrever que estaría más inclinado a pronunciarse si Trump viola los principios básicos que él ha intentado sostener, como los derechos de los minorías, la protección igualitaria y el respeto de la vida de los civiles.

Obama ha advertido desde hace tiempo que el multimillonario podría utilizar de manera impulsiva armas nucleares y ha censurado las propuestas como un registro de musulmanes, que el próximo secretario de la Casa Blanca de Trump declinó descartar el domingo.

Sin embargo, Obama dijo que aunque podría no mantenerse siempre en silencio, su propósito no era dedicar su tiempo a arremeter públicamente contra su sucesor.

«Mi intención es desde luego para los próximos dos meses concluir mi cargo», señaló Obama. «Y después de eso, llevar de vacaciones a Michelle, descansar un poco, dedicar tiempo a mis hijas, escribir, pensar».

Bush, al igual que muchos expresidentes, evitó estrictamente opinar sobre política durante los ocho años de gobierno de Obama.

Tras dejar el cargo, el expresidente Bill Clinton dedicó su atención a temas humanitarios globales, en especial cuando su esposa ingresó en la política.

El expresidente Jimmy Carter fue más activo en opiniones después de concluir su periodo como presidente y sus críticas a Israel han suscitado ocasionales controversias.

Las declaraciones de Obama en una conferencia de prensa en Lima dejaron entrever parte de sus indicaciones más específicas a la fecha de lo que piensa deben hacer los demócratas y oponentes a Trump los próximos cuatro años.

 

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